Libro de Jonás
La sección de «Jonás» en los Libros Proféticos de la Biblia es una obra del Antiguo Testamento que destaca por su mensaje de arrepentimiento y misericordia divina. Escrito en hebreo, el libro de Jonás cuenta la historia del profeta Jonás, quien es enviado por Dios a predicar a la ciudad de Nínive, una ciudad que se había apartado de Dios y vivía en la maldad. Sin embargo, Jonás desobedece a Dios y huye en dirección contraria en un barco. Después de ser arrojado al mar por una tormenta, es tragado por un gran pez y finalmente es arrojado a la orilla. A través de esta experiencia, Jonás aprende la importancia del arrepentimiento y la misericordia divina, y finalmente cumple su misión en Nínive. Su mensaje es especialmente relevante en la actualidad, cuando muchas personas luchan con la culpa y el remordimiento, y buscan una manera de encontrar el perdón y la paz interior.
En esta sección de «Sagrada Escritura«, exploraremos las principales enseñanzas y profecías de Jonás, así como su impacto en la teología y la cultura cristiana.
1 Jonás desobedece a Dios
1 Cierto día, un hombre llamado Jonás hijo de Amitai recibió un mensaje de parte de Dios:
2 ¡Levántate, ve a la gran ciudad de Nínive y diles que ya he visto lo malvados que son!
3 Pero en vez de ir a Nínive, Jonás decidió irse lo más lejos posible, a un lugar donde Dios no pudiera encontrarlo. Llegó al puerto de Jope y encontró un barco que estaba a punto de salir. Pagó su pasaje y se embarcó, contento de irse lo más lejos posible de Dios.
4 Cuando ya estaban en alta mar, Dios mandó un viento muy fuerte que pronto se convirtió en una terrible tempestad. El barco estaba a punto de romperse en pedazos.
5 Cada uno de los marineros, temblando de miedo, llamaba a gritos a su dios. Ya desesperados, arrojaron al mar toda la carga del barco para quitarle peso. Mientras tanto, Jonás dormía plácidamente en la bodega del barco.
6 El capitán se le acercó y le dijo: —¡Qué haces aquí, dormilón! ¡Levántate y pide ayuda a tu dios! ¡Tal vez nos salve al ver que estamos en peligro!
7 Al mismo tiempo, los marineros decían: —Echemos suertes para saber quién tiene la culpa de nuestra desgracia. Echaron suertes, y Jonás resultó culpable.
8 Entonces, los marineros preguntaron a Jonás: —¡Dinos ya por qué estamos sufriendo todo esto! ¿En qué trabajas? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué nacionalidad eres?
9 Jonás respondió: —Soy hebreo y adoro a nuestro Dios, soberano y creador de todas las cosas. Lo que está pasando es culpa mía, pues estoy huyendo de él.
10-11 Los marineros, llenos de terror, le dijeron: —¿Por qué has hecho esto? ¿Qué podemos hacer contigo? ¡El agua se nos viene encima y la tormenta se está poniendo más violenta!
12 —Échenme al mar, y el mar se calmará— contestó Jonás. —Esta terrible tempestad cayó sobre ustedes por mi culpa.
13 Los marineros comenzaron a remar con todas sus fuerzas, tratando de acercar el barco a tierra; pero no pudieron. Las olas eran cada vez más altas, y la tormenta casi los destruía.
14 Desesperados, los marineros gritaron: ¡Dios! ¡Por favor, no nos dejes morir por matar a un hombre inocente! No nos culpes de su muerte, pues eres tú, Dios mío, quien ha querido hacer todo esto.
15 Entonces los marineros tomaron a Jonás y lo tiraron al mar. De inmediato el mar se calmó.
16 Al ver lo sucedido, los marineros reconocieron al Dios de Israel como su Dios, le presentaron una ofrenda y prometieron seguir adorándolo.
17 Entonces Dios mandó un pez enorme, que se tragó a Jonás. Y Jonás estuvo dentro del pez tres días y tres noches.
2 Jonás ora a Dios
1 Desde allí, Jonás oró a Dios:
2 Cuando estaba sufriendo, tú, mi Dios, me ayudaste. Cuando estaba casi muerto, pedí ayuda y me la diste.
3 Me arrojaste a lo más hondo del mar. Sólo agua veía yo por todos lados; grandes olas cruzaban sobre mí.
4 Llegué a pensar que ya no me querías, que no volvería a entrar en tu templo.
5 Me había hundido por completo. El mar me cubría todo, y las algas se enredaban en mi cabeza.
6 Creí que ya nunca saldría del fondo del mar. Pero tú, Dios mío, me salvaste la vida.
7 Cuando ya estaba sin fuerzas, me acordé de ti, y oré. Mi oración llegó hasta tu santuario.
8 Los que adoran a otros dioses, a los ídolos sin vida, no pueden decir que tú eres su Dios.
9 Pero yo voy a adorarte y a cantarte con alegría. Cumpliré las promesas que te hice. ¡Porque sólo tú puedes salvar!
10 Por fin, Dios le ordenó al pez: ¡Arroja a Jonás en la orilla del mar!
3 Jonás obedece a Dios
1 Dios volvió a hablarle a Jonás, y le dio esta orden:
2 ¡Levántate, ve a la gran ciudad de Nínive! Anúnciales el mensaje que voy a darte.
3 Esta vez Jonás sí obedeció a Dios: se levantó y se fue a Nínive. Aquella ciudad era tan grande que para recorrerla toda se necesitaban tres días completos.
