Común de mártires

Lecturas Común de mártires

LECCIONARIO V. Común de mártires

Lecturas Común de mártires.

El Leccionario V, Común de Mártires, es un conjunto de lecturas bíblicas seleccionadas para las celebraciones litúrgicas que conmemoran a los mártires de la Iglesia. Estos mártires son hombres y mujeres que han dado testimonio de su fe en Cristo hasta el punto de dar sus vidas por ella. Las lecturas en este leccionario reflejan la valentía, la fe y el sacrificio de estos mártires. A través de estas lecturas, se invita a los fieles a reflexionar sobre el valor de la fe y el significado del sacrificio en la vida cristiana. Cada celebración es una oportunidad para recordar y honrar a estos mártires, y para inspirarse en su ejemplo de fe y coraje.


PRIMERA LECTURA. Fuera del tiempo pascual

1. Zacarías, al que matasteis entre el santuario y el altar

Lectura del segundo libro de las Crónicas 24, 18-22

En aquellos días, olvidaron el templo del Señor, Dios de sus padres, dieron culto a las estelas y a los ídolos. Este pecado desencadenó la cólera de Dios contra Judá y Jerusalén. Les envió profetas para convertirlos, pero no hicieron caso de sus amonestaciones. Entonces el espíritu de Dios se apoderó de Zacarías, hijo del sacerdote Yehoyadá, que se presentó ante el pueblo y le dijo:

—«Así dice Dios: ¿Por qué quebrantáis los preceptos del Señor? Vais a la ruina. Habéis abandonado al Señor, y él os abandona».

Pero conspiraron contra él y lo lapidaron en el atrio del templo por orden del rey. El rey Joás, sin tener en cuenta los beneficios recibidos de Yehoyadá, mató a su hijo, que, murió diciendo:

—«¡Que el Señor juzgue y sentencie!».

Palabra de Dios.


Salmo responsorial: Salmo 30, 3cd-4. 6 y 8ab. 16bc-17 (R.: 6a)

R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción. R.

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo;
sálvame por tu misericordia. R.

2. Sufro con gusto por respeto a él

Lectura del segundo libro de los Macabeos 6, 18. 21. 24-31

En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo.

Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey.

Pero él respondió:

—«No es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley».

Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar.

Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros:

«Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él».

Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 5b)

R. El Señor me libró de todas mis ansias.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes;
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R.

3. Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres

Lectura del segundo libro de los Macabeos 7, 1-2. 9-14

En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley.

Uno de ellos habló en nombre de los demás:

—«¿Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres».

El segundo, estando para morir, dijo:

—«Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el rey del universo nos resucitará para una vida eterna».

Después se divertían con el tercero. Invitado a sacar la lengua, lo hizo en seguida, y alargó las manos con gran valor. Y habló dignamente:

—«De Dios las recibí, y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios».

El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos.

Cuando murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto. Y, cuando estaba para morir, dijo:

—«Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se espera que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 123, 2-3. 4-5. 7b-8 (R.: 7a)

R. Hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado
hasta el cuello
las aguas espumantes. R.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R.

4. Una madre admirable, que soportó con entereza ver morir a sus hijos, esperando en el Señor

Lectura del segundo libro de los Macabeos 7, 1. 20-23. 27b-29

En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley.

Pero ninguno más admirable y digno de recuerdo que la madre. Viendo morir a sus siete hijos en el espacio de un día, lo soportó con entereza, esperando en el Señor. Con noble actitud, uniendo un temple viril a la ternura femenina, fue animando a cada uno, y les decía en su lengua:

—«Yo no sé cómo aparecisteis en mi seno; yo no os di el aliento ni la vida, ni ordené los elementos de vuestro organismo. Fue el Creador del universo, el que modela la raza humana y determina el origen de todo. Él, con su misericordia, os devolverá el aliento y la vida, si ahora os sacrificáis por su ley».

