ORACIONES A JESÚS

1. A JESÚS, EL DIOS DE LOS ENCUENTROS

Jesús, Hijo de Dios,
que me llamas a tu encuentro cada día, con la certeza de que ese encuentro
es para mí un don y una gracia;
dame la capacidad
de salir de mi ensimismamiento,
y acogerte con fe y con amor,
en las distintas circunstancias de mi vida.

Acogerte para creer en ti y en tu palabra de amor y de vida,
de esperanza y de paz.
Acogerte para amarte

con un amor cálido y profundo,
salido de lo más hondo de mi corazón.

Acogerte para proclamarte
con decisión y valentía,
como dueño y señor de mi ser y de mi vida. Acogerte para comunicar con entusiasmo y alegría, con gestos y palabras,
tu mensaje de salvación y de vida eterna.

Condúceme, Jesús a tu encuentro,
como condujiste a la samaritana del Evangelio. Como condujiste a Pedro, a Santiago y a Juan, y a todas y cada uno de los hombres y mujeres que, a lo largo de tu vida en el mundo,
tuvieron una relación íntima y eficaz contigo;

una relación que llenó su corazón de certeza y claridad,
de verdad y de vida.

No permitas, Jesús, que me extravíe en este difícil camino
que ahora recorro.
No permitas que sea ciego

a tu presencia en mi vida.

Dame la gracia de saber descubrirte, la gracia de saber encontrarte,
la gracia de saber escucharte,
la gracia de saber seguirte,

ahora y siempre. Amén.


2. ORACIÓN DEL CORAZÓN

Señor Jesús,
Maestro bueno,
dame un corazón nuevo.
Un corazón de carne como el tuyo. Un corazón sensible y generoso, que sepa conmoverse
con el dolor de todos los que sufren.

Dame, Jesús, un corazón limpio.
Un corazón sin dobles intenciones.
Un corazón sincero,
que busque la verdad por encima de todo.

Dame, Jesús, un corazón alegre,
que cante cada día tu amor y tu alabanza. Un corazón de fuego que transmita
la belleza de conocerte y amarte.

Dame, Jesús, un corazón sencillo,
un corazón de niño que lo ve todo bello.
Dame, Jesús, un corazón eternamente agradecido, porque se sabe amado por el tuyo.

Dame, Jesús, un corazón de joven.
Un corazón que vibre y que se arriesgue.
Un corazón que viva cada día,
como si fuera el primero y el último de todos.

Dame, Jesús, un corazón de pobre,
desasido de todo lo que no eres tú mismo.
Un corazón humilde y servicial,
que encuentre siempre en ti su luz y fortaleza.

Dame, Jesús, un corazón nuevo.
Un corazón que sepa que tú eres
el único Camino, la Verdad que fundamenta todo, la Vida que palpita, el Amor y la Paz.

Dame, Jesús, Señor y Salvador mío, un corazón de carne como el tuyo.
Un corazón que ame hasta el extremo. Un corazón de fuego.

Amén.


3. A JESÚS AMIGO

Jesús, tú eres la luz de mi vida.
Tú me llenas de paz y de esperanza. Tú pones el amor en mi corazón.
Tú me libras del mal y del pecado.

Por eso, Jesús, yo confío en ti. En tu bondad,
en tu protección,
en tu ayuda.

Por eso, Jesús, yo me entrego a ti.

Yo sé, Jesús, que estando contigo,
nada, por grave que sea, puede dañarme. Yo sé, Jesús, que estando contigo
todo lo que me suceda será para mi bien.

Gracias, Jesús, por ser mi Dios,
por permanecer a mi lado, pase lo que pase.
Por compartir conmigo los días de duda y de dolor. Por fortalecer mi espíritu que sufre y se acobarda.

Gracias, Jesús, por tu abrazo de amigo. Por tu amor que me envuelve.
Por tu ternura que me llena de paz.
Por tu misericordia que perdona mis fallas y me devuelve la alegría.

Gracias, Jesús, por ser quien eres y como eres. Gracias por tu benevolencia.
Gracias por tu generosidad.

Gracias por tu amor sin condiciones. Amén.


4. DAME, JESÚS, DE TU AGUA VIVA

Señor Jesús,
Maestro de vida y esperanza,
dame a beber del agua viva que brota de tu fuente, y quita para siempre la sed de quien la bebe. Quiero beberla cada día, como tú me la ofreces, para calmar la sed de eternidad que mi alma siente.

