Eclesiástico

Libro del Eclesiástico

Libro del Eclesiástico

El Libro del Eclesiástico, también conocido como Sirácides, es uno de los libros históricos de la Biblia y se encuentra en el Antiguo Testamento. Este libro es una colección de enseñanzas y reflexiones sobre diversos temas, como la sabiduría, la virtud, la justicia, el amor y la familia.

El Libro del Eclesiástico es considerado uno de los libros sapienciales más importantes de la Biblia, junto con otros libros como Proverbios y Sabiduría. Las enseñanzas contenidas en este libro están destinadas a guiar a los lectores hacia una vida piadosa y justa, ofreciendo consejos prácticos sobre cómo vivir en armonía con la voluntad divina.

En esta sección de Sagrada Escritura, exploraremos el Libro del Eclesiástico en profundidad, examinando sus enseñanzas y reflexiones sobre temas como la virtud, la sabiduría, la justicia y el amor. También exploraremos su contexto histórico y cultural para comprender mejor su significado y relevancia en la tradición bíblica y en la vida espiritual de los creyentes.

1 La sabiduría es un regalo de Dios

1-2 Sólo Dios puede darnos sabiduría, porque sólo él la tiene. Sólo Dios puede contar la arena del mar, las gotas de lluvia y la eternidad del tiempo.

3 Sólo Dios puede medir la altura del cielo, la anchura de la tierra y la profundidad del mar.

4 Antes de crear todas las cosas, Dios creó la sabiduría.

5 Las enseñanzas de Dios son la fuente de la sabiduría, y ella nos enseña a obedecer sus mandamientos eternos.

6 Sólo Dios es capaz de comprender todos los secretos de la sabiduría.

7 Nadie más puede dar a conocer todo el conocimiento que ella tiene.

8 Sólo Dios es sabio; sólo él merece el mayor respeto, pues es nuestro gran rey.

9 Fue Dios quien creó la sabiduría. Con mucho cuidado la midió y llenó con ella todas sus obras.

10 Dios ha dado sabiduría a todos los seres humanos, pero los que lo aman reciben aún más sabiduría.

Qué significa ser sabio

11-12 Los que obedecen a Dios serán también respetados. Vivirán una larga vida llena de alegría y satisfacción.

13 Los que obedecen a Dios tendrán una muerte tranquila, y serán alabados por todos.

14 Todo el que quiera ser sabio debe empezar por obedecer a Dios. La sabiduría acompaña a los que son fieles a Dios, desde el momento en que nacen.

15 Desde el principio ha estado con todos los seres humanos, y nunca dejará abandonados a los que nazcan después.

16-17 La verdadera sabiduría consiste en obedecer a Dios. Los que la buscan fielmente la reciben en abundancia. Ella misma les da muchas riquezas y llena sus graneros con trigo.

18 Todos los que obedecen a Dios reciben de la sabiduría una corona de paz y bienestar.

19 Dios vio y midió a la sabiduría, y la dejó caer sobre nosotros como lluvia sobre la tierra. Fue así como recompensó a todos los que querían ser sabios.

20 La sabiduría se parece a un árbol: sus raíces son la obediencia a Dios y sus ramas son largos años de vida.

21 La obediencia a Dios aleja el pecado y evita su enojo.

El que es sabio es paciente

22 No es posible disculpar a quien se enoja sin razón; el mucho enojo lleva al desastre.

23-24 El que es sabio es paciente; sabe controlar su enojo y habla cuando conviene hacerlo; la gente alaba su inteligencia y su premio es la alegría.

El que es sabio es obediente

25 Los que realmente son sabios piensan antes de hablar, pero a la gente pecadora no le gusta obedecer a Dios.

26 Si ustedes quieren ser sabios, deben obedecer a Dios, y él les dará mucha sabiduría.

27 El que es sabio y educado lo demuestra obedeciendo a Dios; lo que más le agrada es la gente fiel y humilde.

Ser sabio es ser sincero

28 Adoren a Dios de todo corazón; no sean hipócritas ni mentirosos.

29 Tengan cuidado con lo que dicen; no digan una cosa y hagan otra.

30 No se crean más que los otros, porque pueden fracasar y quedar en vergüenza. Dios sacará a la luz lo que son, y los humillará delante de todos.

2 Plena confianza en Dios

1 Queridos jovencitos, si quieren servir a Dios, prepárense a enfrentar dificultades.

2 Ármense de mucho valor, y no se asusten de las desgracias.

3 Nunca se aparten de Dios, y él los hará prosperar.

4 Suceda lo que suceda, aguanten con paciencia el sufrimiento.

5 El oro se purifica con fuego, y nosotros, con el sufrimiento.

6 Si corrigen su conducta y ponen su confianza en Dios, él les brindará su ayuda.

7 Si obedecen a Dios, deben también confiar en su amor y hacer siempre lo bueno; de lo contrario, fracasarán.

8-9 Si obedecen a Dios, pueden estar bien seguros de que él les dará su recompensa: los llenará de beneficios, los tratará siempre con bondad y los llenará de alegría.

10 Si repasamos nuestra historia, veremos que Dios nunca nos falló cuando confiamos en él. Dios siempre nos responde cuando le pedimos ayuda.

11 Nuestro Dios es tierno y bondadoso, perdona nuestros pecados y nos salva de la aflicción.

12-13 Pero si somos cobardes, perezosos y pecadores, y no confiamos en él, tampoco él nos dará su protección.

14 Si no resistimos las dificultades, nos irá mal cuando Dios nos pida cuentas.

15-16 Amar y honrar a Dios es obedecer sus mandamientos y hacer lo que a él le agrada.

17 Amar y honrar a Dios es estar siempre dispuestos a servirlo con humildad.

18 Vale más la ayuda de Dios que la ayuda de los hombres. ¡Grande es nuestro Dios, y grande su amor por nosotros!

3 Deberes de los hijos

1 Queridos jovencitos, escúchenme y sigan mis consejos, y Dios los librará del peligro.

2 Dios quiere que los hijos respeten a sus padres.

3-5 Dios perdona y hace prosperar a los que obedecen a sus padres; también escucha sus oraciones y les concede la alegría de gozar con sus propios hijos.

6-7 Los que obedecen a sus padres y reconocen su autoridad, los hacen vivir tranquilos. Así cumplen los mandamientos de Dios, y por eso vivirán muchos años.

8 Obedezcan a sus padres con sus palabras y sus hechos, y ellos los bendecirán.

9 Si sus padres los bendicen, su familia se mantendrá firme; pero si los maldicen, acabarán en la ruina.

10 Ustedes serán la burla del pueblo si sus padres son humillados.

11 Si ustedes respetan a sus padres, se respetan a sí mismos.

12 Queridos jovencitos, respeten las canas de sus padres y cuiden de ellos mientras vivan.

13 Cuando ellos lleguen a viejos y sus ideas no sean muy claras, traten de comprenderlos y no se burlen de ellos por ser ustedes más jóvenes.

14 Dios jamás se olvida del que ayuda a sus padres; Dios toma eso en cuenta y le perdona sus pecados.

15 Cuando estén afligidos, Dios se acordará de ustedes y perdonará sus pecados; ¡hará que desaparezcan como el hielo bajo el sol!

16 Pero si abandonan a sus padres y los hacen enojar, ofenderán a Dios y se ganarán su castigo.

Hay que ser humilde

17 Queridos jovencitos, si actúan siempre con humildad, serán queridos por todos.

18 Aunque sean muy importantes, deben ser siempre humildes. Así agradarán a Dios.

19 Abunda la gente orgullosa, pero sólo a la gente humilde le confía Dios sus secretos.

20 Grande es el poder de Dios, y los humildes lo reconocen.

Hay que buscar lo importante

21 No traten de alcanzar lo que es inalcanzable, ni traten de comprender lo que es incomprensible.

22 Más bien, traten de cumplir con lo que Dios les ha ordenado, y no se preocupen por saber lo que Dios guarda en secreto.

23 Dejen ya de preocuparse por resolver todo misterio. No tienen fuerzas suficientes, y ya Dios les ha mostrado más de lo que pueden entender.

24 Mucha gente se ha perdido y se ha apartado de Dios por sus locos pensamientos.

25 Para poder ver la luz, hacen falta los ojos, y para llegar a ser sabio hace falta entendimiento.

No hay que ser terco

26 El terco acaba mal; al atrevido le espera la muerte.

27 El terco se mete en problemas; el pecador va de mal en peor.

28 No tiene caso ayudar al orgulloso en desgracia; es como un árbol con malas raíces.

29 Pero el que es inteligente atiende los sabios consejos.

Hay que ser generoso

30 Con agua se apaga el fuego, y con la ayuda a los pobres se gana el perdón de Dios.

31 Devuelvan los favores que reciban, y cuando necesiten ayuda, no faltará quien los apoye.

4 Hay que ayudar al necesitado

1-4 Queridos jovencitos, no se burlen de los que sufren, ni aumenten su tristeza. No abandonen a los pobres, ni le nieguen ayuda a quien les pida limosna.

5 Si no lo hacen así, esa persona podría maldecirlos.

6 Si le amargan la vida y esa persona los maldice, nuestro Dios atenderá su protesta.

7 Gánense el cariño de la gente y respeten a las autoridades.

8 Cuando un pobre los salude, devuélvanle el saludo.

9 Defiendan a los que son maltratados, y luchen sin miedo por lo que es justo.

10 Dios los tratará como a hijos si ustedes atienden a las necesidades de los huérfanos y las viudas. Así Dios los amará más que sus propias madres.

Beneficios de la sabiduría

11 La sabiduría trata como hijos a quienes buscan sus enseñanzas.

12 El que ama la sabiduría, ama también la vida; el que la busca con empeño, encontrará la felicidad.

13 El que llega a poseerla, recibe la bendición de Dios.

14 Amen a la sabiduría, y Dios los amará a ustedes. Sigan los consejos de ella, y estarán adorando a Dios mismo.

15 Obedézcanla y vivirán seguros y además gobernarán naciones.

16 Confíen en la sabiduría, y ella estará al servicio de ustedes y de sus descendientes.

17 La sabiduría los pondrá a prueba, para ver si realmente la aman;

18 pero luego los hará felices y les hará saber sus secretos.

19 Sigan, pues, por el buen camino, para que ella no los abandone; así no fracasarán en la vida.

Ni valentón ni cobarde

20 Hagan todo el bien que puedan y no le hagan daño a nadie; así no tendrán de qué avergonzarse.

21 Hay dos clases de vergüenza: la que siente el pecador, y la que siente el hombre honrado.

22 Está bien que tengan vergüenza, pero no se hagan daño a sí mismos.

23 Siempre que sea necesario, no se queden callados ni escondan su sabiduría,

24 porque en el modo de hablar se conoce al hombre sabio.

25-26 No es ninguna vergüenza reconocer la propia ignorancia. Es más vergonzoso negar la verdad; ¡es como querer detener un río!

27 No les hagan caso a los tontos, ni se humillen ante los poderosos.

28 Cueste lo que cueste, luchen siempre por la verdad, y Dios luchará a su lado.

29 No hablen más de lo necesario; respalden con hechos sus palabras.

30 No sean valientes en la casa y cobardes en la calle.

31 Si extienden la mano para recibir, extiéndanla también para dar.

5 Contra la falsa seguridad

1 No confíen en sus riquezas, ni digan que no necesitan ayuda,

2 pues no son tan hábiles ni tan fuertes como para satisfacer todos sus caprichos.

3-4 No piensen que todo lo pueden, ni crean que pueden pecar sin sufrir las consecuencias, porque Dios los llamará a cuentas. Si todavía no les ha pasado nada, es porque Dios es paciente.

5-6 No crean que él va a perdonarlos si hacen del pecado una costumbre. Dios es muy compasivo, pero también llega a enojarse y castiga a los malvados.

7-8 ¡No crean que las riquezas los librarán del castigo! ¡Pídanle perdón a Dios! ¡No lo dejen para mañana! De lo contrario él se enojará, y cuando menos lo esperen los castigará con la muerte.

Hay que saber responder

9-10 No crean todo lo que oyen. No hagan hoy promesas que mañana no cumplirán. ¡Dejen eso a los pecadores!

11 Presten atención a toda pregunta, pero piensen antes de responder.

12 Si saben la respuesta, respondan; si no la saben, guarden silencio.

13 Una respuesta puede ganar amigos, pero también puede causar desgracias.

14 Dios castiga al mentiroso y pone en vergüenza al ladrón. No hablen mal de nadie, para que no los llamen chismosos.

15 El pecado es pecado, sea grande o sea pequeño, así que no pequen contra nadie.

6 Los malos deseos

1 Si tienen amigos, no los traten como a enemigos. Esa conducta es de pecadores, y les creará mala fama.

2-3 Si se dejan dominar por sus deseos, arruinarán sus vidas. Los caprichos son como el fuego, que quema las ramas de un árbol y arruina sus frutos, dejando un tronco seco.

4 Los que tienen malos deseos siempre acaban en la ruina y son la burla de sus enemigos.

Amigos buenos y malos

5 El que habla con dulzura se gana muchos amigos.

6 De mil personas que saludan, sólo uno puede llamarse amigo,

7 pero antes de confiar en él hay que poner a prueba su amistad.

8 Hay amigos según la ocasión: lo son cuando todo va bien, pero se olvidan de ti cuando más los necesitas.

9 Otros se vuelven tus enemigos, y para hacerte quedar mal cuentan por qué se pelearon.

10 Otros se sientan a tu mesa, pero no los vuelves a ver cuando te hallas en problemas.

11 Mientras te va bien, son uña y carne contigo;

12 pero si te va mal, se ponen en contra tuya y no los vuelves a ver.

13 Es mejor alejarse de los enemigos, y tener precaución con los amigos.

14 Encontrar un amigo fiel es como dar con un tesoro o como hallar un refugio seguro.

15 Un amigo fiel no tiene precio: su valor no se mide con dinero.

16-17 Un amigo así nos salvará la vida. Si obedecemos a Dios, hallaremos ese amigo, y sabremos reconocerlo porque él también obedece a Dios.

Hay que adquirir sabiduría

18 Queridos jovencitos, acepten las buenas enseñanzas ahora que son jóvenes; así, cuando lleguen a viejos seguirán siendo sabios.

19 Sigan el ejemplo del campesino: primero trabaja la tierra, después siembra la semilla, y luego espera tranquilo una abundante cosecha. Si se esfuerzan por ser sabios tal vez se fatiguen un poco, pero luego podrán disfrutar de muchos beneficios.

20 La gente tonta y necia no soporta que se le enseñe.

21 La sabiduría es para ellos una carga muy pesada, y buscan librarse de ella.

22 Como su nombre lo indica, la sabiduría es conocimiento, ¡pero no todos la conocen!

23 Queridos jovencitos, presten atención a mis enseñanzas y no rechacen mis consejos.

24-25 Únanse a la sabiduría y no abandonen sus enseñanzas; manténganse unidos a ella, como si fueran sus esclavos.

26 Búsquenla, quédense a su lado, y ámenla con todas sus fuerzas.

27-29 Busquen la sabiduría, no descansen hasta encontrarla; y cuando al fin la encuentren, no la dejen escapar. Aunque al principio les sea difícil, al final ella los protegerá, y les dará paz y alegría.

30-31 Vístanse de sabiduría como si llevaran el vestido de un rey, como si lucieran una corona, como si llevaran joyas y cintas de color púrpura.

32 Queridos jovencitos, si realmente lo desean, podrán aprender muchas cosas.

33 Si saben escuchar y prestan atención, podrán llegar a ser sabios.

34 Vayan a las reuniones de los adultos, y cuando encuentren a un sabio, háganse amigos de él.

35 Presten atención a los buenos consejos y no rechacen las sabias enseñanzas.

36 Cuando conozcan a un sabio, visítenlo siempre que puedan.

37 Si meditan todo el tiempo en los mandamientos de Dios, él cumplirá sus deseos y les dará sabiduría.

7 Hay que saber comportarse

1 No hagan mal a nadie, y nadie les hará daño.

2 Apártense de la maldad, y la maldad se apartará de ustedes.

3 No cometan injusticias, para que no reciban un castigo mayor.

4 Nunca le pidan a Dios que les dé poder para gobernar.

5 Nunca digan que son justos o sabios tan sólo para impresionar a Dios.

6 Si no tienen valor suficiente para luchar contra la injusticia, ni se les ocurra ser jueces. Para enfrentar a los poderosos hace falta valentía y honradez.