Y dijo al más pequeño:

—«Hijo mío, ten piedad de mí, que te llevé nueve meses en el seno, te amamanté y crié tres años y te he alimentado hasta que te has hecho un joven. Hijo mío, te lo suplico, mira el cielo y la tierra, fíjate en todo lo que contienen y verás que Dios lo creó todo de la nada, y el mismo origen tiene el hombre. No temas a ese verdugo, no desmerezcas. de tus hermanos y acepta la muerte. Así, por la misericordia de Dios, te recobraré junto con ellos».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 30. 3cd-4. 6 y 8ab. 16bc-17 (R.: 6a)

R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción. R.

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia. R.

5. Los recibió como sacrificio de holocausto

Lectura del libro de la Sabiduría 3, 1-9

La vida de los justos está en manos de Dios,
y no los tocará el tormento.

La gente insensata pensaba que morían,
consideraba su tránsito como una desgracia, y
su partida de entre nosotros como una destrucción;
pero ellos están en paz.

La gente pensaba que cumplían una pena,
pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad;

sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores,
porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí;

los probó como oro en crisol,
los recibió como sacrificio de holocausto;

a la hora de la cuenta resplandecerán
como chispas que prenden por un cañaveral;

gobernarán naciones, someterán pueblos,
y el Señor reinará sobre ellos eternamente.

Los que confían. en él comprenderán la verdad,
los fieles a su amor seguirán a su lado;

porque quiere a sus devotos, se apiada de ellos
y mira por sus elegidos.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 (R.: 5)

R. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R.

Hasta los gentiles decían:
El Señor ha estado grande con ellos.
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R.

6. Me auxiliaste con tu gran misericordia

Lectura del libro de Sirácida 51, 1-8

Te alabo, mi Dios y salvador,
te doy gracias, Dios de mí padre.

Contaré tu fama, refugio de mi vida,
porque me has salvado de la muerte,

detuviste mi cuerpo ante la fosa,
libraste mis pies de las garras del abismo,

me salvaste del látigo de la lengua calumniosa
y de los labios que se pervierten con la mentira,
estuviste conmigo frente a mis rivales.

Me auxiliaste con tu gran misericordia:
del lazo de los que acechan mi traspié,
del poder de los que me persiguen a muerte;

me salvaste de múltiples peligros:
del cerco apretado de las llamas,

del incendio de un fuego que no ardía,
del vientre de un océano sin agua,

de labios mentirosos e insinceros,
de las flechas de una lengua traidora.

Cuando estaba ya para morir
y casi en lo profundo del abismo,

me volvía a todas partes, y nadie me auxiliaba,
buscaba un protector, y no lo había.

Recordé la compasión del Señor
y su misericordia eterna,

que libra a los que se acogen a él
y los rescata de todo mal.

Palabra de Dios.


Salmo responsorial: Salmo 123, 2-3. 4-5. 7b-8 (R.: 7a)

R. Hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes. R.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R.


PRIMERA LECTURA. Tiempo pascual

1. Señor Jesús, recibe mi espíritu

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 7, 55-60

En aquellos días, Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:

—«Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios».

Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:

—«Señor Jesús, recibe mi espíritu».

Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito:

—«Señor, no les tengas en cuenta este pecado».

Y, con estas palabras, expiró.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 30, 3cd-4. 6 y 8ab. 16bc-17 (R.: 6a)

R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

O bien:

R. Aleluya.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R.

A tus manos encomiendo mi espíritu;
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción. R.

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia. R.

2. Éstos son los que vienen de la gran tribulación

Lectura del libro del Apocalipsis 7, 9-17

Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente:

—«¡La victoria es de nuestro Dios,
que está sentado en el trono,
y del Cordero!».

Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo:

—«Amén.
La alabanza y la gloria y la sabiduría
y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza
son de nuestro Dios,
por los siglos de los siglos. Amén».

Y uno de los ancianos me dijo:

—«Esos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?».

Yo le respondí:

—«Señor mío, tú lo sabrás».

Él me respondió:

—«Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.

Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo.

El que se sienta en el trono acampará entre ellos.

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.

Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 123, 2-3. 4-5. 7b-8 (R.: 7a)

R. Hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador.

O bien:

R. Aleluya.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes. R.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R.

