Misal Marzo 2024

Misal Marzo

Bienvenido al Misal Romano para marzo de 2024, una guía esencial para aquellos que buscan profundizar en la liturgia católica y participar activamente en las celebraciones eucarísticas durante este mes. En este artículo, abordaremos la importancia del Misal Romano en la vida cristiana y cómo este libro litúrgico nos ayuda a comprender y vivir plenamente la Misa. Además, proporcionaremos información detallada sobre las celebraciones específicas y lecturas del mes de marzo de 2024.

Acompáñanos en este viaje espiritual mientras descubrimos las bendiciones que marzo de 2024 tiene reservadas para cada uno de nosotros.


Misal para el mes de marzo del año 2024

– Viernes 1 de marzo – Viernes de la II semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Ahí viene el de los sueños, vamos a matarlo

Lectura del libro del Génesis 37, 3-4. 12-13a. 17b-28

José era el preferido de Israel, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo.

Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José:

—«Tus hermanos deben estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos».

José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos. Antes de que se acercara, maquinaron su muerte. Se decían unos a otros:

—«Ahí viene el de los sueños. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en qué paran sus sueños».

Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo:

—«No le quitemos la vida».

Y añadió:

—«No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él».

Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre.

Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica con mangas, lo cogieron y lo echaron en un pozo vacío, sin agua. Y se sentaron a comer.

Levantando la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus hermanos:

—«¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pondremos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra».

Los hermanos aceptaron.

Al pasar unos comerciantes madianitas, tiraron de su hermano, lo sacaron del pozo y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas. Éstos se llevaron a José a Egipto.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 104, 16-17. 18-19. 20-21 (R.: 5a)

R. Recordad las maravillas que hizo el Señor.

Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre,
a José, vendido como esclavo. R.

Le trabaron los pies con grillos,
le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó. R.

El rey lo mandó desatar,
el señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa,
señor de todas sus posesiones. R.

Aleluya Jn 3, 16

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único;
todos los que creen en él tienen vida eterna.

.

EVANGELIO

Éste es el heredero: venid, lo mataremos

 Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 33-43.4 5-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

—«Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.

Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.

Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: «Tendrán respeto a mi hijo».

Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: «Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia».

Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.

Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».

Le contestaron:

«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos».

Y Jesús les dice:

«¿No habéis leído nunca en la Escritura:

«La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.

Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente»?

Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».

Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.

Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.

Palabra del Señor.

– Sábado 2 de marzo – Sábado de la II semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos

Lectura de la profecía de Miqueas 7, 14-15. 18-20

Señor,
pastorea a tu pueblo con el cayado,
a las ovejas de tu heredad,
a las que habitan apartadas en la maleza,
en medio del Carmelo.

Pastarán en Basán y Galaad,
como en tiempos antiguos;
como cuando saliste de Egipto
y te mostraba mis prodigios.

¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado
y absuelves la culpa al resto de tu heredad?

No mantendrá por siempre la ira,
pues se complace en la misericordia.

Volverá a compadecerse
y extinguirá nuestras culpas,
arrojará a lo hondo del mar
todos nuestros delitos.

Serás fiel a Jacob, piadoso con Abrahán,
como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 102, 1-2. 3-4. 9-10. 11-12 (R.: 8a)

R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.

No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R.

Aleluya Lc 15, 18

Me pondré en camino a donde está mi padre, y le diré:
«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti».

.

EVANGELIO

Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:

—«Ése acoge a los pecadores y come con ellos».

Jesús les dijo esta parábola:

—«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:

«Padre, dame la parte que me toca de la fortuna».

El padre les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.

Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.

Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.

Recapacitando entonces, se dijo:

«Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino a donde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros».

Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.

Su hijo le dijo:

«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo».

Pero el padre dijo a sus criados:

«Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado».

Y empezaron el banquete.

Su hijo mayor estaba en el campo.

Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.

Éste le contestó:

«Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud».

Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.

Y él replicó a su padre:

«Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado».

El padre le dijo:

«Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado»».

Palabra del Señor.

Domingo 3 de marzo – III domingo de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

La Ley se dio por medio de Moisés

Lectura del libro del Éxodo 20, 1-17

En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras:

«Yo soy el Señor, tu Dios,
que te saqué de Egipto, de la esclavitud.

No tendrás otros dioses frente a mí.

No te harás ídolos,
figura alguna de lo que hay arriba en el cielo,
abajo en la tierra
o en el agua debajo de la tierra.

No te postrarás ante ellos, ni les darás culto;
porque yo, el Señor, tu Dios, soy un dios celoso:

castigo el pecado de los padres
en los hijos, nietos y biznietos,
cuando me aborrecen.

Pero actúo con piedad por mil generaciones
cuando me aman y guardan mis preceptos.

No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso.
Porque no dejará el Señor impune
a quien pronuncie su nombre en falso.

Fíjate en el sábado para santificarlo.

Durante seis días trabaja y haz tus tareas,
pero el día séptimo es un día de descanso,
dedicado al Señor, tu Dios:

no harás trabajo alguno,
ni tú, ni tu hijo, ni tu hija,
ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado,
ni el forastero que viva en tus ciudades.

Porque en seis días hizo el Señor
el cielo, la tierra, y el mar
y lo que hay en ellos.
Y el séptimo día descansó:
por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.

Honra a tu padre y a tu madre:
así prolongarás tus días
en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar.

No matarás.

No cometerás adulterio.

No robarás.

No darás testimonio falso contra tu prójimo.

No codiciarás los bienes de tu prójimo;
no codiciarás la mujer de tu prójimo,
ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno,
ni nada que sea de él».

Palabra de Dios.

O bien más breve

Lectura del libro del Éxodo 20, 1-3. 7-8. 12-17

En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras:

«Yo soy el Señor, tu Dios,
que te saqué de Egipto, de la esclavitud.

No tendrás otros dioses frente a mí.

No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso.
Porque no dejará el Señor impune
a quien pronuncie su nombre en falso.

Fíjate en el sábado para santificarlo.

Honra a tu padre y a tu madre:
así prolongarás tus días
en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar.

No matarás.

No cometerás adulterio.

No robarás.

No darás testimonio falso contra tu prójimo.

No codiciarás los bienes de tu prójimo;
no codiciarás la mujer de tu prójimo,
ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno,
ni nada que sea de él».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 18, 8. 9. 10. 11 (R.: Jn 6, 68)

R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.

Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R.

SEGUNDA LECTURA

Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los hombres, pero, para los llamados, sabiduría de Dios

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 22-25

Hermanos:

Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero, para los llamados —judíos o griegos—, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.

Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

Palabra de Dios.

Aleluya Jn 3, 16

Tanto amó Dios al mundo
que entregó a su Hijo único. Todo
el que cree en él
tiene vida eterna.

EVANGELIO

Destruid este templo, y en tres días lo levantaré

 Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 13-25.

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:

—«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:

—«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».

Jesús contestó:

—«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».

Los judíos replicaron:

—«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».

Pero hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

Palabra del Señor.

– Lunes 4 de marzo – Lunes de la III semana de Cuaresma – San Casimiro

PRIMERA LECTURA

Muchos leprosos había en Israel, sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio

Lectura del segundo libro de los Reyes 5, 1-15a

En aquellos días, Naamán, general del ejército del rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del favor de su señor, pues por su medio el Señor había dado la victoria a Siria.

Era un hombre muy valiente, pero estaba enfermo de lepra.

En una incursión, una banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que quedó como criada de la mujer de Naamán, y dijo a su señora:

—«Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaría: él lo libraría de su enfermedad».

Naamán fue a informar a su señor:

—«La muchacha israelita ha dicho esto y esto».

El rey de Siria le dijo:

—«Ven, que te doy una carta para el rey de Israel».

Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de oro y diez trajes. Presentó al rey de Israel la carta, que decía así:

—«Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad».

Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando:

—«¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o vida, para que éste me encargue de librar a un hombre de su enfermedad? Fijaos bien, y veréis cómo está buscando un pretexto contra mí».

El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras y le envió este recado:

—«¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel».

Naamán llegó con sus caballos y su carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo. Eliseo le mandó uno a decirle:

—«Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará limpia».

Naamán se enfadó y decidió irse, comentando:

—«Yo me imaginaba que saldría en persona a verme, y que, puesto en pie, invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio?».

Dio media vuelta y se marchaba furioso. Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron:

—«Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuanto más si lo que te prescribe para quedar limpio es simplemente que te bañes».

Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo:

—«Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 41, 2. 3; 42, 3. 4 (R.: cf. 41, 3)

R. Mi alma tiene sed del Dios vivo:
¿cuándo veré el rostro de Dios?

Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío. R.

Tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios? R.

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R.

Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R.

Aleluya Sal 129, 5. 7

Espero en el Señor, espero en su palabra,
porque de él viene la misericordia,
la redención copiosa.

EVANGELIO

Jesús, igual que Elías y Eliseo, no ha sido enviado únicamente a los judíos

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 24-30

En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret:

—«Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio».

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

Palabra del Señor.

– Martes 5 de marzo – Martes de la III semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde

Lectura de la profecía de Daniel 3, 25. 34-43

En aquellos días, Azarías se detuvo a orar y, abriendo los labios en medio del fuego, dijo:

«Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.

Por Abrahán, tu amigo;
por Isaac, tu siervo;
por Israel, tu consagrado;

a quienes prometiste
multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.

Pero ahora, Señor, somos el más
pequeño de todos los pueblos;

hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.

En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;

ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;

ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.

