Amós

Libro de Amós

Libro de Amós

La sección de «Amós» en los Libros Proféticos de la Biblia es una obra del Antiguo Testamento que destaca por su mensaje de justicia social y su llamado a la responsabilidad individual y colectiva. Escrito en hebreo, el libro de Amós presenta la figura de un pastor de ovejas que es llamado por Dios para profetizar contra el pueblo de Israel, acusándolo de su falta de compasión por los pobres y oprimidos, y su adoración superficial e hipócrita. A través de sus palabras, Amós llama a la justicia y a la rectitud, denunciando la corrupción y la injusticia que prevalecen en la sociedad. Su mensaje es especialmente relevante en la actualidad, cuando la desigualdad social y la indiferencia hacia el sufrimiento humano siguen siendo problemas urgentes en muchas partes del mundo. En esta sección de «Sagrada Escritura», exploraremos las principales enseñanzas y profecías de Amós, así como su impacto en la teología y la cultura cristiana.

1 De ganadero a profeta

1 En el pueblo de Tecoa vivía un ganadero llamado Amós, que comunicó a los israelitas varios mensajes de parte de Dios. Esto sucedió dos años antes del terremoto, cuando Ozías era rey de Judá y Jeroboam hijo de Joás era rey de Israel.

2 Éstos fueron los mensajes de Amós: Cuando Dios se enoja y habla desde Jerusalén, se marchitan los pastos; ¡se reseca el monte Carmelo!

Contra Damasco

3 El Dios de Israel ha dicho: Ustedes, habitantes de Damasco, han llegado al colmo de la maldad. Por eso, ¡no los perdonaré! Hicieron pedazos a la gente de Galaad como si desgranaran trigo con una máquina de hierro.

4 Por eso, les prenderé fuego al palacio del rey Hazael y al de su hijo Ben-hadad;

5 derribaré los portones de Damasco, destruiré a los reyes de Bicat-avén y Bet-edén, y haré que a todos ustedes se los lleven a la ciudad de Quir. Les juro que así será.

Contra Gaza

6 El Dios de Israel ha dicho: Ustedes, habitantes de Gaza, han llegado al colmo de la maldad. Por eso, ¡no los perdonaré! Tomaron presos pueblos enteros, y en Edom los vendieron como esclavos.

7 Por eso les prenderé fuego a las murallas de Gaza y sus palacios quedarán hechos cenizas;

8 destruiré a los reyes de Asdod y de Ascalón, y descargaré mi poder contra Ecrón, hasta que mueran todos ustedes. Les juro que así será.

Contra Tiro

9 El Dios de Israel ha dicho: Ustedes, habitantes de Tiro, han llegado al colmo de la maldad. Por eso, ¡no los perdonaré! Tomaron presos pueblos enteros y en Edom los vendieron como esclavos; ¡no respetaron el pacto de hermanos que habían hecho con esos pueblos!

10 Por eso les prenderé fuego a las murallas de Tiro y sus palacios quedarán hechos cenizas.

Contra Edom

11 El Dios de Israel ha dicho: Ustedes, habitantes de Edom, han llegado al colmo de la maldad. Por eso, ¡no los perdonaré! Persiguieron a sus propios hermanos y los mataron sin ninguna compasión; dieron rienda suelta a su enojo, y siempre guardaron su rencor.

12 Por eso les prenderé fuego a las ciudades de Temán y Bosrá, y sus palacios quedarán hechos cenizas.

Contra Amón

13 El Dios de Israel ha dicho: Ustedes, habitantes de Amón, han llegado al colmo de la maldad. Por eso, ¡no los perdonaré! Para agrandar su territorio, en Galaad partieron en dos a las mujeres embarazadas.

14 Por eso les prenderé fuego a las murallas de Rabá, y sus palacios quedarán hechos cenizas. Lo haré el día de la batalla, en medio del estruendo de un día de tempestad,

15 y su rey y sus jefes serán llevados a otro país. Les juro que así será.

2 Contra Moab

1 El Dios de Israel ha dicho: Ustedes, habitantes de Moab, han llegado al colmo de la maldad. Por eso, ¡no los perdonaré! Quemaron los huesos del rey de Edom hasta dejarlos hechos cenizas.