7 No arruinen su buena fama perjudicando a la comunidad.

8 Un solo pecado merece castigo; así que no vale la pena pecar.

9 No crean que Dios los perdonará por presentarle muchas ofrendas.

10 Cuando oren, háganlo con confianza, y no dejen de ayudar a los pobres.

11 Nunca se burlen de los amargados, porque si estamos tristes o alegres es porque Dios así lo permite.

12 No hagan nada que perjudique a sus parientes y amigos.

13 Jamás digan mentiras, porque a nada bueno lleva.

14 En reunión de gobernantes no se metan a opinar. Cuando hagan oración, no repitan siempre lo mismo.

15 No trabajen de mala gana, porque Dios nos creó para trabajar.

16 No se junten con pecadores, y Dios no los castigará a ustedes.

17 Deben ser siempre humildes; ¡a fin de cuentas todos moriremos!

La conducta con los parientes y amigos

18 Al amigo y al hermano no los cambies por dinero.

19 A la esposa buena y sabia no la cambies por nada en el mundo.

20 No maltrates a los obreros que hacen bien su trabajo.

21 Ama al sirviente inteligente como si fueras tú mismo, y cuando llegue el momento oportuno no le niegues su libertad.

22 Si tus animales te dan ganancias, cuídalos y consérvalos bien.

Deberes de padres e hijos

23 Si tienes hijos, edúcalos y desde niños enséñales a obedecer.

24 Si tienes hijas, cuida bien de ellas, pero no les des todo lo que pidan.

25 Si quieres casar a tu hija, cásala con un hombre sabio.

26 Si amas a tu esposa, no te divorcies de ella; si no la amas, no te confíes.

27 Respeta a tu padre de todo corazón, y no olvides cuánto sufrió tu madre el día en que tú naciste.

28 Recuerda que ellos te dieron la vida y que nunca podrás pagarles lo que ellos han hecho por ti.

29-30 Obedece y ama a Dios con todo el corazón, pues Dios es tu creador. Respeta a los sacerdotes y procura que nada les falte.

31 Dales lo que les corresponde: ofrendas de trigo y de animales, ofrendas de los primeros frutos y la décima parte de todo.

32 No dejes de ayudar al pobre, y Dios te bendecirá mucho.

33 Muestra tu amor por igual a los vivos y a los muertos.

34 Acompaña en su dolor a los que están de luto.

35 Visita sin falta a los enfermos, y te ganarás su cariño.

36 Cuando comiences un proyecto, planifica de principio a fin; así no cometerás errores.

8

1-2 No te pongas a pelear contra gente rica y poderosa, porque usarán su dinero para que otros luchen contra ti, y al final caerás bajo su dominio. El dinero influye en la gente, ¡y hasta corrompe a los reyes!

3 No discutas con charlatanes, ¡porque es echar leña al fuego!

4 No bromees con gente grosera, para que no ofendan a tus padres.

5 No pongas en ridículo a quien reconoce sus errores; recuerda que nadie es perfecto.

6 No te burles de los ancianos, porque también llegarás a viejo.

7 No te burles de los muertos, porque todos moriremos.

8 No eches en saco roto las enseñanzas de los sabios, sino tómalas muy en serio, porque así aprenderás a tratar con gente importante.

9 Lo que ahora enseñan los maestros lo aprendieron de sus padres. Atiende a sus enseñanzas, para que sepas cómo responder cuando llegue la ocasión.

10 Provocar a un pecador es jugar con fuego, ¡y te puedes quemar!

11 No discutas con gente orgullosa, pues te atacará con tus propias palabras.

12-13 No prestes nada a los ricos ni tampoco te hagas su fiador, porque perderás lo que prestes y acabarás pagando sus deudas.

14 No entables pleito con un juez, pues dictará sentencia a su favor.

15-16 No discutas con los tontos, ni viajes con gente alocada, porque puede costarte la vida. Para ellos la vida no vale nada, y cuando estés indefenso te atacarán.

17 No le cuentes nada a un tonto, porque no sabe guardar secretos.

18-19 No descubras tus secretos ni digas todo lo que piensas en presencia de un extraño. No sabes lo que él puede hacer, y podrías verte en problemas.

9 El trato con las mujeres

1 No seas celoso con tu esposa; no despiertes en ella malos pensamientos.

2 No entregues tu amor a una mujer, porque acabará por dominarte.

3-4 Aléjate de las prostitutas que te divierten con sus cantos y te seducen con sus bailes, porque te harán caer en sus redes.

5 No mires mucho a las jovencitas, porque puede salirte caro.

6 No te entregues a las prostitutas, porque perderás todo lo que tienes.

7 No las busques por las calles, ni te pierdas en esos callejones.

8 No te fijes en la mujer casada; su bello cuerpo ya pertenece a otro. Por la belleza de una mujer y por el deseo de poseerla, muchos hombres se han perdido.

9 Con una mujer casada no comas ni bebas vino; podrías enamorarte de ella, y podría costarte la vida.

El trato con los hombres

10 No abandones al amigo de ayer, que el de hoy no podrá reemplazarlo. Las amistades son como el vino: con el tiempo se disfrutan más.

11 No envidies la suerte del pecador, pues no sabes qué fin tendrá.

12 No imites a los malvados, porque no quedarán sin castigo.

13 Aléjate de quien tiene poder para quitarte la vida. Acercarse a él es como andar por un camino lleno de trampas, y si das un paso en falso estarás en peligro de muerte.

14 Procura conocer bien a tus vecinos, pero busca el consejo de los sabios.

15 Hazte amigo de gente inteligente, para que estudien la ley de Dios.

16 Comparte tu mesa con gente honrada, y obedece a Dios con orgullo.

17 Al artista se le alaba por la belleza de su obra, y al gobernante se le reconoce por la sabiduría de sus palabras.

18 Pero el que habla por hablar se vuelve odioso y temido.

10 Buenos y malos gobernantes

1 El gobernante sabio educa a su pueblo y organiza bien su gobierno.

2 Todo pueblo tiene el gobierno que se merece.

3 Cuando el rey es ignorante, el pueblo acaba en la ruina; cuando el rey es sabio, el pueblo prospera.

4-5 Dios tiene en sus manos el poder de gobernar este mundo, y el poder de nombrar gobernantes. Cuando llega el momento, elige al gobernante adecuado y le da su propia autoridad.

No debemos ser orgullosos

6 Si alguien te ofende, no le hagas ningún daño ni le guardes rencor.

7 Ni Dios ni los hombres soportan a la gente orgullosa y malvada.

8 Por la maldad y el orgullo las naciones cambian de dueño.

9 De nada nos sirve el orgullo; sólo somos polvo y ceniza, y finalmente todos moriremos.

10 Ante una enfermedad grave, el médico no tiene nada que hacer; hoy reinamos, mañana morimos,

11 y en cuanto nos entierran nos devoran los gusanos.

12 Comenzamos a ser orgullosos cuando dejamos de tomar en cuenta a Dios, nuestro Creador.

13 Del orgullo brota el pecado como agua de un manantial; por eso Dios nos manda desgracias que nos destruyen por completo;

14-15 quita del trono a los reyes, expulsa de su tierra a las naciones, y en su lugar pone a los humildes.

16-17 Dios ha borrado de este mundo a naciones y a pueblos enteros; a esa gente nadie la recuerda.

18 Ciertamente Dios nos creó para que seamos humildes.

La gente respetable

19 ¿Quieres ver un hombre honrado? Mira al hombre que obedece a Dios. ¿Quieres ver un hombre malvado? Mira al que no cumple los mandamientos.

20 Entre hermanos se respeta al mayor, pero Dios bendice al que le obedece.

21 En cambio, rechaza a los tercos y orgullosos.

22 Seamos ricos, seamos pobres, nuestro orgullo es obedecer a Dios.

23 No respetes al pecador, ni desprecies al inteligente sólo porque es pobre.

24 Grandes y dignos de respeto son los jueces y las autoridades, pero más grande que todos ellos es el hombre que obedece a Dios.

25 Al sirviente inteligente y sabio hasta sus patrones lo ayudan.

Humildad y autoestima

26 No te creas sabio cuando cumplas con tu trabajo, ni dejes que tu orgullo te impida pedir ayuda cuando te halles en problemas.

27 Más vale trabajar y comer que presumir y morirse de hambre.

28 Querido jovencito, debes ser humilde, sin negar tus cualidades.

29 Porque nadie te respetará si tú mismo no te respetas, ni nadie creerá en tu inocencia si te declaras culpable.

30 Al pobre se le respeta por su buena educación, pero al rico se le respeta sólo por ser rico.

31 Si te respetan siendo pobre, ¡más te respetarán siendo rico! Si te desprecian siendo rico, ¡más te despreciarán siendo pobre!

11 Las apariencias engañan

1 El sabio, aunque sea pobre, no tiene de qué avergonzarse; por eso tiene un lugar entre la gente importante.

2 No alabes ni desprecies a nadie por su apariencia;

3 ¡la abeja es un insecto pequeño, pero produce la miel más dulce!

4 No te sientas orgulloso por la ropa que llevas ni porque todo te salga bien: Dios hace maravillas y no alcanzamos a comprenderlas.

5 Hay reyes que lo han perdido todo, y hay pobres que llegaron a ser reyes.

6 Hay gente importante y famosa que al final cayó en desgracia.

Hay que actuar con cuidado

7-8 Querido jovencito, primero averigua y luego critica; primero escucha y luego responde. No interrumpas mientras otro habla,

9 no te metas en asuntos ajenos, ni discutas con gente malvada.

El que mucho abarca poco aprieta

10 Querido jovencito, no trates de hacerlo todo, pues no lo lograrás.

11 Por más que corras siempre llegarás tarde.

12 Aunque estés pobre y necesitado, Dios te verá con bondad y te sacará de la miseria;

13 te hará andar con la frente en alto, y al verte todos se admirarán.

Hay que confiar en Dios

14-15 Todo viene de Dios: lo bueno y lo malo, la vida y la muerte, la pobreza y la riqueza, la sabiduría, el entendimiento, el conocimiento de la ley y la práctica de las buenas obras.

16-17 Y es que Dios es tan bondadoso que concede sus dones a los buenos y siempre los hace prosperar. Pero para los malos Dios preparó la estupidez y la oscuridad, y el mal los acompañará hasta el día de su muerte.

18 Tú puedes hacerte rico, si trabajas y ahorras tu dinero; pero eso, ¿de qué te servirá?

19 Cuando al fin decidas disfrutar de tus ganancias, puedes morirte en cualquier momento y otros se quedarán con tus riquezas.

20 Querido jovencito, cumple con tu deber y siempre mantendrás tu trabajo.

21 Lo que hacen los pecadores no es digno de admiración; más te vale confiar en Dios y seguir haciendo tu trabajo. Para Dios es cosa fácil hacer rico al pobre en un instante.

22 Dios bendice a los buenos y muy pronto los hace prosperar.

23-24 Nunca digas que ya tienes bastante, y que nada te hace falta; tampoco creas que, por tenerlo todo, nada malo te habrá de suceder.

25 Con lo bueno olvidamos lo malo, y con lo malo olvidamos lo bueno.

26-27 Cuando llega la desgracia olvidamos la alegría, y cuando llega la muerte, para Dios es cosa fácil darnos lo que nos merecemos. ¡Y al fin de cuentas se descubre lo que en realidad somos!

28 A la gente se le conoce a la hora de su muerte. Por eso, antes de que muera no hay que llamar feliz a nadie.

Cuidado con los extraños

29 No dejes entrar en tu casa a todo el que te encuentres, porque hay gente mañosa

30 que te espía y te pone trampas. Son como los que cazan pájaros: sólo esperan que des un mal paso.

31 La gente chismosa convierte lo bueno en malo.

32 Basta una sola chispa para causar un gran incendio, y basta un solo malvado para cometer un gran crimen.

33 Por eso, cuídate de los malvados, porque pueden causarte daño y hasta manchar tu buen nombre.

34 Un extraño en tu casa te causará muchos problemas, y aun hará que tú mismo resultes un extraño en tu casa.

12 A quién hay que ayudar

1 Haz el bien, pero fíjate a quién, y así tendrás quien te lo agradezca.

2 Haz el bien a la gente buena, y tendrás tu recompensa. Si ellos no te lo pagan, ya te lo pagará el Dios altísimo.

3 Pero nada bueno recibirás si te empeñas en hacer lo malo y dejas de ayudar al pobre.

4-5 Ayuda al que obedece a Dios, pero no al que hace lo malo, porque si le das de comer puede llegar a dominarte, y por el bien que le hayas hecho recibirás un doble mal.

6-7 Por lo tanto, ayuda a los buenos pero no a los malvados, porque el Dios altísimo los aborrece y al final les dará su merecido.

Los falsos amigos

8 Cuando todo va bien, todos dicen ser amigos; cuando todo va mal, sabes en verdad quién es amigo.

9 Cuando todo va bien, sobran los que se dicen amigos; cuando todo anda mal, sólo el amigo fiel te acompaña.

10 Nunca confíes en tu enemigo, porque está lleno de maldad; ¡es como metal oxidado!

11 Hará como que te escucha, y hasta fingirá humildad, pero no debes confiar en él, porque hoy te muestra una cara y mañana te muestra otra.

12 No dejes que se acerque, ni lo trates con preferencia, porque al final te traicionará. Y entonces te acordarás de mis advertencias y con tristeza las entenderás.

13 Si el león muerde al domador, nadie siente lástima por él.

14 Si te haces amigo de un malvado y participas en su maldad nadie sentirá lástima de ti.

15 Por un tiempo dirá que es tu amigo, pero cuando más lo necesites no vendrá en tu ayuda.

16 El enemigo te dice cosas bonitas, pero sólo piensa en traicionarte. Tal vez llore como un niño, pero cometerá crimen tras crimen si se le presenta la ocasión.

17 Cuando te pase algo malo, tal vez lo veas a tu lado con la intención de ayudarte, pero sólo te hará más daño.

18 Entonces mostrará su otra cara, y entre risas se burlará de ti.

13 Cómo tratar a los ricos

1 El que juega con tinta se mancha las manos; el que anda con gente burlona se vuelve como ellos.

2 Nadie junta una olla de metal con una olla de barro pues la primera rompe a la otra. El pobre no debe juntarse con el rico, porque el rico le hará daño.

3 Cuando el rico ofende, se siente muy orgulloso; cuando el pobre sufre la ofensa, tiene que pedir perdón.

4 Mientras le seas útil, el rico se aprovechará de ti; y cuando ya no le sirvas te dejará abandonado.

5 Mientras tengas algo, estará contigo para quitarte todo lo que pueda.

6-7 Mientras te necesite, te sonreirá y te hablará con mucha dulzura; hasta te invitará a comer y preguntará qué te hace falta, pero al final se burlará de ti y te robará dos y tres veces. Más tarde, cuando te vea, pasará frente a ti sin mirarte, o te mirará con desprecio.

8 ¡Cuidado, no te dejes engañar! ¡Que no te tomen el pelo!

9 Si el rico te invita, no digas que sí enseguida; deja que insista en su invitación.

10 No te acerques demasiado, porque podría rechazarte; pero tampoco te alejes mucho, porque podría no tomarte en cuenta.

11 No lo trates de igual a igual ni creas todo lo que te diga, porque entre broma y broma te estará poniendo a prueba.

12 Quien no piensa lo que dice no se fija a quién ofende. Hasta puede ponerse violento y enviarte a la cárcel.

13 De gente así debes cuidarte, porque puedes pasarla mal[a].

Cada oveja, con su pareja

15-16 Los animales y la gente quieren a los de su misma especie.

17 No se juntan el lobo y el cordero, ni tampoco el malo y el bueno.

18 No conviven el perro y la hiena, ni tampoco el rico y el pobre.

19 Los leones se comen a los burros, y los ricos devoran a los pobres.

20 Los orgullosos odian a los humildes y los ricos, a los pobres.

21-22 Cuando algún rico tropieza, todos corren a ayudarlo; pero cuando tropieza un pobre hasta sus amigos lo empujan. El rico insulta a todos, y todo el mundo lo alaba; pero al pobre, aunque hable bien, todo el mundo lo critica.

23 El rico habla y todos lo escuchan; pero habla el pobre y todos se preguntan: ¿Y a éste, quién lo conoce? Y si llega a tropezar, todavía hay quienes lo empujan.

24 Es bueno tener dinero, cuando se gana honradamente. El malvado piensa que ser pobre es una desgracia.

La alegría y la tristeza

25 La alegría y la tristeza se reflejan en la cara.

26 La cara alegre es el reflejo de un corazón feliz, pero el rostro cansado es reflejo de una mente preocupada.

14 La felicidad de los buenos

1 ¡Feliz el que no peca cuando habla, y tiene la conciencia tranquila!

2 ¡Feliz el que no se siente culpable y mantiene viva la esperanza!

Defectos del egoísta

3 El que es rico y tacaño no merece tener tantas riquezas.

4 Por amontonar más dinero no disfruta de lo que tiene, y cuando se muera, otros gozarán de su dinero.

5 El que es tacaño consigo mismo es tacaño con todos, y no disfruta de su dinero.

6 El que es tacaño consigo mismo es el peor de los tacaños, pues él es su propio verdugo.

7 Cuando llega a hacer un favor, lo hace por equivocación, y al final demuestra su egoísmo.

8 El envidioso es mala persona, y no toma en cuenta a nadie.

9 El ambicioso nunca tiene bastante, y por su ambición lo pierde todo.

10 El envidioso sólo piensa en comida pero no pone nada en la mesa.

Hay que gozar de la vida

11 Pero tú, querido jovencito, disfruta de lo que tienes, y presenta ofrendas dignas a Dios.

12 Recuerda que nos espera la muerte, y no sabemos cuándo llegará.

13 Antes que llegue ese día, haz el bien a tus amigos y ayúdalos tanto como puedas.

14 Disfruta al máximo de este día, que en buen día te tocó vivir.

15 No dejes que otros disfruten de lo que tanto trabajo te costó.

16 Hoy es cuando debes dar y recibir, porque cuando te mueras ya no disfrutarás de nada.

17-18 A todos nos pasa lo mismo: hoy nacemos y mañana moriremos. Somos como las flores: hoy brotan y mañana se marchitan. Nos vamos desgastando como la ropa, y está escrito que un día moriremos.

