Textos comunes del salmo responsorial

TEXTOS COMUNES PARA EL CANTO DEL SALMO RESPONSORIAL

Textos comunes del salmo responsorial

Enriqueciendo la Experiencia Litúrgica

El canto del Salmo Responsorial es una parte fundamental de la liturgia cristiana, ofreciendo a la comunidad la oportunidad de responder con devoción y participación activa a la Palabra de Dios. Mientras que los salmos se toman comúnmente del Leccionario, que está directamente vinculado a las lecturas del día, existen textos comunes cuidadosamente seleccionados para enriquecer la experiencia del canto litúrgico.

La Importancia del Salmo Responsorial: Un Vínculo entre Lecturas y Comunidad

El Salmo Responsorial actúa como un puente melódico entre las lecturas bíblicas, conectando la narrativa de la Palabra de Dios con la respuesta colectiva de la comunidad. Este vínculo es esencial para una comprensión más profunda de las Escrituras y para fomentar la participación activa de los fieles en la liturgia.

Textos Comunes: Una Opción para la Participación Significativa

Aunque los salmos se seleccionan típicamente del Leccionario, se han elegido textos comunes específicos para el Salmo Responsorial. Estos textos son apropiados para diversos tiempos litúrgicos a lo largo del año, así como para celebraciones especiales dedicadas a los santos.


Respuestas salmódicas alternativas

Ven a librarnos Señor.

Hoy hemos contemplado tu gloria Señor.

Acuérdate, Señor, de tu fidelidad y misericordia.

Aleluya (dos o tres veces)

  • Con un salmo de alabanza:

Dad gracias al Señor porque es bueno.

O bien:

Te damos gracias, Señor, porque tus obras son admirables.

O bien:

Cantad al Señor un cántico nuevo.

  • Con un salmo de súplica:

Cerca está el Señor de los que lo invocan.

O bien:

Escúchanos Señor y sálvanos.


O bien:

El Señor es compasivo y misericordioso.


Salmos

R. A ti, Señor, levanto mi alma.

Señor enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

El Señor es bueno y recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.

Las sendas de Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor confía en sus fieles
y les da a conocer su alianza. R.

O bien:


Salmo 84, 9ab-10. 11-12. 13-14 (R.: 8ª)

R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra; R.

la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo; R.

el Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R.

Salmo 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6 (R.: 3c)

R. Los confines de la tierra han contemplado
La victoria de nuestro Dios.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
a favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad: R.

tañed la cítara  para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.

Salmo 71, 1-2. 7-8. 10-11. 12-13. (R.: cf. 11)


R. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia
a tus humildes con rectitud. R.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

Que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan. R.

El librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadara del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R.

Salmo 50, 3-4. 5-6ª. 12-13. 14 y 17 (R.: cf. 3ª)

R. Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

Pues yo reconozco mi culpa,
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces. R.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.

O bien:


Salmo 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15. (R.: cf. 15b)

R. Está conmigo, Señor en la tribulación.

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
dile al Señor: «Refugio mío, alcázar mío»
Dios mío, confío en ti. R.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos; R.

te llevaran en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en las piedras;
caminaras sobre áspides y víboras,
pisotearas leones y dragones. R.

«Se puso junto a mí; lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la  tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré». R.

O bien:


Salmo 129, 1-2. 3-4b. 4c-6. 7-8 (R.: 7)

R. Del Señor viene la misericordia
la redención copiosa.

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Seño, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi suplica. R.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿Quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela a la aurora. R.

Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R.

Salmo 21, 8-9. 17-18ª. 19-20. 23-24 (R.:2ª)

R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere». R.

Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R.

Se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R.

Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob,  glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel. R.

Salmo 135, 1-3. 4-6. 7-9. 24-26 (R.: 1b)

Dad gracias al Señor porque es bueno:
R. porque es eterna su misericordia.
Dad gracias a Dios de los dioses: R.
Dad gracias al señor de los Señores: R.

Solo él hizo grandes maravillas: R.
Él hizo sabiamente los cielos: R.
É afianzó sobre aguas de la tierra: R.
Él hizo lumbreras gigantes: R.
El sol que gobierna el día: R.
La luna que gobierna la noche: R.
Y nos libró de nuestros opresores: R.
Él da alimento a todo ser viviente: R.
Dad gracias al Dios del cielo. R.