Por eso, acepta nuestro corazón contrito
y nuestro espíritu humilde,

como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados.

Que éste sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:

porque los que en ti confían
no quedan defraudados.

Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos y buscamos tu rostro,

no nos defraudes, Señor.

Trátanos según tu piedad,
según tu gran misericordia.

Líbranos con tu poder maravilloso
y da gloria a tu nombre, Señor».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 24, 4-5ab. 6 y 7bc. 8-9 (R.: cf. 6a)

R. Señor, recuerda tu misericordia.

Señor, enséñame tus caminos
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R.

Aleluya Jl 2, 12-13

Ahora
—oráculo del Señor—
convertíos a mí de todo corazón,
porque soy compasivo y misericordioso.

EVANGELIO

Si cada cual no perdona de corazón a su hermano, tampoco el Padre os perdonará

 Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 21-35

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús:

—«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?».

Jesús le contesta:

—«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.

El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:

«Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo».

El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:

«Págame lo que me debes».

El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:

«Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré».

Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.

Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:

«¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?».

Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.

Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Palabra del Señor.

– Miércoles 6 de marzo – Miércoles de la III semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Poned por obra los mandatos

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 1. 5-9

Moisés habló al pueblo, diciendo:

—«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos
que yo os mando cumplir.

Así viviréis y entraréis a tomar posesión
de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres,
os va a dar.

Mirad, yo os enseño los mandatos y decretos
que me mandó el Señor, mi Dios,

para que los cumpláis en la tierra
donde vais a entrar para tomar posesión de ella.

Ponedlos por obra,
que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia

a los ojos de los pueblos que,
cuando tengan noticia de todos ellos, dirán:

«Cierto que esta gran nación
es un pueblo sabio e inteligente».

Y, en efecto,
¿hay alguna nación tan grande
que tenga los dioses tan cerca

como lo está el Señor Dios de nosotros,
siempre que lo invocamos?

Y, ¿cuál es la gran nación,
cuyos mandatos y decretos sean tan justos
como toda esta ley que hoy os doy?

Pero, cuidado,
guárdate muy bien de olvidar

los sucesos que vieron tus ojos,
que no se aparten de tu memoria mientras vivas;
cuéntaselos a tus hijos y nietos».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 147,12-13.15-16. 19-20 (R.: 12a)

R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza. R.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R.

Aleluya Jn 6, 63b. 68b

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.

EVANGELIO

Quien cumpla y enseñe será grande

 Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 17-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.

Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley.

El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Palabra del Señor.

– Jueves 7 de marzo – Jueves de la III semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Aquí está la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios

Lectura del libro de Jeremías 7, 23-28

Así dice el Señor:

«Ésta fue la orden que di a vuestros padres:
«Escuchad mi voz.

Yo seré vuestro Dios,
y vosotros seréis mi pueblo;

caminad por el camino que os mando,
para que os vaya bien».

Pero no escucharon ni prestaron oído,
caminaban según sus ideas,
según la maldad de su corazón obstinado,
me daban la espalda y no la frente.

Desde que salieron vuestros padres de Egipto hasta hoy
les envié a mis siervos, los profetas,
un día y otro día;
pero no me escucharon ni prestaron oído:

endurecieron la cerviz,
fueron peores que sus padres.

Ya puedes repetirles este discurso,
que no te escucharán;

ya puedes gritarles,
que no te responderán.

Les dirás: «Aquí está la gente
que no escuchó la voz del Señor, su Dios,

y no quiso escarmentar.
La sinceridad se ha perdido,

se la han arrancado de la boca»».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 94, 1-2. 6-7. 8-9 (R.: 8)

R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón».

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R.

Aleluya Jl 2, 12-13

Ahora
—oráculo del Señor—
convertíos a mí de todo corazón,
porque soy compasivo y misericordioso.

EVANGELIO

El que no está conmigo está contra mí

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 14-23

En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron:

—«Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios».

Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo:

—«Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín.

El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».

Palabra del Señor.

– Viernes 8 de marzo – Viernes de la III semana de Cuaresma – San Juan de Dios, religioso

PRIMERA LECTURA

No volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos

Lectura de la profecía de Oseas 14, 2-10

Así dice el Señor:

«Israel, conviértete al Señor Dios tuyo,
porque tropezaste por tu pecado.

Preparad vuestro discurso,
volved al Señor y decidle:

«Perdona del todo la iniquidad,
recibe benévolo el sacrificio de nuestros labios.

No nos salvará Asiria,
no montaremos a caballo,
no volveremos a llamar Dios
a la obra de nuestras manos.

En ti encuentra piedad el huérfano».

Yo curaré sus extravíos,
los amaré sin que lo merezcan,
mi cólera se apartará de ellos.

Seré para Israel como rocío,
florecerá como azucena,
arraigará como el Líbano.

Brotarán sus vástagos,
será su esplendor como un olivo,
su aroma como el Líbano.

Vuelven a descansar a su sombra;
harán brotar el trigo,
florecerán como la viña;
será su fama como la del vino del Líbano.

Efraín, ¿qué te importan los ídolos?

Yo le respondo y le miro:
yo soy como un ciprés frondoso:
de mí proceden tus frutos.

¿Quién es el sabio que lo comprenda,
el prudente que lo entienda?

Rectos son los caminos del Señor:
los justos andan por ellos,
los pecadores tropiezan en ellos».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 80, 6c-8a. 8bc-9. 10-11ab. 14 y 17 (R.: cf. 11 y 9a)

R. Yo soy el Señor, Dios tuyo:
escucha mi voz.

Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré. R.

Te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel! R.

No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto. R.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre». R.

Aleluya Mt 4, 17

Convertíos
—dice el Señor—,
porque está cerca el reino de los cielos.

EVANGELIO

El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y lo amarás

 Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:

—«¿Qué mandamiento es el primero de todos?».

Respondió Jesús:

—«El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser». El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay mandamiento mayor que éstos».

El escriba replicó:

—«Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».

Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:

—«No estás lejos del reino de Dios».

Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor.

– Sábado 9 de marzo – Sábado de la III semana de Cuaresma – Santa Francisca Romana, religiosa

PRIMERA LECTURA

Quiero misericordia, y no sacrificios

Lectura de la profecía de Oseas 6, 1-6

Vamos a volver al Señor:
él, que nos despedazó, nos sanará;
él, que nos hirió, nos vendará.

En dos días nos sanará;
al tercero nos resucitará;
y viviremos delante de él.

Esforcémonos por conocer al Señor:
su amanecer es como la aurora,
y su sentencia surge como la luz.

Bajará sobre nosotros como lluvia temprana,
como lluvia tardía que empapa la tierra.

«¿Qué haré de ti, Efraín?
¿Qué haré de ti, Judá?

Vuestra piedad es como nube mañanera,
como rocío de madrugada que se evapora.

Por eso os herí por medio de los profetas,
os condené con la palabra de mi boca.
Quiero misericordia, y no sacrificios;
conocimiento de Dios, más que holocaustos».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 50, 3-4. 18-19. 20-21 ab (R.: Os 6, 6)

R. Quiero misericordia, y no sacrificios.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos. R.

Aleluya Sal 94, 8ab

No endurezcáis hoy vuestro corazón;
escuchad la voz del Señor.

EVANGELIO

El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola:

—«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: «¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo».

El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: «¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador».

Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor.

Domingo 10 de marzo – IV domingo de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

La ira y la misericordia del Señor se manifiestan en la deportación y en la liberación del pueblo

Lectura del segundo libro de las Crónicas 36, 14-16. 19-23

En aquellos días, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres abominables de los gentiles, y mancharon la casa del Señor, que él se había construido en Jerusalén.

El Señor, Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su morada. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira del Señor contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio.

Los caldeos incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén; pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon de la espada los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos hasta la llegada del reino de los persas; para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del profeta Jeremías:

«Hasta que el país haya pagado sus sábados,
descansará todos los días de la desolación,

hasta que se cumplan los setenta años».

En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra del Señor, por boca de Jeremías, movió el Señor el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino:

«Así habla Ciro, rey de Persia:

«El Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra.

Él me ha encargado que le edifique una casa en Jerusalén, en Judá.

Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él, y suba!»».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 136, 1-2. 3. 4. 5. 6 (R.: 6a)

R. Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti.

Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras. R.

Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión». R.

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha. R.

Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías. R.

SEGUNDA LECTURA

Estando muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 4-10

Hermanos:

Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo —por pura gracia estáis salvados—, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él.

Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.

Pues somos obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.

Palabra de Dios.

Aleluya Jn 3, 16

Tanto amó Dios al mundo
que entregó a su Hijo único.
Todo el que cree en él
tiene vida eterna.

EVANGELIO

Dios mandó su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él

 Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 14-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

—«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.

Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».

Palabra del Señor.

– Lunes 11 de marzo – Lunes de la IV semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Ya no se oirán gemidos ni llantos

Lectura del libro de Isaías Is 65, 17-21


Así dice el Señor:

«Mirad: yo voy a crear
un cielo nuevo y una tierra nueva:

de lo pasado no habrá recuerdo
ni vendrá pensamiento,

sino que habrá gozo y alegría perpetua
por lo que voy a crear.

Mirad: voy a transformar a Jerusalén en alegría,
y a su pueblo en gozo;

me alegraré de Jerusalén
y me gozaré de mi pueblo,

y ya no se oirán en ella
gemidos ni llantos;

ya no habrá allí niños malogrados
ni adultos que no colmen sus años,

pues será joven el que muera a los cien años,
y el que no los alcance se tendrá por maldito.

