Los Misterios Gloriosos son la última serie de cinco misterios en la oración católica del Rosario y se centran en la gloria de Cristo y de María. Estos misterios se rezan los miércoles y domingos. Los Misterios Gloriosos son los siguientes:
- La Resurrección: Jesús resucita al tercer día después de su crucifixión (Juan 20,1-29).
- La Ascensión: Jesús asciende al cielo después de aparecerse a sus discípulos durante cuarenta días (Hechos 1,9-11).
- La Venida del Espíritu Santo: El Espíritu Santo desciende sobre los apóstoles en Pentecostés (Hechos 2,1-4).
- La Asunción de María: María es llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo al final de su vida terrenal.
- La Coronación de María: María es coronada como Reina del Cielo y de la Tierra (Apocalipsis 12,1).
Al rezar los Misterios Gloriosos, se busca meditar en la gloria de Cristo y de María, uniendo la tierra y el cielo. Cada misterio se acompaña de la recitación de un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria, mientras se reflexiona sobre el significado y las lecciones de cada evento en la vida de Jesús y María.
🔊 Formato Audio de Los Misterios Gloriosos:
1. La resurrección de Cristo, al tercer día después de su entierro (Resurrectio)
«El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado».»
«»Si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe» (1Cor 15, 14). La Resurrección constituye ante todo la confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó.»
2. La Ascensión de Cristo al Cielo, pasados cuarenta días tras la resurrección (Ascensio)
«El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.»
«Esta última etapa permanece estrechamente unida a la primera, es decir, a la bajada desde el cielo realizada en la Encarnación. Sólo el que «salió del Padre» puede volver al Padre: Cristo.»
3. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés (Descensus Spiritus Sancti)
«Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.»
«»Espíritu Santo», tal es el nombre propio de Aquél que adoramos y glorificamos con el Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del Señor y lo profesa en el Bautismo de sus nuevos hijos.»
4. La Asunción de la Virgen María, en cuerpo y alma, al Cielo (Assumptio)
«Todas las generaciones me llamarán bienaventurada porque el Señor ha hecho obras grandes en mí»
«La Santísima Virgen María, cumplió el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los miembros de su Cuerpo.»
5. La coronación celestial de la Virgen María (Coronatio in Caelo)
«Una gran señal apareció en el cielo: una mujer, vestida de sol, con la luna bajo los pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.»
«Finalmente, la Virgen inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los Señores y vencedor del pecado y de la muerte.»
Los Misterios Gloriosos
Los Misterios Gloriosos son una parte significativa de la oración católica del Rosario. Estos misterios nos invitan a meditar y reflexionar sobre los momentos de triunfo y gloria en la vida de Jesús y María. Son cinco misterios que nos ayudan a profundizar en la esperanza y la victoria que tenemos en Cristo.
El primer misterio glorioso es la Resurrección de Jesús. En este misterio, Jesús vence la muerte y resucita al tercer día. Su resurrección es un testimonio poderoso de su divinidad y nos ofrece la promesa de la vida eterna. Este misterio nos llena de esperanza y nos recuerda que, a través de la fe en Jesús, también nosotros podemos experimentar la victoria sobre el pecado y la muerte.
El segundo misterio glorioso es la Ascensión de Jesús al Cielo. Después de su resurrección, Jesús asciende al Cielo en presencia de sus discípulos. Este misterio nos enseña que Jesús es el Rey de reyes y Señor de señores, y nos invita a elevar nuestra mirada hacia las cosas del Cielo, donde está nuestra verdadera patria.
El tercer misterio glorioso es la Venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Después de la Ascensión, los discípulos se reúnen en oración y el Espíritu Santo desciende sobre ellos en forma de lenguas de fuego. Este misterio marca el nacimiento de la Iglesia y nos recuerda la presencia y el poder del Espíritu Santo en nuestras vidas.
El cuarto misterio glorioso es la Asunción de María al Cielo. En este misterio, María es llevada al Cielo en cuerpo y alma por la gracia de Dios. Su asunción es un signo de esperanza para todos los creyentes, ya que nos muestra el destino glorioso que Dios tiene preparado para nosotros. Este misterio nos invita a confiar en la intercesión y el ejemplo de María en nuestra vida espiritual.
El quinto misterio glorioso es la Coronación de María como Reina del Cielo y de la Tierra. En este misterio, María es coronada como Reina por su Hijo Jesús. Su coronación es un reconocimiento de su papel especial en la obra de la salvación y nos inspira a honrar y amar a María como nuestra madre espiritual.
Los Misterios Gloriosos del Rosario nos permiten contemplar la gloria de Jesús y María y nos animan a vivir con esperanza y confianza en el poder de Dios. A través de la meditación de estos misterios, podemos fortalecer nuestra fe y recordar que, al final, la victoria es de Dios y que Él nos llama a participar en su gloria.