2 Por eso les prenderé fuego a las ciudades de Moab, y dejaré hechos cenizas los palacios de Queriot; ¡ustedes, moabitas, perderán la vida entre gritos de batalla y toques de trompeta!

3 ¡Yo les quitaré la vida a su rey y a sus jefes! Les juro que así será.

Contra Judá

4 El Dios de Israel ha dicho: Ustedes, habitantes de Judá, han llegado al colmo de la maldad. Por eso, ¡no los perdonaré! Rechazaron mis enseñanzas y no quisieron obedecerlas. Prefirieron adorar a los dioses falsos que antes adoraron sus antepasados.

5 Por eso les prenderé fuego a las ciudades de Judá, y dejaré hechos cenizas los palacios de Jerusalén.

Contra Israel

6 El Dios de Israel ha dicho: Ustedes, pueblo de Israel, han llegado al colmo de la maldad. Por eso, ¡no los perdonaré! A la gente humilde y honrada la venden como esclava por unas cuantas monedas y hasta por un par de zapatos;

7 a los pobres los humillan, los arrastran por el suelo y son injustos con ellos; los padres y los hijos me ofenden al tener relaciones sexuales con una misma mujer.

8 Se acuestan con ella junto a cualquier altar; se acuestan sobre la ropa que algún pobre les dejó como garantía de pago; con el dinero de multas injustas compran vino y se emborrachan en el templo de su dios.

9-10 Pueblo de Israel, yo los saqué de Egipto, y durante cuarenta años los guié a través del desierto; destruí por completo a los amorreos y les di a ustedes su país, aunque ellos eran un pueblo de mucha fuerza y gran estatura.

11 De entre los hijos de ustedes, elegí a algunos como profetas y a otros los aparté como nazireos[a]. ¡Díganme ustedes si miento! Les juro que así fue.

12 Pero ustedes, pueblo de Israel, emborracharon a los nazireos y no dejaron que los profetas les comunicaran mis mensajes.

13 Por eso, pueblo de Israel, ¡yo los aplastaré contra el suelo, como si los aplastara una carreta cargada de trigo!

14-15 De mí no podrán escapar ni los corredores más veloces, ni los soldados más fuertes, ni los guerreros más valientes, ni los flechadores más diestros, ni los que huyan a caballo;

16 ¡hasta los más valientes huirán desnudos ese día! Les juro que así será.

3 Hay una razón para todo

1-2 ¡Israelitas, escuchen la palabra de su Dios! De todos los pueblos de la tierra, sólo a ustedes los elegí; sólo a ustedes los saqué de Egipto. Por eso voy a hacerles pagar toda la maldad que han cometido.

3 Si dos personas andan juntas, es porque están de acuerdo.

4 Si el león ruge en la selva, es porque está hambriento; si gruñe en su cueva, es porque atrapó un animal.

5 Si el ave queda atrapada, es porque alguien puso una trampa.

6 Si la gente se alborota, es porque sonó la alarma; y si la gente se espanta, es porque algo malo sucede. Y si algo malo sucede, es porque Dios lo causó.

7 ¡Dios nunca hace nada sin comunicarlo a sus profetas!

8 Si el león ruge, todo el mundo tiembla de miedo. Si nuestro Dios habla, todo profeta tiene que hablar.

Samaria será destruida

9-10 Nuestro Dios ha dicho: ¡Den a conocer esto en los palacios de Asdod y en los palacios de Egipto! ¡Díganle a la gente que se junte en las montañas de Samaria! ¡Que vea el desorden y la violencia que hay en esa ciudad! Los de Samaria no saben qué significa hacer lo bueno. Sólo saben robar a la fuerza, y guardar en sus palacios lo robado.

11-12 Por lo tanto, pueblo de Israel, nuestro Dios les advierte: Un ejército enemigo vendrá a Samaria y la rodeará para conquistarla; derribará sus fortalezas y dejará vacíos sus palacios. Cuando un león ataca las ovejas, el pastor lucha por salvarlas, pero sólo alcanza a rescatar dos patas o un pedazo de oreja; así también ustedes, israelitas que ahora viven en Samaria, querrán escapar y llevarse todo, pero sólo podrán llevarse la pata de una cama o una alfombra de Damasco.