Dame, Señor Jesús,
del agua viva que brota de tu fuente.
Llena mi corazón con su frescura.
Quiero darle a mi vida una nueva esperanza,
olvidar mis caprichos y mis metas,
y caminar contigo, allá donde tú quieras que yo vaya.

Dame, Señor Jesús,
del agua viva que brota de tu fuente. Llena mi corazón con su frescura.
Quiero sanar mi vida de todas las heridas que aún duelen,
y entregártela a ti sin condiciones,
sin miedo ni tristeza.

Señor Jesús,
Maestro de vida y esperanza,
dame a beber del agua viva que brota de tu fuente hasta la Vida eterna.
Que renueve mi ser.

Que sacie mis anhelos.
Que me llene de paz y de esperanza.
De fe, de amor, de entrega humilde y generosa. Hasta que llegue el día del encuentro contigo que ya espero.
Amén.


5. DAME, JESÚS, LA GRACIA DE LA FE

Señor Jesús,
Hijo de Dios y Salvador de los hombres, ilumina mi vida con tu luz
y dame la gracia de creer en ti,
con una fe alegre y gozosa,
jubilosa y entusiasta,
sean cuales sean las circunstancias de la vida en las que me encuentre.

Dame, Señor Jesús, como a Bartimeo, una fe tan grande y tan profunda,
que me ayude a superar hoy y siempre, los momentos difíciles

que todos tenemos que pasar.
Una fe que me permita vencer los temores que invaden mi alma.
Una fe que destruya para siempre los miedos que me acosan.
Una fe que dé sentido y valor
a todas y cada una de mis alegrías
y de mis sufrimientos.

Dame, Señor, una fe llena de esperanza;
una fe valiente;
una fe siempre joven, aunque los años pasen;
una fe profunda y fuerte, que fortalezca mi debilidad, y me ayude a vencer todas mis limitaciones.

Dame, Señor, una fe que sepa reír y cantar, en medio del dolor y a pesar de él;
una fe capaz de hacer frente
a las adversidades y los fracasos,

con tranquilidad y buen humor.

Dame, Señor, una fe que atraiga;
una fe que motive;
una fe que entusiasme a otros a creer; una fe viva, alegre y contagiosa.

Dame, Señor, una fe activa y creativa, que no sea sólo de palabras,
de rezos y promesas,
sino también, y muy especialmente, una fe de obras.

Dame, Señor, una fe perseverante,
que no retroceda ante las dificultades, sino que, por el contrario,
crezca y se desarrolle en medio de ellas.

Dame, Señor, una fe comunicativa, que se haga testimonio claro,
de que creer en ti y en tu Verdad, en tu Amor y tu Palabra,

nos trae dicha y felicidad.

Señor, yo creo, pero quiero pedirte hoy
y todos los días de mi vida,
desde lo más profundo de mi corazón, que aumentes mi fe y me ayudes a creer con una fe semejante a la fe de María, Madre y Maestra de todos los que creen, por haber creído siempre

con corazón humilde y generoso. Amén.


6. PERDÓNAME, SEÑOR, Y AYÚDAME A CONVERTIRME

Aquí estoy, Señor Jesús, delante de ti,
con mi presente y con mi pasado a cuestas;
con lo que he sido y con lo que soy ahora;
con todas mis capacidades y todas mis limitaciones; con mis fortalezas y mis debilidades.
Te doy gracias por el amor con el que me has amado, y por el amor con el que me amas ahora,
a pesar de mis fallas.

Sé bien, Jesús,
que por muy cerca que crea estar de ti,
por muy bueno que me juzgue a mí mismo, tengo mucho que cambiar en mi vida,
mucho de qué convertirme,
para llegar a ser lo que tú quieres que yo sea, lo que pensaste para mí

desde el principio de los tiempos,
cuando aún no había nacido a este mundo.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
con la luz de tu Verdad y de tu Amor,
para que, siguiendo tus enseñanzas,
me haga cada día más sensible al mal que hay en mí, y que se esconde en el fondo de mi alma

de mil maneras distintas.

Ilumíname, Señor,
para que me haga sensible a la injusticia que me aleja de ti y de tu bondad.

Sensible a los odios y rencores
que me separan de aquellos
a quienes debería amar y servir con mayor dedicación.

