Eclesiastés

Libro de Eclesiastés

Libro de Eclesiastés

¡Bienvenido/a a la sección de «Eclesiastés» del Libro Poético y Sapiencial de la Biblia en «Sagrada Escritura«! El libro de Eclesiastés es uno de los más desafiantes y controvertidos de la Biblia, y ofrece una meditación profunda sobre el significado de la vida y la existencia humana. Escrito por un autor anónimo conocido como «el Predicador», el libro de Eclesiastés se enfoca en la búsqueda de la felicidad y el sentido en medio de la vanidad y la transitoriedad de la vida. A través de una serie de reflexiones filosóficas y observaciones sobre la naturaleza humana y la realidad del mundo, el Predicador cuestiona las ideas convencionales sobre la felicidad, la justicia y la sabiduría. El libro de Eclesiastés es notable por su tono pesimista y su enfoque existencial, que lo convierten en una obra literaria única y fascinante. En esta sección, exploraremos la riqueza de Eclesiastés, incluyendo su contexto histórico y cultural, su teología y su significado espiritual. También reflexionaremos sobre su relevancia para nuestra vida y fe hoy en día, y ofreceremos sugerencias prácticas para su aplicación en nuestra vida diaria. Esperamos que disfrutes esta sección y encuentres en ella inspiración y sabiduría para tu vida.

1 Nada tiene sentido

1-2 Éstas son las palabras del Predicador, hijo de David, que fue rey en Jerusalén: ¡En esta vida nada tiene sentido! ¡Todo es una ilusión!

3 Realmente, en esta vida nada ganamos con tanto trabajar.

4 Unos nacemos, y otros morimos, pero la tierra jamás cambia.

5 El sol sale por la mañana, y por la tarde se oculta, y vuelve corriendo a su lugar para salir al día siguiente.

6 El viento gira y gira, y no deja de girar; a veces sopla hacia el norte, y a veces sopla hacia el sur.

7 Los ríos corren hacia el mar, y luego vuelven a sus fuentes para volver a vaciarse en el mar, pero el mar jamás se llena.

8 ¡Qué difícil me resulta explicar lo aburrido que es todo esto! ¡Nadie se cansa de ver! ¡Nadie se cansa de oír!

9 Lo que antes sucedió, vuelve a suceder; lo que antes se hizo, vuelve a hacerse. ¡En esta vida no hay nada nuevo!

10 Cuando alguien llega a decir: ¡Aquí tengo algo nuevo!, resulta que eso ya existía antes de que naciéramos.

11 Nosotros no nos acordamos de lo que otros hicieron, ni los que vengan después se acordarán de lo que hicimos. ¡Los que vengan después creerán empezar de nuevo!

Nada vale la pena

12 Yo, el Predicador, fui rey de Israel, y reiné en la ciudad de Jerusalén.

13 Toda mi sabiduría la dediqué a tratar de entender lo que se hace en este mundo. ¡Ésta es la tarea que Dios nos dejó, y es una tarea muy pesada!

14 Pude darme cuenta de que no tiene sentido nada de lo que se hace en este mundo; ¡todo es como querer atrapar el viento!

15 Como dice el dicho: Nadie puede enderezar lo torcido, ni contar lo que no tiene.

16 Entonces me puse a pensar: Vaya, vaya, aquí me tienen, hecho todo un gran personaje. Nunca hubo en Jerusalén nadie más sabio que yo; nunca nadie tuvo tantos conocimientos.

17 Aquí me tienen, dedicado por completo a tratar de comprender lo que es la sabiduría; ¡conozco hasta las más grandes tonterías! Pero también eso es como querer atrapar el viento.

18 Lo cierto es que mientras más se sabe, más se sufre; mientras más se llena uno de conocimientos, más se llena de problemas.

2

1 Entonces decidí ver qué de bueno ofrecen los placeres, ¡pero tampoco a esto le encontré sentido!

2 Y concluí que las diversiones son una locura, y que los placeres no sirven para nada.

3 Hice luego la prueba de beber mucho vino y de cometer las más grandes tonterías. Quería ver qué de bueno le encuentra la gente a sus pocos años de vida en este mundo. Pero hice esto sabiendo lo que hacía. Nunca perdí el control de la situación.

4 Todo lo hice en grande: construí mis propias casas, planté mis propios viñedos,

5 cultivé mis propios jardines, y en mis huertos planté toda clase de árboles frutales.