13 Nuestro Dios, el poderoso Dios de Israel, también ha dicho: ¡Pongan mucha atención! ¡Adviertan a los descendientes de Jacob

14 que pronto voy a castigarlos por los pecados que han cometido! Cuando llegue ese día, derribaré los altares que construyeron en Betel; destruiré los cuernos del altar y los arrojaré al suelo.

15 Derribaré todas sus casas y todos sus palacios; derribaré las casas adornadas de marfil, que los ricos construyeron para pasar el invierno y descansar en verano. ¡Les juro que así lo haré!

4 Las mujeres ricas de Samaria

1 Y ustedes, mujeres de Samaria, escuchen lo que tengo que decirles: Ustedes están gordas como vacas de la región de Basán, pues maltratan y humillan a los pobres, y a sus propios maridos les piden vino para emborracharse.

2 Pero el poderoso Dios de Israel les jura que ya está cerca el día en que a ustedes y a sus hijos se los llevarán lejos de aquí. Tanto a ellos como a ustedes les pondrán ganchos en la boca,

3 y a ustedes las sacarán por los huecos de las murallas, una detrás de la otra, para llevarlas al matadero.

Israel no se arrepiente

Nuestro Dios les dice:

4-5 ¡Ya que a ustedes les gusta tanto pecar, sigan adorando a sus ídolos en el santuario de Betel y en el santuario de Guilgal! No me importa lo que hagan. Yo, el Dios de Israel, les juro que así es. ¡Sigan pecando más y más! Sigan presentando sus ofrendas todas las mañanas, y lleven cada tercer día la décima parte de sus cosechas; presenten toda clase de ofrendas, y anuncien sus ofrendas voluntarias.

6 Cuando les hice pasar hambre, ¡en ninguna ciudad había de comer! Pero a pesar de eso, ustedes no se arrepintieron. Yo, el Dios de Israel, les juro que así fue.

7 Tres meses antes de la cosecha decidí no enviarles lluvia; mientras que en una ciudad llovía, en otra no caía ni gota de agua; unos campos quedaron empapados, mientras que otros quedaron resecos.

8 Los que no tenían agua iban a las ciudades que sí tenían, aunque no lograban calmar su sed. Pero a pesar de eso, ustedes no se arrepintieron. Yo, el Dios de Israel, les juro que así fue.

9 Yo destruí sus cosechas y acabé con sus árboles frutales; yo envié sobre sus campos grandes plagas de saltamontes y calientes vientos del desierto; pero a pesar de eso, ustedes no se arrepintieron. Yo, el Dios de Israel, les juro que así fue.

10 Mandé plagas contra ustedes, como las que mandé contra Egipto; hice que perdieran en la guerra sus caballos y sus mejores soldados; ¡el mal olor de los muertos se sentía por todas partes! Pero a pesar de eso, ustedes no se arrepintieron. Yo, el Dios de Israel, les juro que así fue.

11 A muchos de ustedes los destruí como destruí a las ciudades de Sodoma y de Gomorra; ¡hasta parecían una brasa recién sacada del fuego! Pero a pesar de eso, ustedes no se arrepintieron. Yo, el Dios de Israel, les juro que así fue.

12 Por todo eso, pueblo de Israel, ahora voy a castigarlos; y como no podrán evitarlo, ¡prepárense para encontrarse conmigo!

13 Yo soy quien hizo el viento y las montañas; yo soy quien convierte la luz del día en oscuridad; yo soy quien comunica sus planes a la humanidad entera; yo soy el que camina por las alturas de la tierra; ¡yo soy el poderoso Dios de Israel!

5 Israel debe arrepentirse

1-4 Pueblo de Israel, escuchen este triste canto que entono por lo que va a suceder. Pueblo de Israel, nuestro Dios les advierte: Ya ustedes pueden darse por muertos. Quedarán tendidos en el suelo, y no volverán a levantarse; serán como una jovencita muerta que no volverá a la vida. No les irá bien en la guerra. Si de una ciudad salen mil soldados, sólo cien volverán con vida; si de un pueblo salen cien soldados, sólo diez volverán con vida. Si quieren seguir viviendo, vuelvan a obedecerme.

5 No vayan al santuario de Betel, porque pronto será destruido; tampoco vayan al santuario de Beerseba ni pasen por el de Guilgal, porque todos sus habitantes serán llevados presos a otro país.

