Leccionario IX para las Misas con Niños en Tiempo Pascual

LECCIONARIO IX PARA LAS MISAS CON NIÑOS EN TIEMPO PASCUAL

Lecturas Misa para niños, TIEMPO PASCUAL.

Leccionario IX para las Misas con Niños en Tiempo Pascual

El Leccionario IX para las Misas con Niños en Tiempo Pascual es una herramienta pastoral invaluable que permite a la Iglesia cumplir su misión educativa de manera efectiva. Al adaptar las lecturas bíblicas al nivel de comprensión de los más jóvenes, la Iglesia siembra las semillas de una fe duradera, asegurando que las nuevas generaciones de fieles crezcan con un profundo entendimiento y aprecio por el misterio de Jesucristo.


TIEMPO PASCUAL – MISAS CON NIÑOS

LA LITURGIA

Llamamos tiempo pascual a un período de cincuenta días que comienza el Domingo de Pascua y termina el Domingo de Pentecostés. Desde antiguo, los cristianos celebraron esos cincuenta días como si fueran «un gran domingo» (san Atanasio).

Dentro del tiempo pascual, celebramos la solemnidad de la Ascensión, en la que conmemoramos que Jesús ha sido glorificado en cuerpo y alma por Dios Padre y vive y reina con él para siempre.

La liturgia del tiempo pascual despliega, ante la mirada agradecida del creyente, el misterio de la glorificación de Cristo (Jesús es el Señor del universo) y el misterio de la acción creadora de su Espíritu en el mundo.

La palabra de Dios, durante este tiempo, nos descubre, por consiguiente, que somos una comunidad salvada por Jesucristo; criaturas nuevas, ungidas por el Espíritu de Jesús resucitado; un pueblo de hermanos, enviado al mundo para anunciar la misericordia de Dios a todos los hombres, y con vistas a la transformación del universo.

Hay dos signos que nos ayudan a captar mejor este mensaje. El cirio pascual, que luce durante las celebraciones de este tiempo, simboliza para nosotros el «lucero que no conoce ocaso», Cristo resucitado, que «brilla sereno para el linaje humano», «devuelve la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos» (pregón pascual). El canto del Aleluya ( = «Alabad a Dios»), que resuena como una expresión insistente de nuestra alegría y de nuestro agradecimiento a Dios.

LA SAGRADA ESCRITURA

Los textos para las primeras lecturas de los domingos de Pascua se han tomado del libro de los Hechos de los apóstoles. Los relatos seleccionados manifiestan la acción y presencia de Jesús resucitado en la vida de los discípulos y de las primeras comunidades cristianas, así como en el origen y extensión de la Iglesia. El Espíritu de Jesús acompaña a los discípulos para que puedan anunciar el Evangelio del Reino —tanto a los judíos como a los paganos—, a pesar de las resistencias, dificultades e incluso muerte. Jesús resucitado infunde a los cristianos luz y fuerza, y así pueden estos tener un común sentir y poner en común cuanto son y tienen. Estos relatos, que evidencien la acción de Jesús resucitado entre los primeros cristianos, nos van conduciendo, progresivamente, a la solemnidad de Pentecostés, en la que celebramos la manifestación del Espíritu Santo en medio de los hombres.

Para las lecturas evangélicas de los tres primeros domingos se han tomado los siguientes relatos de apariciones: a las mujeres, primeras depositarias de la Buena Noticia; a Tomás, por quien nos ha llegado la bienaventuranza de los «dichosos los que crean sin haber visto»; y a los discípulos de Emaús, que, en la versión de Lucas, nos habla de la presencia del resucitado en la celebración eucarística. Las lecturas evangélicas de los restantes domingos, tomadas del evangelio según san Juan, nos ofrecen los pasajes del buen Pastor, la vid y los sarmientos, y las promesas del Espíritu Santo a los discípulos. En la solemnidad de Pentecostés recogemos el relato en el que Jesús exhala su Espíritu a los discípulos. El día de la Ascensión se leerá el texto de san Mateo sobre el envío en misión y la promesa que Jesús hace a los discípulos de «estar con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo».

LA CATEQUESIS

A lo largo de todo este tiempo, los cristianos recordamos y celebramos que Jesús está vivo con Dios para siempre. Su Espíritu nos acompaña en la historia de cada día. Nos da luz y fuerza para seguirle y para anunciar a todos los hombres la Buena Noticia del Evangelio, de modo que, al recibirla, sean más dichosos.

Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor

Introducción:

Los apóstoles son testigos de un acontecimiento único: Jesús crucificado está vivo para siempre (1ª lect.). Cantamos un cántico nuevo a Dios que resucitó a Jesús (sal.). Dios nos hace el regalo de creer que Jesús ha resucitado y vive para siempre (ev.)

PRIMERA LECTURA

Dios resucitó a este Jesús, y todos nosotros somos testigos

Lector:

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 14a. 22. 23b. 32

El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra:

—«Escuchadme, israelitas: Os hablo de Jesús Nazareno, el hombre que Dios acreditó ante vosotros realizando por su medio los milagros, signos y prodigios que conocéis, y vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una cruz.

Pues bien, Dios resucitó a este Jesús, y todos nosotros somos testigos».

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 97, 1-2a. 2b-3. 3b-4 (R.: 2b)

Salmista:

R. El Señor da a conocer su victoria.

O bien:

R. Aleluya.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad. R.

SEGUNDA LECTURA

Caminad como hijos de la luz

Lector:

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 8b-11a. 14b

Hermanos:

Caminad como hijos de la luz —toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz—, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas.

Por eso dice:

«Despierta, tú que duermes,
levántate de entre los muertos,
y Cristo será tu luz».

Palabra de Dios.

Aleluya

Cristo ha resucitado
y vive en medio de nosotros.

EVANGELIO

¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 1-6a. 9. 11-12

El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando las aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron:

—«¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado».

Volvieron del sepulcro y anunciaron todo esto a los Once y a los demás. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.

Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, vio sólo las vendas por el suelo. Y se volvió admirándose de lo sucedido.

Palabra del Señor.

Domingo II de Pascua

Introducción:

Jesús está vivo para siempre y quiere que también nosotros vivamos para siempre; se nota que creemos en Jesús si hacemos el bien a los demás (1ª lect.). Cantamos a Dios porque cada día nos hace el regalo de estar vivos (sal.). Jesús nos dice que somos dichosos porque creemos en él fiándonos de lo que otros nos han dicho (ev.).

PRIMERA LECTURA

Te doy lo que tengo:
en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar

Lector:

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 3, 1-10

En aquellos días, subían al templo Pedro y Juan, a la oración de media tarde, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada «Hermosa», para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se le quedó mirando y le dijo:

—«Míranos».

Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. Pedro le dijo:

—«No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar».

Agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. La gente lo vio andar alabando a Dios; al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa, quedaron estupefactos ante lo sucedido.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 117, 2a y 4. 23-25. 26-27a (R.: 1)

Salmista:

R. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

O bien:

R. Aleluya.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R.

Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad. R.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R.

Aleluya Jn 20, 29

Porque me has visto, Tomás, has creído
—dice el Señor—.
Dichosos los que creen sin haber visto.

EVANGELIO

Paz a vosotros

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-20. 24-29

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

—«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

Tomas, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús y los otros discípulos le decían:

—«Hemos visto al Señor».

Pero él les contestó:

—«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

—«Paz a vosotros».

Luego dijo a Tomás:

—«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».

Contesto Tomás:

—«¡Señor mío y Dios mío!».

Jesús le dijo:

—«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto».

Palabra del Señor.

Domingo III de Pascua

Introducción:

Los apóstoles confiesan con valentía ante los incrédulos que Jesús resucitado les ha acompañado en la curación del cojo; él es el único salvador (1ª lect.). Bendecimos el nombre del Señor que nos da la vida y nos cuida siempre (sal.). Cuando escuchamos las Escrituras, celebramos la eucaristía y compartimos nuestras cosas con los demás Jesús resucitado sale a nuestro encuentro, invitándonos a creer en él (ev.).

PRIMERA LECTURA

Anunciaban la resurrección de los muertos por el poder de Jesús

Lector:

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 1-10. 12

En aquellos días, mientras hablaban al pueblo Pedro y Juan, se presentaron los sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran la resurrección de los muertos por el poder de Jesús. Les echaron mano y, como ya era tarde, los metieron en la cárcel hasta el día siguiente. Muchos de los que habían oído el discurso, unos cinco mil hombres, abrazaron la fe.

Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los senadores y los letrados; entre ellos el sumo sacerdote Anás, Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes. Hicieron comparecer a Pedro y a Juan y los interrogaron:

—«¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso?».

Pedro, lleno de Espíritu Santo, respondió:

—«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar que poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta este sano ante vosotros. Ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos».

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 102, 1-2. 3-5 (R.: 8a)

Salmista:

R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
el rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura,
el sacia de bienes tus anhelos, y
como un águila se renueva tu juventud. R.

Aleluya Cf. Hch 16, 14b

Ábrenos el corazón, Señor,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo.