6 También mandé construir represas de agua para regar los árboles que allí crecían.

7 Llegué a tener muchos esclavos y esclavas, y también tuve más vacas y ovejas que todos los que reinaron en Jerusalén antes que yo.

8 Llegué a tener montones de oro y plata, y me quedé con las riquezas de otros reyes y de otras naciones. Tuve a mi servicio hombres y mujeres que cantaban para mí, y gocé de todos los placeres humanos, pues tuve muchas mujeres.

9 Entre los que reinaron en Jerusalén antes que yo, nunca nadie fue tan importante ni tan sabio.

10 Hice todo lo que quise, todo lo que se me ocurrió. Disfruté plenamente de todos mis trabajos, pues bien ganado me lo tenía.

11 Luego me puse a pensar en todo lo que había hecho, y en todo el trabajo que me había costado hacerlo, y me di cuenta de que nada de esto tenía sentido; todo había sido como querer atrapar el viento. ¡En esta vida nadie saca ningún provecho!

Nada nos llevamos de este mundo

12 Como yo era el nuevo rey, y no podía hacer más de lo que ya estaba hecho, me puse a pensar en lo que significa ser sabio y ser tonto.

13 Entonces me di cuenta de que ser sabio es como andar en la luz, y que ser tonto es como andar a oscuras,

14 pues el sabio sabe lo que hace, pero el tonto no sabe nada de nada. Pero también me di cuenta de que todos tenemos un mismo final,

15 así que me puse a pensar: ¿Qué gano yo con ser tan sabio, si al fin de cuentas moriré igual que los tontos? ¡Esto no tiene ningún sentido!

16 Como los sabios mueren igual que los tontos, y como todo se olvida con el tiempo, después nadie vuelve a acordarse ni de unos ni de otros.

17 Como nada en este mundo me causaba alegría, terminé por aborrecer la vida. Lo cierto es que nada tiene sentido; ¡todo es como querer atrapar el viento!

18 También terminé por aborrecer el haber trabajado tanto en esta vida, pues el fruto de todo mi trabajo tendría que dejárselo a quien reinara después de mí,

19 sin importar que ese nuevo rey fuera sabio o tonto. ¡Realmente no tiene sentido que alguien venga y se quede con todo lo que tanto trabajo nos ha costado llegar a tener!

20 Una vez más me desanimó el haber trabajado tanto en esta vida.

21 Resulta que algunos ponemos a trabajar nuestra sabiduría, nuestros conocimientos y experiencia, ¡tan sólo para dejarle todos nuestros bienes a quien nunca hizo nada para ganárselos! ¡Eso está muy mal, y no tiene ningún sentido!

22 Después de tantos trabajos, esfuerzos y preocupaciones, ¿qué nos llevamos de este mundo? ¡Nada!

23 Nuestra vida está llena de dolor y sufrimiento; ni de noche logramos descansar. ¡Eso no tiene sentido!

24 Lo mejor que podemos hacer es comer y beber, y disfrutar de nuestro trabajo. He podido darme cuenta de que eso es un regalo de Dios,

25 pues si no fuera por él, ¿quién podría comer y estar alegre?

26 Cuando Dios quiere a alguien, le da sabiduría y conocimientos, y lo hace estar alegre; en cambio, al que desobedece lo hace trabajar y amontonar mucho dinero, para luego dárselo todo a quien él quiere. ¡Pero eso tampoco tiene sentido! ¡Es como querer atrapar el viento!

3 Hay un tiempo para todo

1 En esta vida todo tiene su momento; hay un tiempo para todo:

2 Hoy nacemos, mañana morimos; hoy plantamos, mañana cosechamos;

3 hoy herimos, mañana curamos; hoy destruimos, mañana edificamos;

4 hoy lloramos, mañana reímos; hoy guardamos luto, mañana bailamos de gusto;

5 hoy esparcimos piedras, mañana las recogemos; hoy nos abrazamos, mañana nos despedimos;

6 hoy todo lo ganamos, mañana todo lo perdemos; hoy todo lo guardamos, mañana todo lo tiramos;

7 hoy rompemos, mañana cosemos; hoy callamos, mañana hablamos;

8 hoy amamos, mañana odiamos; hoy tenemos guerra, mañana tenemos paz.