Sensible a la mentira, a la hipocresía,
a la envidia, al orgullo,
a la idolatría, a la impureza, a la desconfianza, para que pueda rechazarlos con todas mis fuerzas y sacarlos de mi vida y de mi obrar.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, con la luz de tu Verdad y de tu Amor,
para que me haga cada día más sensible
a la bondad de tus palabras,

a la belleza y la profundidad de tu mensaje,
a la generosidad de tu entrega por mi salvación.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

para que sepa ver en cada instante de mi vida, lo que tú quieres que yo piense,
lo que tú quieres que yo diga,
lo que tú quieres que yo haga;

el camino por donde tú quieres llevarme, para que yo sea salvo.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, para que yo crea de verdad en el Evangelio,
la Buena Noticia de tu salvación,
y para que dejándome conducir por ti,

trabaje cada día con mayor decisión,
para hacerlo realidad activa y operante
en mi vida personal y en la vida del mundo.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, para que me haga cada día más sencillo,
más sincero, más justo, más servicial,
más amable en mis palabras y en mis acciones.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, para que tú seas cada día con más fuerza,
el dueño de mis pensamientos,
de mis palabras y de mis actos;

para que todo en mi vida gire en torno a ti;
para que todo en mi vida sea reflejo de tu amor infinito, de tu bondad infinita,
de tu misericordia y tu compasión.

Perdona Señor, mi pasado.
El mal que hice y el bien que dejé de hacer.
Y ayúdame a ser desde hoy una persona distinta,

una persona totalmente renovada por tu amor; una persona cada día más comprometida contigo y con tu Buena Noticia de amor y de salvación.

Dame, Señor, la gracia de la conversión
sincera y constante.
Dame, Señor, la gracia de mantenerme unido a ti hasta el último instante de mi vida en el mundo, para luego resucitar contigo a la Vida eterna. Amén.


7. DAME, SEÑOR, EL DON DE LA ALEGRÍA

Dame, Señor, el don de la alegría,

que canta sin reservas, la belleza del mundo,
la grandeza del hombre, la bondad de su Dios.

Dame, Señor, el don de la alegría, que me haga siempre joven,
aunque los años pasen;
la alegría que llena de luz el corazón.

Dame, Señor, el don de la alegría,
que colma de sonrisas,
de abrazos y de besos,
el encuentro de amigos, la vida y el amor.

Dame, Señor, el don de la alegría, que me una contigo,

el Dios siempre presente,
en quien todo converge y en quien todo se inspira.

Dame, Señor, el don de la alegría,
que alienta el corazón
y nos muestra un futuro
lleno de bendiciones, a pesar del dolor. 
Amén.


8. ORACIÓN PARA PEDIR LA SALUD DEL ALMA Y DEL CUERPO

Señor Jesús,
médico de los cuerpos y de las almas, vengo ante ti para pedirte,
con toda la humildad de que soy capaz, que sanes las heridas que lastiman
mi mente y mi corazón,
y no me dejan vivir a plenitud
y con la libertad que tú quieres,
la vida que me has dado.

Sana, Señor, los recuerdos del pasado que se hacen presentes en mi mente con más insistencia de la que quisiera, y me roban la paz que necesito

para seguir viviendo con dignidad y confianza, cada día de vida que tú me regalas.

Sana, Señor Jesús,
los miedos que me impiden actuar

con la diligencia, la oportunidad,
y la efectividad que debería,
en bien de las personas que necesitan de mí.

Sana las angustias,
que me debilitan espiritualmente y me hacen vulnerable,
frente a las circunstancias
que tengo que afrontar cada día, y frente a las personas
con quienes me relaciono.

Sana mi tendencia a la tristeza
que sin duda me impide gozar a plenitud la vida que me has concedido vivir,
y sus infinitas posibilidades.

Sana, Señor,
mi soledad interior,
y llénala con tu presencia amorosa.

Sana mi temperamento y mi carácter,
y ayúdamen a tratar a todas las personas con sencillez y mansedumbre.

Sana, Señor, los odios y rencores,
las envidias y los egoísmos
que carcomen mi corazón
y llenan mis pensamientos de negatividad.

Sáname, Señor, por dentro y por fuera. Renueva mi ser entero

como sólo tú sabes hacerlo.
Quiero comenzar de nuevo.
Quiero vivir de una manera nueva,
unida íntimamente a ti que eres la Vida misma. Amén.


9. ENSÉÑAME, SEÑOR, A ORAR

Señor Jesús, Maestro de oración, enséñame a orar como tú orabas al Padre, cuando vivías en el mundo.

