Común de la dedicación de una iglesia

Lecturas Común de la dedicación de una iglesia

LECCIONARIO V. Común de la dedicación de una iglesia

Lecturas Común de la dedicación de una iglesia.
En el aniversario de la dedicación de una iglesia.

El Leccionario V, Común de la Dedicación de una Iglesia, es un conjunto de lecturas bíblicas seleccionadas para la celebración del aniversario de la dedicación de una iglesia. Estas lecturas resaltan la importancia de la iglesia como un lugar sagrado de adoración y comunidad. En el aniversario de la dedicación de una iglesia, estas lecturas nos recuerdan la alegría y la solemnidad de ese día en que la iglesia fue consagrada para el servicio de Dios. Las lecturas pueden incluir pasajes que hablan de la belleza y la santidad de la Casa de Dios, la importancia de la comunidad de creyentes, y la llamada a vivir nuestra fe dentro y fuera de estos espacios sagrados. Cada año, en el aniversario de la dedicación, estas lecturas nos invitan a renovar nuestro compromiso con nuestra fe y nuestra comunidad.


PRIMERA LECTURA. Fuera del tiempo pascual

1. Estén tus ojos abiertos sobre este templo

Lectura del primer libro de los Reyes 8, 22-23. 27-30

En aquellos días Salomón, en pie ante el altar del Señor, en presencia de toda la asamblea de Israel, extendió las manos al cielo y dijo:

—«¡Señor, Dios de Israel! Ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay un Dios como tú, fiel a la alianza con sus vasallos, si caminan de todo corazón en tu presencia.

Aunque, ¿es posible que Dios habite en la tierra? Si no cabes en el cielo y lo más alto del cielo, ¡Cuánto menos en este templo que he construido!

Vuelve tu rostro a la oración y suplica de tu siervo. Señor, Dios mío, escucha el clamor y la oración que te hoy dirige tu siervo. Día y noche estén tus ojos abiertos sobre este templo, sobre el sitio donde quisiste que residiera tu nombre. ¡Escucha la oración que tu siervo te dirige en este sitio!; escucha tú, desde tu morada del cielo, y perdona».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 83, 3. 4. 5 y 10. 11 (R.:2)

R. ¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!

Mi alma se consume y anhela
los atrios del señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R.

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido. R.

Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados R.


2. Te he construido un palacio, un sitio donde vivir para siempre

Lectura del segundo libro de las Crónicas 5, 6-8. 9b. 13—6, 2

En aquellos días, el rey salomón, acompañado de toda la asamblea de Israel, reunida con él ante el arca, sacrificaba una cantidad incalculable de ovejas y bueyes.

Los sacerdotes llevaron el arca de la alianza del Señor a su sitio, al camarín del templo, al lugar santísimo, bajo las alas de los querubines; los querubines extendían sus alas sobre el sitio del arca y cubrían el arca y los varales por encima. Allí se conservan actualmente. En el arca sólo había dos tablas que escribió moisés en el Orbe, cuando el Señor pactó con los israelitas, al salir de Egipto.

Trompeteros y cantores entonaron al unísono los himnos y la acción de gracias al Señor; y, en medio del fragor de trompetas, platillos, instrumentos musicales e himnos al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia, una nube llenó el templo, de forma que los sacerdotes no podían seguir oficiando a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba el templo de Dios.

Entonces Salomón dijo:

—«El Señor quiere habitar en las tinieblas; y yo te he construido un palacio, un sitio donde vivas para siempre».

Palabra de Dios.

Interleccional: 1 Crónicas 29, 10. 11. 12. (R.: 13b)

R. Alabamos tu nombre glorioso, Señor.

Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos, R.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra,
tú eres rey y soberano de todo. R.

De ti viene la riqueza y la gloria,
tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos. R.


3. Mi casa es casa de oración, y así la llamaran todos los pueblos

Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6-7

Así dice el Señor:

«Guardad el derecho, practicad la justicia,
que mi salvación está para llegar,
se va a revelar mi victoria.

A los extranjeros que se han dado al Señor,
para servirlo,

para amar el nombre del Señor
y ser sus servidores,

que guardan el sábado sin profanarlo
y perseveran en mi alianza,

los traeré a mi monte santo,
los alegraré en mi casa de oración,

aceptaré sobre mi altar
sus holocaustos y sacrificios;

porque mi casa es casa de oración,
y así la llamarán todos los pueblos».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 83, 3. 4. 5 y 10. 11 (R.: Ap 21, 3b)

R. Ésta es la morada de Dios con los hombres.

Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R.

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido. R.

Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de
Dios a vivir con los malvados. R.


4. La gloria del Señor llenaba el templo

Lectura de la profecía de Ezequiel 43, 1-2. 4-7a

En aquellos días, el ángel me condujo a la puerta oriental:

Vi la gloria del Dios de Israel que venía de oriente, con estruendo de aguas caudalosas; la tierra reflejó su gloria. La gloria del Señor entró en el templo por la puerta oriental.

Entonces me arrebató el espíritu y me llevó al atrio interior. La gloria del Señor llenaba el templo.

Entonces oí a uno que me hablaba desde el templo —el hombre seguía a mi lado—, y me decía:

—«Hijo de Adán, éste es el sitio de mi trono, el sitio de las plantas de mis pies, donde voy a residir para siempre en medio de los hijos de Israel».

Palabra de Dios.

Interleccional: 1 Crónicas 29, 10. 11. 12 (R.: 13b)

R. Alabamos tu nombre glorioso, Señor.

Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos. R.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra,
tú eres rey y soberano de todo. R.