3. No amaron tanto su vida que temieran la muerte

Lectura del libro del Apocalipsis 12, 10-12a

Yo, Juan, oí una gran voz en el cielo:

«Ahora se estableció la salud y el poderlo,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;

porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.

Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 5b)

R. El Señor me libró de todas mis ansias.

O bien:

R. Aleluya.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y. los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R.

4. Quien salga vencedor heredará esto

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 5-7

El que estaba sentado en el trono dijo:

—«Todo lo hago nuevo».

Y añadió:

—«Escribe, que estas palabras son fidedignas y verídicas».

Y me dijo todavía:

—«Ya son un hecho. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Al sediento, yo le daré a beber de balde de la fuente de agua viva. Quien salga vencedor heredará esto, porque yo seré su Dios, y él será mi hijo».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 (R.: 5)

R. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

O bien:

R. Aleluya.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R.

Hasta los gentiles decían:
El Señor ha estado grande con ellos.
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R.



SEGUNDA LECTURA

1. Nos gloriamos en las tribulaciones

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-5

Hermanos:

Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.

Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Palabra de Dios.

2. Ni muerte, ni vida podrá apartarnos del amor de Dios

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 31b-39

Hermanos:

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?

¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?, como dice la Escritura: «Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza».

Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Palabra de Dios.

3. Llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4, 7-15

Hermanos:

El tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.

Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros.

Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros.

Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios.

Palabra de Dios.

4. Somos los moribundos que están bien vivos

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 6, 4-10

Hermanos:

Continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la verdad y la fuerza de Dios.

Con la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la justicia, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama. Somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen.

Palabra de Dios.

5. Todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo Jesús será perseguido

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 8-13; 3, 10-12

Querido hermano:

Haz memoria de Jesucristo resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Éste ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna.

Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará.

Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.

Tú seguiste paso a paso mi doctrina y mi conducta; mis planes, fe y paciencia, mi amor fraterno y mi aguante en las persecuciones y sufrimientos, como aquellos que me ocurrieron en Antioquía, Iconio y Listra. ¡Qué persecuciones padecí! Pero de todas me libró el Señor. Por otra parte, todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo Jesús será perseguido.

Palabra de Dios.

6. Soportasteis múltiples combates y sufrimientos

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 32-36

Hermanos:

Recordad aquellos días primeros, cuando, recién iluminados, soportasteis múltiples combates y sufrimientos: ya sea cuando os exponían públicamente a insultos y tormentos, ya cuando os hacíais solidarios de los que así eran tratados.

Pues compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes, sabiendo que teníais bienes mejores, y permanentes.

No renunciéis, pues, a vuestra valentía, que tendrá una gran recompensa.

Os falta constancia para cumplir la voluntad de Dios y alcanzar la promesa.

Palabra de Dios.

7. Dichoso el hombre que soporta la prueba

Lectura de la carta del apóstol Santiago 1, 2-4. 12

Hermanos míos, teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por toda clase de pruebas. Sabed que, al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia. Y si la constancia llega hasta el final, seréis perfectos e íntegros, sin falta alguna.

Dichoso el hombre que soporta la prueba, porque, una vez aquilatado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman.

Palabra de Dios.

8. No les tengáis miedo ni os amedrentéis

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 3, 14-17

Queridos hermanos:

Dichosos vosotros si tenéis que sufrir por causa de la justicia; no les tengáis miedo ni os amedrentéis.

Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal.

Palabra de Dios.

9. Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 4, 12-19

Queridos hermanos, no os extrañéis de ese fuego abrasador que os pone a prueba, como si os sucediera algo extraordinario.

Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.

Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros, porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.

Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por homicida, ladrón, malhechor o entrometido.

Pero, si sufre por ser cristiano, que no se avergüence, que dé gloria a Dios por este nombre.

Ha llegado el momento de que el juicio empiece por la casa de Dios; y, si nosotros somos los primeros, ¿cuál será el final de los que no han obedecido al Evangelio de Dios? Si el justo a duras penas se salva, ¿qué sucederá con el impío y pecador?