Construirán casas y las habitarán,
plantarán viñas y comerán sus frutos».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13b (R.: 2a)

R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.

Aleluya Am 5, 14

Buscad el bien y no el mal, y viviréis,
y así estará con vosotros el Señor.

EVANGELIO

Anda, tu hijo está curado

 Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 43-54

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea.

Jesús mismo había hecho esta afirmación:

—«Un profeta no es estimado en su propia patria».

Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.

Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.

Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.

Jesús le dijo:

—«Como no veáis signos y prodigios, no creéis».

El funcionario insiste:

—«Señor, baja antes de que se muera mi niño».

Jesús le contesta:

—«Anda, tu hijo está curado».

El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron:

—«Hoy a la una lo dejó la fiebre».

El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: «Tu hijo está curado». Y creyó él con toda su familia.

Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Palabra del Señor.

– Martes 12 de marzo – Martes de la IV semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Vi que manaba agua del lado derecho del templo, y habrá vida dondequiera que llegue la corriente

Lectura de la profecía de Ezequiel 47, 1-9. 12

En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo.

Del zaguán del templo manaba agua hacia levante
—el templo miraba a levante—.

El agua iba bajando por el lado derecho del templo,
al mediodía del altar.

Me sacó por la puerta septentrional
y me llevó a la puerta exterior que mira a levante.
El agua iba corriendo por el lado derecho.

El hombre que llevaba el cordel en la mano
salió hacia levante.
Midió mil codos y me hizo atravesar las aguas:
¡agua hasta los tobillos!

Midió otros mil y me hizo cruzar las aguas:
¡agua hasta las rodillas!

Midió otros mil y me hizo pasar:
¡agua hasta la cintura!

Midió otros mil. Era un torrente que no pude cruzar,
pues habían crecido las aguas y no se hacía pie;
era un torrente que no se podía vadear.

Me dijo entonces:

—«¿Has visto, hijo de Adán?».

A la vuelta me condujo por la orilla del torrente.

Al regresar, vi a la orilla del río una gran arboleda en sus dos márgenes.

Me dijo:

—«Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina,
bajarán hasta la estepa,
desembocarán en el mar de las aguas salobres,
y lo sanearán.

Todos los seres vivos que bullan
allí donde desemboque la corriente, tendrán vida;
y habrá peces en abundancia.
Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar
y habrá vida dondequiera que llegue la corriente.

A la vera del río, en sus dos riberas,
crecerán toda clase de frutales;
no se marchitarán sus hojas
ni sus frutos se acabarán;
darán cosecha nueva cada luna,
porque los riegan aguas que manan del santuario;
su fruto será comestible
y sus hojas medicinales».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 45, 2-3. 5-6. 8-9 (R.: 8)

R. El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. R.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra. R.

Aleluya Sal 50, 12a. 14a

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
devuélveme la alegría de tu salvación.

EVANGELIO

Al momento aquel hombre quedó sano

 Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 1-3. 5-16

En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.

Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:

—«¿Quieres quedar sano?».

El enfermo le contestó:

—«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».

Jesús le dice:

—«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».

Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.

Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:

—«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».

Él les contestó:

—«El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar».

Ellos le preguntaron:

—«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?».

Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado.

Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:

—«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».

Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.

Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

Palabra del Señor.

– Miércoles 13 de marzo – Miércoles de la IV semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Te he constituido alianza del pueblo, para restaurar el país

Lectura del libro de Isaías 49, 8-15

Así dice el Señor:

«En tiempo de gracia te he respondido,
en día propicio te he auxiliado;
te he defendido y constituido alianza del pueblo,
para restaurar el país, para repartir heredades desoladas,
para decir a los cautivos: «Salid»,
a los que están en tinieblas: «Venid a la luz».

Aun por los caminos pastarán, tendrán praderas en todas las
dunas; no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno
ni el sol; porque los conduce el compasivo
y los guía a manantiales de agua.

Convertiré mis montes en caminos,
y mis senderos se nivelarán.

Miradlos venir de lejos; miradlos, del norte y del poniente,
y los otros del país de Sin.

Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y se compadece de los desamparados.

Sión decía: «Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado».

¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura,
no conmoverse por el hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 144, 8-9. 13cd-14. 17-18 (R.: 8a)

R. El Señor es clemente y misericordioso.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.

Aleluya Jn 11, 25a. 26

Yo soy la resurrección y la vida
—dice el Señor—;
el que cree en mí no morirá para siempre.

EVANGELIO

Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere

 Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 17-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

—«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».

Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo abolía el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.

Jesús tomó la palabra y les dijo:

—«Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta, para vuestro asombro.

Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.

Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió.

Os lo aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no se le llamará a juicio, porque ha pasado ya de la muerte a la vida.

Os aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.

Porque, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.

No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.

Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».

Palabra del Señor.

– Jueves 14 de marzo – Jueves de la IV semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo

Lectura del libro del Éxodo 32, 7-14

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:

—«Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: «Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto»».

Y el Señor añadió a Moisés:

—«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».

Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:

—«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Tendrán que decir los egipcios: «Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra»? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: «Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre»».

Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 105, 19-20. 21-22. 23 (R.: 4a)

R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R.

Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R.

Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R.

Aleluya Jn 3, 16

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único;
todos los que creen en él tienen vida eterna.

EVANGELIO

Hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza

 Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 31-47

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

—«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí.

Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.

Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.

Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis.

Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.

Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése sí lo recibiréis.

¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?».

Palabra del Señor.

– Viernes 15 de marzo – Viernes de la IV semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Lo condenaremos a muerte ignominiosa

Lectura del libro de la Sabiduría 2, 1a.12-22

Se dijeron los impíos, razonando equivocadamente:

«Acechemos al justo, que nos resulta incómodo:
se opone a nuestras acciones,

nos echa en cara nuestros pecados,
nos reprende nuestra educación errada;

declara que conoce a Dios
y se da el nombre de hijo del Señor;

es un reproche para nuestras ideas
y sólo verlo da grima;

lleva una vida distinta de los demás,
y su conducta es diferente;

nos considera de mala ley
y se aparta de nuestras sendas como si fueran impuras;

declara dichoso el fin de los justos
y se gloría de tener por padre a Dios.

Veamos si sus palabras son verdaderas,
comprobando el desenlace de su vida.

Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará
y lo librará del poder de sus enemigos;

lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura,
para comprobar su moderación

y apreciar su paciencia;
lo condenaremos a muerte ignominiosa,

pues dice que hay quien se ocupa de él».

Así discurren, y se engañan,
porque los ciega su maldad;

no conocen los secretos de Dios,
no esperan el premio de la virtud

ni valoran el galardón de una vida intachable.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 33, 17-18. 19-20. 21 y 23 (R.: 19a)

R. El Señor está cerca de los atribulados.

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo librará el Señor. R.

Él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R.

Aleluya Mt 4, 4b

No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

EVANGELIO

Intentaban agarrarlo, pero todavía no había llegado su hora

 Lectura del santo evangelio según san Juan 7, 1-2. 10. 25-30

En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas.

Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.

Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron:

—«¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene».

Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó:

—«A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado».

Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor.

– Sábado 16 de marzo – Sábado de la IV semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Yo, como cordero manso, llevado al matadero

Lectura del libro de Jeremías 11, 18-20

El Señor me instruyó, y comprendí, me explicó lo que hacían.

Yo, como cordero manso, llevado al matadero,
no sabía los planes homicidas que contra mí planeaban:

«Talemos el árbol en su lozanía,
arranquémoslo de la tierra vital,
que su nombre no se pronuncie más».

Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente,
pruebas las entrañas y el corazón;
veré mi venganza contra ellos,
porque a ti he encomendado mi causa.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 7, 2-3. 9bc-10. 11-12 (R.: 2a)

R. Señor, Dios mío, a ti me acojo.

Señor, Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y sálvame,
que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio. R.

Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.
Cese la maldad de los culpables,
y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el corazón y las entrañas,
tú, el Dios justo. R.

Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día. R.

Aleluya Jn 3, 16

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único;
todos los que creen en él tienen vida eterna.

EVANGELIO

¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?

 Lectura del santo evangelio según san Juan 7, 40-53

En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían:

—«Éste es de verdad el profeta».

Otros decían:

—«Éste es el Mesías».

Pero otros decían:

—«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».

Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.

Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.

Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron:

—«¿Por qué no lo habéis traído?».

Los guardias respondieron:

—«Jamás ha hablado nadie como ese hombre».

Los fariseos les replicaron:

—«¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos».

Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:

—«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?».

Ellos le replicaron:

—«¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas».

Y se volvieron cada uno a su casa.

Palabra del Señor.

Domingo 17 de marzo – V domingo de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Haré una alianza nueva y no recordaré sus pecados

Lectura del libro de Jeremías 31, 31-34

«Mirad que llegan días —oráculo del Señor—
en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá
una alianza nueva.

No como la alianza que hice con sus padres,
cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto:

ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor
—oráculo del Seño—.

Sino que así será la alianza que haré con ellos,
después de aquellos días —oráculo del Señor—:

Meteré mi ley en su pecho,
la escribiré en sus corazones;

yo seré su Dios,
y ellos serán mi pueblo.

Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo,
el otro a su hermano, diciendo:
«Reconoce al Señor».

Porque todos me conocerán,
desde el pequeño al grande
—oráculo del Señor—,

cuando perdone sus crímenes
y no recuerde sus pecados».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 50, 3-4, 12-13. 14-15. (R.: 12a)

R. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.

