La Regla de San Macario Abad
San Macario Abad es una figura venerada en la tradición cristiana, especialmente en la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Católica. Nacido en el siglo IV en Egipto, San Macario Abad es conocido por su vida de ascetismo y su contribución a la vida monástica en el desierto de Escete, en Egipto.
Características
Las reglas monásticas son un conjunto de normas y directrices que rigen la vida de los monjes y monasterios en la tradición cristiana. Estas reglas varían según la orden y la época, pero en general, se enfocan en aspectos como la oración, la vida en comunidad, la obediencia, la humildad, el trabajo y el estudio. San Macario Abad fue un influyente monje y ermitaño del siglo IV, cuya vida y enseñanzas podrían haber influido en la formación de reglas monásticas.
Momento histórico
El monacato cristiano tiene sus orígenes en los primeros siglos del cristianismo, con figuras como San Antonio Abad y San Pacomio en Egipto. San Macario Abad vivió en el siglo IV y fue discípulo de San Antonio Abad. Se retiró al desierto de Escete, donde se convirtió en el líder espiritual de la colonia monástica fundada por Ammón[.
Utilidad
Las reglas monásticas tienen como objetivo proporcionar una estructura y guía para la vida espiritual y comunitaria de los monjes. Estas reglas ayudan a mantener la disciplina, la organización y la cohesión dentro de los monasterios, así como a promover el crecimiento espiritual y la dedicación a la vida religiosa. Además, las reglas monásticas han influido en la cultura, la educación y la preservación del conocimiento a lo largo de la historia, ya que los monasterios a menudo han sido centros de aprendizaje y copia de manuscritos.
Curiosidades
- Aunque no se ha encontrado una Regla Monacal específica de San Macario Abad, existió un San Macario de Egipto, un influyente monje y ermitaño del siglo IV, cuya vida y enseñanzas podrían haber influido en la formación de reglas monásticas.
- San Macario Abad fue discípulo de San Antonio Abad y vivió en el desierto de Escete, donde se convirtió en el líder espiritual de la colonia monástica fundada por Ammón.
- Durante la crisis arriana, San Macario Abad sufrió un breve destierro y falleció en el año 390.
En resumen, aunque no se ha encontrado una Regla Monacal específica atribuida a San Macario Abad, la vida monástica y las reglas que la rigen han sido fundamentales en la historia del cristianismo y la cultura en general. Estas reglas han proporcionado una base sólida para la vida espiritual y comunitaria de los monjes y han influido en la educación y la preservación del conocimiento a lo largo de los siglos.
La Regla de San Macario Abad
Capítulo 1
1. Los soldados de Cristo deben acomodar sus pasos del siguiente modo:
2. observando perfectísimamente la caridad entre sí,
3. y amar a Dios con toda el alma, con toda la mente, Con todo el corazón y con todas sus fuerzas.
Capítulo 2
1. Practicando continuamente entre sí una perfectísima obediencia,
2. pacíficos, mansos, moderados,
3. no (siendo) soberbios, ni injuriosos, ni murmuradores, ni burlones, ni demasiado locuaces, ni presuntuosos,
4. no buscando su propio deleite sino el de Cristo, para quien militan;
5. sin complacerse en hablar mal ni en contradecir a alguien;
6. no (siendo) perezosos en su servicio, prontos para la oración,
7. perfectos en la humildad, dispuestos a la obediencia, asiduos a las vigilias, gozosos en los ayunos.
Capítulo 3
1. Nadie se juzgue a sí mismo más justo que otro,
2. sino que cada uno se tenga en poco y se considere inferior a todos,
3. porque el que se exalta será humillado y el que se humilla será exaltado.
Capítulo 4
1. Recibe la orden de un anciano como la salvación.
2. No hagas ningún trabajo murmurando.
3. No opongas a una orden una respuesta negativa.
Capítulo 5
1. No te enorgullezcas o te exaltes cuando hagas una obra útil.
2. No te alegres si has logrado alguna ganancia,
3. ni te aflijas si has sufrido una pérdida.
Capítulo 6
1. No te dejes arrastrar por ninguna familiaridad hacia el siglo,
2. sino que todo tu amor permanezca en el monasterio.
3. Considera el monasterio como un paraíso,
4. confía en que tus hermanos espirituales serán tus parientes eternos.
Capítulo 7
1. Teme al prepósito del monasterio como a Dios mismo, ámalo como a un padre.
2. Igualmente es necesario también amar a todos los hermanos,
3. con quienes también confías verte en la gloria de Cristo.