4 Jonás entró en la ciudad, y durante todo un día estuvo anunciando: ¡Dentro de cuarenta días Dios va a destruir esta ciudad!
5 Entonces toda la gente de Nínive dejó de hacer lo malo y decidió obedecer sólo a Dios. Y como querían demostrar que deseaban cambiar su manera de vivir, se pusieron ropa de tela áspera y ayunaron. Todos ellos, desde el más rico hasta el más pobre, no comieron nada ese día.
6 Cuando el rey de Nínive supo esto, se levantó de su trono. Luego se quitó sus ropas finas, se puso ropas ásperas, y se sentó en el suelo. Todo esto lo hizo en señal de humildad ante Dios.
7 De inmediato el rey envió un anuncio a toda la gente de Nínive: Ésta es una orden del rey y de sus ministros: Que nadie coma nada. Se prohíbe que la gente, las vacas y las ovejas coman o beban.
8 Todo el mundo está obligado a ponerse ropas ásperas, y deberán cubrir los animales con mantas ásperas. Además, les pedimos a todos ustedes que oren a Dios con todas sus fuerzas, que dejen de hacer lo malo, y que ya no se peleen ni maltraten a nadie.
9 Si dejamos de hacer lo malo, tal vez a Dios se le pase el enojo, y no nos destruirá.
10 Y al ver que toda la gente de Nínive dejó de hacer lo malo, Dios decidió no destruirlos.
4 Jonás discute con Dios
1 Jonás se enojó muchísimo, pues no le gustó que Dios hubiera perdonado a la gente de Nínive.
2 Muy molesto, le dijo a Dios: —¡Ya lo decía yo, mi Dios, ya lo decía yo! Hiciste lo que pensé que harías cuando aún estaba en mi tierra. Por eso quise huir lejos de ti. Yo sé que eres un Dios muy bueno; te compadeces de todos y es difícil que te enojes. Eres tan cariñoso que, cuando dices que vas a castigar, después cambias de opinión y no lo haces.
3 A mí me molesta eso; prefiero que me quites la vida. Si vas a ser así, mejor mátame.
4 Dios le preguntó a Jonás: —¿Qué razón tienes para enojarte así?
5 Jonás salió de la ciudad y se fue a un lugar desde donde podía verlo todo. Luego cortó unas ramas y construyó un refugio para protegerse del sol. Se sentó bajo la sombra, y se puso a esperar lo que iba a pasarle a la ciudad.
6 Por su parte, Dios hizo brotar una planta; ésta creció y cubrió el refugio de Jonás. Así Dios le dio a Jonás una sombra mejor para que no sintiera tanto calor. ¡Jonás quedó muy contento con aquella planta!
7 Pero después, Dios hizo que un gusano viniera al otro día, y picara la planta. Ésta pronto se secó,
8 y cuando salió el sol, Dios mandó un viento tan caliente que el pobre Jonás casi se desmayaba. Era tanto el calor que Jonás quería morirse; por eso gritó: —¡Prefiero morir que seguir viviendo!
9 Entonces Dios le preguntó a Jonás: —¿Crees que es justo que te enojes tanto porque se secó esa planta? —Por supuesto que sí— dijo Jonás. —Sin ella, prefiero morirme.
10 Dios le respondió a Jonás: —Estás preocupado por una planta que no sembraste ni hiciste crecer. En una noche creció, y en la otra se secó.
11 ¿No crees que yo debo preocuparme y tener compasión por la ciudad de Nínive? En esta gran ciudad viven ciento veinte mil personas que no saben qué hacer para salvarse, y hay muchos animales.
🔊 Formato Audio extraído de librivox – Bible (Reina Valera) 28-39: Los 12 Profetas Menores
Reflexiones sobre el libro Jonás
El libro de Jonás es una obra maestra de la literatura bíblica que nos presenta el desafío de la misión de Dios entre las naciones. A diferencia de otros libros proféticos, Jonás no contiene oráculos o mensajes divinos, sino que narra la historia de un profeta rebelde que intenta escapar de la voluntad de Dios.
Jonás es llamado por Dios a predicar a Nínive, la capital del imperio asirio, el enemigo más temido de Israel. Pero Jonás se niega a obedecer y huye en dirección opuesta, hacia Tarsis. En el camino, una tormenta amenaza con hundir el barco en el que viaja y Jonás reconoce que es el culpable de la situación. Los marineros lo lanzan al mar y un gran pez lo traga.
Dentro del pez, Jonás ora a Dios y reconoce su misericordia. El pez lo vomita en tierra firme y Dios le renueva el llamado a ir a Nínive. Esta vez, Jonás acepta y anuncia el juicio de Dios sobre la ciudad. Para su sorpresa, los ninivitas se arrepienten de sus pecados y Dios les perdona.
Jonás se enoja con Dios por su compasión hacia los paganos y se sienta fuera de la ciudad a esperar su destrucción. Dios le hace crecer una planta que le da sombra, pero al día siguiente se la quita con un gusano. Jonás se lamenta por la planta y Dios le reprocha su actitud egoísta e insensible hacia los habitantes de Nínive.
El libro de Jonás nos muestra el amor de Dios por todas las naciones y su deseo de que se conviertan a él. También nos confronta con nuestra propia actitud hacia los que consideramos enemigos o indignos de la gracia de Dios. Jonás nos invita a participar en la misión de Dios con obediencia y compasión.