Leccionario IX para las Misas con Niños en Tiempo de Cuaresma

LECCIONARIO IX PARA LAS MISAS CON NIÑOS EN TIEMPO DE CUARESMA

Lecturas Misa para niños, TIEMPO DE CUARESMA.

Leccionario IX para las Misas con Niños en Tiempo de Cuaresma

Introducción

LA LITURGIA

Llamamos tiempo de Cuaresma a los cuarenta días anteriores a la fiesta de Pascua de Resurrección. La Iglesia comienza la Cuaresma el Miércoles de Ceniza.

La liturgia de la Cuaresma despliega, ante la mirada del creyente, la película del misterio de la vida humana y la ilumina con la eterna y siempre viva palabra de Dios.

Por eso, es un tiempo oportuno para escuchar, acoger, pensar y rectificar. ¿Qué escucha el creyente a lo largo de esta «Cuaresma»? Que la vida humana, envuelta en trabajos mil, camina hacia el cumplimiento de la promesa que Dios hizo de salvar al hombre. Se inició en Adán, la fue renovando en Abrahán, Moisés, David y los profetas, la cumplió en Cristo y un día, en la fiesta sin fin del Reino se manifestará plenamente realizada en nosotros.

Por eso, la Iglesia recuerda al hombre pecador y arrepentido para que acoja, piense y rectifique, las pruebas que experimentaron los creyentes (tentaciones), las purificaciones a que se vio sometida la fe del pueblo, el camino de su conversión en pos de la promesa y el encuentro con Dios (alianza) renovado a lo largo de la historia.

¿Cómo lo hace? En dos perspectivas, ricas de contenido y cargadas de esperanza. Una bautismal y otra penitencial.

En la perspectiva bautismal, la Iglesia quiere hacer más clara a los ojos de los catecúmenos (y también de los ya bautizados) la vocación a la que son llamados (hijos de Dios, discípulos de Jesús, miembros de la gran familia que es la Iglesia). Por eso, en las tres últimas semanas, nos presenta en sus lecturas los grandes símbolos de la regeneración: el agua (samaritana), la luz (ciego de nacimiento) y la vida más allá de la muerte (resurrección de la hija de Jairo).

En la perspectivo penitencial, la Iglesia quiere ayudar a todos sus hijos a reconocerse pecadores y necesitados de conversión y penitencia. Por eso, hace desfilar, ante nuestros ojos, las figuras de hombres que supieron plasmar su conversión en una vida entregada a Dios y a los demás (Leví, Zaqueo, el buen samaritano, el hijo pródigo).

LA SAGRADA ESCRITURA

Las lecturas más significativas para ese tiempo de Cuaresma están tomadas de los libros del Génesis y del Éxodo y del evangelio según san Juan.

Los relatos del Génesis y del Éxodo seleccionados nos muestran dos grandes eslabones de la historia de la salvación: la liberación de Egipto (vocación de Moisés, salida, marcha por el desierto, don de la Ley, alianza); la historia de los orígenes (creación, tentación y caída, promesa de salvación).

En ellos, se nos dice primorosamente cómo Dios se mantiene fiel a la promesa de salvarnos, a pesar de nuestras repetidas caídas.

En el evangelio según san Juan, los grandes símbolos del «agua» y de la «luz» manifiestan quién es Jesús y qué clase de vida viene a traernos. Jesús es la luz del mundo, la revelación definitiva del Padre, que nos ofrece gratis el agua viva que salta hasta la vida eterna.

LA CATEQUESIS

Durante la Cuaresma, Dios nos llama especialmente a convertirnos de nuestros pecados y a vivir como verdaderos discípulos de Jesús. Es decir, Dios nos llama a recuperar el ritmo y el estilo de vida de un verdadero creyente consciente de la vocación que ha recibido por el bautismo.

Las lecturas que ofrecemos para este tiempo están reunidas en dos ciclos, cada uno con cinco formularios. En el primero de estos ciclos, predomina la perspectiva bautismal; en el segundo, se acentúan la dimensión penitencial y de conversión.


CICLO PRIMERO (Perspectiva bautismal)

Formulario I

Introducción:

Los hombres hemos cedido, desde el principio, a la tentación de desobedecer a Dios, pero el Señor nos perdona y promete salvarnos (1ª lect.). Queremos buscar el rostro de Dios (sal.). El camino no es el del poder, la fama o los prodigios; al menos Jesús no lo siguió, aunque se lo propusieron (ev.).

