Mis Conversaciones con las Almas del Purgatorio

Mis Conversaciones con las Almas del Purgatorio

Mis Conversaciones con las Almas del Purgatorio es un libro escrito por la aristócrata y mística alemana Eugenia von der Leyen. La obra está redactada en forma de diario y documenta las experiencias místicas que Eugenia afirmó haber tenido entre los años 1921 y 1929, durante las cuales comunicó con las almas del Purgatorio.

Eugenia von der Leyen, nacida en Múnich el 15 de mayo de 1867 y fallecida el 9 de enero de 1929, pertenecía a la noble familia Von der Leyen. A lo largo de su vida, Eugenia experimentó una serie de visiones y comunicaciones espirituales que plasmó en su diario. Este documento no solo refleja sus interacciones con las almas purgantes, sino que también ofrece una visión de su profunda fe y su compromiso con la vida espiritual.

El libro ha sido objeto de interés tanto para creyentes como para estudiosos de las experiencias místicas y sobrenaturales. En él, Eugenia describe detalladamente las apariciones y los mensajes que recibió de las almas, quienes supuestamente buscaban su intercesión y oraciones para aliviar sus sufrimientos y acelerar su proceso de purificación.

La obra de Eugenia von der Leyen ha sido valorada no solo por su contenido espiritual sino también por el impacto que ha tenido en la comprensión de la doctrina católica del Purgatorio. Además, ha servido de inspiración para aquellos interesados en las prácticas devocionales relacionadas con las almas del Purgatorio.

Mis Conversaciones con las Almas del Purgatorio ofrece una perspectiva única sobre las creencias y experiencias místicas de Eugenia von der Leyen, marcando un importante aporte a la literatura religiosa y mística.


Mis Conversaciones con las Almas del Purgatorio, de Eugenia von der Leyen

El Señor Jesús, en el octavo día de la novena de la Miserivordia, dice a Santa Faustina:

Tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio y sumérgelas en el abismo de mi misericordia. Que los torrentes de mi sangre refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a mi justicia. Está en tu poder llevarles el alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de mi Iglesia y ofrécelas en su nombre. Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con mi justicia

La obra original en alemán lleva por título: Meine Gespräche mit Armen Seelen

Ah, las pobres almas tienen tanto que sufrir a causa de vuestra negligencia, de vuestra piedad demasiado cómoda, por vuestra falta de celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas. Cómo se puede acudir en su ayuda, si no es con un amor activo que ofrezca por ellas esos actos de virtud que tanto descuidaron cuando estaban vivos.

Beata Ana Catalina Emmerick

Diario de la Princesa Eugenia von der Leyen

MIS CONVERSACIONES CON LAS ALMAS DEL PURGATORIO

PARTE 1

La monja

9 de Agosto (1921). A las 5:00 de la tarde vi en el jardín, entre dos árboles, a una monja. Parecía esperarme. Pensé que se trataba de una vieja amiga y me apresuré a encontrarme con ella. De repente, desapareció sin dejar rastro. Fui a ver si había sido un engaño de la sombra; pero el lugar, el espacio entre los árboles era el mismo, como siempre.

13 de Agosto. La vi venir hacia mí por la carretera que conduce a la Iglesia. 19 de Agosto.

Mallersdorfer*.

La vi caminando justo a mi lado en el jardín.

Llevaba el hábito de

*Las hermanas de Mallersdorfer (Franciscanas pobres de la Sagrada Familia) son una orden femenina extendida en toda Baviera. La Casa Madre se encuentra en Bassa Baviera en Marktgemeinde, Mallersdorfer (ciudad comercial en Mallersdorfer).

25 de Agosto. En las escaleras del Oratorio.

30 de Agosto. Me esperaba en la puerta de la casa.

11 de Septiembre. En el jardín.

14 de Septiembre. En el Oratorio. Antes de la Santa Misa vi algo reflejarse en la ventana frente a mí; pensé que la ventana que estaba detrás mío no se había detenido y por eso el movimiento delante de mí, y así me di la vuelta! Estaba justo detrás de mí, vi muy bien su rostro; ojos grandes y negros con una expresión triste, como una persona viva, no pálida, mas totalmente desconocida para mí. Me pareció que aquella figura no tenía brazos. Tuve una horrible sensación porque estaba tan cerca.

17 de Septiembre. Se deslizó hacia mí en el jardín.

19 de Septiembre. Me encontraba jugando a la pelota con el niño y pasó por en medio. Debí haber puesto una cara de susto, porque el pequeño me preguntó qué había visto.

22 de Septiembre. La encontré sentada en la escalera del Oratorio.

2 de Octubre. Estaba recogiendo flores, cuando de repente se puso de pie delante de mi; se veía mas grande. No me atreví a hablar con ella, cuando tuve el valor para hacerlo ya había desaparecido nuevamente.

7 de Octubre. Por desgracia, ahora también en mi habitación. Me desperté con una extraña sensación y encendí la luz: ella estaba junto a mi cama. Tuve un miedo tal que no pude hablarle; me defendí contra ella con agua bendita y, luego de pasar sobre mí, desapareció en la pared. Fue algo tremendo.

11 de Octubre. Cuando iba a dormir a las 10, no pensaba absolutamente en ella, pues estaba algo entretenida (era tiempo de caza), encendí la luz de mi habitación. Ella estaba allí. Pasé delante de ella para ir por el agua bendita, la rocié y le pregunté: «¿Qué quieres de mí?». Me miró fijamente a los ojos y dijo sin mover la boca: «No envié veinte marcos para las misiones*»

Nota. Al leer esto, muchas personas se sorprenden y se conmueven que por veinte marcos debiese sufrir tanto. Se equivocan. ¿Qué pecados ha cometido la monja en su estado que no se dice?. En cualquier caso, esos veinte marcos son sólo una pequeña muestra de su manera habitual de vivir que volvió su alma así de miserable. No podría decir si le hice señas con la cabeza de que yo lo haría o si se lo prometí de palabra, de todos modos se alegró porque al instante se me acercó, creo que quería decirme algo más. Sentí tanto miedo que de inmediato la rocié con agua bendita y se desapareció por la ventana. A pesar del tremendo susto que tuve pude descansar. Los veinte marcos fueron entregados a las misiones y se celebró la S. Misa por las pobres almas.

Tuve paz hasta el 3 de Noviembre, día en que tuve una gran alegría. Cuando a las once de la noche me dirigía a la habitación para descansar, vi que estaba iluminada. Pensé que alguien había dejado la luz encendida. Y ahí estaba la monja en el mismo lugar de la última vez; ¡Qué cambiada estaba!, Salía de ella un resplandor, su vestido negro parecía como hecho de luz. Pero lo más hermoso era la expresión de su rostro. Ciertamente sus ojos ya habían visto al buen Dios. Me miró sonriendo, se veía tan feliz!. Sus manos, que vi por primera vez, estaban cruzadas sobre su pecho. Su rostro era sólo comparable a una piedra preciosa, no puedo encontrar otra expresión. Mi asombro y mi alegría fueron tan enormes que quedé como petrificada y sólo se me ocurrió preguntarle: «¿Cómo te llamas?». Solamente hizo la señal de la cruz y desapareció. Quedé en completa oscuridad. La luz no estaba encendida, luego entonces no pudo haber sido una alucinación, pues nada es capaz de producir lo que yo vi y sentí. La aparición me pareció de mayor tamaño que lo habitual, y por primera vez no estaba de pie en el suelo. Esta fue la última aparición de la monja, pero quizás me sirvió de preparación para otras.

La Condesa María Schoenborn *

*Como hemos dicho en el Preámbulo, la Princesa dejó escrito todos los nombres de las apariciones.

4 de Febrero (1922). A las 9 de la mañana me encontré una señora con un vestido oscuro, cuello de encaje y un sombrero bastante grande, delgada, desconocida, de la época de los 50.

17 de Febrero. De nuevo en la escalera.

Hasta el 20 de mayo estuve ausente; el día de mi regreso la vi entrar en la biblioteca, en el segundo piso; al regresar de la comunión sentí el valor de seguirla.

Cuando abrí la puerta la vi allí de pie frente a mí, como si estuviera esperándome. Le pregunté: «¿Quién eres?», ella respondió: «María Schoenborn». Una tía abuela mía que yo no conocí. Yo: «¿Qué quieres de mí?, ¿Por qué no tienes paz?». Ella: «Aquí he pecado». Luego desapareció. Hemos rezado mucho por ella. No la he vuelto a ver.

Como ya dije, en marzo y abril no estuve aquí.

En O…, me quedé en la habitación de una pariente mía que murió allí, sin embargo nunca la vi. Una vez que salí a caminar la vi venir hacia mí sobre el prado. Llevaba un rastrillo sobre sus hombros, se veía muy acalorada y me sonrió. No podía creer lo que veía, estaba como siempre; habría gritado de alegría si no hubiese sido porque no estaba sola.

Lástima que desapareció tan rápido. Permanecí en silencio. Cuando volví a casa y les conté dónde había estado, me dijeron: «Oh, Ortencia siempre ayudaba a una pobre mujer a recoger el heno». Me pareció que no necesitaba de mi oración, más bien vi esta aparición como una señal. Tenía mucha confianza con ella y le había escrito la historia de la monja, dejándole libertad para creer o no. Ella respondió que no podía creerlo sin antes discutirlo conmigo. Pero no pudimos hablar más porque murió.

«Los once» y el Párroco Schmuttermeier

El 4 de julio de 1922 vi por primera vez las once sombras que a menudo veo. Son columnas de niebla de distintos tamaños. Las veo siempre en el porche y en la colina que cae detrás de la fábrica de cerveza; a veces pasan muy cerca de mí. No se pueden distinguir porque están como envueltos en una niebla, parecen espárragos gigantes.

Los veo tan seguido que no escribo fechas, no me importa nada de ellos. La fiesta de Navidad después de la Misa de la mañana me llegaron muy cerca, entonces les dije: «Si son almas, recen al niño Jesús», pero al instante se juntaron y desaparecieron. Fue algo muy extraño, pues nunca habían reaccionado a nada de lo que yo les decía.

El 27 de Diciembre vino a mí el Padre Schmuttermeier en el jardín. Fue por un instante apenas, pero estoy segura de que no me engañé*.

*Después de haber sido impresa la primera edición de esta obra, la señora María Feistle, de Waal, nos escribió: El Padre Schmuttermeier fue Vicario de Waal desde 1926 hasta 1935; por eso aquella alma no pudo haber sido el Director Espiritual de la Princesa. Es posible que se hubiese tratado del Vicario Mathias Sollweck, fallecido en 1899.

El 9 de Enero de 1923 lo encontré esperándome en el Oratorio, nada agradable a la vista. Le dije: «Señor Párroco, ¿Puedo ayudarle?». Me pidió una S. Misa, que fue celebrada pronto. Por la tarde lo volví a ver.

El 25 de Enero lo vi por cuarta y última vez. Por la noche, cuando todavía yo estaba en la Iglesia, vi colgar del confesionario una manga blanca. Me sorprendí porque la Iglesia estaba vacía. Un poco curiosa me arrodillé en un banco y pensé si debía aprovechar para confesarme. Pasados cinco minutos escuché que se abrió la puerta del confesionario y… salió el padre Schmuttermeier, me sonrió amablemente y caminó lentamente por el centro de la Iglesia. Se arrodilló frente al altar. Al poco tiempo llegó el Sacristán a tocar para el Ángelus. Tuve la impresión de que casi tropieza con el Padre. Encendió la luz y pude ver todo mejor. Fue algo bien extraño, el Sacristán pasó como a través del Padre, como si fuese una sombra; pude distinguirlos bien. Luego se fue y no lo volví a ver más. Bárbara y Tomás

He visto 17 veces a nuestro antiguo criado en el Hospital. No hablé con él.

Desde el 31 de Enero 1923 me quedé algunos días en una habitación del tercer piso. Una vez durante el día, mientras me miraba en el espejo, vi salir de él la cabeza de una mujer. Me di la vuelta, detrás de mí estaba una mujer vestida de rosado, desapareció al instante. Su vestido era como del siglo XVI, algo que me llamó la atención fue que su peinado no concordaba para nada con su traje.

En la noche me fui a dormir con un presentimiento no muy agradable, porque en la habitación de al lado, que estaba deshabitada, escuché hablar la misma voz, que si se ha oído una sola vez, no se olvidará jamás. Dormí muy bien hasta las tres, hora en la que me desperté con una sensación de miedo. De inmediato supe que no estaba sola. Encendí la luz y allí estaba ella, también había un hombre a su lado vestido de jinete, estaban en la puerta. Los rocié con agua bendita y le pregunté: «¿Quién eres?». Ella: «Bárbara». Yo: «¿Qué quieres?». Ninguna respuesta; ella puso su dedo en la boca y me hizo señas de que saliera con ella. Todo era tan natural que sentí vergüenza salir de la cama delante del hombre. Salieron por la puerta y noté una herida en la nuca de ella. Por eso el pelo desordenado. No me atreví a ir con ellos; sólo cuando salieron me levanté y fui a ver a dónde iban, entraron en la alcoba. Yo no pude entrar porque estaba con llave.

El 5 de Febrero, que tenía trabajo de sobra, vi a Bárbara en el pasillo y entró de nuevo a la alcoba. Baje rápidamente por la llave y la seguí; la encontré, me esperaba apoyada en la pared. Le pregunté: «¿Eres tú Bárbara von L… V?» (Habíamos investigado en las crónicas y encontramos dos mujeres llamadas Bárbara). Ella: «Sí». Yo: «¿Quieres orar conmigo?», me hizo señal de que sí con la cabeza y una mirada no muy agradable; comencé a recitar: «Alma de Cristo…» y cuando dije: «Agua del costado de Cristo, lávame…», empezó a llorar y sollozar terriblemente, con su cara entre las manos. Despues volvió a mirarme con aquellos terribles ojos y se salió de la torre. Durante algún tiempo no subí más a aquel piso. Y ella tampoco aparece. Poco después una pintora se instaló en el cuarto de arriba. Subimos muchas veces para ver sus trabajos, pero Bárbara no aparece.

El 21 de febrero por la noche me desperté con la misma sensación. Bárbara y el hombre estaban allí de pie. Realmente me enojé porque abajo sí me sentía segura de ellos y les dije: «¿Por qué no se quedan arriba?». Ellos: «Porque ellos no nos pueden ver». Le pregunté al hombre: «¿Cómo te llamas?». Bárbara respondió por él: «Tomás». Yo: «¿Qué quieres de mí?». «Una S. Misa», dijo Bárbara. Recé con ellos y les dije: «No vengan más, yo les prometo que rezaré por ustedes». Se fueron y no los vi más.

Siempre me maravilla aquella fuerza que sale de las almas para despertarme del profundo sueño. El despertarse es algo totalmente único; uno no duda lo que allí le espera. Es un ver en la oscuridad e, incluso, una vez con Bárbara cerré los ojos para probar, pero entonces no vi nada! La vieja cocinera Crescenza y la mujer que mató a su bebé!

Por la misma época de Bárbara también hubo otra aparición. Mientras el 1 de Febrero de 1923 me encontraba en la despensa con el cocinero, he aquí que súbitamente se aparecieron dos mujeres de pie entre nosotros. De inmediato reconocí a nuestra cocinera que estuvo con nosotros durante 42 años y había muerto en 1888. A su lado había una desconocida que tenía un rostro para nada simpático. Crescenza tenía un semblante muy bello, exactamente como cuando estaba viva, muy simpática. Dos días más tarde las encontré abajo, en el pasillo; no pude hablarles porque alguien estaba conmigo.

24 de Febrero. Me desperté a las 4 de la mañana, encendí la luz y allí estaba con la desconocida al lado de mi cama. Le pregunté: «¿Querida Crescenza de dónde vienes?». Ella: «Del espacio intermedio*». Yo: «¿Cómo me encontraste?». Hizo un movimiento en el aire con la mano. Le dije: «No te acerques a mí. Te prometo que estaré orando por ti. ¡Alabado sea Jesucristo!». Se fue junto con la desconocida.

*Más adelante las Almas le aclaran sobre aquel espacio intermedio.

El 28 de Febrero a las 4:30 vino la desconocida (horrible), permaneció por más de diez minutos, le di agua bendita, recé, ni se movió, sólo me miró enojada. Sentí mucho miedo, no sé por qué no contesta nada. Finalmente se fue. Estaba mal vestida; tenía un pañuelo en la cabeza y un delantal como para trabajar, no me es agradable. Me recuerda a la mujer que vi en A…, que describiré más adelante.

Siento miedo de ella porque tiene cara como de viciosa; no lo puedo expresar de otra manera**.

**El lector encontrará a lo largo de todo el diario el significado de aquellas palabras espirituales: «El pecado es horrible, la virtud es hermosa». La vista de la fealdad del hombre en pecado la encontraremos en todas las apariciones. Debemos pensar que forma de vida nos presenta la actualidad. Una vida que con las imágenes y música moderna nos refuerzan y sostienen más en el pecado y la abominación.

3 de Marzo. Son las dos de la madrugada. Me desperté nuevamente con aquella sensación de saber que algo me esperaba, es algo tan vil, tan fuerte; fui capaz de encender la luz sólo gracias al buen Dios que me infunde valor. De un momento a otro se apareció aquel repugnante rostro casi inclinado sobre mí, pero enseguida se alejó. Yo: «En nombre de Jesús, te ordeno que me respondas: «¿Por qué rondas por aquí?». Ella: «¡Asesiné a mi bebé!». Yo: «¿Cómo te llamas?». Ella: «Margarita». Yo: «Mandaré celebrar una S. Misa por ti y no te olvidaré. No tienes necesidad de volver». Recé con ella y desapareció. Fue algo bien duro de soportar, pero sea como Dios quiera. Si vienesen de día sería más fácil.

El carpintero Miguel

En el verano, en A…, vi tres veces a una mujer caminado de un lado para otro en el pasillo de la casa, con una expresión inolvidablemente triste. Cuando la interrogué respondió: «¡Nadie reza por mí!». A las demás preguntas se mantuvo en silencio. Hasta entonces ningún alma me había dicho que yo debía rezar con ellas. Por eso la aparición siempre duraba poco. Rezar es un alivio también para mí; después de orar siento menos miedo.

11 de Marzo (1923). Acababa de acostarme (eran las once de la noche) cuando de repente sentí que algo entró. Pensé que era mi hermana y por eso no encendí la luz; poco después supe que no era ella. Bajo la puerta estaba estaba Miguel, el carpintero, un antiguo sacristán; no sé cuándo murió. Le dije de inmediato: «Entonces Miguel, «¿Qué es lo que quieres de mí?». Al instante lanzó un grito y desapareció. Ahora es a mi niño a quien debo cuidar. Ha empezado a venir cada noche, causa miedo, porque uno no sabe qué pueda ocurrir con él. Estuvo como media hora, de 4 a 4:30. Camina alrededor de la habitación suspirando, la expresión de su cara es desagradable. Yo sé que el Señor me ayudará.

13 de Marzo. Llegó a las 11:30. Le dije: «¡El sábado se celebrará una S. Misa por ti, ya déjame en paz! ¿Qué hiciste? ¡Responde de una buena vez!». Él «Sacrilegio». Se puso a llorar. Yo: «¿Puedo ayudarte?». Afirmó con la cabeza y desapareció.

Muchos hombres y mujeres

21 de Marzo (1923). Por la noche vino Víctor B…, me miró con tristeza y se fue sin responder a nada de lo que le pregunté.

22 de Marzo. Me desperté a la una y escuché decir: «¿Te gustaría ayudar a estos como me ayudaste a mí?». Encendí la luz y me pareció haber visto junto a mi cama al Padre S…; no puedo decir con seguridad porque apenas le hice una pregunta, desapareció. En mi habitación había un montón de hombres y mujeres.

Entre ellos también estaba Víctor; fue algo bien tremendo, mas se fueron rápido. No pude contar cuantos eran.

23 de Marzo (de noche). De nuevo, se estuvieron largo tiempo, son dieciséis. Conozco a cinco: Víctor, María M…, Perpetua R…, aquel zapatero que vivía diciendo «¡Ay Dios mío!», y Baptista B… Yo: «Si rezo por ustedes, no tendrán que venir más». Víctor respondió: «¡Tenemos que hacerlo!» Yo: «¿Quién lo quiere?» No hubo respuesta. Se quedaron un rato más, todos me miraban; luego se fueron. Vienen todas las noches, pero nada que hacer con ellos. Oro y después de un rato se van.

26 de Marzo. Solamente vieneron nueve, no conozco a ninguno. Pregunté: «¿Dónde están los demás?». Pero no hubo respuesta*.

*A las preguntas curiosas no hay respuesta. transcurso del Diario.

El lector se dará cuenta de esto en el

Ahora son nueve; vienen todas las noches. Ya no es tan pesado. Rezo y luego de un poco se van. 29 de Marzo. Vinieron todos los dieciséis. Uno de ellos se me acercó y me dijo: «Te lo agradecemos». Me extendió ambas manos pero no fui capaz de tocárselas. Le pregunté: «¿Para Pascua estarán en el Cielo?». Respondió claramente: «En la luz». No pudo decir nada más. Luego se me acercaron todos, algo para nada cómodo, los rocié con agua bendita y desaparecieron al instante. Es extraño que los dieciséis usaban muy poco espacio, era un pequeño montón y, sin embargo, de distintos tamaños. La que me habló era bastante joven, me miró con rostro muy alegre; tenía un traje negro y un pañuelo blanco. Todos llevaban ropa de trabajo.

El secretario Nicolás

Desde hace algún tiempo veo al secretario Nicolás, que trabajó hace mucho con mi abuelo; sólo lo veo en el primer piso dando vueltas por las habitaciones. Parece como si estuviera buscando algo, no he podido hablarle porque las veces que lo he visto no he estado sola.

Estas noches de Pascua han sido muy terribles. Siento algo junto a mí pero no veo nada; siento que caminan, que respiran, siempre cerca de mí, incluso escucho murmullos y ruidos, como si estuviesen llamando a la puerta. Esto causa más angustia que si viera algo. Una vez comenzó desde las once hasta las cinco de la mañana, imposible dormir en estas condiciones. Me levanté y me senté en el suelo pero el ruido siguió. Cuando pregunté: «¿No pueden hablarme?», algo me tocó por detrás y me asusté muchísimo.

Babette

21 de Abril (1923). Durante el rezo del Santo Rosario vi por segunda vez dos mujeres arrodilladas en la Iglesia, desaparecieron pero un momento después regresaron. Más tarde, al entrar en la iglesia con el Padre, tenía la esperanza de que él también viese a las dos mujeres. Ellas estaban allí, pero cuando quise hablarles, desaparecieron. Vi cuatro veces a Nicolás; pasó como de carrera cerca de mí.

Durante unos días tuve fiebre por la noche y no pude dormir, pero no vi ni oí nada. Han vuelto, ahora que estoy bien.

26 de Abril. A la una de la mañana llegó la Ama de llaves, muerta hace un año, de quien no sé el nombre. Tenía una expresión muy triste, no se quedó mucho tiempo. Iba de un lado para otro.

27 de Abril. Allí estaba otra vez, se veía más alto; me miró sin decir nada, no respondió a nada de lo que le dije. Lo he visto dos veces y como siempre parece estar buscando algo.

29 de Abril. La Ama de llaves permaneció junto a mí desde las tres hasta las cuatro y media, muy afligida. Quería hablar, pero no podía; no me agrada verla mucho porque todo el tiempo me mira con unos ojos tan abiertos. Vi las once columnas nebulosas. 1 de Mayo. La encontré en mi cuarto cuando me disponía ya a dormir. pañuelo para que imprimiese la señal de su mano, pero no hizo nada.

Le ofrecí un

4 de Mayo. Ella vino dos veces durante la noche; se inclinó sobre mí, cosa que me desagrada demasiado. También vi a Nicolás. Le pregunté a la Amas de llaves* su nombre; volví a preguntar pero no me contestó. Después gritó espantosamente: «Ba….e», estaba muy triste. Se alegra con el agua bendita (siempre llega totalmente alterada).

*El Padre Sebastián Wieser conoció muy bien a la difunta (Babette Z.) cuando estaba viva. Según su descripción, ella era soltera, aparentemente piadosa, pero muy histérica y sensual, quien escribía largas cartas a los sacerdotes y engañó a uno de ellos con mucha sutileza. Con el tiempo tuvo un bebé, que en menos de un año murió.

5 de Mayo. Volvió. Ahora sé que se llama Babette. Estoy muy cansada. ¿Por qué siempre tiene que permanecer tanto?. Su vestido se ve muy desgastado. Tiene algo en la boca pero no puedo ver bien qué es.

9 de Mayo. Vino dos veces por la noche; también vi a «Los once».

12 de Mayo. Me he encontrado todos estos días a Nicolás en el pasillo, siempre muy contento.

13 de Mayo. La Ama de llaves de nuevo aquí. Para nada agradable. Siempre se inclina sobre mí. Su boca es repugnante, parece tenerla repleta de úlceras; el labio inferior todo negro. Sus ojos son horribles; quisiera ayudarla pero no sé cómo. Desea hablar pero no puede.

14 de Mayo. Ella se dio la vuelta y abrió la puerta que yo, a propósito, había cerrado para ver su reacción.

15 de Mayo. Vi nuevamente a Nicolás.

18 de Mayo. La Ama de llaves permaneció junto a mí desde la 1 hasta las 3:30, me despertó con un lamento. Por recomendación puse la reliquia de la S. Cruz ante ella y le pregunté: «¿Estás condenada?». Respondió que no moviendo su cabeza. Luego le dije: «¡Te ordeno decirme qué es lo que quieres, no quiero verte más!». Con una voz que casi no entendía, dijo: «Siempre engañé… Párroco…». Le pedí que repitiera pues no le encontraba sentido, pero abrió la puerta y se fue.

22 de Mayo. Llegó corriendo a la habitación, como huyendo de algo; estaba muy perturbada y tenía un aspecto que daba miedo. Le dije: «Te ordeno que me digas por qué sigues viniendo a mí». Al instante se me acercó y me señaló su boca. Me espanté muchísimo. Luego desapareció.

23 de Mayo. Estaba apenas durmiendome cuando ella llegó. Le dije: «¡Si no me dices ahora mismo qué es lo que quieres de mí no volveré a rezar por ti!». Se quedó largo rato en silencio y después empezó a murmurar, no le entendí nada. Yo: «¡Dime de una buena vez qué clase de mentiras dijiste!». Se me acercó y dijo claramente: «¡Tengo que sufrir, he mentido mucho, he difamado, dícelo al Párroco!». Yo: «¿Por qué no vas tú misma y se lo dices?». No respondió nada.

24 de Mayo. Vino totalmente distina, irreconocible. Yo estaba tan asustada; puse la reliquia de la S. Cruz frente a ella y le grité: «¡Te lo ruego, no vuelvas más, recibirás una S. Misa!».

Vi de nuevo a las dos mujeres en la Iglesia.

La mujer en el gallinero

28 de Mayo. Vi una mujer en el gallinero que buscaba algo entre un montón de ramas. Pensé que era un mendigo y fui a ella. Se me acercó un poco y de un momento a otro desapareció en el aire. Por la tarde, mientras rezaba la Corona de las Cinco Llagas, se me acercó un hombre con una mochila, como esos mendigos que buscan alimentos.

Otro día vi a las dos mujeres arrodilladas en la Iglesia. Enseguida llegó una mujer (viva) al mismo banco. Como no estaban muy lejos, pude ver bien que aquellas dos eran como un velo y no ocupaban espacio.

29 de Mayo. La mujer estuvo de nuevo en el gallinero pero por poco tiempo.


MIS CONVERSACIONES CON LAS ALMAS DEL PURGATORIO

PARTE 2

Cerca a la liberación

30 de Mayo. Estaba ayudando a las Hermanas en el Hospital a preparar las flores. Tan pronto como estuve sola entró Benito y se me acercó. Le dije: «¿Benito, estarás pronto en el Cielo?». Un gesto afirmativo. Yo: «¿Y siempre estás por aquí?». De nuevo el movimiento con la cabeza. Tenía un aspecto muy agradable, como cuando vivía. Llevaba el delantal azul y su camisa de mangas de siempre. Me miró, luego salió por la puerta y desapareció.

Gracias a Dios no ha vuelto la Ama de llaves. He podido dormir bien.

31 de Mayo. Durante la procesión del Corpus Cristi, cuando nos arrodillamos ante el altar cercano a la casa del carpintero Fischer, vi salir de esa casa a Miguel, el carpintero. Tenía un aspecto muy diferente de como lo había visto antes: sus ojos demostraban mucho gozo e irradiaba luz, parecía como envuelto en un pañuelo blanco. Durante el Evangelio estuvo de pie justo en frente de mí. No entiendo por qué los demás no notan nada. Permaneció casi hasta el final y luego, dando una señal de despedida, se fue entre la gente. 4 de Junio. La mujer estuvo de nuevo en el gallinero. Tiene el rostro muy triste. Por la noche hubo un poco de ruido, pero no veo nada. Se sienten pasos y crujidos sobre el suelo y en los muebles. Prefiero ver que sólo escuchar.

7 de Junio. Vi nuevamente a la mujer en el gallinero. Me miró con ojos alegres. Nunca la vi tan bien. No pude hablar con ella. He escuchado los mismos ruidos en las demás habitaciones y en las paredes.

Federico, el pastor asesinado

11 de Junio (1923). Al despertarme, se inclinó sobre mí una figura alta y oscura, toda envuelta en niebla; no sabría decir si era hombre o mujer. Nada agradable. Me asusté mucho. No he vuelto a escuchar aquel ruido.

14 de Junio. Encontré al fantasma de nuevo en mi habitación cuando fui a dormir. Empecé a rezar en voz alta y se vino junto a mí. Si no fuera porque tiene brazos, diría que parece un árbol del bosque. Permaneció cerca de veinte minutos y se fue; volvió a las cuatro.

16 de Junio. Fue algo muy duro. Me sacudió por los hombros. Un momento terrible. Le di un puñetazo y le dije: «¡Tú no puedes tocarme!». De inmediato se fue a un rincón. Cuando le di el puñetazo no sentí nada corpóreo, era como un pañuelo mojado en agua caliente. No creo que sea capaz de soportar con frecuencia tales sustos.

18 de Junio. De nuevo aquella cosa monstruosa. Intentó estrangularme. Torcía sus ojos. En mi angustia oraba. Tomé mi reliquia de la S. Cruz. De repente se puso frente a mí, gigantesco. A mis preguntas no respondió; luego salió por la puerta, dejándola abierta.

19 de Junio. Ahora sé que se trata de un hombre. Se estuvo un rato.

Volví a ver las dos mujeres en la Iglesia; parecen ser de otra época. Les pregunté si tal vez habían robado velas; no respondieron nada.

21 de Junio. El monstruo permaneció por más de una hora; se la pasa dando vueltas. Tiene pelo lanudo y negro, y ojos que me producen horror y espanto.

También vi la mujer sentada en el gallinero. Se ha vuelto más agradable, pero no dice nada. Mientras la miraba sucedió algo extraño: un gato se acercaba a ella y, de un momento a otro, saltó a un lado como espantado, como si hubiese sentido a la mujer.

¡Me puse contenta, pues al menos el gato los ve como yo*!

*Es un hecho que los animales demuestran miedo a ciertos lugares donde han ocurrido apariciones. Fue conocida la cierta y comprobada aparición en el patio de la Iglesia donde el perro evitaba la parte alta de una escalera, sobre la cual Eugenia tuvo más de una aparición. Mientras este, por lo general, seguía a su dueño por todas partes. Nota del traductor [al italiano]: En A. F., donde fui Párroco durante 22 años, se escuchaban ruidos por la tarde y por la noche, sólo por algunos cortos periodos tiempos cesaban. Una tarde, estaba en la cocina con mi sobrino y dos gatos que dormían en el calentador del horno, eran aproximadamente las nueve y treinta; se escuchó un ruido afuera y luego se sacudió muy duro la manija de la puerta de la cocina. Los dos animales, casi volando, se fueron muy espantados hacia el ático. Afuera no había nada, no fue ninguna imaginación!.

El parapsicólogo estadounidense Robert Morris experimentó con animales (un perro, un gato, una serpiente de cascabel y una rata) metiéndolos en una casa «embrujada», justo en la habitación donde se había cometido un homicidio. Según reportó, el perro gruñó y salió de ahí, y fue imposible convencerlo para que entrara de nuevo. Al gato, en su turno, se le erizó el pelo y de puro miedo le clavó las uñas a su amo, que lo cargaba en brazos, al tiempo que miraba a un punto concreto. En cuanto a la serpiente de cascabel, adoptó una postura de ataque dirigida hacia el mismo lugar de la habitación que había estado mirando el gato. Por último, sólo la rata se mostró totalmente indiferente a aquella habitación.

Le preguntaron a María Simma, la mística que veía las almas purgantes: «¿Los animales son sensibles a la presencia de las ánimas del Purgatorio?», a lo que respondió: «Sí, especialmente los caballos, los perros y las gallinas. Conozco muchos casos en que los caballos claramente rehusaron pasar frente a edificios en donde luego se descubrió que las ánimas se manifestaban para llamar la atención [a fin de que se intercediera por ellas]».

Por su parte, el padre Gabriel Amorth, exorcista de Roma, dice que en un lugar con presunta manifestación de espíritus «es importante el comportamiento de los animales domésticos. Sucede a menudo que, cuando se tiene la impresión de que alguien se encuentra en nuestra propia estancia, el gato o el perro mantienen fija la mirada hacia un cierto punto; y puede que tal vez huyan aterrorizados, como si aquel ser misterioso se acercara a ellos. Podría narrar muchos casos interesantes… Por el momento me basta decir que, en mi opinión, los animales no ven nada en concreto, sino que poseen una mayor sensibilidad que el hombre para notar una eventual presencia».

La Biblia, por cierto, narra el caso de una burra que pudo ver una presencia espiritual, pero no terrorífica, sino de un ángel; se narra en el libro de los Números. A Balaam le había encomendado el rey de Moab la tarea de maldecir a los israelitas. Balaam montó su burra para hacer el encargo, pero un ángel se interpuso en el camino para estorbarle y el animal no avanzaba o se salía del camino a pesar de los golpes que le daba su amo (cfr. Nm 22, 22-23). Finalmente, la burra habla a Balaam, reclamándole, y Dios abre los ojos de Balaam permitiéndole ver al ángel.

22 de Junio. Permaneció cerca de mí en mi habitación desde la una hasta las cinco, fue algo muy duro. Se inclinó varias veces sobre mí y luego se sentó en mi cama. Hasta lloré de terror y angustia. Luego, para no verlo más, me puse a recitar la oración de las Horas del Oficio Divino. Se me alejó y empezó a suspirar pavorosamente. Ahora se me presenta un poco más reconocible, pero no sé quién es. Siento mucho miedo, a veces tengo que hacer un verdadero esfuerzo para caminar por mi habitación. Sin embargo, el resto de tiempo puedo descansar y dormir bien.

24 de Junio. Él regresó nuevamente y me tomó por los hombros. Le dije: «¡Dime lo que quieres y no vuelvas más!». Ninguna respuesta; volvió a correr por la habitación y luego se fue. No pude tranquilizarme. Retornó a las seis de la mañana. De día produce aún más miedo. Se resiste a la lucha; es un alma de las más miserables que han venido hasta ahora. Le dije: «¡No me molestes, debo prepararme para la Sagrada Comunión!». Se me acercó y alzó las manos suplicando. Sentí tanta compasión, que le prometí muchas cosas; luego le dije: «¿No puedes hablar?», negó con la cabeza, «¿Sufres mucho?», gimió terriblemente; lo rocié con agua bendita y desapareció.

27 de Junio. Vino de nuevo por la noche, creo conocerlo; me parto la cabeza pensando quién podría ser. No es para nada simpático.

28 de Junio. Nuevamente vi las dos mujeres en la Iglesia.

29 de Junio. Cuando iba a dormir, lo encontré de nuevo en mi habitación. Puede que sea Federico, el pastor asesinado. De inmediato se lo pregunté pero no reaccionó. Oré con él, luego me miró tan serio que sentí mucho miedo. Le rogué que se fuera y realmente me hizo caso.

30 de Junio. Estuvo poquísimo tiempo, me despertaron sus sollozos. Su cara es tan negra que en verdad me es muy difícil reconocerlo. Sin embargo: la estatura, la nariz, los ojos: estoy casi seura que es él, yo lo vi muchas veces cuando estaba vivo.

2 de Julio. Vino de nuevo, pero ya no tenía ese aspecto tan feo y duro, no se estuvo mucho tiempo. Lo llamé como «Federico el pastor», cosa que encontró, al parecer, muy natural.

3 de Julio. Sólo estuvo unos minutos. Le pregunté: «¿Eres Federico, el pastor asesinado?», dijo muy claramente: «¡Sí!».

4 de Julio. Vino a mí por la mañana, me miró con tristeza y se fue. No me dió ninguna respuesta.

5 de Julio. Tuve la impresión de que estaba como resplandeciente. Durante la oración hizo la señal de la cruz.

6 de Julio. Estoy muy contenta porque al fin pudo hablar. Le pregunté: «¿Por qué siempre vienes a mí?». Él: «Porque siempre has rezado por mí» (Era cierto, pues siempre sentí compasión de ese pobre Cristiano. De niño era muy extraño). Yo: «¿Qué cosa te ha salvado?». Él: «Reconocimiento y arrepentimiento». Yo: «¿Entonces no moriste inmediatamente?». Él: «No». Yo: «¿Saldrás pronto del Purgatorio?». Él: «¡Falta mucho, mucho!». Le dije que entonces podía seguir viniendo si le hacía bien. Es interesante que alguien, bruto en vida, hable de esa manera cuando ha dejado su cuerpo*. Ahora no le tengo miedo. Deseo ayudarlo con todo mi corazón. ¡Qué misericordioso es Dios!. *El Padre Sebastián Wieser señala: «La conducta de esta pobre alma es como un eco de su vida terrena. Conocí muy bien al pastor Federico: “Era una oveja en la Parroquia». Describirlo no interesaría a nadie. Hablamos de él porque nos sirve como instrucción. En él se realizaron las palabras de la Escritura: «El árbol que cae al sur o al norte, en el lugar donde caiga, allí queda» (Eclesiastés 11,3) . Pero al final de su vida se le manifiesta la gran misericordia de Dios. Raramente iba a la Iglesia. Sólo tuvo un hijo, que en la escuela era conocido como falso y mentiroso; les dio muchos dolores de cabeza a sus superiores.

Si el joven era castigado en la escuela, él [(Federico)], por el enojo, tiraba los cuadernos hacia el maestro y el Párroco. ¡Le advertí que algún recibiría una paliza de este mismo hijo!. A los diecisiete años, este hijo, cerca de la medianoche, asesinó a su propio padre y fue condenado a muerte. El pastor Federico entró en la eternidad víctima de una tragedia familiar. Nadie supo si había muerto instantáneamente o si pudo alcanzó a arrepentirse. Ahora sabemos que no murió en el acto. El chico lo había abandonado en el granero a su suerte. Una mañana encontraron al pobre hombre ya fallecido. Volvamos de nuevo «al muerto del pelo desgreñado, negro y ojos que infundian terror» no reconocible sino hasta el 27 de junio. Y desde entonces, su figura fue más clara y luminosa y el 6 de julio dijo que no había muerto al instante, que «el reconocimiento y el arrepentimiento de sus pecados» lo salvó de la condenación. El 12 de Julio dijo: «¡Estoy ardiendo!», presionó su dedo en la mano de la princesa dejándole una quemadura roja, como de sol, que yo mismo vi.

8 de Julio. Vino sólo por un momento.

9 de Julio. Eran las seis de la tarde, me dió un puñetazo por la espalda y asi me despertó, de lo contrario habría seguido durmiendo. Yo: «¿Te interesa tanto que yo vaya a Misa?». Él: «Así puedes ayudarme mucho».

11 de Julio. Estuvo pero sólo poquísimo.

12 de Julio. Hemos orado juntos, luego: «¿Qué es lo que tienes que sufrir?». Él: «¡Estoy ardiendo!». Al instante se me acercó y sin darme tiempo de reaccionar presionó su dedo en mi mano. Me espantó y me hizo tanto daño que lloré. Ahora tengo una mancha roja, que espero desaparezca pronto. Es una cosa y una sensación del todo insólita y excepcional, tener esta señal del otro mundo*.

*Existen varios libros que hablan de marcas de fuego dejadas por las almas del purgatorio, ver libro «¿Vivono i morti?», famoso libro de devoción en el cual se muestra la marca de una mano impresa en fuego, la cual había atravesado varias hojas.

Son abandonados 15 de Julio (1923). Esta noche, después de un breve descanso, ha vuelto. Le dije que no me volviera a tocar porque si lo hacía no volvería a rezar por él. También le dije que se fuera de una vez al Señor Párroco.

18 de Julio. Me encontré con que ya estaba en mi habitación cuando me dirigía a dormir. Me pareció que junto a él había otra figura, pero no estoy segura. Ahora reza siempre conmigo; hay algo que murmura cerca de mí. No respondió a nada de lo que le pregunté.

21 de Julio. Efectivamente son dos, pero no puedo ni imaginarme quién sea el otro. Horrible, sucio y despeinado. No habla. Vi a las dos mujeres en la Iglesia, me arrodillé a su lado, parecía que ya no había lugar para mí. Se mantuvieron mirándome pero no les pude decir nada porque estaba rezando el rosario. Vi la mujer en el gallinero. Por fin habla: se llama Adelgonda. Tiene una apariencia elegante y me mira amablemente. Lleva un vestido. Se ve un poco anciana. Cuando le pregunté qué cosa quería de mí, respondió: «¡Rezar!».

24 de Julio. El pastor Federico y el otro vinieron dos veces durante la noche, en silencio, pero no del todo agradable.

29 de Julio. Nada especial. Ambos han venido cada noche. El nuevo tiene un aspecto espantoso. Federico se vuelve cada vez más claro. A la pregunta de cuánto tiempo lleva rondando, Adelgonda respondió: «Tres veces ochenta».

1 de Agosto. Ahora sé que la segunda figura es G…*, quien murió hace algunos años de viruela; cuando le pregunté a Federico algo al respecto, me respondió: «¡Mira tú misma!». De nuevo se acercó y rápidamente escondí las manos.

*G… fue reemplazado por el Padre Sebastián Wieser y sepultado por este. Murió por viruela negra (tifus negro).

4 de Agosto. Estuvieron un momento. Pregunté por qué G… venía a mí. Respuesta: «Él te buscó».

