Solemnidades del Señor Ciclo A

Solemnidades del Señor del tiempo ordinarioCiclo A

Solemnidades del Señor A

Las lecturas para las Solemnidades del Señor del Tiempo Ordinario en el Ciclo A abordan aspectos fundamentales de la teología cristiana y la devoción a la figura central de la fe. En la Solemnidad de la Santísima Trinidad, las lecturas exploran el misterio trinitario de Dios, revelando la naturaleza única y la interrelación del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La comunidad cristiana es llamada a contemplar y celebrar la unidad y la diversidad intrínsecas en la Trinidad, recordando el amor divino que fluye en la comunión de las tres personas divinas.

La Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, comúnmente conocida como Corpus Christi, resalta la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Las lecturas subrayan el significado profundo de la institución de la Cena del Señor, donde Jesús ofrece su cuerpo y sangre como alimento espiritual para los creyentes. La celebración invita a la comunidad a adorar y agradecer por el regalo sublime de la Eucaristía, que une a los fieles en comunión con Cristo y entre sí.

La Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús profundiza en la devoción al corazón de Jesús como símbolo del amor divino y la misericordia infinita. Las lecturas resaltan la compasión y la entrega total de Jesús por la humanidad, llamando a los creyentes a responder con gratitud y a reflejar ese amor en sus propias vidas. Esta solemnidad enfatiza la conexión entre la espiritualidad cristiana y el llamado a vivir una vida centrada en el amor y la compasión, siguiendo el ejemplo del Sagrado Corazón de Jesús.


La Santísima Trinidad. Ciclo A.

PRIMERA LECTURA

Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso

Lectura del libro del Éxodo: 34, 4b-6. 8-9

En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra.

El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.

El Señor pasó ante él, proclamando:

—«Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad».

Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra.

Y le dijo:

«Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya».

Palabra de Dios.

Interleccional: Daniel 3, 52. 53. 54. 55. 56

R. A ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso. R.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.

Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines,
sondeas los abismos. R.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R.

SEGUNDA LECTURA

La gracia de Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 13, 11-13

Hermanos:

Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros.

Saludaos mutuamente con el beso ritual.

Os saludan todos los santos.

La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros.

Palabra de Dios.

Aleluya Ap 1, 8

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
al Dios que es, que era y que viene.

EVANGELIO

Dios mandó a su Hijo para que el mundo se salve por él

Lectura del santo evangelio según san Juan 3,1 6-18

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Palabra del Señor.


Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Ciclo A. Domingo después de la Santísima Trinidad.

PRIMERA LECTURA

Te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres

Lectura del libro del Deuteronomio 8, 2-3. 14b-16a

Moisés habló al pueblo, diciendo:

—«Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto; para afligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intenciones: si guardas sus preceptos o no.

Él te afligió haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no sólo vive el hombre de pan, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios.

No te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 147, 12-13. 14-15. 19-20 (R.: 12a)

R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

O bien:

R. Aleluya.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obro así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R.

SEGUNDA LECTURA

El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 16-17

Hermanos:

El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?

El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.

Palabra de Dios.

Aleluya Jn 6, 51

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo
—dice el Señor—;
el que coma de este pan
vivirá para siempre.

EVANGELIO

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

—«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».

Disputaban los judíos entre sí:

—«¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?».

Entonces Jesús les dijo:

—«Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come vivirá por mí.

Éste es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

Palabra del Señor.


El sagrado Corazón de Jesús. Ciclo A. Viernes posterior al segundo domingo después de Pentecostés.

PRIMERA LECTURA

El Señor se enamoró de vosotros y os eligió

Lectura del libro del Deuteronomio 7, 6-11

En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo:

—«Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios: él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad.

Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió, no fue por ser vosotros más numerosos que los demás, pues sois el pueblo más pequeño, sino que, por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto.

Así sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios: el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y guardan sus preceptos, por mil generaciones.

Pero paga en su persona a quien lo aborrece, acabando con él. No se hace esperar, paga a quien lo aborrece, en su persona.

Pon por obra estos preceptos y los mandatos y decretos que te mando hoy».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 102. 1-2. 3-4. 6-7. 8 y 10 (R.:17 )

R. La misericordia del Señor dura siempre,
para los que cumplen sus mandatos.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.

SEGUNDA LECTURA

Dios nos amó

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4, 7-16

Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él.

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.

A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.

En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.

Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.

Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.

Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.

Palabra de Dios.

Aleluya Mt 11, 29ab

Cargad con mi yugo y aprended de mí
—dice el Señor—,
que soy manso y humilde de corazón.

EVANGELIO

Soy manso y humilde de corazón

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, exclamó Jesús:

—«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

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