PRIMERA LECTURA

Creación y pecado de los primeros padres y misericordia de Dios

Lector:

Lectura del libro del Génesis 2, 7-9a; 3, 1-3. 6-7. 9-14

El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo.

El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia oriente, y colocó en él al hombre que había modelado.

El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer.

La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer:

—«¿Cómo es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?».

La mujer respondió a la serpiente:

—«Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: «No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte»».

La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; tomó del fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió. Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.

Después que Adán comió del árbol, el Señor Dios lo llamó:

—«¿Dónde estás?».

Él contestó:

-«Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».

El Señor le replicó:

—«¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».

Adán respondió:

—«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí».

El Señor Dios dijo a la mujer:

—«¿Que es lo que has hecho?».

Ella respondió:

—«La serpiente me engañó, y comí».

El Señor Dios dijo a la serpiente:

—«Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida».

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 23, 1-2. 3-4. 5-6

Salmista:

R. Queremos ver tu rostro, Señor.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
el la fundó sobre los mares,
el la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso. R.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

Aleluya Mt 4, 4b

No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

EVANGELIO

Jesús es tentado

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Mateo 4, 1-11

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.

El tentador se le acercó y le dijo:

—«Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes».

Pero él le contestó, diciendo:

—«Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»».

Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice:

—«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras»».

Jesús le dijo:

—«También está escrito: «No tentarás al Señor, tu Dios»».

Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo:

—«Todo esto te daré, si te postras y me adoras».

Entonces le dijo Jesús:

—«Vete, Satanás, porque está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto»».

Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.

Palabra del Señor.


1El lenguaje de los once primeros capítulos del Génesis: La Biblia utiliza el lenguaje de las imágenes. En esta lectura son numerosas: Dios modela con arcilla, sopla, planta un jardín, hace brotar el árbol de la vida; la serpiente habla; la mujer toma el fruto (el Génesis no habla de manzana) y se lo ofrece al hombre, que se esconde porque está desnudo, etc. Para leer con fruto estas páginas difíciles habrá que evitar dos extremos: a) tomar las imágenes al pie de la letra, porque esto nos impediría captar su mensaje; b) creer que son cuentos de niños y despreciarlos, ya que estos textos nos acercan muy seriamente, mediante el lenguaje simbólico, al misterio de Dios y del hombre.

Formulario II

Introducción:

La figura de Moisés nos enseña que el encuentro con Dios transformó su vida y le llevó a sus hermanos (1ª lect.). Queremos bendecir al Señor porque es bueno (sal.). Dios sale a nuestro encuentro en Jesús (ev.).

PRIMERA LECTURA

Saca a mi pueblo de Egipto

Lector:

Lectura del libro del Éxodo 3, 1-7a. 9-12

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.

El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.

Moisés se dijo:

—«Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza».

Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:

—«Moisés, Moisés».

Respondió el:

—«Aquí estoy».

Dijo Dios:

—«No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado».

Y añadió:

—«Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob».

Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios.

El Señor le dijo:

—«El clamor de los israelitas ha llegado a mí, y he visto cómo los tiranizan los egipcios. Y ahora marcha, te envío al Faraón para que saques a mi pueblo, a los israelitas».

Moisés replicó a Dios:

—«¿Quién soy yo para acudir al Faraón o para sacar a los israelitas de Egipto?».

Respondió Dios:

—«Yo estoy contigo; y esta es la señal de que yo te envío: cuando saques al pueblo de Egipto, daréis culto a Dios en esta montaña».

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7 (R.: 9a)

Salmista:

R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulte al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedareis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R.

Aleluya

En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre:
«Éste es mi Hijo, el amado, escuchadlo».

EVANGELIO

Se transfiguró delante de ellos

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 2-8

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.

Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:

—«Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

Estaban asustados, y no sabía lo que decía.

Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube:

—«Éste es mi Hijo amado; escuchadlo».

De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Palabra del Señor.

Formulario III

Introducción:

Dios hace vivir y bendice nuestro esfuerzo (1ª lect.). Le damos gracias (sal.). En Jesús, Dios nos da el agua viva que reanima por dentro y apaga la sed (ev.).

PRIMERA LECTURA

Golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo

Lector:

Lectura del libro del Éxodo 17, 3-5a. 5c-6

En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuro contra Moisés:

—«¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?».

Clamó Moisés al Señor y dijo:

—«¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen».

Respondió el Señor a Moisés:

—«Preséntate al pueblo llevando en tu mano el cayado con que golpeaste el río, y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo».

Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Interleccional: Isaías 12, 2-3. 4. 5-6 (R.: 4a)

Salmista:

R. Dad gracias al Señor, invocad su nombre.

El Señor es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacareis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel». R.

Aleluya Jn 4, 42. 15

Señor, tú eres de verdad el Salvador del mundo;
dame agua viva; así no tendré más sed.

EVANGELIO

Si conocieras el don de Dios

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 5-7. 9-11. 13-15a

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob.

Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.

Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice:

—«Dame de beber».

La samaritana le dice:

—«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?».

Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.

Jesús le contestó:

—«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva».

La mujer le dice:

—«Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?».

Jesús le contestó:

—«El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna».

La mujer le dice:

—«Señor, dame esa agua; así no tendré más sed».

Palabra del Señor.

Formulario IV

Introducción:

Dios nos indica el camino para crecer en su amor y vivir unidos (1ª lect.). Le pedimos que no deje nunca de hacerlo (sal.). Queremos recorrer (igual que el ciego de nacimiento) el camino que nos lleva a confesar a Jesús, luz del mundo, como Hijo de Dios (ev.).

PRIMERA LECTURA

La Ley del Señor

Lector:

Lectura del libro del Éxodo 20, 1-5a. 7a. 8-10a. 12-17a. 17b

En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras:

«Yo soy el Señor, tu Dios,
que te saqué de Egipto, de la esclavitud.

No tendrás otros dioses frente a mí.

No te harás ídolos,
figura alguna de lo que hay arriba en el cielo,
abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra.

No te postrarás ante ellos, ni les darás culto.

No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso.

Fíjate en el sábado para santificarlo.

Durante seis días trabaja y haz tus tareas,
pero el día séptimo es un día de descanso,
dedicado al Señor, tu Dios.

Honra a tu padre y a tu madre:
así prolongarás tus días
en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar.

No matarás.

No cometerás adulterio.

No robarás.

No darás testimonio falso contra tu prójimo.
No codiciarás los bienes de tu prójimo;
nada que sea de él».

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 24, 4-5. 6 y 7. 10 (R.: Jn 6, 68b)

Salmista:

R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
y todo el día te estoy esperando. R.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos. R.

Aleluya Jn 8, 12b

Yo soy la luz del mundo
—dice el Señor—;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.

EVANGELIO

Fue, se lavó, y volvió con vista

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Juan 9, 1-3. 5-13. 15-16a. 16c-21. 26-27. 32-38

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento.

Y sus discípulos le preguntaron:

—«Maestro, ¿quién pecó, este o sus padres, para que naciera ciego?».

Jesús contestó:

—«Ni este pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo».

Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:

—«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)».

Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:

—«¿No es ese el que se sentaba a pedir?».

Unos decían:

—«El mismo».

Otros decían:

—«No es él, pero se le parece».

Él respondía:

—«Soy yo».

Y le preguntaban:

—«¿Y cómo se te han abierto los ojos?».

Él contesto:

—«Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver».

Le preguntaron:

—«¿Dónde está él?».

Contestó:

—«No sé».

Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.

Él les contestó:

—«Me puso barro en los ojos, me lave, y veo».

Algunos de los fariseos comentaban:

—«Este hombre no viene de Dios».

Otros replicaban:

—«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?».

Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:

—«Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?».

Él contestó:

—«Que es un profeta».

Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron:

—«¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?».

Sus padres contestaron:

—«Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse».

Le preguntan de nuevo:

—«¿Que te hizo, cómo te abrió los ojos?».

Les contestó:

—«Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos? Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si este no viniera de Dios, no tendría ningún poder».

Le replicaron:

—«Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?».

Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:

—«¿Crees tú en el Hijo del hombre?».

Él contestó:

—«¿Y quién es, Señor, para que crea en él?».

Jesús le dijo:

—«Lo estás viendo: él que te está hablando, ese es».

Él dijo:

—«Creo, Señor».

Y se postró ante él.

Palabra del Señor.

Formulario V

Introducción:

El poder de Dios brilla, sobre todo, cuando nos perdona. Dios promete hacer una alianza nueva, para que podamos amarle y amarnos de corazón (1ª lect). Acogemos, con un corazón abierto, la historia del cariño que Dios nos tiene (sal). El poder de Jesús vence incluso a la muerte: es el Hijo de Dios que da la vida (ev).

PRIMERA LECTURA

Haré una alianza nueva y no recordaré sus pecados

Lector:

Lectura del libro de Jeremías 31, 31-33. 34b

«Mirad que llegan días —oráculo del Señor—
en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá
una alianza nueva.