9 de Agosto. No he tenido paz en toda la noche, han estado viniendo. G… da bastante miedo, le rogué que me dejara en paz. Luego Federico dijo: «Ofrece sacrificios por nosotros». Ahora me avergüenza el haber tenido un corazón tan duro.

10 de Agosto. Federico se acercó bastante a mí, tenía un rostro tan bello y bondadoso, que le pregunté: «¿Ya no tienes que sufrir tanto?». Él: «No». Yo: «¿A dónde irás?». Él: «¡Al abandono!». Yo: «¿Volverás nuevamente a mí?». Él: «No». Yo: «¿Por qué no?». Él: «No puedo más». Yo: «¿Pude servirte de ayuda?». Él: «Sí». Luego desapareció. G… se quedó, cosa que para mí no es nada agradable. Suspira y me mira de una forma tan detestable. Sin embargo, si puedo ayudarle estaré contenta.

Se me olvidaba anotar que en el hospital vi dos veces a la que anteriormente fue superiora. Tenía un rostro muy triste. 11 de Agosto. G… vino dos veces por la noche. No responde a nada. No puede estarse ni un momento quieto, se la pasa corriendo por la habitacion. Cuánto lamento que el pastor Federico no venga más, después de todo él era como una especie de defensa para mí. G… me es muy desagradable, pero de veras deseo ayudarlo.

Nada mejor, estoy acostumbrándome a estos huéspedes no invitados y después (cuando se van) puedo dormir tranquila.

12 de Agosto. Poquísimo. «Soy feliz»

13 de Agosto (1923). Tuve una gran alegría. Mientras recogía las grosellas, de repente, vi a la vieja leñadora* a mi lado. Yo: «¡Oh querida leñadora, no me has olvidado!, ¿Cómo estás?». Ella: «¡Soy feliz!», y desapareció. Fue una aparición realmente agradable. Nos habíamos reunido tantas veces en el jardín. Una vez me dijo: «Cierto es que daré un paseo más por este jardín». Reímos juntas y le dije: «Vuelve una vez más a verme». ¡Y pudo hacerlo en verdad!.

*El Padre Sebastián Wieser dice de ella que estuvo enferma por años y se había purificado por medio de los dolores. Un dulce consuelo para tantas personas sencillas, que además de sus preocupaciones por causa de su humilde condición de vida, también tienen que sufrir mucho por enfermedades. El amor de Dios las rodea. Ella era quien proveía madera para encender las estufas y luego encendía las luces del castillo.

Un caballero con su armadura!

14 de Agosto. Lo vi arrodillado en la Iglesia delante del altar con su armadura. Al principio pensé que era una ilusión. Para poder verlo mejor me salí del Oratorio pasando por su lado. Se dejó observar un momento y luego desapareció.

G… es mucho para mí, terriblemente inquieto.

17 de Agosto. G… de nuevo aquí, ahora es más atento cuando rezo.

19 de Agosto. Nuevamente dos veces por la noche. Ahora él golpea cuando me encuentro en el Oratorio, pero voy a la puerta y no veo a nadie.

20 de Agosto. Volví a ver al caballero de pie cerca del altar: tiene la estatura de un gigante. Tal vez sea el hombre que está enterrado en el coro de la Iglesia, que fue encontrado cuando se hizo el piso nuevo y tenía un esqueleto extraordinariamente grande.

23 de Agosto. Fue una noche muy incómoda. Sabía que G… estaba aquí porque la luz eléctrica no funcionó. Lo escuchaba y sentía su presencia pero no veía nada. Fue algo tremendamente angustioso. No tuve ni el valor de levantarme a prender fósforos. Al cabo de una hora me di cuenta que se había ido, y esto más por intuición que por haberlo escuchado. Esto también es algo totalmente nuevo.

24 de Agosto. Nuevamente él golpeó la puerta. Cuando miro afuera, no hay nadie. Luego escucho aquel ruido de nuevo, cosa que me molesta, no me deja estar en paz.

G… estuvo aquí un poco más de lo habitual; durante las letanías me acompañó con atención. Está un poco mejor, ya no se ve tan oscuro.

30 de Agosto. Siempre lo mismo. El ruido en el Oratorio; a menudo se vuelve insoportable, llamar y golpear. El caballero sí lo puedo ver casi todos los días. En la capilla del Hospital* vi a la Hermana Sor Edvige.

*Waal tiene un pequeño Hospital donde Sor Edvige fue Superiora.

2 de Septiembre. Cuando regresaba del jardín vi a G… de pie, que me miraba desde la ventana. Me turbó mucho y tuve miedo de entrar a la habitación, ¡por fortuna estaba vacía!.

6 de Septiembre. Por fin G… habla. Yo: «¡Dime de una vez!, ¿Qué quieres de mí?». Él: «¡Ayuda!» Yo: «¿Por qué sufres?». Él: «Pecados no expiados». Yo: «¿Pero y por qué sólo vienes a mí?». Él: «Porque el camino hacia ti está libre». Yo: «¿Qué quieres decir con «libre»?». Desgraciadamente no obtuve respuesta o, de otro modo, podría obstruirlo.

7 de Septiembre. Vi a G… frente a su casa. Ahora verlo no produce tanto miedo. Se va volviendo más agradable. No puedo explicarme por qué lo ayudo tan poco. Retiro las palabras que dije ayer, no quiero obstruirle el camino, ni aunque pudiera. Sería terriblemente egoísta si lo hiciera; antes bien, tendría que estar feliz de poder ayudar un poco.

Dos hermanas que dieron escándalo

8 de septiembre. Fue un día realmente aterrador. Después de tanto tiempo volví a ver a «Los Once», ahora tienen una apariencia algo más humana. Luego vi al caballero y a las dos mujeres en la Iglesia, que por fin me han respondido. Yo: «¿Por qué siempre están aquí?». Ellas: «Porque dimos escándalo». Yo: «¿Quiénes fueron?». Ellas: «Somos hermanas», y desaparecieron. Tenían una cara abominable. Sus ojos penetran como puñales.

En el corral de las gallinas estaba Adelgonda: las gallinas la han visto como yo, volaron asustadas. De cerca no se ve tan vieja, como creí. Tenía algo en la mano que parecía ser un cuchillo, pero no estoy segura. Cuando veo tantas figuras en el día, vivo más con ellas que con quienes me rodean. Este «ver» no es tan fácil de olvidar, es difícil no hacerlo notar a los demás, a veces hago un verdadero esfuerzo y me canso espiritualmente.

9 de Septiembre. Apoyado en la cerca de la plaza de armas, vi al viejo Henrique; me asusté mucho porque estaba muy cerca de mí. Tenía un aspecto horrible. Sólo espero que se mantenga alejado de mí.

G… estuvo mucho tiempo conmigo en la noche. Primero rezamos y luego habló. Yo: «¿Qué cosa puede serte más útil?, ¿Qué debo hacer?». Él: «Ir a la S. Misa». Yo: «¿Ya has visto al buen Dios?». Él: «Sí». Yo: «¿Lo ves todavía?». Él: «No». Yo: «¿Por qué no?». Él: «¡Impuro!». Yo: «¿En qué consisten tus dolores?». Él: «¡Fuego!» (Pudo ser que quisiera decir más pero solamente se le escuchan murmullos). Yo: «¿Sabes dónde está Federico, el pastor, que no ha vuelto a verme más?». Él: «No», y desapareció.

13 de Septiembre. Vino sólo un momento. Nuevamente vi al caballero en la Iglesia.

15 de Septiembre. «Los Once» pasaron cerca de mí; me parece que tienen figura de mujer, pero aún están envueltos en la niebla.

Tía María Sch…

16 de Septiembre. Por la tarde, cuando me dirigía hacia la biblioteca a buscar un libro, me encontré repentinamente con la tía María Sch…; estuvo de pie frente a mí, me sonreía amablemente. Yo: «¿Estás bien?». Ella: «Te lo agradezco». Luego hizo un gesto de despedida y desapareció. Me llené de alegría. Qué maravilloso que las personas queridas vuelvan. Por estos días, humanamente hablando, he estado muy solicitada y muy alegre, no he podido pensar en aquella visita que tuve en la biblioteca.

Muchos ruidos en el Oratorio y siempre aquel «¡Tuc, tuc!», pero no veo nada.

19 de Septiembre. G… estuvo bastante tiempo aquí, ahora totalmente resplandeciente. Yo: «Dime, ¿Por qué el camino está libre hacia mí?». Él: «¡Tú nos atraes!». Yo: «¿Y cómo?». Él: «Con el alma». Yo: «¿Tú la puedes ver?». Él: «Sí». Yo: «¡Pero no estoy del todo contenta de que vengan a mí, id más bien a otras personas más buenas!. Él: «No vendré más porque los demás están esperando». Yo: «¿Estás mejor ahora?». Él: «Sí». Me miró con una gran sonrisa y desapareció. ¿Y ahora qué podrá suceder aún?. Confieso que tengo miedo, porque cuánto se desea al principio [de cada una de las apariciones] que las pobres almas no se vea tan espantosa!. Pero vemos que tiene que ser así.

Adelgonda, la madre asesina

21 de Septiembre. Adelgonda vino a mí en el piso de arriba. Efectivamente, tenía un cuchillo en la mano. Rezó conmigo. Yo: «¿Por qué tienes un cuchillo en la mano?». Ella: «Mi hijo». Yo: «¿Cómo puedo venir en tu ayuda?». Ella: «¡Dame tu mano!». Me asusté tanto que no fui capaz. Soy tan malvada, ahora me arrepiento mucho. Se fue inmediatamente. Debo vencerme si regresa; sin embargo es algo tan duro, sé bien cuánto ardería mi mano!.

«Los Once» y el caballero son como calmantes para los nervios. A menudo en la puerta y en las escaleras del Oratorio aparece una niebla tan espesa que no puedo ver nada. No sé si tiene algo que ver con el ruido. Los ruidos son siempre igual de fuertes, pero lamentablemente otros no sienten nada.

Vi nuevamente a Nicolás en la habitación donde estábamos todos reunidos, parecía estar muy alegre.

23 de Septiembre. Adelgonda estuvo aquí; de nuevo quería tomar mi mano pero no soy capaz de dársela, todo dentro de mí se me rebela.

27 de Septiembre. Ella estuvo de nuevo aquí, me parece más y más repugnante, incluso cuando está lejos de mí; sus ojos me persiguen.

30 de Septiembre. Se quedó conmigo por casi dos horas, fue muy duro. Durante la S. Misa vi al caballero arrodillado en la Iglesia cerca del altar, estaba entre la gente.

2 de Octubre. Adelgonda continúa atormentándome, corre furiosa alrededor de la habitación y me mira con ojos de fuego, mira mi mano. Siento tanto miedo, todavía no he sido capaz de vencerme.

4 de Octubre. Le pregunté qué cosa quería de mí. Respondió: «Tu mano». No pude dársela. Recé con ella, pero le era indiferente. Le pregunté dónde había enterrado a su hijo, si había podido confesar su pecado y otras cosas. Ninguna respuesta. No puedo describir el espanto que sentí delante de ella.

5 de Octubre. Al despertarme la encontré sentada en mi cama, pero permaneció sólo un momento.

6 y 7 de Octubre. No vino. Me causó pena. Sin embargo esta vez sí la estuve esperando. 8 de Octubre. Gracias a Dios he conseguido vencerme. Ella vino y le pregunté: «¿Cómo puedo ayudarte?». Ella: «¡Dame tu mano!». Entonces extendí las dos manos. No se puede explicar qué lucha cuesta esto a la naturaleza. No me quemó, pero sentí que me atravesaba. Las retiré de inmediato, me pareció demasiado. Luego dijo: «¡Ya no vengo más!» y desapareció.

Las apariciones de las mujeres me resultan mucho más aterradoras que las de los hombres. Lo que me llamó la atención en Adelgonda fue que todo le colgaba en jirones, sin embargo tenía un vestido completo. Nunca había visto algo semejante. Ahora deseo algo de tranquilidad, me siento tan cansada que hasta me quedo dormida de pie. El ruido en el Oratorio va mejor, sólo de vez en cuando.


PARTE 3

Tuve sentimientos demasiado mundanos y materiales

12 de Octubre. Mientras estaba sentada en el escritorio, en pleno día, fui rodeada de una espesa niebla y humo inodoro; ya ni podía distinguir las pinturas en las paredes. Pregunté si eran «Los Once» pero no hubo respuesta. Luego rocié con agua bendita y todo se esclareció de nuevo.

Volví a ver al caballero en la Iglesia. Salí del Oratorio y le pregunté: “¿Puedo hacer algo por ti?». Siguió orando sin prestarme atención. De cerca tiene un aspecto agradable con en su espléndida armadura, como una pieza de museo. No soy lo suficientemente competente para determinar de qué siglo sea. Tengo tanto miedo de que todavía me ocurran cosas peores. Sin la S. Comunión no podría resistir.

13 de Octubre. He pasado una noche de veras muy agitada. En el Hospital vi a la Hermana Edvige, y hablé con ella en la escalera. Yo: «¿Por qué estás siempre aquí?». Ella: «Yo estaba demasiado apegada a la tierra». Luego entró en la despensa. Ya no se ve tan triste.

15 de Octubre. «Los Once» pasaron junto a mí como volando, no responden nada. Durante la noche estruendos horribles; ahora hay tres figuras irreconocibles.

17 de Octubre. Nuevamente durante el día esa niebla alrededor mío, después la inconfundible sensación de que ahí hay algo.

19 de Octubre. Escuché un grito junto a mí, me desperté sobresaltada. confusión de ruidos con aquella niebla.

20 de Octubre. Hay aquí una figura.

Luego una

21 de Octubre. Las figuras nebulosas van de arriba para abajo; no sé que hacer con ellas, saltan alrededor, incluso mientras rezo.

No sé como describirlas exactamente. La palabra «niebla» no es la más correcta, son más bien como vapor. Sin embargo no hay nada que temer, sólo son antipáticas. Se parecen a «Los Once», pero algo más oscuros.

Vi de nuevo al caballero. Es de una clase de espíritu que no he visto hasta ahora. Tiene un hermoso aspecto de felicidad; continúa rezando sin moverse.

25 de Octubre. Mucho ruido, casi insoportable. Catalina!

27 de Octubre. Ahora reconozco a una mujer pero todavía algo oscura; es muy inquieta. 28 de Octubre. La mujer es muy horrible, especialmente su boca, toda hinchada y negra. Da la impresión de estar furiosa y amargada; está envuelta en una especie de harapo oscuro.

29 de Octubre. Por la tarde la encontré en la habitación, sus ojos me persiguen; no podía hablar.

30 de Octubre. Apenas desperté se me apareció. Le dije: «Vete, vete, no me molestes», pero no le importó. Recité Maitines y se fue. Tengo miedo de encontrarla, me repugna. Quizás fui muy dura con ella. ¿Dónde está mi amor al prójimo?. Esto me oprime más y más, en especial porque debo estar con la gente y no puedo pensar ni en mí misma. Estoy como divida: Una parte con el más allá, como comprometida con ellos; la otra, tengo que demostrar interés por las cosas [de acá], que de hecho no lo hago. Este «dividirme» me cansa cada vez más y me siento con menos fuerzas.

31 de Octubre. Una noche tremenda: ella vino dos veces y permaneció bastante. Se apoyaba en la pared y me miraba como retándome, tenía una aspecto espantoso. No reaccionaba a nada, sin embargo cuando rezaba se ponía tranquila. Su boca esta horriblemente hinchada y roja; su pelo negro y alborotado.

1 de Noviembre. He tenido que luchar media noche con ella, intentaba acercárseme; por supuesto que para ella no hay impedimentos. La amenacé de no rezar más por ella si continuaba atormentándome y desapareció.

2 de Noviembre. Fue la peor de las noches que he pasado. La figura está hecha una furia; no sabía como defenderme, me escapé de la habitación. Pero debo soportarlo yo sola, no quiero despertar a nadie. Me persiguió hasta la sala, pero me devolví. Traté de rezar, pero muy mal porque estaba tan angustiada por el miedo. Su continuo deseo de acercarse a mí me angustia, no la soporto. Hay algo demasiado horrendo en ella que no soy capaz de describir, ni con la mejor voluntad. Estuvo conmigo desde las once hasta las cinco de la mañana. Tenía mucho miedo.

3 de Noviembre. No vino sino hasta las cinco de la mañana, por eso pude pasar la noche un poco más tranquila. Inmediatamente me puse a rezar con ella, sin mirarla; de un momento a otro puso su cabeza junto a la mía y escuché un murmullo sin poder entender. Le dije: «Si quieres que rece por ti mantente alejada, no puedo soportar tu cercanía». Comenzó a gritar y desapareció. Ahora me siento muy mal porque ciertamente no estuvo para nada bien.

4 de Noviembre. Estoy muy contenta; ella ha vuelto y me ha perdonado. Intentó mover sus horribles labios para hablar, pero no le entendí nada. Le dije: «Si de veras puedo ayudarte dame una señal y ven a despertarme a las cinco de la tarde, después haré todo lo que pueda por ti». Luego dormí muy bien. A las cinco en punto escuché un grito, ella me estaba esperando. He estado tan feliz por esto. Estoy nuevamente dispuesta a soportarlo todo.

«Los Once» estaban de nuevo cerca a la montaña, no siento miedo de ellos.

El caballero se puede ver casi siempre en la Iglesia.

5 de Octubre. Una noche muy difícil. Estaba toda gigantesca y muy inquieta. Le he hecho muchas preguntas pero no me ha respondido nada. Súbitamente se me lanzó y me murmuró algo al oído que no pude entender. Cuando le pregunté algo comenzó a llorar de una manera tal que me partió el corazón: le prometí muchas cosas y se fue.

6 de Octubre. Vino a mi habitación mientras sonaban las campanas para Vísperas. Se acercó al frasco de agua bendita y allí esperó. La rocié y se fue, pero regresó por la noche. Ahora está mucho más clara y ya no siento tanto miedo. He notado que renunciando a mi voluntad puedo ayudarla. Este día se ha portado más amable, ahora está más atenta a todo.

Hasta ahora he evitado escribir todas estas cosas: pero como me lo han mandado, así lo hago. Por eso tengo que decir algo más. Cuando trabajo, e incluso cuando estoy con personas, me sucede algo que no se explicar. Es un sentimiento de inmensa felicidad, un irse a otro lugar, un sentir la cercanía de Dios; algo inexplicable. A veces este sentimiento me sorprende cuando ni siquiera pienso en Dios. Siento estas cosas desde hace mucho, pero quizás sea bueno decirlo ahora, ya que podría haber alguien que sienta lo mismo. Las cosas extraordinarias siempre me parecieron antipáticas; ahora tengo que cooperar con esto. Qué es lo que sucede en mí?, ruego incesantemente para que se me diga lo que está mal. Incluso mi vida de oración ahora es diferente, no sé si para bien o para mal. Estoy como sumergida en el infinito; soy incapaz de formular oraciones. Siento el abismo de mi miseria ante Dios.

7 de Noviembre. La desconocida se me acercó y me susurró algo al oído pero desafortunadamente no pude entender nada. Ahora puedo ver su vestido: sus trajes de jinete son de finales del siglo XVI. He perdido aquella tremenda angustia. No sé cómo es que puedo darme cuenta de cuándo un espíritu se me acerca. Incluso, al despertar en la oscuridad y sin escuchar el más mínimo ruido, sé con certeza que ya no estoy sola. Hasta ahora no me he equivocado.

8 de Noviembre. Se quedó toda la noche conmigo, absolutamente tranquila. Inventé una oración que ciertamente iba muy bien con ella. Sus ojos se han vuelto más simpáticos. No me atrevo aún a retomar el sueño en su presencia.

10 de Noviembre. Nuevamente me ha susurrado algo al oído, tal vez: «Sin paz», pero no estoy segura. Le pregunté pero sacudió la cabeza con gran tristeza.

11 de Noviembre. El caballero asistió a toda la Misa dominical. Es ya el segundo domingo, ¿Tendrá algo que ver con la reliquia de la S. Cruz?. Ella vino durante el día. 12 de Noviembre. Finalmente pudo hablar. Se llama Catalina. Permaneció en silencio; luego no dejaba de repetir: «¡Sin paz! sin paz!», corriendo por todo el cuarto. No decía más nada. Espero poder escucharle algo más.

Vi de nuevo a «Los Once».

13 de Noviembre. Catalina estuvo conmigo largo rato. Comencé distintas oraciones para ver cuál de ellas le agradaba. Pero continuaba sacudiendo la cabeza, hasta que empecé la oración que le había agradado la vez pasada. Se arrodilló junto a mí, despertándome una sensación bien particular, porque fue la primera vez que un alma hace eso. Entonces le pregunté: «¿Viviste en este castillo?». Ella: «Sí». Yo: «¿Estás sepultada aquí?». Ella: «¡No!». A las demás preguntas se mantuvo en silencio.

14 de Noviembre. He experimentado algo del todo particular. Estaba muy cansada y tuve la mala intención de no ir a la Iglesia. He aquí que soñé con una pobre mujer que no dejaba de mendigar y yo no le daba nada. Me desperté asustada y me encontré a Catalina junto a mi cama con las manos extendidas, como mendigando una limosna. Yo le dije: «Gracias por haberme despertado: ¿Cómo has podido conocer mis pensamientos?». Ella: «Yo estoy atada a ti». Yo: «¿Y de qué forma?». No respondió. Ella: «¿Harás sacrificios aún?». Yo: «Sí, ¿Qué más debo hacer por ti?». Ella: «¡Dame la paz!». Yo: «¿Y cómo puedo hacerlo?». Ella: «¡Con el amor!». Pobrecilla, ahora sólo quiero ocuparme de ella. Desgraciadamente aún pienso tanto en mi comodidad: Podría ofrecer tantos sacrificios, si no fuese por los demás. Si pudiese vivir sólo para mi espíritu sería más fácil, pero debo estar con la gente; mis fuerzas físicas a menudo no resisten. Es un gran alivio para mí escribir todo esto, pues aún no estoy tan avanzada como para poder prescindir del consuelo humano y, sobretodo, tengo la inequívoca sensación de que alguien vela por mí.

Siempre quise callar sobre esto tan particular que me sucede; pero si se quiere pintar un cuadro perfectamente, no se puede omitir ningún color. Y ahora lo hago por obediencia. Al escribir se filtran algunos pensamientos de autocomplacencia. Será por eso que otras personas no ven esto que me sucede?. Quizás así es mejor!. Quiero esforzarme por alejar esas ideas, debo reflexionar más sobre esta vocación mía tan peculiar, así encontraré el contrapeso necesario.

15 de Octubre. Ella estuvo aquí bastante tiempo sin hablar. Si no tuviese la boca así de horrible no me impresionaría tanto. Espero que se vuelva un poco más comunicativa.

He visto a «Los Once» y al caballero.

Vi por segunda vez en el jardín al viejo Henrique, tiene un aspecto que da miedo.

Cómo hacer para ayudar a tantos!?

En el día, mientras estaba con algunas personas, se me apareció Catalina que me hizo una señal con la mano de seguirla, pero no pude hacerlo. El hecho de haber visto tantas cosas me alegró, porque durante la S. Misa le había rogado al buen Dios mandarme mucho en este día, si este servicio le era agradable. Hoy se ven tranquilas. ¡Este fue el mejor regalo para el día de mi onomástico!

Vivía provocando divisiones entre la gente

16 de Noviembre. Catalina vino a la una de la madrugada. Recé bastante con ella y luego le pregunté: «¿Puedes decirme qué tienes en la boca?». Ella: «¿Ves esto?». Yo: «Sí, pero dime, ¿Por qué sufres de semejante manera en tu boca?». Ella: «¡Yo siempre provoqué divisiones entre la gente!». Entonces empezó a llorar desesperadamente. Yo: «¡Me causas tanta pena!, ¿Debes sufrir mucho todavía?». Ella: «¡Tengo!». Yo: «¿Te ayudo cuando vienes a mí?». Ella: «¡Sí!». Yo: «¿Y cómo?». Ella: «¡Paz!». Yo: «¡Explícate mejor!». Ella: «¡Tú me das paz!». Yo: «¿Pero cómo puedo hacerlo?». Al instante se me acercó y me susurró algo al oído, que no pude entender, y desapareció. Extraño, cómo se pasa de rápido el tiempo con las pobres almas!, cuando ella llegó el reloj marcaba la una, y se fue a las 4:30. Creí que sólo había estado aquí poco más de media hora. Estaba bien vestida y tenía una cadena de oro; si pudiese describirla: no es tan vieja, quizás 40 años. Espero que venga de nuevo, ahora que se ve más simpática.

17 de Noviembre. Ahora viene a verme en otras habitaciones. Se me ha presentado nueve veces.

19 de Noviembre. Dos días continuos de paz. Estoy más desahogada.

20 de Noviembre. Catalina se estuvo casi toda la noche aquí conmigo, siempre tranquila; permanece así sólo en esta habiración. Henrique también vino, tiene un aspecto horrendo, lo reconozco muy bien. No tiene paz, y suspira con mucha angustia. Le pregunté a Catalina: «¿Ves a la pobre alma que está aquí contigo?». Ella: «No». Yo: «¿Y por qué no?». Ella: “Porque estoy unida sólo a ti». Y añadió otras cosas más que no entendí. Yo: «¿Vendrás a verme con frecuencia?». Ella: «Si puedo». Yo: «¿Quién te lo permite?». Ella: «¡La Misericordia!». Luego desapareció.

Después de la comida vi al caballero en la Iglesia. Me acerqué a él para preguntarle algo, pero no se mueve, sigue rezando. He tocado su armadura, es dura. No es viejo, tiene cabello largo y rubio.

21 de Noviembre. Henrique estuvo aquí bastante tiempo y me mira como irritado. Empieza a lamentarse. La oración lo pone más inquieto, diría que casi furioso. Catalina vino por la mañana, me alegré mucho de no estar más a solas con Henrique. Ella comenzó la oración por sí sola, tan agradable, me conmovió tanto que tuve que llorar. Me siento tan arrepentida de seguir pensando en mí misma. Henrique permanecía allí de pie. La diferencia entre los dos es tan grande, como el día y la noche, como la ira y la dulzura. Catalina está totalmente cambiada. Le pregunté: «¿Ahora estás mejor?». Ella: «¡Veo la luz!». Yo: «¿Entonces puedo dedicarme por completo a las otras almas?». Ella: «¡No me abandones todavía!». Luego desaparecieron los dos. Si pudiese recuperarme para ayudarles más! Sí, podría ayunar más aún, pero entonces no podría satisfacer a los demás; ya no tengo tanta fuerza para ocultar durante el día aquello que sufro por la noche.

Catalina muerta en 1680

22 de Noviembre. Tuve muchos deseos de borrar lo que escribí ayer, pero no lo hago pues sé qué poca caridad tengo y cuán pusilánime soy. Cómo he podido pensar que Dios no me dará fuerzas?.

Estuvieron nuevamente ambos aquí. Henrique siente repugnancia a la oración, lo demuestra en la cara. He notado un cambio en la boca de Catalina, a veces sonríe. Le pregunté: «¿Cuándo moriste?». Ella: «Hornung 1680». Yo: «¿Dónde estás sepultada?». Ella: «En Kempten*».

*Kempten es la capital de Alligiiu, conocida sobretodo por la Basílica de San Lorenzo y el castillo principesco, construido por el famoso arquitecto de la época barroca, Michael Beer de Voralberg.

Yo: «¿Por qué tu alma está aquí?». Ella: «¡Aquí provoqué discordia!». Yo: «¿Conoces quizás a Bárbara?». Ella: «Sí». Yo: «¡Por favor, cuéntame un poco más!», pero desapareció. Henrique debe poder verla, porque mientras ella hablaba se le acercó.

24 de Noviembre. Ambos se estuvieron bastante tiempo aquí, pero nada que ver con ellos. Me pongo contenta cuando me acompaña Catalina, estando Henrique, porque entonces la situación se me hace menos terrible.

25 de Noviembre. Sólo estuvo Henrique. Estaba tan violento que pensé que iba a terminar por caer en el baño. Le dije: «¿Tienes algo qué decirme?». Se enfureció y se fue. Volvió y comenzó a suspirar terriblemente. Fue algo realmente difícil de soportar.

26 de Noviembre. Nuevamente los dos. Le dije a Catalina: «Pensé que tu patrona, de quien llevas el nombre, te había liberado, ¿Por qué no viniste ayer?». Ella respondio: «¡Catalina de Siena!», y lo dijo tan rápido que casi me echo a reir.

27 de Noviembre. Me encontraba enferma y no podía dormir; esperaba a mis amigos. No vinieron, como siempre que tengo dolores. Qué discreción tan extraordinaria.

28 de Noviembre. De nuevo los dolores y sin ánimos!.

29 de Noviembre. Vino sólo. Orar y hacerle preguntas lo irrita.

30 de Noviembre. Catalina ya me esperaba en la habitación cuando me dirigía a dormir. Recité Vísperas con ella. Le dije: «¿Por qué has estado tanto tiempo sin venir?». Ella: «¡Yo estaba cerca de tí!». Yo: «¿Por qué no te he visto?». Ella: «Me has dado mucho, mira aquí», y me señaló su boca, de la que había desaparecido todo aquel horror. ¡No puedo describir cuánto gozo sentí!. Yo: «¡Ahora no tienes que sufrir tanto!». Ella: «¡No!». Yo: «Dime, ¿Cuándo te ayudo más?». Ella: «¡Cuando no pecas!». Yo: «¡Desgraciadamente todavía no soy capaz!». Me susurró algo al oído que no pude entender!, tal vez una palabra como: «unión» o «buena intención». Luego desapareció. Vivir sin pecado alguno. ¡Oh si lo consiguiese!. A veces me enojo mucho dentro de mí. Soy también mentirosa porque no muestro a los demás lo que realmente siento dentro de mí.

Henrique se pone violento – Salvado por la limosna

1 de Diciembre. Pasé una mala noche. El viejo Henrique se quedó largo rato, daba miedo. Le pregunté si él le había disparado a mi abuelo*.

*El abuelo de Eugenia se llamaba Carlos Eugenio Ervino I (1798-1879), se casó con Teresa Sofía Schónbom-Buchheim († 1876). Su cuadro está colgado en la sala.

Se puso furioso. Antes de que pudiera defenderme se abalanzó sobre mí y me agarró por el cuello con tanta fuerza que sentí ahogarme**. Fue sólo un instante, pero fue tan espantoso, estaba completamente aterrorizada. Nunca olvidaré aquella furia en sus ojos. Cada vez que un espíritu me toca o me golpea (tres veces hasta ahora) siento más repugnancia que dolor, como si me tocase un sapo o una serpiente.

**Esta violencia es un misterio de la maldad que el hombre se lleva consigo después de su muerte. Como en vida quiso el mal, ahora debe arrastrar consigo toda la fealdad y horror de sus acciones, aunque no quisiese. Por estas apariciones se puede comprender y explicar por qué los paganos sentían tan inmenso miedo de los muertos y los echaban fuera de los lugares donde habían vivido, con algarabía y máscaras.

Nada de esto se puede describir.

2 de Diciembre. Él estuvo conmigo desde las dos hasta las seis. Estaba muy alterado, apenas lograba defenderme. Puse delante de él la reliquia de la Santa Cruz, lanzó un grito y se alejó a un rincón, donde permaneció acurrucado y gruñendo como un perro rabioso!.

Fue algo bien duro. Deseaba mucho que viniese Catalina.

El domingo pude ver al caballero asistir a toda la S. Misa. Vi nuevamente a «Los Once», son un verdadero misterio para mí.

3 de Diciembre. Primero llegó Henrique, luego Catalina. Le pregunté: “¿Puedes ver a aquel otro espíritu?». Ella: «¡No!». Yo: «¿Por qué no lo puedes ver?». Ella: «Yo sólo estoy involucrada contigo». Yo: «¡Por favor, dime si es un mal espíritu!». Ella: «¡Salvado!». He rezado con él por largo rato. Henrique se estuvo quieto, sin embargo todavía es repugnante.

4 de Diciembre. Por la mañana una sombra me precedía, subió por las escaleras hasta mi habitación. Cuando entré no había nada. Henrique vino por la noche, recé con él, cosa que le es indiferente. Siempre me ha llamado la atención el hecho de que los espíritus, al principio, tienen el rostro muy oscuro; sólo se les aclara en el momento que ya tienen la posibilidad de hablar.

5 de Diciembre. Ha venido sólo Catalina. Yo: «¿Puedes orar por mí?». Ella: «Sí». Yo: «¿Puedes rogar para que las pobres almas no venga más a mí?, porque así también podría conseguir mi paz». Ella: «¡No!». Yo: «¿Por qué no?». Ella: «¡Es voluntad de Dios!». Ya no debo pensar más en mí misma; estas palabras me golpearon, como una orden de Dios. Luego le mostré la reliquia de la S. Cruz, le pregunté: «¿Conoces esto?». Ella: «¡Sí!». Yo: «¿Qué es?». Ella: «¡SANTO!».

6 de Diciembre. Nuevamente aquella sombra en la escalera, se parece a uno de «Los Once». Henrique estuvo aquí casi toda la noche. La reliquia de la S. Cruz es mi defensa, ya no se me acerca tanto.

7 de Diciembre. Mi querida Catalina se quedó bastante tiempo. Yo: «Pero dime, ¿Por qué debes permanecer tanto tiempo en el Purgatorio?, haz hecho muchísimo mal con la lengua?». Ella: «¡Sí, sin confesarme, sin arrepentirme!». Yo: «¿Pero entonces cómo te salvaste?». Ella: «¡Limosna!». Yo: «¿Por qué moriste sin sacramentos?». Ella: «¡Ahogada!». Yo: «¿Qué puede hacer aún por ti?». Me susurró nuevamente algo al oído: «Participación en el Cuerpo de Cristo», pero no puedo afirmarlo con seguridad, sólo entendí de seguro: «Participación… de Cristo», luego se fue. Inmediatamente después llegó Henrique, igual que la última vez. Me parece que hago tan poco por él, siempre se divide, y lo poco que ofrezco no basta para los dos. Me he dado cuenta que no me asusto más; si pasa algo, puedo ver incluso en la oscuridad; sin embargo la luz es más cómoda para mí.

8 de Diciembre. Henrique parecía una bestia. Se tiró al suelo, me encomende a la Virgen, luego se calmó un poco. Mis oraciones son muy distraídas, sólo con los labios, pues todo mi ser y mi pensamiento se vuelven hacia el espectro, que no pierdo de vista por tanto miedo.

Se fue a las tres de la madrugada para regresar a las cinco. Le dije: «Vete que quiero ir a la Iglesia, allí puedo rezar mejor por ti». Lanzó un terrible grito. Volví a rezar por él, y comenzó a llorar tan amargamente que quise decirle algo bonito, una palabra amable. Así que le dije: «Todavía te agradezco, porque cuando de pequeña me diste pequeñas alegrías y no lo he olvidado; pero dime cómo puedo ayudarte, lo haré de buena gana. (Recordaba que cuando era pequeña con frecuencia me regalaba ciruelas y así se lo recordé también)», como respuesta hizo un sonido como gorgoteando y me extendió su mano, la tomé y estaba calientísima. De inmediato su rostro se puso más amable, si así puede decirse, pues aún es muy repugnante. Le dije: «Ya vete, que tengo que ir a la Iglesia» y se fue. Ahora creo que ha comenzado nuestra amistad, porque en cuanto le demostré amor (en vez de miedo) se volvió más agradable.

«Los Once» me estaban esperando al pie de la montaña, los vi cerca de la nieve. Son muy oscuros. No me puedes contar algo del más allá?

9 de Diciembre. Estaba apenas levantada, cuando llegó catalina y pude notar algo nuevo que me hizo pensar en la luz eléctrica. En el mismo instante en que un espíritu llega, mi propio ser es como iluminado, un «crack» en mi cerebro, y el resto de pensamientos desaparecen. Lo sobrenatural tiene una fuerza irresistible.

Se me acercó y arrimó su mano hacia mi frente como si quisiese hacerme alguna gentileza. Yo: «¿Por qué estás tan agradable hoy?». Ella: «Todo claro». Yo: «¿Dónde?». Ella: «En mí y en ti». Yo: «¿Qué puedes ver aún en mí?». Ella: «Deseo». Luego desapareció. Aunque no me gusta escribir sobre algunas cosas, debo decir que realmente sí estuve muy feliz por la S. Comunion; no quiero parecer extravagante.

Henrique estuvo aquí. Nada de extraordinario.

El 10 de Diciembre más o menos lo mismo.

11 de Diciembre. La nueva sombra vino de nuevo durante el día a mi habitación. Por la noche estuvo aquí Catalina, muy amable. Yo: «¿No me puedes contar algo del más allá?». Ella: «¡No!». Yo: «¿No te es permitido?». Ella: «¡CREE*!». Yo: «¿Es como tú creíste?». Ella: ‘Sí». Yo: «Ahora dime: ¿Por qué no te veo cuando estoy mal?». Ella: «Porque no tendrías fuerza alguna».

*La Princesa era muy abnegada y trataba de evitar todo pecado por más “leve” que fuera. Sin embargo, a veces le sucedía que no sabía distinguir muy bien entre preguntas inspiradas por el deseo de santificación o aquellas que procedían de una cierta curiosidad religiosa. La respuesta del alma: «¡CREE!» acentúa en una orden precisa para el mundo que sufre las consecuencias del pecado original. Si la Fe se transformara en un saber científico, entonces ya no habría libertad humana. Es sólo por la Fe que gozamos de aceptar o de rechazar las verdades religiosas. Dios quiere que el hombre se decida entre el bien o el mal, y que con su decisión asuma las consecuencias que resulten.

Luego vino Henrique, siempre igual.

12 de Diciembre. La nueva sombra estuvo nuevamente a mi lado, nadie se da cuenta. Henrique permaneció largo rato, se ve un poco mejor, incluso parece que ya no tiene sentimientos agresivos hacia la oración. Al mismo tiempo había algo más en mi habitación, tal vez la sombra, no pude distinguir nada. La sensación duró casi toda la noche. Estaba tan cansada que le pedí que se fuera y empezó a lanzar tremendos gemidos y a lloriquear. Entonces retiré mi petición y nuevamente me puse a rezar. He tenido un mal pensamiento, porque he sentido envidia de los que pueden dormir bien.

14 de Diciembre. Hoy vi a todos: «Los Once», la sombra, el caballero, Catalina y Henrique, pero no les he hablado. 15 de Diciembre. Una pésima noche. Parecía como si un gran pájaro estuviese golpeando continuamente la ventana. Pensando que las ventanas contra invierno no se habían detenido, me levante a mirar. Todo estaba en orden, no había tormenta ni viento, pero se veía una gran sombra y una figura que me llenó de terror, más de bestia que de hombre. Tuve una tremenda angustia y me alejé de la ventana. Sentí un gran alivio cuando después llegó Catalina.

Yo: «¿Haz visto aquella horrible cosa?». Ella: «No, pero sí tu terrible angustia». Yo: «¿Siempre estás aquí?». Ella: «Sí». Yo: «¿Por qué no te veo?». Desapareció. El buen Dios me protegerá de aquel monstruo.

16 de Diciembre. Escuché nuevamente aquel mismo ruido en la ventana, pero no vi nada. Catalina se quedó un buen rato; mientras recitaba las oraciones que le eran tan queridas, se arrodilló, luego dijo: «¡Te lo agradezco!». Yo: «Te ves totalmente distinta, ¿No debes expiar más?». Ella: «¡Empieza el gozo para mí!». Yo: «¿No vendrás más?». Ella: «No». Luego se me acercó y me dijo algo que no entendí, como en un idioma distinto. Desapareció. Estoy casi triste porque no volveré a verla nunca más. Ella era una defensa para mí porque tengo tanto miedo del monstruo de la ventana; aquello es algo completamente distinto de cuanto he visto hasta ahora. Le pregunté más cosas; escribo sólo aquello de lo obtengo respuesta.

He visto al caballero y a «Los Once»; la sombra estuvo de pie a mi lado, como una nube negra, recé y después de diez minutos desapareció.

17 de Diciembre. Henrique, el caballero y la sombra.

18 de Diciembre. En la capilla del Hospital vi a Sor Edvige, tenía un rostro alegre. Cuando regresé Henrique estaba en mi habitación. El estruendo de la ventana estaba mezclado con el mal tiempo, no estoy segura. Yo: «¡He rezado tanto por ti, dime que quieres aún!». Él: «¡Perdón!». Yo: «¿Mataste a mi abuelo?». Él: «¡Provocado, calumniado!». Yo: «Te perdono con gusto, ¿Debes sufrir todavía mucho?». Él: «¡Sí!». Yo: «¿Puedo preguntarte si estabas enfermo o poseído?». Él: «Poseído». Yo. «¿De quién?». Él: «¡El espíritu de la mentira!». Dijo todo esto con tono de lamento y tenía la expresión de quien pide misericordia.

Estoy tan contenta porque por fin habla. (Me parece como una injustucia revelar la culpa de la pobre alma, como una maldad respecto a su confianza. La obediencia y el amor al prójimo están un poco en contradicción dentro de mí)*.

Las almas que vienen a mí muestran su sufrimiento especialmente con la posición y gestos de sus manos, desafortunadamente no soy capaz de describirlo.

*El Padre Sebastián Wieser escribe: Conocí al viejo Henrique, al pastor Federico y a otros. Su casa quedaba frente a la mía y en aquellos días de su locura a menudo iba a visitarlo. Henrique murió hace unos 50 años. Incluso hoy en día se ve el orificio del disparo. Ahora él reconoce haber provocado aquel golpe fatal y también responde a aquella mi antigua pregunta, si era enfermo mental (loco) o si estaba poseído; respondió que había sido poseído por el espíritu de la falsedad. El motivo por el cual yo me había hecho esa pregunta es porque tengo la idea de que muchos de aquellos «pobres locos» están poseídos.


PARTE 4

El monstruo

19 de Diciembre. El monstruo llegó y se acercó a mí; ahora puedo distinguirlo claramente. Es grandísimo, peludo, negro; jadea de una forma terrible. Me defendí con la reliquia de la S. Cruz y con agua bendita. Se quedó mirándome y luego se fue por la ventana.

No he visto en ningún zoológico algo tan monstruoso. asqueroso, estuvo en mi habitación!

Y este monstruo, repugnante y

Al amanecer vino Henrique. Yo: «¿Quieres rezar conmigo?». Él: «Quiero». Yo: «¿Sientes alivio con la oración?». Él: «Siento». Yo: «¿Por qué me tomaste nuevamente por el cuello?». Él: «¡[Porque estoy] en el tormento!». Yo: «¿No lo harás más?». Él: «¡No!». Yo: «¿Por qué no vas a tus parientes?». Él: «¡No hay camino que lleve a ellos!». Ahora es completamente distinto cuando rezo.

