Leccionario IX para las Misas con Niños Textos para Misas de tema Eucarístico y Penitencial

LECCIONARIO IX PARA LAS MISAS CON NIÑOS TEXTOS PARA MISAS DE TEMA EUCARÍSTICO Y PENITENCIAL

Lecturas Misa para niños, TEXTOS PARA MISAS DE TEMA EUCARÍSTICO Y PENITENCIAL.

Leccionario IX para las Misas con Niños Textos para Misas de tema Eucarístico y Penitencial

El Leccionario IX para las Misas con Niños Textos para Misas de tema Eucarístico y Penitencial es una herramienta pastoral invaluable que permite a la Iglesia cumplir su misión educativa de manera efectiva. Al adaptar las lecturas bíblicas al nivel de comprensión de los más jóvenes, la Iglesia siembra las semillas de una fe duradera, asegurando que las nuevas generaciones de fieles crezcan con un profundo entendimiento y aprecio por el misterio de Jesucristo.


Textos para misas de tema eucarístico

Bajo este titulo, se recogen dos unidades bíblico-catequéticas centradas en el tema de la eucaristía. Los textos seleccionados para el día de Jueves santo (pp. 113ss.) ofrecen la posibilidad de una tercera unidad.

Señalamos a continuación, y de manera sintética, los contenidos de las respectivas unidades. Para las primeras lecturas se ofrecen dos textos bíblicos a elegir.

Unidad I

PRIMERA LECTURA

Yo haré llover pan del cielo

Lector:

Lectura del libro del Éxodo 16, 2-4a. 12a. 12c. 13b-15

En aquellos días, la comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo:

—«¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad».

El Señor dijo a Moisés:

—«Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día. He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: «Por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios»».

Por la mañana, había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha. Al verlo, los israelitas se dijeron:

—«¿Qué es esto?».

Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:

—«Es el pan que el Señor os da de comer».

Palabra de Dios.

O bien:

Con la fuerza de aquel alimento, camino hasta el monte de Dios


Lector:


Lectura del primer libro de los Reyes 19, 4-8


En aquellos días, Elías continuó por el desierto una jornada de camino, y, al final, se sentó bajo una retama y se deseó la muerte:

—«¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!».

Se echó bajo la retama y se durmió. De pronto un ángel lo tocó y le dijo:

—«¡Levántate, come!».

Miró Elías, y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua. Comió, bebió y se volvió a echar. Pero el ángel del Señor le volvió a tocar y le dijo:

—«¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas».

Elías se levantó, comió y bebió, y, con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 77, 3 y 4bc. 23-24a. 24b-25

Salmista:

R. Danos, Señor, el pan de la vida.

Lo que oímos y aprendimos,
lo que nuestros padres nos contaron,
lo contaremos a la futura generación:
las alabanzas del Señor, su poder. R.

Dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná. R.

Les dio un trigo celeste.
Y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura. R.

Aleluya Jn 6, 51

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo
—dice el Señor—;
el que coma de este pan
vivirá para siempre.

EVANGELIO

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 51. 55-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

—«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.

Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

Palabra del Señor.

Unidad II

PRIMERA LECTURA

Pablo en la reunión de la comunidad

Lector:

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 20, 6-8. 11

Al terminar las fiestas de Pascua, nos hicimos a la mar en Filipos y en cinco días alcanzamos a los compañeros en Troas, donde nos detuvimos una semana.

El primer día de la semana, nos reunimos a partir el pan; Pablo les estuvo hablando y, como iba a marcharse al día siguiente, prolongó el discurso hasta medianoche. Había lámparas en abundancia en la sala de arriba, donde estábamos reunidos.

Pablo partió el pan y cenó. Estuvo conversando largo hasta el alba y, por fin, se marchó.

Palabra de Dios.


O bien:


Aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo

Lector:

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 16b-17

Hermanos:

El pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?

El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.

Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 144, 10-11. 15-16. 17-18

Salmista:

R. Danos, Señor, tu pan.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.

Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente. R.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.

Aleluya Jn 6, 51

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo
—dice el Señor—;
el que coma de este pan
vivirá para siempre.

EVANGELIO

Haced esto en memoria mía

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Lucas 22, 14-16. 19-20

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:

—«He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios».

Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:

—«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía».

Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo:

—«Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros».

Palabra del Señor.

Textos para misas de tema penitencial

UNIDAD I

PRIMERA LECTURA

Caín atacó a su hermano Abel y lo mató

Lector:

Lectura del libro del Génesis 4, 1-15

El hombre se llegó a Eva; ella concibió, dio a luz a Caín, y dijo:

—«He adquirido un hombre con la ayuda del Señor».

Después dio a luz a Abel, el hermano. Abel era pastor de ovejas, mientras que Caín trabajaba en el campo.

Pasado un tiempo, Caín ofreció al Señor dones de los frutos del campo, y Abel ofreció las primicias y la grasa de sus ovejas.

El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda, y no se fijó en Caín ni en su ofrenda, por lo cual Caín se enfureció y andaba abatido.

