Santa Perpetua y Santa Felicidad

LECCIONARIO V. 7 de marzo. Santa Perpetua y Santa Felicidad, mártires

Lecturas Santa Perpetua y Santa Felicidad, mártires.

7 de marzo Santa Perpetua y Santa Felicidad

Las santas mártires Perpetua y Felicidad se encuentran entre las figuras más destacadas de los primeros siglos del cristianismo. Su martirio, registrado en un relato conmovedor, es uno de los testimonios más impresionantes de las persecuciones romanas y del heroísmo de aquellos primeros cristianos.

  1. Perpetua: Era una joven matrona de 22 años, casada y de noble cuna. Acababa de dar a luz a su hijo cuando fue arrestada. Su madre y dos de sus hermanos eran cristianos, y uno de ellos era catecúmeno. El niño Dinocrates, su tercer hermano, había muerto como pagano.
  1. Felicidad: Era una esclava y estaba embarazada en el momento de su arresto.

Bajo la persecución del emperador Septimio Severo en el año 203, Perpetua, Felicidad y tres compañeros (Revocato, Saturnino y Segundo) fueron arrestados en Cartago. El relato de su encarcelación y martirio, escrito en gran parte por la misma Perpetua antes de morir, es uno de los testimonios más conmovedores de la lucha de los mártires en aquellos tiempos.

En prisión, Perpetua escribió sobre sus experiencias y visiones. Su fe inquebrantable y su valentía ante la muerte son ejemplos inspiradores para todos los cristianos.

La memoria de Santa Perpetua y Santa Felicidad se celebra el 7 de marzo. Su martirio es un recordatorio de la firmeza en la fe y la disposición a dar la vida por Cristo. Oremos para que su intercesión nos fortalezca en nuestra propia fe y nos inspire a seguir a Jesús con valentía.


7 de marzo: Santa Perpetua y Santa Felicidad, mártires

PRIMERA LECTURA

Ni muerte, ni vida podrá apartarnos del amor de Dios

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 31b-39

Hermanos:

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?

¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?, como dice la Escritura: «Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza».

Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 123, 2-3. 4-5. 7b-8 (R.: 7a)

R. Hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado
hasta el cuello
las aguas espumantes. R.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R.

Aleluya y versículo antes del evangelio Mt 5, 10

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.

EVANGELIO

No he venido a sembrar paz, sino espadas

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 34-39

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

—«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.

El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará».

Palabra del Señor.


Lecturas del Leccionario V para el mes de marzo


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