SEGUNDA LECTURA

Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salvación eterna

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado.

Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

Palabra de Dios.

Aleluya Jn 12, 26

El que quiera servirme, que me siga
—dice el Señor—,
y donde esté yo, allí también
estará mi servidor.

EVANGELIO

Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto

 Lectura del santo evangelio según san Juan 12, 20-33

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:

—«Señor, quisiéramos ver a Jesús».

Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.

Jesús les contestó:

—«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre.

Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.

Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre».

Entonces vino una voz del cielo:

—«Lo he glorificado y volveré a glorificarlo».

La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.

Jesús tomó la palabra y dijo:

—«Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí».

Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

Palabra del Señor

– Lunes 18 de marzo – Lunes de la V semana de Cuaresma – San Cirilo de Jerusalén, obispo y doctor de la Iglesia

PRIMERA LECTURA

Ahora tengo que morir, siendo inocente

Lectura de la profecía de Daniel 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62

En aquellos días, vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín, casado con Susana, hija de Jelcías, mujer muy bella y religiosa.

Sus padres eran honrados y habían educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy rico y tenía un parque junto a su casa; como era el más respetado de todos, los judíos solían reunirse allí.

Aquel año fueron designados jueces dos ancianos del pueblo, de esos que el Señor denuncia diciendo:

«En Babilonia la maldad ha brotado de los viejos jueces, que pasan por guías del pueblo».

Solían ir a casa de Joaquín, y los que tenían pleitos que resolver acudían a ellos.

A mediodía, cuando la gente se marchaba, Susana salía a pasear por el parque de su marido. Los dos ancianos la veían a diario, cuando salía a pasear en el parque, y se enamoraron de ella.

Pervirtieron su corazón y desviaron los ojos, para no mirar a Dios ni acordarse de sus justas leyes.

Un día, mientras acechaban ellos el momento oportuno, salió ella como de ordinario, sola con dos criadas, y tuvo ganas de bañarse en el parque, porque hacía mucho calor. Y no había nadie allí, fuera de los dos ancianos escondidos y acechándola.

Susana dijo a las criadas:

—«Traedme el perfume y las cremas y cerrad la puerta del parque mientras me baño».

Apenas salieron las criadas, se levantaron los dos ancianos, corrieron hacia ella y le dijeron:

«Las puertas del parque están cerradas, nadie nos ve, y nosotros estamos enamorados de ti; consiente y acuéstate con nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que un joven estaba contigo y que por eso habías despachado a las criadas».

Susana lanzó un gemido y dijo:

—«No tengo salida: si hago eso, seré rea de muerte; si no lo hago, no escaparé de vuestras manos. Pero prefiero no hacerlo y caer en vuestras manos antes que pecar contra Dios».

Susana se puso a gritar, y los ancianos, por su parte, se pusieron también a gritar. Uno de ellos fue corriendo y abrió la puerta del parque.

Al oír los gritos en el parque, la servidumbre vino corriendo por la puerta lateral a ver qué le había pasado. Y cuando los ancianos contaron su historia, los criados quedaron abochornados, porque Susana nunca había dado que hablar.

Al día siguiente, cuando la gente vino a casa de Joaquín, su marido, vinieron también los dos ancianos con el propósito criminal de hacer morir a Susana. En presencia del pueblo ordenaron:

—«Id a buscar a Susana, hija de Jelcías, mujer de Joaquín».

Fueron a buscarla y vino ella con sus padres, hijos y parientes.

Toda su familia y cuantos la veían lloraban.

Entonces los dos ancianos se levantaron en medio de la asamblea y pusieron las manos sobre la cabeza de Susana.

Ella, llorando, levantó la vista al cielo, porque su corazón confiaba en el Señor. Los ancianos declararon:

—«Mientras paseábamos nosotros solos por el parque, salió ésta con dos criadas, cerró la puerta del parque y despidió a las criadas.

Entonces se le acercó un joven que estaba escondido y se acostó con ella.

Nosotros estábamos en un rincón del parque y, al ver aquella maldad, corrimos hacia ellos.

Los vimos abrazados, pero no pudimos sujetar al joven, porque era más fuerte que nosotros y, abriendo la puerta, salió corriendo.

En cambio, a ésta le echamos mano y le preguntamos quién era el joven, pero no quiso decírnoslo.

Damos testimonio de ello».

Como eran ancianos del pueblo y jueces, la asamblea los creyó y condenó a muerte a Susana.

Ella dijo gritando:

—«Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí».

El Señor la escuchó.

Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios movió con su santa inspiración a un muchacho llamado Daniel; éste dio una gran voz:

—«¡No soy responsable de ese homicidio!».

Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron:

—«¿Qué pasa, qué estás diciendo?».

Él, plantado en medio de ellos, les contestó:

—«Pero, ¿estáis locos, israelitas? ¿Conque, sin discutir la causa ni apurar los hechos condenáis a una hija de Israel?

Volved al tribunal, porque ésos han dado falso testimonio contra ella».

La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron:

—«Ven, siéntate con nosotros y explícate, porque Dios mismo te ha nombrado anciano».

Daniel les dijo:

—«Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar yo».

Los apartaron, él llamó a uno y le dijo:

—«¡Envejecido en años y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: «No matarás al inocente ni al justo». Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados».

El respondió:

—«Debajo de una acacia».

Respondió Daniel:

—«Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios ha recibido la sentencia divina y te va a partir por medio».

Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo:

—«¡Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad.

Ahora dime:

¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?».

Él contestó:

—«Debajo de una encina».

Replicó Daniel:

—«Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios aguarda con la espada para dividirte por medio. Y así acabará con vosotros».

Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión. Según la ley de Moisés, les aplicaron la pena que ellos habían tramado contra su prójimo y los ajusticiaron.

Aquel día se salvó una vida inocente.

Palabra de Dios.

O bien más breve.

Lectura del profeta Daniel 13, 41c – 62

En aquellos días la asamblea condenó a muerte a Susana.

Ella dijo gritando:

—«Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí».

El Señor la escuchó.

Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios movió con su santa inspiración a un muchacho llamado Daniel; éste dio una gran voz:

—«¡No soy responsable de ese homicidio!».

Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron:

—«¿Qué pasa, qué estás diciendo?».

Él, plantado en medio de ellos, les contestó:

—«Pero, ¿estáis locos, israelitas? ¿Conque, sin discutir la causa ni apurar los hechos condenáis a una hija de Israel?

Volved al tribunal, porque ésos han dado falso testimonio contra ella».

La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron:

—«Ven, siéntate con nosotros y explícate, porque Dios mismo te ha nombrado anciano».

Daniel les dijo:

—«Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar yo».

Los apartaron, él llamó a uno y le dijo:

—«¡Envejecido en años y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: «No matarás al inocente ni al justo». Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados».

El respondió:

—«Debajo de una acacia».

Respondió Daniel:

—«Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios ha recibido la sentencia divina y te va a partir por medio».

Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo:

—«¡Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad.

Ahora dime:

¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?».

Él contestó:

«Debajo de una encina».

Replicó Daniel:

—«Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios aguarda con la espada para dividirte por medio. Y así acabará con vosotros».

Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión. Según la ley de Moisés, les aplicaron la pena que ellos habían tramado contra su prójimo y los ajusticiaron.

Aquel día se salvó una vida inocente.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 4ab)

R. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.

Aleluya Ez 33, 11

No quiero la muerte del malvado
—dice el Señor—,
sino que cambie de conducta y viva.

EVANGELIO

El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra

 Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.

Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron:

—«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».

Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.

Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.

Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:

—«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».

E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.

Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante.

Jesús se incorporó y le preguntó:

—«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».

Ella contestó:

—«Ninguno, Señor».

Jesús dijo:

—«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».

Palabra del Señor.

O bien en el año C, cuando el evangelio precedente se ha leído el domingo anterior:

Yo soy la luz del mundo

 Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 12-20

En aquel tiempo, Jesús volvió a hablar a los fariseos:

—«Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida».

Le dijeron los fariseos:

—«Tú das testimonio de ti mismo, tu testimonio no es válido».

Jesús les contestó:

—«Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy yo solo, sino que estoy con el que me ha enviado, el Padre; y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos es válido. Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me envió, el Padre».

Ellos le preguntaban:

—«¿Dónde está tu Padre?».

Jesús contestó:

—«Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre».

Jesús tuvo esta conversación junto al arca de las ofrendas, cuando enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor.

– Martes 19 de marzo – San José, Esposo de la Bienaventurada Virgen María

PRIMERA LECTURA

Los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirar a la serpiente de bronce

Lectura del libro de los Números 21, 4-9

En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edom.

El pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés:

—«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo».

El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas.

Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:

—«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes».

Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió:

—«Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».

Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 101, 2-3. 16-18. 19-21 (R.: 2)

R. Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti.

Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame en seguida. R.

Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R.

Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R.

Aleluya

La semilla es la palabra de Dios, el sembrador es Cristo;
quien lo encuentra vive para siempre.

EVANGELIO

Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy

 Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 21-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

—«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros».

Y los judíos comentaban:

—«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: «Donde yo voy no podéis venir vosotros»?».

Y él continuaba:

—«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados».

Ellos le decían:

—«¿Quién eres tú?».

Jesús les contestó:

—«Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él».

Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús:

—«Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada».

Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Palabra del Señor.

– Miércoles 20 de marzo – Miércoles de la V semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Envió un ángel a salvar a sus siervos

Lectura de la profecía de Daniel 3, 14-20. 91-92. 95

En aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo:

—«¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no respetáis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados al punto al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?».

