ORACIONES A UN ANCIANO O UN ENFERMO

1. ORACIÓN DE UN ENFERMO

Señor Jesús,
salud de los enfermos
y alegría de los que se sienten tristes y solos, hoy quiero pedirte desde el fondo de mi corazón, con la fuerza de mi fe y de mi esperanza,
que me des la gracia de vivir mi enfermedad
y los achaques que ella trae consigo,
de la mejor manera posible,
de tal forma que ellos sean para mí
y para las personas que viven a mi alrededor, motivo de crecimiento espiritual.

Ayúdame, Señor Jesús, a entender,
que aunque estoy enfermo sigo estando vivo
y que, por tanto,
tengo que hacer todo lo que esté en mis manos, para recuperar la salud que perdí,
si esa es la Voluntad de Dios Padre para mí.

Ayúdame a ver y a sentir
los dolores físicos que padezco,
con realismo,
convencido de que el mundo está lleno
de personas que sufren infinitamente más que yo,
y por las que vale la pena ofrecer alguna incomodidad, como una forma de solidaridad con su dolor.

Ayúdame a no buscar, al menos conscientemente, ser mimado y compadecido
por encima de lo normal.
No quiero llamar la atención

de mis familiares y amigos
con artimañas de ninguna clase.
Mi deseo más íntimo es
vivir la enfermedad con sencillez y humildad, sin demandas absurdas y sin sentido.

Ayúdame, Señor Jesús,
a sentir la fuerza de tu presencia en mi corazón. Quiero vivir contigo todos los momentos
y circunstancias de mi dolor:
los temores que no faltan,
la soledad que es irremediable,
el sentimiento de inutilidad e impotencia
que tanto daño me hacen,
pero que no puedo evitar.

María, Madre y Señora de los enfermos
y de todas las personas que sufren, acompáñame y ayúdame,
para que esta experiencia de enfermedad que ahora vivo,

se convierta para mí, por gracia de Dios,
en una nueva y muy profunda experiencia de fe, de amor y de esperanza,
y si por alguna circunstancia
las cosas se complican y me sobreviene la muerte, esté bien preparado
para encontrarme cara a cara con Dios,
como son mi anhelo y su promesa.
Amén.


2. ORACIÓN PARA ACEPTAR LA ENFERMEDAD

Dios, Padre de bondad,
que enviaste al mundo a tu Hijo Jesús,
para que nos enseñara a vivir,
haciendo realidad en nuestra vida de cada día tu Voluntad de amor y de salvación,
escucha mi oración.

Quiero pedirte
desde lo más profundo de mi corazón y de mi vida, que me ayudes a asumir plenamente
y sin restricciones,
lo que tú deseas de mí,
lo que tú quieres que yo haga.

Acepto, Señor, totalmente,
las circunstancias de mi vida de hoy,
la enfermedad que me ha sido diagnosticada,
los dolores que por ella padezco,
las incomodidades que muchas veces me agobian, la soledad y la tristeza interior,
que son mi pan de cada día.

Los acepto y los abrazo
como Jesús, tu Hijo muy amado, abrazó la cruz en la que consiguió para nosotros la salvación.

Los acepto y los abrazo,
como parte integrante de mi vida
y de mi historia particular;
como un camino que si sé seguirlo con fe,

con paciencia,
y con esperanza, me conducirá a ti.

Ayuda, Padre bueno,
a todas las personas del mundo que, como yo, están sufriendo por diferentes causas.
Dales la gracia de comprender
que sus dolores no proceden de ti,
porque tú los amas y sufres con ellos;
pero que si son dóciles a tu amor y a tu bondad, esos mismos dolores y dificultades
pueden llevarlos al encuentro contigo.

Purifica, Señor, mi fe y mi confianza en ti. Purifica mi esperanza.
Purifica mi amor por ti.
Amén.


3. ACCIÓN DE GRACIAS DE UN ANCIANO

Dios Padre,
Dueño y Señor del mundo y de la vida. Te doy gracias por haberme creado,
y por mantenerme en la existencia.

Gracias por el mundo inmenso y maravilloso. Gracias por el cielo, el sol, y el mar.
Gracias por la luna, las estrellas,
los ríos y las flores.

Gracias por luz de primavera, el calor del verano,

la lluvia del otoño,
y el frío del invierno.

Gracias, Padre, por el canto alegre de los pájaros, la sonrisa transparente de los niños,
el entusiasmo desbordado de los jóvenes,
la profunda ternura de las madres,

el valor y la fuerza de los hombres,
y la debilidad de quienes como yo,
hemos vivido una vida larga e intensa en este mundo, y ahora nos disponemos a dejarlo
para marchar al encuentro contigo.

Gracias, Padre, por el mundo y por la vida y todo lo que ellos nos dicen de ti.
De tu grandeza,
de tu bondad,

de tu amor infinito y maravilloso, de tu misericordia sin límites.

Gracias por el mundo y por la vida,
por nuestros familiares y nuestros amigos,
de ayer, de hoy, de siempre.
Gracias por su comprensión, su amor y sus cuidados. Por ellos y por ti, este momento difícil de la vida
se hace más llevadero.
Por ellos y por ti, el dolor pierde fuerza y gana valor.

Dios Padre de bondad y de amor.
Dueño y Señor del mundo y de la vida.
Gracias por todo lo que hiciste
y todo lo que sigues haciendo,
en la historia del mundo y en mi propia historia
Sé bien que todo lo que haces lo haces por amor. Amén.