Los regalos de Dios

9-10 Me he fijado en la carga tan pesada que Dios ha echado sobre nosotros. ¡Pero nada nos queda después de tanto trabajar!

11 Cuando Dios creó este mundo, todo lo hizo hermoso. Además, nos dio la capacidad de entender que hay un pasado, un presente y un futuro. Sin embargo, no podemos comprender todo lo que Dios ha hecho.

12-13 Mientras tengamos vida, hagamos lo bueno y pasémosla bien. El comer y el beber, y el disfrutar del fruto de tanto trabajo, es algo que Dios nos permite. Eso lo sé muy bien,

14 como sé también que todo lo que Dios ha hecho permanecerá para siempre; a su creación no hay nada que agregarle ni nada que quitarle; Dios lo hizo todo así para que reconozcamos su poder.

15 Todo lo que ahora existe, ya existía mucho antes; y todo lo que habrá de existir, existe ya. Dios hace que todo vuelva a repetirse.

Todo vuelve al polvo

16 En esta vida he visto también las injusticias que cometen los jueces, de quienes esperamos que hagan justicia.

17 Pero como todo en este mundo tiene su hoy y su mañana, me consuela pensar que un día, Dios juzgará al justo y al malvado.

18 También me consuela pensar que Dios nos pone a prueba, para que nosotros mismos nos demos cuenta de que no somos diferentes de los animales, ni superiores a ellos;

19 nuestro destino es el mismo: tanto ellos como nosotros necesitamos del aire para vivir, y morimos por igual. En realidad, nada tiene sentido.

20 Todos vamos al mismo lugar, pues todo salió del polvo, y al polvo todo volverá.

21 Lo cierto es que nadie sabe si el espíritu del hombre sube a las alturas, ni tampoco si el espíritu de los animales baja al fondo de la tierra.

22 Lo que sí he visto es que, cuando morimos, nadie nos trae de vuelta para ver lo que pasará después. Por eso, disfrutemos de nuestro trabajo, ya que trabajar es nuestro destino.

4

1 Miré hacia otro lado, y esto fue lo que vi en este mundo: hay mucha gente maltratada, y quienes la maltratan son los que tienen el poder. La gente llora, pero nadie la consuela.

2 Entonces dije: ¡Qué felices son los que han muerto, y que lástima dan los que aún viven!

3 Aunque, en realidad, son más felices los que no han nacido, pues todavía no han visto la maldad que hay en este mundo.

4 También vi que todos trabajan y buscan progresar sólo para tener más que los otros. Pero tampoco esto tiene sentido, porque es como querer atrapar el viento.

5 Es verdad que, el tonto no quiere trabajar y por eso acaba muriéndose de hambre;

6 pero más vale una hora de descanso que dos horas de trabajo, pues el mucho trabajo no sirve de nada.

La unión hace la fuerza

7 Miré hacia otro lado, y vi que en esta vida hay algo más que no tiene sentido.

8 Me refiero al hombre solitario, que no tiene hijos ni hermanos: todo el tiempo se lo pasa trabajando, y nunca está satisfecho; siempre quiere tener más. Ese hombre jamás se pone a pensar si vale la pena tanto trabajar y nunca gozar de la vida. ¡No tiene sentido esforzarse tanto!

9 La verdad, más valen dos que uno, porque sacan más provecho de lo que hacen.

10 Además, si uno de ellos se tropieza, el otro puede levantarlo. Pero ¡pobre del que cae y no tiene quien lo ayude a levantarse!

11 Y también, si dos se acuestan juntos, entran en calor; pero uno solo se muere de frío.

12 Una sola persona puede ser vencida, pero dos ya pueden defenderse; y si tres unen sus fuerzas, ya no es fácil derrotarlas.

Juventud y sabiduría

13 Si tengo que elegir, prefiero al joven pobre pero sabio, que al rey viejo pero tonto que no deja que nadie lo aconseje.

14-16 Porque ese rey viejo muere y viene otro más joven, y aunque el nuevo rey haya nacido en la pobreza, o haya estado en la cárcel, la gente lo apoya al principio. Sin embargo, con el tiempo habrá muchos que tampoco estarán contentos con él. Y esto no tiene sentido; ¡es como querer atrapar el viento!

5 Cumple lo que prometes

1 Si vas al templo, ten cuidado con lo que haces y presta atención a lo que allí se enseña. Es mejor obedecer a Dios que ofenderlo presentando ofrendas sin pensar en lo que se hace.

