Misas en la Administración de las Sagradas Órdenes

LECCIONARIO VIII. PARA LAS MISAS RITUALES. MISAS EN LA ADMINISTRACIÓN DE LAS SAGRADAS ÓRDENES

Lecturas Misas en la Administración de las Sagradas Órdenes.

Misas en la Administración de las Sagradas Órdenes

El «Leccionario VIII. Para las Misas Rituales. En la Administración de las Sagradas Órdenes» es una colección litúrgica que ofrece una selección de lecturas bíblicas y oraciones específicas para las ceremonias de ordenación de diáconos, presbíteros y obispos. Estas ceremonias son momentos de gran importancia en la vida de la Iglesia, ya que marcan la consagración de hombres al servicio del altar y de la comunidad cristiana. La administración de las Sagradas Órdenes subraya la continuidad apostólica y la misión de la Iglesia de proclamar el Evangelio y administrar los sacramentos.

Las lecturas seleccionadas para la ordenación de diáconos están diseñadas para resaltar el servicio y la dedicación que este ministerio requiere. La primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 6, 1-7), narra la elección de los primeros siete diáconos para atender a las necesidades de la comunidad, permitiendo a los apóstoles dedicarse a la oración y al ministerio de la Palabra. Este pasaje subraya la importancia del servicio y la caridad en el ministerio diaconal.

En conjunto, estas lecturas invitan a los fieles a reflexionar sobre la importancia y la responsabilidad de los ministerios ordenados en la vida de la Iglesia. La administración de las Sagradas Órdenes no solo consagra a individuos para el servicio de Dios y de su pueblo, sino que también reafirma la misión de la Iglesia de proclamar el Evangelio y administrar los sacramentos. Estas ceremonias litúrgicas son una oportunidad para renovar la fe y el compromiso de todos los miembros de la comunidad eclesial, recordando que todos estamos llamados a vivir en santidad y a seguir a Cristo con todo nuestro corazón. El «Leccionario VIII. Para las Misas Rituales. En la Administración de las Sagradas Órdenes» es una herramienta valiosa para la comunidad cristiana, proporcionando recursos espirituales que ayudan a los fieles a comprender y celebrar la significación profunda de estos actos litúrgicos. A través de estas lecturas y oraciones, los creyentes son llamados a apoyar y orar por los diáconos, presbíteros y obispos, reconociendo la importancia de su papel en la vida de la Iglesia y en la misión evangelizadora.


II. EN LA ADMINISTRACIÓN DE LAS SAGRADAS ÓRDENES

LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

1

Para los diáconos:

Haz que se acerque la tribu de Leví y ponla al servicio del sacerdote Aarón

Lectura del libro de los Números 3, 5-9

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:

—«Haz que se acerque la tribu de Leví y ponla al servicio del sacerdote Aarón. Harán la guardia tuya y de toda la asamblea delante de la tienda del encuentro y desempeñarán las tareas del santuario. Guardarán todo el ajuar de la tienda del encuentro y harán la guardia en lugar de los israelitas y desempeñarán las tareas del santuario.

Aparta a los levitas de los demás israelitas y dáselos a Aarón y a sus hijos como donados».

Palabra de Dios.

2

Para los presbíteros:

Pasaré a ellos una parte del espíritu que posees,
para que se repartan contigo la carga del pueblo

Lectura del libro de los Números 11, 11b-12. 14-17. 24-25a

En aquellos días, Moisés dijo al Señor:

—«¿Por qué haces cargar a tu siervo con todo este pueblo? ¿He concebido yo a todo este pueblo o lo he dado a luz, para que me digas: “Coge en brazos a este pueblo, como una nodriza a la criatura, y llévalo a la tierra que prometí a sus padres”? Yo solo no puedo cargar con todo este pueblo, pues supera mis fuerzas. Si me vas a tratar así, más vale que me hagas morir; concédeme este favor, y no tendré que pasar tales penas».

El Señor respondió a Moisés:

—«Tráeme setenta ancianos de Israel que te conste que son ancianos al servicio del pueblo, llévalos a la tienda del encuentro y que esperen allá contigo. Apartaré una parte del espíritu que posees y se lo pasaré a ellos, para que se repartan contigo la carga del pueblo y no la tengas que llevar tú solo».

Moisés salió y comunicó al pueblo las palabras del Señor. Después reunió a los setenta ancianos y los colocó alrededor de la tienda.

El Señor bajó en la nube, habló con él y, apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar.

Palabra de Dios.

3

Para los obispos y los presbíteros:

El Señor me ha ungido y me ha enviado
para dar la buena noticia a los que sufren y derramar sobre ellos perfume de fiesta

Lectura del libro de Isaías 61, 1-3a

El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.

Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren,
para vendar los corazones desgarrados,

para proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros la libertad,

para proclamar el año de gracia del Señor,
el día del desquite de nuestro Dios,

para consolar a los afligidos,
los afligidos de Sión;

para cambiar su ceniza en corona,
su traje de luto en perfume
de fiesta, su abatimiento en cánticos.

Palabra de Dios.

4

A donde yo te envíe, irás

Lectura del libro de Jeremías 1, 4-9

Recibí esta palabra del Señor:

—«Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles».

Yo repuse:

—«¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho».

El Señor me contestó:

—«No digas: “Soy un muchacho”, que a donde yo te envíe, irás, y lo que yo te mande, lo dirás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte».

Oráculo del Señor.

El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me dijo:

—«Mira: yo pongo mis palabras en tu boca».

Palabra de Dios.

LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO

1

Para los diáconos:
Eligieron a siete hombres llenos de espíritu

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 6, 1-7b

En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que en el suministro diario no atendían a sus viudas. Los Doce convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron:

—«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos de la administración. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea: nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra».

La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.

La palabra de Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos.

Palabra de Dios.

2

Para los diáconos:

Tomando pie de este pasaje, le anunció el Evangelio de Jesús

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 8, 26-40

En aquellos días, el ángel del Señor le dijo a Felipe:

—«Ponte en camino hacia el Sur, por la carretera de Jerusalén a Gaza, que cruza el desierto».

Se puso en camino y, de pronto, vio venir a un etíope; era un eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopía e intendente del tesoro, que había ido en peregrinación a Jerusalén. Iba de vuelta, sentado en su carroza, leyendo el profeta Isaías.

El Espíritu dijo a Felipe:

—«Acércate y pégate a la carroza».

Felipe se acercó corriendo, le oyó leer el profeta Isaías, y le preguntó:

—«¿Entiendes lo que estás leyendo?».

Contestó:

—«¿Y cómo voy a entenderlo, si nadie me guía?».

Invitó a Felipe a subir y a sentarse con él. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era éste:

«Como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca.
Sin defensa, sin justicia se lo llevaron,
¿quién meditó en su destino?
Lo arrancaron de los vivos».

El eunuco le preguntó a Felipe:

—«Por favor, ¿de quién dice esto el profeta?; ¿de él mismo o de otro?».

Felipe se puso a hablarle y, tomando pie de este pasaje, le anunció el Evangelio de Jesús. En el viaje llegaron a un sitio donde había agua, y dijo el eunuco:

—«Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?».

Mandó parar la carroza, bajaron los dos al agua, y Felipe lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y siguió su viaje lleno de alegría.

Felipe fue a parar a Azoto y fue evangelizando los poblados hasta que llegó a Cesarea.

Palabra de Dios.

3

Nosotros somos testigos de todo lo que hizo Jesús en Judea y en Jerusalén

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:

—«Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección.

Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados».
Palabra de Dios

4

Para los obispos y los presbíteros:

Tened cuidado de vosotros
y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar,
como pastores de la Iglesia de Dios

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 20, 17-18a. 28-32. 36

En aquellos días, Pablo, desde Mileto, mandó llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso. Cuando se presentaron, les dijo:

«Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre.

Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta: acordaos que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra de gracia, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos».

Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y Pablo rezó.

Palabra de Dios.

5

Los dones que poseemos son diferentes, según la gracia que se nos ha dado

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 4-8

Hermanos:

Así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros y no desempeñan todos los miembros la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada miembro está al servicio de los otros miembros.

Los dones que poseemos son diferentes, según la gracia que se nos ha dado, y se han de ejercer así: si es la profecía, teniendo en cuenta a los creyentes; si es el servicio, dedicándose a servir; el que enseña, aplicándose a enseñar; el que exhorta, a exhortar; el que se encarga de la distribución, hágalo con generosidad; el que preside, con empeño; el que reparte la limosna, con agrado.

Palabra de Dios.

6

Predicamos que Cristo es Señor, y nosotros siervos vuestros por Jesús

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4, 1-2. 5-7

Hermanos:

Encargados de este ministerio por misericordia de Dios, no nos acobardamos, al contrario, hemos renunciado a la clandestinidad vergonzante, dejándonos de intrigas y no adulterando la palabra de Dios; sino que, mostrando nuestra sinceridad, nos recomendamos a la conciencia de todo hombre delante de Dios.

Nosotros no nos predicamos a nosotros mismos, predicamos que Cristo es Señor, y nosotros siervos vuestros por Jesús.

El Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha brillado en nuestros corazones, para que nosotros iluminemos, dando a conocer la gloria de Dios, reflejada en Cristo.

Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.

Palabra de Dios.

7

Nos encargó el ministerio de la reconciliación

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 14-20

Hermanos:

Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron.

Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.

Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no.

El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.

Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuenta de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación.

Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.

Palabra de Dios.

