Misa por los que nos afligen

LECCIONARIO VI. MISA POR LOS QUE NOS AFLIGEN

Lecturas Misa por los que nos afligen.

LECCIONARIO VI. MISA POR LOS QUE NOS AFLIGEN

El Leccionario VI también incluye la Misa por los que nos afligen, una celebración especial en la cual nos reunimos como comunidad de fe para orar por aquellos que están pasando por momentos de aflicción, sufrimiento o dificultades. Durante esta Misa, se leen lecturas específicas que nos invitan a reflexionar sobre el consuelo y la esperanza que Dios ofrece a aquellos que sufren, y nos desafían a ser instrumentos de compasión y apoyo para nuestros hermanos y hermanas afligidos.

Las lecturas seleccionadas para esta Misa nos presentan ejemplos de personas que han experimentado el sufrimiento y la aflicción en las Sagradas Escrituras. A través de estas lecturas, se nos muestra cómo Dios está presente en medio de nuestros sufrimientos y cómo podemos encontrar consuelo y esperanza en Él.

Además, las lecturas de la Misa por los que nos afligen nos desafían a ser sensibles y compasivos hacia aquellos que sufren a nuestro alrededor. Nos invitan a estar dispuestos a escuchar, a consolar y a brindar apoyo práctico a aquellos que están pasando por momentos difíciles. Nos recuerdan que somos llamados a ser la presencia de Cristo en el mundo, compartiendo el amor y la compasión de Dios con los necesitados.

En la Misa por los que nos afligen, podemos unir nuestras oraciones y nuestras intenciones por todos aquellos que están sufriendo, ya sea por enfermedad, pérdida, desesperanza u otras dificultades. Pedimos a Dios que les conceda consuelo y fortaleza en sus momentos de aflicción, y que les brinde sanidad y paz en medio de sus pruebas.

Que en esta celebración por los que nos afligen, podamos ser instrumentos de consuelo y esperanza para nuestros hermanos y hermanas. Que podamos mostrar el amor y la compasión de Cristo a aquellos que están pasando por momentos difíciles, recordándoles que no están solos y que Dios está con ellos. Que el Espíritu Santo nos guíe y nos capacite para ser fuentes de consuelo y apoyo para aquellos que sufren. Amén.


MISA POR LOS QUE NOS AFLIGEN

LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

1. El Señor te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra ti

Lectura del primer libro de Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23

En aquellos días, Saúl emprendió la bajada hacia el páramo de Zif, con tres mil soldados israelitas, para dar una batida en busca de David.

David y Abisay fueron de noche al campamento; Saúl estaba echado, durmiendo en medio del cercado de carros, la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa estaban echados alrededor. Entonces Abisay dijo a David:

—«Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada; no hará falta repetir el golpe».

Pero David replicó:

—«¡No lo mates!, que no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor».

David tomó la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se enteró, ni se despertó: estaban todos dormidos, porque el Señor les había enviado un sueño profundo.

David cruzó a la otra parte, se plantó en la cima del monte, lejos, dejando mucho espacio en medio, y gritó:

—«Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recogerla. El Señor pagará a cada uno su justicia y su lealtad. Porque él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor».

Palabra de Dios.

2. No me tapé el rostro ante ultrajes

Lectura del libro de Isaías 50, 4-9a

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido una palabra de aliento.

Cada mañana me espabila el oído,
para que escuche como los iniciados.

El Señor me abrió el oído; yo no resistí
ni me eché atrás:

ofrecí la espalda a los que me apaleaban,
las mejillas a los que mesaban mi barba;

no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.

El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado.

Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí?

Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí?
Que se me acerque.

Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?

Palabra de Dios.

LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO

1. Señor, no les tengas en cuenta este pecado

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 7, 55-60

En aquellos días, Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:

—«Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios».

Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:

—«Señor Jesús, recibe mi espíritu».

Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito:

—«Señor, no les tengas en cuenta este pecado».

Y, con estas palabras, expiró.

Palabra de Dios.

2. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-15

Hermanos:

Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.

Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.

Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.

Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.

Y sed agradecidos.

Palabra de Dios.

SALMOS RESPONSORIALES

1. Salmo responsorial: Salmo 85, 1-2. 3-4. 5-6. 14. 17 (R.: 6b)

R. Atiende, Señor, a la voz de mi súplica.

Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti. R.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti. R.

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica. R.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti. R.

Dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas. R.

2. Salmo responsorial: Salmo 102, 1-2. 3-4. 8-9. 11-12 (R.: 8a)

R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas sus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo. R.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R.

ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO

1. Aleluya Mt 5, 9

Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.

2. Aleluya Jn 13, 34

Os doy un mandamiento nuevo
—dice el Señor—:
que os améis unos a otros,
como yo os he amado.

EVANGELIOS

1. Amad a vuestros enemigos

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 38-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente». Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.

Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

Palabra del Señor.

2. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen.

Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.

La medida que uséis, la usarán con vosotros».

Palabra del Señor.


IV. POR ALGUNAS NECESIDADES PARTICULARES

Misa por el perdón de los pecados

Misa para pedir la caridad, para fomentar la concordia, por los familiares y amigos

Misa por la familia

Misa por los que nos afligen

Misa para pedir la gracia de una buena muerte


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