2 Ante Dios, piensa bien lo que vas a decir, pues Dios es más poderoso que tú.

3 Recuerda que el que mucho se preocupa tiene muchas pesadillas, y que el que mucho habla dice muchas tonterías.

4 Si le haces una promesa a Dios, no te tardes en cumplirla, porque a Dios no le gusta la gente tonta que no cumple.

5 Recuerda que vale más no prometer, que prometer y no cumplir.

6 No cometas el error de hablar sin pensar. Tampoco te disculpes luego con el sacerdote, y digas que lo hiciste sin querer. No hay necesidad de que Dios se enoje contigo y destruya lo que tanto trabajo te ha costado, ¡y todo por hablar sin pensar!

7 Éste es un mundo de sueños y palabras y cosas sin sentido, pero tú debes mostrar respeto por Dios.

De nada sirven las riquezas

8 Que no te extrañe ver países donde a los pobres se les maltrata y no se les hace justicia. Esto sucede cuando a un funcionario importante lo protege otro más importante, y cuando otros aún más importantes protegen a estos dos.

9 Sin embargo, te dirán: Esto lo hacemos por el bien del país. Nosotros los gobernantes estamos para servir a los campesinos.

10 Hay gente que dice que el dinero no es importante, pero cuando ya lo tiene, todavía quiere más. Eso tampoco tiene sentido,

11 porque quien se llena de dinero también se llena de gente que quiere gastarlo. Lo único que sacan los ricos es el gusto de ver tanto dinero,

12 porque de tanto tener hasta el sueño se les quita. En cambio, la gente que trabaja puede comer mucho o comer poco, pero siempre duerme tranquila.

13 En esta vida he visto que guardar mucho dinero no es nada bueno, pues acaba por perjudicar a quien lo tiene.

14 Además, todo ese dinero puede perderse en un mal negocio; así, quien antes fue rico luego no tiene nada que dejarle a sus hijos;

15 al fin de cuentas, acaba por irse de este mundo tan desnudo como cuando nació, ¡y sin llevarse nada de lo que tanto trabajo le costó ganar!

16 A mí me parece terrible que al morir nos vayamos tan desnudos como vinimos. ¿De qué nos sirve entonces tanto trabajar,

17 y pasarnos la vida tristes, molestos, enfermos y enojados?

18 Desde mi punto de vista, es muy poco lo que vivimos. Así que comamos y bebamos, y disfrutemos de lo que tanto trabajo nos ha costado ganar, pues así Dios lo ha querido.

19 Si él nos da mucho, también nos permite disfrutar de lo que nos da; disfrutemos entonces de lo que tanto trabajo nos ha costado, porque es un regalo de Dios.

20 Ya que Dios nos hace estar felices, dejemos de preocuparnos tanto por la vida.

6 La vida no tiene sentido

1 En esta vida he visto un mal que a todos nos afecta:

2 a veces Dios nos da mucho dinero y honores, y cumple todos nuestros deseos, pero al fin de cuentas son otros los que acaban disfrutando de todo eso. ¡A mí me parece algo terrible y sin sentido!

3 Podemos vivir cien años, y llegar a tener cien hijos, pero si no disfrutamos de las cosas buenas de la vida, ni tampoco nos entierran como se debe, yo digo que un niño que nace muerto ha tenido mejor suerte que nosotros.

4-5 Porque ese niño nunca llegó a ver la luz ni supo nada; tampoco nadie supo nada de él, ni siquiera su nombre; sin embargo, tuvo más tranquilidad

6 que quien pudiera vivir dos mil años y no disfrutar de la vida. Pero al fin de cuentas, ¡todos terminaremos en el mismo lugar!

7 Todo el tiempo trabajamos para calmar el hambre, pero nuestro estómago nunca queda satisfecho.

8 Al fin de cuentas, el sabio no es mejor que el tonto. Lo que el pobre necesita es superar sus problemas.

9 Por eso, vale más pájaro en mano que cien volando. Aunque tampoco esto tiene sentido, porque es como querer atrapar el viento.

10 Nosotros existimos porque Dios quiso que existiéramos, y hasta nos puso el nombre que tenemos; pero no podemos luchar contra él, porque es más fuerte que nosotros.