20 de Diciembre. El monstruo permaneció conmigo toda la noche. Estaba despierta y con la luz encendida, cuando él entró con estruendo por la ventana. Por fortuna se mantuvo alejado de mí, pero aquellos ojos!. Creo que no podría soportar muchas noches como ésta. Henrique vino dos veces, parecía que veía al monstruo porque en un momento se volteó hacia él; no me ha dado ninguna respuesta.

21 de Diciembre. Apareció nuevamente aquella sombra en mi habitación. Henrique estuvo aquí largo tiempo. Yo: «¿Pudiste ver aquel desdichado que ayer estaba aquí contigo?». Él: «Sí». Yo: «¿Es aún más infeliz que tú?». Él: «Sí». Yo: «¿Sabes quién es?». Él: «No». Yo: «¿Cómo puedo ayudarte mejor?». Él: «Sacramentos». Yo: «¿Te das cuenta cuándo recibo los sacramentos?». Él: «Sí». Yo: «¿Cómo?». Él: «Tú atraes». Entonces comenzó el estruendo y Henrique desapareció. Yo intenté rezar y aún con esto continuaba acercándose; tanto espanto sentí que tuve que salir de la habitación. Parece un simio, muy grande.

23 de Diciembre. Lo más terrible que he sufrido hasta ahora. El monstruo llegó con mucho ruido y se agachó en un rincón, mirándome siempre con aquellos ojos. Desde ayer había dejado de orar porque me sentía mal, reuní el poco valor que me quedaba y comencé de nuevo. Apenas había dicho unas palabras cuando el monstruo se lanzó con violencia sobre mí. No hubo dolor, pero experimenté tanto susto que quedé sin sentido. No supe que sucedió, de todas formas me recupere rápidamente; encontré la luz encendida aún pero ya no había nadie. Estaba exhausta por esto, pude descansar un poco. Luego vino Henrique pero por muy poco tiempo.

Vi al Caballero y a «Los Once». La sombra me siguió por las escaleras. Volvió mientras preparaba el árbol de navidad. Es un poco demasiado, pues me es muy difícil esconder todas las impresiones y vivir como alguien normal en medio de espíritus.

24 de Diciembre. Henrique estuvo bastante tiempo conmigo. Yo: «¿Estás mejor?». Él: «Sí». Yo: «¿Entonces pronto serás liberado?». Él: «18 x 7». Yo: «Al menos dime si aún hay aquí otras pobres almas conmigo, que no pueda ver todavía». Él: «Sí». Yo: «¿Por qué no las puedo ver?». Él: «No tienen permiso de mostrarse». Desapareció. La sombra vino nuevamente despues de la cena. «Los Once» bajaron conmigo a la Misa de medianoche. Después de esta Misa, estando aún despierta, vino aquel infeliz. Como yo estaba de pie pude ver que era casi el doble de mi estatura. Me espanté tanto que quise salir corriendo al pasillo, pero él se puso delante de mí. Yo: «¡No puedes hacerme nada, es Nochebuena!». Comenzó a gritar saltando de un lado para otro. Me arrodillé delante de mi pesebre, sin orar ni pensar, sólo llena de miedo por lo que todavía pudiese suceder. Aquel gemir a mi lado es insoportable. Al fin pude decirle: «¡Sí no puedes hablar aún entonces dame una señal, que yo te quiero ayudar!». Entonces se tiró al suelo y empezó a aullar como un animal. Lo rocié con agua bendita y lo acaricié un poco, pues era Navidad, pero fue una sensación terrible. Recé en voz alta pero él ni se movió ni gimió, como las demás veces. No se puede describir su apariencia; no está vestido, sólo piel y esos ojos!. Sin embargo me siento reconfortada, pues si fuese un espíritu malo no lo podría ayudar.

Henrique me despertó para la Misa de la mañana. Escuché que llamaban, me levanté y pregunté: «¿Quién es?». Respuesta: «Juan»*.

*Él tenía dos nombres «Juan, Henrique».

Me doy cuenta, y cada vez estoy más convencida, de que las pobres almas siempre me han despertado. La sombra nuevamente vino mientras me encontraba en el comedor; casi no pude evitar la sorpresa, me preguntaron qué me pasaba. Perdí el apetito.

Todos caminamos en la oscuridad

26 de Diciembre. El pobrecito, como llamo ahora al monstruo, se quedó sólo un momento conmigo. Vi a «Los Once» delante de la puerta de la casa. Siempre están igual, con ellos no se puede nada, sin embargo son benévolos conmigo. La sombra permaneció largo tiempo en mi habitación durante el día.

27 de Diciembre. El pobrecito permaneció largo rato conmigo. Quise rezar y, de un golpe, se puso junto a mí; quedé en silencio. Vi que estaba todo cubierto de protuberancias que sangraban. Espantosamente repugnante. Lo único que quiero es que no me vuelva a tocar. Cuán débil es mi amor por aquel pobre miserable, que todavía me sigue pareciendo repulsivo. Cuánto he deseo tener más corazón con él. Repentinamente Catalina apareció de pie frente a mí señalandome su boca que antes era tan repugnante, ahora es toda resplandeciente. Me sentí tan contenta de verla así. Me sonrió. Yo: «¿Estás todavía conmigo?». Ella: «No». Yo: «¿Y por qué estás aquí ahora?». Ella: «Porque eres débil». Yo: «Sí, siempre soy tan débil, pero al verlo tengo una buena razón para sentir miedo de él, ¿Lo puedes ver?». Ella: «No». Desapareció. Fue algo bien hermoso y estoy agradecida, ahora los espíritus me ayudan a ser mejor. El pobrecito se fue de inmediato, fui capaz de vencerme y le dije: «¡Vuelve pronto!». (Es muy triste que a mi edad no haya sido capaz de entender aún lo que es el sacrificio: Debo decir «Sí», pero de hecho digo «No»).

28 de Diciembre. Henrique aquí. Al verlo tan triste le pregunté el por qué. Él: «No me has dado nada». Yo: «Perdóname, lo sé, pero los demás me causan tanto pesar; ahora te ayudaré primero a ti. ¿Sabes quién más viene a mí, aparte de ti?». Él: «¡Todos caminamos en la oscuridad!». Más tarde vino el pobrecito, lo he observado bien: piel morena, protuberancias y heridas en el centro, por lo que pensé que el suelo estaría todo ensangrentado. Era horrible. Se me acercó y me miró detenidamente. Yo: «Todavía no puedo ayudarte mucho, primero debo ayudar a otro». Entonces comenzó a gritar y a correr por toda la habitación, luego se me acercó con un brazo alzado, rápidamente puse la reliquia de la S. Cruz frente a él. Empezó a gruñir como un perro rabioso, pero se quedó inmóvil. Su presencia me hace palpitar tremendamente el corazón porque me mira tan descaradamente que me produce mucho miedo. No tiene aspecto triste sino agresivo. Ahora comienza la lucha que he tenido ya en otras ocasiones; debo amarlo y no soy capaz, pero sólo cuando amo, teniendo el alma envuelta en el terror, puedo hacer sacrificios.

La sombra vino tres veces. Tengo curiosidad de ver que saldrá de ello, sin embargo no me asusta; es como un pedazo de pared que se mueve. Es totalmente singular lo que me intimida; me sorprende que a menudo me llama más la atención las cosas pequeñas que las verdaderamente espantosas: me asusto con un susurro en la habitación, cuando la aparición entra por la ventana en vez de por la puerta, también cuando siento respirar junto a mí, el ruido en la pared, etc.

29 de Diciembre. Henrique aquí; le he hecho un montón de preguntas pero no he obtenido ninguna respuesta. Empezó a rezar por su cuenta; cuando le rocié agua bendita se tranquilizó.

El pobrecito vino más tarde, se agachó en un rincón y se quedó mirándome. Le dije: «Ven aquí, quiero rezar contigo, ¿Por qué eres como una bestia?». En un abrir y cerrar de ojos estuvo en mi cama.

Cuando empecé a rezar gritó terriblemente, se tiró al suelo y comenzó a convulsionar. Desafortunadamente no estaba cerca de mí la reliquia de la S. Cruz, le di agua bendita. Poco a poco su espasmo se calmó y se quedó tendido en el suelo. Pude ver bien lo grande que era y cuán lleno de protuberancias estaba. Su rostro es sólo una masa, con aquellos ojos. Conmueve el ver algo así.

Me levanté y me arrodillé junto a él y le dije: «¿Por qué no me dejas rezar?, yo quiero ayudarte, sólo quiero ayudarte, ahora déjame orar contigo, ¡verás que te hará bien!». Dije el Padrenuestro y lo escuchó tranquilo, pero luego me sacudió con su espantoso brazo; fue una cosa muy dura. Dejé que lo hiciera pero luego le dije: «Yo te ayudo con mucho gusto si tú no me tocas». Siguió haciendo lo mismo. Continué rezando y, entre sollozos, empezó a sentir arrepentimiento. Al ver su miseria lloré también. Sucedió algo extraordinario: Se levantó y se arrodilló junto a mí. Entonces le hablé mucho de la gracia de la Navidad. Pobre criatura, cuán terriblemente debe sufrir!. Le pregunté: «¿No puedes hablar todavía?». Hizo una señal de que no con la cabeza. Yo: “¿Me entiendes?». Me hizo una señal de que sí. Ahora nos hemos convertido en amigos. Desapareció inmediatamente. Fue algo bien difícil, pero ahora estoy contenta. Darle una alegría a un alma es mucho más bello que hacer felices a las personas. Cuán bueno es Dios, he sentido su presencia como nunca antes; debe ser así pues, de lo contrario, no podría. Lamentablemente debo decir que ahora hago pocas cosas para mí, estoy siempre en lo mismo; y si por la tarde busco alguna cosa en mi mesita, no encuentro nada que me interese.

La sombra vino de nuevo a la hora de comer. En el pasillo encontré a «Los Once».

30 de Diciembre. Henrique estuvo aquí largo rato, pero con toda clase de oración que comenzaba estaba siempre descontento, cosa que manifestaba con suspiros y agitación. Finalmente se me vino a la mente el «Acordaos», entonces se calmó. Pensé que seguramente habría ido la Virgen a salvarlo. Así que le pregunté: «¿Qué sucedió para que hayas sido salvado?». Ninguna respuesta. Yo: «Lo quiero saber». Él: «Madre… cordia (Misericordia)», no le entendí bien. Yo: «¿Siempre la veneraste?». Él: «Sí».

Esta conversación me encendió el corazón y me hizo muy feliz. Cuántas de estas preguntas ya había hecho sin haber obtenido respuesta.

31 de Diciembre. El pobrecito aquí largo rato, muy inquieto.

Mientras estaba en el comedor llegó de nuevo la sombra, me quedé con la boca abierta en medio de la conversación y todos preguntaron: «¿Qué te ocurre que has puesto esa cara?». Esa pregunta me hizo sentir aún más estúpida de lo que ya me sentía. Una nueva dificultad: permanecer natural frente a lo sobrenatural.

2 de Enero. El pobrecito estuvo muy difícil; llegaba y se me acercaba cada vez más y gemía. Imposible rezar. Sentía tanto miedo de que me tocase, era lo que más me angustiaba, todo mi ser se rebelaba. Me alegré cuando llegó Henrique, con quien pude rezar. Luego el pobrecito se fue. Ya que me sentía tremendamente cansada dije: «Por favor déjame dormir, sigo rezando también por ti». Él: «¿Qué me habías prometido?». Se fue. Me sentí avergonzada por mi pereza.

3 de Enero. Me desperté sobresaltada. El pobrecito apoyaba sus manos sobre mí, fue algo terrible. Le rogué que se alejara y de inmediato me puse a rezar por él, pero estaba muy intranquilo; se fue de mi habitación a la de al lado, donde lo escuché hacer ruido por largo rato. Llegó Henrique llorando. Le pregunté: «¿Por qué estás así de triste?». Él: «Hay algo entre tú y yo». Yo: «Sí, lo sé, pero debo rezar también por lo demás». Él: «¡No debes!». Yo: «Pero siento tanto miedo cuando no puedo ayudar a aquel pobrecito, miedo de que me atormente». Él: «¡Soporta!». Y desapareció. Así es muy difícil, qué puedo hacer con aquel pobrecito?.

4 de Enero. Vino el pobrecito. Le dije que todavía no podría ayudarlo hasta que no fuese liberada la otra alma. Empezó a gritar y se lanzó sobre mí. Fue tremendo!. Más tarde vino Henrique. Yo: «¿Estás contento conmigo ahora?». Él: «Sí». Yo: “¿Debo hacer todo para ti y para los otros nada?». Él: «¡Da de más!». Realmente él ve en lo íntimo de mí; yo podría dar aún más si no estuviese más en mí aquel «Yo».

5 de Enero. El pobrecito vino durante el día; pude ver toda su inmundicia y lo repugnante que es. No puedo explicarme de qué está envuelto su cuerpo, quizás no sea piel, pero de todos modos esta completamente lleno de úlceras e inflamaciones. Comparándolo con mi estufa pude notar su gran tamaño. Vino hacia mí con sus brazos extendidos. Me refugié en la torre. No me persiguió. Desapareció

6 de Enero. Por la noche tuve dolores y no vino ninguno; cosa extraordinaria, pero lo agradezco. El caballero en la Iglesia (era domingo).

«¡El tormento cesa, el castigo no!»

7 de Enero. El pobrecito nuevamente entró por la ventana, hizo tanto ruido que me levanté de inmediato. Yo: «Si aún no puedes hablar dame una señal como respuesta, ¿Eres una pobre alma?». Asintió con la cabeza. Yo: “¿De veras te puedo ayudar?». Nuevamente asintió con la cabeza y se me acercó más. Yo: «¿Conoces aquella otra alma que debo ayudar antes que a ti?». Sacudió la cabeza e intentó agarrar mi mano. ¡No pude dársela!. Yo: «¿Por qué me tocas siempre?». Entonces me mostró sus heridas e inflamaciones gritando espantosamente. Recé con él. Se tranquilizó un poco sosteniendo su mano sobre la cama. Llegó Henrique, pero parece que no se ven. Yo: «¿Sabes que aquí hay otra alma conmigo?». Él: «Sí». Yo: «¿La ves?». Él: «No». Yo: «¿Y entonces cómo lo sabes?». Él: «Tú ya la socorriste». Yo: «¿Y cómo la socorrí?». Él: «Diste luz». Yo: «¿Qué quieres decir?». Él: «Mostraste el camino». Yo: «¿Te estoy ayudando también a ti?». Él: «Sí». El pobrecito se fue. Henrique permaneció largo rato, he rezado mucho con el. Le pregunté aún muchas cosas, pero no hubo respuestas. No comprendo nada de esto, cómo puedo dar «luz»?, pero una cosa sí es segura, y es que el pobrecito aún necesita mucho.

9 de Enero. El pobrecito permaneció conmigo desde las 10:30 hasta las cuatro. Nada que hacer con él. No lo perdí de vista ni por un instante, y eso es muy molesto. Su rostro parece tener un poco de claridad. En un momento se me lanzó encima. Le grité: «¡No puedes hacer eso!». Se puso furioso, pero se retiró a un rincón. Sentí mucho miedo. Apenas se fue escuché una música que venía de muy lejos, algo totalmente nuevo. Abrí la ventana pero afuera no oí nada.

10 de Enero. Henrique vino en pleno día, parecía muy alegre. Le dije: «Te ves muy contento, ¿Estás mejor?». Él: «Sí». Yo: «Pero dime, «¿Por qué debes seguir expiando aún?, he ofrecido varias veces la Indulgencia Plenaria por ti». Él: «Sí». Yo: «¿La has recibido?». Él: «¡Sí, Dios es justo! ¡El tormento cesa, el castigo no!». Desapareció.

Me encontré con la sombra; ha tomado forma de mujer, pero aún es irreconocible.

El pobrecito entró gritando. Aún no me había acostado. Inmediatamente me puse a rezar con él. Apoyó su mano sobre mi cabeza, pero la quité, entonces dijo: «¡Por favor!». Yo: «¿Qué debo hacer por ti?». Él: «¡Sacrificios!». Yo: «¿Qué sacrificios?». Él: «¡Voluntad!». Entendí de inmediato lo que quería: yo no lo quería tocar y debía hacerlo. Me extendió sus brazos, le di la mano, pero sin gusto, más bien con aversión. Luego tomó la otra. Sentí su pegajosa mano en la mía, me dieron ganas de llorar. Le dije: «¿De qué te puede servir mi mano?». Él: «¡Me refrescas!». Me mantuve firme, pero para nada contenta, hasta que sus manos cayeron de las mías; no había nada más que decir. Permaneció un poco más y luego desapareció.

11 de Enero. Henrique estuvo aquí casi toda la noche. Ahora parece verdaderamente feliz. Yo: «Dime, ¿Por qué estuviste poseído?». Él: «Di escándalo». Yo: «¿Ahora dónde estás?». Él: «¡En la oscuridad!». Yo: «¿Aún lejos del buen Dios?». Él: «Sí». Yo: «¿Todavía vendrás a verme?». Él: «No». Yo: «¿Por qué no?». Él: «No puedes darme más nada». Yo: «Pero te ayudo de muy buen gusto». Él: «Yo estoy alejado». Yo: «¿Qué debes sufrir todavía?». Él: «¡El castigo de la separación!». Y desapareció. Qué extraño es todo esto. Yo sólo escribo aquello de lo cual estoy absolutamente segura de haber entendido. A veces debo repetir la pregunta porque con frecuencia sólo murmuran o tartadean.

El monstruo se da a conocer

12 de Enero. El pobrecito aquí. No hubo nuevas dificultades. Vi la sombra y al caballero. 13 de Enero. Me despertó con un apretón en mi brazo derecho y después se inclinó sobre mí. Su cabeza estaba tan cerca que sentí desmayar de horror. No puedo describir cuán espantoso fue, pero no me quiero lamentar. El Señor Dios no me mandará más de cuanto pueda soportar. Incluso su cara está repleta de erupciones y como cubierta de una masa pegajosa. Al fin se puso de pie junto a mí. Comencé a rezar. Desapareció.

Vi al caballero en la Iglesia.

14 de Enero. Estaba muy preocupada por mi regreso a Roma. Por la noche L… estaba sentada conmigo, de repente vi al pobrecito detrás suyo mirándome de la forma habitual. Trato de no impresionarme pero me ganan los nervios, no soy capaz de aguantar. Entonces mandé a L… a dormir. En el momento en que iba a abrazarla la sombra se puso en medio de las dos, sin embargo pude ver a L… a través de la sombra. Aunque L… está justo detrás de la sombra, no ve nada. Le sorprendió que la hubiese mandado repentinamente a la cama, quizás le parecí antipática. Tan pronto ella se fue, el pobrecito se lanzó sobre mí. Debo ser firme, no quiero desmayarme, pero en verdad que ya estaba por perder el sentido. No sabría decir si en aquel momento rezaba o no, pues me encontraba como un trasto: no era capaz ni de pensar. Apenas podía respirar, tan fuerte me apretaba. Al fin me liberó. Yo: «¿Por qué me atormentas así?». Él: «Para que sientas mi tormento». Yo: «¿Pero quién eres tú?». Él: «Uno que busca». Yo: «¿Qué buscas?». Él: «¡Reposo (Paz)!». Yo: «¡Quiero saber cómo te llamas!». Él: «Enrique*». Y desapareció. En esta ocasión lo vi muy deshecho, sin embargo estoy bien contenta porque ya habla. *El Padre Sebastián Wieser comenta: Enrique von M… fue una persona distinguida. También encontré su nombre, como aquellos de Egolfo y Bárbara, en los registros de la Parroquia. Debió haber llevado una vida salvaje. Se aparece por más de un año. Hizo donaciones para Misas que, sin embargo, por la inflación, ya no tienen valor. Por esto mandé preguntar si sabía que las S. Misas no se habían celebrado (como seguramente sí se habría hecho al principio de su muerte). «La sangre de Cristo fluye para todos nosotros» fue su respuesta. El 11 de Febrero es finalmente el día de su liberación.

Oí una vez más aquella extraordinaria música; podría ser que sólo se trate de mi imaginación y provenga de las vibraciones de los cables telefónicos que pasan por debajo de mi ventana.

15 de Enero. Enrique estuvo aquí largo rato pero no pasó nada malo. Ahora empieza a estar contento con las oraciones e incluso su rostro ha cambiado mucho. Me parece conocer sus ojos, sin embargo no puedo precisar aún quien sea. La sombra estuvo en mi habitación pero todavía no sé si es una mujer.

16 de Enero. Enrique me despertó con un grito y luego comenzó a gemir en forma tremenda. Recé con él, pero viendo que continuaba lamentándose tomé el agua de los tres Reyes Magos y la rocié sobre él. Se calmó de inmediato y empezó a murmurar la oración conmigo. Al rato se fue. En el piso no quedó ni una gota del agua bendita y sin embargo yo había vaciado la botella entera.

17 de Enero. Extraño. Toda la noche tuve fuertes dolores, nadie vino. Como a las cuatro me quedé dormida. A las seis vino Enrique. Le pregunté: «¿Por qué viniste hoy tan tarde?». Él: «No te encontraba». Yo: «¿Por qué no?, ¡He estado aquí todo el tiempo!». Él: «No estabas clara». Yo: «Pero dime, ¿Por qué aquel aspecto tan de horrendo?». Él: «El pecado». Yo: «¿Te conocí cuando vivías?». Él: «No». Yo: «¿Viviste en este castillo?». Él: «Sí». Desapareció.

La sombra subió las escaleras conmigo, ella iba adelante. Vi al caballero en la Iglesia.

18 de Enero. De nuevo el pobrecito aquí. Se arrojó sobre mí, le rogué que me dejara en paz pero parecía no escucharme. Finalmente se puso de pie junto a mi!. Estaba tan espantada que nuevamente sentí ganas de llorar. «¿Por qué lo has vuelto a hacer?». Él: «Para ser liberado». Yo: «¿Para ser liberado de qué?». Él: «¿No ves esto?». Yo: «No». Él: «Mírame bien». Luego desapareció. ¿Debo ayudarlo a liberarse de sus hinchazones?. No entiendo. ¿Cómo puede ser posible que le aproveche un sacrificio hecho a la fuerza?, nunca lo tocaría voluntariamente.

19 de Enero. Debo decir que ahora siento miedo cada noche. De todos modos puedo dormir. A la una llegó Enrique gritando. Yo: «¿Qué es lo mejor que podría hacer para ayudarte?». Él: «¡Véncete a ti misma!», y al instante se abalanzó sobre mí. Fue algo tremendo. Soporté aquella pena en sacrificio por él. Finalmente me dejó libre. No dejaba de pensar que había quedado toda sucia por él, sin embargo, cuando me pude ver, estaba limpia. Yo: «¿Tienes que atormentarme de esta manera?». Él: «Sí». Yo: «¿Y quién lo quiere?». Él: «Yo». Yo: «¿Eso quiere decir que aún tienes libre voluntad?». Él: «No». Yo: «Entonces, ¿Por qué dices que Tú lo quieres?». Él: «Él me empuja, porque solamente tú… «. No entendí el resto. Más tarde me desperté de nuevo por aquella música. No soy capaz de comprender qué cosa es, es como un canto en la pared de al lado.

20 de Enero. Se vino corriendo hacia mi habitación como un huracán empujado por el viento. Aún estaba despierta. De inmediato le dije: «¡Por favor hoy mantente lejos de mí!». Él: «¿Por qué?». Yo: «Porque no lo soporto». Él: «¿Entonces ya no quieres ayudarme?», y rápidamente se puso a mi lado. Me callé y cerré los ojos. Puso sus manos sobre mis hombros y presionó su cabeza contra la mía. No supe más, fue demasiado. Un momento después recobre la conciencia. Estas cosas son muy difíciles de llevar, pero al recibir la S. Comunión todo se me olvida.

21 de Enero. Igual de horrible, sólo que esta vez conseguí no perder el sentido. El estar pensando con tanta repugnancia y terror me debilita, por eso los desmayos.

22 de Enero. Hoy me fue mejor. No pude hacerlo hablar, pero al menos pude rezar con él.

Vi nuevamente la sombra y al caballero en la Iglesia.

23 de Enero. Enrique se ve distinto, no sé en que ha cambiado, sin embargo ya no es tan repugnante. Estoy feliz porque no me ha vuelto a tocar. Yo: «Dime, ¿Eres Enrique von M.?». Él: «¡Sí!». Yo: «¿Por qué has debido hacer una penitencia así de larga?». Él: «¡El peor pecado!». Yo: «¿Has estado rondando el castillo todo este tiempo?». Él: «Sí». Yo: «¿Por qué nunca antes te había visto?». Él: «Aún no te era permitido». Yo: «Tengo que preguntarte: ¿Te has dado cuenta de que las S. Misas que tú mismo dejaste para que se celebraran por tu alma, no se llevaron a cabo?». Él: «¡La Sangre de Cristo continúa fluyendo para todos nosotros!*».

*»La Sangre de Cristo continúa fluyendo para todos nosotros». Aquellos «señores» que piensan de distinta manera sobre el Santo Sacrificio de la Misa y no creen en la Transubtanciacion, no saben lo que hacen!.

Luego comenzó a llorar. Yo: «¿Por qué lloras?». Él: «¡Porque no puedo aprovecharme de la Sangre de Cristo!». Yo: «¿Y por qué no?». Él: «El castigo». Yo: «¿Te sirvo de ayuda?». Él: «¡Sí!». Después oré con él. No pude hacerlo hablar más. Permaneció un rato y se fue.

Al anochecer, mientras estaba en la Iglesia, el caballero se arrodilló cerca de mí y pude ver cuán hermoso y contento estaba. No fui capaz de hablarle. Esta alma es distinta a las demás, no puedo acercarme mucho.

24 de Enero. Ya que tengo confiado todo lo importante en este Diario, debo decir también que me siento ya por encima de mis fuerzas y que, para tener las fuerzas físicas necesarias, he debido dejar algunas cosas tan necesarias al espíritu: no he podido ir a Misa a causa de mi tremenda debilidad. Ahora empiezo a perder todo, comienza a salir a flote todo aquello que no debería, ¡impaciencia y falta de caridad!. Enrique vino tres veces durante la noche, por fin tiene una apariencia humana, ya no parece un mono. No le vi ni una erupción. Recé bastante con él y tuve la impresión de que el «De profundis» le sentaba mejor. En un instante se puso a mi lado pero sin tocarme ¡Gracias a Dios!. Él: «¿Te diste cuenta?». Yo: «Sí, tienes un aspecto distinto, ¿Y a qué se debe?». Él: «¡Te has flagelado». Desapareció. Lo hice porque sentí como una inspiración de que eso le haría bien.

Desgraciadamente puedo hacer tan poco por aquellos pobrecitos!.

Vi la sombra de nuevo en la escalera. extraños.

Oí la música.

Es una mezcla de sonidos tan

25 de Enero. Enrique permaneció aquí bastante tiempo; estaba muy triste y no pude hacerlo hablar. Las heridas y las erupciones realmente desaparecieron. Lleva puesta una camisa marrón. Su enorme aflicción se refleja en la forma de comportarse, si pudiese describirla!

26 de Enero. Enrique vino de día. Es más tolerable verlo de día que de noche. Su cabeza y su rostro parecen un mosaico de colores; la cabeza era como transparente e impresionaba de forma extraña. Le pregunté: «¿Por qué estabas tan triste ayer?». Él: «No podía venir a ti». Yo: «¿Por qué no?, he estado aquí». Él: «Habían muchos otros a tu alrededor». Yo: «¡No he visto nada!, ¿Quiénes eran?». Él: «Almas». Yo: «Sin embargo he rezado por ti». Él: «Tú estabas dividida». Yo: «¿Por eso hoy viniste tan temprano?». Él: «Sí». Realmente había tenido paz toda la noche, fue un gran alivio. Me oprime, sin embargo, el pensar que más almas esperan por mí. ¿Podré ser capaz de soportar todo esto?. ¡Y dónde está mi confianza en Dios y mi espíritu de sacrificio?.

La sombra me ha perseguido todo el día, es una figura de mujer, aún irreconocible.

Enrique vino por la noche pero sólo un momento. He vuelto a escuchar aquella música, me pone algo triste. Es algo tan indescriptible, si es fantasía o no, no lo sé, sin embargo lo escribo. Por el contrario, no deseo seguir escribiendo lo que hago por las pobres almas, pues es lógico que hago algo, y tendré que continuar haciendo cada vez más.

28 – 29 de Enero. Dolores, por lo que tuve paz. Por la noche quise hacer una prueba y llamé a Enrique. Fue inútil.

30 de Enero. Muy extraño. Llegó Enrique y me hizo señas de ir con él. Fingí no haber visto, entonces se me acercó bastante y me dijo: «¡Ven conmigo!». Fue todo menos simpático. No me moví. Entonces comenzó a agitarse tanto que tuve que tomar el poco valor que tenía y me fui con él. En ese momento sonaban las tres. Me llevó fuera y luego bajamos hasta la puerta del sótano (debajo de la cocina), la abrí y bajamos las escaleras. Algo realmente poco agradable de hacer!. Una vez abajo me mostró un rincón y desapareció. Yo estaba de pie frente a la pared. No vi nada. Qué alegría que por todas partes hay luz y pude encenderlas o de lo contrario habría sido algo aún más tremendo. Es mejor no describir los terribles pensamientos que le llegan a una persona en tales circunstancias, sin embargo necesito soportar. Desgraciadamente aún soy demasiado «¡Yo!».

1 de Febrero. Enrique aquí toda la noche; permanece en silencio a todas las preguntas. He rezado por él.

Ahora la sombra es bien reconocible. Es la vieja señorita solterona Janette, que vivió por 40 años con mi abuela. La vi pasar junto a mí.

Cuando regresaba de la Iglesia a casa, quise abrir la puerta de mi habitación; la manija se giró sola; ¿Quién estaba allí?, Enrique. Estaba muy asustada. Yo: «¡He rezado sólo por ti!, ¿Te has dado cuenta?». Él: «Sí». Yo: «Ahora dime, ¿Hay alguien enterrado en el sótano?». Él: «¡No!». Yo: «¿Entonces para que me llevaste?». Él : «Porque allí he pecado». Yo: «¿Mataste a alguien?». Él: «¡No!, ¡Continúa preguntándome!». Yo: «¿Te hará bien que lo sepa?». Él: «Sí». Yo: «¿Es un pecado contra el sexto mandamiento?». Él: «¡Sí!». Yo: «No deseo saber más nada, ¿Qué puedo hacer para ayudarte?». Él: «¡Reza hoy!». Yo: «¿Y por qué precisamente hoy?». Él: «¡Porque estás totalmente limpia!». Yo: «¿Lo dices porque he recibido los Sacramentos?». Él: «¡Sí!». Y desapareció. (Escribo todo esto sólo por obediencia, no quiero omitir nada; lo único que quiero es que no me vengan pensamientos de vanidad pues, al contrario, la pureza es hermosa).

2 de Febrero. De nuevo aquella música me despertó. Más tarde vino Enrique. Le pregunté: «¿Por qué has debido vagar por este lugar tanto tiempo?, ¿No te pudiste confesar?». Él: «¡Sí, perdonado, pero no expiado!, ¡No hice penitencia!». Yo: «¿Puedes decirme por qué tu hermana Bárbara tenía una herida en la nuca?». Él: «No». Yo: «¿Puedes ver otras almas en el castillo?». Él: «No». Yo: «Ya no me encontrarás más porque me voy, pero seguiré rezando por ti». Él: «¡Para nosotras no existe espacio!». Yo: «¿No estás unido a este lugar?». Él: «Estoy unido a ti». Yo: «¿Por qué?». Él: «¡Por la misericordia de Dios!». Y desapareció.

Ciertamente es Dios quien lo quiere, me ha infundido la idea de que puedo hacer algo por él; me he estado comportando de una manera deplorable todo este tiempo, pensando solamente en mí.

Esto da un impulso al alma, que le ayuda a ver en medio del miedo y de dolorosos sufrimientos. El buen Dios me manda hacerlo. Hoy me encuentro en un estado extraño, totalmente dividida. Este gozo espiritual que siento, no permite a mi cuerpo moverse; pero estoy tan ágil [en esconder el gozo] que nadie percibe nada. Siento tantos deseos de llevar a los demás esta alegría que hay en mí!; por eso estoy tan contenta de que alguien sepa lo que me está ocurriendo, aunque a veces este hecho (de contar) no me agrada porque en el fondo mi alma es propiedad privada.

Vi al caballero en la Iglesia durante el Santo Rosario.

Me encontré a «Los Once» amigos cerca de la montaña. Tal vez Enrique sepa algo de ellos, le preguntaré. El caballero permaneció allí durante casi toda la Misa, tanto como para hacerme pensar que los asistentes debieron haber tropezado con él. Enrique estuvo aquí poco tiempo.

4 de Febrero. Enrique permaneció casi toda la noche. Le dije que debía irme y que estaba convencida de que no iba a encontrarme. Me contestó: «El camino es iluminado»*.

*Comentario de su director espiritual Padre Sebastián Wieser: El viaje duró tres días, del 4 al 7 de febrero. Lo que sigue ocurrió en Sch…, a sólo 100 km de distancia del castillo de Waal.


PARTE 5

«¿Cuándo moriré?»

7 de Febrero. En Sch… efectivamente vino Enrique, por la noche. No dijo nada. Creo que habían más almas en la habitación. Todo el tiempo escucho murmurar, cosa poco agradable.

8 de Febrero. Enrique se estuvo largo rato. Se ve bien. Yo: «¿Seguirás viniendo así de seguido?». Él: «Debes darme más». Yo: «¿Qué cosa?». Él: «Mortificación». Debo reconocer que últimamente la había dejado, pensando que él ya estaba mejor. Tan pronto como se fue, vi una sombra que iba de un lado para otro y escuché bastantes murmullos.

9 de Febrero. Enrique vino dos veces durante el día, y más tiempo durante la noche. Yo: «¿Puedes decirme cuando moriré?». Él: «Mantente preparada». Yo: «¿Entonces pronto?». Él: «Cuando hayas madurado». Yo: «¿Puedes indicarme mis faltas?». Él: «¡No!». Mientras él hablaba conmigo, de repente, hubo un ruido y un murmullo en la sala, que hasta ahora no había oído, y luego todo desapareció ¿Qué irá a suceder?.

11 de Febrero. Enrique se apareció repentinamente de pie junto a mí durante el rezo de Maitines. Le dije: «Ven acá que quiero darte agua bendita, ¿Estás contento?». Él: «Sí». Yo: ¿Qué quieres ahora?». Él: «¡Tu mano!». Se la di, él tomo la otra y permanecimos así. Parecía como si mis fuerzas se me estuvieran yendo. Entonces le dije: «¡Por favor suéltame!». Él: «¡Aguanta, entonces seré libre!». Sostenía mis manos con mucha fuerza. Finalmente le dije: «Déjame libre, ya suéltame o no tendré tiempo de ir a la Comunión, ya es tarde». Me soltó y por primera vez vi una sonrisa en su rostro. Dijo: «¡Gracias, estoy en la luz!». Desapareció.

Rainardo

16 de Febrero. Me encontré un anciano en el pasillo, me siguió hasta la habitación y desapareció. Los ruidos en mi habitación son siempre los mismos.

18 de Febrero. Vi una mujer en el jardín, todo el tiempo permaneció junto a mí. Se veía muy triste. Cuando quise hablarle desapareció. 19 de Febrero. Vi al hombre nuevamente en el pasillo. No produce miedo.

21 de Febrero. El hombre vino por la noche, parecía muy contento. Mientras oraba permaneció junto a mí, después abrió un cajón del armario, como si estuviera buscando algo.

22 – 23 de Febrero. Estuve muy mal. No escuché nada, ni la música ni los ruidos.

24 de Febrero. Vino el hombre. Así como me aconsejaron hacer la prueba de no responder a nada, así lo hice. Fue algo totalmente extraño: el hombre permaneció inmóvil frente a mí, mirándome fijamente; tuve la sensación de que me extraía todas mis fuerzas. Me sentí debilísima, luego se inclinó sobre mí y empezó a golpearme; fue algo terrible. Quise continuar con la prueba y no me moví. Después lanzó un grito tan fuerte que creí que la casa se derrumbaba, y desapareció. Me encontré tiraba en el suelo, algo me había hecho, ¿Pero qué?. También pudo haber sido que se me hubiera subido la tensión tratando de resistir. De todas formas quiero intentarlo una vez más. El grito lo escuchó mi sobrina, que pensó que había sido yo por algún mal sueño.

25 de Febrero. Encontré al hombre en mi habitación cuando iba a dormir. Fingí no haberlo visto. Mientras recitaba Vísperas me dio un fuerte puñetazo, como cuando alguien está muy furioso. No le hice caso, me fui a dormir y apagué la luz. Lo escuchaba cerca; hacía mucho estruendo en la habitación, encendí la luz. Comenzó a correr por la habitación, luego se me acercó y me dijo: «¿Por qué me resistes?». No quise responder, entonces se arrojó con todas sus fuerzas sobre mí, me agarró fuertemente el cuello y con un espantoso grito desapareció. Creo que ya fue suficiente con estas pruebas, debo volver a responder. Escuché de nuevo la música.

26 de Febrero. Llegó el hombre gritando. Yo: «¿Qué quieres?, ¡Estoy dispuesta a ayudarte!». Él: «¿Por qué no me escuchabas?». Yo: «¡Porque no quiero, ve a otros!». Él: «¡Yo sólo puedo venir a ti!». Yo: «¿Quién eres?». Él: «Rainardo». Yo: «¿Por qué no tienes paz?». Él: «¡He engañado!». Yo: «¿Por qué abriste el armario?». Él: «¡Dinero!». Yo: «¿Cómo te puedo ayudar?». Él: «¡S. Misa! ¡He robado!». Y desapareció.

27 de Febrero. Rainardo estuvo aquí poco tiempo. No habló.

28 de Febrero. Vino Rainardo, ahora ya no siento tanto miedo. Yo: «¿Viviste en este castillo?». Él: «¡No!». Yo: «¿Dónde estás sepultado?». Él: «En Heidelberg». Yo: «¿Por qué vienes a este lugar?». Él: «¡Por causa del dinero estoy retenido aquí!». Yo: «Puedes estar seguro de que haré celebrar la S. Misa». Se fue. Nadie sabe nada de este Rainardo: pienso que tal vez pudo haber estado aquí como criado, pero por muy poco tiempo.

1 de Marzo. Mucho estruendo. Vi también una figura de mujer en el pasillo. De nuevo la música.

2 de Marzo. Durante el día vi muchas sombras en mi habitación, mucho ruido. 3, 4 y 5 de Marzo. Estuve muy enferma, no vino nadie. 6 de Marzo. Una mujer permaneció conmigo toda la noche. Aún irreconocible. Se veía agitada.

7 de Marzo. Encontré a la mujer en el pasillo. Por la noche un estruendo casi insoportable en la habitación, en el armario, bajo la cama; tengo tanto miedo. Estas cosas me producen más miedo que si viese algo.

8 de Marzo. Una vez más un estruendo casi insoportable; mientras tanto llegó la mujer, su rostro todavía envuelto en niebla.

9 de Marzo. Estaba leyendo en mi habitación. De repente vino una ráfaga de viento y quedó todo repleto de un denso humo. Las puertas y ventanas estaban cerradas. Fue algo horrible.

Me agobia mucho la idea de que todo esto siga aumentando. Sin embargo estoy muy contenta porque la sensación de la presencia de Dios me envuelve continuamente*. Me gustaría escapar de todo y permanecer en esta presencia. Si tan sólo pudiese describirla.

*Dios sabe pagar muy bien todo lo que se hace por los demás. La Princesa tuvo que sufrir mucho con estas apariciones, pero al mismo el buen Dios la iba colmando de gracias, la iba envolviendo cada vez más con su presencia, como veremos más adelante. Así como exige, también da.

Por otra parte, estoy convencida de que esto únicamente puede comprenderlo el alma que lo experimenta. En medio de alguna situación alegre, aquello me viene de repente, lo único que puedo hacer es adorar, y esos segundos me hacen feliz el resto del día. Escribo esto de mala gana, se oye tan fantasioso; lo hago con la certeza de que usted [(su confesor)] me dirá si hay algo errado.

11 de Marzo. La mujer vino tres veces durante la noche. Ahora se reconoce bien. El sufrimiento está como impreso en la pobrecita. Su boca está totalmente hinchada. Mi sobrina la sintió cuando entró a mi habitación. Por el reloj pude comprobar el momento exacto.

12 de Marzo. La vi cinco veces durante el día, siempre como un trapo.

14 de Marzo. Vino como rodeada de fuego. Le dije: «¿Pero dime quién eres?». Ella: «Ermengarda Montfort». Luego se tiró al suelo y empezó a llorar desesperadamente. Sentí tanta lástima que me arrodillé a su lado y le dije: «Haré todo lo que puedo por ti, ¿Deseas algo en particular?». Ella: «Mortificación». Yo: «¿Mortificación en qué?». Ella: «En el cuerpo». Y desapareció. Si yo fuese distinta, cuánto podría ayudar!. Gracias a Dios que ahora los espíritu me enseñan.

15 de Marzo. Ella permaneció largo rato aquí. No es de aquellos espíritus que producen miedo, sólo compasión. Creo que debió haber sido muy bella, solamente su boca está estropeada. No dijo nada. Rezó tranquila. 16 de Marzo. Algunos Religiosos pasaron la noche en el Castillo. Cuando vino Ermengarda le dije: «Ve un momento donde los Padres, que ellos pueden rezar mejor por ti». Ella: «Estuve con ellos, pero no me ven». Yo: «¿Se debe verte para poder ayudarte?». Ella: «¿Das algo a los pobres si ellos no te extienden la mano?». Yo: «¿Viviste aquí?». Ella: «¡No, pero aquí he pecado!». La tristeza que refleja su rostro es incomparable.

Después de tanto tiempo he vuelto a escuchar la música.

17 de Marzo. Vino Ermengarda llorando. Le di mi Crucifijo de los moribundos y lo besó, no pude consolarla. Yo: «¿Así de enorme es tu sufrimiento?». Ella: «¡Pero mírame!». Parecía como rodeada de fuego, se fue de inmediato. Volvió al amanecer. Yo: «¿Por qué debes sufrir tanto?». Ella: «¡Por los pecados de la lengua: provoqué divisiones, discordia…!». No entendí el resto. Yo: «¿Realmente te puedo ayudar?». Ella: «Sí». Yo: «Dime, ¿No hay más personas que te puedan ayudar?». Ella: «¡Nunca se acuerdan de mí!». Yo: «¿Cómo me encontraste?». Ella: «He visto a otros venir a ti.». Entonces se me acercó mirándome con ojos suplicantes. Me sentí tan impotente. Desapareció. Aún no sé qué más pueda hacer por ella, pues los vivos también exigen mucho de mí, y lo que puedo dar es tan poco.

