Misas para la Admisión de Candidatos al Diaconado y al Presbiterado

LECCIONARIO VIII. PARA LAS MISAS RITUALES. MISAS PARA LA ADMISIÓN DE CANDIDATOS AL DIACONADO Y AL PRESBITERADO

Lecturas Misas para la Admisión de Candidatos al Diaconado y al Presbiterado.

Misas para la Admisión de Candidatos al Diaconado y al Presbiterado

El «Leccionario VIII. Para las Misas Rituales. Para la Admisión de Candidatos al Diaconado y al Presbiterado» es una colección litúrgica que ofrece una selección de lecturas bíblicas y oraciones específicas para las ceremonias de admisión de candidatos a estos ministerios sagrados. Estas ceremonias son momentos significativos en la vida de la Iglesia, ya que marcan el reconocimiento oficial de aquellos que han discernido una vocación al servicio del altar y están preparados para iniciar su formación formal hacia el diaconado o el presbiterado. La admisión de candidatos es un paso importante que subraya el compromiso de los aspirantes y la responsabilidad de la comunidad eclesial de apoyarlos en su camino vocacional.

Las lecturas seleccionadas para estas ceremonias están diseñadas para resaltar la vocación al servicio, la fidelidad a la misión de Cristo y la importancia de la formación espiritual y pastoral. La primera lectura, tomada del libro de Jeremías (Jer 1, 4-9), narra la llamada de Dios al profeta Jeremías, asegurándole que ha sido elegido desde el vientre materno y que no debe temer, pues Dios estará con él para protegerlo. Este pasaje subraya la elección divina y la protección que Dios ofrece a aquellos que son llamados a su servicio, ofreciendo consuelo y fortaleza a los candidatos.

En conjunto, estas lecturas invitan a los fieles a reflexionar sobre la importancia de la vocación al diaconado y al presbiterado y la responsabilidad que conlleva. La admisión de candidatos no solo reconoce el compromiso de los aspirantes, sino que también subraya la necesidad de una formación integral que incluya el crecimiento espiritual, pastoral y humano. Estas ceremonias son una oportunidad para que la comunidad eclesial renueve su apoyo y oración por aquellos que han respondido al llamado de Dios al servicio ministerial. El «Leccionario VIII. Para las Misas Rituales. Para la Admisión de Candidatos al Diaconado y al Presbiterado» es una herramienta valiosa para la comunidad cristiana, proporcionando recursos espirituales que ayudan a los fieles a comprender y celebrar la significación profunda de estos actos litúrgicos. A través de estas lecturas y oraciones, los creyentes son llamados a apoyar y orar por los candidatos, reconociendo la importancia de su papel en la vida de la Iglesia y en la misión evangelizadora.


III. PARA LA ADMISIÓN DE CANDIDATOS AL DIACONADO Y AL PRESBITERADO

LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

1

Elegid algunos hombres hábiles, y yo los nombraré jefes vuestros

Lectura del libro del Deuteronomio 1, 9-14

En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo:

—«Yo os dije: “Yo solo no doy abasto con vosotros, porque el Señor, vuestro Dios, os ha multiplicado, y hoy sois más numerosos que las estrellas del cielo. Que el Señor, vuestro Dios, os haga crecer mil veces más, bendiciéndoos como os ha prometido; pero ¿cómo voy a soportar yo solo vuestra carga, vuestros asuntos y pleitos?

Elegid de cada tribu algunos hombres hábiles, prudentes y expertos, y yo los nombraré jefes vuestros.”

Me contestasteis que os parecía bien la propuesta».

Palabra de Dios.

2

Madruga por el Señor, su creador

Lectura del libro de Sirácida 39, 1b. 5-8

El sabio indaga la sabiduría de sus predecesores
y estudia las profecías.

Madruga por el Señor, su creador,
y reza delante del Altísimo,

abre la boca para suplicar,
pidiendo perdón de sus pecados.

Si el Señor lo quiere,
él se llenará de espíritu de inteligencia;

Dios le hará derramar sabias palabras,
y él confesará al Señor en su oración;

Dios guiará sus consejos prudentes,
y él meditará sus misterios;

Dios le comunicará su doctrina y enseñanza,
y él se gloriará de la ley del Altísimo

Palabra de Dios.

3

¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?