En consecuencia, los que padecen por designio de Dios practiquen el bien y pónganse en manos del Creador, que es fiel.

Palabra de Dios.

10. Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 5, 1-5

Queridos hermanos:

Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.

¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Palabra de Dios.


EVANGELIOS

1. Os harán comparecer ante gobernadores y reyes

Aleluya y versículo antes del evangelio Mt 5, 10

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.

Os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa;
así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 17-22

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

—«No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.

Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.

Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán.

Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará».

Palabra del Señor.

2. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo

Aleluya y versículo antes del evangelio St 1, 12

Dichoso el hombre que soporta la prueba,
porque, una vez aquilatado,
recibirá la corona de la vida.

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 28-33

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

—«No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.

Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo».

Palabra del Señor.

3. No he venido a sembrar paz, sino espadas

Aleluya y versículo antes del evangelio Mt 5, 10

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.

No he venido a sembrar paz, sino espadas

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 34-39

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

—«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.

El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará».

Palabra del Señor.

4. El que pierda su vida por mi causa la salvará

Aleluya y versículo antes del evangelio 1 P 4, 14

Si os ultrajan por el nombre de Cristo,
dichosos vosotros,
porque el Espíritu de Dios reposa sobre vosotros.

El que pierda su vida por mi causa la salvará

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 23-26

En aquel tiempo, dirigiéndose a todos, dijo Jesús:

—«El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo? Pues si uno se avergüenza de mí y de mis palabras, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con su gloria, con la del Padre y la de los ángeles santos».

Palabra del Señor.

5. Si el grano de trigo muere, da mucho fruto

Aleluya y versículo antes del evangelio St 1, 12

Dichoso el hombre que soporta la prueba,
porque, una vez aquilatado,
recibirá la corona de la vida.

Si el grano de trigo muere, da mucho fruto

Lectura del santo evangelio según san Juan 12, 24-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará».

Palabra del Señor.

6. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán

Aleluya y versículo antes del evangelio

A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos.
A ti te ensalza el blanco ejército de los mártires.

Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 18-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.

Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.

Recordad lo que os dije: «No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra».

Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».

Palabra del Señor.

7. El mundo los ha odiado

Aleluya y versículo antes del evangelio Jn 17, 19

Por ellos me consagro yo —dice el Señor—,
para que también se consagren ellos en la verdad.

El mundo los ha odiado

Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 11b-19

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:

—«Padre santo,
guárdalos en tu nombre, a los que me has dado,
para que sean uno, como nosotros.

Cuando estaba con ellos,
yo guardaba en tu nombre a los que me diste,
y los custodiaba,

y ninguno se perdió,
sino el hijo de la perdición,
para que se cumpliera la Escritura.

Ahora voy a ti,
y digo esto en el mundo
para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida.

Yo les he dado tu palabra,
y el mundo los ha odiado porque no son del mundo,
como tampoco yo soy del mundo.

No ruego que los retires del mundo,
sino que los guardes del mal.

No son del mundo,
como tampoco yo soy del mundo.

Conságralos en la verdad;
tu palabra es verdad.

Como tú me enviaste al mundo,
así los envío yo también al mundo.

Y por ellos me consagro yo,
para que también se consagren ellos en la verdad».

Palabra del Señor.


Textos comunes

El Leccionario V para los días feriales del Tiempo Ordinario es un tesoro litúrgico que profundiza la relación de los fieles con la Palabra de Dios. Al ofrecer una lectura continuada de las Escrituras, invita a una inmersión en la riqueza de la revelación divina y promueve una comprensión más profunda de la fe católica. La Iglesia, al proporcionar este recurso, anima a todos los fieles a participar activamente en la liturgia, alimentando su vida espiritual con el pan vivo que es la Palabra de Dios.

Textos comunes: Leccionario V

Común de la dedicación de una iglesia
Común de santa María Virgen
Común de mártires
Común de pastores
Común de doctores de la Iglesia
Común de vírgenes
Común de santos y santas


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