19 de Marzo. Vi a Ermengarda cuatro veces durante el día.

Del 20 al 27 de marzo tuve gripe. No vi ni sentí el más mínimo ruido. Descanso absoluto!.

28 de Marzo. Tenía la sensación de que algo había en mi habitación, pero no veía nada. Yo: «¿Ermengarda eres tú?». Ella: «Sí». Yo: «¿Dónde estuviste todo este tiempo?». Ella: «Junto a ti». Yo: «¿Por qué no te podía ver?». Ella: «No podías dar nada». Yo: «¿Pensé demasiado en mí misma?». Ella: «Sí». Después la pude ver. Qué extraordinario, es verdad, me sentía tan agotada que no pensaba en otra cosa más que en esto: «Deseo estar tranquila».

29 de Marzo. Se sentó en mi cama. Nada que temer. Rezamos bastante.

30 de Marzo. Permaneció mucho conmigo durante el día. Le hice bastantes preguntas pero no me contestó a ninguna.

31 de Marzo. Vino totalmente deshecha en lágrimas. Yo: «¿Qué puedo hacer para ayudarte de una buena vez?». Ella: «¡Con el amor!». Yo: «Pero si tengo amor para contigo». Ella: «¡No basta!». Después recé largo rato con ella. No sé qué puedo hacer para tener mayor amor por ella. Hago lo que puedo.

1 – 2 y 3 de Abril. De nuevo enferma, de nuevo nadie.

4 de Abril. La vi casi todo el día: en todas las habitaciones, pasillos y escaleras.

5 de Abril. Se acercó a mi cama con los brazos abiertos. Le di mis manos y le dije: «¿Aún tendrás que seguir viniendo?». Ella: «Dame más». Yo: «¿Qué cosa?». Ella: «La S. Comunión». Desapareció. También esto es extraño porque he estado recibiendo la S. Comunión por mi sobrina enferma.

7 de Abril.

momento.

Me persiguió todo el día.

Se me aparecía en cualquier lugar y a cualquier

8 de Abril. Vino por la noche. Se lanzó sobre mi cama y me abrazó. No sentí miedo, tampoco sabría explicarlo; sin embargo, me extrae mis fuerzas, más que los otros. Aunque podría ser también debido a mi cansancio, ayudando a los enfermos.

9 de Abril. Permaneció tres horas conmigo. Le dije: «Ya te di lo que querías ¿no?». Ella: «Sí». Yo: «¿Ahora te sientes mejor?». Un destello de alegría iluminó su rostro mientras afirmaba con la cabeza. Yo: «Pero dime, ¿Son descendencia tuya? (Los Monfort que aparecen en mi árbol genealógico). Ella: «Sí». Yo: «¿Entonces por eso es que vienes a mí». Ella: «No». Yo: «¿Cómo has hecho para saber que soy de tu descendencia?». Ella: «¡La sangre!». Es algo del todo particular el cómo yo llegué a preguntarle eso, pues es tan distinta de los otros.

11 de Abril. La he visto muchas veces. Por la noche tuve paz.

12 de Abril. Estuvo como volando en mi habitación. Yo: «¿Puedo rezar contigo?». Ella: «Sí». Rezamos bastante, luego me susurró algo al oído, que por desgracia no pude entender!. Parecía hablar en latín, y sonaba como «Ex usuris*», pero no estoy del todo segura. Como fue un largo murmullo pudo haber sido el versículo de un salmo.

*»Ex usuris»: «Él liberó sus almas de la usura y de la injusticia…». Así dice el Salmo 71, versículo 14.

13 de Abril. Entró a la capilla mientras yo limpiaba las hojas de palma. Le di una y me sonrió.

Ermengarda ayuda a orar

15 de Abril. Cuando por la noche mi sobrina se puso muy enferma alguien me despertó. Yo: «¿Puedes ayudarme a rezar?». Ella: «¡Sí!». Yo: «¿Sabes si la niña vivirá?». Ella: «¡No!». Yo: «Entonces ruega para que al menos reciba el Bautismo». Ella asintió con la cabeza.

16 de Abril. Ermengarda permaneció casi todo el día dando vueltas alrededor mío en mi habitación. La niña fue bautizada y cuando murió ella se puso tan contenta. Qué difícil es en estas situaciones aceptar la compañía de la gente. Se necesita la máxima fuerza de voluntad para no hacer notar mi convivencia con el más allá. Para nada deseo presumir de mí. Esto también es un regalo de Dios. 17 de Abril. Mientras preparaba la niña para la sepultura, llegó ella y me miró, como si estuviese viva. Yo: «¿Cuándo estarás dónde se encuentra ahora esta alma?». No respondió, se me acercó y me besó, si así se puede decir. Sentí una presión y como un paño frío en la cara.

19 de abril. Estuvo aquí casi toda la noche. Ahora incluso puedo ver en la oscuridad, no obstante trato de encender la luz antes.

21 de Abril. La vi cuatro veces.

22 de Abril. Permaneció bastante tiempo. Rezó conmigo el Padre Nuestro.

23 de Abril. Estuvo casi toda la noche junto a mí. Yo: «¿Cuándo viviste?». Ella: «En el pasado». Yo: «¿Dónde estás sepultada?». Ella: «En Téttnang*».

*El viejo castillo en Téttnang, hoy Ayuntamiento, perteneció a los Condes Monfort. El último de los Monfort murió en Téttnang, sin herederos, en 1780. Téttnang está ubicado al Noreste del Lago de Constanza.

25 de Abril. Me pareció que había una segunda figura en mi habitación. Le pregunté a Ermengarda pero no me dijo nada.

26 de Abril. Se ve más contenta. Estoy segura de que hay alguien más en la habitación; parece una figura masculina.

27 de Abril. Ermengarda tenía el rostro alegre, me dijo claramente: «Usque ad Domum Dei» (Hacia la Casa del Señor). Yo: «¿Ya estás libre?». Me sonrió, se me acercó con los brazos abiertos y desapareció.

29 de Abril. La figura estuvo largo tiempo conmigo. Es un hombre con barba rubia, sólo se le ve la cabeza. Se ve muy agitado, pero aún nada que temer.

30 de Abril. Me desperté con un sentimiento de angustia, pero no podía ver nada. Fui embestida por un ventarrón. Creí que la puerta y la ventana estaban abiertas, pero no. Al fin vi la figura correr de un lado para otro. Cuando empecé a rezar se acercó a mi cama.

3 de Mayo. Después de tanto, vi de nuevo a «Los Once». Vi al hombre en Sch…, quizás vivió allí.

4 de Mayo. De nuevo la música en la pared del lado de mi cama. Para averiguar de dónde provenía, me levanté y salí a la calle. La melodía resuena al rededor mío, es hermosa, pero inexplicable.

Aquella sensación de la que varias veces he escrito, que me parece como si Dios me envolviese, es ahora tan grande que de esto debo hablar. Se me hace cada vez más imposible describirlo porque ahora ya no es como al principio, ahora es más fuerte. Ahora veo que todo alrededor mío resplandece, como si estuviese ante un incendio. Después algo parece detener toda mi capacidad de pensar. Todo lo humano es eliminado y mi alma gusta lo indescriptible. Al volver en mí, parece como si despertase de un hermosísimo sueño, con la sola diferencia de que algo permanece dentro de mí que me permite continuar experimentando lo inexplicable. Es como si algo creciese dentro de mí. Al principio esto duraba algunos minutos y después quedaba como antes; ahora, en cambio, permanece en mí como un «contacto» o un deseo, ni yo misma sé cómo llamarlo. A veces me pregunto: «¿Es posible que yo pueda experimentar algo así?». También me pienso que quizás sea una imaginación, pero después de haber reflexionado, debo reconocer que realmente todo esto sí ha sucedido. Considero igualmente que sería totalmente imposible que alguien pueda imaginarse algo semejante.

Vi nuevamente al caballero en la Iglesia delante de la S. Cruz.

Aparece el asesor Fridolino Weiss

(Este hombre fue durante muchos años el administrador del Castillo de Waal) 5 de Mayo. Ahora está aquí el hombre de Sch…; temo que se ponga difícil, está muy intranquilo y agresivo.

6 de Mayo. El hombre estuvo aquí casi toda la noche; es muy desagradable (repugnante, desgreñado). La oración le es indiferente.

7 de Mayo. Por la tarde, al entrar a mi habitación lo encontré tirado en el suelo. Me asusté tanto que de inmediato salí. Huir no sirve de nada, entonces tomé valor y entré de nuevo. Le di agua bendita y me arrodillé a su lado; gemía de una forma impresionante. Creo conocerlo, pero no estoy del todo segura.

8 de Mayo. Muy duro. El hombre permaneció casi toda la noche y estuvo muy intranquilo. ¡Qué tonta soy!, tener miedo y repugnancia sabiendo que verdaderamente no me pasará nada.

9 de Mayo. Entró a mi habitación antes que yo, comencé a rezar y se me acercó. Estoy casi segura de que él es el administrador Fr. Weiss; tiene un aspecto horrible, como si estuviese cubierto de una masa pegajosa. Escuché la música.

10 de Mayo. El hombre es muy fastidioso, continúa gimiendo de la misma forma. Vino cuatro veces durante la noche. Volví a ver a «Los Once».

11 de Mayo. Mientras me encontraba con la ventana abierta mirando las estrellas, vino el hombre como volando por el aire hacia mí. Una sensación realmente espantosa. Me asusté como nunca; no fui capaz de permanecer en la habitación y me senté en el pasillo. No me siguió. Cuando me recuperé un poco, volví y lo encontré esperándome. Hice con él las oraciones del mes de mayo, se quedó de pie justo detrás mío. Al rato se fue y después volvió enojado. Fue espantoso. Efectivamente es el administrador Fridolino Weiss. 12 de Mayo. Vi a «Los Once» y me encontré a la criada de mi abuela en la escalera.

El administrador estuvo aquí dos veces, se inclinó sobre mí; es repugnante, el rostro repleto de huecos, sin ojos pero con su barba roja. Hasta el momento ningún alma había venido con apariencia de calavera.

13 de Mayo. Vi nuevamente a la criada. Weiss estuvo aquí largo tiempo. Un poco más calmado; parece contento de recibir el agua bendita. Oí la música.

14 de Mayo. Siempre lo mismo con Weiss, bastante salvaje y repugnante. He escuchado la maravillosa música. Como soy una persona que no entiende nada de música, no puedo describirla, sin embargo me llena de alegría.

15 de Mayo. He visto un montón de cosas; tres veces a Weiss, cinco veces a la criada, dos veces a «Los Once», pero nada importante.

16 de Mayo. Weiss llorando durante el día. De día tiene un aspecto aún más aterrador. Me esfuerzo por hacerlo hablar. Cuando recé se puso un poco más tranquilo.

17 de Mayo. Weiss en las escaleras y también en la sala de estar, con T… y el niño presentes. También vino por la noche.

18 de Mayo. Se abalanzó sobre mí y me agarró por el cuello. Me solté y cayó al suelo. Permaneció así bastante tiempo; tenía mucho miedo porque sus ojos parecían como de fuego. En un instante se puso de pie e intentó agarrarme de nuevo. Puse delante de él la reliquia de la S. Cruz y no lo volví a ver. He escuchado la música. Vi al caballero en la Iglesia.

19 de Mayo. Una cosa tremenda. Tuve un terror escalofriante. Weiss se lanzó contra mí. Fue como con Enrique, pero sin perder la conciencia, aunque quizás así habría sido mejor para mí. La cosa no es como para describirse, nunca más quisiera volver a experimentar algo semejante, sólo si Dios lo quiere, entonces sí. Weiss se quedó un momento más, recé mucho, pero parece no escuchar.

20 de Mayo. Un día muy bello, nada de Weiss, sólo la música y un buen sueño.

Vino el Doctor G…

21 de Mayo. Una noche muy agitada. Weiss permaneció aquí casi todo el tiempo. Quiso hablar pero no pudo; parece, sin embargo, que entiende lo que le digo.

Encontré al Doctor G… en la puerta del Castillo, quien sufrió un golpe a los 80 años durante la temporada de caza; lo reconocí de inmediato. Se me acercó y me dio la mano; se veía tan natural como un hombre vivo. No pude hacer nada con él, porque desafortunadamente no estaba sola. Caminó junto a mí bastante tiempo. Una vez más, esto es lo difícil de estar dividida. Esperaba volverlo a ver a mi regreso, y por esto permanecí un poco atrás de los demás, pero por desgracia no lo vi más. En cambio, al llegar a casa, fui recibida por «Los Once».

22 de Mayo. Música. Después vino Weiss con la misma apariencia, pero más tranquilo. Finalmente Weiss habla. Yo: «¿Eres Fridolino Weiss?». Él: «Sí». Yo: «¿Sufres mucho?». Él: «¡Sí!». Yo: «¿Cómo puedo ayudarte?». Él: «¡Sacrificio!». Yo: «¿De qué?». Él: «¡De ti misma!». Yo: «Así lo hago». Él: «¡No es suficiente!». Yo: «¿Qué más debo hacer?». Él: «¡Debes desprenderte!». Yo: «No puedes esperar más de mí, soy tan débil todavía y aún no estoy bien, ¡Ve a mejores personas!». Entonces se me acercó, puso su mano en mi brazo y desapareció. Lo sé, aún estoy atada a muchos. Tendré la fuerza de soportar esto?. Siendo sincera: no, por el momento. Me parece un poco cómico ver ahora en semejante estado al elegante administrador Weiss, especialmente cuando me lastima. Lo recuerdo muy bien cuando estaba vivo.

24 de mayo. Él vino dos veces; no dijo ni una palabra!.

25 de Mayo. Hubo un estruendo horrible en mi habitación, estrépito y gemidos. No podía ver nada. Yo: «¿Quién está ahí?». Respuesta: «Muchos». Yo: «¿Es la voz de Fridolino?». Él: «¡Sí!». Yo: «¿Por qué no puedo verte?». Él: «Porque estás enferma (era verdad)». Yo: «¿Quién está contigo?». Él: «No lo sé». Yo: «Dime, ¿Por qué no puedo ver nada cuando estoy enferma?». Él: «La incapacidad de sufrir ambas cosas». Yo: «¿Podrías ayudarme?». Él: «No». Yo: «¿Cómo haces para saber que sufro?». Él: «¡[Porque entonces] no atraes!». Yo: «¿Y entonces por qué sigues aquí?». Él: «Es nuestro camino». El estruendo duro aún bastante; no obtuve más respuestas. Aún tenía la sensación de no estar sola, cosa muy penosa. No estoy para nada contenta pues pienso demasiado en mí misma, estoy tan cansada y desanimada.

Viví en vano

27 de Mayo. La cosa empieza a ser casi insoportable. Además de Weiss, hubo también niebla en mi habitación y un lamento desgarrador. Yo: «¡Aguántate tu castigo! ¿Por qué me atormentas? ¡No quiero volverte a escuchar!». Él: «¡Dónde está tu Misericordia!». Luego desapareció. Permanece aún aquel lamento. Ahora me remuerde la conciencia, fui muy dura.

28 y 29 de Mayo. Nada. Tal vez todo terminó por mi maldad.

30 de Mayo. Weiss triste, cosa que me llevó a decirle que sí quería continuar ayudándolo. Al instante se me acercó y me agarró por el cuello con tanta fuerza que sentí ahogarme. Yo: «¿Por qué haces eso si ves que quiero ayudarte?». Él: «Quiero obligarte». Yo: «¡No quiero y no me dejaré forzar a esto, absolutamente no!». Entonces se me acercó con una expresión bien desagradable… no supe que más sucedió… Cuando recobré la conciencia ya no estaba. Escuche la música. 31 de Mayo. He visto al caballero. Weiss estuvo aquí durante el día, sentí gran terror de él. Aún hay algo en la habitación. Seguirá siendo así?.

1 de Junio. Weiss estuvo aquí. Yo: «Dime: ¿Es deseo de Dios que tú vengas a mí?». Él: «Nosotros podemos». Yo: «¡Pero por qué me atormentas, ya tengo suficiente tormento con verte!». Él: «¡Porque en mí está la envidia!». Yo: «¿Por qué me envidias si tú ya no puedes condenarte?, ¡Yo en cambio sí!». Él: «¡Nunca refrené mi sensualidad y viví vanamente!». Yo: «¿Cómo has podido salvarte?». Él: «Por medio del sacerdote». Yo: «¿De qué cosa puedes estar aún envidioso?, además tú ya no puedes pecar más!». Él: «¡El mal (la maldad) todavía está en mí!». Entonces lo vi tan desagradable como nunca antes. Regresó cuatro veces más.

2 – 3 – 4 y 5 de Junio. Vino todas las noches en terribles condiciones y tremendamente repugnante, fue algo muy angustiante. Además escuché muchas personas en la niebla y un gemido lejano. Me encontré con la antigua criada en la escalera.

6 de Junio. Vi nuevamente al caballero en la Iglesia, igual de devoto e inmóvil. Weiss se estuvo largo rato aquí, muy inquieto y cercano a mí, no me respondió a nada. Nuevamente me he sentido reconfortada, creo que el buen Dios me manda esto [(el carisma de ver las almas de los difuntos)] porque hago muy pocos actos de caridad en este mundo. Ahora ya no soy capaz de soportar como antes, por la mañana me siento tan cansada, y así cuánto pierdo!.

9 de Junio. No tengo nada especial que decir… Weiss ha estado viniendo todas las noches sin pronunciar palabra, pero se está volviendo muy inquieto. Hubo ruido pero muy poco.

La vieja revendedora

11 de Junio. Aparte de Weiss también viene ahora una figura femenina horrible, un verdadero «Monstruo». Tengo miedo.

14 de Junio. Vi dos hombres en el primer banco del altar de la cripta; se me presentaron tan naturales que me arrodillé en el banco detrás de ellos para ver quienes eran. Sólo entonces me di cuenta qué eran. Llevan largos hábitos negros, son de otra época. Les di agua bendita de la gran pila y desaparecieron.

Escuche la música. Weiss vino pero sólo un momento.

16 de Junio. De nuevo la monstruosa mujer, creo conocerla pero no estoy del todo segura; es extremadamente desagradable.

Vi al caballero en la Iglesia. 17 de Junio. La mujer permaneció poco tiempo, la reconocí. Es la vieja revendedora. Se llama Blochem Nandl. Fue el terror de mi infancia, y muy temida por todos. Creo que murió hacia el año 1893.

18 de Junio. Al parecer Weiss no vendrá más. Sin embargo, con Nandl el asunto es aún más difícil. Volví a escuchar la música.

19 de Junio. Corpus Christi. Tuve la oportunidad de experimentar algo muy hermoso. Subía la montaña precisamente en el momento en que estaban dando la Bendición con el Santísimo Sacramento en el Hospital. Entonces vi de repente a «Los Once» que se postraron por tierra (Como lo hicieron en Navidad). Me conmovió tanto que tuve que llorar. Quien ha visto algo tan increíble?*.

*Cuánto habría sufrido en estos tiempos la Princesa, que vivía por la S. Misa y de la S. Comunión, y fue tan dichosa con la visión de la adoración de «Los Once», hoy donde el Misterio de la Fe es negado o puesto en duda por muchos Teólogos, incluso hasta Religiosos y Sacerdotes.

Quiénes serán estos once que se muestran aún como columnas de niebla?. Cuando brilla el sol se ven extraordinarios.

20 de Junio. Justo cuando estaba a punto de flajelarme por Weiss, se me apareció a mi lado con rostro gozoso y dijo: «¡Me has liberado!». Le respondí: «¡No yo, sino la Misericordia de Dios!». Él: «¡Por medio tuyo!». Yo: «¿Ahora a dónde vas?». Él: «¡A un nivel superior!». Yo: «Pero dime, ¿Qué puedo hacer para que las almas no vengan más?». Él: «¡Sé generosa!». Luego se fue, dejándome como envuelta en una nube de luz. Poco después vino Nandl, pero ni le presté atención de lo dichosa que estaba. De nuevo la música.

21 de Junio. Vi al caballero en la Iglesia. Nandl se ha puesto muy difícil, hasta agresiva. 22 de junio. El exceso de estruendo me llenó de mil temores.

23 de junio.

difícil.

Vi cuatro veces a Nandl, sus ojos son espantosos; esto será cada vez más

Del 23 de junio al 14 de julio. Siempre lo mismo, difícil soportarla. Demasiado desagradable para escribirlo. Nandl habló. Yo: «¿Cómo puedo ayudarte?». Ella: «¡Mira qué me falta!». Se me acercó tanto que pude ver en su rostro una expresión de tristeza tal, que hasta ahora nunca antes había visto. Yo: «¿Tienes nostalgia de Dios?». Ella: «¡Sí!». Yo: «¿Debes estar aún mucho tiempo sin verlo?». Ella: «¡Aún no estoy pura!». Yo: «¿Puedo ayudarte a volverte pura?». Ella: «¡Regálame el Sacramento!». Yo: «¿Debo ofrecer por ti la S. Comunión?». Ella: «¡Sí!». Yo: «¿Cuántas veces?». Ella: «¡Siete!». Yo: «¿Por qué precisamente siete?». Ella: «¡Tantas veces [la recibí] indignamente!». Luego empezó a llorar de una manera imposible para una persona. Parecía consumirse en el dolor. No pude hacer nada más que abrazarla. Cuando la volví a mirar, toda la maldad y el horror habían desaparecido; al siguiente día llegó tan peor que creí que nunca más podría volver a verla. Ni siquiera L… en su peor momento tuvo una expresión tan repugnante. Nadie sería capaz de describir algo semejante. Hasta el momento siempre estuve tranquila y en paz mientras me encontraba enferma, parece que ahora ya no tengo esta gracia. Para ser honesta, siento que ya no puedo aguantar más. Cuán pobre y miserable se ha puesto mi fe en Dios.

18 de Julio. Fue algo excepcionalmente difícil. Le dije: «¿Por qué me atormentas tanto?, ¡Realmente quiero hacer aquello que deseas de mí!». Ella: «¡Tú prefieres dormir!». Al mismo tiempo me dio un golpe tal que por poco y me desmayo del miedo. Pero tenía razón, pues me encontraba tan deprimida por no ser capaz de vencerme.

19 de Julio. Cuando entré a la habitación para dormir, la encontré sentada en la cama. Algo me presionaba por todas partes, estaba como inmovilizada; no pude ver nada. Eso duró algunos minutos. Significa que aún hay algo junto a mí. Finalmente por la mañana pude acostarme.

20 de Julio. Tanto estruendo que no pude ni pensar en el sueño. Blochem Nandl no ha vuelto a contestarme a nada de lo que le he preguntado; sus ojos son muy impresionantes, es como si saliera de ellos una fuerza que te obliga a mirarlos. En ninguna aparición anterior he experimentado algo semejante.

Desde el 27 de julio no he vuelto a ver a Blochem. Un alivio. Hay demasiados a mi alrededor. Identifico siete figuras, pero desconocidos. Se me acercan y siento sus horribles manos que me tocan, la cosa más espantosa e imposible de soportar para mí. Ahora mismo, mientras escribía, algo se arrojó en mi espalda; era la figura de una mujer.

Siento que no estoy sola. Algo me preocupa, descuido mi alma, no me he esforzado por la virtud, no puedo hacer más nada por mí; no he hecho mucho, pero al menos me he esforzado.

4 de Agosto. Una noche espantosa. No he visto nada, pero siento y escucho cosas que parece que nunca acaban. También recibí muchos golpes; de ninguna forma podía defenderme, tenía tanto miedo. Después de todo, no podrían acaso haber sido los espíritus malignos?.

6 de Agosto. Al entrar en mi habitación me encontré con una espesa niebla en el interior y escuché lamentos. Rocié bastante agua bendita y se calmó un poco. Luego vi cuatro figuras salir de la niebla y entrar de nuevo en ella. Vi cuatro veces a Bárbara en el tercer piso, se veía contenta, me sonrió. No pude hablarle porque no me encontraba sola.

7 de Agosto. Pude distinguir claramente siete figuras; permanecieron conmigo desde las diez hasta la una. No me atormentaron, sin embargo la cantidad se vuelve agobiante. Para consuelo mío he oído la música. Era extraño que durante la tormenta podía ver brillar los relámpagos a través de aquellas figuras, aunque también sentí gran terror, entonces preferí encender la luz. 9 de Agosto. Me ocurrió algo horroroso. Dormía, cuando, de repente, un ruido me despertó, encendí la luz y vi inclinado sobre mí algo tan infinitamente repugnante, que de sólo recordarlo me lleno nuevamente de terror. Era una cabeza gigantesca con ojos tan penetrantes como ninguno, o más bien todo el rostro era un sólo ojo que me miraba. Yo: «Vete, ¿Qué buscas de mí?». Él: «¡La paz!». Yo: «Yo no te la puedo dar». Él: «¡Tú debes!». Yo: «¿Qué me obliga?». Él: «¡Debes amar a tu prójimo como a ti misma!». Yo: «¿Y si no tengo fuerzas?». Él: «¡Entonces reza!». Luego desapareció.

¡Cómo es posible que tales palabras puedan provenir de algo tan monstruoso!. nuevamente ayudar, pues así es como debe ser. Cuánto me enseñan los espíritus!.

Quiero

Ahora debo contar algo que me parece como un saludo del buen Dios. Tal vez suene ridículo, sin embargo me hizo feliz. Estuve muy confundida, todo me asustaba y continuaba pensando si en realidad era voluntad de Dios que debiese sufrir todo esto. Empecé a rogar para que el buen Dios se dignara mostrarme alguna pequeña señal, como ya me la había dado en otra ocasión. Me encontraba en el jardín, y he aquí que de repente cayó una paloma en el camino. La recogí, la acaricié y se echó a volar de nuevo. Para mí fue una señal, no quiero volverme a lamentar.

10 de Agosto. Aquella cabeza estuvo de vuelta, ahora con un cuerpo. Pregunté: «¿Quién eres tú?». Él: «Wolfango». Yo: «¿Cómo es que ya puedes hablar?». Él: «Hace mucho que estoy cerca de ti». Yo: «¿Y por qué no te he visto?». Él: «Tu fuerza se dirigió hacia los demás». Yo: «¿Me quieres ayudar?». Él: «Sí». Yo: «Entonces dime qué es lo peor que hay en mí». Él: «¡Tú estás dividida!». Yo: «¿Qué quieres decir?». Él: «Cuerpo – Espíritu». Yo: «Lo sé, debo ser sólo espíritu, pero aún no puedo, ¿Y qué más ves?». Él: «¡Soberbia!». Luego desapareció. Fue algo hermoso, ahora deseo incomodar mi espíritu por mi propia cuenta.

He oído la música. Vi al caballero. En la Iglesia algo me sacudió por la espalda.

Desde el 16 de agosto he ignorado mis visitas porque alguien me lo había aconsejado. Qué tormentos me trajo esto!. No es necesario describir mucho. Basta decir que cada noche vino Wolfango y siete figuras. Es mucho más fácil ocuparse de ellos.


PARTE 6

Mantuvo su promesa

El 24 de agosto vino durante el día Alfredo S…*, se me acercó sonriendo y extendió sus manos. Yo: «Alfredo, ¿En verdad eres tú?». Él: «¡Mi promesa!». Yo: «¿Dónde estás?». Él: «¡En la visión!». Luego me hizo un gesto de despedida y desapareció.

*Al respecto escribe el Padre Sebastián: «Alfredo S. fue una persona muy distinguida. Esta aparición es una demostración y prueba contra aquellos que dicen: «No es posible que los muertos puedan regresar». Esto me ha dejado muy contenta, pero también me ha impresionado mucho, pues el año pasado, más o menos por este tiempo, mientras hablábamos de estas cosas, entre risas, me prometió venir si le fuera posible. Estaba igualito a cuando vivía, debí haberme opuesto a semejante idea. Hasta ahora, 11 de septiembre, no he vuelto hablar con los otros.

Cuando apareció Wolfango le dije: «¿Por qué sigues viniendo?, no te he vuelto ni a mirar para que así me dejes en paz». Él: «¡No has tenido misericordia!». Yo: «¿Qué quieres?». Él: «¡Una S. Misa!». Yo: «¿Dónde estas sepultado?». Él: «En Augusta». Yo: «¿Cómo has hecho para encontrarme?». Él: «¡Basta con que tu reces!». Desapareció. Las siete figuras aún se ven muy tristes. Su lamento es insoportable.

Al anochecer vi al caballero en la Iglesia. Como estaba sola me acerqué para preguntarle si tenía algo que ver con la reliquia de la S. Cruz. No me dio respuesta alguna y entretanto continuaba orando. Tiene una mirada maravillosamente bella y es totalmente distinto a los demás.

17 de Septiembre. Una noche muy dura: Primero las siete figuras, luego Wolfango, después vino algo de lo cual no sabría dar razón. Era como una nube, estaba encima de mi cama y se me acercaba cada vez más, una sensación verdaderamente espantosa, una pesadilla en el peor sentido de la palabra. Se hizo tan nebuloso a mi alrededor, que no vi más mi luz. Entonces escuché «tormentum malit…*» o algo parecido.

*Probablemente debió haber sido «Tormentum Malitiae» que significa: Tormento o dolor a causa de la maldad.

La última palabra era más larga. Esparcí bastante agua bendita y todo se esclareció. Sin embargo todo esto me produjo mucho miedo, fue muy terrible.

Nada nuevo en estos 14 días. La insoportable nube se ha transformado en una figura. Parece ser una mujer; nada que temer, pues se pone tranquila y contenta cuando rezo.

Ahora escucho más a menudo aquella música en la pared.

9 de Octubre. En el Castillo de D… vi una anciana, que caminó bastante a mi lado.

11 de Octubre. Vi algo muy extraño. Estaba en el jardín cuando, de pronto, se me acercó algo muy bello, colores y luces que me son imposibles de describir, oí también la música. Así como aquello era tan hermoso a la vista, así mismo sentí en mi alma algo como nunca. Podría hacerme mil preguntas en todos los sentidos, y, sin embargo, no sabría decir qué fue aquello, mas desearía volverlo a sentir. Fue como un aumento de ánimos, me siento tan feliz.

14 de Octubre. Me despertó un fastidioso murmullo. Mi cama era golpeada por todos lados, una sensación terrible; no podía ver nada. Esto duró cerca de media hora y después todo desapareció. Mi cama terminó hacia un lado. Más tarde vino una figura de mujer. 17 de Octubre. Volví a experimentar aquello en mi habitación; luego entonces aquellas luces no pudieron haber sido causadas por el otoño. Me hallé como en una esfera de luz con colores de infinita belleza a la vista y una indescriptible alegría en mi alma, un sumergirse en lo celestial. Lo que escribo me parece bien extraño, sin embargo debo escribirlo pues es inexplicable lo que se me permite sentir.

19 de Octubre. La figura de mujer permaneció bastante tiempo aquí; tenía un rostro tan joven como nunca antes he visto. Realicé una nueva prueba: recité el S. Rosario y puse una corona, que tenía conmigo, en su mano y la sostuvo durante la oración. Cuando se fue, la corona cayó al suelo. Me parece que ella cambia de estatura. Cuando llega es pequeña, cuando se va es tan alta como la puerta. Es de un nuevo tipo, pero nada que temer; me es muy querida.

20 de Octubre. Una vez más los sacudones de la cama, luego vino la mujer.

21 de Octubre. La mujer habla, su nombre es Eva, no pude saber más de ella. Movió por bastante tiempo los labios pero no pude entender nada.

29 de Octubre. Eva permaneció largo rato aquí. Le pregunté: «¿Por qué vienes?, ¿Puedo ayudarte?». Eva: «Ya me has ayudado». Yo: «¿De qué manera?, no he hecho nada por ti». Ella: «Yo soy el alma abandonada por la cual tú… (No entendí lo demás)». Yo: «Tú eres el alma por la cual yo recé cuando estaba pequeña?». Eva: «Sí». Yo: «¿Por qué no te mostraste antes?». Eva: «Aún no estaba libre». Yo: «Qué mal has hecho?». Entonces me susurró algo, imposible de entender; me sonrió y desapareció.

30 de Octubre. Después de la Misa de aniversario de mi abuelo, lo vi en nuestro Oratorio, tal cual en vida. Tenía una expresión alegre y me sonreía. Su cabello blanco brillaba; desafortunadamente no pude hablar con el pues no estaba sola. De todas formas estuve muy contenta. Ver a alguien querido emociona de modo especial. Sin duda quiso mostrarme que después de aquella S. Misa había sido liberado.

1 de Noviembre. He visto tantas cosas. Demasiadas: «Los Once», el caballero y los dos hombres en el banco frente al altar de la cripta. En el día de los difuntos no vi nada. De la aparición de Ermengarda en Sch… puedo decir que realmente ella sí existió. Era la hermana de la Condesa von Geroldseck, nacida en Montfort en 1642; su castillo se encontraba cerca de Spremberg, está sepultada en el Monasterio de Wittich*.

*Se trata del Monasterio de las Clarisas, que existió alguna vez en Wittich, en Selva Negra, fundado por S. Luitgarda von Wittichen.

11 de Noviembre. Todo el tiempo hay estruendo a mi alrededor. Eva no ha vuelto. Las figuras se mueven alrededor suspirando, a veces lloran. Aún no puedo reconocerlos.

Ni en Mónaco hay descanso! 16 de Diciembre. Ni siquiera las anteriores tres semanas en Mónaco estuve tranquila. Ya en el segundo día vi venir una figura de mujer con manos horribles, se retorcía de dolor. Después siguió viniendo todas las noches, se me hizo casi insoportable. Debió haber sido una sirvienta pues llevaba un delantal y vestía modestamente. Finalmente pudo hablar. Se llama Ana y había calumniado mucho. A la pregunta de por cuánto tiempo más debía seguir rondando por allí, respondió: «Tres Advientos». En Mónaco vi algo interesante. Me encontraba en la casa del famoso pintor Franz von Lenbach*.

*Franz von Lenbach (1836 – 1904) fue uno de los más famosos retratistas de su tiempo. Fue amigo de Bócklin y Bismark, de quienes hizo cerca de 80 retratos conmemorativos.

Mientras comía se me apareció frente a mí: horrible, como una bestia, pero perfectamente reconocible. Lo conocí muy bien cuando estaba vivo. Me espanté tanto, que los demás lo notaron y preguntaron si me encontraba bien. No lo vi más, pero sentía su presencia. Al final del almuerzo lo volví a ver. No lo vi en ninguna otra habitación.

Ahora Ana también se me aparece en Waal. Yo: «¿Cómo has llegado aquí?». Ella: «Siempre estoy cerca de tuyo». Yo: «Pero no siempre te veo». Ella: «No lo podrías soportar». Yo: «¿Por qué no?». Ella: «Tu alma aún no está libre».

22 de Diciembre. Ana y otros estuvieron casi toda la noche aquí. Le dije: «Ya el Adviento está por terminar, ¿No vendrás más?». Ella: «¡Tú piensas de manera humana!». Yo: «No puedo hacerlo de otro modo pues aún estoy viva». Ella: «¡Puedes liberarte!». Luego desapareció.

24 de Diciembre. Ella regresó. Yo: «Dime, ¿Cómo puedo liberarme?». Ella: «Si sigues aquello que te atrae». Me asusté porque no lo deseo saber, al menos no de ella; sin embargo creo entender que aquello tiene que ver con la maravillosa sensación que me absorbe tanto, que me siento como separada de mí misma, como en otro mundo. He notado que cuando me viene aquella sensación, mi cuerpo pierde la posibilidad de moverse. Intenté cerrar la puerta cuando advertí que se me iba acercando [aquella sensación], pero no fui capaz; después vino aquella Luz y ya nada me importaba. ¡Sólo me dejo llevar!

Padre O… , mi antiguo profesor de religión

27 de Diciembre. Ahora viene el Padre O…, pero en una condición muy triste. Durante mucho tiempo fue mi profesor de religión. Todavía no puede hablar. Su tristeza me conmovió muchísimo, pues lo quise tanto. Ahora, casi siempre cuando paso cerca de la montaña veo a «Los Once». Se han vuelto más pequeños. Ahora son casi como niños.

30 de Diciembre. Una noche terrible. Mi habitación está llena de figuras, ninguna reconocible. Al principio me sentí envuelta en un muy mal olor. Se arrojaron sobre mi cama. Alcancé a contar siete, pero habían muchas más. Salían y entraban por la ventana. Yo soy más bien débil y, si la cosa sigue así, no creo que pueda soportar más el agotamiento. 5 de Enero (1925). Está aquí Z…*, ella tiene una expresión profundamente triste. Mientras rezaba, para demostrar su agrado [por la oración], se me acercó; incluso me acarició, cosa que realmente no quisiera.

*Observación del Padre Sebastián: conocí a la señora Z… y frecuentemente la visitaba mientras estuvo enferma. Asombran mucho las respuestas de esta mujer, que durante su vida no tuvo tales conceptos.

7 de Enero. Ahora habla. Yo: «¿Qué quieres de mí?». Ella: «¡Una S. Misa!». Yo: «¿Debes sufrir mucho?». Ella: «¡Estoy en la purificación!». Yo: «¿Te refieres a lo que llamamos el Purgatorio?». Ella: «¡Sí!». Yo: «¿Y qué sientes allí?». Ella: «¡El deseo!, ¡La nostalgia de Dios me consume!». Yo: «¿Por qué debes sufrir así?». Ella: «¡Maldiciones!». Yo: «¿Estás contenta?, ¿Sirve que yo ore por ti?». Ella: «¡Sí!». Yo: «¿En este estado en que te encuentras puedes rezar?». Ella: «¡Adorar, pero no pedir!». Yo: «¿Y entonces?». Ella: «¡Entonces reza tú por mí!».

El 8 de enero permaneció tanto, que ya no podía más. Yo: «¡Hazme un favor, vete, tengo tanto sueño!». Ella: «¡Ten un poco más de Misericordia!». Yo: «Pero una oración así, dicha sólo con los labios, no te serviría; estoy tan cansada para rezar bien». Ella: «¡Tu presencia refresca!*». Yo: «Dime, ¿Por qué?». Ella: «¡Tú alivias el dolor!». Yo: «Si yo te ayudo, entonces ayúdame tú también!; ciertamente tú puedes ver aquello malo que hay en mí». Ella: «¡Tú no eres del todo mortificada!». Yo: «Sí, es verdad, no lo soy: pero dime algo más». Ella: «Cuanto más renuncies, tanto más podrás dar». Creo que dijo algunas frases más, pero no pude entender.

*En la vida de la Beata Inés de Benigánim se lee que ella pidió a Dios permitir que muchas almas que aún no se encontraban en el Cielo, pasaran su Purgatorio en su celda. Dice que llegó a tener hasta 200 almas en su compañía!. Así, como con esta Beata, las Pobres Almas al lado de Eugenia no sufrían.

9 de Enero. Mientras hablaba con su hija, ella llegó, me saludó y después se quedó mirándola. Casi que no pude seguir con la conversación, se mantuvo a mi lado. Yo: «¿Por qué no te muestras a tu hija?». Ella: «¡Porque ella no está libre!». Yo: «Tampoco yo estoy libre, ¿Entonces por qué te veo?». Ella: «¡Tú te has liberado!». Una prueba de que aquellos pobres no lo ven todo. ¿Yo liberada? ¡Estando en medio del mundo y entre tantas cosas que me rodean!. Mi cuerpo enfermo me lleva incluso a descuidar mi alma, cosa que me hace sufrir mucho. Con frecuencia me encuentro animada, mas luego retorna la apatía. Y después regresa con más frecuencia aquella Inigualable y Grandiosa Felicidad, tan llena de consolaciones que me hace olvidarlo todo!.

«La soberbia del espíritu me ha alejado!»

No había vuelto a escribir porque no ha ocurrido nada nuevo: el mismo ruido cada noche, pero no se ve nada.

El Padre O… ha seguido viniendo, incluso durante el día. Esta noche ha sido tan insoportable que debo anotarlo. Algo tiraba mi cama de un lado para otro, fue espantoso, no sabía que hacer. A mi alrededor había tanta niebla, que la luz de mi habitación se veía como si se encontrase muy lejos. Me refugié en otra habitación, allí estuve tranquila, sólo escuchaba el murmullo. A las cinco pude acostarme.

17 de Enero. En D… volví a encontrar la mujer que había visto ya en otra ocasión.

23 de Enero. Todas estas noches han sido casi insoportables; he tenido muchísimo miedo, pues hay demasiados en la habitación. Cuando el Padre O… llega, los demás se calman; no siento miedo de él. Me puse muy enferma y sé muy bien por qué. Mi alma ya no tiene la fuerza necesaria. He abandonado en la indolencia a mi enfermo cuerpo.

25 de Enero. Vinieron cinco figuras. Me atormentan de una terriblemente, pues siguen queriendo tocarme, que es lo peor para mí.

29 de Enero. El Padre O… pudo hablar. Yo: «¿Qué puedo hacer para ayudarte?». Él: «¡Continúa rezando!». Yo: «No entiendo cómo es que aún tú no estás en la Visión». Él: «¡La soberbia del espíritu me ha alejado!». Yo: «Pero, ¿Y todo el bien que hiciste?». Él: «¡Me ha salvado!». Yo: «¿También vas a tus otros alumnos?». Él: «¡No!, ¡Ellos deben rezar por mí!».

30 de Enero. Ocurrió de todo. Llamé al Padre O… para que los ahuyentara pero no vino sino hasta la mañana. Yo: «¿No escuchaste que te llamaba?». Él: «Sí, estaba aquí». Yo: «¿Pero por qué no te podía ver?». Él: «¡Porque estabas llena de temor y no de amor!». Yo: «Pero quiero ayudarlos también a ellos». Él: «¡Puedes ayudar sólo si te olvidas de ti misma!». Yo: «¡Pero aún no he avanzado tanto como para ya no sentir miedo ante semejantes cosas tan horribles!».

1 de Febrero. El Padre O… se quedó toda la mañana conmigo. Incluso permaneció conmigo mientras los otros llegaban. Se ve idéntico a como cuando vivía. Por la noche los demás me atormentaron de forma espantosa!.

4 de Febrero. Las cinco figuras ahora se pueden reconocer: son cinco mujeres, pero con ellas no consigo nada en cuanto a oraciones o preguntas. El Padre O… estuvo aquí largo rato!.