Sidrac, Misac y Abdénago contestaron:

—«Majestad, a eso no tenemos por qué responder. El Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido y nos librará de tus manos. Y aunque no lo haga, conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido».

Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido.

El rey los oyó cantar himnos; extrañado, se levantó y, al verlos vivos, preguntó, estupefacto, a sus consejeros:

—«¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?».

Le respondieron:

—«Así es, majestad».

Preguntó:

—«¿Entonces, cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el horno sin sufrir nada? Y el cuarto parece un ser divino».

Nabucodonosor entonces dijo:

—«Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y prefirieron arrostrar el fuego antes que venerar y adorar otros dioses que el suyo».

Palabra de Dios.

Interleccional: Daniel 3, 52. 53. 54. 55. 56

R. A ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso. R.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos. R.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R.

Aleluya Cf. Lc 8, 15

Dichosos los que con un corazón noble y generoso
guardan la palabra de Dios
y dan fruto perseverando.

EVANGELIO

Si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres

 Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 31-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:

—«Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».

Le replicaron:

—«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: «Seréis libres»?».

Jesús les contestó:

—«Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».

Ellos replicaron:

—«Nuestro padre es Abrahán».

Jesús les dijo:

—«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».

Le replicaron:

—«Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios».

Jesús les contestó:

—«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».

Palabra del Señor.

– Jueves 21 de marzo – Jueves de la V semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

Serás padre de muchedumbre de pueblos

Lectura del libro del Génesis: 17, 3-9

En aquellos días, Abrán cayó de bruces, y Dios le dijo:

—«Mira, éste es mi pacto contigo:
Serás padre de muchedumbre de pueblos.

Ya no te llamarás Abrán, sino que te llamarás Abrahán,
porque te hago padre de muchedumbre de pueblos.

Te haré crecer sin medida,
sacando pueblos de ti,
y reyes nacerán de ti.

Mantendré mi pacto contigo
y con tu descendencia
en futuras generaciones,
como pacto perpetuo.

Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros.

Os daré a ti y a tu descendencia futura
la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán,
como posesión perpetua,
y seré su Dios».

Dios añadió a Abrahán:

—«Tú guarda mi pacto,
que hago contigo y tus descendientes
por generaciones».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 104, 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 8a)

R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.

Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca. R.

¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R.

Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R.

Aleluya Sal 94, 8ab

No endurezcáis hoy vuestro corazón;
escuchad la voz del Señor.

EVANGELIO

Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día

 Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 51-59

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

—«Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre».

Los judíos le dijeron:

—«Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: «Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre»? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?».

Jesús contestó:

—«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: «Es nuestro Dios», aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: «No lo conozco» sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría».

Los judíos le dijeron:

—«No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?».

Jesús les dijo:

—«Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo».

Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Palabra del Señor.

– Viernes 22 de marzo – Viernes de la V semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

El Señor está conmigo, como fuerte soldado

Lectura del libro de Jeremías 20, 10-13

Oía el cuchicheo de la gente:
«Pavor en torno;
delatadlo, vamos a delatarlo».
Mis amigos acechaban mi traspié:
«A ver si se deja seducir, y lo abatiremos,
lo cogeremos y nos vengaremos de él».

Pero el Señor está conmigo,
como fuerte soldado;

mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo.
Se avergonzarán de su fracaso

con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor de los ejércitos, que examinas al justo

y sondeas lo íntimo del corazón,
que yo vea la venganza que tomas de ellos,

porque a ti encomendé mi causa.


Cantad al Señor, alabad al Señor,

que libró la vida del pobre de manos de los impíos.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 17, 2-3a. 3bc-4. 5-6. 7 (R.: 7)

R. En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R.

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R.

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte. R.

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos. R.

Aleluya Jn 6, 63b. 68b

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.

EVANGELIO

Intentaron detenerlo, pero se les escabulló de las manos

 Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 31-42

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.

Él les replicó:

—«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».

Los judíos le contestaron:

—«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».

Jesús les replicó:

—«¿No está escrito en vuestra ley: «Yo os digo: Sois dioses»? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».

Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían:

—«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad».

Y muchos creyeron en él allí.

Palabra del Señor.

– Sábado 23 de marzo – Sábado de la V semana de Cuaresma – San Toribio de Mogrovejo, obispo

PRIMERA LECTURA

Los haré un solo pueblo

Lectura de la profecía de Ezequiel 37, 21-28

Así dice el Señor:

«Yo voy a recoger a los israelitas
por las naciones a donde marcharon,

voy a congregarlos de todas partes
y los voy a repatriar.

Los haré un solo pueblo en su país,
en los montes de Israel,
y un solo rey reinará sobre todos ellos.

No volverán a ser dos naciones
ni a desmembrarse en dos monarquías.

No volverán a contaminarse
con sus ídolos y fetiches y con todos sus crímenes.

Los libraré de sus pecados y prevaricaciones,
los purificaré:

ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.

Mi siervo David será su rey,
el único pastor de todos ellos.

Caminarán según mis mandatos
y cumplirán mis preceptos, poniéndolos por obra.

Habitarán en la tierra que le di
a mi siervo Jacob,
en la que habitaron vuestros padres;

allí vivirán para siempre,
ellos y sus hijos y sus nietos;

y mi siervo David será su príncipe
para siempre.

Haré con ellos una alianza de paz,
alianza eterna pactaré con ellos.

Los estableceré, los multiplicaré
y pondré entre ellos mi santuario para siempre;

tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios,
y ellos serán mi pueblo.

Y sabrán las naciones que yo soy el Señor
que consagra a Israel,
cuando esté entre ellos mi santuario para siempre».

Palabra de Dios.

Interleccional: Jeremías 31, 10. 11-1 2ab. 13 (R.: 10 d)

R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño». R.

Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R.

Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas. R.

Aleluya Ez 18, 31

Quitaos de encima vuestros delitos
—dice el Señor—,
y estrenad un corazón nuevo y un espíritu nuevo.

EVANGELIO

Para reunir a los hijos de Dios dispersos

 Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 45-57

En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.

Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:

—«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación».

Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:

—«Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera».

Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.

Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.

Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban:

—«¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?».

Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

Palabra del Señor.

Domingo 24 de marzo – Domingo de Ramos de la Pasión del Señor

Procesión de las palmas

Evangelio

Bendito el que viene en nombre del Señor

 Lectura del santo Evangelio según san Marcos 11, 1-10

Se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos, y Jesús mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles:

—«Id a la aldea de enfrente y, en cuanto entréis, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, contestadle: “El Señor lo necesita y lo devolverá pronto”».

Fueron y encontraron el borrico en la calle, atado a una puerta, y lo soltaron. Algunos de los presentes les preguntaron:

—«¿Por qué tenéis que desatar el borrico?».

Ellos les contestaron como había dicho Jesús; y se lo permitieron.

Llevaron el borrico, le echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y detrás gritaban:

—«Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor.

Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David.

¡Hosanna en el cielo!».

Palabra del Señor.

O bien

Bendito el que viene en nombre del Señor


 Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 12-16

En aquel tiempo, la multitud que había acudido a la fiesta, al oír que Jesús llegaba a Jerusalén, salió a recibirlo con ramos de palma, gritando:

—«¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el que es rey de Israel!».

Pero Jesús encontró un borriquillo y se montó en él, como estaba escrito:

«No temas, ciudad de Sión,
mira a tu rey que llega

montado en un borrico».

Sus discípulos no comprendieron esto a la primera, pero, cuando Jesús fue glorificado, se acordaron de que habían hecho con él lo que estaba escrito.

Palabra del Señor.

Santa Misa

La misa de este domingo tiene tres lecturas, y es muy recomendable que se lean las tres, a no ser que algún motivo pastoral aconseje lo contrario.

Dada la importancia de la lectura de la historia pasión del Señor, el sacerdote teniendo en cuenta la índole peculiar de cada asamblea en concreto, podrá leer, si es necesario, una sola de las dos lecturas que preceden al evangelio, o bien leer únicamente la historia de la pasión, incluso en su forma más breve.

Estas normas sólo tienen aplicación en las misas celebradas con la participación del pueblo.

PRIMERA LECTURA

No oculté el rostro a insultos; y sé que no quedaré avergonzado

Lectura del libro de Isaías 50, 4-7

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido
por eso ofrecí el rostro como pedernal,
una palabra de aliento.

Cada mañana me espabila el oído,
para que escuche como los iniciados.

El Señor Dios me ha abierto el oído;
y yo no me he revelado ni me he echado atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
la mejilla a los que mesaban mi barba.
No oculté el rostro a insultos y salivazos.

Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido;
y sé que no quedaré avergonzado.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24 (R.: 2a)

R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Al verme se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere». R.

Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R.

Se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía ven corriendo a ayudarme. R.

Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel. R.

SEGUNDA LECTURA

Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo levantó sobre todo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11

Hermanos:

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;

al contrario, se despojó de su rango,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y
una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo,
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;

de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
—en el cielo, en la tierra, en el abismo—,

y toda lengua proclame:
«¡Jesucristo es Señor!»,
para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios.

Aleluya Flp 2, 8-9

Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre».

EVANGELIO

Pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte

 Lectura del santo evangelio según san Marcos 14, 1—15, 47

C. Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte. Pero decían:

S.— «No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo».

Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura

C. Estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, sentado a la mesa, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y lo derramó en la cabeza de Jesús. Algunos comentaban indignados:

S. —«¿A qué viene este derroche de perfume? Se podía haber vendido por más de trescientos denarios para dárselo a los pobres».