Lectura del libro de Isaías 6, 1-2a. 3-8

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.

Y vi serafines en pie junto a él. Y se gritaban uno a otro, diciendo:

—«¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!».

Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.

Yo dije:

—«¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos».

Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:

—«Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado».

Entonces, escuché la voz del Señor, que decía:

—«¿A quién mandare? ¿Quién irá por mí?».

Contesté:

—«Aquí estoy, mándame».

Palabra de Dios.

4

A donde yo te envíe, irás

Lectura del libro de Jeremías 1, 4-9

Recibí esta palabra del Señor:

—«Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles».

Yo repuse:

—«¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho».

El Señor me contestó:

—«No digas: “Soy un muchacho”, que a donde yo te envíe, irás, y lo que yo te mande, lo dirás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte».

Oráculo del Señor.

El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me dijo:

—«Mira: yo pongo mis palabras en tu boca».

Palabra de Dios.

LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO

1

En cada Iglesia designaban presbíteros

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 14, 21b-27

En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios.

En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Predicaron en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían enviado, con la gracia de Dios, a la misión que acababan de cumplir.

Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.

Palabra de Dios.

2

¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9, 16-19. 22-23

Hermanos:

El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!

Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.

Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos.

Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

Palabra de Dios.

3

En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 4-11

Hermanos:

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.

En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu.

Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A éste le han concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas.

El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece.

Palabra de Dios.

4

Permanece en lo que has aprendido

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 3, 10-12. 14-15

Querido hermano:

Tú seguiste paso a paso mi doctrina y mi conducta, mis planes, fe y paciencia, mi amor fraterno y mi aguante en las persecuciones y sufrimientos, como aquéllos que me ocurrieron en Antioquía, Iconio y Listra. ¡Qué persecuciones padecí! Pero de todas me libró el Señor. Por otra parte, todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo Jesús será perseguido.

Pero tú permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado, sabiendo de quién lo aprendiste y que desde niño conoces la sagrada Escritura; ella puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación.

Palabra de Dios

SALMOS RESPONSORIALES


1

Salmo responsorial: Salmo 15, 1-2a y 5. 7-8. 11 (R.: cf. 5a)

R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.

2

Salmo responsorial: Salmo 23, 1-2. 3-4ab. 5-6 (R.: cf. 6)

R. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

3

Salmo responsorial: Salmo 97, 1. 2-3ab. 3c-4. 5-6 (R.: 2b)

R. El Señor revela a las naciones su justicia.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad: R.

tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.

ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO

1

Aleluya Mc 1, 17

Venid conmigo
—dice el Señor—
y os haré pescadores de hombres.

2

Aleluya Lc 4, 18

El Señor me ha enviado
para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad.

3

Aleluya Jn 12, 26

El que quiera servirme, que me siga
—dice el Señor—,
y donde esté yo, allí también estará mi servidor.

EVANGELIOS

1

Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies

 Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 35-38

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias.

Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.

Entonces dijo a sus discípulos:

—«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».

Palabra del Señor.

2

Os haré pescadores de hombres

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 14-20

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:

—«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio».

Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.

Jesús les dijo:

—«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres».

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

Palabra del Señor.

3

Por tu palabra, echaré las redes

Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.

Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

—«Rema mar adentro, y echad las redes para pescar».

Simón contesto:

—«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».

Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:

—«Apártate de mí, Señor, que soy un pecador».

Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Jesús dijo a Simón:

—«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».

Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor.

4

Éste es el Cordero de Dios. Hemos encontrado al Mesías

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 35-42

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:

—«Éste es el Cordero de Dios».

Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:

—«¿Qué buscáis?».

Ellos le contestaron:

—«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?».

Él les dijo:

—«Venid y lo veréis».

Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde.

Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:

—«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».

Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:

—«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)».

Palabra del Señor.

5

Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 45-51

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice:

—«Aquél de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret».

Natanael le replicó:

—«¿De Nazaret puede salir algo bueno?».

Felipe le contestó:

—«Ven y verás».

Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:

—«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».

Natanael le contesta:

—«¿De qué me conoces?».

Jesús le responde:

—«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».

Natanael respondió:

—«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».

Jesús le contestó:

—«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».

Y le añadió:

—«Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.


LECCIONARIO VIII – PARA LAS MISAS RITUALES

Lecturas del Leccionario VIII, EN LA CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA

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