Aquella maravillosa sensación, como yo la llamo, aumenta de tal manera que me atemoriza. Hoy me encontré fuera de mí casi por media hora. ¿En dónde me hallaba?. Algo viene lentamente sobre mí, me es imposible hacer cualquier cosa. Una presencia invisible me atrae. Todo se ilumina entorno mío, después no sé más nada de mí misma, me encuentro en el gozo, todo lo humano es eliminado y experimento algo que no es posible de explicar. Esto me causa un poco de temor, pues no es normal perder la conciencia. Es imposible que alguien como yo caiga en éxtasis. Entonces vuelven a llegarme los escrúpulos, de que a lo mejor sean ilusiones y me esté engañando. O bien es posible. Por eso pongo toda mi preocupación en sus manos [(las palabras se dirigen al Director Espiritual)]: Si es bueno o si es malo, usted me lo dirá. 11 de Febrero. Me han sucedido varias cosas. El Padre O… estuvo bastante tiempo aquí. Yo: «¿Vendrás aún por mucho tiempo?». Él: «¡No!». Yo: «¿Estás libre?». Él: «¡Aún no, de todas formas veo más claro y ahora voy hacia la claridad, de donde no podré regresar más!». Yo: «¿Me puedes decir si todo es como me enseñaste?» Él: «¡Sí, sin embargo, el lenguaje humano es incapaz de expresar lo que es el Santísimo Sacramento!».

Después vinieron las cinco, de las cuales dos tienen un rostro horrible!. Una me susurró algo al oído, pero no entendí nada.

15 de Febrero. Mientras estaba arriba con Wolfram, vino aquel hombre que ya en una ocasión había visto con Bárbara. Se quedó de pie e inmóvil junto a mí, se veía muy infeliz!.

Cosa tremenda por la noche: las cinco atormentándome terriblemente.

17 de Febrero. El Padre O… estuvo un poco; me sonrió y luego desapareció. Creo que ha sido la última vez.

19 de Febrero. Mientras tenía a Wolfram en brazos, aquel hombre se inclinó sobre nosotros y empezó a gemir: «¡Me has olvidado!». Era cierto, no había vuelto a rezar mucho por él, pues no lo había vuelto a ver.

El asesino de un niño visto por otro niño!

25 de Febrero. Vi de nuevo, en el tercer piso, al hombre que antes había venido con Bárbara. Me extendió las manos, en las que vi sangre. Yo: «¿Eres asesino?». Él: «¡Sí!». Yo: «¿Fuiste tú quien hirió a Bárbara en la cabeza?». Él: «¡No!». Yo: «¿A quién mataste?». Él: «¡A su hijo!». Yo: «¿Por qué?». Él: «¡La herencia!». Yo: «¿Era tu hijo?». Él: «¡No!». Desapareció. Lleva traje como del siglo XVI; es joven, no produce miedo. Realmente me causa tanta pena con esos ojos suplicando ayuda. Las cinco mujeres siguen viniendo de noche, una de ellas es extraordinariamente hermosa; todas de otro siglo.

1 de Marzo. Me quedé con Wolfran; vino el hombre, a quien el niño también debió haber visto, pues se le abrieron los ojos con mucha sorpresa. Por desgracia mis únicos testigos son: Los bebés, los gatos y las gallinas!*.

*El suspiro de Eugenia: «Por desgracia mis únicos testigos son los recién nacidos, gatos y gallinas». Parece llena de tristeza. Es significativo el hecho de que el pequeño Wolfram haya sido el único testigo ocular.

Yo: «¿Por qué asustas al bebé?, No quiero que lo hagas». Él: «¡Él ve más que tú!». Luego entró en la habitación de N…, lo seguí para ver si ella veía algo. Él se paró en frente suyo, pero ella no notó nada. Estos son los momentos en los cuales puedo hacer comparaciones entre los vivos y las apariciones. En este impresionan los ojos, que no son como los de alguien vivo!. En todas las apariciones los ojos presentan la imagen del dolor. También la boca es distinta de la de quien vive. Ninguna persona es capaz de mostrar tanta amargura. Aunque, ciertamente, mis impresiones pueden ser distintas de día. Los vestidos son impecables, los bordes, los encajes, todo es como debe ser. Las espuelas, el traqueteo de las cadenas que, no obstante, los demás no escuchan ni ven nada.

7 de Marzo. Las cinco siguen viniendo todas las noches, pero nada que hacer con ellas. Finalmente he vuelto a ver a mis queridos «Once». Qué extraño: se han vuelto aún más pequeños. Antes eran más grandes que yo, ahora parecen niños.

9 de Marzo. Volví a ver al caballero en el tercer piso. Yo: «¡Pero dime cómo te llamas!». Él: «¡El pobre!». Yo: «¿Por qué pobre?». Él: «¡Mírame!». Yo: «¡No veo nada de especial!». Entonces se me acercó, pero no vi nada de extraordinario, sólo sus dos manos ensangrentadas. Yo: «¿Qué puedo hacer por ti?». Él: «¡Lávame!». Fui rápidamente por agua bendita, él me espero en silencio. Eché el agua bendita sobre sus pobres manos. Nunca podré olvidar aquella mirada de agradecimiento con la que se volvió hacia mí. Aún permaneció ensangrentado, pero su rostro cambió totalmente. Yo: «¿Te sientes mejor?». «¡Reza!», respondió. Luego recité el «De profundis» y de repente desapareció. Ahora me siento nuevamente contenta. Sin embargo, sigue habiendo algo inexplicable en todo esto: Aunque derramé sobre sus manos una botella casi llena, sobre el suelo no quedó ni una gota.

11 de Marzo. Hubo demasiado ruido en mi habitación, como si hombres con grandes botas estuviesen corriendo por todos lados.

13 de Marzo. Sucedió algo bien extraño. Me encontraba guardando las copas y frente a mí, en el piso, había un papel viejo. Repentinamente comenzó a volar, no obstante, no había ni un soplo de aire en la habitación. Traté de tomarlo y, he aquí, que mi mano se topó con otra mano. Fue una cosa terrible!. Del espanto me salí inmediatamente. Tener que soportar algo que no se ve, es realmente difícil. Pero acaso no estoy siempre rodeada de lo sobrenatural?. No puedo decir cuánto me agobia todo esto, no sé si me podré habituar.

16 de Marzo. En D… vi una señora del todo desconocida; por el vestido que llevaba diría que es más o menos del año 1850.

Aparece el Padre Natterer

18 de Marzo. Escuché terribles sollozos. Por largo rato no pude ver nada; después, de una espesa niebla salió la figura del Padre Natterer. No sabía que había muerto. Se encontraba en aterradoras condiciones; de todos modos, no tengo dudas: era él. Su rostro es inolvidable, siempre fue tan malgeniado. Sería algo tremendo si continuase viniendo. Está envuelto en aquella masa pegajosa que ya en visto en otras apariciones. Sin embargo, aquel pobrecito me causa pena. Debo admitir que tuve tal miedo que casi lloro. Pronto ya no seré capaz de aguantar más. No quiero ni pensar si esto sigue así. Heme aquí, soy una criatura tan egoísta!.

Ah, Señor Párroco, qué me sucede?, lo sobrenatural oprime mi pobre mente, cansada y débil. No puedo hablar de estas cosas, pues siento miedo de decir alguna palabra inoportuna o inadecuada que, a la final, tal vez, sea contraria a la verdad; igualmente tengo que decirlo. Por mí misma no sería capaz de librarme de aquello [(aquella sensación)]. Me siento como arrancada del mundo y no soy capaz de resistirme. Primero siento un gran dolor de mis pecados. Cuando esto me llega entonces pienso: Va a empezar nuevamente (Puesto que en mi estado natural estoy siempre muy despreocupada). Después me encuentro rodeada de luz, escucho como un sonido lejano y algo me lleva consigo. No veo nada más que luz, sin embargo en aquella sensación sé que hay alguien que me atrae hacia sí y me transforma. No es un Ver, sino más bien como un Pensar; algo que nunca habría imaginado. Debo adorar y amar, y sin embargo no hay palabras. Es como ascender a lo divino. Yo La ruego [(La Cruz, el sacrificio)], yo!. No quiero esto, pero me atrapa y me arrastra hacia un gozo inimagible. No podrá ser quizás una fantasía?. Aquello me saca de mí misma de tal manera que siento miedo.

Debo confesar también que me he eclipsado, no he vuelto a meditar, sólo me he limitado a mis oraciones obligatorias. En pocas palabras: He pensado menos en el buen Dios. Y ahora todo ha empeorado. «Empeorado» dice el “hombre carnal”, en mí; pero el alma dice: «Embellecido». Mas como haré para ocultar esto, si continúa así?. Normalmente no me sentía para nada atraída. Cuán miserable me siento y toda destrozada por el respeto humano. Ahora que se lo he podido decir, es nuevamente más fácil para mí; el buen Dios me ha tenido tanta paciencia!.

15 de Abril. Hace mucho que no he escrito ni un renglón, pues quería probar qué pasaría si pienso menos en todo esto, pero fue lo mismo. El Párroco Natterer vino 14 veces en todo este tiempo. Lo único que dice: «¡Te ruego una S. Misa!». En él predominaba una inquietud tal, como no he visto en ninguna otra aparición!. No se quedaba quieto ni por un instante. Aquella cosa pegajosa empezó a caersele a pedazos desde la novena aparición: muy extraño, especialmente el rostro. Lo rociaba a menudo con agua bendita, después me miraba con tanta gratitud, que para mí era la más grande alegría de Pascua. No debería estar lamentándome a cada instante pues recobro ánimos al experimentar esas alegrías, imposibles de describir.


PARTE 7

Juan

24 de Abril. Desde hace tres noches a venido una bestia, algo para nada agradable; semejante a un pequeño búfalo o toro, totalmente negro. Estaba muy espantada. Saltó sobre mi cama. Cuando lo rocié con agua bendita se desapareció

25 de Abril. La bestia vino tres veces durante la noche; en él no se alcanza a ver nada de humano. 26 de Abril. Vino en el día. Tiene el rostro humano, pero demasiado negro, produce terror. Incluso podría ser el demonio, pero no quiero dar lugar a estos pensamientos!.

27 de Abril. Lo encontré en mi habitación cuando ya iba a dormir. Mientras recitaba Vísperas, aquello comenzó a correr y saltar por todo el lugar; me golpeaba de un modo tal, que entonces decidí no acostarme y me salí al pasillo. Permaneció en mi habitación. Después de un rato volví a entrar, pero no vi nada. Mas apenas entré, se lanzó sobre mí y me tumbó al suelo. Sentía morirme del miedo: su cara estaba justo frente a la mía. Yo: «¡Vete, quiero ayudarte, pero no me toques más!». Entonces comenzó a gritar y se tiró hacia atrás. Yo: «Dime, ¿Eres un alma?». Él: «¡Soy Juan!». Yo: «¿Por qué estás como una bestia?». Él: «¡Mi pasión!». Mientras tanto gritaba. Yo: «¿Qué debo hacer por ti?». Él: «¡Todo lo que puedas! ¡Sufro mucho!». Luego empezó a saltar como un loco, o más bien como una bestia enfurecida.

12 de Mayo. Juan viene mucho más de lo necesario, siempre a cuatro patas, como una bestia furibunda. La cara se le ha vuelto un poco más humana. Su piel estaba húmeda, como si hubiese salido del agua.

17 de Mayo. Sufrí terriblemente. El tremendo miedo y la angustia me debilitan demasiado. 22 de Mayo. La indeseada visita vino todas las noches; ahora sí puedo reconocer bien su cara: es el Doctor Juan, que parecía un muy buen hombre.

25 de Mayo. Se ha vuelto más espantoso y por lo mismo siento ahora más miedo. Me gritó: “¿Por qué no me das nada?». Yo: «¡Te doy cuanto puedo!». Al instante se arrojó sobre mi cama hecho una furia. No supe qué sucedió después. Cuando recuperé los sentidos estaba acurrucado en un rincón. Me levanté y me puse a rezar junto a él. De un momento a otro desapareció.

27 de Mayo. Vino de día. Le pregunté: «¿Por qué no puedes encontrar la paz?». Él: «¡Los pecados ocultos!». No pude entender lo demás. Yo: «¿Y entonces qué puedo hacer para ayudarte?». Él: «¡Flagélate!». Yo: «¡Me pides mucho, siendo que el sólo verte es ya un gran tormento!». Él: «¡Si te flagelaras por mí, tú y yo tendríamos paz!».

30 de Mayo. Vino caminando sobre sus dos pies, pero aún tiene esa piel. Parecía buscar algo por la habitación, finalmente se sentó en el suelo y se quedó mirándome. No fue algo fácil, de todos modos pude darme cuenta de que sus ojos ya habían perdido aquella malvada expresión. Yo: «¿Te he ayudado más?». Él: «Sí». Yo: «¿Por qué no viniste a mí antes?». Él: «Aún no me era permitido». Yo: «¿Por qué vienes a mí, a pesar de haber más personas que pueden ayudarte?». Él: «Tú estás más cerca». Yo: «¿Y cómo te soy más cercana?». Él: «Tu alma». Yo: «¿Pero cómo?». Él: «¡Tú vives como si no vivieses!». Luego desapareció. Me habría gustado preguntarle otras cosas.

4 de Junio. Vino todos los días, callado. Ya no tiene la piel de animal, aunque todavía tiene algo de gris. Dos días de perfecto reposo que me han hecho mucho bien. Debo anotar nuevamente que me resulta molesto tener que incluir en estos apuntes aquello que se refiere a mí misma, pero también hace parte de todo esto.

8 de Junio. Juan acaba de llegar con apariencia completamente humana. Le dije: «Ahora verdaderamente te ves como antes, pero dime, ¿Por qué tuviste que aparecer en forma de animal?». Él: «Era la figura adecuada con mi forma de vida». Yo: «¡Si tú llevaste una vida normal y no diste escándalo!». Él: «¡La Justicia de Dios ve todo totalmente distinto a como lo ven los hombres; mi alma tuvo hambre [(Deseo de Dios)], lo busqué, pero no lo hallé!». Yo: «¿Cómo te pudiste salvar?». Él: «¡A última hora he creído!». Yo: «Dime alguna cosa de la otra vida». Él: «Es la claridad y el reconocimiento, ¡Quien siembra, puede recoger!». Yo: «¿Qué es lo que más te atormenta?». Él: «¡El deseo!». Yo: «¿El deseo de Dios?». Él: «¡Sí!». Yo: «¿Aún estás totalmente separado de Dios?». Él: «Yo me encuentro en el lugar intermedio». Yo: «¿En el purgatorio?». Él: «¡No!». Dijo algo más que me fue imposible entender. Tal vez sonaba como «Arriba», pero no estoy segura.

10 de Junio. Yo: «Dime exactamente en dónde estás». Él: «¡En el espacio intermedio!». Yo: «¿Qué quieres decir?». Él: «¡Entre la oscuridad y el esplendor!». Yo: «¿Entonces pronto estarás libre?». Él: «¡Sí!». Yo: «¿Durante todo este tiempo nadie ha rezado por ti?». Él: «Sí, el torrente del sacrificio continúa fluyendo. Salvación para los que han creído». Yo: «¿Te refieres a la S. Misa?». Él: «Sí».

12 de Junio. Vino totalmente resplandeciente y dichoso. Yo: «¡Hoy estás hecho todo una maravilla!». Él: «¡Te debo mucho!». Yo: «¿Puedes decirme por qué al principio viniste tan repugnante?, ¿Sabías que tenías la apariencia de un búfalo?». Él: «Sí». Yo: «¿Y eso hacía parte del castigo?». Él: «El pecado». Yo: «¿Puedo hacer algo para que las almas no vuelvan más a mí?». Él: «¡No se puede detener un torrente!». Yo: «Al menos dame una señal de que realmenente tú sí has venido a mí, ¡Para que por fin los demás crean!». Se me acercó y me susurró al oído: «Un sacrificio más para nosotros». Y desapareció, creo que para siempre.

El pobre Martino

4 de Julio. El Doctor Juan no volvió. Ahora en cambio, vienen dos figuras con indecible estruendo. No se pueden reconocer.

7 de Julio. Me encontré con un hombre en la escalera. Creyendo que era un mendigo le dije: «Espera, voy de inmediato a buscar algo». Entonces pasó por mi lado todo oscuro y se disolvió como humo. Se veía tan normal que ni por un instante pensé que fuese un espectro. En D… vi siete veces a aquella señora, se llama Isabella, no pude preguntarle nada más porque no estaba sola.

9 de Julio. Me desperté por un gran estruendo, mi habitación parecía estar en llamas. No pude ver nada, sólo escuché como un murmullo, como si alguien llamara desde lejos. Tener que solamente escuchar es mucho peor que tener que ver, pues llega una terrible angustia por no saber qué irá a suceder. Debo confesar que mis nervios han estado tan tensos que ya casi no puedo dormir.

11 de Julio. Aquel hombre de la escalera vino a mí en el Oratorio, abrió la puerta de una forma totalmente normal. Sentí mucho miedo, pero permanecí arrodillada, inmóvil. Se estuvo un momento de pie junto a mí y luego se arrodilló. No pude aguantar más y me salí; me siguió. Le pregunté: «¿Qué quieres de mí?». Él: «¡Amor!». Yo: «Te lo daré si me dices quién eres». Él: «¡Tú me ayudaste cuando estaba vivo! ¡Mírame!». Yo: «No te conozco, sólo la chaqueta, ¿Te la di yo?». Él: «Sí». Yo: «¿Viviste aquí?». Él: «No». Yo: «¿Y entonces por qué vienes aquí?». Él: «¡Porque tú tienes que ayudarme!». Yo: «¿Por qué TENGO?, ¡Nadie me puede obligar!». Él: «¡El Amor!». Yo: «Sí, pero entonces dime tu nombre». Él: «¡El pobre Martino!». Y desapareció. No tengo ni la más mínima idea de quién pueda ser. Un hombre con aspecto muy humilde, más bien mayor y con una gran barba, por lo demás parece un mendigo. Se hacía notar por medio de la chaqueta. Cómo puede ser posible, aún recuerdo muy bien que estaba bordando y leyendo Sven Hedin.

Fui a Mónaco por quince días, pero fue insoportable!. Al principio sólo ruido; luego de cinco días apareció la figura de un hombre espantoso que permanece por horas frente a mí; no lo conozco, me hacía gestos suplicantes. Recé por mucho tiempo, pero no tomó parte en la oración; sólo una vez puso su mano sobre mi cabeza. Oh! Esa mano!. Fue una cosa espantosa. A la pregunta «¿Quién eres?», respondió: «Anima (Un alma)». No pude hacerlo hablar más.

También vi una mujer en una tienda, junto al vendedor. Al preguntarle algo [a ella], el hombre me miró totalmente sorprendido; después desapareció.

Cuando fui con mi hermana a la Clínica me encontré con dos mujeres en el pasillo. Tenían una expresión de tanta tristeza que tuve que preguntarles cómo se encontraban, tanto me conmovieron. En la cara de una Hermana de la Misericordia pude notar que me tiene por loca, pues, de hecho, [para ella,] allí no había nadie más.

Apenas regresé a Waal vino el pobre Martino, en el jardín. Yo: «¿Te has dado cuenta que rezo por ti?». Él: «Sí, pero dame aún más». Yo: «¡Te agradezco que no vengas de noche!». Él: «¡Los otros no me lo permiten». Yo: «¿Cuáles otros?». Él: «Los que están cerca tuyo». Yo: «¿Son muchos?, ¿Son ellos quienes provocan aquel terrible estruendo?». Él: «Sí». Yo: «¿Por qué no puedo verlos todavía?». Él: «Aún no pueden». Yo: «¿Y cuándo podrán?». Él: «[Cuando se encuentren] en un nivel superior». Yo: «¿Tú ya te encuentras allí?». Él: «Yo me encuentro en el espacio intermedio». Yo: «¿Sólo pueden venir a mí aquellos del espacio intermedio?». Él: «No todos encuentran el camino». Yo: «Pero dime, ¿Qué cosa es ese camino que los conduce hacia mí?». Él: «Fatigoso, pero tú nos atraes». Yo: «¿Dónde estás sepultado?». Él: «Erlangen». Luego desapareció. Cuando dejo de mirar aquellas figuras, se irritan más, creo. Con frecuencia, por la noche el ruido es insoportable, y después de eso también tengo que verlos!.

En U… vi dieciséis veces a Isabella. Yo: «¿De dónde vienes?». Ella: «¡Del tormento!». Yo: «¿Eres parienta mía?». Ella: «¡No!». Yo: «¿Cuándo moriste?». Ella: «1846». Yo: «¿En dónde estás sepultada?». Ella: «En París». Yo: «¿Por qué no encuentras paz?». Ella: «¡Nunca pensé en mi alma!». Yo: «¿Cómo te puedo ayudar?». Ella: «¡Una Santa Misa!». Yo: «¿No tienes más parientes?». Ella: «¡Ellos han perdido la fe!». Yo: «¿Has estado todo este tiempo aquí en el Castillo?». Ella: «No». Yo: «¿Y por qué ahora?». Ella: «¡Porque tú estás aquí!». Yo: «Pero, ¿Mientras viviste pasaste mucho tiempo aquí?». Ella: «¡Sí, fui la amiga de muchos!». Es impecable, tiene una apariencia totalmente normal. Ahora hay otra cosa que me inquieta bastante: mi habitación aparece repleta de llamas, incluso de día.

11 de Agosto. El pobre Martino volvió mientras me encontraba en el jardín. Yo: «¿Qué quieres ahora?, hago lo que puedo por ti». Él: «¡Podrías hacer mucho más, pero piensas demasiado en ti misma!». Yo: «Tú no me dices nada nuevo, por desgracia. Dime alguna otra cosa, si ves algo malo en mí». Él: «¡Rezas muy poco y pierdes energía yendo de un lado para otro con la gente!». Yo: «Lo sé, pero no puedo vivir sólo para ustedes. ¿Qué más ves en mí? Tal vez algún pecado por el cuál tú estés sufriendo?». Él: «No, de lo contrario no me podrías ver ni ayudar». Yo: «Dime alguna otra cosa». Él: «¡Recuerda que soy sólo un alma!». Me miró con tanta dulzura que me sentí llena de alegría. Aún quería saber más de él. Si pudiese dedicarme del todo a las pobres almas, sería algo muy hermoso, pero… los hombres!.

«¡Soy la culpa no expiada!»

14 de Agosto. Me encontré en el día con Isabel, ahora aquí. Yo: «¿Por qué no te quedas en U…?». Ella: «Permanezco siempre contigo». Yo: «¿Por mucho tiempo todavía?». Ella: «Depende de tu Misericordia». Yo: «Tú debes entender que debo ayudar también a otros y no dar sólo a ti, no puedo hacer eso». Ella: «¡Recurre a tu Amor y podrás ayudar!». Yo: «¿Es permisión de Dios que ustedes vengan a mí?». Ella: «Sí». Estoy realmente contenta de que el buen Dios haya pensado en mí.

23 de Agosto. Sólo una de las sombras ha tomado forma, es un anciano. Su continuo movimiento e intranquilidad se asemeja a la sombra de un árbol movido por el viento en un día soleado sobre un suelo pedregoso.

25 de Agosto. El hombre llegó furioso, pero durante la oración se tranquilizó.

27 de Agosto. Habló. Me gritó: «¡Ayúdame!». Yo: «Con gusto, pero dime quién eres». Él: «¡Soy la culpa no expiada!». Yo: «¿Qué cosa debes expiar?». Él: «¡Fui un calumniador!». Yo: «¿Puedo hacer alguna cosa por ti?». Él: «¡Mi palabra está en el escrito y allí continúa existiendo, de esa forma la mentira nunca muere!». Yo: «¿Y entonces cómo podré ayudarte?». Al instante se me acercó y presionó su horrible cabeza contra mi cara. Fue muy duro, aunque no perdí el conocimiento. Sin embargo sentí verdadero escalofrío.

28 de Agosto. Yo: «¿Estás mejor?, ¿Te diste cuenta de que ofrecí la Santa Comunión por ti?». Él: «Sí, así expías mis pecados de lengua». Yo: «¿Puedes decirme quién eres?». Él: «¡Mi nombre no debe volver a ser pronunciado!». Yo: «¿Dónde estás sepultado?». Él: «En Lipsia». Yo: «No alcanzo a entender cómo pudiste encontrarme». Él: «El camino que debemos seguir». Yo: «¿Habrán todavía muchos en este camino?». Él: «Siete». Yo: «¿Podrías darme razón de otras almas?». Él: «No». Yo: «¿Quiénes están aún en la habitación?, veo todavía dos sombras». Él: «Estamos aislados». Yo: «¿Quiéres decir que no ves a los demás?». Él: «Sí». Permaneció toda la noche sin dejar de moverse de un lado para otro.

29 de Agosto. Lo vi durante todo el día, es una completa persecución. Yo: «¿Por qué estás siempre conmigo?, te ruego que no estés cuando me encuentre con otras personas, del resto no diré nada». Entonces me dio un empujón que casi me caigo por las escaleras. Yo: «¡No puedes abusar de mi ayuda!». Él: «¿Dónde están tus sacrificios?». Yo: «Perdóname por haber vuelto a pensar en mí misma».

No me dejó sino hasta las siete de la noche. Fue un día muy pesado. Me refugié en la Iglesia, allí permaneció frente a mí, al menos se quedó quieto. Yo: «¿Ves a Jesús en el Sacramento o como realmente es?». Él: «El Sacramento es para ustedes que viven todavía, ¡Sin embargo sólo podré verlo cuando esté totalmente limpio!»

30 de Agosto. El anciano me atormenta de forma tremenda, me da empujones y me golpea. Le dije: «¿Por qué haces eso?». Me gritó: «¡Tú me has olvidado!». Yo: «Entonces dime de una buena vez todo lo que quieres». Él: «¡Tú rezas muy poco y tienes que dar más!». Yo: «No puedo hacer más por ti». Él: «¡Tú debes!». Yo: «Es verdad que rezo bien poco, pero a menudo me siento tan cansada que no puedo más. Déjame en paz, que empezaré a rogar de más por ti». Entonces se puso como un hombre enojado, me empujó y desapareció. Volvió a las cinco y me gritó: «¡Levántate!». Permaneció conmigo hasta que me fui a la Iglesia. Cuando regresé lo encontré todavía en la habitación. Yo: «¡Hazme el favor de irte!». Entonces se arrojó sobre mí, no podría describir aquel horror. Es mucho más de cuanto puedo soportar!. Sin embargo no quiero volver a lamentarme, pero siento tanto miedo!.

3 de Septiembre. En estos días sucedieron peores cosas que el resto del tiempo. Fue una lucha contra un demente. ¡Parece superado!. Hoy se veía tan tranquilo y contento. Permaneció en silencio.

4 de Septiembre. Vino sonriendo. Yo: «Hoy me gustas». Él: «Voy al esplendor». Yo: «¡No te olvides de mí!». Él: «Los vivos piensan y olvidan, los muerto no pueden olvidar lo que les dio el amor». Y desapareció. Al final tuve ese consuelo. «¿Quién fue?». Pregunté a muchos pero no he recibido respuesta. Mis familiares se ríen de mí, pues me escuchan hablando [sola] con las almas. Yo les respondo que es señal de que ya estoy envejeciendo.

«Un Dominico»

5 de Septiembre. También las demás sombras se van transformando. Vino un Dominico que tenía el rostro aún irreconocible, una masa oscura. Es muy tranquilo, pero murmura algunas palabras que no comprendo, parece latín.

6 de Septiembre. Estuvo toda la noche conmigo. Tenía tanto sueño que continué durmiendo y perdí la S. Comunion. Así siempre preocupada en el cuidado del cuerpo, inmortificada y espiritualmente perezosa!.

10 de Septiembre. Nada especial. El Dominico no produce miedo, sólo que permanece mucho tiempo.

En el camino que lleva hacia el molino encontré una mujer que no tenía en sí nada de particular. Cuando pasó cerca a mí, escuché un grito: «¡Misericordia!». De inmediato di la vuelta y sólo hasta entonces me di cuenta que se trataba de un alma del Purgatorio. Efectivamente, sus ojos eran del todo distintos. Como habían obreros por ahí, fingí haber perdido algo y le pregunté en voz baja: «¿Qué puedo hacer por ti?». Ella: «Rezar». Yo: «¿Eres Teresa B?». Ella: «Sí». Yo: «Pero si tú llevaste una vida tan honrada». Ella: «Pura apariencia: sólo fui sincera estando a punto de morir». Yo: «¿Debo decírselo a tu hija?». Ella: «No, tú me puedes ayudar». Yo: «Pero debo ayudar a tantos con mis pobres oraciones, y así tu no recibirás sino muy poco». Ella: «¡Cuando es el Amor quien da, las cosas pequeñas se hacen grandes!». Y desapareció.

13 de Septiembre. El Dominico es un Sacerdote que conocí muy bien. Es francés. Permaneció bastante tiempo conmigo. Cuando comencé a orar, él me hizo guiños.

17 de Septiembre. Al caer la tarde me sentía muy triste por algo… y lloré. He aquí una mano posarse sobre mi cabeza. Alcé los ojos y allí estaba el Dominico. Él dijo: «¿Por qué lloras?». Yo: «Porque no estoy contenta de mí». Él: «¿Por qué no me cuentas todo?». Yo: «¿Puedes ayudarme?». Él: «¡Me gustaría!». Yo: «Estoy tan preocupada por mi alma, no es suficiente la buena voluntad, no sé que más hacer». Él: «Si no pecas, no podrás perderte». Yo: «Pero si por desgracia pecase, ¿no podrías volver a ver mi alma?». Él: «No, pero el camino para venir a ti es claro, o de lo contrario no podríamos venir. ¡Ten confianza y sé humilde!». Yo: «¿Y cómo puedo ayudarte?». Él: «Con la mortificación». Se quedó un momento. Es la primera aparición que comienza a hablar sin ser interrogada.

Los momentos inmediatamente después de la muerte!

27 de Septiembre. Permaneció largo rato conmigo. Le dije: «Por favor, dime si inmediatamente después de la muerte vemos a Dios». Él: «Sí, un estremecimiento del alma en la adoración y luego un precipitarse en la Purificación». Yo: «¿No puedes decirme algo más?». Él: «No. ¡Cuanto más ames a Dios, mayor será la Felicidad, piensa en esto!». Yo: «¿Te falta aún mucho para que estés completamente puro?». Él: «No».

29 de Septiembre. conozco.

Vi tres veces a una anciana ante el altar de la Virgen, pero no la

El Dominico estuvo aquí bastante tiempo. Yo: «Pero dime, ¿De qué manera puede uno salvar su alma?». Él: «Con una Fe firme y Humildad». Yo: «¿Puedo hacer alguna cosa para que las Pobres Almas no vengan más?». Él: «No». Yo: «¿Pero, y si yo no rezara más por ustedes?». Él: «Te obligarían a ayudarlas». Yo: «Yo puedo llamar algún alma de la cual quisiese saber alguna cosa?». Él: «Tú no tienes poder alguno sobre ellas*».

*Los espiritistas creen que sí podemos invocar a los muertos. Ahora bien, si eso no le fue posible a esta santa mujer, que tenía la oportunidad de ver a los muertos ¿Qué podrán hacer aquellos curiosos espiritistas?. O preguntémonos de forma más realista: ¿Quién es el que se aparece en las sesiones de espiritismo?.

1 de Octubre. Vino algo aún más horrible, parece una bestia. pasará, pero siento un miedo indescriptible.

Yo sé que también esto

3 de Octubre. Luego de aquel horror vino el Dominico. Yo: «Estoy contenta de que hayas venido, siento tanto miedo, ¿Sabes quién era?». Él: «No, nosotros seguimos cada uno nuestro camino». Yo: «Parecía un animal, ¿Por qué un animal?». Él: «Tú ves el pecado, olvídate de ti misma y socórrelo!». Yo: ¿Qué cosa le ayudará más rápido?». Él: «El ofrecimiento de tu voluntad». Yo: «¿Por qué no la Santa Misa?». Él: «Porque no creyó en ella». Yo: «Pero a los demás le sirvió de inmediato». Él: «Tú no puedes entender qué cosa es la Justicia de Dios». No he sentido miedo alguno en las veces que el Dominico ha venido, al contrario, me pongo feliz.

7 de Octubre. Aquella cosa se ha quedado conmigo todas estas noches. Es un gran simio, como en la ocasión pasada. Por qué siempre este tremendo miedo?. Nunca podré ser capaz de habituarme a estas clase de cosas?.

9 de Octubre. Desafortunadamente el Dominico no vino y, en cambio, vino aquel otro.

10 de Octubre. Una noche espantosa. Pero quizás esto sea para mortificación de la voluntad. Por eso sólo quiero describir los hechos y no volverme a lamentar. El simio es alto como la puerta, y salta por todos lados como un loco. Parece que aún no quiere escuchar la oración. Entra por la ventana, cosa que me es particularmente pesada y espantosa. Me golpea y me olfatea como una bestia salvaje. Intentó estrangularme, pero rápidamente puse en mi cuello la Cruz de los agonizantes y me dejó.

14 de Octubre. El simio vino todos los días, aún más por las noches. Algo extraño: Su pelo está húmedo, como si hubiese estado bajo la lluvia. Me estrujó con sus grandes brazos como una morsa. Sin embargo me alegro de que sea un mono y no una serpiente.

17 de Octubre. Él es tan insoportable, sus ojos son de fuego, se queda mirándome fijamente. Debo decir que me he vuelto más valiente. Hace un año no habría sido capaz de aguantarme algo semejante, y hasta perdía el conocimiento. Me sentía ya tan agotada, vino el Dominico y el monstruo se fue. Yo: «¿Por qué no viniste antes?». Él: «Tú estuviste invadida». Yo: «¿De qué?». Él: «De la tortura de aquel pobrecillo». Yo: «Sí, ayúdame a socorrerlo». Él: «Yo aún no estoy libre». Yo: «Entonces dime, ¿Qué debo hacer por él?». Él: «Muéstrale tu Amor». Yo: «Pero soy incapaz de sentir el más mínimo amor por él, a lo máximo compasión». Él: «Haz aquello que realmente te parezca más duro». Yo: «¿Quieres decir: flajelarme?». Él: «Sí». 18 de Octubre. El Dominico vino de mañana. Yo: «Me habías dicho que aún no estabas libre, ¿Puedo liberarte?, ¿Y de qué manera?». Él: «¡Dame siete Santas Comuniones!». Yo: «¿Y por qué no me lo dijiste antes?». Él: «Porque ya lo habías dado a los demás». Yo: «¿Cómo hiciste para saberlo?». Él: «Vi cómo se alejaban de ti con las manos llenas?». Yo: «Otra alma me había dicho que no podía ver a las demás almas que venían a mí, ¿Entonces cómo es que tú sí?». Él: «Somos distintas».

El simio estuvo toda la noche conmigo, muy intranquilo; la mayor parte del tiempo permaneció sentado en un rincón. Después se arrojó como un perro furioso sobre mí. Le grité: «¡No puedes hacerme eso!». Entonces cayó al suelo, saltó por el aire y de nuevo sobre mí. Le di una bofetada, ¡Dios mío!, nunca más lo volveré a hacer!. Gritó de dolor y las lágrimas salían de sus ojos salvajes. Se acurrucó en un rincón. ¡Cuánta pena me causó!. Me arrepentí tanto de haber sido tan malvada con él. Hice cuanto pude y le dije que podía hacer aquello que más le aprovechara. Y había escrito que ahora era más valiente. Si hubiese escrito que ahora tenía menos corazón, habría sido más sincera.

19 de Octubre. Mientras jugaba con Wolfram vino el Dominico. Yo: «¡No espantes al niño!». Él: «Su inocencia me atrae». En efecto, el niño estaba totalmente alegre; miró al Sacerdote con mucho gusto. La escena fue increíble, y muy linda y real. Yo: «¡Por favor vete, vienen los demás!». Él: «Ellos están vivos». Yo: «¡Igual yo!». Él: «Tú nos perteneces». Se inclinó sobre el niño y desapareció. Por qué pertenezco a ellos?. Me siento nuevamente asustada.

Sabes cuándo moriré?

20 de Octubre. El simio estuvo aquí casi toda la noche. Su rostro empieza a volverse un poco más humano, pero no menos repugnante. Recé mucho con él, desea tanto el agua bendita. También lo vi en el prado y en el jardín. Volví a ver las tres mujeres en la Iglesia, llevan trajes campesinos antiguos.

24 de Octubre. Vino al querido Dominico. Yo: «¿Puedes decirme por qué a veces algunos de ustedes sólo me atormentan?». Él: «Aquellos son los del nivel más profundo. El pecado aún está unido a ellos. ¡Están salvados, mas no purificados!». Yo: «¿Tú nunca estuviste en ese nivel?». Él: «¡No, la gracia de Dios me preservó de caer en los pecados que precipitan a las almas a aquellas profundidades!». Yo: «¿Cuándo moriste?». No sabía que habías muerto». Él: «Hace cuatro meses». Yo: «Dime, ¿Por qué, si el alma se libera de su cuerpo, cómo es que yo puedo ver vuestros cuerpos?». Él: «Por permisión de Dios, o de lo contrario ¿cómo podrías vernos?». Yo: «¿Pero cómo es posible que yo sienta, aún en la oscuridad, cuando ustedes están cerca?». Él: «Estamos unidos a ti».

24, 25 y 26 de Octubre. Noches terribles con el simio, casi sin descanso. Creo que aún necesita mucho; no veo ningún cambio. Puede ser también que se deba a mi oración tan pobre. El Dominico estuvo aquí un momento. Yo: «Me ves triste, ya casi no puedo más». Él: «¿No quisiste sacrificarte?». Yo: «Sí, es cierto, pero mi voluntad es tan débil». Él: «Cuanto más débil eres, mayor será la ayuda». Después dijo otra cosa que no entendí y desapareció.

28 de Octubre. Nada nuevo, el simio ha continuado atormentándome como siempre.

30 y 31 de Octubre y 1 de Noviembre. No pasó nada. Me conmovieron tanto, pues estuve muy enferma y me dejaron descansar.

2 de Noviembre. Conmemoración de los fieles difuntos, vino el Dominico. Yo: «Hoy es para ustedes un buen día». Él: «La Sangre de Cristo fluye a torrentes». Yo: «¿Te refieres a las muchas S. Misas?». Él: «Sí, esta sangre nos conduce a la Vida». Yo: «¿Aún hoy debes quedarte?». Él: «Sí, pero ahora estoy más cerca». Yo: «¿No volverás a mí con la misma frecuencia?». Él: «No». Yo: «¿Puedes decirme qué otra cosa puede volver más perfecta mi alma?». Él: «Aquello que te dije cuando vivía: Los Sacramentos. Cada día debes hacerte más pura!. Yo: «Nosotros fallamos tanto. ¡Ruega por mí! ¿Sabes cuándo moriré?». Él: «3 x 9*». Yo: «¡No entiendo!». No es necesario que lo entiendas.

*Eugenia von der Leyen murió 9 de enero 1929 a las cuatro de la mañana, en esta fecha se produce tres veces el nueve!.

Vino el simio y mi querido amigo ya se había ido!. Recité el «Dies irae» delante de él, entonces se puso junto a mí y me miró de una forma tan suplicante que me partió el corazón!. Me sentí movida a acariciarlo!. Era pegajoso al tacto. Yo: «¿Todavía no puedes hablar?». Sólo un sollozo y después se arrojó sobre mí. Yo: «¡Te ordeno ponerte de pie y decirme quién eres!». Él: «¡El Impuro!». Yo: «Quiero ayudarte, dime qué necesitas». Él: «¡Que tú te sacrifiques!». Yo: «¿Te has dado cuenta de cuántas oraciones han sido ofrecidas hoy?». Él: «¡Sí, fue eso lo que me dio la palabra!». Yo: «¿Por qué te encuentras en semejante estado?». Él: «¡No hay pecado que no haya cometido!». Yo: «¡Sin embargo tuviste fe!». Él: «¡Hasta la última hora desprecié al Altísimo!». Yo: «¿Y después?». Él: «Vino el reconocimiento, así me salvé del Infierno». Yo: «¿Quieres Santas Misas?». Él: «Ninguna participación en aquello en lo cual no he creído». Yo: «¿Es un castigo?». Él: «¡Uno de tantos!». Después salió por la ventana. Tengo tantos deseos de ayudarlo de inmediato!. De hecho, él es la pura imagen del dolor. Ahora siento más asco que miedo.

3 de Noviembre. El simio me persiguió casi todo el día!. Tuve que mostrar mi papel de alma viviendo entre dos mundos. Fatigada por dentro, riendo y bromeando por fuera. Esto agota bastante y me consume muchas energías!. Pero ya en el último instante, en que no podía más, vino (las Luces y aquel sentimiento de Felicidad, del cual no quiero volver a escribir, pues siento miedo de ser exaltada). Aquello volvió de noche. Y así lo mismo los días 4, 5 y 6.

7 de Noviembre. El simio estuvo peor que nunca; casi no podía orar. Yo: «¿Qué te sucedió para que tengas que mostrarte en un estado tan repugnante?». Él: «¡Tienes que conocer toda mi vida!». Yo: «Olvídate de eso, te ayudaré lo mismo». Él: «¿Sabes quién soy?». Yo: «Sí, una muy pobre alma». Él: «¿Qué ves en mí?». Yo: «Una miseria indecible y vicios. No deseo escuchar lo que hiciste». Él: «¿Pero expiar por mí?». Yo: «Sí». Él: «¡Quiero ayudarte a hacerlo!». Me dio una bofetada en la cara y desapareció. Bien, algo que no comprendo: ¿Por qué mientras yo trato de ayudarle, me hace daño?. Debo preguntárselo.

8 de Noviembre. Estuvo aquí casi todo el día. Yo: «¿Por qué volviste a cachetearme?». Él: «¡Porque quiero atormentarte!». Yo: «Pero si lo que yo quiero es ayudarte, eso es menosprecio de tu parte». Él: «¡En mi estado sólo hay maldad!». Yo: «Pero si tú estás salvado, ¿Cómo es posible que todavía seas malo?». Él: «¡Aún está unida a mí! ¿No lo ves?». Yo: «¡No veo nada más que un espantoso animal!». Al instante se me acercó. ¡Dios mío!. ¡Vi cosas simplemente indescriptibles!: Su cuerpo estaba totalmente agujereado, y en cada hueco se movían miles y miles de gusanos. Todo en él estaba siendo demorado por gusanos y más gusanos. En verdad creo que jamás en mi vida había visto algo tan repugnante. Oh, Dios mío!, que jamás tenga que volver algo tan atroz!. Le dije: «Te lo ruego, por favor vete, no soporto más. ¿Son los pecados que dejaste sin pagar?». Él: «¡Dios es justo!. ¡Mis pecados claman al cielo!*».