19 Todo lo que un día construimos se acabará, lo mismo que nosotros.

La felicidad del sabio

20 ¡Qué dichosos son los que buscan llegar a tener sabiduría!

21 ¡Qué dichosos son los que buscan llegar a conocer sus secretos!

22 Siguen a la sabiduría como persigue el cazador a su presa.

23-24 Tratan a la sabiduría como si viviera en una casa; la espían por las ventanas y la esperan junto a la puerta.

25 ¡Allí se quedan a vivir, con tal de estar cerca de ella!

26 También la ven como un árbol, y ponen su nido en sus ramas,

27 para que ella, con su sombra, los proteja del calor.

15

1 Ama a Dios y obedece su ley; así llegarás a ser sabio.

2 La sabiduría te tratará con cariño, como si fuera tu madre o tu esposa.

3 Te nutrirá de inteligencia y aumentará tus conocimientos.

4 Únete a ella, busca su apoyo, y nunca fracasarás.

5 En las reuniones del pueblo la sabiduría te dirá qué decir y te pondrá por encima de todos;

6 además, te hará muy feliz y siempre serás famoso.

7-8 Pero los ingenuos y los pecadores, los mentirosos y los presumidos, nunca llegarán a ser sabios ni sabrán lo que es la sabiduría. Ella misma se apartará de ellos, porque no la tomaron en cuenta.

9-10 Sólo los sabios merecen alabar a Dios porque Dios les dio sabiduría. Sin sabiduría no hay alabanza, por eso los malvados no pueden adorarlo.

Hay que elegir lo bueno

11-12 Nunca culpes a Dios por los pecados que cometes. No digas que Dios te hizo pecar porque él no soporta el pecado.

13 ¡Tampoco lo soportan los que aman a Dios!

14 Al principio, Dios nos creó y nos dio libertad para decidir.

15 Podemos cumplir los mandamientos y hacer lo que a Dios le agrada.

16-17 Dios nos ha dado a elegir entre la vida y la muerte, entre el fuego y el agua, y al final nos dará lo que hayamos elegido.

18 Dios todo lo sabe, Dios todo lo puede, Dios todo lo ve.

19 Él sabe todo lo que hacemos, y ama a quienes lo obedecen.

20 Dios no hace pecar a nadie; por eso los que quieran pecar recibirán su justo castigo.

16 Los malos hijos

1 No es ningún motivo de alegría tener hijos guapos pero malvados.

2 No es ningún motivo de alegría si prosperan pero no aman a Dios.

3 No esperes que vivan mucho tiempo, ni creas que tendrán un buen fin; más vale un hijo obediente que mil hijos malvados; más vale morir sin hijos que tener hijos groseros.

4 Basta un solo hombre sabio para que toda una ciudad prospere, pero una pandilla de bandidos puede dejarla en ruinas.

El castigo de los pecadores

5 De todo he visto en la vida, y cosas peores me han contado.

6 Dios muestra su enojo en la reunión de los pecadores.

7 Dios no perdonó a los gigantes, que antes se rebelaron contra él;

8 tampoco dejó sin castigo a la arrogante ciudad de Sodoma, donde algún tiempo vivió Lot.

9 Dios no perdonó al país de Canaán por los pecados de sus habitantes,

10 ni a los seiscientos mil soldados que destruyó por orgullosos.

11 Aunque el rebelde sea uno solo, no quedará sin castigo. Dios castiga a los malvados, pero siempre está dispuesto a perdonar.

12 Aunque su enojo sea grande, es más grande su amor.

13-14 Dios premia la paciencia de los buenos, y da a cada quien lo que merece[b].

Dios está en todas partes

17 No digas: Voy a esconderme de Dios. Allá en el cielo nadie piensa en mí. Tampoco digas: Nada soy en este mundo. Entre tanta gente nadie me verá.

18 Cuando Dios se manifiesta, tiemblan la tierra y el mar, ¡tiembla lo más alto del cielo!

19 Cuando Dios mira las montañas, tiemblan de miedo sus bases y lo más profundo de la tierra.

20-21 Pero nadie piensa en que Dios todo lo ve; creen que pueden pecar en secreto, y que Dios no lo sabrá.

22-23 Aun cuando se porten bien, creen que a Dios no le importa. Pero sólo piensan de este modo los que no tienen entendimiento.

Dios hizo bien todas las cosas

24 Querido jovencito, préstame atención, y así aprenderás.

25 Voy a compartir contigo todo lo que yo he aprendido.

26 Cuando Dios creó el mundo, puso cada cosa en su lugar;

27 de una vez y para siempre puso en orden su creación. Nada en la creación siente cansancio; nada en la creación deja de actuar.

28 Todo funciona en armonía; todo cumple las órdenes de Dios.

29 Dios miró a la tierra y la llenó de su bondad.

30 La llenó de seres vivos que un día morirán.

17 La gran creación de Dios

1 Del polvo de la tierra Dios creó a todo ser humano, y al polvo lo hace volver.

2 Le dio cierto tiempo de vida y autoridad para gobernar la tierra.

3 Lo hizo a su propia imagen, y le dio un poder semejante al suyo.

4 También hizo que pájaros y fieras sintieran miedo ante el ser humano, para que éste pudiera dominarlos.

5-6 Dios le dio al ser humano la facultad de ver, probar, oler, sentir y oír, y la capacidad de pensar.

7 Le dio mucha sabiduría para elegir entre el bien y el mal.

8-9 Lo alumbró con su propia luz para que, al ver su gran creación, hablara de ella a todo el mundo

10 y alabara al Dios santo por sus grandes maravillas.

Alianza de Dios con Israel

11 Dios dio a nuestros padres enseñanzas que dan vida y conocimiento.

12 Hizo con ellos una alianza, y les dio a conocer sus mandamientos.

13 Con sus propios ojos vieron el gran poder de Dios; con sus propios oídos oyeron el tono majestuoso de su voz.

14 Dios les ordenó no dañar a nadie, sino tratar a todos con bondad.

Dios es justo y misericordioso

15 Dios ve todo lo que hacemos; nada se esconde de su vista[c].

17 A cada nación le dio un jefe, pero nosotros los israelitas somos su pueblo elegido.

18 Dios nos ha educado con amor y disciplina, como se educa a todo hijo.

19 Dios ve todo lo que hacemos como quien ve la luz del sol.

20 No podemos ocultarle nuestros pecados y maldades.

21 Dios, nuestro creador, es bondadoso y nos conoce; por eso perdona nuestras faltas y jamás nos abandona.

22 Dios considera muy valiosa la ayuda que se da a los pobres,

23 y un día, quienes la dan recibirán de Dios su recompensa.

24 Dios perdona a los que se arrepienten y consuela a los que no tienen esperanza.

Invitación a volverse a Dios

25 Vuélvete a Dios, y deja de pecar; ora en su presencia, y no lo ofendas más.

26 Vuélvete al Dios altísimo y rechaza por completo la maldad, pues él condena a los malvados.

27-28 En el mundo de los muertos nadie puede alabar a Dios; sólo podemos alabarlo y darle gracias los que aún seguimos con vida.

29 ¡Qué bondadoso es nuestro Dios! ¡Qué grande es su perdón para los que se arrepienten!

30 Nadie puede tenerlo todo, porque nadie vive para siempre.

31 Así como las nubes tapan la brillante luz del sol, también los malos pensamientos oscurecen nuestra mente.

32 Dios gobierna los astros del cielo, pero nosotros somos simples mortales.

18 La gran bondad de Dios

1 Dios, que vive para siempre, ha creado todo lo que existe.

2 Solo él es siempre fiel; fuera de él no hay otro Dios.

3 Con su poder gobierna el universo, y todo se mueve al ritmo de su voz. Él es un rey poderoso, y distingue entre lo que podemos usar y lo que es sólo para él.

4 Nadie es capaz de comprender ni de narrar lo que Dios ha hecho.

5 Nadie puede medir el poder de Dios ni anunciar todas sus bondades.

6 Nadie podría aumentarlas, ni tampoco disminuirlas, ni sería capaz de descubrir las maravillas de Dios.

7 Cuando alguien cree haberlas contado, apenas ha empezado a hacerlo, y cuando cree haber terminado, la admiración lo deja mudo.

8 ¿Qué somos los seres humanos? ¿Para qué hemos nacido? ¿Qué sabemos de lo bueno? ¿Qué sabemos de lo malo?

9 Aquellos que viven mucho tiempo, no pasan de los cien años;

10 comparados con la eternidad, cien años no son nada. ¡Son como una gota en el mar, como un grano de arena en la playa!

11 Por eso Dios nos tiene paciencia y derrama su amor sobre nosotros.

12 Dios sabe muy bien que todos tendremos que morir, y por eso siempre nos perdona.

13 Nosotros nos compadecemos sólo de nuestros amigos, pero Dios se compadece de todos los seres humanos. Dios nos reprende, nos corrige y nos enseña; nos trata con mucho cuidado, como cuida el pastor a sus ovejas, y nos hace volver a él.

14 ¡Qué felices son los que confían en su bondad y están dispuestos a obedecerlo siempre!

La bondad hacia los demás

15 Querido jovencito, cuando hagas un favor, no lo eches en cara; cuando hagas un regalo, no ofendas a quien lo recibe.

16-17 Vale más una palabra amable que el mejor de los regalos. La palabra dicha con amor refresca más que la lluvia en un día caluroso. Así actúa el que es bondadoso.

18 Pero hay gente torpe y tacaña que regala de mala gana y critica sin ton ni son: ¡sus regalos hacen llorar!

Vale más prevenir que lamentar

19 Querido jovencito, antes de empezar a hablar, piensa lo que vas a decir. Cuida de tu salud si no quieres caer enfermo.

20 Antes de juzgar a otros, júzgate a ti mismo; así Dios te perdonará cuando te llame a cuentas.

21 Apártate del pecado y pórtate con humildad para no caer enfermo.

22 Cumple a su debido tiempo todas tus promesas a Dios; no esperes a estar a punto de morir para pagar lo que debes.

23 Antes de hacer una promesa, prepárate a cumplirla; nunca pongas a prueba la paciencia de Dios.

24 Recuerda que en el día final Dios nos juzgará con justicia.

25 Cuando llegues a ser rico y tengas abundancia de todo, no te olvides de que un día fuiste pobre y pasaste hambre.

26 Dios puede hacer que todo cambie de la noche a la mañana.

27 Pero el sabio previene el peligro y evita la ocasión de pecar.

28 Dios reconoce a la sabiduría tan pronto como la ve, y alaba a la gente entendida.

29 Por eso, querido jovencito, aprende los dichos de los sabios; así serás sabio tú mismo y podrás enseñar a los demás.

El dominio propio

30 Domina tus malos deseos: no dejes que ellos te dominen.

31 Si te dejas llevar por ellos, tus enemigos se burlarán de ti.

32 No te des todos los gustos, porque acabarás lleno de deudas.

33 Cuando no tengas dinero, no vayas de fiesta en fiesta con el dinero que pides prestado.

19 No hay pecado pequeño

1-2 Querido jovencito, el obrero que se emborracha nunca llegará a ser rico; el vino y las mujeres hacen perder la cabeza, el que anda con prostitutas corre muchos peligros. El que peca en lo pequeño poco a poco fracasará;

3 muy pronto le llegará la muerte, y los gusanos se lo comerán.

4 Querido jovencito, cometes un grave error si confías demasiado pronto; no demuestras mucha inteligencia y tú mismo te perjudicas.

5 Y si te alegra hacer lo malo, no podrás defender tu inocencia.

Los chismes

6 Si controlas tu lengua, te salvas de muchos problemas.

7-8 No andes contando chismes; no se los repitas a nadie, sea amigo o enemigo, y no perderás nada. Pero si hay que decir la verdad hazlo en el momento oportuno.

9 Porque si eres chismoso, los que te oigan dudarán de ti y acabarán por odiarte.

10 Cuando llegues a saber algo, llévate el secreto a la tumba: no tengas miedo de callarte, que eso no te hará daño.

11-12 Sólo los necios sufren por guardar un secreto. Se mueren de ganas por contarlo; ¡lo llevan clavado en el pecho, como si fuera una flecha!

Las mentiras

13-14 Si te vienen a contar que tu amigo habla mal de ti, busca a tu amigo y pregúntale si en verdad lo hizo; tal vez no dijo nada malo. Pero, si acaso lo hizo, aconséjale que no lo repita.

15 Y si vienen a contarte que tu amigo hizo algo malo, no creas todo lo que te digan; primero averigua lo que pasa, pues tal vez sea mentira.

16 A veces se habla de más, y todos sin querer lo hacemos.

17 No amenaces a tu amigo; habla primero con él, y luego deja que Dios sea quien aplique el castigo.

La falsa sabiduría

18 Si eres sabio y obedeces a Dios, él te mostrará su amor por ti.

19 Si conoces y practicas los mandamientos del Señor, él te hará prosperar y te dará larga vida.

20 El que quiera ser sabio debe empezar por cumplir los mandamientos de Dios.

21 El criado que no obedece al amo que lo alimenta, provoca su enojo, y aunque luego lo obedezca, de nada le servirá.

22 No es de sabios hacer lo malo; los pecadores son malos consejeros.

23 Hay quienes hacen lo malo porque se creen muy listos, y hay quienes cometen pecados porque son unos tontos.

24 Más vale el que es ignorante pero obedece a Dios, que el que se cree muy listo pero no cumple sus mandamientos.

25 Algunos se creen muy hábiles para cometer injusticias; otros se valen de la astucia para lograr lo que quieren.

26 Esa gente agacha la cabeza para simular que está triste,

27 y hasta se tapa la cara fingiendo que no oye nada, pero cuando nadie la ve saca ventaja de todo.

28 Quizás en el momento esa gente parece inofensiva, pero no dejará de hacerte mal a la primera oportunidad.

29-30 A todos se les conoce por el modo de mirar, de vestir, de andar y de reírse; al sabio se le conoce por su aspecto distinguido.

20 Hay que saber callar

1 Hay veces que no conviene reprender a una persona; lo mejor es quedarse callado.

2 Pero es mejor reprender que guardarse el enojo.

3 El que confiesa su falta se libra de la desgracia.

4 El que recurre a la violencia para hacerse justicia, es como el hombre sin pene que quiere violar a una virgen.

5 Hay quienes pasan por sabios, porque saben cuándo callar; pero otros se hacen odiosos porque hablan demasiado.

6 Hay quienes guardan silencio porque no tienen qué decir, pero otros se quedan callados y hablan en el momento oportuno.

7 Es de gente sabia hablar en el momento indicado; pero la gente ignorante habla en cualquier momento.

8 Hay quienes se hacen odiosos porque siempre hablan de más; y hay quienes se hacen más odiosos porque abusan de su autoridad.

Las cosas extrañas de la vida

9 Hay veces que la desgracia resulta provechosa; otras veces, la buena suerte acaba en una desgracia.

10 A veces se hace un regalo, y no se saca ningún provecho; otras veces se da algo y al final se recibe el doble.

11 Hay honores que traen desgracias, y hay gente humilde que triunfa.

12 Hay quienes compran mucho para aprovechar un buen precio, pero no hay que olvidar que lo barato sale caro.

13 Da gusto escuchar al sabio, pero no es muy agradable oír al tonto decir piropos.

14 El tonto regala vidrios, y espera recibir diamantes.

15 ¡Qué odiosa es la gente que hoy te da y mañana te pide! Es poco lo que te da y es mucho lo que te insulta, ¡y lo grita a los cuatro vientos!