No como la alianza que hice con sus padres,
cuando los tome de la mano para sacarlos de Egipto:

ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor
—oráculo del Señor—.

Sino que así será la alianza que haré con ellos,
después de aquellos días —oráculo del Señor—:

Meteré mi ley en su pecho,
la escribiré en sus corazones;

yo seré su Dios,
y ellos serán mi pueblo.

Todos me conocerán,
desde el pequeño al grande
—oráculo del Señor—,

cuando perdone sus crímenes
y no recuerde sus pecados».

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Interleccional Deuteronomio 32, 3 y 4b. 9a y 10. 11

R. El Señor es un Dios fiel.

Voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Es un Dios fiel, es justo y recto. R.

La porción del Señor fue su pueblo;
lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos. R.

Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomo
y los llevó sobre sus plumas. R.

Aleluya Cf. 2 Tm 1, 10

Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte
y sacó a la luz la vida, por medio del Evangelio.

EVANGELIO

No temas; basta que tengas fe

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Marcos 5, 22-24. 35b-36. 38-42a

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:

—«Mi niña está en las ultimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva».

Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente.

Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:

—«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:

—«No temas; basta que tengas fe».

Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo:

—«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta, está dormida».

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:

—«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).

La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años.

Palabra del Señor.


CICLO SEGUNDO (Perspectiva penitencial)

Formulario I

Introducción:

Dios nos promete vida unida y feliz cuando acogemos sus mandatos como una luz para el camino (1ª lect). Deseamos, de verdad, escuchar su voz (sal). Jesús nos advierte que el camino para ser feliz es estrecho (ev).

PRIMERA LECTURA

Escucha, Israel, los mandatos y decretos que yo os mando cumplir

Lector:

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 1. 6-8

Moisés habló al pueblo, diciendo:

—«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.

Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: «Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente.»

Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy?».

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 94, 1 y 2. 7

Salmista:

R. Haz, Señor, que escuchemos tu voz.

Venid, aclamemos al Señor,
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.

Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que el guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz. R.

Aleluya Cf. Jn 6, 63c. 68c

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.

EVANGELIO

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 6. 12-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.1

Entrad por la puerta estrecha.

Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.

¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».

Palabra del Señor.


1 La Ley y los profetas: Expresión empleada con frecuencia en el Nuevo Testamento para designar lo que hoy conocemos con el nombre de «Antiguo Testamento». Más raramente se dice también «Ley, profetas y salmos» (Lc 24, 44). Cuando Jesús menciona «la Ley y los profetas» se está refiriendo a toda la Sagrada Escritura.

Formulario II

Introducción:

Dios nos abre el corazón para poder escuchar con fruto su palabra (1ª lect.). Pedimos confiados que continúe haciéndolo (sal.). Jesús llama a seguirle, no porque seamos buenos, sino porque él es bueno y quiere hacernos buenos (ev.).

PRIMERA LECTURA

El Señor le abrió el corazón

Lector:

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 16, 11a. 12-15

En aquellos días, zarpamos para Filipos, colonia romana, capital del distrito de Macedonia. Allí nos detuvimos unos días.

El sábado salimos de la ciudad y fuimos por la orilla del río a un sitio donde pensábamos que se reunían para orar; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo.

Se bautizó con toda su familia y nos invitó:

—«Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa».

Y nos obligó a aceptar.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 24, 4-5. 6 y 7. 8-9 (R.: 4a)

Salmista:

R. Señor, enséñame tus caminos.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
y todo el día te estoy esperando. R.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R.

Aleluya Cf. Hch 16, 14b

Ábrenos el corazón, Señor,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo.

EVANGELIO

No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 13-17

En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba.

Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:

—«Sígueme».

Se levantó y lo siguió.

Estando Jesús a la mesa, en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos.

Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos:

—«¡De modo que come con publicanos y pecadores!».

Jesús lo oyó y les dijo:

—«No necesitan medico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».

Palabra del Señor..


1 «Publicanos», personas indeseables: Los publicanos recaudaban los impuestos que los judíos tenían que pagar a los dominadores romanos. Eran odiados por los judíos, pues les recordaban el yugo extranjero y el sometimiento político en que vivían.

Formulario III

Introducción:

Nos damos cuenta de que las primeras comunidades cristianas se preocupan de compartir sus bienes, sobre todo con los pobres; siguen la enseñanza de Jesús (1ª lect.). Aprendemos cómo hay que vivir para llegar hasta el final (sal.). Jesús quiere transformar nuestra vida como lo hizo con la de Zaqueo, que devolvió cuatro veces lo que había defraudado (ev.).