C. Y regañaban a la mujer. Pero Jesús replicó:

 —«Dejadla, ¿por qué la molestáis? Lo que ha hecho conmigo está bien. Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando queráis; pero a mí no me tenéis siempre. Ella ha hecho lo que podía: se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Os aseguro que, en cualquier parte del mundo donde se proclame el Evangelio, se recordará también lo que ha hecho ésta».

Prometieron dinero a Judas Iscariote

C. Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero. Él andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?

C. El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:

S. —«¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?».

C. Él envió a dos discípulos, diciéndoles:

 —«Id a la cuidad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: «El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?». Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena».

C. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.

Uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo

C. Al atardecer fue él con los Doce. Estando a la mesa comiendo, dijo Jesús:

 —«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo».

C. Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro:

S. —«¿Seré yo?».

C. Respondió:

 —«Uno de los Doce, el que está mojando en la misma fuente que yo. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; ¡más le valdría no haber nacido!».

Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre, sangre de la alianza

C. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:

 —«Tomad, esto es mi cuerpo».

C. Cogiendo la copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo:

 —«Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».

Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres

C. Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos. Jesús les dijo:

 —«Todos vais a caer, como está escrito: «Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas». Pero, cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea».

C. Pedro replicó:

S. —«Aunque todos caigan, yo no».

C. Jesús le contestó:

 —«Te aseguro que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres».

C. Pero él insistía:

S. —«Aunque tenga que morir contigo, no te negaré».

C. Y los demás decían lo mismo.

Empezó a sentir terror y angustia

C. Fueron a un huerto, que llaman Getsemaní, y dijo a sus discípulos:

 —«Sentaos aquí mientras voy a orar».

C. Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo:

 —«Me muero de tristeza; quedaos aquí velando».

C. Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo:

 —«¡Abba! (Padre), tú lo puedes todo; aparta de mí este cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres».

C. Volvió y, al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:

 —«Simón, ¿duermes?; ¿no has podido velar ni una hora? Velad y orad, para no caer en la tentación; el espíritu es decidido, pero la carne es débil».

C. De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió, y los encontró otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados. Y no sabían qué contestarle. Volvió por tercera vez y les dijo:

 —«Ya podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega».

Prendedlo y conducidlo bien sujeto

C. Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él gente con espadas y palos, mandada por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles:

S. —«Al que yo bese, ése es; prendedlo y conducidlo bien sujeto».

C. Y en cuanto llegó, se acercó y le dijo:

S. —«¡Maestro!».

C. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Pero uno de los presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo:

 —«¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario os estaba enseñando en el templo, y no me detuvisteis. Pero, que se cumplan las Escrituras».

C. Y todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, envuelto sólo en una sábana, y le echaron mano; pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo.

¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?

C. Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumos sacerdotes y los ancianos y los escribas. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del palacio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados a la lumbre para calentarse. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo encontraban. Pues, aunque muchos daban falso testimonio contra él, los testimonios no concordaban. Y algunos, poniéndose en pie, daban testimonio contra él, diciendo:

S. —«Nosotros le hemos oído decir: «Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro no edificado por hombres»».

C. Pero ni en esto concordaban los testimonios. El sumo sacerdote se puso en pie en medio e interrogó a Jesús:

S. —«¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?».

C. Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo interrogó de nuevo, preguntándole:

S. —«¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?…».

C. Jesús contestó:

 —«Sí lo soy. Y veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo».

C. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras, diciendo:

S. —«¿Qué falta hacen más testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué decís?».

C. Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle y, tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:

S. —«Haz de profeta».

C. Y los criados le daban bofetadas.

No conozco a este hombre que decís

C. Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del sumo sacerdote y, al ver a Pedro calentándose, lo miró y dijo:

S. —«También tú andabas con Jesús, el Nazareno».

C. Él lo negó, diciendo:

S. —«Ni sé ni entiendo lo que quieres decir».

C. Salió fuera al zaguán, y un gallo cantó. La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes:

S. —«Éste es uno de ellos».

C. Y él lo volvió a negar. Al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro:

S. —«Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo».

C. Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar:

S. —«No conozco a ese hombre que decís».

C. Y en seguida, por segunda vez, cantó un gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: «Antes de que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres», y rompió a llorar.

¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?

C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le pregunto:

S. —«¿Eres tú el rey de los judíos?».

C. Él respondió:

 —«Tú lo dices».

C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato pregunto de nuevo:

S. —«¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti».

C. Jesús no contesto más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó:

S. —«¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».

C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:

S. —«¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?».

C. Ellos gritaron de nuevo:

S. —«¡Crucifícalo!».

C. Pilato les dijo:

S. —«Pues, ¿qué mal ha hecho?».

C. Ellos gritaron más fuerte:

S.— «¡Crucifícalo!».

C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

Le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado

C. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio —al pretorio— y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:

S. —«¡Salve, rey de los judíos!».

C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo.

Llevaron a Jesús al Gólgota y los crucificaron

C. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.

A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar

C. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:

S. —«¡Anda!, tú que destruías el templo y lo construías en tres días sálvate a ti mismo bajando de la cruz».

C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:

S. —«A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos».

C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban.

Jesús, dando un fuerte grito, expiró

C. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:

 —«Eloí, Eloí, lamá sabktaní».

C. Que significa:

 —«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».

C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:

S. —«Mira, está llamando a Elías».

C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:

S. —«Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo».

C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

* Todos se arrodillan, y se hace una pausa.

C. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:

S.—«Realmente este hombre era Hijo de Dios».

C. Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María, la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, que, cuando él estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.

José rodó una piedra a la entrada del sepulcro

C. Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, noble senador, que también aguardaba el reino de Dios; armándose de valor, se presentó ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Éste compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra en la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de José observaban dónde lo ponían.

Palabra del Señor.

O bien más breve

 Lectura del santo evangelio según san Marcos 15, 1-39

¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?

C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le pregunto:

S. —«¿Eres tú el rey de los judíos?».

C. Él respondió:

 —«Tú lo dices».

C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato pregunto de nuevo:

S. —«¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti».

C. Jesús no contesto más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó:

S. —«¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».

C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:

S. —«¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?».

C. Ellos gritaron de nuevo:

S. —«¡Crucifícalo!».

C. Pilato les dijo:

S. —«Pues, ¿qué mal ha hecho?».

C. Ellos gritaron más fuerte:

S. —«¡Crucifícalo!».

C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

Le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado

C. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio —al pretorio— y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:

S. «¡Salve, rey de los judíos!».

C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo.

Llevaron a Jesús al Gólgota y los crucificaron

C. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.

A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar

C. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:

S. —«¡Anda!, tú que destruías el templo y lo construías en tres días sálvate a ti mismo bajando de la cruz».

C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:

S. —«A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos».

C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban.

Jesús, dando un fuerte grito, expiró

C. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:

 —«Eloí, Eloí, lamá sabktaní».

C. Que significa:

 —«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».

C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:

S. —«Mira, está llamando a Elías».

C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:

S. —«Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo».

C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

* Todos se arrodillan, y se hace una pausa.

C. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:

S. —«Realmente este hombre era Hijo de Dios».

Palabra del Señor.

– Lunes 25 de marzo – Lunes Santo

PRIMERA LECTURA

No gritará, ni voceará por las calles

Lectura del profeta Isaías 42, 1-7

Así dice el Señor:

Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, a quien prefiero.

Sobre él he puesto mi espíritu,
para que traiga el derecho a las naciones.

No gritará, no clamará,
no voceará por las calles.

La caña cascada no la quebrará,
el pábilo vacilante no lo apagará,

hasta implantar el derecho en la tierra,
y sus leyes que esperan las islas.

Así dice el Señor Dios,
que creó y desplegó los cielos,
consolidó la tierra con su vegetación,

dio el respiro al pueblo que lo habita
y el aliento a los que se mueven en ella.

Yo, el Señor, te he llamado con justicia,
te he cogido de la mano,

te he formado, y te he hecho
alianza de un pueblo, luz de las naciones.

Para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión,
y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 26, 1. 2. 3. 13-14 (R.: 1a)

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿Quién me hará temblar? R.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor
contemplando su templo. R.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. R.

Aleluya

Salve, Rey nuestro,
solamente tú te has compadecido de nuestros errores.

EVANGELIO

Déjala; lo tenía guardado este perfume para el día de mi sepultura

 Lectura del santo evangelio según san Juan 12, 1-11

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él en la mesa.

María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:

—«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres? Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando».

Entonces Jesús dijo:

—«Déjala: lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».

Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.

Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Palabra del Señor.

– Martes 26 de marzo – Martes Santo

PRIMERA LECTURA

Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra

Lectura del profeta Isaías 49, 1-6

Escuchadme, islas;
atended, pueblos lejanos:

Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó
en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre.

Hizo de mi boca una espada afilada,
me escondió en la sombra de su mano;

me hizo flecha bruñida,
me guardó en su aljaba

y me dijo:

«Tú eres mi siervo,
de quien estoy orgulloso».

Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado,
en viento y en nada he gastado mis fuerzas»,

en realidad mi derecho lo llevaba el Señor,
mi salario lo tenía mi Dios.

Y ahora habla el Señor,
que desde el vientre me formó siervo suyo,

para que le trajese a Jacob,
para que le reuniese a Israel,
—tanto me honró el Señor
y mi Dios fue mi fuerza—.

