Solemnidades del Señor Ciclo C

Solemnidades del Señor del tiempo ordinarioCiclo C

Solemnidades del Señor Ciclo C

Solemnidades del Señor en el Tiempo Ordinario – Ciclo C – LECCIONARIO III (C)

Las Solemnidades del Señor en el Ciclo C del Leccionario III son celebraciones litúrgicas que nos sumergen en los aspectos fundamentales de la vida y ministerio de Jesucristo. A través de lecturas específicas, la Iglesia invita a los fieles a reflexionar sobre la importancia teológica y espiritual de estas solemnidades que destacan momentos clave en la vida de nuestro Salvador.

Solemnidad de la Santísima Trinidad: La Trinidad Divina Revelada
En esta solemnidad, la Iglesia contempla el misterio de la Santísima Trinidad. Las lecturas exploran la revelación de Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo. La liturgia invita a los fieles a adorar al Dios trino y a profundizar en la comprensión de esta verdad central de la fe cristiana.

El Domingo después de la Santísima Trinidad, también conocido como el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, es una solemnidad que se celebra en la Iglesia Católica para honrar la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Este día, que cae en la octava del Corpus Christi, es una oportunidad para reflexionar sobre el significado profundo de la Sagrada Eucaristía y renovar el asombro y la adoración hacia la presencia real de Cristo en el pan y el vino consagrados.

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús: El Amor Misericordioso de Cristo
Esta solemnidad se centra en el corazón de Jesús como símbolo de su amor misericordioso. Las lecturas pueden destacar la compasión de Jesús y su disposición a acoger a todos. La liturgia invita a los fieles a contemplar el amor divino manifestado en el Sagrado Corazón y a responder con gratitud y devoción.

Al observar y participar en las Solemnidades del Señor en el Ciclo C del Leccionario III, los fieles son guiados a través de momentos clave en la vida y ministerio de Jesucristo. Estas celebraciones ofrecen oportunidades para profundizar en la fe, adorar al Salvador y reflexionar sobre la riqueza de la obra redentora de Jesús en el mundo.


La Santísima Trinidad. Ciclo C.

PRIMERA LECTURA

Antes de comenzar la tierra, la sabiduría fue engendrada

Lectura del libro de los Proverbios 8, 22-31

Así dice la sabiduría de Dios:

«El Señor me estableció al principio de sus tareas,
al comienzo de sus obras antiquísimas.

En un tiempo remotísimo fui formada,
antes de comenzar la tierra.

Antes de los abismos fui engendrada,
antes de los manantiales de las aguas.

Todavía no estaban aplomados los montes,
antes de las montañas fui engendrada.

No había hecho aún la tierra y la hierba,
ni los primeros terrones del orbe.

Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo;

cuando sujetaba el cielo en la altura,
y fijaba las fuentes abismales.

Cuando ponía un límite al mar,
cuyas aguas no traspasan su mandato;

cuando asentaba los cimientos de la tierra,
yo estaba junto a él, como aprendiz,

yo era su encanto cotidiano,
todo el tiempo jugaba en su presencia:

jugaba con la bola de la tierra,
gozaba con los hijos de los hombres».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 8, 4-5. 6-7a. 7b-9. (R.: 2a)

R. Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder? R.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.

Todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar. R.

SEGUNDA LECTURA

A Dios, por medio de Cristo, en el amor derramado con el Espíritu

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-5

Hermanos:

Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.

Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Palabra de Dios.

Aleluya Ap 1, 8

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
al Dios que es, que era y que viene.

EVANGELIO

Todo lo que tiene el Padre es mío; el Espíritu tomará de lo mío y os lo anunciará

Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.

Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando.

Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará».

Palabra del Señor.


Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Ciclo C. Domingo después de la Santísima Trinidad.

PRIMERA LECTURA

Sacó pan y vino

Lectura del libro del Génesis 14, 18-20

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrán, diciendo:

«Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos».

Y Abrán le dio un diezmo de cada cosa.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 109, 1. 2. 3. 4 (R.: 4bc)

R. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies». R.

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré,
como rocío, antes de la aurora». R.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec». R.

SEGUNDA LECTURA

Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26

Hermanos:

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:

Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:

«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».

Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:

«Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».

Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios.

Aleluya Jn 6, 51

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo.
—dice el Señor; —
quien coma de este pan
vivirá para siempre.

EVANGELIO

Comieron todos y se saciaron

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 11b-17

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío sobre el Reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.

Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle:

—«Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado».

Él les contestó:

—«Dadles vosotros de comer».

Ellos replicaron:

—«No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío».

Porque eran unos cinco mil hombres.

Jesús dijo a sus discípulos:

—«Decidles que se junten en grupos de unos cincuenta».

Lo hicieron así, y todos se echaron.

Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

Palabra del Señor.


El sagrado Corazón de Jesús. Ciclo C. Viernes posterior al segundo domingo después de Pentecostés.

PRIMERA LECTURA

Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo les haré sestear

Lectura de la profecía de Ezequiel 34, 11-16

Así dice el Señor Dios:

«Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas,
siguiendo su rastro.

Como sigue el pastor el rastro de su rebaño,
cuando las ovejas se le dispersan,

así seguiré yo el rastro de mis ovejas
y las libraré,

sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron
un día de oscuridad y nubarrones.

Las sacaré de entre los pueblos,
las congregaré de los países,

las traeré a su tierra,
las apacentaré en los montes de Israel,
en las cañadas y en los poblados del país.

Las apacentaré en ricos pastizales,
tendrán sus dehesas en los montes más altos de Israel;

se recostarán en fértiles dehesas
y pastarán pastos jugosos en los montes de Israel.

Yo mismo apacentaré mis ovejas,
yo mismo les haré sestear
—oráculo del Señor Dios—.

Buscaré las ovejas perdidas,
recogeré a las descarriadas;

vendaré a las heridas;
curaré a las enfermas;

a las gordas y fuertes las guardaré
y las apacentaré como es debido».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 1)

R. El Señor es mi pastor,
nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.

SEGUNDA LECTURA

La prueba de que Dios nos ama

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 5b-11

Hermanos:

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos del castigo!

Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos, salvos por su vida!

Y no sólo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.

Palabra de Dios.

Aleluya Mt 11, 29ab

Cargad con mi yugo y aprended de mí
—dice el Señor—,
que soy manso y humilde de corazón.

O bien:

Aleluya Jn 10, 14

Yo soy el buen Pastor
—dice el Señor—,
conozco mis ovejas, y las mías me conocen.

EVANGELIO

¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido

Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 3-7

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos y escribas esta parábola:

—«Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: «¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido».

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».

Palabra del Señor.

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