Enséñame a orar con una oración profunda e íntima, que salga del fondo de mi corazón y de mi vida.

Enséñame a orar con una oración humilde, en la que me reconozca como lo que soy, una criatura débil y limitada
que necesita de Dios infinitamente

para realizar el bien y vivir en él.

Enséñame a orar con una oración fervorosa y confiada, que me conduzca a esperarlo todo del Padre
y de su amor maravilloso
por cada hombre y cada mujer de nuestro mundo.

Enséñame a orar con una oración sencilla, a la que no le sobren las palabras,
y no le falten ni la fe ni el amor.

Enséñame a orar con una oración generosa

y abierta a las necesidades del mundo,
y de los hombres y mujeres que lo habitan.

Enséñame, Jesús, a orar como tú oraste al Padre, la dolorosa noche de Getsemaní,
en medio del sufrimiento y a pesar de él.

Enséñame, Jesús, a orar como tú oraste al Padre, levantado en la cruz en el Calvario,
aunque parecía que el cielo se había cerrado para ti.

Que no me canse de orar, Jesús.
Que no me canse de orar aunque me sienta solo. Que no me canse de orar aunque el miedo me acose. Que no me canse de orar
aunque me parezca que Dios Padre no me escucha. Porque tú, Jesús, me enseñaste
que la oración es fuerza,
que la oración es vida,
que la oración es esperanza,
que la oración es amor que salva y resucita.
Amén.


10. ENSÉÑAME, JESÚS, A VIVIR CON SENCILLEZ Y HUMILDAD

Señor Jesús, Hijo de Dios y Salvador nuestro,
que viviste en Nazaret, al lado de María y de José, una vida sencilla y humilde,
en la presencia constante de Dios, tu Padre,
y en el contacto íntimo y profundamente enriquecedor

de su amor y su bondad; enséñame a vivir como tú.

Quiero, Señor Jesús,
que mi vida se llene de ti y de tu presencia salvadora. Que tu amor sane las heridas de mi corazón.
Que tu bondad penetre hasta mi más profunda intimidad y me transforme.
Que tu sencillez me haga sencillo.
Que tu humildad me haga humilde.

Quiero, Señor Jesús,
y te lo pido con todas las fuerzas de mi alma, asumir mi vida con naturalidad,
sin pretensiones de grandeza,
sin afanes de triunfos ni de aplausos,
sin deseos inútiles y vanos
que no aportan nada a mi ser
y sí pueden quitarle mucho.

Quiero, Señor Jesús,
y te lo pido con todas las fuerzas de mi alma,
vivir así, sencillamente, como viviste tú,
haciendo cada día lo que me toca hacer,
amando cada día a las personas que viven a mi lado
ayudando a quien pueda,
compartiendo con todos, lo que soy y lo que tengo.

Quiero, Señor Jesús,
y te lo pido con todas las fuerzas de mi alma, vivir así,
sin prisas,

sin afanes,
con los ojos abiertos y el corazón dispuesto, para amar y servir a mis hermanos.

Quiero, Señor Jesús,
y te lo pido con todas las fuerzas de mi alma, vivir así,
sin prisas,
sin afanes,
con el corazón puesto en ti,
añorando el momento de mi encuentro contigo, para ser feliz plenamente,
porque tú, Señor Jesús,
eres mi luz y mi gran esperanza.
Amén.


11. AUMENTA MI FE Y MI ESPERANZA

Aumenta, Señor Jesús, mi fe y mi esperanza. La fe que me permite conocerte y amarte
por encima de todo.
La esperanza que siempre me anuncia

que el día de mañana será mejor que hoy.

Aumenta, Señor, mi fe,
para buscarte en todo,
aunque no pueda verte y tampoco tocarte, porque estoy convencido
de que sólo contigo lograré ser feliz.

Y dame la esperanza

para seguir creyendo,
aunque el sol se oscurezca y mi alma se canse de seguir tras tus huellas,
en medio del dolor .

La esperanza que mueve lo que se queda quieto, y nos lleva con ella al futuro que ansía,
porque cree de veras
que al final del camino

estás tú, mi Señor.

Aumenta, Señor, mi fe y mi esperanza, para buscarte siempre.
Para quererte siempre.
Para esperar con ansia

nuestro encuentro de amor. Amén.