16 Dice el necio que no tiene amigos porque nadie agradece sus favores.

17 Según él, se aprovechan de su bondad, y luego lo critican. Con esto sólo se gana la burla de todo el mundo.

El arte del buen hablar

18 Duele menos caer al suelo que ser atrapado en una mentira.

19 La gente grosera se parece a los chistes de mal gusto, que repiten los maleducados.

20 En boca de los tontos los refranes pierden su gracia, porque siempre los repiten cuando es menos oportuno.

21 Hay gente tan pobre que no tiene dinero para cometer ciertos pecados, pero al menos duerme tranquila.

22 Hay otros que siempre fracasan por timidez o por miedo.

23 Hay otros que pierden amigos por prometer y no cumplir. Así se ganan enemigos por no saber decir que no.

La mentira

24 Los mentirosos y los ignorantes tienen fama de siempre mentir.

25 Más vale un ladrón que un mentiroso, aunque al fin de cuentas a los dos les vaya mal.

26 De un mentiroso nadie habla bien; la mala fama siempre lo acompaña.

Ventajas y peligros de los sabios

27 El sabio sabe abrirse camino, y sabe también ganarse el aprecio de los que tienen poder.

28 El que cultiva la tierra obtendrá una buena cosecha. Si los poderosos te apoyan, nadie se fija en tus faltas.

29 Los regalos pueden cegar a los sabios, y hacer que se callen ante una injusticia.

30 Cuando la sabiduría queda oculta, es tan inútil como un tesoro escondido.

31 Esconde tu estupidez y pasarás por sabio, esconde tu sabiduría y pasarás por tonto[d].

21 Peligros del pecado

1 Querido jovencito, si has pecado, pide perdón y no lo vuelvas a hacer.

2 El pecado es como una serpiente; aléjate de él, o acabará por morderte. El pecado tiene colmillos de león, y mata a los seres humanos.

3 La maldad es tan cortante como una espada de dos filos; para su herida no hay remedio.

4 La violencia y el orgullo acaban con las riquezas; la casa del orgulloso será destruida.

5 Dios oye la oración del pobre, y muy pronto le hace justicia.

6 El que no quiere que lo reprendan muy pronto cae en pecado; pero el que obedece a Dios se arrepiente de sus pecados.

7 A la distancia se conoce al que es charlatán. La gente de bien reconoce cuando ha cometido una falta.

8 Quien construye con dinero prestado, está cavando su propia tumba.

9 Los malvados son como leña seca, que fácilmente se quema.

10 Los pecadores gozan de la vida, pero su fin es la muerte.

Sabios y tontos

11 El que obedece a Dios llega a ser sabio. El que cumple sus mandamientos domina sus malos deseos.

12 Si no usas tu inteligencia, nunca podrás aprender. Aunque hay una inteligencia que sólo trae amarguras.

13 El consejo de los sabios es fuente de vida.

14 El cerebro del tonto es como un vaso roto: no retiene lo que aprende.

15 Cuando la persona bien educada escucha un consejo sabio, lo aprueba y añade un consejo más; pero si lo escucha un tonto, hace gestos y no lo entiende.

16 Hacerle caso a un tonto es como llevar una carga pesada; ¡pero oír a una persona inteligente es una verdadera delicia!

17 El pueblo reunido pide la opinión de la gente sabia, y toma en cuenta lo que dice;

18 pero cuando habla un tonto, sólo dice tonterías. Para el tonto, la sabiduría no es más que una casa en ruinas.

19 El tonto cree que el conocimiento le ata las manos y los pies.

20 El tonto se ríe a carcajadas; el sabio sonríe silenciosamente.

21 La instrucción adorna al sabio más que un brazalete de oro.

22 El tonto entra de golpe en la casa; la gente bien educada lo hace con respeto.

23 El tonto espía a través de la puerta; la gente bien educada se queda afuera.

24 El tonto escucha detrás de la puerta; la gente bien educada jamás lo haría.

25-26 El charlatán habla sin pensar y el sabio piensa antes de hablar.

27 Los malos deseos del malvado recaerán sobre sí mismo.

28 El chismoso se vuelve odioso y él solo se perjudica.

22 Los perezosos

1 Al perezoso se le desprecia como si fuera un trapo sucio.

2 Quien lo saluda se lava las manos, como si hubiera tocado excremento.

Los malos hijos

3 Si es vergüenza tener un hijo maleducado, mayor vergüenza es tener una hija desobediente.

4 La buena hija se casa bien, pero la hija desvergonzada llena de tristeza a su padre.

5 Una hija grosera avergüenza a su padre y a su esposo, y los dos la despreciarán.

6 Las palabras inoportunas son como bailar en un entierro. Del castigo y de la corrección siempre se aprende algo.

7 Si los hijos son buenos y están bien alimentados, nunca nadie sabrá que sus padres fueron muy pobres de niños.

8 Los hijos groseros, son la vergüenza de su familia.

Cuidado con los tontos

9-10 Querer enseñarle a un tonto es como querer arreglar algo roto; es como querer despertar al que está bien dormido. Al fin de cuentas pregunta: ¿De qué me estás hablando?

11 Si lloras por un muerto, no llores por él mucho tiempo; si bien sus ojos se han cerrado, ya se encuentra descansando. Llora más bien por un tonto, porque no puede entender, ¡y eso es peor que estar muerto!

12 Por los muertos se llora cuando mucho siete días; por los tontos y los malvados se llora toda una vida.

13 Si quieres vivir tranquilo, sin problemas y sin mugre, no te juntes con un tonto ni pierdas el tiempo con él; así no te molestará su estupidez.

14-15 Muy pesados son el hierro, la sal, la arena y el plomo, ¡pero más pesado es un tonto!

Hay que saber ser firme

16 Al muro reforzado con vigas no lo derriba ni un terremoto. Y al que sabe lo que quiere no lo asusta ningún peligro.

17 La gente que piensa y razona es invencible como una muralla.

18 La cerca puesta en lo alto no resiste la fuerza del viento; la cabeza llena de ideas tontas no resiste la fuerza del miedo.

La amistad

19 Si te lastimas un ojo, te brotan las lágrimas; si lastimas los sentimientos, causas mucho dolor.

20 Si tiras piedras a los pájaros, los espantas y salen volando; si ofendes a tu amigo, pones fin a la amistad.

21-22 Si hablas mal de él, o lo amenazas de muerte, no te preocupes, que puede volver y hacer las paces contigo; si lo ofendes y eres orgulloso, si descubres sus secretos o lo golpeas a traición, no conservarás su amistad.

23 Muéstrate fiel a tu amigo cuando se encuentre en la pobreza; no lo abandones en las malas, y gozarás con él en las buenas. Cuando él llegue a ser rico, compartirá contigo sus riquezas.

24 Cuando veas humo, pronto verás fuego; cuando escuches insultos, pronto verás correr sangre.

25-26 No es vergüenza proteger a un amigo ni apoyarlo cuando más lo necesita. Si algo malo te sucede por brindarle protección, todo el que lo sepa tendrá que cuidarse de él.

27 Dios mío, ¡enséñame a hablar como es debido! ¡No permitas que mi lengua sea la causa de mi desgracia!

23 La oración del sabio

1 Dios mío, padre y dueño de mi vida, ¡no dejes que la lengua me domine! ¡No permitas que me haga pecar!

2 Permite que tu sabiduría corrija mis pensamientos, y que no pase por alto mis faltas y mis errores;

3 así no volveré a ofenderte ni seguiré aumentando mis pecados, ni se burlarán mis enemigos por haberme visto humillado.

4 Dios mío, padre y dueño de mi vida, no me dejes ser orgulloso;

5 ¡aparta de mí los malos deseos;

6 no dejes que me dominen los vicios!

No hay que jurar

7 Queridos jovencitos, si me prestan atención aprenderán a hablar bien y no caerán en la trampa.

8 Los pecadores quedan atrapados en sus propias palabras; y los groseros y orgullosos fracasan por hablar demasiado.

9 No se acostumbren a jurar, ni pronuncien a cada momento el santo nombre de Dios.

10 El criado que siempre es vigilado no se libra de recibir un golpe; tampoco se librará del castigo el que a cada rato jura usando el nombre de Dios.

11 Ese hombre comete pecado si promete algo y no lo cumple, y doble pecado comete si hace un juramento en falso. ¡Sobre su casa vendrá la desgracia!

La grosería en el hablar

12 Ofender a Dios es un pecado, que se paga con la muerte. ¡Israelitas, nunca ofendan a Dios! La gente buena no habla así ni se alegra cuando peca.

13 No acostumbres decir groserías, porque es pecado hablar así.

14 Piensa en tus padres cuando estés con gente importante; porque si te olvidas de ellos y te comportas como un tonto, desearás no haber nacido y maldecirás el día en que naciste.

15 Los que acostumbran decir groserías nunca llegan a corregirse.

El adulterio

16 Hay ciertas clases de personas que cometen muchos pecados y se ganan el castigo de Dios.

17 Están los que se dejan llevar por sus malos deseos, ¡y sus deseos son como un fuego que no se apaga hasta consumirse!

18 Después está el marido infiel, que se convence a sí mismo: Todo está oscuro. Nadie me ve. Estas paredes me esconden; ¡no hay nada que temer! ¡Ni siquiera el Dios altísimo se dará cuenta de mi pecado!

19 Lo que este hombre teme es que lo vean los demás, sin pensar que Dios puede ver todo lo que pasa en este mundo; sus ojos penetran lo más profundo y alumbran más que el sol.

20 Antes de crear el mundo, Dios ya conocía todas las cosas, como también las conoce ahora.

21 Así que este hombre será descubierto cuando menos se lo espere, y a la vista de todos será castigado.

22 Lo mismo le pasará a la mujer que no es fiel a su marido y tiene un hijo con otro hombre.

23 Comienza por desobedecer la ley de Dios, sigue por ser infiel a su marido, y acaba por prostituirse y tener hijos de otro hombre.

24 Esa mujer será juzgada por las autoridades del pueblo, y sus hijos sufrirán las consecuencias:

25 ¡jamás tendrán éxito en la vida!

26 Cuando se hable de esa mujer se pronunciará una maldición, y jamás se limpiará su deshonra.

27 Entonces todos reconocerán que nada es mejor ni más dulce que amar a Dios y obedecerlo.

24 Alabanza de la sabiduría

1 La sabiduría se alaba a sí misma, y entre el pueblo anuncia su grandeza.

2 Ante los ángeles del Dios altísimo dice orgullosa de sí misma:

3 Yo salí de la boca del Altísimo y como niebla cubrí la tierra.

4 Puse mi campamento en las alturas, y mi trono, sobre una nube.

5 Recorrí el cielo en toda su extensión, y crucé lo más profundo del océano.

6 Ejercí mi dominio sobre el mar, sobre la tierra y sobre los pueblos.

7 Busqué entre todas las naciones un lugar donde establecerme,

8 pero el Creador del universo me dijo que pusiera mi campamento en medio del pueblo de Israel.

9 Antes de crear todo lo que existe, Dios me creó a mí; ¡por eso nunca dejaré de existir!

10 He servido a Dios en su templo; me he establecido en el monte Sión.

11 Dios me hizo descansar en Jerusalén, su ciudad amada, y desde allí gobierno con autoridad.

12 Me he establecido en medio del pueblo de Israel, glorioso pueblo elegido por Dios.

13 Aquí he crecido como un árbol; ¡como los cedros y cipreses que crecen en el monte Hermón, en el país del Líbano!,

14 ¡como las palmeras de En-gadi!, ¡como los rosales de la ciudad de Jericó!, ¡como los olivos de la llanura! ¡He crecido como un roble!

15 Soy como las plantas aromáticas; mi aroma es como el de la canela, ¡soy como el humo del incienso que llena el templo con su aroma!

16 Me he extendido como un árbol de ramas bellas y frondosas;

17 he crecido como una vid, y he dado muchas flores y uvas.

18 Mis hijos son la belleza, el amor, el conocimiento, la obediencia y la esperanza en Dios. Yo he existido desde el principio; soy el regalo que recibirán mis hijos, que han sido elegidos por Dios.

Invitación de la sabiduría

19 La sabiduría dice: Vengan a mí, si así lo quieren, y aliméntense con mis frutos hasta quedar satisfechos.

20 Llegar a conocerme y poseerme es una dulce experiencia, más dulce aun que saborear la miel.

21 Quienes me prueben me querrán más y más.

22 Quienes me obedezcan, no fracasarán; quienes me sirvan, no cometerán pecado.

La ley de Dios

23 Todo esto está en el libro de la alianza del Dios altísimo, y es la ley que nos transmitió Moisés; es la herencia del pueblo de Israel.

24 Únanse a nuestro Dios, y él los llenará de fuerza. El Dios todopoderoso es el único que puede salvar.

25-26 La ley de Dios nos hace sabios; es como los ríos Tigris y Pisón, que riegan los campos en la primavera; es como los ríos Éufrates y Jordán, que crecen en el tiempo de la cosecha.

27 Las enseñanzas de la ley de Dios dan vida como las aguas del Nilo; ¡son como las corrientes del río Guihón, durante la cosecha de las uvas!

28 Nadie ha penetrado en las profundidades de la sabiduría,

29 porque sus pensamientos son más misteriosos y profundos que el agua de todos los mares.

30 Yo, por mi parte, soy como un arroyo, que lleva el agua hasta un jardín.

31 He decidido regar las plantas y los árboles de mi huerto. Mi cauce se volverá un río, y ese río se volverá un mar.

32 Yo haré que mis enseñanzas brillen tanto como la aurora, y que su luz llegue muy lejos.

33 Las dejaré para el futuro como enseñanzas de un profeta.

34 Yo no trabajo sólo para mí, sino para todos los que me aman.

25 Tres cosas buenas y tres malas

1 Hay tres cosas que me agradan, y que agradan también a Dios y a los seres humanos: la paz entre los hermanos, la amistad entre los vecinos y la armonía entre marido y mujer.

2 Pero hay tres clases de personas que detesto por su modo de vivir: la gente pobre y orgullosa, la gente rica y mentirosa y los viejos tontos y mujeriegos.

El orgullo de los ancianos

3 Si no ahorras cuando eres joven, no tendrás nada cuando seas viejo.

4-5 ¡Qué bonito es ver que los ancianos saben dar buenos consejos!

6 Nada adorna más a los ancianos que tener experiencia y obedecer a Dios.

Diez cosas que valen la pena

7 Hay nueve cosas que me gustan, y hasta una décima voy a nombrar: el estar contento con los hijos, el ver la derrota de los enemigos,

8 el tener una esposa inteligente, el tener buenos compañeros de trabajo, el no pecar con la lengua, el servir a un buen patrón,

9-12 el tener sentido común, el no hablarle a oídos sordos, el unirse a Dios por la fe y el obedecerlo. ¡Esto no se compara con nada! ¡Qué bueno es llegar a ser sabio! ¡Qué bueno es obedecer a Dios! ¡Obedecerlo es amarlo!

La mala mujer

13 No hay nada peor que todo esto: ser rechazado por una mujer, y sufrir por su maldad,

14 ser odiado por un enemigo que sólo piensa en vengarse,

15 ser mordido por una serpiente, y sentir el enojo de una mujer.

16 ¡Más vale vivir con un león, y hasta vivir con un dragón, que convivir con una mala mujer!

17 La maldad transforma a la mujer: ¡la convierte en fiera salvaje!

18 Su marido se queja amargamente cuando se junta con sus amigos.

19 Ante la maldad de la mujer, toda maldad resulta pequeña. ¡Quiera Dios darle el castigo que merecen los pecadores!

20 No es fácil para un anciano trepar por una duna de arena, ni es fácil para un hombre tranquilo vivir con una mujer charlatana.

21 No te enamores de una mujer bella, ni te intereses por sus riquezas,

22 porque es muy feo y vergonzoso que la esposa mantenga al esposo.

23 Si tu esposa no te hace feliz, andarás triste y deprimido, y con ganas de morirte.

24 Por la mujer comenzó el pecado, y por la mujer todos morimos.

25 No dejes correr el agua ni dejes hablar a una mala mujer.

26 Y si no quiere obedecerte, ¡más te vale apartarte de ella!

26 La felicidad de tener una buena esposa

1-2 Encontrar una buena mujer es gran motivo de alegría. Quien llegue a ser su esposo vivirá feliz toda la vida.

3 Dios da una buena esposa a quienes lo obedecen.

4 Quien se casa con ella vivirá siempre feliz, sea rico o sea pobre.

Peligros de la mala mujer

5 Hay tres cosas, y hasta cuatro, que son peores que la muerte. Las tres primeras me asustan: la gente que se alborota, los chismes que corren por la ciudad, y las mentiras contra un inocente. Pero la cuarta me llena de terror:

6 hablo de la mujer celosa, que provoca grandes sufrimientos y lastima con su lengua.

7 Acercarse a una mujer malvada es como acercarse a un escorpión.

8 La mujer que se emborracha no podrá ocultar su vergüenza y hace enojar a su marido.

9 En el modo de mirar se conoce a la mujer descarada.

10 Si tienes una hija así, no la pierdas de vista, porque puede abusar de su libertad.

11 Fíjate en su modo de mirar; no te asombres si te falta el respeto.

12 Besa a cualquier hombre, y con cualquiera se acuesta. Se parece al viajero sediento, que bebe agua de cualquier pozo.

La buena esposa

13 La mujer inteligente y hermosa hace feliz a su esposo y lo ayuda a prosperar.

14 La mujer educada y discreta es un verdadero regalo de Dios.

15 Su modestia es su mayor encanto, y su seguridad no tiene precio.

16 En un hogar bien cuidado, la mujer hermosa brilla como el sol del mediodía.

17 La mujer de bello rostro y de cuerpo bien formado luce como lámpara encendida en un candelabro del templo.

18 La mujer de bellas piernas y de pies bien afirmados es como una columna de oro apoyada en bases de plata.

19 Querido jovencito, aléjate de las prostitutas, y cuando llegues a ser adulto

20 hallarás una buena esposa. Será como hallar un campo fértil donde plantar tu semilla, y podrás estar seguro de tener una buena cosecha.