6 Si quieren seguir viviendo, vuelvan a obedecerme. Si no lo hacen, yo destruiré al reino de Israel; ¡le prenderé fuego al santuario de Betel, y nadie será capaz de apagarlo!

7 Ustedes no han tratado con justicia a los que son maltratados, ni han respetado sus derechos; ¡han convertido en malo lo que es bueno!

8-9 Yo soy quien hizo todas las estrellas del cielo; yo soy quien convierte la luz del día en oscuridad, y la oscura noche en día; yo soy quien manda a las nubes que vengan y rieguen la tierra; yo soy quien derriba murallas y quien convierte grandes fortalezas en un montón de ruinas; ¡yo soy el Dios todopoderoso!

10 Ustedes desprecian al que lucha por la justicia y al que dice la verdad;

11 ustedes humillan a los pobres y les quitan el pan de la boca al cobrarles altos impuestos. Por eso no podrán disfrutar de las lujosas casas que construyeron, ni tampoco beberán el vino de los hermosos viñedos que plantaron.

12 Yo conozco todos sus pecados; conozco sus muchas maldades. Sé que los jueces aceptan dinero para juzgar a favor de los malvados y en contra de la gente inocente. Por eso el juicio lo ganan los ricos y lo pierden los pobres.

13 ¡Hay tanta maldad hoy en día que los sabios prefieren callarse!

14-15 Ustedes dicen estar seguros de que yo vivo entre ustedes. Si en verdad quieren que así sea, dejen de hacer lo malo, empiecen a hacer lo bueno y traten a todos con justicia. Puede ser que entonces yo, el Dios todopoderoso, viva entre ustedes y les dé vida. Puede ser que entonces yo, el Dios todopoderoso, bendiga a los pocos de ustedes que hayan quedado con vida.

El llanto de Israel

16-17 Nuestro Dios, el poderoso Dios de Israel, ha dicho: Cuando yo venga a castigarlos, el llanto se oirá por todas partes. Se llorará en las calles, se llorará en los mercados, se llorará en los viñedos, se llorará en los campos, ¡y también en los velorios!

18 ¡Qué mal les va a ir a ustedes, los que esperan con ansias el día de mi llegada! ¡No saben lo que les espera! ¡No será un día de luz, sino un día de terrible oscuridad!

19 Ese día sabrán lo que sienten los que huyen de un león y se encuentran con un oso. Ese día sabrán lo que sienten los que entran en su casa y los muerde una serpiente al apoyarse en la pared.

20 En verdad, así será el día de mi llegada: ¡no será un día de felicidad, sino un día de terrible tristeza!

21 ¡Yo aborrezco sus fiestas religiosas! ¡No soporto sus cultos de adoración!

22 Ustedes se acercan a mí trayendo toda clase de ofrendas, pero yo no quiero ni mirarlas.

23 ¡Vayan a cantar a otra parte! ¡No quiero oír esa música de arpa!

24 Mejor traten con justicia a los demás y sean justos como yo lo soy. ¡Que abunden sus buenas acciones como abundan las aguas de un río caudaloso!

25 Pueblo de Israel, durante los cuarenta años que anduvieron por el desierto, ustedes nunca me presentaron ofrendas.

26 En cambio, llevaban en hombros la imagen de Sicut, el dios que llaman rey, y cargaban la imagen del dios Quiiún que tenía la forma de una estrella.

27 Por eso haré que a ustedes se los lleven presos a otro país que está más allá de Siria. Yo, el Dios todopoderoso, les juro que así será.

6 Dios castigará a Israel

1 Amós continuó diciendo: ¡Qué mal les va a ir a ustedes, los que viven cómodos en Jerusalén! ¡Qué mal les va a ir a ustedes, los poderosos de este gran país! Si creen que Jerusalén y Samaria son ciudades seguras y confiables,

2 vayan a la ciudad de Calné, a la gran ciudad de Hamat y a Gat, ciudad filistea, ¡y vean lo que pasó con ellas! ¿Se creen ustedes mejores que ellos, o creen que su país es más grande?

3 ¡Aunque pongan un rey muy violento no podrán alejar la desgracia!

4 Ustedes se pasan el día recostados en lujosas camas de marfil y comiéndose lo mejor del ganado.

5 Ustedes se la pasan tocando el arpa, se ponen a componer canciones, y hasta inventan nuevos instrumentos. ¡Así también hacía el rey David!