8

En función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 1-7. 11-13

Hermanos:

Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.

Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.

Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.

A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo.

Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Palabra de Dios.

9

Para los diáconos:

Conservando la fe revelada con una conciencia limpia

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 3, 8-10. 12-13

Los diáconos tienen que ser responsables, hombres de palabra, no aficionados a beber mucho ni a sacar dinero, conservando la fe revelada con una conciencia limpia.

También éstos tienen que ser probados primero, y, cuando se vea que son irreprensibles, que empiecen su servicio.

Los diáconos sean fieles a su mujer y gobiernen bien sus casas y sus hijos, porque los que se hayan distinguido en el servicio progresarán y tendrán libertad para exponer la fe en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

10

Para los obispos:

No descuides el don que se te concedió
con la imposición de manos de los presbíteros

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 12-16

Querido hermano:

Nadie te desprecie por ser joven; sé tú un modelo para los fieles, en el hablar y en la conducta, en el amor, la fe y la honradez.

Mientras llego, preocúpate de la lectura pública, de animar y enseñar.

No descuides el don que posees, que se te concedió por indicación de una profecía con la imposición de manos de los presbíteros.

Preocúpate de esas cosas y dedícate a ellas, para que todos vean cómo adelantas.

Cuídate tú y cuida la enseñanza; sé constante; si lo haces, te salvarás a ti y a los que te escuchan.

Palabra de Dios.

O bien:

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 12b-16

Querido hermano:

Sé tú un modelo para los fieles, en el hablar y en la conducta, en el amor, la fe y la honradez.

Mientras llego, preocúpate de la lectura pública, de animar y enseñar.

No descuides el don que posees, que se te concedió por indicación de una profecía con la imposición de manos de los presbíteros.

Preocúpate de esas cosas y dedícate a ellas, para que todos vean cómo adelantas.

Cuídate tú y cuida la enseñanza; sé constante; si lo haces, te salvarás a ti y a los que te escuchan.

Palabra de Dios.

11

Para los obispos:

Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 6-14

Querido hermano:

Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio.

No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero.

Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios.

Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio.

De este Evangelio me han nombrado heraldo, apóstol y maestro, y ésta es la razón de mi penosa situación presente; pero no me siento derrotado, pues sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.

Ten delante la visión que yo te di con mis palabras sensatas y vive con fe y amor en Cristo Jesús.

Guarda este precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.

Palabra de Dios.

12

Cristo proclamado por Dios sumo sacerdote, según el rito de Melquisedec

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 1-10

Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.

Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquél que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote, según el rito de Melquisedec.

Palabra de Dios.

13

Como buenos administradores de la múltiple gracia de Dios

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 4, 7b-11

Queridos hermanos:

Sed moderados y sobrios, para poder orar. Ante todo, mantened en tensión el amor mutuo, porque el amor cubre la multitud de los pecados. Ofreceos mutuamente hospitalidad, sin protestar.

Que cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como buenos administradores de la múltiple gracia de Dios.

El que toma la palabra, que hable palabra de Dios. El que se dedica al servicio, que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por medio de Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios.

14

Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 5, 1-4

Queridos hermanos:

A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto:

Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño.

Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Palabra de Dios.

SALMOS RESPONSORIALES

1

Salmo responsorial: 22, 1-3. 4. 5. 6 (R.: 1)

R. El Señor es mi pastor,
nada me falta.

El Señor es mi pastor,
nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.

2

Salmo responsorial: Salmo 83, 3-4. 5 y 11 (R.: 5a)

R. Dichosos los que viven en tu casa, Señor.

Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R.

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados. R.

3

Salmo responsorial: Salmo 88, 21-22. 25 y 27 (R.: cf. 2a)

R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso. R.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora». R.

4

Salmo responsorial: Salmo 95, 1-2a. 2b-3. 10 (R.: Mt 28, 19)

R. Id al mundo, aleluya,
y haced discípulos de todos los pueblos, aleluya.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.

Decid a los pueblos:
«El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente». R.

5

Salmo responsorial: Salmo 99, 2. 3. 4. 5 (R.: Jn 15, 14)

R. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando
—dice el Señor.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades». R.

6

Salmo responsorial: Salmo 109, 1. 2. 3. 4 (R.: 4bc)

R. Cristo, el Señor, sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec, ofreció pan y vino.

O bien:

R. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies». R.

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora». R.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec». R.

7

Salmo responsorial: Salmo 115, 12. 13. 17-18 (R.: cf. 1 Co 10, 16)

R. El cáliz de la bendición
es comunión con la sangre de Cristo.

O bien:

R. Aleluya.

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R.

8

Salmo responsorial: Salmo 116, 1. 2 (R.: Mc 16, 15)

R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

O bien:

R. Aleluya.

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R.

ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO

1

Aleluya Mt 28, 19. 20

Id y haced discípulos de todos los pueblos
—dice el Señor—;
yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo.