EVANGELIO

Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 13-35

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo:

—«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».

Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:

—«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».

Él les preguntó:

—«¿Qué?».

Ellos le contestaron:

—«Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».

Entonces Jesús les dijo:

—«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?».

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.

Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:

—«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero el desapareció.

Ellos comentaron:

—«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

—«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor.

Domingo IV de Pascua

Introducción:

El Espíritu de Jesús resucitado acompaña a los cristianos de todos los tiempos para anunciar con valentía y a pesar de las dificultades que Jesús es nuestro Salvador (1ª lect.). Pedimos a Dios que todos los hombres conozcan a Jesús que nos salva y nos da la vida para siempre (sal.). Los apóstoles, animados y acompañados por Jesús, el buen Pastor que dió la vida por sus ovejas, anuncian en medio de las contrariedades que Dios, Padre de todos los hombres, nos ama y desea vernos unidos (ev.).

PRIMERA LECTURA

Al terminar la oración, los llenó a todos el Espíritu Santo,
y anunciaban con valentía la palabra de Dios

Lector:

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 23-25a. 26. 29-31a. 31c

En aquellos días, puestos en libertad, Pedro y Juan volvieron al grupo de los suyos y les contaron lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos.

Al oírlo, todos juntos invocaron a Dios en voz alta:

—«Señor, tu hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo lo que contienen; tu inspiraste a tu siervo, nuestro padre David, para que dijera:

«Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías».

Ahora, Señor, mira cómo nos amenazan, y da a tus siervos valentía para anunciar tu palabra; mientras tu brazo realiza curaciones, signos y prodigios, por el nombre de tu santo siervo Jesús».

Al terminar la oración, los llenó a todos el Espíritu Santo, y anunciaban con valentía la palabra de Dios

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 66, 2-3. 4-5. 6-8 (R.: cf. 3)

Salmista:

R. Conozcan todos los pueblos tu salvación.

O bien:

R. Aleluya.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que le teman hasta los confines del orbe. R.

Aleluya Jn 10, 14

Yo soy el buen Pastor
—dice el Señor—,
conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.

EVANGELIO

Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 11-16

En aquel tiempo, dijo Jesús:

—«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor».

Palabra del Señor.

Domingo V de Pascua

Introducción:

Jesús resucitado nos da una fuerza especial para vivir unidos hasta compartir nuestras cosas y todo lo que tenemos con los demás (1ª lect.). Por eso le damos gracias (sal.). Si estamos unidos a Jesús como el sarmiento a la vid, podremos amarnos unos a otros como él nos amó (ev.)

PRIMERA LECTURA

Daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor

Lector:

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 32-35

En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía.

Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor.

Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 92, 1ab. 1c-2. 5 (R.: cf. 1a)

Salmista:

R. El Señor reina, vestido de majestad,
en medio de su pueblo.

O bien:

R. Aleluya.

El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder. R.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono esta firme desde siempre,
y tú eres eterno. R.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R.

Aleluya Jn 15, 1

Yo soy la verdadera vid,
y mi Padre es el labrador.

EVANGELIO

Permaneced en mí, y yo en vosotros

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1. 4-5. 7-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. Permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; él que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

Palabra del Señor.

Domingo VI de Pascua

Cuando la Ascensión del Señor se celebra el domingo siguiente, en este domingo VI de Pascua pueden leerse la lectura y el evangelio asignados al séptimo domingo de Pascua que reproducimos más adelante en esta misma página.

Introducción:

El Espíritu de Jesús da fuerza a los que son perseguidos por anunciar su Evangelio (1ª lect.). Pedimos con cantos que todos los hombres alaben a Dios (sal.). Jesús había prometido a sus discípulos que no los dejaría solos en los momentos difíciles; esta promesa se vio cumplida en el martirio (ev.).

PRIMERA LECTURA

Esteban dijo: «Veo el cielo abierto
y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios»

Lector:

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 6, 8-9a. 9c-10; 7, 54-60

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.

Oyendo sus palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:

—«Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios».

Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:

—«Señor Jesús, recibe mi espíritu».

Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito:

—«Señor, no les tengas en cuenta este pecado». Y, con estas palabras, expiró.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 116, 1. 2 (R.: Mc 16, 15

Salmista:

R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

O bien:

R. Aleluya.

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R.

Aleluya Jn 14, 16

Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor,
que este siempre con vosotros.

EVANGELIO

Yo le pediré al Padre que os de otro defensor

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 15-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os de otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.

No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amare y me revelare a él».

Palabra del Señor.