6 Beben vino hasta emborracharse, y usan los más finos perfumes, ¡pero nada les importa que el país esté en la ruina!

7 Por eso voy a poner fin a sus falsas fiestas religiosas, y cuando el pueblo sea llevado a otro país, a ustedes se los llevarán primero.

8 Nuestro Dios, el todopoderoso, claramente ha dicho: ¡Ya no quiero a los israelitas! ¡Se sienten muy orgullosos de sus hermosos palacios! Por eso voy a entregarlos, a ellos y a su ciudad, en manos de sus enemigos.

9 Cuando eso pase, no importa si sólo diez hombres quedan con vida en una casa, todos ellos morirán.

10 Tal vez llegue algún pariente para recoger y quemar los cadáveres; si algún otro pariente le pregunta si todavía queda alguien, el primero le responderá que no, y le advertirá que se calle, porque podrían pronunciar mi santo nombre, y entonces les iría peor.

11 Tomen esto en cuenta: Yo, el Dios de Israel, voy a destruir por completo todas las casas, ¡grandes y pequeñas!

12 Hay dos cosas imposibles de hacer: correr a caballo entre las piedras y arar en el mar. Pero ustedes hicieron lo que parecía imposible: convirtieron la justicia en muerte y en tristeza la alegría de un pueblo.

13 Ustedes se sienten muy felices de haber conquistado una ciudad insignificante y creen que pueden vencer a pueblos más poderosos.

14 Pues oigan esto, israelitas: Voy a mandar contra ustedes una nación que los conquiste, y los vencerá por completo; desde Hamat, en el norte, hasta el desierto, en el sur. Yo, el Dios todopoderoso, les juro que así será.

7 Los saltamontes

1 Nuestro Dios me permitió ver los saltamontes que estaba por lanzar sobre los campos de Israel. Ya se había levantado la primera cosecha, la que pertenece al rey. Pero faltaba levantar la segunda cosecha, la que es para el pueblo.

2 Cuando vi que los saltamontes se estaban comiendo hasta la hierba, le rogué a Dios: —¡Perdona a tu pueblo, Dios mío! ¿Cómo vamos a sobrevivir, si somos un pueblo tan pequeño?

3 Entonces Dios sintió compasión de nosotros, y dijo: —Está bien. No voy a mandar estos saltamontes contra ustedes.

El fuego

4 Nuestro Dios me permitió ver el fuego con que pensaba castigarnos. Ese fuego quemaría toda la tierra, y también lo más profundo del mar.

5 Pero yo le rogué a Dios: —¡No lo hagas, Dios mío! ¿Cómo vamos a sobrevivir, si somos un pueblo tan pequeño?

6 Entonces Dios sintió compasión de nosotros, y dijo: —Está bien. Tampoco voy a mandar este fuego contra ustedes.

La plomada

7 Nuestro Dios también me permitió verlo cuando estaba junto a un muro, con una plomada de albañil en la mano.

8 Me preguntó: —¿Qué es lo que ves, Amós? Yo le respondí: —Veo una plomada de albañil. Entonces Dios me dijo: —Con esta plomada voy a ver si mi pueblo se comporta rectamente. Ya no voy a perdonarle un solo pecado más.

9 Destruiré los pequeños templos donde los israelitas adoran a sus ídolos, y le declararé la guerra a la familia del rey Jeroboam.

Amós y Amasías

10 Un sacerdote de Betel, llamado Amasías, mandó a decirle a Jeroboam, rey de Israel: Amós anda haciendo planes en contra de Su Majestad. Como israelitas, no podemos dejar que siga haciéndolo.

11 Según él, Su Majestad morirá en el campo de batalla, y los israelitas serán llevados presos a otro país.

12 Amasías habló también conmigo, y me dijo: —Óyeme tú, que dices que has visto lo que va a suceder: ¡largo de aquí! Mejor vete a Judá. Allá podrás ganarte la vida como profeta.

13 Deja ya de profetizar aquí en Betel, porque en esta ciudad está el templo más importante del reino, y aquí es donde el rey viene a adorar.

14 Yo le respondí: —Pues fíjate que no soy ningún profeta, ni tampoco mi padre lo fue. Me gano la vida cuidando ganado y cosechando higos silvestres.