*Los cuatro pecados que claman venganza al cielo son: 1° El homicidio premeditado, voluntario; 2° La homosexualidad; 3° La opresión de viudas, huérfanos y pobres; 4° No pagar, o demorar voluntariamente en pagar el salario debido a los trabajadores.

Yo: «¿Te refieres a los pecados que claman venganza al cielo?». Él: «¡Tú lo has dicho!». Yo: «¡Qué pena!. Pero dime, ¿El arrepentimiento en la última hora te obtuvo la gracia de salvarte?». Él: «¡El arrepentimiento y los Sacramentos!». Luego se me acercó todavía más y puso su horrendo brazo sobre mí. Lo único que hice fue cerrar los ojos y esperar a que se fuera lo más rápido posible. No he rezado ni he ofrecido nada, tan falta de amor para con los más miserables!. Finalmente me dejó libre!. Yo: «¿Tenías que hacer eso?». Él: «Tú me refrescas». Entonces le di una buena cantidad de agua bendita y se fue. Cuando una tortura de estas termina, uno experimenta como una sensación de alivio y liberación. Esto me anima a empezar nuevamente a trabajar por él. Tendré que sufrir mucho aún con este simio!. Este pensamiento me abruma, siento un miedo espantoso; aquella cantidad de gusanos son un verdadero horror para mí. Me digo a mí misma: Que sea como Dios quiera, pero después pienso: Estas cosas deberían de parar ya.

10 al 26 de Noviembre. Muchos tormentos. No he podido saber más nada de él, de igual manera no tiene importancia. Tampoco sirve de nada volver a recordar o describir todo lo que ha sucedido en estos días, realmente prefiero no pensarlo!.

El simio es Egolfo von R…

27 de Noviembre. Aquella bestia se abalanzó sobre mí. No podía defenderme, tampoco quiero volver a cachetear a ninguno. Sentía los gusanos en su pegajosa piel. Qué terrible!. Finalmente me soltó. Yo: «¡Quiero que hables!, ¿Por qué volviste a hacer eso?». Entonces me gritó: «¡Me quemo, recuerda lo del evangelio: «Crucior in hac flamina [(¡Estas llamas me atormentan! Luc. XVI, 23-24)]!». Yo: «¿Cómo hago para ayudarte?». Él: «¡Agua Bendita!». De inmediato le di agua bendita y lo mismo que sucedió la vez pasada: No cayó ni una gota al suelo. Me miró agradecido y comenzó a llorar. Yo: «Pero dime de una buena vez, ¿Quién eres?». Él: «Egolfo von R…». Yo: «Entonces viviste aquí». Él: «¡Viví y pequé!». Yo: «¿A quién mataste?». Él: «A Susana!». Yo: «¿Aquí?». Él: «No». Yo: «¿Pero llegaste incluso a pecar aquí?». Él: «¡Aquí cometí pecados muy abominables!». Yo: «¿El arrepentimiento que sientes ahora te alivia el dolor?, ¿No te aprovecha en nada? «. Él: «No». Yo: «¿No tienes a alguien, a parte de mí, que te ayude?». Él: «No». Yo: «¿Has permanecido en esta casa, durante todo este tiempo, en este mismo estado?». Él: «No, después de [haber estado en] las tinieblas». Yo: «¿A que te refieres con «las tinieblas»?». Él: «¡El alejamiento de Dios!». Yo: «¿Entonces ahora estás más cerca?». Él: «Sí». Yo: «Ahora dime, ¿Inmediatamente después de la muerte a dónde se llega?». Él: «¡Primero el Juicio, luego el castigo!». Yo: «¿Entonces te encontraste con el buen Dios?». Él: «¡Lo adoré, luego me precipité!». Yo: «¿Sabes de qué manera pueda salvarte?». Él: «Sí». Yo: «¿Cómo?». Él: «¡Renuncia a toda alegría!*».

*El director espiritual de la Princesa escribe al respecto: «En cuanto a la «alegría», le dice [el Padre] a la princesa, que los espíritus no tenían derecho a pedir una renuncia a toda alegría. Lo hacen, no obstante [, y con razón], empujados por sus terribles sufrimientos y miseria.

Yo: «¿De esa forma no vendrás más a mí como un simio?». Entonces me dio un manotazo en la cabeza y desapareció!. Renunciar a toda alegría no es para nada fácil, simplemente porque todo es alegría para mí. Entonces tendría que despojarme completamente de mí misma.

28 de Noviembre. Me pareció que su mano estaba bañada en sangre. Yo: «¿Por qué sangras?». Él: «¡Mi pecado!». Yo: «¿Nunca se supo que mataste a Susana?». Él: «¡No! ¡Tengo que decírtelo!». Yo: «¿Quién fue Susana?». Él: «¡Una niña inocente!». Yo: «No deseo escuchar nada de tus otros pecados». Entonces comenzó a gritarme, me arañó el brazo y dijo una palabra, que no sabía lo que significaba. Sólo entendí «Omitisch» (Homosexualidad).

Fue una verdadera lucha para él decirme eso, pues después cayó al suelo y comenzó a suspirar y a gemir. Le di agua bendita y se calmó un poco, sin embargo, se quedó toda la noche conmigo. Puesto que el sueño es para mí una verdadera alegría, quizás el ha querido obligarme a sacrificarlo, y así tuve que darle aquello que de otro modo no le habría dado voluntariamente.

18 de Diciembre. No había vuelto a escribir nada, pues no fue posible ninguna conversación. El simio se había convertido en un furiosa bestia, y si algo bueno hice por él, fue más por temor que por amor. Experimenté cosas horribles, como por ejemplo, vació su piel sacudiéndose y echando los gusanos sobre mi cama. Creí morir de espanto y enojo!. Al irse, se fueron con él los gusanos; esto fue para mí un verdadero consuelo. Finalmente hoy se presentó en forma humana; es un hombre más bien joven. No ha hablado. ¡Agradezco a Dios que haya llegado así de cambiado!.

23 de Diciembre. Permaneció aquí mucho tiempo. Ahora ya no produce espanto, sólo su mirada, aún agria e intranquila. Yo: «Me gustaría saber: ¿Cómo es posible que ustedes se presentan de tantas formas distintas?». Él: «Por permisión de Dios. Tú no puedes ver el alma». Yo: «Si tú estuviste tanto tiempo a mi lado, ¿Por qué no vi antes?». Él: «Yo no era capaz de hallar el camino, que es largo». Yo: «¿Cómo pudiste encontrarme?». Él: «Eres tú quien nos encuentra». Yo: «¡No es cierto, pues soy infeliz cuando ustedes vienen!». Él: «¡Tu alma no dice lo mismo!».

24 de Diciembre. Vino varias veces durante el día. Ha rezado con gusto, pero no ha dicho nada.

25 de Diciembre. Estuvo aquí a la mitad de la noche. Yo: «¿Sabes que es Navidad?». Él: «Puedo adorar». Yo: «¿No vuelves más?». Él: «No». Yo: «Ahora tengo que decirte que mentí al decirte que soy infeliz cuando ustedes vienen a mí. Es más bien el terrible miedo quien apaga mi amor, pues en verdad yo sí deseo ayudarlos». Él: «¡Para ti ya no existe el querer, tú debes!». Me sonrió y desapareció. Apenas se acababa de ir, cuando vi delante de mí a la vieja revendedora en condiciones realmente lamentables.


PARTE 7

Gisela G…

17 de Enero (1926). Z… no volvió. Ahora viene una figura envuelta en niebla, muy tranquila, no produce miedo. Incluso soy capaz de dormir estando ella aquí.

20 de Enero. Creo que la figura es una mujer, pero totalmente distinta a las que he visto hasta ahora; una figura nebulosa que no toca el suelo. Su rostro es muy amable y bien joven. Vuela por mi habitación con una gracia imposible de describir.

27 de Enero. Mi queridísima visita ha venido todas las noches. Me acompañó incluso en D…, donde experimenté ante ella algo muy extraño y bien particular. De un momento a otro se escuchó en mi habitación un estruendo, como si hubiesen vaciado por el suelo una cesta de vidrios. Un crujido indescriptible y después mi habitación se llenó de llamas. Me invadió un terrible miedo porque creí que en verdad mi habitación ardía por un incendio. Salí al pasillo y todo estaba tranquilo. Volví a mi cuarto y estaba como si nada. Cuando pregunté a mi querida figura qué había sucedido, señaló por la ventana hacia el jardín, pero no vi nada.

1 de Febrero. Últimamente me parece que la aparición ha estado más cerca de mí. Me dijo algo en voz baja pero no entendí nada.

3 de Febrero. He avanzado tanto, que me siento feliz de verla. Yo: «Pero dime al fin quién eres». Ella: «Gisela». Yo: «Pero dime ¿Por qué tú eres así tan distinta de los demás?». Ella: «Porque dentro de poco podré adorar». Yo: «¿Entonces por qué vienes todavía a pedirme ayuda?». Ella: «Porque debo seguir la voz». Yo: «¿Qué voz?». Ella: «La voz de quien reza por mí». Yo: «Pero yo no he rezado por ti, ni siquiera te conozco». Ella: «Dile que estoy salvada, lo hice con la mano, no con la voluntad». Entonces me acordé de Gisela G…*, quizás podría ser ella, por quien S. L., una monja, había rezado siempre. Yo: «¿Te quitaste la vida?». Ella: «Sí, me encontraba trastornada». *Gisela G… había muerto dos años antes; se decía que ella misma había terminado con su vida. Tenía una monja amiga que rezó mucho por ella.

Yo: «¡Entonces ve hacia la voz!». Ella: «No la encuentro». Yo: «¿Qué debo decirle de ti?, ¿Rezas por ella?». Ella: «Ruego [por ella] y [le] agradezco».

6 de Febrero. Gisela regresó. Le pregunté: «¿Por qué sigues viniendo, siendo que estás tan cerca de la liberación?». Ella: «Para animarte». Yo: «¡Te lo agradezco mucho! pero, ¿Me puedes decir qué era aquel tremendo ruido y llamas?». Ella: «¡Prepárate y sé valiente!». Yo: «¿Entonces aún ha de venir?». Ella: «Sí, está establecido». Yo: «¿No puedes rogar por mí para que no venga?». Ella: «Tú hablas de manera humana». Yo: «¡Mírame, soy siempre la misma!. ¿Puedes hacerme el favor de decir lo malo que aún hay en mí?». Ella: «Está claro alrededor tuyo, no permitas jamás que se oscurezca». Yo: «¡No me digas cosas bonitas, sino necesarias!». Ella: «¡Ofrece cada vez más el sacrificio de tu voluntad, de esa manera te ayudarás a ti misma y a ellos!». Puso las manos sobre mi cabeza y desapareció. Esta fue una aparición verdaderamente consoladora, sin duda que no vendrá más.

Una monja bajo la apariencia de serpiente

8 de Febrero. Ahora se presenta «Lo terrible» con violencia inconcebible.

Nunca había oído ni visto espectáculo semejante: Tempestad, gritos, muebles arrojados al piso, justo aquellas cosas que uno no quisiera experimentar jamás. De todos modos quiero ser valiente!. Aún no veo nada.

9 de Febrero. Hubo un huracán tal en mi habitación que parecía como si puertas y ventanas fuesen a ser arrancadas. De nuevo una angustia terrible, un miedo que crece hasta el extremo. Y cómo podría prestar ayuda a otros, siendo que yo misma tengo tanta necesidad de ser socorrida?.

12 de Febrero. Fue algo tan amargo y duro, que del miedo me corrieron gotas de sudor hasta el suelo. Me sentí tan sola en mi miseria como nunca. Una fuerza invisible parecía descargar su furia a mi alrededor. Como vi que se iba acercando a mi cama, fui a refugiarme a otra habitación. Se armó un tremendo huracán, abrí la ventana y afuera todo estaba tranquilo.

13, 14 y 15 de Febrero. Siempre lo mismo: estruendo y espanto.

18 de Febrero. Fue tan tremendo que terminé enferma, entonces todo cesó. De todas formas me puse a recitar el Salmo 90: «Qui habitat in adiutorio Altissimi, in protectione Dei Cóeli commorabitur («Quién se acoge al asilo del Altísimo, descansará siempre bajo la protección del Dios del Cielo»)». Este Salmo se adapta de manera particular a mí, porque también me rodean el temor nocturno, ataques diabólicos, tribulaciones… de todo…! Y sin la ayuda de Dios no podría resistir más. 19 de Febrero. En medio del fuego ha aparecido como una masa sin forma, toda oscura, de la que proviene el tremendo alboroto. Las llamas no emiten calor. La anterior tempestad ha terminado. He rociado tanta agua bendita.

Para ser sincera, de momento me encuentro en una muy mala situación espiritual, me he vuelto tan miserable en el dar.

Debido a mi enfermedad y debilidad, mi alma pasa mucha hambre. Esto lo voy comprendiendo cada vez más con mayor claridad. Cuando no puedo unirme sacramentalmente a Jesús, pierdo más y más fuerzas.

21 de Febrero. Lo peor que podría sucederme. ¡Aquella masa oscura es una serpiente!. Al verla me sentí paralizada de miedo. Es algo terrible para mí, que siento miedo hasta de un lución [(pequeño lagarto sin patas traseras)]!. La bestia es muy larga, como de unos tres metros, estoy tan asustada que me agobia la llegada de la noche. No soy capaz de hacer ningún sacrificio, de ninguna manera. Las llamas han desaparecido. Hasta el momento ha permanecido tranquila. Me han dado las «buenas noches», pero por el contrario, me dirijo al encuentro de un gran tormento!… He aquí nuevamente lamentándome, debo decirme: ¡basta!, Dios no me mandará más de cuanto pueda soportar. He pensado que tal vez estas anotaciones sean para mí como una medicina relajante, después las cosas se me hacen más fáciles.*

*El Padre Sebastián, su confesor, le había exhortado a llevar un diario, para que no comunicase a nadie de fuera, ni con los que vivía, de sus experiencias; su Director pensó que sería muy provechoso para ella hacer estas anotaciones, que ahora hoy poseemos. Goethe consideraba la escritura como una liberación.

23 de Febrero. La serpiente no vino sino hasta después de la una. Se hizo sentir con un ruido sordo, como cuando un cuerpo cae desde bien alto. Permaneció largo rato extendida frente a mí, sin embargo me equivoqué con su medida, pues mide sólo un poco más de dos metros: tomé la medida por la pared junto a la que estaba. Estuvo muy tranquila. Le dije que haría todo lo posible por ayudarla, pero que no se acercara, eso no!. Hacia las tres de la madrugada atravesó la pared junto a mi cama, hacia la habitación de Wolfram, quien dio un fuerte grito. Por la mañana le pregunté a la niñera qué tal había pasado la noche el niño, me contestó: «No supe que le pasó. Como a las tres se despertó y gritó como si tuviese miedo de algo». Siento mucho que el pequeño deba sufrir, sólo porque su habitación queda junto a la mía.

24 de Febrero. El pobre animal tiene los ojos de fuego, en los que se ve claramente su infinito sufrimiento y desesperación. Rezar con una bestia es una sensación del todo particular. No suelto ni por un instante la Reliquia de la Santa Cruz, me da una cierta tranquilidad. Se enrolló, como normalmente lo hace una serpiente. No sé qué prefiero!. De ninguna manera podría haberme acostado. Procuraba no pensar en lo que podría ocurrir. Le prohibí entrar en la habitación del niño, amenazándola de no ayudarla si volvía a hacerlo. Debo decir que tengo como un cierto poder sobre ella, cosa que me hace bien. Se salió al pasillo arrastrándose. 25 de Febrero. La he observado perfectamente: es de color gris-oscuro con rayas blancas. Es absolutamente imposible pensar que no tenga un cuerpo real y tangible, y que sea sólo producto de mi imaginación. Quienes creen eso, es porque nunca han experimentado algo semejante, como lo que me ha tocado enfrentar. La toqué con mi bastón y de inmediato se estiró. No fue fácil, sin embargo lo hice apenas para confirmar lo que acabo de escribir!.

26 de Febrero. Después de rezar con ella, se me acercó tanto que me aterrorizó. Creo que eso le hace bien a ella, pero todo lo contrario a mí, tanto así que salté en la silla. No respondió a ninguna de mis preguntas.

2 de Marzo. Mi soberbia fue castigada. No tengo poder alguno sobre ella. Cuando le ordené quedarse quieta, se empezó a arrastrar hacia mí, y silbó de una manera tal que me dejó terriblemente espantada. El susto que experimenté es imposible de describir.

3 de Marzo. Una jornada verdaderamente espantosa!. Vi colgando a la serpiente de un árbol, frente a mi escritorio. Rápidamente salí del cuarto; para librarme de ella me quedé un rato con algunos familiares. Luego de una hora regresé y aún se encontraba allí. De día es todavía más horrible. Me escapé afuera, pero arrastrándose atravesó la puerta hacia mí. De repente desapareció. Por la noche sucedió lo peor: estaba en el techo, empezó a bajar y bajar… no supe que pasó luego, pues quedé fulminada por el miedo.

4 de Marzo. La serpiente habla!. Le dije: «¡Muéstrate de una buena vez como fuiste! ¡No te soporto más!». Ella: «¡Es culpa tuya!». Yo: «¿Te he dado demasiado poco?». Ella: «¡Sí!». Yo: «Mis fuerzas han disminuido, el miedo a ti me devora». Ella: «¡Tú no eres pura, sin mancha!». Yo: «Desgraciadamente, ¿Pero como hiciste para saberlo?». Ella: «¡Está turbio a tu alrededor!». Yo: «¡Gracias, cambiaré!». Y ahora lo más terrible. Se enrolló totalmente y después se lanzó contra mi cama. Sólo recuerdo haber gritado… luego ya no estaba. El espanto, sin embargo, permaneció el resto del día en todo mi cuerpo.

5 de Marzo. Fui a recibir los Santos Sacramentos. Entré a casa y al empezar mis labores no conseguí levantar la tela, algo la sujetaba. En el momento no pensé que se tratase de los espíritus, creí que se trataba de una broma. De repente, vi una mano con un anillo de plata, como los que usan las monjas. Un momento después se formó una figura nebulosa, pero sólo se le seguía viendo la mano. Yo: «¿Eres la serpiente?». Ella: «¡Sí, tú me has conocido y despreciado!». Yo: «¿Quién eres?, ¡Dime tu nombre!». Ella: «¡Me conocerás, ahora ayúdame!». Después recé un poco con ella. Luego yo misma fui envuelta como en una nube y me susurró: «¡Tú odiaste mis mentiras!». No tengo ni la más mínima idea de quién pueda ser. Ahora soy yo el alma liberada, pues la serpiente no volverá. Agradezco al buen Dios que me haya liberado de aquel horror!.

6 de Marzo. La pobre alma permaneció conmigo por largo rato. No reacciona a nada.

8 de Marzo. La nube ha tomado forma de mujer. No tengo idea de quien pueda ser. No recuerdo haber despreciado a alguien. La figura de serpiente: «Imagen de vida»

9 de Marzo. Permaneció mucho aquí, oró conmigo. Cuán serena es ahora!. No estoy más con aquel hediondo reptil! Ahora puedo volver a dar de más!.

10 de Marzo. Es una monja. Se reconoce el velo pero no el rostro. Yo: «Dime de una vez por todas quién eres». Ella: «Un alma sedienta». Yo: «¿Por qué viniste a mí como una serpiente?». Ella: «Aún no estaba en condiciones de mostrarme en otra forma». Yo: «¿Por qué apareciste en aquella tan horrible figura?». Ella: «Fue la imagen de mi vida». Yo: «¿Fuiste una monja?». Ella: «Sí». Yo: «¿Y por qué no vas donde tus hermanas a pedir ayuda?». Ella: «¡Estuve con ellas, pero no vieron nada!». Yo: «¿En verdad te conocí?». Ella: «Tú odiaste mi pecado». Desapareció. No sé quién pueda ser.

11 de Marzo. En pleno día vino el Padre W…, exactamente como cuando estaba vivo. Yo: «¿Estás bien?, estoy tan contenta». Él: «¡El largo sufrimiento me iluminó, estoy salvado!. Ahora sé que las almas venían y pueden venir a ti!. Quien todo da, mucho recibirá!». Esta aparición me alegró mucho por dos razones: Primero, porque fue muy bueno y ahora está bien; Segundo, porque no me quiso creer cuando le conté la historia de la monja*.

*La primera aparición.

Esta es la tercera vez que aquellos que no quisieron creerme, se me muestran después de muertos. F.S. y K.T. también habían venido. Mi satisfacción no proviene de la soberbia, más bien lo encuentro como un descanso, una seguridad de saber que estoy en el camino correcto, pues estas almas no tenían ni necesidad de venir. Muchas cosas que escribo pueden sonar como vanagloria. Con gusto omitiría algunas cosas, pero entonces la verdad no estaría completa.

17 de Marzo. La monja me saludó apenas llegué a Mónaco, veo que no habrá vacaciones. También vi tres sombras y un hombre anciano.

19 de Marzo. Permaneció conmigo toda la noche. Se trata de María R…, una monja francesa de Pie… Murió hace cinco años en Marsiglia. Yo: «¿Por qué no te muestras en tu Monasterio?». Ella: «Estuve mucho con ellas, pero no me vieron». Yo: «Explícame, ¿Por qué yo te veo y ellas, que son tan santas, no te ven?». Ella: «¡Su espíritu aún está prisionero, mientras tú te pudiste liberar!». Yo: «¿De qué?». Ella: «¡De ti misma!». Yo: «¿Por qué viniste bajo la figura de una serpiente?». Ella: «¡Fue la imagen de mi vida!, ¡Juramentos falsos, todas las mentiras e hipocresía!». Yo: «¡Sin embargo no estás condenada!». Ella: «¡Antes de morir, finalmente, recibí los Sacramentos como se debe!». Yo: «¿Qué puedo hacer aún por ti?». Ella: «¡Rezar conmigo y flagelarte!, ¡Entonces estaré en la luz!».

25 de Marzo. Ahora viene todas las noches, sin responder a nada. Se va volviendo cada vez más hermosa, justo como cuando vivía, sólo que todavía se ve triste. 30 de Marzo. Yo: «¿Quieres que escriba de ti a Pie…?». Ella: «No, ellas rezan por mí». Yo: «¿Cuál es tu mayor sufrimiento?». Ella: «¡El deseo insatisfecho!». Yo: «Pobrecilla, siento tanto haber sido tan mala contigo mientras estuviste viva, ahora quiero reparar con el amor». Ella: «Tú no me juzgaste por la apariencia, sino conforme a lo que yo era en verdad». Yo: «Así como fui yo tan rigurosa contigo, ahora sé tú conmigo y dime aquello que no te agrada de mí». Ella: «Aún no has comprendido tu vocación». Yo: «¿Qué vocación?». Ella: «¡La Misericordia!». Yo: «¡Es verdad, soy tan débil y egoísta, una criatura tan miserable!, ¡Pero dime alguna cosa más!». Ella: «Mira dentro de ti y verás». Yo: «No entiendo». Ella: «Podrías ver a tu gusto a través de la niebla». Yo: «Yo sólo quiero aquello que Dios tenga a bien para mí, ¿Y cómo puedo saber yo si tu consejo es bueno?». Ella: «¿Ves a tu ángel?». Yo: «No, ¿Y tú lo ves?». Ella: «Sí, ¡está junto a ti!». Eso me alegró mucho. Pero realmente no quisiera verlo, no me convienen demasiadas cosas sobrenaturales; si veo algo hermoso, después tengo que experimentar cosas terribles. En A… vi tres mujeres y cuatro figuras de niebla. El ayuno me libera mucho, aunque es un sacrificio tan pobre de mi parte. Sigo siendo muy débil.

Una señal!

21 de Marzo. Mientras estaba en la Iglesia en A…, vinieron a mi encuentro dos señoras desconocidas. Yo: «¿Quiénes son?». Ellas: «¡Las olvidadas!». Y desaparecieron. Me encontraba sentada en mi habitación. De repente, me vi envuelta como en un torbellino de niebla, mientras el sol entraba por la ventana. Yo: «¡Si se trata de las almas del purgatorio, denme una señal!». Al instante cayó un cuadro de la pared y desapareció la niebla. Fui al jardín y he aquí que se apareció un caballero montado a caballo, llevaba trajes modernos; pasó rápidamente frente a mí y desapareció entre el bosque. Un perro que estaba junto a mí ladró. Demasiadas cosas para un sólo día!.

1 de Abril. Me encontraba sola en un vagón del tren. Repentinamente llegó la monja. Yo: «¿Tú me puedes encontrar en cualquier lugar?». Ella: «¡Pero si yo siempre estoy junto a ti!». Yo: «¿Pero y cómo es que no te veo siempre?». Ella: «Porque tu «Fluido» cambia». Yo: «¿Qué es eso?». Ella: «¡Tú no lo entiendes!». Yo: «¿Por cuánto tiempo seguirás viniendo a mí?». Ella: «Hasta que vosotros canten Aleluya». Yo: «¿Entonces pasado mañana?». Ella: «Sí». Yo: «¡Cuéntame alguna cosa del más allá!». Ella: «¡Tú no lo podrías comprender. Es lo infinito de lo infinito!». En seguida empezó a cantar, no podía entender nada, parecía en latín. Y así llegamos a Mónaco.

El Viernes Santo no vi ni oí nada. El Sábado Santo sólo vi dos hombres.

El Domingo de Resurrección fue demasiado hermoso y jamás lo olvidaré!. Durante el Vidi Aquam la Monja estuvo frente a mí, toda revestida de luz, al pie del altar. ¡Qué enorme diferencia de aquella figura de serpiente!. ¡Oh mi buen Dios, te lo agradezco!. Hice el propósito de soportar todo pacientemente y de no escribir más nada. Siento mucho miedo de que se infiltre la presunción en mis anotaciones. Sin embargo dejo todo a su criterio [(De su director espiritual)]. Un conocido en el abismo

24 de Abril. Mi propósito de no escribir más sobre esto no duró mucho. La cosa no iba bien; es como si necesitara el apoyo de la escritura. No hay tregua!. Desde hace 14 días viene un hombre en un estado muy triste y miserable. Lo pude soportar, pero no lo conozco.

27 de Abril. Estaba muy agitado y lloraba.

30 de Abril. Irrumpió en mi habitación en pleno día, como si estuviera huyendo de algo. Traía la cabeza y las manos llenas de sangre!. Yo: «¿Qué puedo hacer para ayudarte?». Él: «¡Dame tu mano!». Se la di con gran temor, sabiendo o presintiendo que se me llenaría de sangre. Nada pasó. Sólo la sentí caliente. Yo: «¿Cómo te ayuda esto?». Él: «¡Tú me das refrigerio!». Yo: «¿Quién eres?». Él: «¡Debes conocerme!». Yo: «No, ¡No te conozco!». Él: «¡Estoy sepultado en el abismo!». Yo: «¿Tu alma o tu cuerpo?». Él: «¡Mi envoltura!». Yo: «¿Cómo te llamas?». Él: «¡Luis!». No tengo ni la más mínima idea de quién se trate.

1 de Mayo. Vino nuevamente de día. Vi muy claramente que su cabeza estaba destrozada. Yo: «¿Por qué estás tan ensangrentado?». Él: «¡Porque nadie me enjuga!». Yo: «¿Debo hacerlo yo?». Él: «¡Tú no entiendes mi lenguaje!». Yo: «Tú hablas de forma simbólica. ¿La sangre significa dolor?». Él: «¡Sí, estoy olvidado en el abismo!». Y se fue llorando.

3 de Mayo. Cuando quise entrar en la habitación, él sostenía la manija. Extraño, estas cosas me espantan mucho más que las mismas apariciones. Yo: «Dime, ¿Por qué hablas frecuentemente del abismo?». Él: «¡Porque estoy allí!». Yo: «¿Es una forma de referirse a un castigo?». Él: «¡No!». Yo: «¿No puedes decirme nada más?». Él: «¡No!». De repente se abalanzó contra mí, como si quisiese hacerme daño. Yo: «¡Quédate quieto!, ¿Qué quieres en especial?». Él: «¡Tú debes de conocerme!». Pero en verdad no lo conozco.

3 y 4 de Mayo. Estuvo varias veces conmigo pero sin hablar!.

5 de Mayo. Se me vino a la mente que podría tratarse de Luis Z…, que en… en el año 1879 fue… Fue un gran escalador y creo que murió en Tödi*, un desastre para el alpinismo. Justamente hoy no vino.

*Con 3614 metros, Tödi es la montaña más alta de la Suiza Oriental.

6 de Mayo. En efecto, justo como pensé. Yo: «¿Eres el señor Luis Z… del accidente alpinístico?». Él: «¡Tú me liberas!». Yo: «¿De qué te sirve que yo te conozca?». Él: «¡Así me ayudaras más!». Yo: «Esto no cambia nada. Hago lo que puedo. Tus huesos aún están en el abismo?» Él: «Sí». Yo: «Pero esto no perjudica para nada tu alma, pues estás salvado». Él: «Salvado, ¡Pero en el abismo!. ¡Desde el abismo clamo a ti». Yo: «¿Debes expiar aún demasiado?». Él: «¡Mi vida entera fue sin sentido, sin un valor!, ¡Cuán pobre soy, reza por mí!»*. *El deporte y el turismo no son el fin ni el sentido de nuestra vida. Antes, vacían y empobrecen el espíritu. Cuán poco se acuerdan de la Fiesta del Señor, pues se entregan a las cosas del día a día, alejándose de su creador.

Yo: «Así lo he hecho largamente. Ni yo misma entiendo cómo soy capaz de hacerlo. En esta ocasión no fui más aquel «yo» distraído». Se tranquilizó y me miró con infinita gratitud. Yo: «¿Ahora sientes alivio?». Él: «Sí». Yo: «¿Por qué no rezas tú mismo?». Él: «¡El alma está subyugada cuando conoce la Grandeza de Dios!». Yo: «¿Me la puedes describir?». Él: «¡No!, ¡El desgarrador deseo de volverla a ver es nuestro tormento!». Yo: «¿Estás con otras almas?». Él: «Sí, pero cada uno está aislado». Yo: «¿Cómo hiciste para encontrarme?». Él: «Tú te hallabas en mi camino». Yo: «¿Qué puedo hacer para ayudarte mejor?». Él: «Cuando te mortificas y no cometes culpa alguna». Yo: «Pero tú exijes mucho de mí. Lo primero pasa; lo segundo quisiera, mas no soy capaz!. Soy aún una criatura tan miserable expuesta a tantas cosas». Él: «¡Cuanto más pura seas, tanto más nos puedes ayudar!’. Yo: «¿Y cómo lo sabes?». Él: «¡Junto a ti nosotras no sufrimos!». Yo: «¡Pero ve mejor a una persona más perfecta!». Él: «¡El camino está señalado para nosotros!». Yo: «¿De cuál nivel del Purgatorio pueden venir a mí?». Él: «¡Del más bajo!». Yo: «¿Y después?». No respondió, pero se quedó aún largo rato.

7 de Mayo. Vino mientras tomábamos café, pasó entre… y yo. Fue casi insoportable no dejar notar nada!. Finalmente pude irme, y casi al instante se puso nuevamente cerca de mí. Yo: «¡Por favor, no vengas mientras me encuentre entre la gente!». Él: «¡Pero yo sólo te veo a ti!». Yo: «¡Pero tú también conoces las habitaciones donde he estado tantas veces!». Él: «Sí». Entonces se me acercó y puso sus dos manos sobre mis hombros. Cuando vivía me parecía bien antipático, ahora mucho peor!. Yo: «¡Déjame en paz, no quiero que me toques!». Él: «¡Ahora tú estás pura». Yo: «¿Te diste cuenta de que hoy recibí la Santa Comunión?». Él: «¡Es justamente eso lo que me atrae!». Recé bastante con él. Ahora tiene una expresión mucho más alegre.

Escribo todas estas cosas muy contra mi voluntad!.

9 de Mayo. Luis Z… se estuvo aquí largo rato y continúa sollozando. Yo: «¿Por qué hoy estás tan triste?, ¿Acaso no estás mejor?». Él: «¡Veo todo tan claro!». Yo: «¿Qué cosa?». Él: «¡Mi vida perdida!». Yo: «¿El arrepentimiento que sientes ahora te ayuda?». Él: «¡Demasiado tarde!». Yo: «¿Concebiste ese arrepentimiento inmediatamente después de la muerte?». Él: «¡No!». Yo: «Pero dime, ¿Cómo es posible que te me puedas mostrar exactamente como cuando estabas vivo?». Él: «Por la Voluntad [de Dios]».

10 de Mayo. Está por sucederme algo nuevo y siento miedo.

13 de Mayo. Z… esta aquí todo agitado. Yo: «¿Cuándo te calmarás?». Él: «¡Tú estás dividida». Yo: «¿Te das cuenta que hay algo más alrededor mío?». Él: «Sí». Yo: «¿Puedes expulsar aquello?». Él: «No». Yo: «¿Qué es?». Él: «Dame lo último que te queda, después estoy libre». Yo: «Bien, entonces no quiero pensar en nada más». Desapareció. A decir verdad, no es nada fácil lo que le he prometido. Sin embargo intentaré ahuyentar aquello otro que me atormenta. Por otra parte, no soy capaz de complacer a ambos. Tengo que admitir algo: me sentía tan triste y tan terriblemente sola que lloré como un bebé. Siempre me siento tan poco dispuesta a sacrificarme.

15 de Mayo. Yo: «¿Ahora estás contento?». Él: «¡La paz!». Yo: «¿Viene sobre ti?». Él: «¡Hacia la luz deslumbrante!». Durante el día vino tres veces, cada vez más alegre. Fue en verdad una despedida.

16 de Mayo. Me desperté con un espantoso estruendo. Había un verdadero huracán en mi habitación. Me levanté, afuera no hacía ni el más mínimo soplo de viento. Y he aquí que rodó una gran bola por la habitación, o un barril deforme, no sabría decir exactamente lo que era, sólo que daba espanto!. En seguida escuché muy claramente que me llamaron. Me encontraba totalmente fuera de mí, confusa. Luego, de un momento a otro desapareció y todo quedó como antes. Después pude volver a dormir.

17 de Mayo. Algo parecido al día anterior, pero no tan terrible.

Vi en el jardín dos señoras que venían hacia mí. De repente desaparecieron.


PARTE 9

Eleonora!

25 de Mayo. Me encontraba en H…*, de visita. Ella me encontró también aquí. Se ha vuelto más humana, pero horrible. Su cabeza me hace pensar en Medusa.

*H… queda a un día de camino de la casa de la vidente.

27 de Mayo. Estaba sentada con N…, y de repente algo me agarró por la espalda y empezó a sacudirme de un lado para otro, tanto así que la persona con quien me encontraba se dio cuenta y me preguntó si tenía frío. Casi tenía frío de veras, ¡pero del miedo!. Es una feísima señora, realmente repugnante.

29 de Mayo. Mientras estaba en el bosque vi venir hacia mí una figura volando.

2 de Junio. Aquella horrible mujer estuvo aquí bastante tiempo. Sin embargo no pasó nada nuevo. La figura voladora vino y se puso justo sobre mí, parecía envuelta en una nube luminosa. Me sentí inmersa en una sensación del todo particular, no de angustia, sino más bien de felicidad!. Al mismo tiempo me vi a mí misma, y todo en mí era malo. Vi toda mi miseria en esa luz totalmente nueva. Por primera vez sentí un auténtico arrepentimiento. Estaba en el bosque pero no vi más árboles, me encontraba como cercada por una nube y liberada del cuerpo, y por lo tanto no es algo que pueda describir. Pero qué cosa es aquello que me envuelve y me hace tan feliz?. Sin embargo, tengo plena certeza de que aquello no tiene nada que ver con las Almas!.

La exaltación me repugna tanto que siento verdadero miedo de volverme vanidosa. Tenía tantos deseos de recibir la Santa Comunión (es muy raro poder recibirla aquí), y mientras pensaba en esto, he aquí que vino aquella cosa. A quién puedo abrir mi corazón, sino a él? [(Se refiere al Padre Sebastián, su Director Espiritual)]. Quizás me podría defender de aquello si él lo jusgaze así, pero siendo sincera, esto sería para mí un verdadero sacrificio, porque me da demasiada felicidad. Pero qué cosa es?. Quizás podría provenir del demonio, que de tal manera podría apoderarse de mí. Por qué el buen Dios tendría que mandarme estas demostraciones de benevolencia que solamente regala a los buenos?. Verdaderamente no lo sé, no poseo ninguna virtud, todo en mí son propósitos sin realización. Bien, ahora él sabe nuevamente todo, la carta es siempre un gran tranquilizante!.

11 de Junio. La mujer vino casi todas las noches, pero nada que hacer con ella. Parece que lo único que la pone alegre es la oración.

17 de Junio. Finalmente ha balbuceado algo: que es de Passavia y se llama Eleonora.

22 de Junio. Casi me echa a perder la S. Comunión. Me sacudió por el brazo, mientras estaba delante mío totalmente gigante, de una forma tal, que creí que todo el mundo me habría visto. También podrá leer los pensamientos?, porque apenas me vino la idea de ofrecer por ella la S. Comunión, desapareció. Durante la noche apoyó su cabeza sobre mi mano, los ojos fijos en mí. Tomé agua bendita y la derramé sobre ella. Ella: «¡Tú eres Misericordiosa!». Yo: «Fue tan difícil poder ayudarte, ¿Por qué viniste tanto tiempo?». Ella: «¡Si tú supieses cuánto pequé!». Yo: «No deseo saberlo todo, lo que me interesa es ayudarte». Ella: «Escribe a Passavia que…». Imposible entender, me llené de tristeza, pero fue sólo un murmullo, espero poder hacerle decir todo.

24 de Junio. Yo: «¡Dime qué es lo que debo escribir a Passavia!». Ella: «¡Que el niño asesinado era mío!». Yo: «¿A quién le debo escribir?». Ella: «Gr…». Yo: «¿Cuándo asesinaste al niño?». Ella: «En el verano de 1823». Yo: «¡Pero Gr… ya no estará viva!». Ella: «¡Yo la he calumniado!». Yo: «Bien, veré que puedo hacer, mas quizás ya sea de alivio para ti, ahora que lo has dicho». Ella: «¡Infeliz, Infeliz!». Y desapareció.

Dos días de completo descanso. Es un descanso maravilloso.

27 de Junio. Aparece de nuevo algo con mucho estruendo y lamentos, irreconocible!. Era grande como un armario.

También vino Eleonora y me dio un beso, cosa que me desagrada. Después recé largo rato con ella, parecía contenta. Yo: «¿Puedo hacer algo más por ti?». Ella: «¡No me alejes de ti». Yo: «¡Pero si yo no lo hago!». Ella: «¡Tú me evitas cuando intento tocarte!». Yo: «Sí, me causa espanto y eso a ti no te ayuda». Ella: «¡Déjame!». Al instante se puso a mi lado. Puede ser que eso le de alivio y le ayude, tengo que soportarlo como un acto de ofrenda por ella!!.

29 de Junio. Aquel otro tormento estuvo de nuevo aquí. Parece alguno que lleva algo muy pesado a sus espaldas. Luego volvió Eleonora. Yo: «¡Ven, dame tu mano!». De inmediato se me acercó sonriendo. Yo: «¿Así de contenta estás que sonríes?». Ella: «¡He superado!». Yo: «¿Qué cosa?». Ella: «¡El desamparo!». Yo: «¿Y por qué?». Ella: «¡Porque tú das!». Yo: «¡Justo hoy que te di tan poco!, tuve tan poco tiempo para pensar en ti». Ella: «¡Tu voluntad fue ofrecida!». Yo: «Ya que sabes todo de mí, dime qué hay aún en mí que no te agrade». Ella: «Tú aún vacilas en dar, no debes preocuparte más de ti misma». Al instante apareció el «nuevo» y ella desapareció. Oh, si yo alcanzase de una buena vez la generosidad que las almas desean de mí, pero estoy aún tan distante de la perfección!.

30 de Junio. Ella vino a mi encuentro en la escalera, me sonrió y saludó con la mano. Quizás esta haya sido la conclusión.

4 de Julio. Eleonora continúa viniendo. No habla más y tiene una expresión de felicidad. El hombre que lleva el peso me atormenta mucho con su inquietud. Se puede distinguir su cara: tiene una gran barba gris. No lo conozco.

7 de Julio. Durante el día hubo un gran ruido en mi habitación. La puerta se abría sola y mi baúl saltaba por los aires, no puedo ver nada. Esto se repitió cuatro veces.

9 de Julio. Mi sueño se completó con la realidad. Soñé que un hombre cargado con un gran peso venía hacia mí y depositaba su carga junto a mi cama. Me desperté. El hombre realmente estaba ahí frente a mí, y de su espalda encorvada dejó caer algo oscuro al suelo. Aquello me impresionó de tal forma que me levanté para ver si en verdad estaba despierta. Escribo esto porque nunca me había sucedido.

Parece que Eleonora no vendrá más.

He vuelto a escuchar un alboroto y un llamar, pero no mi nombre, sino: «¡Escúchanos, Ayúdanos!», y en seguida un grito desgarrador.

11 de Julio. Me examino a fondo si esto que escribo concuerda con la verdad, y puedo contestar con un sincero Sí: tengo la costumbre leer y releer los apuntes antes de entregarlos, y muchas veces me doy cuenta de que he omitido cosas porque me parecía exagerado. Me parece a veces que me he vuelto demasiado sentimental.

Nicolás

20 de Julio. Aquella forma y la caja oscura ahora se han transformado en un hombre viejo. Lleva un traje del siglo pasado. Yo: «Te has demorado mucho para mostrarte en forma justa». Él: «¡Es tu culpa!». Yo: «¡Sí, es verdad, lo siento tanto! ¡No puedo más!». Él: «¡Libérate!». Yo: «Pero yo debo tener también amor a mi prójimo, a los demás, no puedo vivir exclusivamente para vosotras!». Él: «¡Debes rezar más!». Se fue pero regresó dos horas después. Me había dormido. Me siento tan cansada!, no aguanto más!. Durante todo el día no me queda ni un momento para mí misma. Yo: «¡Ven, ahora quiero rezar contigo!». Pareció alegrarse y se me acercó. Es un hombre anciano con una chaqueta marrón y una cadenita de oro. Yo: «¿Quién eres?». Él: «Nicolás». Yo: «¿Por qué no tienes paz?». Él: «¡Yo fui un opresor de los pobres, y ellos me han maldecido!». Yo: «¿Viviste aquí?». Él: «¡No!». Yo: «¿Dónde?». Él: «¡En Mainz!». Yo: «¿Eres un pariente mío?». Él: «No». Yo: «¿Y de qué manera puedo ayudarte?». Él: «¡Con sacrificios!». Yo: «¿A qué te refieres con sacrificios?». Él: «¡Ofreceme todo aquello que más te cuesta!». Yo: «¿La oración no te aprovecha más?». Él: «¡Sí, si te cuesta!*». Yo: «¿Ella debe estar siempre unida al ofrecimiento de mi voluntad?». Él: «Sí». Se quedó aún bastante tiempo.