El Señor dijo a Caín:

—«¿Por qué te enfureces y andas abatido? Cierto, si obraras bien, estarías animado; pero, si no obras bien, el pecado acecha a la puerta; y, aunque viene por ti, tu puedes dominarlo».

Caín dijo a su hermano Abel:

—«Vamos al campo».

Y, cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató.

El Señor dijo a Caín:

—«¿Dónde está Abel, tu hermano?».

Respondió Caín:

—«No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?».

El Señor le replicó:

—«¿Que has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra. Por eso te maldice esa tierra que ha abierto sus fauces para recibir de tus manos la sangre de tu hermano. Aunque trabajes la tierra, no volverá a darte su fecundidad. Andarás errante y perdido por el mundo».

Caín contestó al Señor:

—«Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Hoy me destierras de aquí; tendré que ocultarme de ti, andando errante y perdido por el mundo; el que tropiece conmigo me matará».

El Señor le dijo:

—«El que mate a Caín lo pagará siete veces».

Y el Señor puso una señal a Caín para que, si alguien tropezase con él, no lo matara.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 94, 1-2. 6-7. 8-9 (R.: cf. 7d)

Salmista:

R. Ojalá escuchemos hoy su voz.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que el guía. R.

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R.

Aleluya Mt 25, 34

Venid, benditos de mi Padre
—dice el Señor—;
heredad el reino preparado para vosotros.

EVANGELIO

Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos,
conmigo lo hicisteis

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante el todas las naciones.

Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.

Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha:

«Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.

Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme».

Entonces los justos le contestaran:

«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?».

Y el rey les dirá:

«Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis».

Y entonces dirá a los de su izquierda:

«Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis».

Entonces también estos contestarán:

«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?».

Y el replicará:

«Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de estos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo».

Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna».

Palabra del Señor.

UNIDAD II

PRIMERA LECTURA

Esperó que su viña diese uvas, pero dio agrazones

Lector:

Lectura del libro de Isaías 5, 1-4. 7

Voy a cantar en nombre de mi amigo
un canto de amor a su viña.

Mi amigo tenía una viña
en fértil collado.

La entrecavó, la descantó,
y plantó buenas cepas;
construyó en medio una atalaya
y cavó un lagar.

Y espero que diese uvas,
pero dio agrazones.

Pues ahora, habitantes de Jerusalén,
hombres de Judá,
por favor, sed jueces
entre mí y mi viña.

¿Qué más cabía hacer por mi viña
que yo no lo haya hecho?

¿Por qué, esperando que diera uvas,
dio agrazones?

La viña del Señor de los ejércitos
es la casa de Israel;
son los hombres de Judá
su plantel preferido.

Esperó de ellos derecho,
y ahí tenéis: asesinatos;

esperó justicia,
y ahí tenéis: lamentos.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 111, 1 y 4. 5-6

Salmista:

R. Tu ley, Señor, me llena de gozo

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R.

Aleluya Mt 5, 3

Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.

EVANGELIO

Jesús subió a la montaña y se puso a enseñar a sus discípulos

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:

—«Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos los sufridos,
porque ellos heredarán la tierra.

Dichosos los que lloran,
porque ellos serán consolados.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos quedarán saciados.

Dichosos los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.

Dichosos los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

Palabra del Señor.

Unidad III

PRIMERA LECTURA

Lo vimos sin aspecto atrayente

Lector:

Lectura del libro de Isaías 53, 2b. 3a. 4b-5

Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado de los hombres,
como un hombre de dolores;

nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios y humillado;

pero él fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.

Nuestro castigo saludable cayó sobre él,
sus cicatrices nos curaron.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 50, 3-4. 12-13. 18-19 (R.: cf. 3a)

Salmista:

R. Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R.

Aleluya Jn 15, 9

Como el Padre me ha amado,
así os he amado yo;
permaneced en mi amor.

EVANGELIO

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría este en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando».

Palabra del Señor.

Unidad IV

PRIMERA LECTURA

La infidelidad de Israel y la fidelidad de Dios

Lector:

Lectura de la profecía de Oseas 11, 1. 3-4a. 4c. 8c. 9b

Así dice el Señor:

—«Cuando Israel era joven,
lo amé desde Egipto llamé a mi hijo.

Yo enseñé a andar a Efraín,
lo alzaba en brazos;
y él no comprendía que yo lo curaba.

Con cuerdas humanas,
con correas de amor lo atraía;
me inclinaba y le daba de comer.

Se me revuelve el corazón,
se me conmueven las entrañas.

Que soy Dios, y no hombre;
santo en medio de ti,
y no enemigo a la puerta».

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 26, 1. 4. 7 y 8b-9a. 13-14 (R.: 1a)

Salmista:

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R.

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
Tu rostro buscaré,
Señor, no me escondas tu rostro. R.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, se valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.

Aleluya Lc 15, 20

Su padre lo vio y se conmovió;
se le echó al cuello
y se puso a besarlo.

EVANGELIO

Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-24a

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:

—«Ése acoge a los pecadores y come con ellos».

Jesús les dijo esta parábola:

—«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:

«Padre, dame la parte que me toca de la fortuna».

El padre les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.

Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.

Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mando a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.