Domingo VII de Pascua

Las siguientes lecturas se utilizan en los lugares donde la Ascensión del Señor se celebra el jueves de la semana VI del tiempo pascual.

Introducción:

Los discípulos de Jesús, como él, también perseguidos, se refugian en Antioquía; los apóstoles continuaron anunciando a Jesús y así llegó el Evangelio a los paganos (1ª lec.). También nosotros deseamos que todos los hombres conozcan al Señor (sal.). Para conocer a Jesús, Dios Padre nos hace el regalo del Espíritu Santo; él nos enseña y recuerda todo lo que Jesús dijo e hizo cuando vivía en la tierra (ev.).

PRIMERA LECTURA

Se pusieron a hablar a los griegos, anunciándoles al Señor Jesús

Lector:

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 11, 19a. 20b-26

En aquellos días, los que se habían dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía; se pusieron a hablar a los griegos, anunciándoles al Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor.

Llegó la noticia a la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho, y exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño; como era hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, una multitud considerable se adhirió al Señor.

Más tarde, salió para Tarso, en busca de Saulo; lo encontró y se lo llevó a Antioquía. Durante un año fueron huéspedes de aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los discípulos cristianos.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 104, 1-2. 3-4

Salmista:

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas. R.

Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. R.

Aleluya Jn 14, 26

El Espíritu Santo será quien os lo enseñe todo
y os vaya recordando todo lo que os he dicho.

EVANGELIO

El Espíritu Santo será quien os lo enseñe todo

Sacerdote (o diácono):

 Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 21. 23-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.

El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.

El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.

Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».

Palabra del Señor.

La Ascensión del Señor

En los lugares donde la Ascensión del Señor se celebra el jueves de la semana VI del tiempo pascual, hoy se emplean las lecturas del domingo VII de Pascua Que reproducimos más adelante en esta misma página.

Introducción:

Hoy, día de la Ascensión, celebramos que Jesús ha sido glorificado en cuerpo y alma por Dios Padre y vive y reina con él para siempre (1ª lect.). Damos gracias a Dios que ha glorificado a Jesús (sal.). Jesús desapareció de nuestra vista, pero continúa vivo entre nosotros; nos acompaña todos los días para que podamos continuar su misión de anunciar el Evangelio y de hacer discípulos (ev.).

PRIMERA LECTURA

Se les presento después de su pasión, dándoles numerosas pruebas
de que estaba vivo. Recibiréis fuerza para ser mis testigos

Lector:

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 1-5. 8-11

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.

Una vez que comían juntos, les recomendó:

—«No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.

Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo».

Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:

—«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse».

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 46, 2-3. 6-7. 8-9 (R.: 6)

Salmista:

R. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas.

O bien:

R. Aleluya.

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R.

Porque Dios es rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R.

Aleluya Mt 28, 19. 20

Id y haced discípulos de todos los pueblos
—dice el Señor—;
yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo.

EVANGELIO

Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.

Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.

Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.

Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.

Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».

Palabra del Señor.

Domingo de Pentecostés

Introducción:

Dios promete enviarnos su Espíritu que transforma nuestro corazón de piedra en corazón de carne (1ª lect.). Pedimos a Dios que nos envíe su Espíritu (sal.). La promesa del Espíritu de Dios se cumple en Pentecostés; el Espíritu de Jesús lo llena todo como el viento y enciende lo que toca como el fuego (2 lect). El Espíritu de Jesús penetra en nuestros corazones, nos quita el miedo, nos infunde la paz y da a los apóstoles el poder de perdonarnos los pecados en nombre de Dios (ev.).

PRIMERA LECTURA

Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará

Lector:

Lectura de la profecía de Ezequiel 36, 25-27

Así dice el Señor:

Derramare sobre vosotros un agua pura
que os purificará:

de todas vuestras inmundicias e idolatrías
os he de purificar.

Y os daré un corazón nuevo,
y os infundiré un espíritu nuevo;

arrancare de vuestra carne el corazón de piedra,
y os daré un corazón de carne.

Os infundiré mi espíritu,
y haré que caminéis según mis preceptos,
y que guardéis y cumpláis mis mandatos.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 103, 1ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34 (R.: cf. 30)

Salmista:

R. Envía tu Espíritu, Señor,
y repuebla la faz de la tierra.

O bien:

R. Aleluya.

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, que grande eres!
Cuantas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R.

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegrare con el Señor. R.

SEGUNDA LECTURA

Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1-8a. 11b

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban:

—«¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua?».

Palabra de Dios.

Aleluya

Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos la llama de tu amor.

EVANGELIO

Recibid el Espíritu

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

—«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

—«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

—«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidas.

Palabra del Señor.



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