21 Cuando tus hijos crezcan, podrán estar seguros de que son tus hijos y Dios los prosperará.

22 Una prostituta no vale nada, y si te enredas con una casada pondrás en peligro tu vida.

23 Si rechazas la ley de Dios, te podrías casar con una mujer que no cree en él; pero si lo obedeces él te dará una buena esposa.

24 La mujer que no tiene vergüenza es vulgar en todas partes, pero la buena esposa es modesta aun a solas con su esposo.

25 Si la mujer es una callejera, hasta un perro es mejor que ella; pero si se tiene respeto, cumplirá con los mandamientos de Dios.

26 La buena esposa respeta a su esposo, pero cuando es orgullosa y rebelde todo el mundo se da cuenta. Quien tiene una buena esposa vivirá feliz mucho tiempo.

27 Pero la mujer charlatana es ruidosa como una trompeta en medio de la batalla. ¡Su familia vivirá en eterno estado de guerra!

Tres cosas desagradables

28 Hay dos cosas que me ponen triste, y una tercera que me hace enojar: el guerrero que cae en la pobreza, la gente inteligente que no es apreciada, y la gente buena que cae en el vicio. A esta clase de gente Dios la condena a morir.

Pecado en el comercio

29 No hay comerciante sin faltas, ni negociante sin pecado.

27

1 Son muchos los que pecan por el deseo de ganar dinero. Todo el que quiere hacerse rico peca y se hace el inocente.

2 Así como entre dos piedras se clavan las estacas, entre la compra y la venta brota la injusticia.

3 El que no obedece a Dios pronto verá su casa en ruinas.

Las palabras reflejan el carácter

4 Los defectos aparecen en lo que se dice, como la basura en el colador.

5 Con el fuego del horno se pone a prueba la vasija, y con su modo de razonar se pone a prueba la gente.

6 Al árbol bien cultivado se le conoce por sus frutos, y a la gente se le conoce por su manera de hablar.

7 Las palabras revelan lo que en verdad piensa la gente. Por eso nunca alabes a nadie antes de oír sus razonamientos.

Acerca de la justicia

8 Si realmente buscas la justicia, ten por seguro que la alcanzarás, y te cubrirás con ella como con un manto lujoso.

9 La gente que es sincera busca a la gente sincera, así como buscan los pájaros a los de su misma especie.

10 Así como el león espera el momento de atacar a su presa, también el pecado espera el momento de atrapar al malvado.

Así hablan los tontos

11 Cuando la gente buena habla, siempre da sabios consejos; pero los tontos cambian de parecer como la luna durante el mes.

12 No pierdas tu tiempo con ellos. Es mejor que pases el tiempo entre gente inteligente.

13 Los tontos creen que es divertido ponerse a contar sus pecados, ¡pero qué desagradable es escucharlos!

14 Oír sus continuas groserías pone los pelos de punta; y cuando pelean entre ellos hay que taparse los oídos.

15 Cuando esos creídos pelean, siempre corre la sangre, y ¡qué horrible es oír sus insultos!

Hay que saber guardar secretos

16 Pierde la confianza de sus amigos quien no sabe guardar un secreto.

17-19 Ama a tu amigo y confía en él, pero no trates de buscarlo si andas contando sus secretos, porque habrás perdido su amistad. No volverás a encontrarlo. Será como si un pájaro se te escapara de la mano; ¡será como si lo hubieras matado!

20 No vayas a buscarlo, porque se alejará de ti; huirá como una gacela que evita caer en la trampa.

21 Una herida puede vendarse, y un insulto se puede perdonar, pero no hay ninguna esperanza para el que cuenta un secreto.

La falta de sinceridad

22 Ten cuidado de quien te guiña el ojo, porque piensa hacerte algún daño.

23 En tu presencia es muy amable, y aplaude todo lo que dices, pero a tus espaldas cambia de tono y malinterpreta tus propias palabras.

24 Esa clase de gente me disgusta más que cualquier otra cosa, y tampoco Dios la soporta.

En el pecado está el castigo

25 Si tiras piedras para arriba, caerán sobre ti mismo.

26 Si haces un pozo, te caerás en él. Si tiendes una trampa, en ella quedarás atrapado.

27 Todo lo malo que hagas recaerá sobre ti mismo, y no sabrás de dónde vino.

28 La gente orgullosa es grosera y se burla de los demás, pero el castigo los espera como espera el león a su presa.

29 La gente orgullosa se alegra al pensar que los buenos fracasarán, pero serán ellos los que sufran su castigo en esta vida.

No hay que ser rencoroso

30 La furia y el enojo acompañan siempre al pecador.

28

1 Pero Dios lleva la cuenta de todos los pecados que comete esa gente vengativa.

2 Perdona a los que te ofenden y, cuando ores, Dios te perdonará.

3-4 Porque si vives enojado con otros, y no les tienes compasión, ¿cómo esperas que Dios te perdone?

5 Dios no aceptará tus ofrendas, si continúas enojado con otros.

6-7 Piensa en el día de tu muerte y pon ya fin a tus rencores. Acuérdate de la alianza que Dios hizo con Israel. Así que deja de odiar a tu prójimo; olvídate de las ofensas y cumple los mandamientos.

Las discusiones y peleas

8-9 No discutas ni pelees. Quien fácilmente se enoja, confunde a sus amigos y divide a quienes viven en paz.

10 La gente terca provoca peleas como la leña alimenta el fuego. Mientras más rica y poderosa más grande es su enojo.

11-12 Si soplas sobre las brasas, avivas el fuego; si le echas agua, lo apagas. Si discutes con violencia, haces que corra la sangre. Si no discutes con violencia, mantienes la paz. ¡Todo depende de ti!

Las malas lenguas

13 Querido jovencito, maldice a los chismosos, porque ellos han causado la ruina de mucha gente de bien.

14 La gente chismosa es un peligro: destruye grandes ciudades, derriba casas de gente importante, y obliga a mucha gente a ir de una a otra nación.

15 El chisme ha destruido a muchos matrimonios honrados. Por culpa de los chismosos muchas mujeres fieles y trabajadoras terminaron divorciadas.

16 Quien hace caso de chismes no vuelve a vivir en paz.

17 Un latigazo deja una marca, pero un chisme causa grandes destrozos.

18 La espada ha matado a muchos, pero los chismes han matado a más.

19-20 Es una bendición de Dios estar a salvo de los chismes; ¡sus cadenas son duras como el bronce

21 y causan una muerte terrible!

22-23 El chisme no tiene poder sobre la gente buena, pero ataca, como un león, y destroza como una pantera, a los que abandonan a Dios.

24-25 Por lo tanto, piensa bien lo que dices y cierra bien la boca.

26 Ten cuidado con lo que dices, no sea que digas algo indebido y seas derrotado por tus enemigos.

29 Acerca de las deudas

1 La gente buena y compasiva presta ayuda a quien la necesita, y así cumple los mandamientos.

2 Cuando tu prójimo esté necesitado, préstale lo que te pida, y paga a tiempo tus deudas.

3 Cumple tus promesas, confía en los demás, y siempre tendrás quien te ayude.

4 Hay muchos que piden prestado, y creen que el préstamo es un regalo.

5 Son amables cuando reciben, pero groseros a la hora de pagar.

6 En el mejor de los casos, pagan sólo la mitad y creen que hacen un favor; en el peor de los casos, ¡se pierde el dinero y se gana un enemigo, quien para colmo te ofende!

7 Por eso muchos no quieren prestar, por miedo a perder lo que tienen.

Hay que dar limosna

8 Tú debes ayudar a los pobres y dar limosna sin pensarlo mucho.

9 Cumple los mandamientos: No dejes que el necesitado se vaya con las manos vacías.

10 El dinero escondido se pudre; vale más que lo pierdas por un hermano o un amigo.

11 Haz con tus riquezas lo que te manda el Dios altísimo, y te rendirán más que el oro.

12 En vez de amontonar dinero, repártelo entre los pobres, y te librarás de todo mal;

13 ellos te defenderán de tus enemigos mejor que un escudo o una lanza.

Las fianzas

14 El hombre de buen corazón sale fiador de su prójimo, pero el que no tiene vergüenza lo deja abandonado a su suerte.

15 Cuando alguien te haga un favor, no olvides que se arriesgó por ti.

16 Pero hay gente malvada, y además malagradecida, que gasta el dinero de su fiador y abandona a quien lo salvó.

17-19 Por dar fianza a otros, mucha gente de buena posición perdió todo lo que tenía y tuvo que abandonar su país.

20 Hasta donde te sea posible, tú debes ayudar a tu prójimo; pero ten cuidado de no perderlo todo.

Es malo vivir de prestado

21 Para vivir debemos tener agua, comida, ropa y techo.

22 Más vale vivir en la pobreza bajo tu propio techo, que comer como rico en casa ajena.

23 Cuando uno vive feliz con lo poco o mucho que tiene, nunca oye ningún reproche de nadie.

24 ¡Es verdaderamente triste andar de casa en casa! Cuando estás en tierra ajena, no puedes ni abrir la boca;

25 sirves a gente malagradecida, y tienes que aguantar que te digan:

26 ¡Ven aquí, extranjero! ¡Prepara la mesa y sírveme!

27 ¡Fuera de aquí, extranjero, que espero a gente importante! Un paisano mío viene a visitarme y necesito el cuarto que ocupas.

28 ¡Es verdaderamente triste que te desprecien por ser extranjero, y vivir en casa ajena!

30 La educación de los hijos

1-3 Si amas a tu hijo, edúcalo y no dejes de corregirlo. Así el día de mañana podrás sentirte orgulloso de tener un buen hijo. Tus amigos se alegrarán contigo, y tus enemigos te envidiarán.

4 Si educas bien a tu hijo, aunque mueras, nadie se olvidará de ti porque verán en tu hijo a otro como tú.

5 Mientras vivas, te alegrarás al verlo; y cuando estés a punto de morir, no sentirás tristeza

6 porque tu hijo te vengará de tus enemigos y devolverá los favores a tus amigos.

7 Pero si malcrías a tu hijo tendrás que curar sus heridas y sufrir al oír su llanto.

8 Si a tu caballo no lo domas, jamás lo podrás controlar; si a tu hijo lo malcrías, jamás lo podrás educar.

9-10 Si malcrías a tu hijo y le das todo lo que pide, te llevarás dolorosas sorpresas.

11-12 Mientras todavía sea niño, no le des mucha libertad ni pases por alto sus errores; al contrario, corrígelo siempre para que no se vuelva caprichoso y más tarde te cause problemas.

13 Educa bien a tu hijo, y no tendrás que pasar vergüenza por causa de su rebeldía.

La importancia de estar sano

14 Más vale ser pobre pero sano que rico pero enfermizo.

15 Más vale ser sano y fuerte que tener todo el oro del mundo.

16 No hay mayor riqueza que tener un cuerpo sano, ni hay mayor felicidad que tener un corazón alegre.

17 Es preferible morir que vivir enfermo y amargado.

18-20 Poner comida sobre una tumba, o llevar ofrendas a los ídolos, es lo mismo que dar de comer a quien tiene la boca cerrada: ¡jamás los ídolos ni los muertos podrán saborear esa comida! Lo mismo les pasa a aquellos que son perseguidos por Dios; son como el hombre impotente, que quiere pero no puede: cuando abraza a una mujer, sólo lanza suspiros de tristeza.

La alegría del corazón

21 No dejes que te dominen la tristeza y las preocupaciones.

22 Vive más y mejor quien tiene un corazón alegre.

23 Así que llénate de ilusiones y aleja de ti la tristeza, pues no te traerá nada bueno.

24 La envidia y el enojo, y las muchas preocupaciones, te harán vivir menos tiempo.

25 Pero la persona alegre disfruta de lo que come.

31 Peligros de las riquezas

1-2 Quien se preocupa por sus riquezas pierde el sueño y acaba enfermo.

3 El rico se cansa haciendo dinero, y descansa dándose buena vida.

4 El pobre trabaja para sobrevivir; si no trabaja, cae en la miseria.

5 Quien ama el dinero, por el dinero se corromperá y nunca actuará con justicia.

6 El dinero ha sido la causa de la perdición de muchos.

7 El dinero es como una trampa en la que caen los ingenuos.

8 ¡Qué feliz es el rico que no se corrompe con sus riquezas!

9 A ese hombre hay que felicitarlo por actuar en favor de su pueblo;

10 ese hombre tiene buenas razones para sentirse satisfecho, pues pudo pecar y no pecó, pudo hacer lo malo y no lo hizo.

11 Su bondad quedará confirmada, y será reconocida por su pueblo.

Modales en la mesa

12 Si alguna persona importante te invita a sentarte a su mesa, no digas, como los glotones: ¡A comer se ha dicho!

13 Recuerda que Dios no soporta las miradas llenas de envidia. Los ojos tristes son de lo peor, pues lloran por cualquier cosa.

14 Tampoco metas la mano en un platillo que otro quiere.

15 Piensa bien lo que vas a hacer, y ponte en el lugar de tu prójimo.

16-17 Come todo lo que te sirvan, pero no comas demasiado. Al comer, no hagas ruido con la boca, para que no te desprecien, y levántate antes que nadie, como lo hace la gente educada.

18 Si son muchos los invitados, no te sirvas antes que ellos.

19 La persona educada come poco, para no roncar cuando duerme.

20 Quien come bien, duerme bien, y al día siguiente despierta contento. Pero el glotón no puede dormir porque le duele el estómago.

21 Si te ves obligado a comer mucho, ve y vomita, y te sentirás mejor.

22 Querido jovencito, no desprecies mis consejos y un día me darás la razón. Si haces todo con medida, no llegarás a enfermarte.

23 La gente habla bien del que invita y en su mesa es generoso;

24 pero habla mal del tacaño que ni un pedazo de pan te ofrece.

No es bueno beber demasiado

25 El mucho vino te lleva a la ruina, así que no bebas demasiado.

26-28 Sin vino, la vida es triste. Pero hay que beberlo con medida y siempre a su debido tiempo, porque con fuego se prueba el hierro, y con vino se prueba al orgulloso.

29-30 Cuando bebes mucho vino, pierdes las fuerzas, te pones furioso, y acabas peleando con todos. También te amargas la vida y causas daño a los demás.

31 Mientras estés bebiendo vino, no discutas con nadie; tampoco insultes al borracho ni le cobres al que te debe.

32 Conducta en los banquetes

1 Si asistes a un banquete y te sientan en la cabecera, no te des aires de importancia. Actúa como los demás invitados y atiéndelos antes de sentarte;

2 después de eso ocupa tu puesto y alégrate en su compañía. Así ellos alabarán tu cortesía.

3 Si ya eres anciano, puedes hablar durante la comida, pero no seas irrespetuoso ni interrumpas a los músicos.

4-6 A la hora de brindar, no te des aires de sabio ni te pongas a echar discursos mientras los demás escuchan. A la hora del banquete no hay nada mejor que la música y el vino. ¡Eso vale más que las esmeraldas!

7 Si todavía eres joven, no hables hasta que te lo pidan.

8 Pero no hables demasiado. Lo que tengas que decir, dilo en pocas palabras, como lo hace la gente sabia.

9 Si estás con alguien importante, no trates de actuar como él ni lo interrumpas cuando hable.

10 Primero se ve el relámpago, y luego se escucha el trueno; primero se muestra la simpatía, y luego se demuestra la humildad.

11 Cuando termine la fiesta, no seas el último en despedirte, y cuando vuelvas a tu casa, no te distraigas por el camino.

12 En tu casa podrás divertirte como mejor te parezca, siempre y cuando no ofendas a nadie.

13 Y agradece sus bendiciones al Dios que te dio la vida.

La obediencia a Dios

14 Los que obedecen a Dios aceptan sus enseñanzas; los que temprano lo buscan reciben sus bendiciones.

15 Las enseñanzas de Dios satisfacen a quien las ama, pero son un tropiezo para quien finge amarlas.

16 Los que obedecen a Dios entienden lo que es la justicia y hacen brillar sus buenas acciones.

17 Pero los pecadores no aceptan que se les corrija, y siempre encuentran disculpas para hacer todo lo que quieren.

18 La persona inteligente piensa lo que hace, pero la gente orgullosa no mide las consecuencias.

19 Si no quieres arrepentirte, no hagas nada sin pedir consejo.

20 Si no quieres tropezar con piedras, no vayas por caminos empedrados;

21 pero tampoco te confíes si el camino está despejado.

22 ¡Cuídate porque no sabes lo que el mañana traerá!

23-24 En todo lo que hagas ten confianza en ti mismo. Cumple los mandamientos y Dios te protegerá. Confía en él y tendrás éxito en todo.