*Una Verdad de la vida espiritual: La oración debe estar siempre unida al sacrificio. He aquí una advertencia: No orar egoístamente (Las satisfacciones en la oración, aquellos sentimientos divinos, pueden llevarnos a caer en un camino errado y a una falsa seguridad. La Cruz de Cristo es la sabiduría del orante).

22 de Julio. Apenas llegué a Rottweil me encontré con Nicolás. Yo: «¿Cómo hiciste para encontrarme tan rápido?». Él: «Yo nunca te dejo». Yo: «¿Y por qué no siempre te veo?». Él: «Porque tú estás dividida». Yo: «¡Eso ya me lo han dicho otras almas, dime algo más!». Él: «Tú estás liberada, pero no del todo». Yo: «¿Por qué no vas a aquellos que están del todo libres?». Él: «No los encuentro».

23 de Julio. Una noche terrible. Vi tantas figuras en mi habitación como nunca antes. Me cercaban y gemían. A diferencia de las otras apariciones, estas no tenían cuerpo. Fue algo tan tormentoso que fui invadida de un inmenso temor y una tremenda angustia, y me puse a llorar. Empezaron a volar a mi alrededor por casi tres horas. En la madrugada vino Nicolás. Yo: «¿Sabes quiénes eran aquellos que giraban alrededor mío?». Él: «¡No!, ¡Tú me has olvidado!». Yo: «No, pero es que yo debo dar también a los demás. Vosotras no pueden atormentarme de esa manera!». Él: «¡Nosotras seguimos una voluntad superior!».

Dos días de continua calma. Cuánto bien me hizo!.

26 de Julio. Cuatro figuras y después Nicolás. Yo: «¿Cómo en tanto tiempo jamás has encontrado a nadie que te ayude?». Él: «Yo estaba aún en las tinieblas». Yo: «¿Y cómo has hecho para venir directamente a mí?». Él: «Nos es señalado el camino». Yo: «¿Te hará mayor bien ser ayudado por el santo sacrificio de la Misa, en la que se hace siempre memoria de vosotras?». Él: «¡Los castigos son diversos, no todos tenemos parte, Dios es justo!».

28 de Julio. Fui atormentada de forma casi insoportable por figuras que me acorralaban. A dondequiera que iba me seguían, creí volverme loca, y lo peor, no puedo dejar notar nada a los demás. Y he aquí, casi ya en medio de mi desespero: «Aquello» me arrebató, me encontré en una paz del espíritu, no vi ni oí nada más. Sin embargo no deseo volver hablar de esto.

29 de Julio. Nicolás puso su mano sobre mi cabeza y me miró con tanta simpatía que le dije: «Tienes una cara tan feliz, ¿Ya puedes ir al buen Dios?». Él: «¡Tu sufrimiento me ha liberado!». Yo: «¿Te diste cuenta de todo lo que me ha pasado en estos días?, pensé que nada de eso te habría servido porque no lo soporté con alegría». Él: «Tu voluntad estaba quebrantada». Yo: «¿No volverás más?». Él: «No». Yo: «¿Dónde estás sepultado?». Él: «En Neckar». Yo: «Pero si viviste en Mainz». Él: «Caído en guerra». Se acercó nuevamente y puso su mano sobre mi cabeza. No fue algo que produjera miedo, o tal vez ahora ya soy insensible.

4 de Agosto. Nada nuevo. Las figuras han vuelto, pero no me atormentan. Me sorprende algo: Ahora ellas necesitan más tiempo para calmarse. No puedo explicármelo, tal vez me he vuelto más pobre en el bien.

La Señora W…

7 de Agosto. Ha venido muchas veces una pobre figura sollozando. movimientos expresan un insoportable dolor.

Sus tremendos

11 de Agosto. Desde hace un par de días se ha vuelto tremendamente agitada. Es una mujer. Estoy muy contenta de no tener que escribir más nada del más allá…

15 de Agosto. La pobre mujer tan angustiada es la señora D… W…*! Es exactamente igual a como cuando estaba viva, sólo que inconsolable.

*Su marido ya se había aparecido a la Princesa anteriormente.

18 de Agosto. Siempre lo mismo, no puede hablar. Se lanzó sobre mi cama y comenzó a llorar espantosamente.

20 de Agosto. Ha venido siete veces. No produce miedo, sólo que se ve muy triste.

25 de Frebrero de 1927. Y así empiezo nuevamente a escribir, todos aquellos tontos escrúpulos se han ido!**. La señora W… en todo este tiempo vino 37 veces, no me hizo dar miedo, sólo se ve siempre muy triste. Ha hablado muy poco.

**Incluso los santos tuvieron miedo de ser quizás víctimas de engaños del demonio. Un sacerdote insistió en la suspensión de las anotaciones del Diario: después de esto ella fue presa de escrúpulos.

Yo: «¿Por qué debes sufrir de semejante manera? ¡Si tú fuiste tan buena!***». Ella: «Dios juzga muy distinto de los hombres, todo era sólo apariencia». Yo: «Pero tú tuviste tantas tribulaciones y preocupaciones que te hicieron sufrir mucho, ¿no?». Ella: «¡No lo soporté con espíritu de sacrificio!». En lo seguido no pude hacerla hablar. Luego no vino más.

***La señora W… fue conocida tanto de la Princesa como del Padre Wieser.

Betty

Ahora viene Betty, quien una vez permaneció una larga temporada en el hospital. Yo no sabía que había muerto, vine a saberlo después. Llora y suspira terriblemente. Después de mucho esfuerzo finalmente conseguí hacerla hablar. Yo: «¿De dónde vienes?». Ella: «¡De la niebla más espesa y profunda!». Yo: «¿Cómo hiciste para encontrarme?». Ella: «La claridad me ha atraído». Yo: «¿De qué manera puedo ayudarte?». Ella: «¡Mortifícate!». Yo: «Me sorprende mucho que tú me digas eso. Tantas veces habíamos discutido sobre este asunto y siempre decías que no tenía ninguna importancia». Ella: «¡Ahora veo todo en una nueva luz!». Yo: «¿Debes sufrir mucho?». Ella: «¡El deseo me consume!». Luego se puso a llorar de tal forma que me traspasó el corazón. Y desapareció.

Algunas noches después regresó. Yo: «¿Aún tienes tu propia voluntad?». Ella: «No». Yo: «¿Exactamente cómo haces para venir a mí?». Ella: «Nosotras seguimos una Guía Superior, la voluntad muere con el cuerpo». Yo: «¿Puedes hablarme del más allá?». Ella: «¡Cree!». Yo: «¿Qué debo creer?». Ella: «Aquello que dice la Iglesia». Yo: «¿Puedo hacer algo para que las almas no vengan más?». Ella: «¡Déjalas venir!».

Vino cuatro veces más pero sin hablar. No volvió más!.

Algo ha cambiado. Ya no tengo miedo, ahora me espanto menos cuando presiento algo nuevo. Uno se puede llegar a acostumbrar a esto. Sólo que el terrible cansancio le gana a uno: no es un cansancio físico, como después de un día de trabajo, sino una especie de adormecimiento espiritual que actúa sobre la voluntad. Lo que antes no costaba nada, ahora requiere una lucha, porque deseo hacer, mas no puedo nada.

Estuve nuevamente ocho días en D… Allí vi cinco figuras distintas, dos de ellas se pusieron a bailar juntas. También el niño las vio. Mientras jugábamos, una señora se apareció súbitamente en medio de nosotros dos. Él se rió y dijo: «¡Mira una nueva señora aquí!». De hecho ella no causaba impresión alguna*.

*Las Palabras de Cristo: «Si no os hacéis como niños…» se resiste y es contraria a cualquier intento de explicación en nuestros días.

N…, el jardinero

Mientras estaba en G… me encontré a un viejo jardinero fallecido hace bastante. Se fue acercando poco a poco y, cuando ya estaba a mi lado, hizo un gesto de saludo muy simpático. Yo: «¿Eres N…?». Él: «Sí». Yo: «¿Cómo es que nunca te he visto?». Él: «Estaba atado». Yo: «¿Atado cómo?». Él: «¡No tenía permiso de venir!». Yo: «¿Explícate mejor y dime algo del más allá». Él: «¡Cuán humana eres!». A cada instante me reprochan esto!.

Ahora, apenas abro la puerta, tengo la sensación de que alguien se me acerca. Algo pasa rápidamente por mi lado, a veces incluso siento como si me llamaran por mi nombre.

Estaban talando los árboles del jardín, y he aquí al jardinero N… en medio de los hombres, trabajando como ellos. Le pregunté a…, que me acompañaba, para probar, cuántos hombres en total habían trabajando. Desafortunadamente ella sólo veía a aquellos vivos!.

Lo vi once veces, pero no consigo hacerlo hablar. ¿Qué más quieres pedir? ¿De qué más deseas hablar? Pregunto lo mismo una y otra vez. No tengo idea qué otra cosa necesite todavía.

Durante un tiempo fingí no verlos, no les presté atención alguna: pero empeoraron, se han vuelto muy agresivos: me empujan, me sofocan e incluso me golpean.

Cecilia

9 de Abril. Siete figuras giraban flotando alrededor mío, se distingue una mujer, o lo que parece una mujer, nada que temer; no soy capaz de dormir.

12 de Abril. La mujer se llama Cecilia, ha calumniado. Yo: «¿Quiénes más están aqui?». Ella: «Seis almas». Yo: «¿Por qué te veo solamente a ti?». Ella: «Estoy contigo desde hace ya algunos meses; tú ayudabas a otras almas». Yo: «¿Ahora mismo hay más almas?». Ella: «Sí, pero yo soy la más cercana». Yo: «¿Por qué?». Ninguna respuesta.

14 de Abril. Mirándola más de cerca pude ver su boca llena de heridas; se ha vuelto un poco más clara, pero, sin embargo, para nada agradable. Yo: «¿Cuando yo rezo por ti, y tú no estas aquí, de todas formas te das cuenta?». Ellas: «Sí, pues yo estoy siempre junto a ti». Yo: «Entonces explícame: ¿Por qué no siempre te veo?». Ella: «Porque tú no podrías soportarlo».

16 de Abril. Me sentí como atrapada de siete figuras, formaban como un muro que me encerraba cada vez más. Yo: «¡Dejen de atormentarme!». Ellos: «¡Te queremos ayudar!». Yo: «¿Ustedes saben que estoy preocupada?». Ellos: «¡Sí!». Yo: «¿Podrían rezar por lo aquello que agobia mi alma?». Ellos: «Por vosotros podemos rezar, sólo por nosotras, pobres almas, no podemos». Yo: «¿Cómo hacen para conocer lo que me aqueja?». Ella: «Tú estás dividida». Yo: «Pero igualmente yo, aunque no esté preocupada, no siempre pienso en vosotras». Ella: «¡Tus energías son nuestras, y tú las gastas en las personas!».

17 de Abril. Apenas vino la rocié con mi preciosa agua de la noche santa de Pascua. Se puso contenta. Yo: «¡Esto te ayuda más que cualquier otra cosa que yo haga!». Ella: «Sólo tú me la das; ella sana, y tú salvas». Ahora, en medio las seis figuras, se distingue una figura de hombre, no lo conozco, tiene una expresión muy triste.

Durante el día vi muchas sombras, estas son resplandecientes. vuelto a venir animales.

Gracias ha Dios no han

23 de Abril. Cecilia tiene el rostro más hermoso. Yo: «Te ves diferente, ¿Estás mejor?». Ella: «La niebla ha desaparecido, ahora yo adoro». Después me acarició el rostro con su mano y desapareció. Una amiga!!! … en espera del premio!

Vino a visitarme una querida amiga, Gr… de M…, fallecida en Enero. La reconocí de inmediato. Yo: «Tienes un rostro tan alegre, ¿Dónde estás?». Ella: «En un bellísimo salón». Y desapareció. Su respuesta me dejó un poco confundida, me pareció tan terrena…

Regresó a los tres días. Yo: «¿Por qué tuviste una expresión tan material al hablar de un salón?». Ella: «¡Para que tú me puedas comprender he hablado al modo humano!». Yo: «¿Estás en el Cielo?». Ella: «No, estoy en espera del premio». Yo: «¿Premio? ¿Por qué?, dímelo, para que yo también pueda ser como tú». Ella: «¡Cumplimiento del deber de cada día y espíritu de sacrificio!». Yo: «¿Sabes cómo has dejado a tu esposo?». Ella: «¡Nosotras vemos con distintos ojos!, ¡Todo lo que ocurre es para mayor bien!». Yo: «Dime, ¿Qué cosa es el lugar de espera?». Ella: «El último grado de deseo». Yo: «¿Por qué viniste a mí, siendo que ya no necesitas de mi oración?». Ella: «Para alegrarte, yo sé de tus problemas…!». Yo: «¿Ves mi cuerpo o mi alma?». Ella: «Tu alma, nosotras somos quienes estamos libres del cuerpo». Yo: «Sin embargo te veo tal como eras, explícame al menos un poco». Ella: «Es así porque tú aún no tienes la capacidad de ver el alma». Yo: «¿Realmente es posible ver el alma?». Ella: «¿Acaso existe alguna luz que no ilumine?». Yo: «Dime, ¿Qué hay de malo en mí?». Ella: «Tú gustas aún del amor de las criaturas, ¡Debes ser totalmente libre!». Se ha ido.

Cuán hermoso fue hablar con ella! Oh, si! Ser del todo libre y pertenecer sólo a Dios!. Sé que esto es lo que tengo hacer, pero…

Una impresión indescriptible!

Han permanecido bastante tiempo aquí conmigo dos hombres, tratando de acercárseme más y más; todos quieren ser los primeros en recibir ayuda. No los conozco, se ven muy tristes. Yo: «¿Quiénes son?». Ellos: «¡Los olvidados!». Yo: «Ninguno es olvidado, pues en la S. Misa se reza por todos». Al instante se me acercó uno y me susurró algo al oído: creo que dijo «Miles», pero no estoy estoy segura. Luego, entre llamas, desaparecieron.

Una vez, estando aún despierta, mi cama empezó elevarse por el aire y después cayó con gran estruendo al suelo. No conseguí encender la luz, y he aquí que algo me tomó tan fuerte por el cuello que creí ahogarme. Sentí un terrible espanto, empecé a golpear a mi alrededor pero no encontré nada. Fue algo tremendo. Tuve que soportar esto siete veces. Después vi una mujer, producía horror. Yo: «¿Has sido tú quien me ha estado atormentando así?, ¿Por qué?». Ella: «¡Porque tú eres mía!*».

*Parece que esta mujer sólo tiene un sentimiento: La Envidia. En ella todo es envidia!.

Yo: «¿Por qué?, yo no te hice nada». Ella: «¡Tú me ciegas!». Yo: «Yo quiero ayudarte». Entonces se abalanzó furiosamente sobre mí y tuve que gritarle: «¡En nombre de Jesús, vete!». Y desapareció. Esta debió haber sido muy mala, distinta de aquellas venidas hasta ahora. Me ha dejado una impresión indescriptible, debo recordarla continuamente. El 9 de Agosto.

3 de Julio. He aquí que me sucedió algo extraño. Me encontraba recogiendo fresas en el jardín, cuando de un momento a otro estalló un terrible ventarrón. Miré para todos lados… ningún árbol se movía, lo único que el viento sacudió fue las hojas de las fresas. Esto me sorprendió y me entré a la casa… no había el más mínimo soplo de viento, todo tranquilo. Volví a salir, todo tranquilo. Apenas empecé a recoger, igual, el mismo huracán. Entonces pregunté: «¿Hay aquí algún Alma?». Al instante vi cuatro figuras que hacían un cerco a mi alrededor y me gritaron: «¡9 de Agosto*!». Y todo quedó como antes. 9 de Agosto, ¡Qué extraño!. Hasta ahora, es la quinta vez que me recuerdan esta fecha, o que sueño con ella. La primera vez la escuché en el año 1898 y me impresionó mucho. Pensé que me llegaba la hora de morir. La última vez, en diciembre, soñé que sobre mi escritorio había una gran hoja en la cual estaba escrito «9 de Agosto». De veras que es bien extraño, sin embargo no siento miedo. Sólo que me causa curiosidad.

*El 9 de Agosto tuvo su primera aparición. Sin embargo, no se dice realmente por qué se nombra esta fecha.

Ahora generalmente tengo paz por las noches.

He anotado sólo las veces en que las almas han hablado. Las veces que se me han aparecido, y no han hablado, ha sido difícil, pero no insoportable. Incluso a esto se puede llegar a acostumbrar uno.

Juan

Desde Agosto han venido Almas con distintas apariencias. Tengo la clara sensación que les ayudo muy poco… En total he visto 27 Almas, de las que 11 han sido las más difíciles de soportar…

De ocho días para acá todo volvió a ser como antes. Ahora viene un buen conocido mío, F… Ll…, padre de…, y siempre quiere tocarme. El Agua Bendita lo tranquiliza un poquito. Me hace sufrir mucho; sin embargo estoy contenta. Cuando aparece esparce luz, como si una linterna muy fuerte fuese dirigida hacia mí. Sin embargo todo se va oscureciendo poco a poco alrededor de él. De día lo veía sentado en un árbol frente a mi ventana, mitad animal y mitad hombre. Pasados algunos días se lanzó con un grito sobre mí. Yo: «¿Juan qué es lo que quieres de mí?». Él: «¡Tu paz!». Yo: «Ve a tu esposa que tanto reza». Él: «¡No la encuentro!». Yo: «Ella sufre muchísimo a causa de…, quizás sería mejor si tú fueses a ella». Él: «¡No encuentro el camino!». Yo: «¿Sabes todo de ti mismo?». Él: «No, las preocupaciones humanas permanecen alejadas de nosotros». Yo: «¿Cómo puedo ayudarte?». Él: «¡Permíteme estar contigo en tanto pueda, no hables más!». Creo que sufre mucho con mis palabras. Sentí mucha compasión. Ahora permanece bastante tiempo conmigo; no he vuelto a hablar más. Se ve muy perturbado. Ahora llega también una mujer, y con ella mucho ruido. Vi en la Iglesia siete figuras, me esperaban en la entrada.

7 de Noviembre. Al anochecer, cuando salí a pasear por la calle, se me acercaron dos mujeres desconocidas. Cuando quise hablarles desaparecieron!. Sentí escalofrío y de inmediato me devolví a casa. Algo bien particular: Cuando las almas se comportan de manera natural, como si fuesen personas vivas, y después de un momento a otro muestran que son del más allá, me espanto mucho más que si lo hiciesen desde el principio.

Una anciana sentada en mi escritorio

Al entrar en mi habitación vi una mujer anciana sentada en mi escritorio apoyando la cabeza en sus manos. Yo: «¿Qué haces aquí?». Ella: «Busco». Yo: «¿Qué buscas?». Ella: «Mi promesa». Para darle gusto abrí el escritorio. En un instante tiró todas las cosas. Miraba las cosas con ojos de fuego. Nunca había visto a nadie buscar algo de esa manera. Tenía sus cartas en la mano (las cartas que el Padre Sebastián había escrito a la Princesa). Finalmente suspiró: «¡Perdido!». Y desapareció. No tengo idea de quién pudo haber sido!. Por su ropa parece alguien de nuestro tiempo.

8 de Noviembre. Juan estuvo aquí toda la noche. Yo: «¡Parece que estás contento!». Él: «¡Avancé!». Yo: «¿A dónde?». Él: «Al conocimiento». Yo: «¿Te refieres a que estás arrepentido?». Él: «No, aquello ha pasado. El conocimiento de la luz». Yo: «¡Cuéntame más de esa luz!, ¿Es el buen Dios?». Él: «¡Lo entienden solamente aquellos que no tienen cuerpo!».

11 de Noviembre. La mujer que busca vino de nuevo a mi habitación durante el día. Le pregunté: «¿Puedo ayudarte a buscar?». Me miró y lloró. Después la volví a encontrar frente al escritorio, y he aquí algo inexplicable: Las gavetas, que siempre mantengo con llave, estaban abiertas. Sentí un verdadero escalofrío. Era imposible que me hubiera engañado yo misma!. Ella estaba sonriendo, se me acercó y puso su cabeza sobre mi hombro. Luego desapareció. Las gavetas y lo que había dentro quedaron como antes.

Algo nuevo. Me desperté con un cierto presentimiento: al instante vi toda la pared repleta de cabezas. Fue algo realmente horrible. Reflejaban distintos sufrimientos.

27 de Noviembre. Está conmigo Juan H…, más radiante y contento, he rezado con él. Le pregunté: «¿Qué más puedo hacer por ti?». Él: «¡Ofrece tu voluntad!». Yo: «Eso quisiera, pero es siempre tan difícil». Él: «Se te dará la fuerza». Yo: «¿Por qué no vas a tu esposa?». Él: «¡El camino me es indicado!». Yo: «¡Dime alguna otra cosa acerca de la eternidad!». Él: «¡Cree y ten confianza!». Y desapareció.

4 de Diciembre. No he vuelto a ver nada, ni siquiera a la mujer; sólo un gran estruendo y muchas figuras, incluso de día. Un testimonio

11 de Enero de 1928. Mandé a Wolfram a mi habitación a buscar un libro. Regresó corriendo y dijo: «Hay un mendigo dentro». Fui de inmediato y he aquí un hombre, que de veras parecía un mendigo, se veía muy triste. Le pregunté: «¿De dónde vienes?». Él: «¡De la tribulación!». Yo: «¿Quién eres?». Él: «José H…». Hace años vivió aquí una familia H…, no sé si alguno se llamaba José. Yo: «¿Qué puedo hacer por ti?». Él: «¡Con… rezar por mí!». Yo: «¿Cuándo moriste?». Él: «1874». Yo: «¿Por qué has debido sufrir tanto tiempo?». Él: «¡Calumnias!». Yo: «¿Puedo hacer alguna cosa por ti?». Él: «Sí, aquella historia de D… M…. (Un Sacerdote)». Yo: «¿Qué cosa?». En ese instante llegó alguien y él desapareció. Ahora que lo pienso bien, me parece recordar el caso de un Padre D… M… ; siempre me mandaban salir cuando iban a hablar de aquello.

La madre del Párroco

17 de Diciembre [de 1929]. Me parece tan extraño que yo deba hacer el papel de mediadora con el más allá. ¡Imagine!, aquella mujer que ha estado viniendo a mí desde hace casi tres semanas y que responde: «Su madre», ¡es su madre!…

Sigue una conversación, que por motivos personales no reproduzco. Desafortunadamente lo único que pude saber es que mi madre está salvada. Debo anotar que la Princesa no conoció a mi madre cuando estaba viva.

La comunicación del 17 de Diciembre fue la última que pude obtener! Ella misma, que ofreció tantos sacrificios por las Almas del Purgatorio en el último decenio de su vida, goza ahora de la visión de Dios, como yo firmemente lo creo.

Ella murió, como ya anoté en otro lugar, el 9 de Enero de 1929.

Sebastián Wieser, Párroco* *El Párroco Sebastián Wieser, Director Espiritual de Eugenia von der Leyen, murió el 11 de Octubre de 1938, en Oberhausen.

CONCLUSIÓN

Lectores que atenta y seriamente han estudiado el Diario, se extrañan de que las Almas que se aparecían a la Princesa, no sólo le daban a conocer sus sufrimientos y pecados, sino que además se comportaban de una manera malévola con ella. Sin embargo, también comparten la opinión común de que nada impuro puede gozar de la vista de Dios, mas suponen que los fallecidos reciben una comprensión más clara del mundo espiritual y que sufren, por así decirlo, apenas exteriormente. Las representaciones de las Almas del Purgatorio, hechas por pintores ingenuos, acentúan especialmente las torturas en medio de las llamas, soportadas por los penitentes arrepentidos; se imaginaban que la esencia del Purgatorio nada más consistía en fuego exterior, y que el elemento constitutivo de una pobre alma era sólo el anhelo de Dios, unido a un gran arrepentimiento. En las pinturas y meditaciones no se mostraba la idea de que una Pobre Alma pudiese ser mala; por el contrario, se excluye la posibilidad de tal hipótesis. Incluso en el Infierno de Dante, las Almas condenadas padecían más por horribles manifestaciones externas de sufrimiento y desespero, que por sufrimientos originados en el interior de su propia naturaleza. Pero lo que el arte, aparentemente, no podía representar, no escapó a la intuición mística de los hombres. Con profunda emoción brotaba, a veces, por ocasión de alguna muerte repentina, las palabras de la Escritura en los labios de una persona en duelo: donde cae el árbol, allí se queda.

Donde cae el árbol, allí se queda (Eclesiastés 11, 3)

Santo Tomás de Aquino compara el Alma del hombre a una hoja en blanco, en la cual, en el transcurrir de su vida, anota todo cuanto se refiere a su espiritualidad y su conducta moral. El alma asimila lo que llega a conocer y amar. El espíritu del hombre, con su libre voluntad, escoge lo que quiere asimilar de conocimiento y de amor. El hombre religioso relaciona el contenido de sus conocimientos al amor a Dios y al prójimo. Sin embargo, durante su existencia humana, el hombre puede alterar y revertir los valores, y considerar al mundo y a sí mismo como el máximo de los valores. Por lo tanto, los valores de la vida corporal y material se vuelven los más importantes, mientras que los valores sacrosantos se alejan tanto, que ya no se consideran como reales, e irán desapareciendo gradualmente en el día a día; y el hombre que alguna vez aprendió a ver en la imitación de Cristo la forma de vida para santificarse, se convierte ahora en un adversario del Señor. El misterio de la santa comunión con el Salvador se cambia por la comunión impía con el príncipe de este mundo. El mal queda en la hoja de su alma como la esencia de su existencia. Cuando el hombre deja su cuerpo cual vestido viejo, nada cambia de aquello que en vida quiso conocer y amar. Su Alma entra en el más allá con todo lo que asimiló en su vida terrena: virtudes y pasiones, vicios e inclinaciones secretas, todo cuanto formaba su ser. Hay, sin embargo, una gran diferencia: las distracciones que el cuerpo le permitía ya no existen y no serán más posibles. Él debe sentir la existencia y los deseos de su alma sin mitigación alguna.

Una cosa sí es totalmente cambiada: la comprensión de los valores y antivalores de la vida. Ahora comprende que el Bien y Dios son inseparables, y que sus pecados significan llanto y crujir de dientes. La concupiscencia o la curiosidad de los ojos, la concupiscencia de la carne y la soberbia de la vida, la malicia contra los hombres, el rebelarse de su propia voluntad en contra de la voluntad de Dios, que una vez causaron deleite a su cuerpo, ahora los experimenta como un cáncer espiritual, como una lepra en lo íntimo de su ser, como una espantosa vergüenza y dolor, como tiniebla, desespero y soledad.

Sus pecados ahora son llamas que lo devoran y, que al mismo tiempo, le dan la forma que más le conviene. En vida sus pecados parecían ser apenas algo exterior, mas ahora, sin embargo, son ellos quienes determinan su propia figura, su aspecto, su forma, su actitud y todo su ser.

Un poeta del siglo XIII nos dejó una secuencia que, hasta el Vaticano II, hacía parte de la Misa por los difuntos. Él experimenta la preocupación que los hombres sienten al respecto de su existencia después de la muerte, a causa de sus pecados. También oramos por el difunto, pues toda la humanidad conoce su situación de pecadores ante su Creador y Señor, y creemos que en la muerte se realiza el juicio:

Oh día de ira aquel en que el mundo se disolverá, como lo atestiguan David y Sibila!

Cuán grande será el terror cuando el juez venga a juzgarlo todo con rigor.

La trompeta, al esparcir su atronador sonido por la región de los sepulcros, reunirá a todos ante el trono.

La muerte se asombrará, y la naturaleza, cuando resucite lo creado, responderá ante el Juez.

Se abrirá el libro en el que está escrito todo aquello por lo que el mundo será juzgado. Entonces el Juez tomará asiento. Cuanto estaba oculto será revelado, nada quedará oculto.

Qué diré yo, miserable?

A qué abogado acudiré cuando aún el justo apenas está seguro?

¡Oh Rey de terrible majestad, que a los que se han de salvar salvas gratuitamente! ¡Sálvame fuente de piedad!

Acuérdate, piadoso Jesús, de que por mí has venido al mundo; No me pierdas en aquel día.

Al buscarme, fatigado, tomaste asiento, me redimiste padeciendo en la cruz. Que no quede en vano tanto trabajo!

Oh justo juez de las venganzas, concédeme el perdón en el día en que pidas cuentas.

Gimo como reo, la culpa ruboriza mi cara.

Perdona, Señor a quien te lo suplica.

Tú que perdonaste a María (Magdalena), y escuchaste al ladrón y a mí mismo me diste la esperanza.

Mis plegarias no son dignas; pero Tú, buen Señor, muéstrate benigno, para que yo no arda en el fuego.

Dame un lugar entre tus ovejas y apártame del infierno, colocándome a tu diestra.

Arrojados los malditos a las terribles llamas, convócame con tus elegidos.

Te ruego, suplicante y anonadado, con el corazón contrito como el polvo, que me cuides en mi hora final. ¡Oh día de lágrimas, aquel en el que resurgirá del polvo el hombre para ser juzgado como reo!

A él perdónale oh Dios.

Piadoso Señor Jesús: dales el descanso eterno. Amén

La Misa con los difuntos de «cuerpo presente» finalizaba, hasta el Vaticano II, con el Líbera. También esta oración hoy en día no se reza más; al tiempo expresa la Divina Majestad y su reino universal: «Sálvame, Señor, de la muerte eterna en el día de terror, cuando Cielo y Tierra sean sacudidos y vuelvas a juzgar al mundo con fuego».

Las Pobres Almas y el Purgatorio en la enseñanza de la Iglesia

El Amor y la Misericordia de Dios se extiende no sólo a los vivos, sino que abraza incluso a los difuntos, que los va llevando hacia Él: las Pobres Almas.

Siempre nos preguntamos: ¿Qué sucede al alma después de haber dejado el cuerpo? Se encuentra como abatida, como deslumbrada con la Majestad de Dios. Ella es investida de forma tal por la Santidad de Dios, que en un instante ve toda su vida y aquello que se merece.

Mas si el alma se halla perfectamente libre de pecado y de las penas que por ellos merecía, entonces podrá entrar de inmediato a la visión de Dios. Es revestida del espléndido e inmaculado traje de bodas. La Luz Divina en la cual es inmersa, que la cubre y llena de un gozo inefable, la transporta hacia las alegrías del Cielo.

«Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que antes del juicio (final) existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro». San Gregorio Magno, Papa, Diálogos 4, 39

Nada impuro entrará en el Cielo

Para el alma manchada, pero sin culpas graves (pecados mortales), esta luz es ya un juicio; pues un estado de culpa no va bien con la infinita santidad y perfección de Dios. La unión con Dios «su eterna bienaventuranza», es, por tanto, imposible. El alma no sería capaz de soportar su Grandeza.

Ciertamente la mayor parte de las personas jamás entrarían al Cielo si no fuese por aquel lugar de purificación en el más allá. Dios dice a traves de su Iglesia: «Quienes mueren en gracia y amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su salvación eterna, sufren una purificación después de su muerte a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en el gozo de Dios» (Catecismo Iglesia Católica 1054).

El presente tema tiene su fundamento en aquellas palabras de la Sagrada Escritura: «Santo y saludable es el pensamiento de rogar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados» (IIº Macabeos 12, 34-43).

La Iglesia nos recuerda también aquella parábola del Evangelio que habla de una prisión, de la cual nadie saldrá hasta no haber pagado el último céntimo (Mateo 5,24-25).

El alma que al momento de la muerte aún se halla manchada por el pecado, se siente inexpresablemente abatida ante la presencia de Dios, como aplastada por el peso de su culpa, que debe ser expiada; ella misma es quien se arroja al Purgatorio. Sólo entonces ella comprende lo que es Dios y su amor hacia las almas, igualmente la desgracia del pecado ante los ojos de su Divina Majestad. Ella desea lanzarse inmediatamente a los brazos de Dios, mas se siente totalmente indigna, se halla como encadenada; destrozada de arrepentimiento y de dolor, suspira y anhela a Dios y le agradece profundamente, pues todavía puede reparar y expiar sus tantas maldades.

La pobre alma es consciente de que está salvada, y esto la consuela en su tormento. Sin duda es una gran misericordia de Dios que aún después de la muerte exista un lugar donde se pueda reparar. El Purgatorio es, pues, un misterio de la gracia, un fuego de la Divina Misericordia.

También tormentos físicos

El terrible tormento que experimentan las almas por el deseo de Dios, se une a los castigos particulares correspondientes a cada pecado. Con el arrepentimiento y la Confesión se elimina el pecado, mas no el castigo merecido por él.

El fuego purificador, que la quema dentro, la atormentará especialmente en aquellas partes del cuerpo que fueron causa de pecado. Aunque el cuerpo ha quedado en la tierra, la pobre alma tendrá la sensación de tenerlo aún, pues este también tiene parte en el doloroso castigo, como aquellas que se aparecieron a Eugenia mostrando su boca llena de heridas, por los pecados cometidos con la lengua; o aquella otra con las manos ensangrentadas, por haber asesinado.

Este es un acto de la Divina Justicia, pues luego del Juicio Final el Purgatorio cesará, y el cuerpo, que juntamente pecó con el alma, quedaría impune.

Sor María de la Natividad (fallecida en 1798), en complemento a esto dice: «Algunos años antes del Juicio Universal, las penas del Purgatorio se incrementaran para cada alma en proporcion a la grandeza de su culpa. Dios puede hacer sufrir a un alma en un año, todo aquello que debería haber sufrido en 100 años. Los ángeles comunicarán a las almas que, para pagar totalmente su deuda, sus sufrimientos aumentarán pues se acerca el Juicio Universal».

Las Pobres Almas son verdaderamente pobres

Las Almas del Purgatorio se llaman justamente «Pobres Almas», porque tienen gran necesidad de ser ayudadas. No pueden ya ofrecer obras a la Divina Justicia para satisfacer por sus errores, como cuando estaban en la tierra.

El Señor Obispo, Monseñor Keppler de Rottenberg, gran predicador de las Almas del Purgatorio, dice: «En el Purgatorio las almas se asemejan al péndulo de un reloj: sufren y esperan – sufren y esperan». Las almas sufren y sufren sin ganar ningún mérito. En cambio, al soportar pacientemente los dolores en el mundo, le hacen merecer la Felicidad Eterna. Los sufrimientos y penas de estas almas, según San Agustín, son peores que los tormentos que padecieron los mártires. Según Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura, las almas en el Purgatorio arden en un fuego semejante al del Infierno (como los condenados), con la sola diferencia que las primeras agradecen y bendicen a Dios por su salvación, y las otras, en cambio, lo maldicen.

Esta es la razón por la que estas Benditas Almas son tan pobres, más que un mendigo, pues lo único que pueden es sufrir.

Según la Beata Ana Catalina Emmerick y Ana María Lindmayr, las almas que no pertenecen a la Iglesia son unas de las más necesitadas, pues no tienen a nadie que ore por ellas, quedan en absoluto abandono; sus familiares, que no creen en el Purgatorio, no rezan por ellas, ni hacen actos de caridad en su favor.

Las Pobres Almas ruegan por los vivos

En una revista publicada por la Iglesia bajo el título «Voces del más allá», aparece lo siguiente: Una monja francesa rezó y ofreció mucho por una Hermana suya difunta. Por bondad de Dios y para instrucción nuestra, se le apareció. Le dijo: «Hay almas que padecen su purgatorio en los lugares donde pecaron; algunas al pie del altar, pero no por alguna falta cometida allí, sino como premio a la devoción y respeto que en vida tuvieron al S. Sacramento y a otros lugares santos.

Estas sufren menos que si se hallaran en el Purgatorio, y Jesús, a quien ven con los ojos de la Fe y el alma, alivia sus tormentos.

Las Almas del Purgatorio no están ocupadas solamente en sus sufrimientos; ruegan mucho para que se haga la voluntad de Dios, y por los hombres que les han abreviado y aligerado sus dolores. Ellas alaban y magnifican al Señor por su misericordia infinita, pues a muchas de ellas sólo les falto un mínimo para caer en el espantoso abismo y condenarse. Nunca podremos llegar a imaginar el enorme agradecimiento de estas pobres almas que de tal forma fueron libradas de satanás.

La Indulgencia Plenaria es muy rara

Entre otras, una de las preguntas que la Monja le hizo a la difunta, fue: ¿Te ayuda la Indulgencia Plenaria? Respuesta: «Pocas, poquísimas personas son capaces de ganarlas; es necesaria una verdadera contrición del corazón y de la voluntad, lo cual es raro, muy raro, más raro de lo que se piensa; en el Purgatorio recibimos las indulgencias que se nos ofrecen según el querer de Dios. Si un alma está al extremo del deseo, esto es, cerca del cielo, ella puede ser liberada con alguna Indulgencia Plenaria que sea ofrecida, totalmente o en parte, a su favor. Pero para la mayoria de las almas esto no sucede. Si durante su vida las almas tuvieron poca estima o pensaron poco en las Indulgencias, Dios, Justo y Eterno, las recompensa según sus obras. Ellas reciben solamente lo que Él tenga a bien darles, mas casi nunca es una Indulgencia total».

El día de Navidad es la gran fiesta de las Pobres Almas

Otra pregunta: ¿El día de la conmemoración de los fieles difuntos son liberadas la mayoría de las almas?: «El día de los difuntos un gran número de almas, por una especial gracia de Dios, dejan el lugar de expiación y entran al Cielo; sólo en este día todas las almas tienen, sin excepción, parte en las oraciones de la Iglesia. Muchas almas por Justicia Divina reciben, durante los largos años que deben pasar en el Purgatorio, este único refrigerio. Por lo tanto, no es el día de los difuntos que la mayoría de las almas entran al cielo, sino el día de Navidad.

Mil años ante Dios son como un día

¿Cuánto duran las penas del Purgatorio? Esto es distinto para cada alma, sin embargo los tormentos más largos y más terribles son para aquellos de duro corazón; también aquellos de los que habla el Beato Enrique Suso (muerto en el año 1365): «Existen personas que han hecho airar tanto a Dios, que deberán sufrir en el Purgatorio hasta el último día. Son los pecadores obstinados, aquellos que han pospuesto su conversión para el final de su vida, los cuales tuvieron, pues, antes de morir, un mínimo de arrepentimiento».

No obstante, el concepto de tiempo para las Pobres Almas es totalmente diferente al nuestro. Según Ana María Lindmayr, una hora de purgatorio para ellas, se hace más largo que 20 años de sufrimientos en el mundo; para las que deben sufrir más, el tormento se hace eterno, y para las demás se hace breve.

La monja difunta, hablando del tiempo de las penas del Purgatorio, dice: «Te digo esto según los cálculos humanos, porque para nosotras es distinto… Estoy aquí desde hace ocho años, pero me parece haber estado dieciséis mil años… ¡Oh Dios mío!» San Miguel, Patrono de las Pobres Almas

San Miguel Arcángel y las Pobres Almas. Un alma dijo: «Él no sólo es el testigo cuando se proclama la sentencia; es también ejecutor de la Divina Justicia… y acompaña al alma después de haber completado la purificación a la eterna felicidad. Es compasivo con nosotras y nos anima en nuestros tormentos hablándonos del Cielo». A veces viene acompañado de la Virgen, a quien vemos corporalmente en sus fiestas. En sus fiestas ella viene a visitarnos y regresa al Cielo con muchas almas. También nuestro Angel Custodio nos consuela…

Podemos ayudarlas de muchas formas

Y cómo?

  1. Ante todo con la S. Misa, que nunca podría ser sustituida por ninguna otra cosa. No sólo debemos mandarla celebrar, sino también asistir a ella. En la S. Misa ofrecemos al Padre Celestial los méritos y sufrimientos de su Divino Hijo, sus santas Llagas y su preciosa Sangre, su tormentosa expiación. En su amor misericordioso por las almas, Él nos permite transferir este infinito y precioso tesoro a su favor, e igualmente recibir y ofrecer por ellas la S. Comunión, claro está, todo sólo por medio de nuestra Santísima Madre. Ana María Lindmayr hace énfasis en esto: «Todas las buenas obras deben confiarse a nuestra Madre, no debemos ofrecer nada según nuestro propio querer».

«Les ayuda de un muy modo especial las llamadas «Misas Gregorianas», que se aplican durante todo un mes por los difuntos. Su origen se remonta al Papa San Gregorio Magno (540-604).

En su libro Diálogos se lee que San Gregorio tuvo una revelación por la que constataba que un religioso llamado Justo había pasado del Purgatorio a la Gloria gracias a la celebración de la Santa Misa, en la que se pidió por su eterno descanso y el perdón de sus pecados durante 30 días consecutivos… Después esto se hizo una costumbre… Las condiciones eran: 1º Las treinta Misas debían celebrarse en forma continua, sin interrupción, con excepción del Viernes Santo y debían aplicarse siempre por los mismos difuntos. 2º No era necesario que las celebrara un mismo sacerdote, ni en un mismo altar, ni en memoria de San Gregorio.

  1. Por medio del sufrimiento reparador. Cualquier sufrimiento que se ofrezca por ellas les proporciona un gran alivio. La Beata Ana Catalina Emmerick dice: «Es imposible describir qué enorme consuelo les llevamos a las pobres almas con nuestro autodominio y nuestros pequeños sacrificios». Se sabe del Santo Cura de Ars que él pidió a Dios de poder sufrir por las noches en favor de las Almas del Purgatorio. 3. El rezo del S. Rosario, después de la S. Misa, es el medio más eficaz para ayudarlas. Por medio del S. Rosario son diariamente liberadas muchas almas, que de lo contrario habrían seguido sufriendo por muchos años más. Por este medio las encomendamos a la poderosa intercesión de la Madre de Dios, quien con el mayor de los gustos las socorre, ella que es la más grande consoladora.
  2. También con el rezo y meditación del Vía Crucis les aliviamos en gran medida sus tormentos, ofreciendo al Padre los dolores y muerte de su amado Hijo y las lágrimas de su querida Madre.