11 Pero nada ganamos con hablar. Mientras más hablamos, más tonterías decimos.

12 En realidad, no sabemos qué es lo mejor para nosotros. No tiene ningún sentido vivir tan poco tiempo y desaparecer como las sombras. Además, nadie puede decirnos qué pasará en este mundo después de nuestra muerte.

7 Nueva escala de valores

1 Más vale ser respetado que andar bien perfumado. Más vale el día en que morimos que el día en que nacemos.

2 Más vale ir a un entierro que a una fiesta, pues nos hace bien recordar que algún día moriremos.

3 Más vale llorar que reír; el llanto nos hace madurar.

4 En un funeral los sabios saben cómo portarse, pero los tontos sólo se ríen y hacen chistes.

5 Más vale una reprensión de sabios que una alabanza de tontos.

6 Qué hueca es la risa del tonto, pronto se apaga, como la paja en el fuego.

7 El sabio actúa como un tonto cuando abusa de su poder y acepta dinero a cambio de favores.

8 Más vale un buen final que un buen principio. El que tiene paciencia llega a la meta; el orgulloso habla mucho, pero no logra nada.

9 Si ya enojarse es malo, guardar rencor es peor.

10 Hay quienes se quejan de que todo tiempo pasado fue mejor. Pero esas quejas no demuestran mucha sabiduría.

11 En esta vida ser sabio es bueno, pero ser sabio y rico es mejor.

12 La sabiduría protege, y el dinero también, pero la sabiduría nos permite llegar a viejos.

13 Fíjate en lo que Dios ha hecho, y verás que nadie puede enderezar lo que él ha torcido.

14 Por eso, cuando vengan los buenos tiempos, disfrútalos; pero cuando lleguen los tiempos malos ponte a pensar que todo viene de Dios, y que nunca sabemos lo que nos espera.

15 En esta vida sin sentido que me ha tocado vivir, he visto lo siguiente: hay gente buena, que por su bondad acaba en la ruina, y hay gente malvada, que a pesar de su maldad vive muchos años.

16 Yo creo que no hay que exagerar. ¡Ni tan bueno ni tan sabio que acabes en la ruina!

17 ¡Ni tan malo ni tan tonto que mueras antes de tiempo!

18 No te vayas a los extremos. Respeta a Dios y todo te saldrá bien.

19 Una ciudad está mejor protegida con la sabiduría de un hombre sabio que con la fuerza de diez gobernantes.

20 Sin embargo, no hay en este mundo nadie tan bueno que siempre haga el bien y nunca peque.

21 No hagas caso de los chismes, y así no sabrás cuando tu empleado hable mal de ti;

22 aunque tú bien sabes que muchas veces también has hablado mal de otros.

El por qué de las cosas

23 Como yo quería ser sabio, traté de entender todo esto haciendo uso de mi inteligencia, pero era más de lo que yo podía entender.

24 Todo lo que existe es muy difícil de comprender, y entenderlo está fuera de mi alcance. En realidad, no hay nadie que pueda entenderlo.

25 Entonces decidí investigar todo lo que pudiera acerca de la sabiduría y llegar a una conclusión. Así pude darme cuenta de que ser malo es una tontería, y que ser tonto es una locura.

26 También pude darme cuenta de que una mala mujer causa más amargura que la muerte; cuando te abraza, lo que realmente quiere es atraparte. Si tú obedeces a Dios, te librarás de ella; pero si no lo obedeces, caerás en sus redes.

27 Después de estudiar con cuidado todas las cosas, yo, el Predicador, he llegado a esta conclusión:

28 ¡todavía no he encontrado lo que busco! He encontrado un hombre bueno entre mil, pero no he encontrado una sola mujer buena.

29 Lo que sí he llegado a entender es que Dios nos hizo perfectos, pero nosotros lo enredamos todo.

8 La obediencia al rey

1 No hay quien pueda compararse al sabio, ni quien sepa todas las respuestas. El que es sabio siempre se ve sonriente y amable.

2 Yo creo que debemos obedecer al rey, si así lo hemos jurado ante Dios.

3-4 La autoridad del rey no se discute. Nadie puede pedirle cuentas. El rey puede hacer lo que quiera. Por eso no hay que salir de su presencia sin su permiso, ni tampoco insistir en hacer lo malo.

5 Quien obedece sus órdenes no sufre ningún daño, y quien es inteligente sabe cuándo y cómo debe obedecerlas.

6-7 Lo cierto es que todo tiene su cómo y su cuándo; nuestro gran problema es que no sabemos cuándo y cómo van a pasar las cosas, ni hay tampoco nadie que nos lo pueda decir.

