San Cirilo de Jerusalén

LECCIONARIO V. 18 de marzo. San Cirilo de Jerusalén, obispo y doctor de la Iglesia

Lecturas San Cirilo de Jerusalén, obispo y doctor de la Iglesia.

18 de marzo San Cirilo de Jerusalén

San Cirilo de Jerusalén, obispo y doctor de la Iglesia, es un santo cuyo testimonio y enseñanzas siguen siendo relevantes hasta el día de hoy. Nacido alrededor del año 315 en Jerusalén, su vida estuvo marcada por su firme defensa de la fe cristiana y su dedicación a la formación doctrinal del pueblo. A continuación, exploraremos su vida y su influencia en la Iglesia.

San Cirilo nació en Jerusalén en una época en la que el cristianismo dejó de ser clandestino y se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano. Desde joven, practicó el ascetismo y vivió una vida de pobreza y celibato. A los treinta años, fue ordenado sacerdote y se dedicó a preparar a los catecúmenos para el sacramento del bautismo.: Durante su ministerio, San Cirilo impartió catequesis a los nuevos creyentes.

Sus 24 catequesis, conocidas como “Catequesis de Jerusalén”, son un tesoro de enseñanzas sobre la fe, la liturgia y la moral cristiana. En ellas, abordó temas como el Credo, los sacramentos y la vida cristiana. Como obispo de Jerusalén, San Cirilo se destacó por su actitud pacífica y su capacidad de mediación. Sin embargo, no dudó en enfrentarse a las herejías y las malas costumbres. Defendió la pureza de la fe y promovió la renovación espiritual en la Iglesia.

Su firme posición en la defensa de la fe le valió la enemistad de los arrianos, quienes negaban la divinidad igual de Jesucristo al Padre. Fue destituido en el año 357, pero posteriormente fue restituido en su cargo. A lo largo de su vida, sufrió tres exilios. San Cirilo fue proclamado Doctor de la Iglesia en 1882 por el Papa León XIII. Sus escritos fueron citados en importantes documentos del Concilio Vaticano II, como Lumen Gentium y Dei Verbum.

San Cirilo de Jerusalén sigue siendo un modelo de enseñanza y fidelidad a la fe. Sus catequesis y su defensa de la ortodoxia cristiana siguen resonando en nuestro camino de fe. Oremos para que su intercesión nos fortalezca en la verdad y nos lleve más cerca de Cristo.


18 de marzo: San Cirilo de Jerusalén, obispo y doctor de la Iglesia

PRIMERA LECTURA

Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 5, 1-5


Queridos hermanos:

Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.

¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 18, 8. 9. 10. 11 (R.: 10b)

RLos mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R.

Los mandamientos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.

Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R.

Aleluya y versículo antes del evangelio Jn 15, 9b. 5b

Permaneced en mi amor
-dice el Señor-;
el que permanece en mí y yo en él,
ése da fruto abundante.

EVANGELIO

El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.

A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.

Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

Palabra del Señor.


Lecturas del Leccionario V para el mes de marzo


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