Recapacitando entonces, se dijo:

«Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino a donde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros».

Se puso en camino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echo al cuello y se puso a besarlo.

Su hijo le dijo:

«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo».

Pero el padre dijo a sus criados:

«Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto, y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado»».

Palabra del Señor.

Unidad V

PRIMERA LECTURA

Transformaos por la renovación de la mente

Lector:

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 2. 9-18

Hermanos

No os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno.

Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo.

En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes.

Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.

Contribuid en las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, si, no maldigáis.

Con los que ríen, estad alegres; con los que lloran, llorad.

Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde. No mostréis suficiencia.

No devolváis a nadie mal por mal.

Procurad la buena reputación entre la gente; en cuanto sea posible y por lo que a vosotros toca, estad en paz con todo el mundo.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 24, 4-5b. 8-9. 10 y 14 (R.: 4a)

Salmista:

R. Señor, enséñame tus caminos.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza. R.

Aleluya 2 Co 5, 19

Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo,
y nos ha confiado
la palabra de la reconciliación.

EVANGELIO

Hijo, tus pecados quedan perdonados

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 1-12

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa.

Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra.

Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.

Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico:

—«Hijo, tus pecados quedan perdonados».

Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:

—«¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?».

Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:

—«¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico «tus pecados quedan perdonados» o decirle «levántate, coge la camilla y echa a andar»?

Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados…».

Entonces le dijo al paralítico:

—«Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa».

Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:

—«Nunca hemos visto una cosa igual».

Palabra del Señor.

UNIDAD VI

PRIMERA LECTURA

Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo

Lector:

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 17-20

Hermanos:

El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.

Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.

Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación.

Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio.

En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 50, 3-4. 5-6a. 6c-7. 14 y 17 (R.: cf. 3a)

R. Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa,
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé. R.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.

Aleluya Lc 6, 36

Sed compasivos
—dice el Señor—
como vuestro Padre es compasivo.

EVANGELIO

Hoy estarás conmigo en el paraíso

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Lucas 23, 32-43

En aquel tiempo, conducían a otros dos malhechores para ajusticiarlos con Jesús. Y, cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía:

—«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».

Y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte.

El pueblo estaba mirando.

Las autoridades le hacían muecas, diciendo:

—«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».

Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:

—«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».

Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos».

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:

—«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

Pero el otro le increpaba:

—«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada».

Y decía:

—«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».

Jesús le respondió:

—«Te lo aseguro: Hoy estarás conmigo en el paraíso».

Palabra del Señor.

UNIDAD VII

PRIMERA LECTURA

Dios por el gran amor con que nos amó,
estando nosotros muertos por los pecados,
nos ha hecho vivir con Cristo

Lector:

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 4-10

Hermanos:

Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo —por pura gracia estáis salvados—, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él.

Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.

Pues somos obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 102, 8 y 10. 13-14. 17-18 (R.: 8a)

Salmista:

R. El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. R.

Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos. R.

Aleluya Lc 15, 6

¡Felicitadme!, he encontrado la oveja
que se me había perdido.

EVANGELIO

Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 1-10

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:

—«Ése acoge a los pecadores y come con ellos».

Jesús les dijo esta parábola:

—«Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles:

«¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido».

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles:

«¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido».

Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

Palabra del Señor.

UNIDAD VIII

PRIMERA LECTURA

Si la fe no tiene obras, por si sola está muerta

Lector:

Lectura de la carta del apóstol Santiago 2, 14-17

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar?

Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve?

Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por si sola está muerta.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 129, 1-2. 3-4, 5-6a

Salmista:

R. Perdón, Señor, hemos pecado.

Desde lo hondo a ti grito, Señor,
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R.

Si llevas cuenta de los delitos,
Señor, ¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor. R.

Aleluya Lc 18, 14

Todo el que se enaltece será humillado,
y el que se humilla será enaltecido.

EVANGELIO

¡Oh Dios!, ten compasión

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola:

—«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:

«¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo».

El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo:

«¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador».

Os digo que éste bajó a su casa Justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor.

UNIDAD IX

PRIMERA LECTURA

Quien ama a su hermano permanece en la luz

Lector:

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2, 3-6. 9-11

Queridos hermanos:

En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos.

Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.

En esto conocemos que estamos en él.

Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él.

Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas.

Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 23, 1-2. 3-4c. 5-6

Salmista:

R. Tu rostro buscare, Señor.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
el la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

Aleluya

El Señor Jesús nos amo
y nos ha librado de nuestros pecados
por su sangre.

EVANGELIO

Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 36-50

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:

—«Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora».

Jesús tomó la palabra y le dijo:

—«Simón, tengo algo que decirte».

Él respondió:

—«Dímelo, maestro».

Jesús le dijo:

—«Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?».

Simón contestó:

—«Supongo que aquel a quien le perdonó más».

Jesús le dijo:

—«Has juzgado rectamente».

Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:

—«¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama».

Y a ella le dijo:

—«Tus pecados están perdonados».

Los demás convidados empezaron a decir entre sí:

—«¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?».

Pero Jesús dijo a la mujer:

—«Tu fe te ha salvado, vete en paz».

Palabra del Señor.



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