O bien:

Salmo 135, 1 y 3 y 16. 21-23. 24-26 (R.:1b)

Dad gracias al Señor porque es bueno:
R. Porque es eterna su misericordia:
Dad gracias al Señor de los señores: R.
Guió por el desierto a su pueblo: R.

Les dio su tierra en heredad: R.
En heredad a Israel su siervo: R.
En nuestra humillación se acordó de nosotros: R.

Y nos libró de nuestros opresores: R.
Él da alimento a todo viviente:  R.
Dad gracias al Dios del cielo. R.

Salmo 117, 1-2. 16b-17. 22-23 (R.: 24)

R. Este es el día en que actuó el Señor:
Sea nuestra alegría y nuestro gozo.

O bien:

R. Aleluya.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R.

La diestra del Señor es excelsa,
La diestra del Señor es poderosa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R.

O bien:


Salmo 65, 1-3a. 4-5. 6-7ª. 16 y 20 (R.:1)

R. Aclamad al Señor, tierra entera.

O bien:

R. Aleluya.

Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
Cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Que temibles son tus obras!». R.

Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas a favor de los hombres. R.

Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente. R.

Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica. R.
ni me retiró favor.

Salmo 46, 2-3. 6-7. 8-9 (R.:6)

R. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas.

Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R.

Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R.

Salmo 103, 1ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34 (R.: cf. 30)

R. Envía tu Espíritu, Señor,
que renueve la faz de la tierra.

O bien:

R.  Aleluya

Bendice, alma mía, al Señor;
¡Dios mío que grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R.

Les retiras el aliento y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R.

Salmo 18, 8. 9. 10. 15 (R.: Jn 6, 63c o bien Jn 6, 66c)

R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

O bien:

R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye  al ignorante. R.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y eternamente justos. R.

que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío. R.

O bien

Salmo 26, 1. 4. 13-14 (R.: 1ª)

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y, ¡salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿Quién me hará temblar? R.

Una cosa pido al Señor
eso buscaré:
habitar en la casa del señor
todos los días de mida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R.

Espero gozar  de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.

O bien:


Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 9a)

R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansia. R.

Contempladlo y quedareis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R.

Salmo 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 (R.: 2b)

R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, mi Dios.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciare como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R.

O bien:

Salmo 94, 1-2. 6-7. 8-90 (R.:8)

R. Ojalá escuchéis la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón».

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R.

O bien:

Salmo 99, 2. 3. 5 (R.: 3c)

R. Somos tu pueblo y ovejas de tu rebaño.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R.

Sabed que el Señor es Dios;
que él nos  hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.

El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R.

O bien:

Salmo 102, 1-2, 3-4. 8 y 10. 12-13 (R.: 8a)

R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas
y cura tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.

Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles. R.

O bien:

Salmo 144, 1-2. 8-9. 10-11.- 13cd-14 (R.: cf. 1)

R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con sus criaturas. R.

Que todas las criaturas te den gracias Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.

Salmo 121, 1-2. 3-4a. 4b-5. 6-7. 8-9 (R.: cf. 1)

R. Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»,
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales Jerusalén. R.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor, R.

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R.

Desead  la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R.

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz  contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R.


Elevando Nuestra Alabanza con Textos Significativos

El uso de textos comunes para el canto del Salmo Responsorial no solo agrega una dimensión musical y participativa a la liturgia, sino que también enriquece la experiencia espiritual de la comunidad. Al seleccionar cuidadosamente estos textos, la Iglesia fomenta una conexión más profunda con la Palabra de Dios y fortalece la unidad en la adoración. Que el canto de los salmos continúe siendo una expresión vibrante de la fe compartida en cada celebración litúrgica.

El canto del Salmo Responsorial es una hermosa tradición que permite a la comunidad reflexionar y meditar sobre la palabra de Dios. Al seleccionar textos comunes para el canto del salmo, se facilita la participación de la comunidad en la liturgia, permitiendo una experiencia de fe más rica y profunda. Aunque el salmo se selecciona generalmente en función de las lecturas, la opción de utilizar textos comunes ofrece una flexibilidad que puede mejorar la experiencia litúrgica.

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