En cada estación podríamos agregar «Oh Jesús mío, por tu crucifixión, ten piedad de nosotros y de todos los difuntos». También les es de gran provecho la oración de las cinco llagas, especialmente frente a la tumba del difunto.

  1. Las indulgencias son de un valor inestimable, fue lo que dijeron las almas a María Simma (1915-2004). Ciertamente, pues ellas acortan sus padecimientos; de hecho, la indulgencia es la remisión total o parcial ante Dios de un castigo temporal por pecados que han sido perdonados, pero no expiados.

Atendamos a estos tesoros de gracias que Jesús ha ganado para nosotros con su pasión y nos es dado por medio de la Iglesia.

  1. Ejercicios de virtud y buenas obras. Jesús, por medio de Ana María Lindmayr, nos recomienda: «Debemos proponernos cada semana una virtud específica y ejercitarnos en ella ante Dios y los hombres, aprovechando cada oportunidad que se nos presente». Estos actos, sin embargo, debemos ponerlos en manos de la Santa Madre, por medio de nuestro Ángel Custodio, para que ella los use como convenga mejor. Por ejemplo, los actos de humildad y de renuncia de sí mismo pueden servir para aquellas almas que deben sufrir a causa de su soberbia y desprecio de los demás». Ella dice expresamente: «Es justamente con la humildad que podemos ayudar a las Pobres Almas, mucho más que con cualquier penitencia que pudiésemos hacer».

Los sufrimientos de las almas que en vida pecaron con el demasiado comer y beber pueden ser aliviados con el ayuno; otras, en cambio, tienen necesidad de actos de paciencia y dulzura, para verse libres de las penas debidas a su impaciencia e ira. Los tormentos de quienes fueron duros de corazón pueden ser mitigados con las obras de misericordia, a estos les ayuda especialmente ayudar con donaciones para las misiones.

  1. Un medio muy fácil para ayudarlas es la buena intención, por ejemplo, antes de hacer cualquier cosa decir: «En nombre de Dios» o «Jesús, todo por ti» o «Todo por tu Sagrado Corazón por medio de tu Santísima Madre».

Aquella Monja difunta dijo esto tan importante a su Hermana: «Sucede en el mundo, y hasta en los Monasterios, que muchas acciones y obras buenas en sí mismas no obtendrán en el día de la recompensa premio alguno por no haber sido antes ofrecidas a Dios». También el llamado acto heroico de caridad hace parte de estas buenas intenciones en alivio de las almas.

Este acto consiste en ofrecer voluntariamente todas las obras buenas que hagamos en favor de los difuntos. Con esto no perdemos nada, porque: «Aquello que hicieron al más pequeño de mis hermanos, a mí me lo hicieron».

  1. Algo bastante útil para las pobres almas, indica Ana María Lindmayr, es el agua bendita. Con frecuencia el Señor le encargaba rociar agua bendita. Tenía la piadosa costumbre de antes de acostarse dar agua bendita a las Almas del Purgatorio.

Ella escribió: «Una noche me olvidé y me fui a dormir; mas las pobres almas permanecieron todo el tiempo dando vueltas alrededor de mi cama, me levanté y las rocié con el agua bendita. Sólo hasta entonces pudieron descansar». Las Almas Santas sienten la fuerza purificadora y santificante del agua bendita, igualmente el amor con el cual se les da.

Santa María Magdalena de Pazzi solía decir a sus novicias: «¡Hermanas, no suban inútilmente las escaleras!», queriéndoles decir que hasta la más pequeña acción la hiciesen como acto de obediencia y con recta intención, ofreciéndola a Jesús por amor a Él!.

  1. Incluso el encender velas en su nombre las ayuda. Primero, por tratarse de un gesto de atención y amor hacia ellas; y lo otro, porque al estar benditas iluminan las tinieblas en que se puedan encontrar.

Meditemos sobre nuestra enorme miseria y la desgracia que es estar en pecado, incluso venial, y hagamos nuevamente el firme propósito de combatir, con una entera confianza en la gracia de Dios, nuestra debilidad y nuestra maldad.

Vivamos desde hoy mismo conscientes de la Divina presencia de Jesús en nosotros para que seamos invadidos de Su Amor, que todo lo abraza, y conformados plenamente a Él. En esta íntima unión con Dios podremos desprendernos de todo y dar mucho más a aquellas que no pueden hacer nada por sí mismas: Las Pobres Almas del Purgatorio.

Oración de ofrecimiento por las Almas del Purgatorio

Amabilísimo y buen Dios, porque es Tu voluntad que oremos por las pobres almas del Purgatorio, te ofrecemos por medio de las purísimas manos de María, nuestra Madre, todas las Misas celebradas en este día para gloria tuya y por la libertad de todas las almas del Purgatorio. Te rogamos humildemente que tengas piedad de todas ellas y canceles sus culpas, por los infinitos méritos de tu amadísimo Hijo. Amén.


Notas del libro

MIS CONVERSACIONES CON LAS ALMAS DEL PURGATORIO

EUGENIA VON DER LEYEN

Princesa Eugenia von der Leyen, pintura al óleo (50 x 57 cm), del pintor estadounidense John Rieger. La editora lo encargó de pintar un cuadro conforme a una foto de Eugenia. Los Derechos de Autor pertenecen a Christiana-Verlag. El Señor Jesús, en el octavo día de la novena de la Miserivordia, dice a Santa Faustina:

Tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio y sumérgelas en el abismo de mi misericordia. Que los torrentes de mi sangre refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a mi justicia. Está en tu poder llevarles el alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de mi Iglesia y ofrécelas en su nombre. Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con mi justicia

La obra original en alemán lleva por título: Meine Gespräche mit Armen Seelen

Ah, las pobres almas tienen tanto que sufrir a causa de vuestra negligencia, de vuestra piedad demasiado cómoda, por vuestra falta de celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas. Cómo se puede acudir en su ayuda, si no es con un amor activo que ofrezca por ellas esos actos de virtud que tanto descuidaron cuando estaban vivos.

Beata Ana Catalina Emmerick PRESENTACIÓN

La Princesa Eugenia, de la dinastía alemana de los von der Leyen, por via materna, poseyó un carisma del todo particular; gracias a una especial permisión de la Divina Providencia tuvo, desde 1921 hasta 1929, contacto con las Almas del Purgatorio. El Padre Sebastián Wieser, su Director Espiritual, dejó escrito:

"Conocí a la vidente los últimos 12 años de su vida y estuve al tanto día a día de sus experiencias y encuentros con las apariciones…

La vidente llevó una vida santa… su caridad no conocía límites, lista para ayudar en cualquier momento y pronta a cualquier sacrificio. Todos los que la conocieron le tuvieron un gran respeto y veneración… Querida de Dios y de los hombres.

En opinión de especialistas, su diario es comparable con otras obras del mismo género, lo que es mejor.

Yo declaro bajo juramento haber exhortado a la Princesa a anotar de manera clara y precisa los hechos reales vividos y, al mismo tiempo, de nunca haberle sugerido de ninguna manera mi propia visión personal de las cosas. Me declaro garante, en todas las formas, de la credibilidad de que es digno el Diario y ruego al lector conservar de la Princesa, quien ahora también descansa en la otra vida y desde luego en la visión bendita de Dios, un agradecido y venerado recuerdo".

La Iglesia nos enseña que no sólo existe la Iglesia Triunfante en el Cielo y la Iglesia Militante en la tierra, sino también la Iglesia Sufriente, en el Purgatorio. Según los planes salvíficos de la Providencia Divina, esta necesita de nuestra ayuda. En el Diario, este mundo sufriente de la Iglesia Purgante es precisamente el que se nos muestra con imágenes inolvidables, implorándonos con conmovedoras palabras y gestos que desgarran el corazón. El agite emocional que el Diario provoca en nosotros nos llevará a sensibilizarnos por nuestra Iglesia, y nos abrirá los ojos a los indecibles sufrimientos de las Almas del Purgatorio, destinadas por Dios a ser nuestras poderosas intercesoras, siempre que hagamos algo por ellas. PREÁMBULO

Cuando un editor presenta a los lectores un nuevo autor, le hace la más obvia de las preguntas, que ya antes le hicieron los discípulos a Jesús: "¿Maestro, dónde vives?" (Juan 1.38). Al conocer el ambiente, la época, las circunstancias y la región que la han formado, podemos hacernos una idea de él.

Mi proyecto de reimprimir el célebre Diario de la Princesa Alemana Eugenia von der Leyen, nació cuando el Párroco Dr. Pietro Gehring de Lindau, en 1978, vino a hacer una visita a nuestra Editora. Por casualidad llegamos a hablar de Eugenia von der Leyen, y así resultó que el Dr. Gehring, oriundo del mismo territorio y que había crecido en Blonhoflen, a pocos kilómetros del Castillo de Waal, había conocido, aunque brevemente, a la Princesa en persona.

Nos pusimos muy contentos cuando el Dr. Gehring, que conocía bien el ambiente, se declaró dispuesto a comentar sobre la obra, aclarando algunos detalles con observaciones al pie de página; además se contaba con alguien que conoció bien los hechos y lugares.

Puesto que el Diario no es cosa común, diría más bien peligrosa, lo normal sería que tocara el campo de los más grandes exponentes de aquella época: Hitler, que prohibió el libro, y Pío XII, amigo personal de la familia real, que como Nuncio Apostólico en Alemania a menudo se detenía en el Castillo de Waal y Unterdiessen, obteniendo como regalo de esta familia el texto original del Diario.

Hija de una antigua familia real alemana, la autora del Diario, Eugenia von der Leyen und Hohengeroldseck, nació en Mónaco de Baviera el 15 de Mayo de 1867.

Eugenia fue la hija del tercer Príncipe von der Leyen Filippo II Francisco Ervino, nacido el 14 de Junio de 1819 en Waal, muerto en Waal el 24 de Julio de 1882. La madre de Eugenia se llamaba Adelaida von Thurn und Taxis (fallecida en 1888); ella desciende, por tanto, por vía materna, de la célebre familia real alemana Thurn und Taxis, que durante siglos tuvo el monopolio de la administración de la oficina de correos en Alemania; de esta estirpe viene también el nombre "Taxi" adjunto.

El hermano de Eugenia se llamaba Ervino II Teodoro, cuarto Príncipe von der Leyen, murió en 1938 a los 75 años. Su esposa, cuñada de Eugenia, fue María Carlota von SalmReifferscheidt-Dijk (muerta en 1944). Le sigue el sobrino de Eugenia, Ervino III Ottono Filippo, quien se había casado en Roma con Doña Nives Ruffo della Scaletta, de la estirpe de los Borguese. Esta última, a diferencia de la mentalidad liberal de la familia, tuvo una gran fe en el carisma de Eugenia, y fue ella quien entregó el original del Diario de Eugenia a Pío XII.

La influencia de la familia Borguese fue bien decisiva para la misión de Eugenia. En cierto sentido, los Borguese fueron los Protectores de Eugenia. La Princesa Ludovica Borghese (1859-1928) a través de su hija y su nieto tuvo una muy gran influencia en la misión de Eugenia. Su hija, María Nives, que se casó con un miembro del Castillo de Waal, protegía a Eugenia de un modo extraordinario, pues estaba convencida de su carisma.

La princesa Ludovica, que nos había invitado tan amablemente y nos mostró los dos Castillos, debe su nombre a su bien distinguida abuela de Roma, la Princesa Borghese Ludovica.

Después de la nueva división del dominio territorial por el Congreso de Viena, el Príncipe von der Leyen adquirió los dos dominios Waal y Unter-diessen. En 1924 el Castillo de Unterdiessen fue reconstruido y el 26 de Junio de 1925 el Príncipe heredero se fue a vivir en él, y con él también Eugenia, quien permaneció allí hasta su muerte, ocurrida el 9 de Enero de 1929. Durante los trabajos de restauración, en 1925, se encontraron piedras romanas, con lo que llegaron a la conclusión de que los romanos habían tenido allí una fortaleza.

Visita al Castillo de Unterdiessen

Eugenia vivió en el Castillo de Waal, y desde 1925 en el de Unterdiessen, sólo a unos kilómetros de distancia.

El 31 de Enero de 1979, el Dr. Gehring y el suscrito editor, fueron invitados por la Princesa Ludovica von der Leyen a visitar el Castillo de Unterdiessen y Waal. Ambos castillos se encuentran situados en Svevia, entre Augsburg y Garmisch-Partenkirchen, 10 kilómetros al sur de Landsberg en el alto valle del Lech (Lechtal), 12 km al este de Bad Wörishofen, a 8 km del Buchloe (que ahora es la estación ferroviaria de aquel lugar) y 25 kilometros al noreste de Kaufbeuren. En el comedor admiramos un auténtico antiguo estilo Holandés y una gran pintura al óleo que muestra a la Condesa María von Schönborn; incluso de ella se habla en el Diario. Durante el almuerzo en el gran salón fuimos casi obligados a recordar que Eugenia había pasado los últimos tres años y medio de su vida entre aquellos ambientes, y que hacía exactamente 50 años había muerto, el 9 de Enero de 1929.

Pío XII, un amigo personal de la familia von der Leyen

En la estantería de la sala de estar en Unterdiessen hay 24 volúmenes de gran belleza. Las obras completas de Pío XII firmadas por él mismo, su regalo para la familia principesca. La Madre de la Princesa Ludovica, María Nives Ruffo della Scaletta, nacida el 16 de Agosto de 1898, conoció en su juventud a Eugenio Pacelli, futuro Papa Pío XII, como su profesor de religión. La primera familia que él recibió como Papa fue la de su antigua alumna María Nives, y desde entonces recibió anualmente en audiencia privada a la familia von der Leyen.

María Nives provenía de la famosa familia Principesca Romana Borguese, que dio a la Iglesia un Papa: Pablo VI. El nombre Borguese es una gran sorpresa para todos aquellos que visitan Roma, especialmente la Villa Borguese. Como ya dijimos, María Nives, Madre de la Princesa Ludovica, entregó personalmente al Papa el Diario de la Princesa Eugenia en su primera visita hecha despues de la Segunda Guerra Mundial. Ella murió el 6 de agosto de 1971 en Roma, y fue sepultada en la tumba Familiar en Waal. Su marido, sobrino de Eugenia, Príncipe Ottone Filippo Ervino III von der Leyen nació el 31 Agosto 1884 y murió el 13 Febrero 1970 también en Roma e igualmente fue depositado en la tumba Familiar.

Hitler prohíbe la publicación del Diario

Adolfo Hitler en 1924 estuvo preso en Landsberg y en Septiembre fue puesto en libertad antes de tiempo por la amnistía. En Landsberg tuvo sus apocalípticas visiones de odio, por el cual finalmente fueron sacrificados 6 millones de judíos y millones de muertos en guerra.

Mientras él en su fortaleza de Landsberg escribía su programático libro "Mein Kampf", Eugenia, 10 kilómetros al sur, llevaba una vida de mística inmersión en Dios y escribía su Diario.

Incluso más tarde Hitler se detuvo con regularidad en aquellas cercanías, en Berchtesgaden, su "nido de águila". Hitler prohibió el Diario de Eugenia. El reino milenario de Hitler se desvaneció después de 12 años, su lucha termina con su suicidio en el Búnker de la Cancillería del Reich en Berlín. El Diario de Eugenia, en cambio, lleva a un sinnúmero de personas una nueva esperanza por el Reino de Dios, que nunca perecerá.

La Iglesia Parroquial de Waal

Por la tarde, acompañados de la Princesa Ludovica, pudimos visitar el Castillo de Waal, donde Eugenia pasó la mayor parte de su vida, y en el cual también nació su Diario. Este fue el escenario de las apariciones de las Almas del Purgatorio. El Castillo de Waal, situado en una pequeña colina, dista a unos pocos kilómetros del Castillo de Unterdiessen. Aparcamos nuestro coche en frente de la Cancillería, donde se encuentra la administración de los bienes del Castillo, que posee una amplia cantidad de tierras y bosques. A un lado quedan las casas de los funcionarios y empleados. El parque del Castillo se encuentra justo al lado de la Iglesia de Waal, que tiene un espléndido y alto campanario, siendo una de las más bellas Iglesias neogóticas, debido principalmente a su interior equilibrado y obras de arte de un maestro ebanista, origiundo de esa región. Eugenia acostumbraba entrar en esta iglesia siempre que llegaba al Castillo. El Oratorio es un pequeño lugar alejado y tranquilo para la oración, desde donde a través de una ventana se puede ver el altar mayor. Aquí la familia podía recogerse en oración sin ser perturbada por las miradas de los curiosos. Cuando fuimos a visitar la Iglesia esta se encontraba en reparación. Sobre el altar mayor cuelga un gran cuadro de la Vurgen. Particular atención y especial interés para nosotros merecía el altar lateral de la derecha, detrás del cual se encuentra la tumba de la familia von der Leyen.

Eugenia rezaba mucho en esta iglesia, en la que verá algunas apariciones, como la del caballero, tan a menudo mencionado en el Diario.

Visita al Castillo de Waal

Subimos una rampa y en seguida llegamos al Castillo de Waal. A la derecha se encuentra la fábrica de cerveza, que ya en la Primera Guerra Mundial producía cerveza.

Las habitaciones, antetodo el gran y el pequeño comedor, la sala de escritura, el salón para fumar y otras de gran interés, se destacan por su decoración única.

Me causó una especial impresión el gran cuadro al óleo con la imagen del Príncipe Elector Giovanni VI von der Leyen, Obispo de Tréveris (1556-1567).

La antigua habitación Eugenia se encuentra al Oeste; mide 5x5 metros. Según nos dijo la Princesa Ludovica, la habitación ya no se conserva como entonces, sólo la estufa y la posición de la cama están como alguna vez.

Quien haya leído el Diario sabe que en esta sala Eugenia debió ver, experimentar y soportar cosas terribles; a menudo llegaba hasta la pérdida de la conciencia; sabía sin embargo que Dios siempre le daría nuevas fuerzas para soportar y sufrir en reparación por las Pobres Almas. Se puede decir sin lugar a dudas que "ella llegó a la santidad en el Castillo de Waal y Unterdiessen".

Cuando salimos de la habitación de Eugenia se oyó un ruido ensordecedor que hizo temblar todo el Castillo. La Princesa nos explicó que allí cerca había un aeropuerto de la OTAN, y que el Castillo sufría mucho con el estruendo de los aviones, especialmente cuando sobrepasaban la barrera contra el sonido.

La familia von der Leyen

La estirpe de los von der Leyen dio a la Iglesia muchos hombres y mujeres que tuvieron en la vida de la Iglesia un importante papel. He aquí algunos de ellos:

Giorgio II, Obispo de Tréveris, † 1533

Simone, Abad de S. María Laach, † 1512

Bartolomeo II, Decano de Tréveris, † 1587 Margherita, Abadesa, fallecida después de † 1553

Carlo Gaspare II, Arzobispo y Príncipe Elector de Tréveris, † 1676

Damiano Artardo, Arzobispo y Príncipe Elector de Mainz, † 1670

Anna Eleonora, Priora de Engelpforten, † 1698

Damiano Federico, Canónigo de Colonia Mainz Wúerzburg, † 1817

Francesco Ervino Silvestro, Canónigo de Wi erzburg-Bermberg, † 1809

La dificultad de tener que llevar una doble vida

Eugenia von der Leyen debió llevar una doble vida, algo bien duro para su espíritu, como se podrá constatar a lo largo de su Diario. Sólo el pequeño Príncipe heredero Wolfran y los animales (gallinas, perros y gatos) de la casa vieron las apariciones, nadie más. Ella no podía hablar con nadie, más que con su Director espiritual, cosa que para ella, mujer, no debió haber sido fácil. También es de notar que una tal "invasión" de lo sobrenatural, posible solamente por un especial permiso de Dios, no es poca cosa, como una simple transmisión de televisión que nos permite ver un país desconocido. Lo que nosotros experimentamos en nuestra vida terrena queda siempre, más o menos, en un plano superficial. El contacto con el Más Allá es algo mucho más complejo; aquí debe intervenir Dios directamente, o de lo contrario el hombre no sería capaz de soportar algo semejante.

Recuerdos de una anciana del pueblo

Para terminar nuestra visita, que duró un día entero, la Princesa Ludovica nos llevó a una anciana del lugar, la viuda del maestro Guiseppe Feistle, que conoció bien a la Princesa Eugenia. Nos contó: "La princesa Eschi (todo el mundo la conocía por ese nombre) era una mujer alta y guapa, muy piadosa y generosa. Totalmente distinta a los hombres de su familia, que eran liberales. Cristiana hasta el final. Fue la mujer más simple, hasta ayudaba a los agricultores a recoger el heno cuando se aproximaba el mal tiempo. Tenía el don de hacer siempre el regalo adecuado a cada persona y siempre tenía una sonrisa para todos.

Trabajaba mucho por las misiones confeccionando vestidos y organizando colecciones en el país. Como hermana soltera del señor Príncipe fue muy amada y estimada en el país.

Fue muy significativo para nosotros el hecho de que la señora Feistle pudiera recordar aún la fecha y hora de la muerte de Eugenia.

Murió a las 4 de la mañana del 9 de Enero de 1929 En una carta fechada el 7 de Febrero de 1979, la señora Fesitle nos comunicó algunos detalles más: "La princesa Eugenia quizo entrar en un Convento, pero no fue aceptada debido a su bajo estado de salud. Intento en otros pero no pudo. En Waal había la costumbre de que cada Princesa al morir obsequiaba su vestido de matrimonio a la Parroquia. La Madre de la Princesa Ludovica, María Nives Ruffo della Scaletta, nacida en Borguese, Roma, obsequió a la Parroquia una magnífica vestimenta azul clara floreada con bordes plateados. El Padre Pfarsich solamente la usaba en las Fiestas de Nuestra Señora".

Ahora estas piezas "parecen haber pasado de moda…".

Una profunda fe en las Almas del Purgatorio

Los alrededores del Castillo de Unterdiessen son llamados: "Valle de los zorros".

En la historia local del Valle de los zorros hay dos hechos que vale la pena recordar, en referencia al Diario de Eugenia: se dice que en aquellos alrededores hubo una fuerte creencia en los espíritus. Alguna vez esta creencia estuvo difundida por todo el pueblo; no nació de alguna "habladuría", sino, como lo anota la parapsicología, existen motivos reales.

Sin embargo, parece que la gente del Valle de los zorros posee como unas antenas especiales para percibir el otro mundo. Esto se confirma con el hecho de que en el año 1694 fue fundada la Hermandad para socorrer a las Almas del Purgatorio.

Aquí en la tierra podemos esperar en la Misericordia de Dios, pero en el Purgatorio, en cambio, rige sólo su Justicia.

Que en el Valle de los zorros prevalece un claro sentido de justicia, lo confirma el siguiente "dicho" que se encontraba sobre la vieja posada en Oberdiessen:

"Oh Juez, juzga con justicia

Dios es Juez, tú eres siervo.

Si tú juzgaras injustamente

Dios, a su vez, te juzgará!"

Tres hermanas en el espíritu

Por aquellos alrededores vivieron dos mujeres que al igual que Eugenia tuvieron experiencias con el más allá, quienes en Mónaco, en el año 1721, se encontraron para tratar de temas espirituales: La Beata María Crescencia Höss, del cercano Kaufbeuren, y Ana María Lindmayr. Ana María Lindmayr, como Eugenia, por mandato de su Director espiritual, escribió un Diario sobre los difuntos que se le aparecían*.

*El libro en italiano lleva el nombre de "Il mio rapporto con le Anime del Purgatorio".

Igualmente Crescencia tuvo visiones y contacto con las Pobres Almas; su apostolado no se limitó sólo a las ellas, basta leer el libro de Arturo Massimiliano Miller: "Crescentia von Kaufbeuren, vita di una mistica sveva".

La semejanza espiritual entre estas tres mujeres es sorprendente. Eugenia von der Leyen, Crescencia de Kaufbeuren y Ana María Lindmayr formaron como una constelación de tres, unidas no solamente por su cercanía, sino, aún más, por el espíritu.

El maestro del lago de Constanza

Mi viaje a la casa de Eugenia von der Leyen me llevó a lo largo del lago de Constanza y fue, por tanto, inevitable el recuerdo de Enrique Suso de Constanza. No sé si Eugenia habría leído los libros de Enrique Suso (1295-1366). Consciente o inconscientemente, él fue para ella un gran maestro, porque el tema del Purgatorio y de las Pobres Almas ocupa un gran espacio en sus escritos y su doctrina se convirtió con el tiempo en un bien común de toda la Iglesia. En el sexto capítulo de su "Vida" se lee:

"Al mismo tiempo le fueron manifestadas en visión muchas cosas ocultas por venir, y Dios permitió que él sintiese, en la medida que le fuese posible soportar, cómo son las cosas en el Cielo, en el Infierno y en el Purgatorio.

No era inusual para él que muchas almas después de partir de este mundo se le aparecieran y le revelaran su suerte, su castigo, la manera en que podía ayudarlas o lo que fue su vida ante Dios.

Entre muchos, se le aparecieron el bienaventurado Maestro Eckhart y Juan de la familia Futerer Estrasburgo. El Maestro Eckhart le reveló que se encontraba en una gloria desbordante en la que su alma era inmersa en Dios. Entonces el siervo de Dios le pidió hacerle saber dos cosas: cómo se hallarían en Dios las personas que trataron con todo su corazón cumplir su voluntad. Al instante comprendió que nadie sería capaz de expresar con palabras la inmersión de estas personas en el abismo inefable de Dios. Mas hizo otra pregunta: "¿Qué es lo más indicado para alguien que desee llegar a aquella altísima unión?". Obtuvo esta respuesta: "Olvidarse completamente de sí mismo según su condición y renunciar a su propio querer y aceptar todas las cosas como venidas de Dios y no de los hombres (de las creaturas) y soportar con paciencia a todos los hombres lobo [con piel de oveja]".

El otro Hermano Juan se le apareció mostrándole también la inmensa felicidad de su alma glorificada. Igualmente a este le pidió respuesta a una pregunta: "¿Qué es lo más doloroso para una persona y al mismo tiempo provechoso para ella?". Él contestó: "Nada es más doloroso y útil al hombre que entregarse completamente a Dios ofreciendo con paciencia la propia voluntad, abandonándose así al querer de Dios".

Su padre, que había vivido sólo para el mundo, se le apareció después de su muerte y con su rostro lleno de dolor le hizo ver el espantoso castigo que padecía en el Purgatorio, haciéndole entender, sobretodo, cómo se atrajo ese sufrimiento y especialmente la manera en que mejor lo podria socorrer. Así lo hizo. Luego se le volvió a aparecer mostrándole que gracias a su ayuda había sido liberado de su castigo.

Su piadosa madre, a través de la cual Dios había obrado milagros estando aún viva, también se le apareció en una visión y le hizo ver el gran premio que había recibido de Dios.

Cosas similares le fueron comunicadas por otras muchas almas, y desde entonces comenzó a sentir gusto en esto y frecuentemente recibía grandes consuelos, en la medida en que él se había ocupado de ellas.

Estas cuatro apariciones que el Beato recuerda de manera especial no fueron las únicas que le fueron concedidas. Esto ocurrió al principio de su entrega a Dios, cuando dejó todo para dedicarse exclusivamente a la oración y a aquellas penitencias realizadas de manera casi sobrehumana. Estas apariciones lo hicieron fuerte en su buen propósito, y lo confortaban cuando era tomado del desánimo y la tristeza. Su corazón se llenaba de gozo y alegría al ver un alma entrar al Cielo. Animado de sus habituales encuentros con las Pobres Almas, el Beato Enrique Suso hacía frecuentes meditaciones acerca del Purgatorio. Estas no sólo le servían para orar con mayor celo y expiar por las Pobres Almas, también sacó conclusiones para su propia vida.

En su "Libro de la Eterna Sabiduría", cap. 24, incluye en su cántico de alabanza también al Purgatorio y las Pobres Almas. Él escribe: "Señor, yo digo aún más: Si yo ahora debiese separarme de ellos, y esto fuese en alabanza tuya, tanto que tuviese que arder 50 años en el Purgatorio, Señor, entonces elijo tu Eterna Alabanza. Sea Bendito el Purgatorio en el cual se cumple en mí Tu Alabanza". Un poco más adelante dice: "Mi dulce Señor, yo deseo que de esta manera llegue a tu presencia una gran alabanza, semejante a aquella alabanza y gozo que tuvieron los ángeles al ver por primera vez que habían superado la prueba y los otros habían sido repudiados, semejante a la alabanza que cantan las Pobres Almas al salir jubilosas de la cárcel del fuego tormentoso, llegando ante Ti y viendo por primera vez Tu Rostro radiante de Gozo y Amor.

Apariciones con aspecto de animal?

Lo que muchos lectores del Diario de Eugenia apenas pueden soportar es el hecho de que algunas Pobres Almas aparezcan bajo el terrorífico y repugnante aspecto de animal; así por ejemplo, cuando Egolfo se muestra como un gran simio "con ojos de fuego", y María R. como una serpiente con la explicación: "¡Fue la imagen de mi vida!, ¡Juramentos falsos, todas las mentiras e hipocresía!". Al respecto podemos decir: muchos videntes, hombres y mujeres, vieron a las Almas del Purgatorio con aspecto de animal. Cristo le dijo en una ocasión a Santa Brígida de Suecia: "No ves lo que tienes delante de ti como en realidad es, sino con figura corpóreo; lo espiritual se te aparece a la manera humana, a fin de que puedas entenderlo".

Joseph von Görres, el célebre especialista en tema de mística de la Universidad de Mónaco, escribe en su obra de 5 volúmenes "Mística Cristiana" acerca de la Hermana Francisca del Santísimo Sacramento, de la Orden del Carmelo: Los difuntos se le aparecían a veces con apariencia aterradora, más como bestias que como hombres. Puesto que cada vez que Francisca al verlos la invadía un tan terrible espanto que con frecuencia la hacia desmayar, empezaron a aparecérsele no con su verdadera imagen, sino como sombras flotantes, hasta que se hubiese acostumbrado a verlos*".

*Ver libro “Luz a los vivos y escarmiento en los muertos”.

También Ana María Lindmayr en su Diario habla de la aparición de su antiguo profesor de música , Johann Georg Löderer, bajo la forma de una enorme sapo, diciéndole que venía con ese aspecto porque así como estos animales viven en lugares húmedos y fangosos y quieren estar siempre mojados, del mismo modo él había gustado mucho del beber.

Los fenómenos aquí descritos se produjeron en toda su particularidad también en Eugenia von der Leyen.

El pensamiento del Cardenal Luciani acerca de las Revelaciones Privadas

El futuro Papa Juan Pablo I dio una espléndida respuesta a todos aquellos que creen que pueden hechar a menos o negar las apariciones de la Virgen, encuentros con las almas de los difuntos y otras semenjantes "porque son revelaciones privadas".

Siendo Albino Luciani aún Patriarca de Venecia, concelebró el 10 de Julio de 1977 una Misa con el Obispo J. Venancio de Leiría en Fátima; al día siguiente se fue a buscar a Sor Lucía, la vidente de Fátima, en el Convento de Coimbra. Sobre esto el Cardenal Luciani escribió: "A este punto alguno podría preguntar: Se interesa un Cardenal en Revelaciones Privadas? No sabe que el Evangelio lo contiene todo? No sabe que incluso las apariciones aprobadas no son artículo de Fe?" Desde luego que lo sé. Pero al respecto en un artículo de Fe contenido en la Sagrada Escritura se dice: "Aquellos que creen serán acompañados de milagros" (Marcos 16, 17).

Para los Cristianos es menester también escrutar los signos de los tiempos. signo, es oportuno poner atención en las cosas que subraya ese signo.

Tomado de la Revista "Il Cuore della Madre", enero de 1978.

Detrás del

También el Concilio Vaticano II había advertido sobre la poca estima o minimización de estos carismas: "Estos carismas, tanto los extraordinarios como los más sencillos y comunes, por el hecho de que son muy conformes y útiles a las necesidades de la Iglesia, hay que recibirlos con agradecimiento y consuelo…

El juicio acerca de su (de los carismas) autenticidad y la regulación de su ejercicio pertenece a los que dirigen la Iglesia. A ellos compete sobre todo no apagar el Espíritu, sino examinarlo todo y quedarse con lo bueno (Constución Dogmática sobre la Iglesia: Lumen Gentium, 12).

El Diario tiene una tarea y misión que cumplir

El Diario de Eugenia es una providencia para nuestro tiempo, un libro que ya ha hecho pasar horas de insomnio a muchas personas, pero también ha consolado a muchas otras porque nos muestra cómo incluso mujeres que matan o han matado a sus hijos y otros grandes pecadores pueden ser salvados por la misericordia de Dios. No se trata de historias de terror ofrecidas a bajo precio para calmar nervios de aburridos lectores, es el relato de acontecimientos vividos realmente sobre apariciones de difuntos, lo que nos permite un pequeño vistazo al mundo del más allá, que un día será también nuestro mundo. Muchos católicos hoy en día ya no están en la plena posesión de la verdad. Existen muchas parroquias en las cuales casi no se predica sobre ciertas Verdades de la Fe, como los Mandamientos, el Pecado Mortal, el Purgatorio, el Infierno, los Ángeles, el Demonio, la Virgen; con lo que Verdades de Fe de mucha importancia vienen a ser sepultadas o infravaloradas. Es así como se crea en la Iglesia un terrible vacío; ahora sólo nos queda una Iglesia Terrena, el pueblo de Dios que peregrina en la tierra, sólo esto se tiene ante los ojos, pero poco se habla de la Iglesia Triunfante, de los Santos del Cielo y de la Iglesia Purgante. Las pobres almas en el lugar de purificación. Por eso este Diario, a mi parecer, tiene una misión y un papel providencial: con la fuerza de un verdadero carisma puede hacernos nuevamente sensibles al mundo del más allá, podrá abrirnos los ajos a "las cosas nuevas" que hoy en día están tan olvidadas.

Cuán pobres somos cuando no sabemos nada sobre la bendita comunión con nuestros poderosos amigos del Cielo y con nuestros compañeros sufrientes en el Purgatorio, que tanto cuentan con nuestra ayuda.

Las Pobres Almas no pueden orar para sí mismas, pero sí pueden pedir a Dios por nosotros, siempre y cuando, por supuesto, hagamos algo por ellas.

La enorme ganancia de la salvación de parte de Dios

El célebre Jesuita Cornelio Lapide Steen (1567-1637), que enseñó en Lovaina y Roma exégesis bíblica, describió muy bien sobre este tema cuando explicó el pasaje bíblico de los Macabeos 12, 43 de la siguiente manera:

"Por tanto, santo y saludable es el sacrificio por los difuntos, cuando es ofrecido con pensamientos puros al Dios Bendito. Es santo en consideracion a que libra a las Almas de los terribles tormentos de las llamas del Purgatorio; a los santos y beatos, de los cuales aumenta el número, y de allí la alegría y gloria; después a la Iglesia, la cual obtiene nuevos defensores e intercesores ante Dios; y finalmente también en consideración al celebrante, para quien ellas implorarán muchos auxilios por haberle salvado.

En este libro no se dicen grandes palabras; se manifiesta (desde el inicio del Diario) la miseria y el sufrimiento de las pobres almas hasta el final. Ana Catalina Emmerick, sin lugar a dudas, una de las más grandes místicas del mundo, escribió: "Oh, es triste que se ayude tan poco a las pobre almas; cada acción ofrecida por ellas, limosnas o actos de caridad, les aprovecha inmediatamente; las hace tan felices, y es para ellas una gran bendición, como cuando una persona exhausta recibe un vaso de agua fresca".

Nótese la palabra "inmediatamente"!. Por qué Dios hace que nuestras acciones ayuden inmediatamente a las pobres almas? Quien reflexione un poco acerca de esto lo comprenderá por sí mismo, porque también Dios (humanamente hablando) espera con impaciencia que las almas creadas a su imagen y semejanza sean del todo puras para poderlas estrechar en su corazón de Padre!. Y aquí está también la explicación de por qué las Pobres Almas tienen un tan enorme poder. Al ayudarlas a llegar más pronto a la meta no sólo recibimos ayuda por sus ruegos, sino del mismo Dios, pues Él mismo también (siempre humanamente hablando) está interesado en tenerlas pronto consigo. He aquí la explicación del hecho de que las Pobres Almas son tan poderosas ante Dios, ni una jota para ellas, sino todo el poder para nosotros. Somos tan estúpidos al no querer entender esto. Y si nuestros predicadores, en vez de hablar tanto de psicología y altruismo, supiesen hablar más a los hombres de la verdad que concierne a las Almas del Purgatorio y de las grandes verdades de la Fe, entonces nuestras Iglesias estarían llenas.

Y tú, querido amigo, si no crees a la verdad de la que se habla en todo este libro, entonces haz una prueba: Si necesitas ayuda en algo que te resulte muy difícil, prométele a las Pobres Almas un sacrificio que te cueste de una manera especial. Ruega con todo tu corazón a Dios que se cumpla su voluntad y verás que las almas del Purgatorio no te dejarán decepcionado. Ellas son los mejores y más fieles amigos que Dios te habría podido dar en este mundo.

Arnoldo Guillet, editor

Para Eugenia von der Leyen no existían muros

La Princesa Eugenia von der Leyen jugó un papel muy importante en la suerte de las Pobres Almas que durante su vida terrena no vivieron en el verdadero amor de Dios. Para ella el muro que separa a la Iglesia Purgante de la Iglesia Militante había caído tanto, que se hizo visible a sus sentidos la espantosa gravedad del pecado, convirtiéndose en un tremendo peso para su alma llena de amor. Se comprobó que ella veía a los difuntos porque ellos manifestaron sus nombres, incluso algunos de ellos desconocidos y cuya vida terrena fue revelada. La persona de la vidente fue conocida, y debería ser un motivo de credibilidad para el lector de esta extraordinaria obra el saber la personalidad que está detrás de este Diario. La Princesa, que preferimos llamar Cristiana por su naturaleza humilde y amorosa, no habló con nadie acerca de los fenómenos, de los cuales era objeto y sujeto al mismo tiempo, excepto que sólo con su Párroco, ni siquiera con su familia; tuvo la fortuna de tener por Párroco a un hombre muy sabio y culto, quien le aconsejó escribir un Diario. Antes de morir, el 9 de Enero de 1929, ella entregó su Diario a su Director espiritual, el cual se lo llevó consigo cuando se fue de su Parroquia. Así mismo él lo entrego antes de morir al escritor Bruno Grabinsky, experto en temas de mística y parapsicología, a quien debemos la publicación. A los dos les damos nuestros más sinceros agradecimientos!.

El Director espiritual de Eugenia, hombre ciertamente dotado de gran prudencia y espíritu crítico, nos ha dejado una declaración y una opinión juramentada sobre la Princesa:

"Conocí a la vidente los últimos 12 años de su vida y estuve al tanto día a día de sus experiencias y encuentros con las apariciones. Siguiendo mi consejo, anotó en un cuaderno aquello que vivía a diario, y esto, por supuesto, sin el fin de hacerlo público, ni siquiera yo tuve esta idea al principio.

La vidente llevó una vida santa. Era profundamente piadosa, alma humilde como San Francisco, muy atenta en hacer el bien; su caridad no conocía límites, lista para ayudar en cualquier momento y pronta a cualquier sacrificio. Todos los que la conocieron le tuvieron un gran respeto y veneración. Nada estaba más lejos de ella que la búsqueda de honores y fama, sólo quería hacer felices a los demás, y en eso sí que era experta. La personalidad de la Princesa es el mejor fundamento de absoluta credibilidad. Querida de Dios y de los hombres.

Yo declaro bajo juramento haber exhortado a la Princesa a anotar de manera clara y precisa los hechos reales vividos y, al mismo tiempo, de nunca haberle sugerido de ninguna manera mi propia visión personal de las cosas. Me declaro garante, en todas las formas, de la credibilidad de que es digno el Diario y ruego al lector conservar de la Princesa, quien ahora también descansa en la otra vida y desde luego en la visión bendita de Dios, un agradecido y venerado recuerdo".

Un pariente de ella, el Príncipe C. L., confirma la opinión del Padre Sebastián con esta declaración: "Estoy totalmente de acuerdo con la opinión sobre su personalidad tal como expresa el Sr. Párroco Wieser, es absolutamente conforme. Su vida consistía en el ofrecimiento de sí misma en favor de los demás. Esto lo hizo siempre de buena gana y con alegría. Fue una persona absolutamente sincera y espontánea, nunca se preocupó de ella misma. Además sabia, vivaz, bien alegre, muy fácil de aceptar una broma y llena de ingenio. Por esto todo el mundo la quería y buscaba su compañía. Era un ídolo para los niños".

Una sirvienta escribió a Bruno Grabinsky: "Yo conocí a la Princesa sólo como una persona amable, tranquila y olvidada de sí, lo que llevaba a todo el mundo a quererla. Siempre la misma, alegre y simpática. Tengo la impresión de que en ese entonces su su idea de ofrecerse y expiar era ya una particularidad suya, cuando empecé a conocerla". Un gozo inimaginable me arrastra…

Cuán pocos fueron los hechos de tipo parapsicológico vividos por Eugenia, lo demuestran los periodos y las frases por ella escritos al Párroco, respectivamente, en la fecha del 4 de Mayo de 1924 y 18 de Marzo de 1925 y anotados casi de pasada en su Diario.

Sorprende, porque se revela cómo ella experimenta una íntima unión con el Espíritu Santo completamente desconcertante, y con humildad, sin poder entender, pide una explicación de aquello que sucede en su alma. No son visiones, no son éxtasis, es el sentir la unión íntima con Dios, el más alto grado del Amante de ella que llevaba la Cruz: "Debo adorar y amar, y sin embargo no hay palabras. Es como ascender a lo divino. Yo la ruego [(La Cruz, el sufrimiento)], yo!. No quiero esto, pero me atrapa y me arrastra hacia una gozo inimagible". Este fenomeno que el Amor Divino improvisadamente, sin su misma cooperación, opera en ella y que luego ella no sea capaz de pronunciar sus oraciones, por supuesto, es algo imposible de explicar. El Alma es tomada e invadida por el calor y el esplendor de Dios. El Amor de Dios arde en lo más íntimo del Alma, después de haber hecho una donación total de la Cruz de su vida y su forma de pensar. Podemos llegar a conocer esta dicha en los escritos de Santa Teresa de Avila, Doctora de la Iglesia, y otros místicos, mientras con dolor y espanto debemos observar de cuánto somos deudores en este campo nosotros los teólogos modernos. "¿Cómo podremos escuchar y creer si no hay quién enseñe?" (Rom. 10, 14).

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