2

Aleluya Lc 4, 1 8

El Señor me ha enviado
para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad.

3

Aleluya Jn 10, 14

Yo soy el buen Pastor
—dice el Señor—,
conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.

4

Aleluya Jn 15, 15b

A vosotros os llamo amigos
—dice el Señor—,
porque todo lo que he oído a mi Padre
os lo he dado a conocer.

EVANGELIOS

1

Vosotros sois la luz del mundo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?

No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.

Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.

Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo».

Palabra del Señor.

2

Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 35-38

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias.

Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.

Entonces dijo a sus discípulos:

—«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».

Palabra del Señor.

3

Jesús eligió a los doce apóstoles y los envió

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 1-5a

En aquel tiempo, Jesús, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.

Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó.

A estos doce los envió Jesús.

Palabra del Señor.

4

El que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 25b-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.

Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos».

Palabra del Señor.

5

La mies es abundante y los obreros pocos

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 1-9

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir él. Y les decía:

—«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.

Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.

No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios”».

Palabra del Señor.

6

Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 35-44

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.

Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Pedro le preguntó:

—«Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?».

El Señor le respondió:

—«¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas?

Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes».

Palabra del Señor.

7

Haced esto en memoria mía. Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve

Lectura del santo evangelio según san Lucas 22, 14-20. 24-30

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:

—«He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios».

Y, tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo:

—«Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios».

Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:

—«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía».

Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo:

—«Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros».

Los discípulos se pusieron a disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero.

Jesús les dijo:

—«Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve.

Porque, ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.

Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo os transmito el reino como me lo transmitió mi Padre a mí: comeréis y beberéis a mi mesa en mi reino, y os sentaréis en tronos para regir a las doce tribus de Israel».
Palabra del Señor

8

El buen pastor da la vida por las ovejas

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 11-16

En aquel tiempo, dijo Jesús:

—«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor».

Palabra del Señor.

9

El que quiera servirme, que me siga

Lectura del santo evangelio según san Juan 12, 24-26

En aquel tiempo, Jesús contestó a Andrés y Felipe:

—«Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará».

Palabra del Señor.

10

No sois vosotros los que me habéis elegido,
soy yo quien os he elegido

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.

De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.

Esto os mando: que os améis unos a otros».

Palabra del Señor.

11

Por ellos me consagro yo,
para que también se consagren ellos en la verdad

Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 6. 14-19

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:

«Padre santo, he manifestado tu nombre
a los hombres que me diste de en medio del mundo.

Tuyos eran, y tú me los diste,
y ellos han guardado tu palabra.

Yo les he dado tu palabra,
y el mundo los ha odiado porque no son del mundo,
como tampoco yo soy del mundo.

No ruego que los retires del mundo,
sino que los guardes del mal.

No son del mundo,
como tampoco yo soy del mundo.

Conságralos en la verdad;
tu palabra es verdad.

Como tú me enviaste al mundo,
así los envío yo también al mundo.

Y por ellos me consagro yo,
para que también se consagren ellos en la verdad».

Palabra del Señor.

12

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Recibid el Espíritu Santo

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

—«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

—«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

—«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Palabra del Señor.

13

Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas

Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 15-17

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro:

—«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?».

Él le contestó:

—«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

Jesús le dice:

—«Apacienta mis corderos».

Por segunda vez le pregunta:

—«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».

Él le contesta:

—«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

Él le dice:

—«Pastorea mis ovejas».

Por tercera vez le pregunta:

—«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».

Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó:

—«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».

Jesús le dice:

—«Apacienta mis ovejas».

Palabra del Señor.


LECCIONARIO VIII – PARA LAS MISAS RITUALES

Lecturas del Leccionario VIII, EN LA CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA

Lecturas del Leccionario VIII, EN LA ADMINISTRACIÓN DE LAS SAGRADAS ÓRDENES

Lecturas del Leccionario VIII, PARA LA ADMISIÓN DE CANDIDATOS AL DIACONADO Y AL PRESBITERAD0

Lecturas del Leccionario VIII, EN LA COLACIÓN DE MINISTERIOS

Lecturas del Leccionario VIII, EN LA ADMINISTRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS A LOS ENFERMOS Y MORIBUNDOS

Lecturas del Leccionario VIII, POR LOS ESPOSOS

Lecturas del Leccionario VIII, EN LA BENDICIÓN DE UN ABAD O DE UNA ABADESA

Lecturas del Leccionario VIII, EN LA CONSAGRACIÓN DE VÍRGENES Y EN LA PROFESIÓN RELIGIOSA

Lecturas del Leccionario VIII, EN LA DEDICACIÓN O BENDICIÓN DE UNA IGLESIA O DE UN ALTAR

Lecturas del Leccionario VIII, MISAS DE DIFUNTOS


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