15 Si ahora profetizo, es porque Dios mismo me pidió que dejara de cuidar el ganado, y me mandó a anunciarle este mensaje a su pueblo Israel.

16-17 Tú dices que yo no debo profetizar contra los israelitas, porque son descendientes de Isaac. Ahora escúchame tú lo que Dios me manda a decirte: «En esta misma ciudad, tu mujer se volverá prostituta, y tus hijos y tus hijas morirán atravesados por la espada. Otros se quedarán con tus tierras, tú morirás lejos de tu patria, y los israelitas serán llevados a un país muy lejano».

8 La canasta con fruta

1 Nuestro Dios también me permitió ver una canasta, en la que había fruta madura.

2 Entonces me preguntó: —¿Qué es lo que ves, Amós? Yo le respondí: —Veo una canasta llena de fruta madura. Entonces Dios me dijo: —Israel está lleno de maldad. Ya no volveré a perdonar sus pecados.

3 Está cerca el día en que convertiré los himnos del templo en tristes lamentos por los muertos. Ese día habrá tantos cadáveres que los arrojarán en cualquier parte. ¡Será mejor que se callen! Yo, el Dios de Israel, les juro que así es.

4 Escúchenme bien: Ustedes humillan a los pobres y están acabando con ellos.

5 Para vender más caro el trigo ustedes se la pasan deseando que pronto termine el día sábado y que pase la fiesta de fin de mes. Sólo piensan en engañar a sus clientes, usando pesas y medidas falsas.

6 Quieren venderlo todo, ¡hasta la cáscara del trigo! Quieren hacer esclavos a los pobres a cambio de unas monedas o por el precio de unas sandalias.

7 Pero yo soy el Dios de Israel, y les juro que nunca olvidaré sus malas acciones.

8 Por causa de todo esto, la tierra misma temblará; subirá como el agua del río Nilo, y luego se hundirá por completo, haciendo llorar a sus habitantes.

9 Yo soy el Dios de Israel, y les aseguro que ese día el sol dejará de brillar; el mediodía se convertirá en noche, y toda la tierra quedará a oscuras.

10 Convertiré sus fiestas en velorios, y sus canciones en tristes lamentos; todos ustedes andarán de luto y se raparán la cabeza; andarán tristes y llenos de amargura, como si hubiera muerto su único hijo.

11 Yo soy el Dios de Israel, y les aseguro que vienen días en que haré que sientan hambre; tendrán hambre, pero no de pan, tendrán sed, pero no de agua; ¡tendrán hambre de oír mi palabra!

12 Andarán de este a oeste, y de norte a sur, con deseos de oír mi palabra, pero yo no les hablaré.

13 Cuando llegue ese día, aun las muchachas más sanas y los jóvenes más fuertes se desmayarán de sed.

14 Además, caerán sin vida los que adoraban a los ídolos de Samaria, de Dan y de Beerseba. Juraban en nombre de esos dioses, creyendo que eran dioses vivos, por eso no volverán a levantarse.

9 Dios juzgará a su pueblo

1 Después de eso vi a Dios. Estaba de pie, junto al altar, y me dijo: Golpea la parte alta de las columnas del templo, para que el templo se derrumbe y caiga sobre la gente. ¡Nadie escapará con vida! Pero si alguno logra escapar, morirá en el campo de batalla.

2 No importa que se escondan en lo más profundo de la tierra: de allí los voy a sacar; no importa que se escondan en lo más alto del cielo: de allí los voy a bajar.

3 Tal vez se escondan en lo más alto del monte Carmelo, pero yo mismo iré a buscarlos y de allí los voy a sacar. Tal vez se escondan de mi vista en lo más profundo del mar, pero yo mandaré una serpiente para que los muerda.

4 Y si acaso sus enemigos los llevan presos a otro país, aun allí daré la orden: «¡Que los maten a filo de espada!». Voy a estar pendiente de ellos, pero no para hacerles bien sino para hacerles mal.

El gran poder de Dios

5 Y yo les digo: ¡Nuestro Dios es todopoderoso! Toca la tierra, y ésta se desmorona; la hace subir y bajar como al agua del río Nilo, haciendo llorar a sus habitantes.

6 Dios hizo su casa en el cielo, pero puso las bases en la tierra. Dios llama a las aguas del océano, y las derrama sobre la tierra. ¡Nuestro Dios es todopoderoso!