PRIMERA LECTURA

Los discípulos acordaron enviar un subsidio
a los hermanos que vivían en Judea

Lector:

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 11, 27-30

Por entonces, bajaron a Antioquía unos profetas de Jerusalén. Uno de ellos, llamado Agabo, movido por el Espíritu, se puso en pie y anunció que iba a haber una gran carestía en todo el mundo (sucedió en tiempo de Claudio).

Los discípulos acordaron enviar un subsidio, según los recursos de cada uno, a los hermanos que vivían en Judea; así lo hicieron, enviándolo a los presbíteros por medio de Bernabé y de Saulo.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 14, 1-2a. 2b-3a. 3b (R.: 5b)

Salmista:

R. El que así obra nunca fallará.

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente
y practica la justicia. R.

El que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R.

El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino. R.

Aleluya Mt 9, 13

No he venido a llamar a los justos,
sino a los pecadores.

EVANGELIO

El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1-9a

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.

Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quien era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:

—«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».

El bajo en seguida y lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:

—«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».

Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor:

—«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más».

Jesús le contestó:

—«Hoy ha sido la salvación de esta casa».

Palabra del Señor.

Formulario IV

Introducción:

Nuestra fe en Jesús está muerta si no se traduce en una preocupación real por ayudar a los hermanos (1ª lect. ). Pedimos al Señor que nos muestre el camino que lleva a él (sal.). Aprendemos de Jesús que el amor de Dios no es verdadero si no llega también al prójimo (ev.).

PRIMERA LECTURA

La fe, si no tiene obras, está muerta

Lector:

Lectura de la carta del apóstol Santiago 2, 14-18

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar?

Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve?

Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta.

Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probare mi fe».

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 111, 1-2. 3-4. 5-6

Salmista:

R. Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R.

Aleluya Cf. Jn 6, 63c. 68c

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.

EVANGELIO

Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 25-37

En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:

—«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».

Él le dijo:

—«¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?».

Él contestó:

—«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo».

Él le dijo:

—«Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida».

Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús:

—«¿Y quién es mi prójimo?».

Jesús dijo:

—«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.

Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lastima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo:

«Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta».

¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».

Él contestó:

—«El que práctico la misericordia con él».

Díjole Jesús:

—«Anda, haz tú lo mismo».

Palabra del Señor.

Formulario V

Introducción:

El Espíritu de Jesús hace nueva nuestra vida (1ª lect.). Pedimos al Señor que nos comunique su Santo Espíritu (sal.). Las palabras y los hechos de Jesús, que acoge a los pecadores y come con ellos, nos dicen, por lo claro, cómo es el corazón de Dios, nuestro Padre (ev.).

PRIMERA LECTURA

Vestíos de la nueva condición humana

Lector:

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 17. 20-26. 28-32

Hermanos:

Esto es lo que digo y aseguro en el Señor: que no andáis ya como los gentiles, que andan en la vaciedad de sus criterios.

Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que es el a quien habéis oído y en el fuisteis adoctrinados, tal como es la verdad en Cristo Jesús; es decir, a abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo corrompido por deseos seductores, a renovaros en la mente y en el espíritu y a vestiros de la nueva condición humana creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.

Por lo tanto, dejaos de mentiras, hable cada uno con verdad a su prójimo, que somos miembros unos de otros. Si os indignáis, no llegareis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo.

El ladrón, que no robe más; mejor será que se fatigue trabajando honradamente con sus propias manos para poder repartir con el que lo necesita. Malas palabras no salgan de vuestra boca; lo que digáis sea bueno, constructivo y oportuno, así hará bien a los que lo oyen.

No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios con que él os ha marcado para el día de la liberación final. Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 50, 3-4. 12-13. 14 y 17 (R.: 103, 8)

Salmista:

R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.

Aleluya Lc 15, 18

Me pondré en camino a donde está mi padre, y le diré:
«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti».

EVANGELIO

Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-24a

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:

—«Ése acoge a los pecadores y come con ellos».

Jesús les dijo esta parábola:

—«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: «Padre, dame la parte que me toca de la fortuna».

El padre les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.

Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó el a pasar necesidad.

Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.

Recapacitando entonces, se dijo:

«Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino a donde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros».

Se puso en camino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.

Su hijo le dijo:

«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo».

Pero el padre dijo a sus criados:

«Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto, y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado»».

Palabra del Señor..



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