33

1 El que obedece a Dios no sufrirá ningún mal, y cuando sea puesto a prueba saldrá bien librado.

2 El que es sabio ama la ley, pero quien aparenta cumplirla es semejante a un barco en medio de una tormenta.

3 El que es inteligente confía en la ley de Dios, y la acepta como su palabra.

4 Si quieres ser escuchado, piensa bien lo que vas a decir; una buena respuesta requiere tiempo para pensar.

5-6 El tonto, cuando conversa, siempre se anda por las ramas; el amigo burlón no respeta a nadie, es como un potro salvaje que a todos patea.

Dios domina todas las cosas

7 El sol sale todos los días, pero hay días más importantes que otros.

8-9 Dios, en su sabiduría, dispuso que fueran diferentes. La mayoría son días ordinarios, pero hay días que Dios consagró en el calendario de las fiestas.

10 Adán y todos los seres humanos fueron creados de la tierra,

11 pero Dios, en su sabiduría, hizo a cada uno diferente y lo hizo andar por otro camino.

12 A algunos los bendijo y los apartó para su servicio, pero a otros los humilló y los quitó de su puesto.

13 Dios hace con nosotros lo que hace el alfarero con el barro: nos da la forma que él quiere.

14-15 Todo lo que Dios ha hecho podemos verlo en pares opuestos: el mal, opuesto al bien, la muerte, opuesta a la vida, el pecador, opuesto al hombre bueno.

El autor del libro y su obra

16-17 Como quien cultiva viñedos, los sabios han cultivado su sabiduría; yo, para llegar a ser sabio, he sido el último en acostarme y el primero en levantarme, pero con la bendición de Dios he podido aprender bastante.

18 Pero no he trabajado sólo para mí, sino para todos los que quieren aprender.

19 Por eso, escúchenme con atención, jefes y gobernantes del pueblo.

Cómo usar las propias riquezas

20-21 Mientras tengas vida, no te dejes dominar de nadie; y para no andar pidiendo ayuda, no entregues a otros tus riquezas.

22 Es mejor que tus hijos te pidan, y no que tú les pidas a ellos.

23 Conserva siempre el control en todo lo que hagas, para no manchar tu buena fama;

24 no repartas tu herencia antes de la hora de tu muerte.

El trato con los servidores

25-30 Al burro lo alimentas, pero también lo arreas a palos. Pues haz lo mismo con tus criados: aliméntalos, pero hazlos trabajar. No los dejes desocupados, porque el ocio es mal consejero. Castígalos si no te obedecen, pero tampoco les exijas demasiado ni seas injusto con ellos.

31-33 Si no tienes más que un criado, trátalo como si fuera tu hermano, pues tu dinero te ha costado. Si lo maltratas, se escapará y no volverás a encontrarlo.

34 Los sueños

1-2 Confiar en los sueños es como querer atrapar el viento. Hay que ser tonto y necio para poner su confianza en ellos.

3 Los sueños no son reales; son como la imagen de un espejo.

4 No hay pureza en la impureza, ni hay verdad en la mentira.

5 Los sueños son tan fantásticos como la magia y la adivinación; son como las ilusiones que se hace la que va a tener un hijo.

6 Pero no creas en los sueños si no es Dios quien te los envía,

7 pues muchos se han perdido por haber creído en ellos.

8 Lo mejor es hablar con sabiduría y cumplir con la ley de Dios.

Los viajes

9-10 El que ha viajado mucho adquiere habilidad y experiencia. Es muy poco lo que sabe quien no ha tenido esa experiencia.

11 En mis viajes he visto de todo, y me faltan palabras para contar lo mucho que he aprendido.

12 En muchas ocasiones mi experiencia me ha librado de la muerte.

La obediencia a Dios

13-14 Los que obedecen a Dios vivirán sin miedo de nada porque han puesto su confianza en el Dios que puede salvarlos.

15 Grande es la felicidad de los que obedecen a Dios, porque tienen quien los apoye.

16 Dios cuida de los que lo aman; él es su poderoso protector; los protege del viento del desierto, les da sombra al mediodía, los levanta cuando tropiezan,

17 les renueva las fuerzas, les da salud y nueva vida, y les muestra su gran amor.

Las ofrendas a Dios

18-19 Los malvados le llevan a Dios muchas ofrendas y animales comprados con dinero mal habido, pero a Dios no le agrada esa clase de ofrendas.

20 Robar a los pobres para llevarle ofrendas a Dios es como dejar a un padre sin el único hijo que tenía.

21-22 Los pobres viven de las limosnas, y negarles la ayuda que piden es quitarles el pan de la boca; ¡es lo mismo que matarlos! De igual manera actúa el patrón que no paga un salario justo.

23 De nada te sirve trabajar si tú construyes y otro destruye;

24 de nada te sirve orar a Dios si tú bendices y otro maldice;

25 de nada te sirve bañarte por haber tocado un cadáver si luego vuelves a tocarlo,

26 y de nada te sirve ayunar y pedir perdón por tus pecados si más tarde vuelves a pecar. Dios no atenderá tus oraciones.

35 La ayuda a los pobres

1 Quien cumple y obedece los mandamientos de Dios ya le ha dado la mejor ofrenda.

2 Quien ayuda a otros y da limosna a los pobres ya ha dado gracias a Dios con la mejor de las ofrendas.

3 Quien se aparta de la maldad y no comete injusticias ya ha pedido perdón a Dios, y eso a Dios le agrada.

4 El que ayuda a los pobres está presentando una ofrenda agradable a Dios.

5 Cuando un hombre bueno presenta a Dios una ofrenda, su ofrenda es como un perfume, y su aroma sube hasta el cielo.

6 Dios acepta su ofrenda, y su nombre será recordado.

7-8 Tú debes obedecer a Dios, y no ser tacaño al ofrendar; al contrario, hazlo con alegría.

9 Dios ya te ha dado a ti; ahora te toca darle a él, pero debes hacerlo con generosidad, en la medida de tus posibilidades;

10 porque Dios sabe recompensar, y te devolverá lo que le des multiplicado por siete.

11-12 No trates de ganarte el favor de Dios con ofrendas de ganado robado, porque no las aceptará. Dios es un juez justo, y no se fija en las apariencias.

13 Dios escucha la oración del pobre, y no favorece a nadie que quiera perjudicar al débil.

14-15 Dios atiende a los huérfanos cuando gritan pidiéndole ayuda, y llora de dolor con las viudas cuando ellas se quejan ante él de aquellos que las hacen llorar.

16-18 Los pobres oran a Dios, y su oración sube hasta el cielo. Los pobres no dejan de orar hasta que Dios les haga justicia. Dios acepta su oración y les muestra su favor porque le sirven con alegría.

19-20 Dios actúa con rapidez. No descansa hasta que destruye a los malvados y a los orgullosos.

21-22 Dios destruye a los malos reyes. A los que hacen planes malvados y los llevan a cabo, Dios les da su merecido.

23-24 Dios defiende a su pueblo y lo llena de felicidad. Sentir el amor de Dios es como sentir la lluvia que cae en el verano.

36 Oración pidiendo ayuda

1 ¡Dios de la creación, sálvanos! Mira la maldad de las naciones y haz que tiemblen de miedo.

2 Levanta el puño contra ellas, ¡déjalas sentir tu poder!

3 Tú nos castigaste para mostrarles que eres justo. Ahora, castiga a esas naciones y demuéstrales tu grandeza.

4 Así ellas sabrán, como nosotros, que no hay otro Dios igual que tú.

5 ¡Déjanos ver tus maravillas! ¡Danos muestras de tu gran poder!

6 ¡Da rienda suelta a tu enojo y destruye por completo al enemigo!

7 ¡Haz que pronto llegue la hora de que todos conozcan tu grandeza!

8 ¡Destruye con tu enojo a los que oprimen a tu pueblo! ¡Destruye a los que traten de escapar!

9 ¡Destruye también a sus jefes, que se creen muy poderosos!

10 Vuelve a reunir a tu pueblo, como lo hiciste en el pasado.

11 Somos el pueblo de Israel; somos tu pueblo elegido. Ten compasión de nosotros, pues somos tus hijos preferidos.

12 ¡Ten compasión de Jerusalén, la santa ciudad donde habitas!

13 ¡Llena de esplendor tu templo en el monte de Sión!

14 Fue lo primero que creaste; demuéstranos que harás cumplir lo que antes se anunció en tu nombre.

15 Danos pruebas de que recompensarás a todos los que en ti confían; demuestra que dijeron la verdad los que hablaron en tu nombre.

16 Por el amor que nos tienes, ¡escucha nuestras oraciones!

17 ¡Que todo el mundo sepa que tú eres el Dios del universo!

El valor de la experiencia

18 Aunque cualquier comida es buena, algunas son mejores que otras.

19 El paladar reconoce los sabores, y la mente reconoce las mentiras.

20 Los que sólo piensan hacer el mal son causa de muchas desgracias, pero quien tiene experiencia sabe cómo devolverles su maldad.

La buena esposa

21-22 No hay nada más agradable que ver una mujer hermosa. Con alguna de ellas habrás de casarte, pero unas son más bellas que otras.

23 Cuando la esposa habla con dulzura, el esposo no se cambia por nadie.

24 Casarse con una buena mujer es tener un buen comienzo; ¡es como encontrar un tesoro! Una esposa así es de gran ayuda; ¡es un punto de apoyo!

25 Sin esposa, el hombre está perdido; es como un huerto sin protección.

26 Nadie confía en un ladrón que va de una ciudad a otra,

27 ni tampoco en el hombre sin casa, que duerme donde lo alcanza la noche.

37 Amigos buenos y malos

1 Hay quienes dicen ser tus amigos, pero sólo porque ellos lo dicen.

2 Es muy triste cuando un amigo se convierte en tu enemigo; ¡dan ganas hasta de morirse!

3 Los malos amigos nacieron sólo para engañar. Pero Dios les dará un terrible castigo.

4 A los malos amigos sólo les interesa que les des de comer, pero se apartan de ti cuando estás en problemas.

5 En cambio, los buenos amigos comparten tus alegrías y te defienden de tus enemigos.

6 En las buenas y en las malas, no te olvides de un buen amigo.

Los buenos consejos

7-8 Ten mucho cuidado cuando alguien te dé un consejo, porque hay quienes te aconsejan sólo para aprovecharse de ti.

9 Te dirán que vas por buen camino, pero lo que quieren es verte fracasar.

10 No pidas consejos a tu enemigo ni tampoco al envidioso.

11 Jamás dejes que un cobarde te diga cómo hacer la guerra. Tampoco dejes que una mujer opine de su enemiga, ni que un comerciante te diga cómo hacer negocios con él. Tampoco permitas que un comprador ponga precio a tu mercancía, ni esperes que un envidioso te enseñe a ser agradecido, ni que alguien sin compasión te enseñe a pedir perdón. Cuando tengas que hacer algo, ningún perezoso te dirá cómo hacerlo; tampoco quien trabaja por horas te dirá cuándo terminará, ni el que vigila un sembrado te hablará de la cosecha. No creas nada de lo que digan.

12 Es mejor que pidas consejo de quienes hacen lo bueno y cumplen los mandamientos de Dios. Ellos comparten tus sentimientos; si fracasas, te brindarán su ayuda.

13 Déjate guiar por tus sentimientos, porque ellos no te pueden engañar.

14 Ellos te advertirán del peligro mejor que muchos vigilantes.

15 Pero hay algo más importante: Pídele siempre a Dios que sea él quien te dirija.

La verdadera sabiduría

16 Antes de ponerse a hacer hay que ponerse a pensar.

17 Toda idea brota en la mente, y de allí salen cuatro ramas

18 controladas por la lengua: el bien y el mal, la vida y la muerte.

19 Hay quienes enseñan a otros, pero no se enseñan a sí mismos.

20 Hay quienes son muy sabios, pero se hacen odiosos por su manera de hablar; ¡y acaban muriéndose de hambre!

21-23 Hay otros que son sabios, pero sólo ellos lo saben, y hay otros que son sabios y saben enseñar al pueblo; por eso el pueblo les cree.

24-26 Dios bendice al hombre sabio, y al verlo todos lo felicitan. El pueblo confía en sus palabras, y su buena fama es permanente. Nosotros, los seres humanos, vivimos muy poco tiempo, pero el pueblo de Israel nunca dejará de existir.

No es bueno comer demasiado

27 Querido jovencito, en esta vida debes controlar tu apetito y no comer lo que te haga daño.

28 No a todos les gusta lo mismo, ni todo es bueno para todos.

29 No seas glotón ni goloso,

30 porque el comer demasiado causa dolores de estómago.

31 Muchos han muerto por ser glotones, pero tú vivirás si cuidas lo que comes.

38 Acerca de los médicos

1 Respeta al médico por sus servicios, pues Dios lo eligió para ese trabajo.

2 Un rey puede darnos regalos, pero Dios nos da la salud.

3 Los conocimientos del médico lo hacen andar con la frente en alto y ser admirado por la gente importante.

4 Dios creó las plantas medicinales, y el médico inteligente sabe usarlas.

5 Con la rama de un árbol Dios endulzó una vez el agua para demostrarnos su poder.

6 A nosotros nos dio inteligencia para que admiremos su poder.

7 Con las plantas medicinales, el boticario prepara remedios y el médico cura la enfermedad.

8-9 Querido jovencito, cuando estés enfermo, ruégale a Dios que te dé la salud.

10 No peques ni de pensamiento, sino apártate de la maldad.

11 Preséntale a Dios ofrendas de acuerdo con tus posibilidades,

12 pero no rechaces al médico; al contrario, déjalo actuar, pues también a él lo necesitas.

13 En algunos casos, tu salud está en sus manos;

14 en otros casos, él mismo le pedirá a Dios que te devuelva la salud.

15 Es un pecado contra Dios no dejar que el médico actúe.

El luto por un muerto

16 Querido jovencito, cuando alguien muera, llora su muerte y ve a su entierro, como es la costumbre, y no descuides su tumba.

17 Pero no llores más de dos días; después de eso, recobra la calma,

18 porque la mucha tristeza puede causarte la muerte.

19-20 Aleja de ti la tristeza, porque si te amargas la vida te sentirás miserable.

21 No pienses más en el muerto, pues no volverá a la vida. Al muerto ya no puedes ayudarlo, y estar triste te hará daño.

22 Piensa en estas palabras mías, que espero que hagas tuyas: A todos nos llega la muerte.

23 El muerto ya descansa. Déjalo que descanse en paz, y tú, trata de consolarte.

Los trabajos manuales

24 El estudio exige tiempo, llegar a ser sabio exige dedicación. No puede llegar a ser sabio quien se dedica a otras tareas.

25-26 El campesino, tras el arado, pasa el día entero abriendo surcos y dando de comer a sus terneras. El que anda arriando a los bueyes no sabe hablar de otra cosa.

27 Lo mismo pasa con los albañiles, que trabajan de día y de noche, y con los que fabrican sellos: con mucha paciencia hacen los dibujos, procurando reproducir cada detalle, y no duermen hasta terminar su tarea.

28 El herrero no aparta la vista del hierro que está golpeando; el calor del fuego lo hace sudar y el ruido del martillo lo deja sordo; pero no deja de mirar su modelo, pues quiere terminar bien su trabajo.

29-30 Lo mismo pasa con el alfarero: con los pies hace girar el torno, y con el brazo va moldeando el barro.

31 Todos ellos confían en sus manos, y cada uno conoce su oficio.

32 Sin ellos no habría ciudades, ni casas, ni quien las habitara.

33 Y a pesar de todo esto, no llegarán a gobernar al pueblo, ni serán jueces en los tribunales, ni jamás conocerán a fondo los mandamientos de la alianza.

34 Tampoco instruirán al pueblo, ni serán autores de proverbios. Pero con su trabajo y esfuerzos completan la creación de Dios, y a él le piden ayuda para hacer bien su trabajo.

39 El estudio de la ley

1-2 Muy distinta es la vida de quien se entrega por completo al estudio de la ley de Dios. Lo que alguien así quiere es llegar a conocer la sabiduría de todos nuestros antepasados. También desea entender lo que significa el mensaje de los profetas.

3 Además, busca explicar los proverbios y entender los dichos de gente famosa.

4 Su meta es servir a gente importante y viajar por otros países, para conocer lo bueno y lo malo que hay en los seres humanos.

5 El sabio se levanta muy temprano y habla con Dios, su Creador; en sus oraciones pide a Dios que le perdone sus pecados.

6 Si Dios así lo quiere, ese hombre recibirá inteligencia para que sus sabias palabras sean como lluvia sobre la tierra.

7 Así sabrá dar sabios consejos,

8 y brillarán como la luz sus enseñanzas de la ley de Dios.

9 Muchos alabarán su inteligencia, y su nombre jamás será olvidado.

10 Su pueblo y las naciones alabarán su sabiduría;

11 mientras viva, será más famoso que mil sabios, y cuando muera, descansará en paz.

Himno a la sabiduría de Dios

12 Ahora estoy inspirado, y no puedo quedarme callado.

13 Queridos jovencitos, si me escuchan, crecerán como rosas junto a un río;

14 florecerán como los lirios, ¡perfumarán como el incienso! ¡Alaben a Dios con himnos y bendíganlo por todo lo que ha hecho!