8 Nadie tiene tanto poder como para evitar la muerte y vivir para siempre. De la batalla entre la vida y la muerte nadie se libra, ni siquiera los malvados.

La vida es difícil de entender

9 Me he dedicado a tratar de entender todo lo que se hace en esta vida, y he visto casos en que unos dominan a otros, pero que al final todos salen perjudicados.

10 También he visto que sepultan con honores a gente malvada, y que a la gente buena ni en su propio pueblo la recuerdan. ¡Y esto tampoco tiene sentido!

11 Cuando el malvado no es castigado de inmediato, la gente piensa que puede seguir haciendo lo malo.

12-13 Tal vez haya gente malvada que peque y vuelva a pecar, y viva muchos años, pero yo sé que no les irá bien ni vivirán mucho tiempo. Pasarán por la vida como una sombra, porque no respetan a Dios. En cambio, a quienes aman y obedecen a Dios les irá mejor.

14 En este mundo pasan cosas que no tienen sentido; a la gente buena le va como si fuera mala, y a la gente mala le va como si fuera buena. ¡Yo digo que esto no tiene sentido!

15 Por eso digo: ¡A pasarla bien! En esta vida que Dios nos ha dado, lo mejor que podemos hacer es comer, beber y divertirnos. Eso es lo único que nos queda después de mucho trabajar.

16 Tanto me dediqué a observar todo lo que se hace en este mundo, y a tratar de entender lo que es la sabiduría, que ni de noche ni de día podía dormir.

17 Fue así como vi todo lo que Dios ha hecho en este mundo, y que es algo que jamás podremos comprender. Aunque tratemos de hallarle algún sentido, no se lo encontraremos; y aunque haya algún sabio que crea entenderlo, en realidad no podrá comprender.

9 Un destino común

1 Puse todo mi empeño en entender todo esto, y pude comprobar que todo está en las manos de Dios: en sus manos está lo que hacen los sabios y la gente honesta. Ninguno de nosotros sabe en realidad lo que son el amor y el odio.

2 Lo mismo da ser justo que ser injusto, ser bueno o malo, puro o impuro, ofrecerle sacrificios a Dios o no ofrecérselos, pecar o no pecar, hacerle a Dios promesas o no hacérselas, pues todos tenemos un mismo final.

3 Y eso es lo malo de todo lo que se hace en esta vida: que todos tengamos un mismo final. Además, siempre estamos pensando en la maldad; nos pasamos la vida pensando tonterías, ¡y al fin de cuentas todos paramos en el cementerio!

4 No hay mucho de dónde elegir, aunque mientras haya vida hay esperanza, por eso digo, más vale plebeyo vivo que rey muerto.

5 Los que aún vivimos sabemos que un día habremos de morir, pero los muertos ya no saben nada ni esperan nada, y muy pronto son olvidados.

6 Con la muerte se acaban sus amores, sus odios, sus pasiones y su participación en todo lo que se hace en esta vida.

7 ¡Ánimo, pues! ¡Comamos y bebamos alegres, que Dios aprueba lo que hacemos!

8 ¡Vistámonos bien y perfumémonos!

9 Puesto que Dios nos ha dado una corta vida en este mundo, disfrutemos de cada momento con la mujer amada. ¡Disfrutemos cada día de esta vida sin sentido, pues sólo eso nos queda después de tanto trabajar!

10 Y todo lo que podamos hacer, hagámoslo con alegría. Vamos camino a la tumba, y allá no hay trabajo ni planes, ni conocimiento ni sabiduría.

Más vale maña que fuerza

11 Miré hacia otro lado y vi que en esta vida no son los más veloces los que ganan la carrera, ni tampoco son los más valientes los que ganan la batalla. No siempre los sabios tienen qué comer, ni los inteligentes tienen mucho dinero, ni todo el mundo quiere a la gente bien preparada. En realidad, todos dependemos de un momento de suerte,

12 y nunca sabemos lo que nos espera. En cualquier momento podemos caer en la desgracia, y quedar atrapados como peces en la red o como pájaros en la trampa.

13 En este mundo vi algo de lo que también aprendí mucho:

14 había una ciudad muy pequeña y con muy pocos habitantes, que fue atacada por un rey muy poderoso. Ese rey rodeó la ciudad con sus máquinas de guerra, y se preparó para conquistarla.