12. RENUEVA, SEÑOR JESÚS, NUESTRO SER Y NUESTRA VIDA

Señor Jesús, Maestro de bondad,
que quieres que cada día
los seres humanos renovemos nuestra vida;
que nos hagamos hombres y mujeres nuevos, hombres y mujeres renacidos del agua y del Espíritu; danos la gracia de creer en ti,
la gracia de vivir en ti y para ti,
cada instante de nuestra vida en el mundo.

Renueva, Jesús, nuestra mente y nuestro corazón.

Renueva nuestros pensamientos y nuestros sentimientos.
Renueva nuestra relación contigo. Y renueva también

nuestras relaciones con todas las personas que viven a nuestro lado.

Renueva nuestra fe y nuestra esperanza.
Renueva nuestro amor.
Renueva nuestra humildad.
Renueva nuestra paciencia en el dolor y el sufrimiento que nos agobian.

Renueva, Jesús, nuestra decisión libre y voluntaria de creer siempre en ti,
de amarte cada día más,
de caminar por tus caminos,

de hacer realidad tu mensaje de salvación.

Renuévanos, Jesús, con espíritu firme. Como tú sabes hacerlo,
para que cada día seamos mejores.
Para que cada día creamos con más fuerza y más decisión.

Para que cada día te amemos más
y más profundamente.
Para que cada día apreciemos mejor
la bondad infinita del amor de Dios Padre por cada uno de nosotros.

Renuévanos por dentro y por fuera. En las intenciones y en las acciones,

en los pensamientos y en las palabras.

Renuévanos, Jesús,
por la fuerza de tu amor y tu bondad.
Por tu pasión y tu muerte.
Por tu gloriosa resurrección.
Por tu glorificación a la derecha del Padre
y tu presencia constante, misteriosa pero real, en medio de nosotros.

Renuévanos.
Libéranos de las cadenas que nos atan.
Del pecado que nos paraliza.
Del egoísmo que no nos deja vivir
como verdaderos hijos de un Padre todo amoroso, y hermanos entre nosotros.
Amén.


13. LLÉNAME DE TI, SEÑOR

Señor Jesús,
Hijo del Padre y Salvador de los hombres, lléname de ti.
Lléname de tu Aliento de Vida,
de tu Palabra de Verdad,
de tu Luz que alumbra las sombras del camino.

Lléname de ti, Jesús,
Palabra eterna de un Dios siempre viviente. Lléname de tu Bondad que inspira,
de tu Amor que enaltece,

de tu Gracia que salva de manera gratuita.

Lléname de ti, Señor Jesús,
Dios humilde y servidor de los hombres. Lléname de tu Perdón que sana y que libera, de tu Misericordia que alienta y reconstruye, de tu Santidad que todo lo embellece.

Lléname de ti, Jesús,
hijo siempre amoroso de María,
para que yo pueda anunciarte,
con mi palabra simple y pobre,
a todos los que quieran escucharme.

Lléname de ti, Señor Jesús,
Maestro de sabiduría y bondad,
para que sepa cantar tu Amor y tu Belleza, en cada momento de mi vida
y en todas mis acciones.

Lléname de tí, Jesús,
Amigo bueno de todos los que aman,
de todos los que buscan,
para que todos mis días con sus noches,
sean una alabanza a ti,
en quien mi vida entera se funda y se sostiene. Amén.


14. ORACIÓN DEL TESTIGO

Te necesito, Señor, para poder vivir.

Para poder amar.
Para poder creer y poder esperar.

Te necesito, Señor, para llegar a ser lo que un día pensaste que yo fuera. Para emprender el camino
que tú mismo trazaste para mi.

Para seguir alegre las huellas que dejaste. Para avanzar sin miedo donde tú quieres ir.

Te necesito, Señor,
para poder seguir, anunciando tu Nombre. Para llevar tu luz dondequiera que vaya. Para comunicar tu amor a quien lo necesita. Para contar a todos,
que tú eres nuestra gran esperanza.

Te necesito, Señor, porque tú eres mi fuerza. Tú eres mi cayado.
Tú destruyes mis miedos y me das la confianza. Tú eres mi Camino y sin ti nada soy.

Te necesito, Señor.
Ilumina mi mente.
Fortalece mi alma.
Guia todos mis pasos.
Bendice mis palabras.
Llévame de tu mano.
Condúceme al lugar que tú quieres para ser tu testigo,

y anunciar que estás vivo,
y tu Vida es promesa de un mañana feliz. Amén.


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