Israel será castigado

7 Nuestro Dios ha dicho: Para mí, ustedes los israelitas no son diferentes a otros pueblos: a ustedes los saqué de Egipto, a los filisteos los saqué de Creta, y a los arameos los saqué de Quir.

8 Yo he visto que ustedes también son un pueblo pecador; ¡por eso los borraré del mapa! Pero salvaré a los descendientes de Jacob. Yo soy el Dios de Israel, y les juro que así lo haré.

9 Pueblo de Israel, ahora mismo daré la orden de que ustedes sean sacudidos, como se sacude el trigo para limpiarlo de basura, sin dejar caer un solo grano.

10 Todos ustedes piensan que nada malo les pasará, pero al final sus pecados les causarán la muerte.

Dios reconstruirá a Israel

11 Cuando llegue ese día, haré que los descendientes de David, vuelvan a reinar sobre Israel. Volverán a ser fuertes como antes.

12 Así, lo que quede de Edom y de las otras naciones volverá a ser de Israel, el pueblo que alaba mi nombre. Yo soy el Dios de Israel, y les juro que así será.

13 Ya está cerca el día en que tendrán abundantes cosechas. No habrán terminado de cosechar el trigo cuando tendrán que volver a sembrar; no habrán acabado de preparar el vino cuando tendrán que plantar más viñas. ¡En los cerros y en las colinas correrá el vino como un río!

14 Pueblo de Israel, cuando llegue ese día, los haré volver a su país. Entonces reconstruirán sus ciudades y volverán a habitarlas; plantarán viñedos y beberán su vino, sembrarán huertos y comerán sus frutos.

15 Yo mismo los plantaré en su tierra, y nadie volverá a arrancarlos de la tierra que les di. Yo soy su Dios, y les juro que así lo haré.


🔊 Formato Audio extraído de librivox – Bible (Reina Valera) 28-39: Los 12 Profetas Menores

Reflexiones sobre el libro Amós

El libro de Amós, uno de los libros proféticos de la Biblia. Amós fue un pastor de Técoa, una ciudad de Judá, que recibió la llamada de Dios para profetizar sobre Israel, el reino del norte, en el siglo VIII a.C. Su mensaje fue un llamado al arrepentimiento y a la justicia social, denunciando los pecados y las injusticias de su pueblo y de las naciones vecinas.

El libro de Amós se divide en nueve capítulos, que podemos agrupar en cuatro partes principales:

  • La primera parte (1:1-2:16) contiene una serie de oráculos contra ocho naciones, empezando por Siria, Filistea, Tiro, Edom, Amón y Moab, y terminando con Judá e Israel. En cada caso, Amós anuncia el juicio de Dios por los crímenes cometidos contra el pueblo elegido o contra la ley divina.
  • La segunda parte (3:1-6:14) presenta tres discursos dirigidos a Israel, en los que Amós les recuerda su especial relación con Dios y les reprocha su infidelidad, su idolatría, su opresión de los pobres y su falsa seguridad. Amós les advierte que Dios les castigará con el exilio y la destrucción si no se convierten.
  • La tercera parte (7:1-9:10) relata cinco visiones simbólicas que Amós tuvo acerca del destino de Israel. En las dos primeras, Dios se arrepiente de enviar una plaga de langostas y un fuego devastador al interceder Amós por su pueblo. En la tercera, Dios muestra a Amós un plomada que indica que Israel no está alineado con su voluntad y que será derribado. En la cuarta, Dios le ordena a Amós que profetice contra el santuario de Betel, donde el rey Jeroboam II practicaba un culto ilegítimo. En la quinta, Dios le muestra a Amós un fruto maduro que simboliza que el fin de Israel ha llegado.
  • La cuarta parte (9:11-15) contiene una promesa final de restauración para el pueblo de Dios. Después del juicio, Dios levantará de nuevo el reino de David y bendecirá a su pueblo con abundancia y paz. Esta esperanza mesiánica apunta al cumplimiento definitivo en Jesucristo.

El libro de Amós es una poderosa voz profética que nos interpela hoy a vivir conforme a la voluntad de Dios, a practicar la justicia y la misericordia con nuestro prójimo y a confiar en su promesa de salvación.

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