Capítulo 8
1. No odies el trabajo penoso,
2. no busques la ociosidad;
3. agotado por las vigilias, empapado de transpiración por los trabajos justos, durmiendo mientras caminas,
4. llega cansado al lecho, y cree que tú reposas con Cristo.
Capítulo 9
1. Y, por sobre todo, ama el curso litúrgico del monasterio.
2. Quien verdaderamente quiera orar con frecuencia,
3. encontrará una más abundante misericordia junto a Cristo.
Capítulo 10
1. Recitados los matutinos, los hermanos estudiarán hasta la segunda hora,
2. siempre que no haya una causa,
3. que obligue a suprimir también el estudio, para hacer algo en común.
Capítulo 11
1. Después de la segunda hora cada uno estará disponible para su trabajo hasta la novena hora,
2. y todo lo que le sea mandado lo hará sin murmuración, 3. como lo enseña el santo Apóstol.
Capítulo 12
1. Si alguno murmurara o fuera contestador,
2. o se mostrara de mala voluntad en algo respecto a lo mandado,
3. sea corregido como corresponde según el arbitrio del anciano y la gravedad de la falta;
4. se lo mantendrá aparte por todo el tiempo que la naturaleza de la falta lo exija
5. y hasta que, haciendo penitencia, se humille y se corrija como corresponde.
6. El hermano que ha sido corregido no se atreva a marchar a ninguna parte.
Capítulo 13
1. Si algunos de los hermanos que están en el oratorio o que habitan en las celdas
2. se solidariza con el error de él, será (considerado) culpable.
Capítulo 14
1. Dada la señal para la hora de la oración,
2. aquel que no abandona inmediatamente toda obra que esté por hacer
3. -porque nada se debe anteponer a la oración-, para estar disponible,
4. será dejado afuera, para que se avergüence.
Capítulo 15
1. Cada uno de los hermanos hará verdaderamente un esfuerzo,
2. para que en el tiempo en que se celebran los oficios -en las vigilias deben velar-,
3. cuando todos se reúnen,
4. aquel que esté abrumado por el sueño,
5. que salga afuera y no se ocupe en fábulas,
6. sino que inmediatamente vuelva a la obra para la cual se han reunido.
7. En la reunión misma donde se hace la lectura,
8. tengan siempre el oído (atento) a las Escrituras y observen todos el silencio.
Capítulo 16
1. Se tuvo que agregar también esto:
2. el hermano que por cualquier falta es acusado o reprendido,
3. tenga paciencia y no responda al que lo reprende,
4. sino humíllese en todo, según el precepto del Señor que dice:
5. Dios da la gracia a los humildes, pero resiste a los soberbios,
6. y quien se humilla, será exaltado.
Capítulo 17
1. A aquel que, corregido a menudo, no se enmienda,
2. se le ordenará colocarse en el último lugar en el orden (de la comunidad).
3. Si ni siquiera así se enmendara,
4. se lo tratará como a extranjero, tal como lo dice el Señor: Que sea para ti como un pagano y un publicano.
Capítulo 18
1. En la mesa, especialmente, nadie hablará,
2. excepto el que preside y aquel que fuera interrogado.
Capítulo 19
1. Ninguno se enorgullecerá de su pericia ni de su voz,
2. sino que se alegrará en el Señor por la humildad y la obediencia.
Capitulo 20
1. Cultiven la hospitalidad en todas las circunstancias, y no apartes los ojos para dejar al pobre sin nada,
2. no sea que el Señor venga a ti en el huésped o en el pobre,
3. te vea dudar y te condene.
4. Pero muéstrate alegre con todos y obra fielmente.
Capítulo 21
1. “Al padecer una injuria, calla”.
2. “No sepas hacer injuria, (pero) sé capaz de tolerar la que te hagan”.
3. Que no te seduzcan consejos vanos,
4. sino afírmate siempre más en Cristo.
5. No estimes (tener) parientes más próximos que tus hermanos,
6. que están contigo en el monasterio.
Capítulo 22
1. Si hay que ir a buscar las cosas necesarias para el monasterio, saldrán dos o tres hermanos,
2. y solamente aquellos a los que se les tiene confianza,
3. no los que se entregan a la charlatanería o la gula.
Capítulo 23
1. Por tanto, si alguien quisiera dejar el mundo y llevar vida religiosa en el monasterio,
2. se le leerá la regla al entrar y se le expondrán todos los usos del monasterio.
3. Si acepta todo buenamente, entonces sea recibido dignamente por los hermanos en el monasterio.
Capítulo 24
1. Si quisiera traer algún bien (material) al monasterio,
2. sea puesto en la mesa ante todos los hermanos, como lo prescribe la regla.