15 En esa ciudad vivía un hombre muy sabio, que con su sabiduría pudo haber salvado a la ciudad, pero como era muy pobre, ¡nadie se acordó de él!

16 Aunque la gente se fije más en la pobreza del sabio que en la sabiduría de sus palabras, yo sigo pensando que más vale maña que fuerza,

17 pues se oyen mejor las suaves palabras de los sabios que los gritos del más grande de los tontos.

18 En realidad, puede más la sabiduría que las armas de guerra, aunque un solo error puede causar mucho daño.

10 Otros dichos sabios

1 La mejor sopa se echa a perder si le cae una mosca. La menor tontería echa a perder tu fama de sabio.

2 El sabio siempre piensa en hacer lo bueno; el tonto sólo piensa en hacer lo malo.

3 Tiene el tonto tan poco cerebro que sin abrir la boca anuncia su tontería.

4 Si el gobernante se enoja contigo, no renuncies a tu cargo. Para los grandes errores, un gran remedio: la paciencia.

5 En esta vida he visto algo muy grave, parecido al error que cometen los gobernantes:

6 que a la gente incapaz se le dan puestos de gran responsabilidad, mientras que a la gente capaz se le dan los puestos más bajos.

7 ¡Y resulta que los esclavos andan a caballo, mientras que la gente que vale anda a pie!

8 Si haces hoyos, puedes caerte en ellos. Si partes en dos un muro, puede morderte una serpiente.

9 Si partes piedras, puedes salir herido. Si partes leña, puedes salir lastimado.

10 El hacha sin filo no corta. Si no se le saca filo, hay que golpear con más fuerza. Si quieres prosperar, tienes que saber qué hacer y hacerlo bien.

11 ¿De qué te sirve tener un encantador de serpientes, si la serpiente te muerde antes de ser encantada?

12 Cuando el sabio habla, a todos les cae bien; cuando el tonto abre la boca, provoca su propia ruina.

13 Comienza diciendo tonterías, y acaba diciendo estupideces,

14 ¡pero palabras no le faltan! ¿Qué va a pasar mañana? ¿Qué va a pasar después? ¡Nadie puede saberlo!

15 No tiene ningún sentido que tanto trabaje el tonto, si no sabe ni en dónde está.

16 ¡Qué lástima da el país que tiene un rey incapaz y malos gobernantes que siempre están de fiesta!

17 ¡Pero qué dichoso es el país que tiene un rey bien preparado, con gobernantes que comen para vivir y no viven para comer!

18 En la casa del perezoso pasan muchas desgracias: primero se cae el techo, y después toda la casa.

19 Para estar feliz hace falta pan, para estar contento hace falta vino, y para gozar de todo hace falta dinero.

20 Nunca hables mal del rey ni de la gente poderosa, aunque creas que nadie te oye. Las palabras vuelan; son como los pájaros, y todo llega a saberse.

11

1 Dale de comer al hambriento, y un día serás recompensado.

2 Comparte lo que tienes con siete y hasta ocho amigos, pues no sabes si mañana el país estará en problemas.

3 Cuando las nubes se ponen negras, de seguro va a llover.

4 Cuando el árbol cae, no importa de qué lado caiga; donde cae, allí se queda. Si quieres sembrar, no te quedes mirando al viento; si quieres cosechar, no te quedes mirando al cielo.

5 Nadie sabe qué rumbo toma el viento, ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, ni cómo hizo Dios todas las cosas.

6 Hay que sembrar en la mañana, y volver a sembrar en la tarde. Nunca se sabe cuál de las dos siembras será mejor, o si las dos serán abundantes.

7 ¡Qué bueno es disfrutar de la luz del sol!

8 Pero aunque vivamos muchos años, y todo ese tiempo lo vivamos felices, no debemos olvidar que nos esperan muchos días de oscuridad, y que del mañana no esperamos nada.

Acuérdate de tu creador

9 Alégrate ahora que eres joven. Déjate llevar por lo que tus ojos ven y por lo que tu corazón desea, pero no olvides que un día Dios te llamará a cuentas por todo lo que hagas.

10 Deja de preocuparte, pero apártate de la maldad. Ten presente que ni los mejores días de tu juventud tienen sentido alguno.