Es poco que seas mi siervo
y restablezcas las tribus de Jacob
y conviertas a los supervivientes de Israel:

te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance
hasta el confín de la tierra.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15 y 17 (R.: cf. 15)

R. Mi boca contará tu salvación, Señor.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo,
líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame. R.

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno, tú me sostenías. R.

Mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R.

Aleluya

Salve, Rey nuestro, obediente al Padre,
fuiste llevado a la crucifixión,
como manso cordero a la matanza.

EVANGELIO

Uno de vosotros me va a entregar… No cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces

 Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38

En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo:

—«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar».

Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.

Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, estaba a la mesa a su derecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó al Señor:

—«¿Quién es?».

Le contestó Jesús:

«Aquél a quien yo le dé este trozo de pan untado».

Y untando el pan se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás.

Entonces Jesús le dijo:

—«Lo que tienes que hacer hazlo en seguida».

Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.

Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió dijo Jesús:

—«Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: «Donde yo voy, vosotros no podéis ir»».

Simón Pedro le dijo:

—«Señor, ¿a dónde vas?».

Jesús le respondió:

—«a donde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde».

Pedro replicó:

—«Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti».

Jesús le contestó:

—«¿Con que darás tu vida por mí?

Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces».

Palabra del Señor.

– Miércoles 27 de marzo – Miércoles Santo

PRIMERA LECTURA

No oculté el rostro a insultos y salivazos

Lectura del profeta Isaías 50, 4-9

En aquellos días dijo Isaías:

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido una palabra de aliento.

Cada mañana me espabila el oído,
para que escuche como los iniciados.

El Señor Dios me ha abierto el oído y yo no me he rebelado
ni me he echado atrás.

Ofrecí la espalda a los que golpeaban,
la mejilla a los que mesaban mi barba.

No oculté el rostro a insultos y salivazos.

Mi Señor me ayudaba, por eso no me quedaba confundido,
por eso ofrecí el rostro como pedernal,
y sé que no quedaré avergonzado.

Tengo cerca a mi abogado, ¿quién pleiteará contra mí?

Vamos a enfrentarnos: ¿Quién es mi rival?
Que se acerque.

Mirad, mi Señor me ayuda: ¿quién probará que soy culpable?

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 68, 8-10. 21-22. 31 y 33-34 (R.: 14c y b)

R. Señor, que tu bondad me escuche
en el día de tu favor

Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R.

La afrenta me destroza el corazón,
y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay,
consoladores, y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre. R.

Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R.

Aleluya

Salve, Rey nuestro,
solamente tú te has compadecido de nuestros errores

O bien

Salve, Rey nuestro, obediente al Padre,
fuiste llevado a la crucifixión,
como manso cordero a la matanza.

EVANGELIO

El hijo del Hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va  a entregar al Hijo del Hombre!

 Lectura del santo evangelio según san Mateo 26, 14-25

En aquel tiempo, uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:

—«¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?».

Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

—«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?».

Él contestó:

Id a casa de Fulano y decidle:

—«El Maestro dice: mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos».

Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.

Al atardecer se puso a la mesa con los doce.

Mientras comían, dijo:

—«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar».

Ellos consternados se pusieron a preguntarle uno tras otro:

—«¿Soy yo acaso, Señor?».

Él respondió:

—«El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo el Hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!, más le valdría no haber nacido».

Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

—«¿Soy yo acaso, Maestro?».

Él respondió:

—«Así es».

Palabra del Señor.

– Jueves 28 de marzo – Jueves Santo – Cena del Señor

PRIMERA LECTURA

El Señor me ha ungido y me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren y derramar sobre ellos perfume de fiesta

Lectura del libro de Isaías 61, 1-3a. 6a. 8b-9

El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.

Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren,
para vendar los corazones desgarrados,

para proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros la libertad,

para proclamar el año de gracia del Señor,
el día del desquite de nuestro Dios,

para consolar a los afligidos,
los afligidos de Sión;

para cambiar su ceniza en corona,
su traje de luto en perfume de fiesta,

su abatimiento en cánticos.

Vosotros os llamaréis «Sacerdotes del Señor»,
dirán de vosotros: «Ministros de nuestro Dios».

Les daré su salario fielmente
y haré con ellos un pacto perpetuo.

Su estirpe será célebre entre las naciones,
y sus vástagos entre los pueblos.

Los que los vean reconocerán
que son la estirpe que bendijo el Señor.

Palabra de Dios.


Salmo responsorial: Salmo 88, 21-22. 25 y 27 (R.: cf. 2a)

RCantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso. R.

Mi fidelidad y misericordia lo acampañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora». R.

SEGUNDA LECTURA

Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios Padre

Lectura del libro del Apocalipsis 1, 5-8

Gracia y paz a vosotros de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra.

Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa.

Sí. Amén.

Dice el Señor Dios:

«Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso».

Palabra de Dios.


Versículo antes del evangelio Lc 4, 18

El Espíritu del Señor está sobre mí;
me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres.


EVANGELIO

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 16-21

En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.

Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos la vista;

para dar libertad a los oprimidos,
para anunciar el año de gracia del Señor».

Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:

—«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír».

Palabra del Señor.

– Viernes 29 de marzo – Viernes Santo – Pasión del Señor

PRIMERA LECTURA

Él fue traspasado por nuestras rebeliones

Lectura del libro de Isaías 52, 13—53,12

Mirad, mi siervo tendrá éxito,
subirá y crecerá mucho.

Como muchos se espantaron de él,
porque desfigurado no parecía hombre,
ni tenía aspecto humano,

así asombrará a muchos pueblos,
ante él los reyes cerrarán la boca,

al ver algo inenarrable
y contemplar algo inaudito.

¿Quién creyó nuestro anuncio?,
¿a quién se reveló el brazo del Señor?

Creció en su presencia como brote,
como raíz en tierra árida,
sin figura, sin belleza.

Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado de los hombres,

como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultan los rostros,
despreciado y desestimado.

Él soportó nuestros sufrimientos
y aguantó nuestros dolores;

nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios y humillado;

pero él fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.

Nuestro castigo saludable cayó sobre él,
sus cicatrices nos curaron.

Todos errábamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino;

y el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes.

Maltratado, voluntariamente se humillaba
y no abría la boca;

como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca.

Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron,
¿quién meditó en su destino?

Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo lo hirieron.

Le dieron sepultura con los malvados,
y una tumba con los malhechores,

aunque no había cometido crímenes
ni hubo engaño en su boca.

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación;

verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.

Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.

Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.

Le daré una multitud como parte,
y tendrá como despojo una muchedumbre.

Porque expuso su vida a la muerte
y fue contado entre los pecadores,

él tomo el pecado de muchos
e intercedió por los pecadores.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 30, 2 y 6. 12-13. 15-16. 17 y 25 (R.: Lc 23, 46)

R. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R.

Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos;
me ven por la calle, y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cachorro inútil. R.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios».
En tu mano están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor. R.

SEGUNDA LECTURA

Aprendió a obedecer y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9

Hermanos:

Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios.

No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado con todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

Palabra de Dios.

Aleluya Flp 2, 8-9

Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre».

EVANGELIO

Prendieron a Jesús y lo ataron

 Lectura del santo evangelio según san Juan 18, 1—19, 42

Prendieron a Jesús y lo ataron

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:

 —«¿A quién buscáis?».

C. Le contestaron:

S. —«A Jesús, el Nazareno».

C. Les dijo Jesús:

 —«Yo soy».

C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:

 —«¿A quién buscáis?».

C. Ellos dijeron:

S. —«A Jesús, el Nazareno».

C. Jesús contestó:

 —«Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos».

C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

— «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?».

Llevaron a Jesús primero a Anás

C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo».

Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:

S. —«¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?».

C. Él dijo:

S. —«No lo soy».

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina.

Jesús le contestó:

 —«Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo».

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:

S. —«¿Así contestas al sumo sacerdote?».

C. Jesús respondió:

 —«Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?».

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy

C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:

S.— «¿No eres tú también de sus discípulos?».

C. Él lo negó, diciendo:

S. —«No lo soy».

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:

S. —«¿No te he visto yo con él en el huerto?».

C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.

Mi reino no es de este mundo

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, a donde estaban ellos, y dijo:

S. —«¿Qué acusación presentáis contra este hombre?».

C. Le contestaron:

S. —«Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos».

C. Pilato les dijo:

S. —«Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley».

C. Los judíos le dijeron:

S. —«No estamos autorizados para dar muerte a nadie».

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. —«¿Eres tú el rey de los judíos?».

C. Jesús le contestó:

 —«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».

C. Pilato replicó:

S.— «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».

C. Jesús le contestó:

 —«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».

C. Pilato le dijo:

S. —«Conque, ¿tú eres rey?».

C. Jesús le contestó:

 —«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

C. Pilato le dijo:

S. —«Y, ¿qué es la verdad?».

C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:

S. —«Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».

C. Volvieron a gritar:

S. —«A ése no, a Barrabás».

C. El tal Barrabás era un bandido.

¡Salve, rey de los judíos!

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los saldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S. —«¡Salve, rey de los judíos!».

C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. —«Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa».

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. —«Aquí lo tenéis».

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. —«¡Crucifícalo, crucifícalo!».

C. Pilato les dijo:

S. —«Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él».

C. Los judíos le contestaron:

S. —«Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios».

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:

S. —«¿De dónde eres tú?».

C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:

S. —«¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?».

C. Jesús le contestó:

 —«No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor».

¡Fuera, fuera; crucifícalo!