3. Si fuera aceptada la ofrenda, no sólo del bien que trajo,
4. sino tampoco ni de sí mismo podrá disponer desde aquel momento.
5. Pues si algo distribuyó anteriormente a los pobres o, viniendo al monasterio, trajo alguna cosa para los hermanos,
6. sin embargo, (ya) no le es lícito tener alguna cosa en su poder.
Capítulo 25
1. Si después de tres días quisiera irse por cualquier motivo de discordia,
2. no recibirá absolutamente nada sino el vestido con el cual vino;
3. y si muriese, ninguno de sus herederos debe ir (al juez).
4. Si quisiera impulsar (un juicio),
5. se le leerá la regla, y (así) se lo cubrirá de vergüenza y se irá confundido,
6. porque también le fue hecha la lectura a aquel que exigía los bienes.
Capítulo 26
1. Por tanto, por cualquier causa que faltare un hermano,
2. será excluido de la oración y sometido a rigurosos ayunos.
3. Si pidiese perdón postrado delante de todos los hermanos, se lo perdonará.
Capítulo 27
1. Pero si quisiera persistir en su pecado y soberbia y dice:
2. “No puedo seguir, pero tomaré mi manto y me iré donde me quiera Dios”,
3. el primero de los hermanos que le oiga decir esto,
4. se lo referirá al prepósito, y el prepósito al abad.
5. El abad se sentará delante de todos los hermanos,
6. mandará traerlo, (y después) de corregirlo con golpes, se hará oración (por él), y así se lo recibirá en la comunión.
7. Porque si no se enmendara con sana doctrina, se curará con golpes.
Capítulo 28
1. Si por casualidad algún hermano quisiera salir del monasterio por cualquier motivo de discordia,
2. nada absolutamente se le pondrá sino un vestido ridiculísimo,
3. y que se vaya el infiel fuera de la comunión.
4. Pues los mansos y los pacíficos se apoderan del reino de lo alto,
5. y son contados como hijos del Altísimo, y reciben preciosas coronas resplandecientes;
6. en cambio, los hijos de las tinieblas irán a las tinieblas exteriores.
7 ¿Sobre quién descansaré, dice el Señor, sino sobre el humilde, el paciente y el que teme mis palabras?
Capítulo 29
1. He aquí también algo que debe observarse:
2. los que infringen el ayuno en la cuarta (miércoles) y la sexta (viernes) feria se hacen pasivos de una pena grave.
Capítulo 30
1. Esto también hay que agregar:
2. que dentro del monasterio nadie haga artesanía,
3. sino aquel cuya fe fuera probada,
4. y que hará lo que pueda hacer para utilidad y para las necesidades del monasterio.
San Macario Abad nació en el año 300 d.C. en la ciudad de Alejandría, Egipto. Aunque inicialmente trabajó como tendero, decidió abandonar su vida mundana después de escuchar el Evangelio de Mateo que decía: «Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dale a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y ven, sígueme». Siguiendo este llamado, Macario se deshizo de todas sus posesiones y se retiró al desierto de Escete, donde vivió como ermitaño.
San Macario Abad es conocido por su vida de extrema austeridad y penitencia. Se dice que pasaba la mayor parte de su tiempo en oración y ayuno, y que dormía muy poco. A pesar de las duras condiciones de vida en el desierto, Macario se mantuvo firme en su compromiso con Dios y su fe.
Además de su vida ascética, San Macario Abad también es conocido por su sabiduría y su don de curación. Se dice que realizó varios milagros y curaciones, y que a menudo daba consejos espirituales a aquellos que venían a él en busca de guía. Sus enseñanzas y escritos han tenido un impacto significativo en la tradición monástica cristiana.
San Macario Abad murió en el año 391 d.C., pero su legado perdura hasta el día de hoy. Es considerado uno de los Padres del Desierto, un grupo de monjes y ermitaños que vivieron en el desierto de Egipto en los primeros siglos del cristianismo. Sus enseñanzas y ejemplo de vida han influido en generaciones de monjes y laicos, y continúan inspirando a aquellos que buscan una vida de renuncia y dedicación a Dios.
La festividad de San Macario Abad se celebra el 15 de enero en la Iglesia Católica y el 19 de enero en la Iglesia Ortodoxa. En estas fechas, los fieles recuerdan su vida y sus enseñanzas, y buscan su intercesión en sus propias vidas.
San Macario Abad es una figura venerada en la tradición cristiana por su vida de ascetismo y su contribución a la vida monástica. A través de su ejemplo de vida, nos enseña la importancia de la renuncia a las cosas mundanas y la dedicación a Dios. Su legado perdura hasta el día de hoy, inspirando a generaciones de creyentes en su camino espiritual.