De ti viene la riqueza y la gloria,
tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos. R.


5. Vi que manaba agua del lado derecho del templo, y habrá vida dondequiera que llegue la corriente

Lectura de la profecía de Ezequiel 47, 1-2. 8-9. 12

En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo.

Del zaguán del templo manaba agua hacia levante —el templo miraba a levante—. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar.

Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que miraba a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho.

Me dijo:

—«Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente.

A la vera del río, en sus dos riberas crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 45, 2-3. 5-6. 8-9 (R.: 5)

R. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar R.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe. R.


PRIMERA LECTURA. Tiempo pascual

1. El Altísimo no habita en edificios construidos por hombres

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 7, 44-50

En aquellos días, Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los escribas:

—«Nuestros padres tenían en el desierto el tabernáculo de la alianza: Dios había ordenado a Moisés que lo construyera, copiando el modelo que había visto. Nuestros padres se fueron transmitiendo el tabernáculo hasta introducirlo, guiados por Josué, en el territorio de los gentiles, a los que Dios expulsó delante de ellos. Así estuvieron las cosas hasta el tiempo de David, que alcanzó el favor de Dios, y le pidió que le permitiera construir una morada al Dios de Jacob. Pero fue Salomón el que la construyó.

Aunque el Altísimo no habita en edificios construidos por hombres, como dice el profeta: «Mi trono es el cielo, la tierra, el estrado de mis pies. ¿Qué templo podéis construirme —dice el Señor—, o qué lugar para que descanse? ¿No ha hecho mi mano todo esto?»».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 94, 1-2. 3-5. 6-7 (R.: 2a)

R. Entremos a la presencia del Señor dándole gracias.

O bien:

R. Aleluya.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos. R.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.


2. Ésta es la morada de Dios con los hombres

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe.

Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.

Y escuché una voz potente que decía desde el trono:

—«Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado».

Y el que estaba sentado en el trono dijo:

—«Todo lo hago nuevo».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 83, 3. 4. 5 y 10. 11 (R.: Ap 21, 3b)

R. Dios estará con ellos y será su Dios.

O bien:

R. Aleluya.

Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R.

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido. R.

Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados. R.


3. Voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 9b-14

El ángel me habló así:

—«Ven acá, voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero».

Me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios.

Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido.

Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel.

A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas.

La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 121, 1-2. 3-4. 8-9 (R.: cf. 1)

R. Vamos alegres a la casa del Señor.

O bien:

R. Aleluya.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor. R.

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R.


SEGUNDA LECTURA

1. Sois templo de Dios

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 3, 9c-11 16-17

Hermanos:

Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye.

Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.

¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?

Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.

Palabra de Dios.


2. Todo el edificio se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 19-22

Hermanos:

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.

Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Palabra de Dios.


3. Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo

Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24

Hermanos:

Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando.

Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

Palabra de Dios.


4. Como piedras vivas entráis en la construcción del templo del Espíritu

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 4-9

Queridos hermanos:

Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.

Dice la Escritura:

«Yo coloco en Sión una piedra angular,

escogida y preciosa;

el que crea en ella no quedará defraudado».

Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la «piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en piedra angular», en piedra de tropezar y en roca de estrellarse. Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino.

Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de las tinieblas y a entrar en su luz maravillosa.

Palabra de Dios.


EVANGELIOS

1. Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos

Aleluya y versículo antes del evangelio Mi 16, 18

Tú eres Pedro,
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder del infierno no la derrotará.

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos

Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:

—«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».

Ellos contestaron:

—«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».

Él les preguntó:

—«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

Simón Pedro tomó la palabra y dijo:

—«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

Jesús le respondió:

—«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.

Ahora te digo yo:

Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.

Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».

Palabra del Señor.


2. Hoy ha sido la salvación de esta casa

Aleluya y versículo antes del evangelio Cf. Mt 7, 8

En mi casa, quien pide recibe
—dice el Señor—,
quien busca encuentra
y al que llama se le abre.

Hoy ha sido la salvación de esta casa

Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1-10

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.

Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publícanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:

—«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».

Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:

—«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».

Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor:

—«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más».

Jesús le contestó:

—«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.

Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Palabra del Señor.


3. Hablaba del templo de su cuerpo

Aleluya y versículo antes del evangelio 2Cro 7, 16

Elijo y consagro este templo
—dice el Señor—
para que esté en él mi nombre eternamente.

Hablaba del templo de su cuerpo

Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:

—«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:

—«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».

Jesús contestó:

—«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».

Los judíos replicaron:

—«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús. Palabra del Señor.

Palabra del Señor.


4. Yo doy la vida eterna a mis ovejas

Aleluya y versículo antes del evangelio Ap 21, 3

Ésta es la morada de Dios con los hombres:
acampará entre ellos.

Yo doy la vida eterna a mis ovejas

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 22 30

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:

—«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».

Jesús les respondió:

—«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

Palabra del Señor.


Textos comunes

El Leccionario V para los días feriales del Tiempo Ordinario es un tesoro litúrgico que profundiza la relación de los fieles con la Palabra de Dios. Al ofrecer una lectura continuada de las Escrituras, invita a una inmersión en la riqueza de la revelación divina y promueve una comprensión más profunda de la fe católica. La Iglesia, al proporcionar este recurso, anima a todos los fieles a participar activamente en la liturgia, alimentando su vida espiritual con el pan vivo que es la Palabra de Dios.

Textos comunes: Leccionario V

Común de la dedicación de una iglesia
Común de santa María Virgen
Común de mártires
Común de pastores
Común de doctores de la Iglesia
Común de vírgenes
Común de santos y santas


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