15 ¡Alábenlo con música de arpas y denle gracias con sus cantos!

16 ¡Dios ha hecho todo hermoso! Cuando llega el momento, todas sus órdenes se cumplen. No es necesario preguntar para qué es esto o aquello, pues todo se sabrá a su tiempo.

17 Dios pronunció una palabra y se formaron los mares;

18 Dios da una orden, y se cumple su voluntad.

19-20 Dios está siempre atento a todo lo que hacemos; para él nada es pequeño, ni extraordinario ni difícil; ¡nada se escapa de su mirada!

21 Todo lo que Dios ha creado tiene un claro propósito.

22 Las bendiciones de Dios son como un río caudaloso.

23-24 A los que hacen el bien Dios les hace fácil la vida; pero a los que hacen el mal les pone muchos obstáculos.

25 Dios creó desde el principio el bien para los buenos, y el mal para los malos.

26 Para vivir, necesitamos agua, fuego, hierro y sal, trigo, leche, miel y vino, y además aceite y ropa.

27 Todo esto beneficia a los buenos, pero en mano de los pecadores puede hacer daño.

28 Para castigar a los malvados Dios creó algunos vientos,

29 y también el fuego y el granizo, el hambre y las enfermedades,

30 los colmillos de las fieras, las serpientes y la espada.

31 Todo esto obedece a Dios, y cumple sin protestar todo lo que Dios ordena.

32 Estoy convencido de todo esto; por eso lo he puesto por escrito.

33 Dios ha hecho todo bueno, y a la gente le da lo que necesita.

34 No digas ni pienses que esto es mejor que aquello, porque llegado el momento verás que todo es bueno.

35 Y ahora, canten a Dios himnos, y alábenlo de todo corazón.

40 Sufrimientos humanos

1 Los que vivimos en este mundo tenemos que cumplir dura tarea desde que nacemos hasta que morimos.

2-4 Seamos reyes o limosneros, nos llenamos de rabia y envidia, de miedo y de odio al enemigo. Nos asusta pensar en la muerte.

5 De noche, cuando dormimos, no tenemos un sueño tranquilo.

6 Muy poco es lo que descansamos; ¡nos sentimos como el soldado que huye del campo de batalla!

7 Pero en cuanto despertamos vemos que todo era un sueño.

8 Esto nos pasa a todos, pero a la gente malvada se le multiplica por miles:

9 morirán en el campo de batalla, o de hambre, o de enfermedad, o asesinados, o en un desastre.

10 Todo eso les espera, pues por causa de los malvados Dios mandó el diluvio.

11 Todo lo que es de la tierra un día volverá a la tierra, y lo que es del agua, al agua.

Fin de la injusticia

12 Dios pondrá fin un día a la corrupción y a la injusticia, pero su fidelidad jamás cambiará.

13-14 Las riquezas mal habidas se parecen a un río crecido que a su paso lo arrastra todo; ¡pero un día ese río se secará!

15-17 En cambio, las limosnas generosas son como un jardín de flores; ¡permanecen para siempre!

Siempre hay algo mejor

18 Qué bueno es tener un trabajo y un buen sueldo para vivir, pero es mejor encontrar un tesoro.

19 Qué bueno es tener hijos y darle nombre a una ciudad, pero es mejor tener una buena esposa.

20 Qué bueno es alegrarse con la música y el vino, pero es mejor amar a la sabiduría.

21 Qué dulce es el sonido del arpa y de la flauta, pero es más dulce la sinceridad.

22 La belleza atrae la mirada, pero son más atractivos los campos verdes.

23 Los amigos ayudan al momento, pero más ayuda la mujer a su marido.

24 Qué bueno es tener hermanos cuando llegan los problemas, pero es mejor la ayuda desinteresada.

25 El oro y la plata brindan seguridad, pero da más seguridad un buen consejo.

26 Es bueno tener dinero y poder, pero es mejor obedecer a Dios. Si lo obedeces, nada te faltará ni tendrás que buscar más ayuda.

27 La obediencia a Dios es como un jardín de flores, todo cubierto de esplendor.

Es malo vivir de prestado

28 Querido jovencito, ¡no pidas limosna! Vale más morir que mendigar.

29 Es realmente vergonzoso vivir dependiendo de otros. Esa no es una vida digna; ¡evítala, si eres inteligente!

30 La comida ajena sabe dulce, pero la vergüenza de pedir quema peor que el fuego.

41 Todos tenemos que morir

1 Qué triste es pensar en la muerte cuando se vive rico y tranquilo, con fuerzas para gozar de la vida y sin tener de qué preocuparse.

2 Pero qué dulce es pensar en ella cuando se ha vivido mucho, cuando se ha perdido la esperanza y ya no quedan fuerzas para vivir.

3 No tengas miedo de la muerte. Piensa que un día naciste, y que un día morirás.

4 Así lo ha dispuesto Dios y tienes que aceptar su voluntad. Aunque vivas diez, cien o mil años, nadie te echará nada en cara cuando estés en el cementerio.

Los malos recibirán su castigo

5-6 Los hijos de los pecadores heredan la mala fama de sus padres.

7 Esos hijos reprochan a su padre el haberles heredado tan mala fama.

8 ¡Ustedes, gente malvada, que han abandonado la ley de Dios recibirán su merecido castigo!

9-10 Sus hijos serán también malvados, y sólo les causarán tristeza. Cuando mueran serán maldecidos, pues lo que salió de la nada, a la nada volverá.

11 Aunque los seres humanos no somos más que un soplo, a los pecadores ni se les recuerda.

12 Por eso, cuida tu buena fama, pues vale más que mil tesoros y sólo eso quedará de ti.

13 La felicidad no dura mucho, pero la buena fama dura para siempre.

Motivos de vergüenza

14 Queridos jovencitos, atiendan mis enseñanzas y no dejen de practicarlas. De nada sirve la sabiduría si se esconde como un tesoro.

15-16 No se avergüencen de todo, aunque yo les voy a indicar de lo que sí deben avergonzarse.

17 Sientan vergüenza ante sus padres por haber cometido un pecado sexual; sientan vergüenza ante un jefe del pueblo por haber dicho una mentira.

18 Sientan vergüenza ante un juez por haber cometido un delito; sientan vergüenza ante todo el pueblo por haber hecho algo malo.

19 También deben sentir vergüenza de no ser buenos amigos, de robarle algo a sus vecinos,

20 de no cumplir un juramento, y de apoyarse en los codos al comer.

21 Es también muy vergonzoso dar algo de mala gana, no ser agradecido, no devolver el saludo,

22 mirar a una prostituta, no saludar a un pariente,

23 quitarle a otro un regalo, fijarse en una mujer casada,

24 abusar de una sirvienta,

25 o insultar a los amigos. Cuando hagas un regalo, no humilles a quien lo recibe.

26 Cuando te confíen un secreto, no se lo cuentes a nadie.

27 Si hacer esto te da vergüenza, te ganarás el aprecio de todos.

42

1 No cometas el error de preocuparte por lo que digan de ti, porque nada de lo que sigue es vergonzoso:

2 la ley de Dios y su alianza, dictar sentencia contra el malvado,

3 rendir cuentas al patrón o al socio en los negocios, compartir con otros tu herencia,

4 usar pesas y medidas justas, obtener alguna ganancia,

5 corregir a los hijos y darle trabajo a tu empleado.

6 A la mujer infiel se la deja encerrada en la casa, y los tesoros se guardan bajo llave.

7 Cuenta bien el dinero que das, y anota lo que recibes.

8 No es ninguna vergüenza corregir a los jóvenes inexpertos y a los viejos enamorados. Si demuestras que eres inteligente, te ganarás el aprecio de todos.

La preocupación de un padre por su hija

9 Una hija le quita el sueño al padre; el pensar en ella no lo deja dormir. Porque la hija joven podría quedarse soltera, y la casada podría divorciarse.

10 Si es soltera, puede ser violada y quedar embarazada. Si es casada, puede ser infiel, o tal vez no pueda tener hijos.

11 Si tienes una hija alocada, debes vigilarla muy de cerca, no sea que tus enemigos te humillen y la gente hable mal de ti.

Las mujeres

12 No te fijes en la mujer bonita, ni pongas tu confianza en ella;

13 porque la maldad anida en la mujer así como la polilla anida en la ropa.

14 Más vale un hombre difícil que una mujer fácil, porque esa clase de mujer avergüenza a su familia.

Alabanza a la creación

15-17 Quiero ahora hacer memoria de la creación de nuestro Dios, aun cuando ni sus ángeles han contado todas sus maravillas. Así como el sol lo ilumina todo, también el gran poder de Dios se ve en todo lo que él ha hecho.

18 Dios sabe todas las cosas, y conoce los secretos del corazón.

19 Dios sabe lo que antes sucedió, y lo que está por suceder.

20 Dios sabe todo lo que pensamos y todo lo que decimos.

21 Dios es el mismo siempre; nunca nadie le ha dado nada, ni tampoco le ha quitado. Su gran sabiduría es reconocida: no hace falta que nadie lo aconseje.

22 ¡Qué bella es la creación de Dios, aun cuando sólo vemos muy poco!

23 En todo lo creado hay vida, y todo cumple lo que Dios ordena.

24 Todo lo hizo de dos en dos, pero nada de lo creado está de más,

25 pues todo lo creado es bello, y nadie se cansa de admirarlo todo.

43 El sol

1 ¡Qué espectáculo tan grandioso es admirar el firmamento!

2 Cuando el sol aparece, muestra la admirable creación de Dios.

3-4 Al mediodía, calienta el sol la tierra, y apenas si se aguanta su calor. ¡Los rayos del sol derriten las montañas, como derrite los metales un horno ardiente!

5 ¡Qué grande es Dios, que hizo el sol y le ordena cumplir su recorrido!

La luna

6-8 La luna va creciendo poco a poco, hasta que se convierte en luna llena. Después se hace más y más pequeña, hasta desaparecer por algún tiempo, pero pronto vuelve a salir. Así es como divide los meses y marca la llegada de las fiestas. La luna es, en el firmamento, la abanderada de los ejércitos del cielo.

Las estrellas

9-10 La belleza del cielo resplandece con la hermosa luz de las estrellas. Dios las puso allí donde se encuentran, y les mandó no apartarse de sus puestos.

El arco iris

11 Miremos ahora el arco iris, y bendigamos al Dios que lo creó. ¡Qué admirable es su belleza!

12 ¡Se extiende por todo el horizonte porque Dios mismo así lo ordena!

Las maravillas de la naturaleza

13 A una orden de Dios caen la lluvia, la nieve y el granizo;

14 el ruido del trueno sacude la tierra, y las nubes vuelan como pájaros.

15 Da gusto ver cómo cae la nieve,

16 y cómo los montes se sacuden cuando se escucha el trueno.

17 Dios da una orden, y del sur y del norte soplan los vientos, las tormentas y los huracanes.

18 Caen entonces los copos de nieve, y corren por el suelo como saltamontes. ¡Su blancura nos deslumbra y nos deja boquiabiertos!

19-22 Dios ordena que vengan la suave brisa y los fuertes vientos. Sopla el frío viento del norte, y el agua se convierte en hielo; ¡se vuelve dura como el hierro! Otro viento calienta las montañas, y el desierto se convierte en fuego; ¡arde en llamas la hierba! Pero llegan la lluvia y el rocío, y traen al ambiente salud y frescura.

23 Dios dominó el mar con su poder, y allí estableció las islas.

24 Los marineros nos hablan de los peligros del mar, y cuentan historias increíbles.

25 Allí hay toda clase de animales y extraños monstruos marinos.

26 Pero Dios pone orden en todo por medio de su palabra, y se cumple lo que él ordena.

27 No hace falta que digamos más, porque nunca terminaríamos. Simplemente, ¡Dios lo es todo!

28-29 Alabemos con todas nuestras fuerzas la grandeza de la creación, pero reconozcamos también que Dios es más grande todavía que la creación entera.

30 Alabemos siempre a nuestro Dios, y no nos cansemos de alabarlo, aun sabiendo que nunca terminaremos.

31 A Dios nadie lo ha visto como para poder describirlo, así que nadie podrá alabarlo por todo lo que él es.

32 Hemos visto algo de su creación, pero hay mucho más que no hemos visto.

33 Dios ha hecho todas las cosas, y a la gente buena le dio sabiduría.

44 Alabanza de los antepasados

1 Honremos ahora a los hombres ilustres, a los antepasados de nuestro pueblo.

2 Desde un principio Dios los llenó de gran poder y los hizo muy famosos.

3 Algunos de ellos fueron reyes; otros hablaron en nombre de Dios,

4 o fueron consejeros del pueblo y le dieron sabias enseñanzas.

5 Algunos compusieron bellas melodías, otros escribieron hermosos poemas,

6 otros tuvieron poder y riquezas, y disfrutaron de una vida tranquila,

7 pero todos ellos, en su tiempo, fueron objeto de grandes honores.

8 ¡Su fama será siempre recordada!

9 Otros, en cambio, fueron olvidados como si nunca hubieran existido. Pareciera que ellos y sus hijos no hubieran nacido jamás.

10 Pero las buenas acciones de los hombres de bien nunca podrán ser olvidadas.

11-13 Sus hijos y sus nietos han seguido su ejemplo y siguen siendo fieles a Dios. Por eso todavía se les recuerda.

14 Murieron y fueron sepultados en paz, y su recuerdo seguirá a través del tiempo.

15 Siempre que el pueblo se reúna, será alabado por su sabiduría.

Henoc y Noé

16 Henoc agradó a Dios, y Dios se lo llevó al cielo.

17-18 Noé siempre hizo lo bueno. Gracias a él, terminó el diluvio y algunos quedaron con vida. Después del diluvio, Dios le prometió no volver a destruir la tierra, y le dio una señal permanente.

Abraham

19 Abraham fue padre de muchas naciones. Nadie fue tan famoso como él.

20 Cumplió la ley del Dios altísimo, y Dios hizo con él una alianza. Abraham llevó en su cuerpo la marca de esa alianza, y a la hora de la prueba se mantuvo firme.

21 Por eso Dios le juró que tendría muchos descendientes, tantos como las estrellas del cielo y como el polvo de la tierra. También le juró bendecir a las naciones por medio de sus descendientes, y entregarle toda la tierra, de norte a sur, y de este a oeste.

Isaac y Jacob

22-23 Gracias a Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob recibieron de Dios la misma promesa. Luego Dios repartió la tierra entre las doce tribus de Israel.

45

Moisés

1-4 ¡Bendito sea el recuerdo de Moisés, hombre amado por Dios y por su pueblo! Moisés era humilde y sencillo. Por eso Dios lo eligió entre todos los israelitas; le dio poder para ir ante el rey y realizar ante él grandes milagros. También le mostró su esplendor,

5 y le permitió escuchar su voz en medio de una nube oscura. Allí Dios le dio los mandamientos, que dan vida y sabiduría, para que instruyera a los israelitas en las condiciones de su alianza.

Aarón

6-9 Aarón era hermano de Moisés y pertenecía a la tribu de Leví. Dios lo eligió y le dio autoridad para que fuera su sacerdote. Lo vistió con ropas muy finas, y en ellas colgó unas campanillas, para que los israelitas las oyeran cuando Aarón anduviera por el templo.

10-14 Le puso una corona de oro, que decía Dedicado a Dios, y puso también en sus ropas los nombres de las tribus de Israel, grabados en doce piedras preciosas. ¡Nunca nadie se vistió como Aarón, con tanta elegancia y belleza!

15-17 Moisés derramó sobre Aarón el aceite para consagrarlo, porque Dios eligió a Aarón, y a todos sus descendientes, para que fueran sus sacerdotes. Por eso Aarón y sus descendientes presentan a Dios las ofrendas, queman incienso en el altar, y en nombre de Dios bendicen a los israelitas y piden que Dios los perdone. Además, Aarón y sus descendientes enseñan a los israelitas a obedecer los mandamientos de Dios.

18 Hubo algunos envidiosos, como Datán, Abirón, y los seguidores de Coré, que se rebelaron contra Aarón.

19 Pero Dios se enojó mucho y envió contra ellos su fuego ardiente.

20-21 Dios concedió a los sacerdotes una porción de carne de las ofrendas y los primeros frutos de las cosechas, para que nunca les faltara de comer.

22 Lo único que no les dio fue un territorio en su propio país, porque Dios mismo los cuidaría.

Finees hijo de Eleazar

23 Finees hijo de Eleazar fue el tercer hombre más famoso, después de Moisés y de Aarón. Finees se enfrentó a los rebeldes, y consiguió que Dios perdonara el pecado de los israelitas.

24 Por eso Dios le dio el derecho de ser el jefe de los sacerdotes; hizo una alianza de paz con Finees, y ordenó que él y sus descendientes le sirvieran siempre en el templo.

25 La alianza que Dios hizo con David valía sólo para el rey y para uno de sus hijos, pero la alianza de Dios con Aarón vale para todos sus descendientes.