12

1 Acuérdate de tu creador ahora que eres joven. Acuérdate de tu creador antes que vengan los días malos. Llegará el día en que digas: No da gusto vivir tantos años.

2 Acuérdate de tu creador antes que dejen de brillar el sol, la luna y las estrellas. Acuérdate de tu creador ahora que después de la lluvia las nubes siguen cargadas.

3 Llegará el día en que tiemblen los guardianes del palacio; llegará el día en que se doblen los héroes de mil batallas. Cuando llegue ese día, habrá tan pocas molineras que dejarán de moler; las que espían por las ventanas dejarán de asomarse a la calle;

4 las puertas de la casa se cerrarán por completo; el ruido del molino parecerá perder fuerza, y el canto de los pájaros dejará de escucharse.

5 Cuando llegue ese día, te darán miedo las alturas y los peligros del camino. Tu almendro echará flores blancas, el saltamontes y la alcaparra te resultarán una carga, y no te servirán de nada. Cuando llegue ese día, irás camino al lugar de donde ya no volverás, y en la calle te rodearán los que lamenten tu muerte.

6 Acuérdate de tu creador antes que se hagan pedazos el cordón de plata y la vasija de oro; antes que el cántaro se estrelle contra la fuente y la polea del pozo se parta en mil pedazos.

7 Cuando llegue ese día, volverás a ser polvo, porque polvo fuiste, y el espíritu volverá a Dios, pues él fue quien lo dio.

8 Yo, el Predicador, declaro: ¡En esta vida nada tiene sentido! ¡Todo es una ilusión!

Palabras finales

9 Entre otras cosas, el Predicador se dedicó a enseñar a otros todo lo que sabía. Todo lo estudiaba con cuidado y lo investigaba a fondo. Además, hizo una gran colección de proverbios.

10 Siempre procuró expresar sus ideas de la mejor manera posible, y escribirlas con palabras claras y verdaderas.

11 Cuando los sabios hablan, sus palabras son como la vara que guía al buey. Sus colecciones de proverbios vienen de Dios, y son como las estacas que sostienen la tienda de campaña.

12 Pero yo les recomiendo a los jóvenes tener presente esto: ponerse a escribir muchos libros es cuento de nunca acabar, y ponerse a leerlos es un trabajo muy agotador.

13 Puedo terminar este libro diciendo que ya todo está dicho. Todo lo que debemos hacer es alabar a Dios y obedecerlo.

14 Un día Dios nos llamará a cuentas por todo lo que hayamos hecho, tanto lo bueno como lo malo, aunque creamos que nadie nos vio hacerlo.


🔊 Formato Audio extraído de librivox – Bible (Reina Valera) 21: Eclesiastés o El Predicador

Reflexiones sobre el libro Eclesiastés

El libro del Eclesiastés es uno de los libros más fascinantes y enigmáticos de la Biblia. Se trata de una obra que recoge las reflexiones de un sabio, llamado Qohélet, sobre el sentido de la vida y la conducta humana. Qohélet se presenta como el rey Salomón, el hombre más sabio y rico de su tiempo, que experimentó todo lo que el mundo podía ofrecerle, pero que al final se sintió insatisfecho y vacío.

Qohélet cuestiona las certezas y las esperanzas tradicionales de su pueblo, y expone su visión pesimista y escéptica de la realidad. Para él, todo es vanidad, es decir, algo efímero, ilusorio e inútil. Nada tiene valor permanente ni provecho duradero bajo el sol. Ni la sabiduría, ni el placer, ni el trabajo, ni las riquezas, ni la justicia pueden colmar el anhelo del corazón humano. Todo está sometido al tiempo, al azar y a la muerte.

Sin embargo, Qohélet no renuncia a la fe ni a la moral. Reconoce que Dios es el creador y el señor de todo, y que tiene un plan misterioso e inescrutable para el mundo y para el hombre. Por eso, invita a temer a Dios y a guardar sus mandamientos, que son la única guía segura para la vida. También aconseja disfrutar con moderación y gratitud de los dones que Dios concede al hombre, como la comida, la bebida, el amor y la amistad.

El libro del Eclesiastés es un testimonio valiente y honesto de la búsqueda humana de sentido en medio de un mundo ambiguo y contradictorio. Su mensaje sigue siendo actual y desafiante para los lectores de hoy, que también se enfrentan a las mismas preguntas existenciales que Qohélet.

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