Las siete obras de misericordia espirituales son acciones que podemos realizar para ayudar a nuestros hermanos y hermanas en su vida cristiana. Estas obras se basan en las enseñanzas de Jesús y de la Iglesia, y nos invitan a practicar la caridad, la compasión, la corrección fraterna y la oración. A continuación, explicaremos el origen y el significado de cada una de estas obras.
Las obras de misericordia espirituales son un conjunto de acciones que los cristianos pueden realizar para ayudar a los demás en su crecimiento espiritual y moral. Estas obras son:
- Enseñar al que no sabe: Consiste en enseñar a aquellos que no tienen conocimiento sobre algún tema, ya sea religioso o no. Esta enseñanza puede ser a través de escritos, palabra, medios de comunicación o directamente. Como dice el libro de Daniel, «los que enseñan la justicia a la multitud, brillarán como las estrellas a perpetua eternidad» (Dan. 12, 3b). Esta obra consiste en compartir nuestro conocimiento y nuestra fe con aquellos que lo ignoran o lo desconocen. No se trata solo de transmitir información, sino de educar en la verdad y en el amor de Dios. Podemos enseñar al que no sabe de muchas formas: catequizando, evangelizando, dando testimonio, orientando, formando, etc.
- Dar buen consejo al que lo necesita: Se trata de ofrecer consejos sabios y útiles a aquellos que necesitan orientación en su vida. El buen consejo puede ayudar a las personas a tomar decisiones importantes y a enfrentar situaciones difíciles. Esta obra consiste en orientar a nuestros hermanos y hermanas que se encuentran en situaciones difíciles o confusas, ofreciéndoles una palabra de sabiduría y de esperanza. No se trata solo de dar nuestra opinión, sino de iluminar con la luz del Evangelio y de la doctrina de la Iglesia. Podemos dar buen consejo al que lo necesita de muchas formas: acompañando, escuchando, dialogando, aconsejando, etc.
- Corregir al que yerra: Consiste en ayudar a aquellos que han cometido errores o pecados a reconocer su error y a enmendarlo. La corrección fraterna es una forma de amor y ayuda a los demás a crecer en su vida espiritual. Esta obra consiste en ayudar a nuestros hermanos y hermanas que se han desviado del camino del bien, señalándoles sus faltas y exhortándoles a la conversión. No se trata solo de reprochar o criticar, sino de hacerlo con amor y respeto, buscando su bien y su salvación. Podemos corregir al que yerra de muchas formas: hablando con prudencia, dando ejemplo, rezando por él o ella, etc.
- Perdonar las injurias: El perdón es un acto de misericordia que libera al corazón de la amargura y el resentimiento. Perdonar a aquellos que nos han ofendido es un acto de amor y nos acerca a Dios. Esta obra consiste en renunciar al rencor y a la venganza hacia aquellos que nos han ofendido o dañado, ofreciéndoles nuestro perdón y nuestra reconciliación. No se trata solo de olvidar o ignorar, sino de sanar las heridas con la gracia de Dios y el poder del amor. Podemos perdonar las injurias de muchas formas: pidiendo perdón, otorgando el perdón, restableciendo la comunión, etc.
- Consolar al triste: Consiste en ofrecer consuelo y apoyo a aquellos que están pasando por momentos difíciles, como la pérdida de un ser querido, una enfermedad o una crisis personal. La consolación es un acto de amor que puede ayudar a aliviar el dolor y la tristeza de los demás. Esta obra consiste en aliviar el dolor y la angustia de nuestros hermanos y hermanas que sufren por diversas causas, brindándoles nuestro apoyo y nuestra solidaridad. No se trata solo de consolar o animar, sino de compartir su sufrimiento y ofrecerles nuestra esperanza. Podemos consolar al triste de muchas formas: visitando, abrazando, llorando con ellos, etc.
- Sufrir con paciencia los defectos de los demás: La paciencia es una virtud que nos ayuda a aceptar los defectos y limitaciones de los demás. Sufrir con paciencia los defectos de los demás es un acto de amor que nos acerca a Dios y nos ayuda a crecer en nuestra vida espiritual. Esta obra consiste en tolerar y aceptar las limitaciones y debilidades de nuestros hermanos y hermanas, sin juzgarlos ni despreciarlos, sino valorándolos como hijos e hijas de Dios. No se trata solo de soportar o aguantar, sino de comprender y amar. Podemos sufrir con paciencia los defectos de los demás de muchas formas: respetando, ayudando, disculpando, etc.
- Rogar a Dios por vivos y difuntos: La oración es un acto de amor que nos acerca a Dios y nos ayuda a crecer en nuestra vida espiritual. Rogar a Dios por los demás, tanto por los vivos como por los difuntos, es un acto de misericordia que puede ayudar a aliviar el dolor y el sufrimiento de los demás. Esta obra consiste en interceder ante Dios por las necesidades espirituales y materiales de nuestros hermanos y hermanas, tanto los que están en este mundo como los que han partido al otro. No se trata solo de pedir o suplicar, sino de confiar y agradecer. Podemos rogar a Dios por vivos y difuntos de muchas formas: rezando el rosario, celebrando la eucaristía, ofreciendo sacrificios, etc.
Las obras de misericordia espirituales son una forma de vivir el amor y la caridad hacia los demás, y nos ayudan a crecer en nuestra vida espiritual. Al realizar estas obras, podemos acercarnos a Dios y ayudar a los demás a hacer lo mismo.
Estas siete obras de misericordia espirituales son una forma concreta de vivir el mandamiento del amor a Dios y al prójimo. Al practicarlas, no solo ayudamos a los demás, sino que también nos santificamos nosotros mismos. Por eso, te invitamos a reflexionar sobre cómo puedes incorporar estas obras en tu vida cotidiana, y a pedirle al Señor que te dé un corazón misericordioso como el suyo.