26 ¡Que Dios les dé sabiduría para gobernar bien a su pueblo! ¡Que vivan siempre felices y nunca pierdan su poder!

46

Josué y Caleb

1 Josué era un valiente soldado, que se hizo cargo del pueblo después de la muerte de Moisés. Su nombre significa Dios salva, y le hizo honor a su nombre, pues salvó a Israel de sus enemigos y lo llevó a la tierra prometida.

2 ¡Con qué valor y elegancia tomaba la espada y atacaba ciudades!

3 ¡Peleaba en nombre de Dios, y nadie podía hacerle frente!

4 Josué dio una orden al sol, y el sol se detuvo, y un día duró lo mismo que dos.

5 Sus enemigos lo rodeaban, pero Josué llamó al Dios altísimo, y Dios atendió su llamado: ¡dejó caer sobre sus enemigos una lluvia de granizo!

6 Así fue como Dios destruyó a las naciones enemigas, y ellas reconocieron que Josué peleaba en nombre de Dios.

7 Aun en vida de Moisés, Josué siempre fue obediente a Dios. Con la ayuda de Caleb, Josué se opuso al grupo de rebeldes que murmuraban contra Dios, y evitó que los israelitas pecaran.

8 Por eso, sólo ellos dos se salvaron de morir en el desierto y pudieron entrar en la tierra donde abundan los alimentos.

9 Cuando Caleb llegó a ser viejo, Dios le dio muchas fuerzas para trepar montañas muy altas; esas montañas se las entregó Dios a Caleb y a sus descendientes.

10 Todo esto debiera servir para que los israelitas se den cuenta de que es bueno servir a Dios.

Los jueces

11 ¡Qué grato es recordar a los jueces, y nombrar a cada uno de ellos! ¡Nunca se apartaron de Dios, ni adoraron a los dioses falsos!

12 ¡Dios permita que su fama se mantenga viva en sus descendientes!

Samuel

13 Tanto amó Dios a Samuel que, desde antes de su nacimiento, lo eligió como su profeta. Y Samuel consagró a Saúl y a David para que fueran reyes de su pueblo;

14 dirigió al pueblo de Israel en obediencia a la ley de Dios,

15 y demostró ser un verdadero profeta porque siempre decía la verdad.

16 Samuel se vio rodeado de enemigos, pero pidió la ayuda de su Dios y le presentó como ofrenda un cordero recién nacido.

17 Entonces Dios, desde el cielo, dejó oír su voz de trueno

18 y destruyó por completo a los generales del ejército filisteo.

19 Antes de su muerte Samuel declaró ante Dios y ante el rey: Nunca le robé nada a nadie. Y nadie pudo decir lo contrario.

20 Aun después de su muerte Samuel habló desde su tumba, para anunciar el fin del rey Saúl y el perdón de todo el pueblo.

47

David

1 Después de Samuel vino Natán, que fue profeta en los días de David.

2 Entre los israelitas Dios eligió a David, porque era el mejor de todos.

3 David se divertía con leones y osos como si jugara con corderitos.

4-5 Todavía era muy joven cuando mató al gigante Goliat con una piedra de su honda. Pidió la ayuda de Dios y humilló a ese orgulloso guerrero; así dio la victoria a su pueblo y restauró su fama.

6-7 Cuando David llegó a ser rey, derrotó a sus enemigos filisteos y a todos los pueblos vecinos. Por eso las mujeres lo alababan y el pueblo lo nombró rey de Israel, pues David mató a decenas de miles.

8 David siempre rindió culto a Dios, y por el gran amor que le tenía le compuso bellas canciones.

9-10 Ordenó que en el templo siempre se cantara de sol a sol y se entonaran ante el altar dulces melodías para alabar a Dios.

11 Por eso, aunque David pecó, Dios le perdonó sus pecados y lo llenó de gran poder; además, hizo con él una alianza para que siempre reinara en Israel.

Salomón

12-13 Después de David reinó Salomón, un hijo suyo muy inteligente. Dios le permitió gobernar en paz, para que construyera en su honor un templo en Jerusalén.

14 ¡Qué sabio era Salomón a pesar de ser tan joven! ¡Era más abundante su sabiduría que las aguas del río Nilo!

15-17 Era tanta su sabiduría, y tantos sus proverbios y canciones, que fue admirado por muchos; ¡su fama llenó el mundo entero!

18 Lo llamaban amado de Dios, y llegó a amontonar oro y plata como si amontonara plomo o estaño.

19 Pero tuvo una debilidad: se dejó dominar por las mujeres.

20-21 Tan grande fue su pecado que Dios se enojó con él; dividió en dos su reinado, y así castigó a sus descendientes.

22 Pero Dios nunca deja de amarnos y siempre cumple sus promesas. Por eso no destruyó del todo a la familia de David, ni hizo que desaparecieran sus descendientes.

23 Salomón vivió muchos años, y cuando llegó el día de su muerte reinó en su lugar su hijo Roboam. Pero él no tenía inteligencia, y por su falta de sabiduría el pueblo se volvió muy rebelde.

24-25 Después vino su hermano Jeroboam que no es digno de ser recordado. Por culpa de él los israelitas cometieron toda clase de maldad. Por eso fueron expulsados de su país.

48

Elías

1-3 Después Dios envió a Elías, un profeta de palabra poderosa. Dios le ordenó suspender la lluvia, y por un tiempo no llovió. También hizo caer tres rayos. Tanto habían pecado los israelitas que los hizo pasar hambre, y a muchos los hizo morir.

4 Elías hizo muchos milagros.

5 A un niño le devolvió la vida,

6-8 también nombró reyes y profetas; pero a los poderosos los hundió en la ruina. Escuchó a Dios reprender a reyes en lo alto del monte Sinaí.

9 Luego Dios se lo llevó al cielo en un carro de fuego ardiente,

10 pero un día lo hará volver para calmar el enojo de Dios, para restablecer a las tribus de Israel, y para que los padres y los hijos vuelvan a quererse como antes. ¡Qué felices serán los que vivan para ver el día de su regreso!

11 ¡Qué felices serán también los que murieron en paz con Dios, y nosotros los que aún vivamos!

Eliseo

12 Cuando Elías fue llevado al cielo, Eliseo quedó lleno de su espíritu. Nunca tembló de miedo ante nadie, ni siquiera ante reyes y príncipes.

13-14 Para él, nada era difícil. Mientras vivió hizo muchos milagros, y aun muerto siguió profetizando.

15 Pero los israelitas no se arrepintieron ni quisieron dejar de pecar. Por eso Dios permitió que fueran expulsados de su país.

16 Sólo unos cuantos quedaron en Judea, entre los que se encontraba un jefe de la familia de David. Algunos de ellos fueron obedientes a Dios, pero otros cometieron muchos pecados.

Ezequías y el profeta Isaías

17-18 En tiempos del rey Ezequías llegó Senaquerib, el rey de Asiria, y con su ejército atacó a Jerusalén. Antes había enviado a uno de sus generales, que con mucho orgullo amenazó con destruir el templo y la ciudad. El rey Ezequías mandó que reforzaran las murallas que rodeaban a Jerusalén, y ordenó que se hiciera un canal para que no faltara el agua.

19 La gente tenía mucho miedo;

20 pero oró al Dios misericordioso, y él los oyó desde el cielo: ¡para salvarlos envió al profeta Isaías!

21 Dios hizo huir a los asirios; ¡el ángel de Dios los destruyó por completo!

22 Ezequías siguió el ejemplo de David, pues hizo lo que agrada a Dios, según las órdenes del profeta Isaías. Este gran profeta era digno de confianza, porque Dios se le apareció y le dio a conocer la verdad.

23 En tiempos de Isaías el sol retrocedió para prolongar la vida de Ezequías.

24-25 Los israelitas estaban muy tristes, pero Isaías les dio mucho ánimo al anunciarles lo que pasaría en el futuro.

49

El rey Josías

1 Recordar al rey Josías es como oler un suave perfume, como paladear la dulzura de la miel o escuchar la música de un banquete.

2 A Josías le daba mucha tristeza ver que el pueblo no se arrepentía; por eso acabó con la idolatría.

3 Aunque vivió en tiempos de violencia, buscó a Dios de todo corazón y fue siempre un ejemplo de bondad.

Jeremías y los últimos reyes

4 Con la excepción de David, de Ezequías y de Josías, todos los reyes de Judá no hicieron más que pecar. Se apartaron de las enseñanzas de Dios, y por eso Dios se apartó de ellos.

5 Tuvieron que rendirse ante reyes extranjeros,

6 los cuales prendieron fuego al templo y a la ciudad, y dejaron desiertas las calles.

7 Todo esto les sucedió por maltratar al profeta Jeremías, a quien Dios había elegido desde antes de su nacimiento para destruir o derribar, pero también para levantar y reconstruir.

El profeta Ezequiel

8 Ezequiel vio al Dios glorioso sobre un carro que llevaban unos querubines.

9 También mencionó a Job, quien se mantuvo firme en medio de los problemas.

Los profetas menores

10 ¡Que Dios dé nueva vida a los huesos de los doce profetas! Porque consolaron al pueblo de Dios y lo ayudaron a mantenerse firme y a no perder la esperanza.

Zorobabel y Josué

11-12 ¡No encuentro las palabras para alabar al gran Zorobabel! ¡Tampoco sé cómo alabar al sacerdote Josué hijo de Josadac! Reconstruyeron el altar y el templo que había sido consagrado para honrar a Dios por siempre.

Nehemías

13 Nehemías fue un gran hombre, pues reconstruyó los muros de Jerusalén, puso a la ciudad puertas y cerraduras, y reconstruyó nuestros hogares.

Los primeros antepasados

14 No hay nadie en el mundo que pueda compararse con Henoc, pues Dios se lo llevó al cielo.

15 Tampoco hay otro igual a José, que llegó a ser jefe de sus hermanos y siempre apoyó a su pueblo. Por eso sus restos mortales fueron enterrados con respeto.

16 Sem y Set merecen ser alabados, pero no hay en toda la creación nadie que esté por encima de Adán.

50

El sacerdote Simón

1 Simón hijo de Onías fue jefe de los sacerdotes, y durante su vida reconstruyó el templo;

2-3 puso los cimientos de sus torres, y construyó un estanque enorme para que no faltara el agua.

4 Para que el pueblo viviera seguro, reforzó las murallas de Jerusalén.

5 ¡Qué gusto daba ver a Simón cuando salía del templo, rodeado de todo el pueblo!

6 Brillaba como la luna, como el lucero de la mañana.

7 Resplandecía como el sol, como el arco iris entre las nubes.

8-10 Parecía una rosa en primavera, un lirio junto al arroyo, un olivo cargado de aceitunas. ¡Parecía una copa de oro puro, adornada con piedra preciosas!

11 Cuando se ponía sus ropas de fiesta y subía al altar de nuestro Dios, el templo se llenaba de luz.

12-13 De manos de los sacerdotes, y en presencia de todo el pueblo, recibía las ofrendas para Dios.

14-15 Luego preparaba los animales que se iban a sacrificar, y derramaba el vino sobre el altar como ofrenda agradable a Dios.

16 Los sacerdotes tocaban las trompetas y lanzaban gritos de alegría, para pedir al Dios altísimo que se acordara de su pueblo.

17-19 Enseguida todo el pueblo se inclinaba hasta tocar el suelo para adorar al Dios altísimo, mientras cantaba dulces melodías hasta el final del culto.

20 Después Simón alzaba las manos para bendecir a todo el pueblo en nombre del Dios todopoderoso.

21 Al recibir la bendición de Dios, el pueblo volvía a arrodillarse.

Invitación a la oración

22 Y ahora, bendigamos a Dios, que por todas partes hace maravillas y siempre nos trata con bondad.

23 Que Dios nos llene de alegría y nos conceda vivir en paz.

24 Que mantenga con nosotros su gran amor y sus promesas, y nos libre de todo mal.

Los pueblos enemigos

25 Hay dos pueblos que no me agradan, y un tercero que ni es nación:

26 los filisteos, en la costa del mar; los edomitas, en las montañas del sur; y los samaritanos, en Siquem.

Conclusión

27 Éstas son las enseñanzas de Jesús, el hijo de Sirac y nieto de Eleazar, que vivió en Jerusalén, que derramó su sabiduría como lluvia, y la dejó escrita en este libro.

28 ¡Dios bendiga al que las estudie y las retenga en su memoria!

29 Si tú practicas sus enseñanzas, serás tan sabio como valiente y la luz de Dios guiará tus pasos.

51 Himno de acción de gracias

1 Te doy gracias, mi Dios y salvador; alabo tu nombre, mi rey soberano.

2 Me has librado de la muerte, me has protegido de las mentiras que mis enemigos decían de mí.

3-5 Por tu gran misericordia me libraste de los enemigos, que querían quitarme la vida; me libraste de la angustia, del fuego y de muchos sufrimientos; me libraste de las mentiras, que hieren como flechas mortales; ¡me libraste de caer en el sepulcro!

6 Yo estaba a punto de morir.

7 Busqué alguien que me ayudara, pero nadie vino en mi ayuda.

8 Me acordé entonces de tu amor, y de que nunca dejas de amarnos; me acordé de que tú salvas y libras de todos los peligros a los que confían en ti.

9 Cuando elevé a ti mi oración para que me libraras de la muerte,

10 te dije: Mi Dios y padre, no me dejes desamparado; ¡tú puedes salvarme del peligro en los momentos de angustia! ¡Yo te alabaré por siempre; te cantaré himnos de gratitud!

11 Y tú escuchaste mis ruegos y me salvaste del peligro.

12 Por eso siempre te daré gracias, y cantaré himnos a tu nombre.

Hay que buscar la sabiduría

13 Cuando yo era joven, antes de andar por el mundo, le pedí a Dios en oración que me permitiera llegar a ser sabio.

14 Se lo pedí a la entrada del templo, y no descansé hasta llegar a serlo.

15 Cuando la sabiduría maduró en mí, como maduran las frutas en el árbol, mi corazón se llenó de alegría, pues la busqué desde mi juventud, y me llevó por el buen camino.

16-18 En cuanto llegué a ser sabio, decidí actuar siempre con sabiduría, y gracias a ella pude progresar.

19 Me esforcé mucho por alcanzarla, y cumplí fielmente sus enseñanzas. Oré a Dios con las manos en alto, pero con gran dolor me di cuenta que me faltaba mucho por aprender.

20-21 Me dediqué a buscar la sabiduría, pues para mí valía más que un tesoro. La sabiduría me dio inteligencia, y por eso Dios no me abandonará.

22 El premio que Dios me dio fue poder alabarlo con mis labios.

23-24 Ustedes, que no tienen sabiduría pero que quieren alcanzarla, vengan y entren en mi escuela. No digan que no pueden encontrarla.

25 Yo estoy dispuesto a hacerlos sabios, y no tienen que pagarme nada.

26-28 La sabiduría está cerca de nosotros, tan cerca que es posible alcanzarla. Fíjense en mí: con muy poco esfuerzo he alcanzado esta gran felicidad. Aun si tuvieran que pagar mucho, no les conviene dejar de aprender, porque así obtendrán mayores riquezas.

29 Alégrense en el amor de Dios, y nunca se avergüencen de alabarlo.

30 Cumplan con lo que deben hacer antes de que les llegue la muerte, y Dios, a su debido tiempo, les dará el premio que merecen. Ésta es la Sabiduría de Jesús hijo de Sirac.


Reflexiones sobre el libro Eclesiástico

El libro de «Eclesiástico», también conocido como «Sirácida» o «Eclesiástico Ben Sirá», es otro de los libros considerados «Deuterocanónicos» o «Apócrifos». Al igual que el libro de Sabiduría, no es parte del canon judío hebreo, pero es reconocido como parte de la Biblia por la Iglesia Católica y algunas denominaciones ortodoxas.

El Eclesiástico fue escrito por Jesús Ben Sirá, un erudito y sabio judío que vivió en Jerusalén durante el siglo II a.C. El libro es una colección de enseñanzas, proverbios y reflexiones sobre una amplia gama de temas, como la sabiduría, la moral, la justicia, el temor de Dios, la amistad, la virtud y el gobierno.

El Eclesiástico se presenta como una obra escrita por un padre sabio para instruir a su hijo en la sabiduría y las virtudes necesarias para llevar una vida justa y plena. A través de consejos prácticos y reflexiones éticas, el libro busca guiar a los lectores hacia una vida piadosa y responsable.

El Eclesiástico ha sido valorado por su contenido moral y práctico, y ha influido en la ética y la enseñanza de varias tradiciones religiosas. Muchos de sus proverbios y enseñanzas son similares a los encontrados en el libro bíblico de Proverbios, aunque también aborda una variedad más amplia de temas.

Es importante destacar que, al igual que con el libro de Sabiduría, la aceptación y el estatus del libro de Eclesiástico pueden variar entre las diferentes tradiciones religiosas y denominaciones cristianas. Algunas denominaciones protestantes no lo incluyen en su canon bíblico, considerándolo apócrifo o deuterocanónico.

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