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. —«Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César».

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

S. —«Aquí tenéis a vuestro rey».

C. Ellos gritaron:

S.— «¡Fuera, fuera; crucifícalo!».

C. Pilato les dijo:

S. —«¿A vuestro rey voy a crucificar?».

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. —«No tenemos más rey que al César».

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Lo crucificaron, y con él a otros dos

C. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos».

Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego.

Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. —«No escribas: «El rey de los judíos», sino: «Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos»».

C. Pilato les contestó:

S. —«Lo escrito, escrito está».

Se repartieron mis ropas

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Y se dijeron:

S.— «No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca».

C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados.

Ahí tienes a tu hijo. – Ahí tienes a tu madre

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

 —«Mujer, ahí tienes a tu hijo».

C. Luego, dijo al discípulo:

 —«Ahí tienes a tu madre».

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Está cumplido

C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

 —«Tengo sed».

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

 —«Está cumplido».

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Todos se arrodillan, y se hace una pausa

Y al punto salió sangre y agua

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron».

Vendaron todo el cuerpo de Jesús, con los aromas

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Palabra del Señor.

– Sábado 30 de marzo – Sábado Santo – La Sepultura del Señor

1

Derramaré un espíritu de gracia y de clemencia

Monitor:

Cuando muere una persona querida sentimos gran dolor en el corazón. Pero el dolor es aún mayor cuando la muerte no ha sido natural, sino que le han matado: por descuido, como en el caso de un accidente, por odio o venganza, como en los asesinatos. Hoy, día de Sábado santo, los cristianos recordamos a Jesús, ejecutado por la envidia y el odio de algunos hombres. Por eso es día de duelo, como nos dice el profeta Zacarías en esta lectura. Hoy los amigos de Jesús estamos en duelo porque en el mundo actual hay muchos hombres que sufren y mueren víctimas de la injuria. Pero en medio del dolor tenemos esperanza, porque creemos que Dios nos acompaña y llegara el día en que el bien triunfará definitivamente sobre el mal.

Lector:

Lectura de la profecía de Zacarías 12, 10-11a. 12a

Aquel día, derramaré sobre la dinastía de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de clemencia. Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo único, y llorarán como se llora al primogénito.

Aquel día, será grande el luto en Jerusalén. Hará duelo el país, familia por familia.

Palabra de Dios.

2

Completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia

Monitor:

A Jesús, que fue bueno con todos, le mataron. Los hombres que anuncian el mensaje de Jesús encuentran también dificultades que les hacen sufrir. Pablo, según el texto que vamos a leer, fue uno de ellos. Sufrió, fue perseguido, pero continuó luchando porque contaba con la fuerza poderosa de Jesús resucitado.

También hay muchos cristianos en el mundo que anuncian a Jesucristo en medio de sufrimientos; vamos a recordarlos y a pedir para ellos la fuerza poderosa de Jesús.

Lector:

Lectura de las cartas del apóstol san Pablo a los Colosenses y primera a los Corintios


Col 1, 24-25. 28-29

Hermanos:


Me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado ministro, asignándome la tarea de anunciaros a vosotros su mensaje completo.

Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para que todos lleguen a la madurez en su vida en Cristo: esta es mi tarea, en la que lucho denodadamente con la fuerza poderosa que él me da.

1 Co 1, 17-18

No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.

El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero para los que están en vías de salvación —para nosotros— es fuerza de Dios.

Palabra de Dios.

3

Cuando lo insultaban, no devolvía el insulto

Monitor:

Sufrir por sufrir es de tontos y de locos y Dios no lo quiere. sufrir por haber sido malos, hubiéramos podido evitarlo. Encontrar sufrimientos por hacer un servicio a los demás, como Jesús, es una cosa hermosa ante Dios; nos lo dice san Pedro en el texto que vamos a leer.

Lector:

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 20b-24a

Queridos hermanos:

Si, obrando el bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.

Él no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando lo insultaban,
no devolvía el insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario, se ponía en manos
del que juzga justamente.

Cargado con nuestros pecados subió al leño,
para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia.

4, 13-16

Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.

Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros, porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.

Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por homicida, ladrón, malhechor o entrometido.

Pero, si sufre por ser cristiano, que no se avergüence, que de gloria a Dios por este nombre.

Palabra de Dios.

4

Mujer, ahí tienes a tu hijo

Monitor:

María estuvo siempre muy cerca de Jesús, le acompañó hasta la cruz. El evangelista san Juan nos transmite las palabras de Jesús a su madre y al discípulo que tanto quería. Jesús nos deja a María como madre. Ella nos enseñará a seguir el camino del Evangelio.

Lector:

 Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 25-27

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

—«Mujer, ahí tienes a tu hijo».

Luego, dijo al discípulo:

—«Ahí tienes a tu madre».

Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Palabra de Dios.

5

Lo puso en un sepulcro

Monitor:

Cuando muere una persona querida le acompañamos hasta el cementerio, le dejamos flores como recuerdo de nuestro cariño, y allí se le entierra. También a Jesús le enterraron. Vamos a leer en el evangelio de Marcos cómo fue el entierro de Jesús.

Sacerdote (o diácono):

 Lectura del santo evangelio según san Marcos 15, 40-47

En aquel tiempo, había unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María, la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, que, cuando Jesús estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.

Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, noble senador, que también aguardaba el reino de Dios; armándose de valor, se presentó ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José.

Éste compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de José observaban dónde lo ponían.

Palabra del Señor.

6

No me entregarás a la muerte

Monitor:

A Jesús le mataron. Una muerte tan dura le hizo sufrir y gritar y llorar. Pero Jesús muere confiando en Dios que le ama, y es dueño de la vida.

Vamos a escuchar estas Lecturas pensando con el corazón que el mismo Jesús nos habla en ellas.

Lector:

Lectura del libro de los Salmos y del libro de Isaías


Salmo 15, 8-11

Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilare.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.

Salmo 26, 1. 11-14

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?

Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana, porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario, porque se levantan contra mí testigos falsos, que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, se valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

Isaías 38, 10a. 11-14. 17

Yo pensé: «En medio de mis días ya no veré más al Señor en la tierra de los vivos, ya no miraré a los hombres entre los habitantes del mundo.

Levantan y enrollan mi vida como una tienda de pastores. Como un tejedor, devanaba yo mi vida, y me cortan la trama».

Día y noche me estás acabando, sollozo hasta el amanecer. Me quiebras los huesos como un león, día y noche me estás acabando.

Estoy piando como una golondrina, gimo como una paloma. Mis ojos mirando al cielo se consumen: ¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!

La amargura se me volvió paz cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía y volviste la espalda a todos mis pecados.

Palabra de Dios.

Domingo 31 de marzo – Domingo de Pascua – La Resurrección del Señor

PRIMERA LECTURA

Nosotros hemos comido y bebido con él después de su resurrección

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:

—«Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no ha todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección.

Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 117, 1- 2. 16ab-17. 22-23 (R.: 24)

R. Este es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Dad gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
Eterna es su misericordia. R.

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R.

La piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R.

SEGUNDA LECTURA

Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4

Hermanos:

Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.

Porque habéis muerto, y nuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.

Palabra de Dios.

O bien:

Barred la levadura vieja, para ser una masa nueva

Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios 5, 6b-8

Hermanos:

¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? Barred la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes ázimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebramos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad.

Palabra de Dios.

Secuencia:

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?».
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

Aleluya 1Cor 5, 7b-8a

Ha sido inmolada
nuestra víctima pascual: Cristo.
Así, pues, celebramos la Pascua en el Señor.

EVANGELIO

Él había de resucitar de entre los muertos

 Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien quería Jesús, y le dijo:

—«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.

Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Pues hasta entonces no había entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

En lugar de este Evangelio se puede tomar el de la Vigilia pascual, que reproducimos a continuación.


Vigilia Pascual


Ciclo B

EVANGELIO

Jesús el Nazareno, el crucificado, ha resucitado

 Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 1-7

Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras:

—«¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?».

Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo:

—«No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron.

Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo».

Palabra del Señor.

En las misas vespertinas, puede también leerse el siguiente evangelio.

EVANGELIO

Quédate con nosotros, Señor, porque atardece

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 13-35

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo:

—«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».

Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, replicó:

—«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».

Él les preguntó:

—«¿Qué?».

Ellos le contestaron:

—«Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro libertador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».

Entonces Jesús les dijo:

—«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en la gloria?».

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.

Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron diciendo:

—«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.

Ellos comentaron:

—«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escritura?».

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

—«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor.


En este post, encontrarás una valiosa guía que te ayudará a vivir cada día de marzo con una profunda conexión con lo divino y con tu comunidad religiosa. Exploraremos las fiestas de los santos, las solemnidades más destacadas y otros momentos especiales que nos permitirán experimentar una cercanía única con Dios.

Ya seas un fiel devoto, un sacerdote comprometido o simplemente alguien interesado en aprender más sobre la liturgia católica, este post te brindará una perspectiva enriquecedora y esclarecedora.

¡Prepárate para un marzo cargado de espiritualidad y comunión con lo sagrado! Acompáñanos en este recorrido por el Misal Romano para marzo de 2024 y descubre cómo podemos encontrar significado y propósito en cada jornada a través de la gracia divina.

No olvides compartir este contenido con tus amigos y seres queridos, para que juntos podamos enriquecer nuestras vidas y nutrir nuestra fe durante este emocionante mes litúrgico. ¡Sigamos creciendo juntos en el camino de la espiritualidad!

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