Misa para pedir la gracia de una buena muerte

LECCIONARIO VI. MISA PARA PEDIR LA GRACIA DE UNA BUENA MUERTE

Lecturas Misa para pedir la gracia de una buena muerte.

LECCIONARIO VI. MISA PARA PEDIR LA GRACIA DE UNA BUENA MUERTE

El Leccionario VI también incluye la Misa para pedir la gracia de una buena muerte, una celebración especial en la cual nos reunimos como comunidad de fe para orar por aquellos que están enfrentando el final de su vida y para pedir la gracia de una muerte en paz y cercana a Dios. Durante esta Misa, se leen lecturas específicas que nos invitan a reflexionar sobre la esperanza cristiana en la vida eterna y nos animan a confiar en la misericordia de Dios en el momento de la muerte.

Las lecturas seleccionadas para esta Misa nos ofrecen consuelo y esperanza en medio de la realidad de la muerte. A través de estas lecturas, se nos recuerda que la vida terrenal es pasajera y que nuestra verdadera patria está en el cielo. También se nos muestra que Dios es fiel en todas las etapas de nuestra vida, incluso en el momento de la muerte, y que podemos confiar en su amor y en su promesa de vida eterna.

Además, las lecturas de la Misa para pedir la gracia de una buena muerte nos desafían a vivir nuestras vidas con plenitud y a prepararnos espiritualmente para el encuentro con Dios. Nos invitan a reflexionar sobre la importancia de vivir en gracia y en comunión con Dios y con nuestros hermanos y hermanas, para poder enfrentar la muerte con confianza y serenidad.

En la Misa para pedir la gracia de una buena muerte, podemos unir nuestras oraciones y nuestras intenciones por aquellos que están en su lecho de muerte y por todos aquellos que se enfrentan al misterio de la muerte. Pedimos a Dios que les conceda paz, consuelo y fortaleza en ese momento crucial de sus vidas. Rogamos para que puedan experimentar la gracia de una muerte en paz y en comunión con Él.

Que en esta celebración por la gracia de una buena muerte, podamos fortalecer nuestra confianza en el amor y la misericordia de Dios. Que podamos vivir nuestras vidas con plenitud y prepararnos espiritualmente para el encuentro con nuestro Creador. Que el Espíritu Santo nos guíe y nos conceda la gracia de una muerte en paz y en cercanía con Dios. Amén.


MISA PARA PEDIR LA GRACIA DE UNA BUENA MUERTE

LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

1. Aniquilará la muerte para siempre

Lectura del libro de Isaías 25, 6-10a

Aquel día,
el Señor de los ejércitos preparará
para todos los pueblos, en este monte,
un festín de manjares suculentos,
un festín de vinos de solera;
manjares enjundiosos, vinos generosos.

Y arrancará en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos,
el paño que tapa a todas las naciones.

Aniquilará la muerte para siempre.

El Señor Dios enjugará
las lágrimas de todos los rostros,
y el oprobio de su pueblo
lo alejará de todo el país.
—Lo ha dicho el Señor—.

Aquel día se dirá:

«Aquí está nuestro Dios,
de quien esperábamos que nos salvara;
celebremos y gocemos con su salvación.
La mano del Señor se posará sobre este monte».

Palabra de Dios.

LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO

1. En la vida y en la muerte somos del Señor

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 14, 7-9. 10c-12

Hermanos:

Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor.

Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.

Todos compareceremos ante el tribunal de Dios, porque está escrito:

«Por mi vida, dice el Señor,
ante mí se doblará toda rodilla,
a mí me alabará toda lengua».

Por eso, cada uno dará cuenta a Dios de sí mismo.

Palabra de Dios.

SALMOS RESPONSORIALES

1. Salmo responsorial: Salmo 30, 2 y 6. 8bc-9. 15-16. 17 y 25 (R.: Lc 23, 46)

R. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R.

Te has fijado en mi aflicción,
velas por mi vida en peligro;
no me has entregado en manos del enemigo,
has puesto mis pies en un camino ancho. R.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios».
En tu mano están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor. R.

ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO

1. Aleluya Mt 24, 42a. 44

Estad en vela y preparados,
porque a la hora que menos pensáis
viene el Hijo del hombre.

2. Aleluya Lc 21, 36

Estad siempre despiertos,
pidiendo fuerza para manteneros en pie
ante el Hijo del hombre.

3. Aleluya Jn 13, 1

Sabiendo Jesús que había llegado la hora
de pasar de este mundo al Padre,
habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo,
los amó hasta el extremo.

4. Aleluya Ap 2, 10c

Sé fiel hasta la muerte
—dice el Señor—,
y te daré la corona de la vida.

EVANGELIOS

1. ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

—«Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.

Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.

Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.

El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó una voz:

«¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!».

Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.

Y las necias dijeron a las sensatas:

«Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas».

Pero las sensatas contestaron:

«Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis».

Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.

Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos».

Pero él respondió:

«Os lo aseguro: no os conozco».

Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

Palabra del Señor.

2. A la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 35-40

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.

Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.

3. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza

Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.

4. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu

Lectura del santo evangelio según san Lucas 23, 39-46

En aquel tiempo, uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciendo:

—«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

Pero el otro le increpaba:

—«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada».

Y decía:

—«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».

Jesús le respondió:

—«Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso».

Era ya eso de mediodía, y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:

—«Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».

Y dicho esto, expiró.

Palabra del Señor.


IV. POR ALGUNAS NECESIDADES PARTICULARES

Misa por el perdón de los pecados

Misa para pedir la caridad, para fomentar la concordia, por los familiares y amigos

Misa por la familia

Misa por los que nos afligen

Misa para pedir la gracia de una buena muerte


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