4. ACCIÓN DE GRACIAS DE UN ENFERMO

Señor Jesús,
buena noticia de Dios
para todos los hombres y mujeres de buena voluntad, te doy gracias por alegrar,
con tu presencia entre nosotros,
nuestro mundo,
nuestra historia humana,
y mi vida personal.

A pesar de la situación de sufrimiento físico y espiritual, que hoy padezco a causa de mi enfermedad,
me siento feliz de creer en ti y de amarte.
Feliz de conocer y de tratar de vivir

tu mensaje de amor y de salvación,
en todas las circunstancias de mi vida.

Aumenta, Señor, mi alegría y mi esperanza. Quiero ser para mis familiares y amigos,
y para el mundo entero,
signo de tu presencia bondadosa y paciente.

No permitas, Señor, que los dolores que padezco, ahoguen en mi la felicidad que tú me comunicas con tu presencia en mi corazón
y tu amor sin condiciones.

No permitas que por la circunstancia de mi vida hoy, me convierta en una personas de genio agrio,
que aleja a los demás en lugar de atraerlos,
que rechaza en lugar de acoger,

que en vez de hacerse más humana y más cristiana,

se vuelve rígida y hosca;
todo lo contrario de lo que fuiste tú, de lo que eres tú.

No permitas, Señor, que pierda el buen humor, la simpatía,
el trato cordial.
Necesito de ellos para ser testigo

de tu amor por el mundo.
Es lo único que ahora puedo hacer
para anunciar tu nombre a quienes viven a mi lado. Amén.


5. TÚ QUE ME CONOCES, AYÚDAME…

Señor, tú me sondeas y me conoces.
Me sondeas y me conoces por dentro y por fuera. Conoces mi cuerpo y conoces mi alma.
Cada palabra que digo, cada cosa que hago, cada pensamiento, cada sentimiento.
Sabes detalladamente cómo va mi vida,
y también mis achaques, mis angustias,
mis dolores y mis miedos.
De ti no puedo esconderme ni un instante.

Me gusta que me conozcas, Señor.
Me da seguridad.
Si te interesa conocerte es porque me amas y tu amor es lo más grande
que los seres humanos podemos poseer, porque es un amor profundo, transparente, sin condiciones ni exclusiones;

un amor de Padre y Madre a la vez; un amor que cobija y que protege, que guía y fortalece.

Gracias, Señor, por tu amor y tus cuidados. Me llenan de felicidad,
sobre todo en este momento de mi vida, cuando siento presentes

todas mis flaquezas y debilidades,
físicas y espirituales;
cuando mi cuerpo y mi alma, estrechamente unidos, se hieren uno a otro y me desestabilizan.

Señor, tú me sondeas y me conoces.
Conoces mi corazón y conoces mi vida.
Los pensamientos que cruzan por mi mente,
el dolor de sentirme como me siento,
solo, triste,
sin fuerzas para seguir enfrentando
el lento transcurrir de cada día;
sin ánimo para seguir viviendo como ahora vivo.

Necesito, Señor, que me ayudes,
como sólo tú sabes hacerlo;
como has ayudado a tantos hombres y mujeres
a lo largo del tiempo.
Dame, Señor, la gracia de sentir tu presencia a mi lado, en mi corazón,
conociéndome, amándome, acompañándome, protegiéndome, fortaleciéndome en mi debilidad.

Si tú estás conmigo, Señor,
aunque tenga que enfrentar muchos dolores, muchas incomodidades,

muchas soledades,
muchas miserias,
nada ni nadie podrá hacerme daño,
porque tú sabes lo que necesito;
lo que necesita mi alma y lo que necesita mi cuerpo. Porque tú, Señor, eres mi fuerza y mi descanso.

Te lo confío todo.
Te lo entrego todo.
Tú, Señor, eres todo para mí.
Condúceme por el camino que me lleva a ti y a la Vida eterna que tú nos prometiste. Amén.


6. FORTALECE, SEÑOR, MI FE

Dios, Padre de bondad y de amor,
hoy vengo a ti para pedirte,
desde lo más profundo de mi corazón y de mi vida, que me des la gracia de ser perseverante en la fe que un día me comunicaste
por el sacramento del Bautismo,
y que hoy me permite creer en ti.

Tú, Señor, que lo conoces todo,
sabes con precisión, cómo es mi vida actual. las dificultades por las que atravieso,
los momentos de soledad y de tristeza
que cada día son más frecuentes,
y que amenazan con sofocar definitivamente la poca alegría que me queda en el corazón.

Conoces mis dolores físicos
y la angustia que los acompaña;
conoces mis limitaciones y mis debilidades de todo tipo, que, paradójicamente,
crecen y se hacen más fuertes cada día.
Conoces mis luchas, mis anhelos,
mis logros y mis fracasos;
y nada de lo que hago, nada de lo que me sucede,
te es extraño.

Por eso vengo a ti, cansado y dolorido, pero también lleno de confianza. Seguro de que escucharás mi súplica.

El mundo en el que vivo, Señor,
es un mundo cambiante;
un mundo que va de acá para allá;
un mundo que gira con rapidez inusitada
y que quiere envolvernos a quienes lo habitamos, en su loca carrera.

Buena parte de mi vida ha sido esto, precisamente, participar de este movimiento constante,
que muchas veces pierde el ritmo y el rumbo
por los que debe ir.

Pero las circunstancias han cambiado para mí, y ahora puedes verme silencioso,
tirado en una cama,
sin ánimo para seguir viviendo,

para seguir creyendo
con una fe como la que tú quieres que tengamos quienes te conocemos.

He perdido el ritmo de la vida activa,

y con ella, el ritmo de la fe
que debe crecer y se fortalecerse cada día.
Por eso vengo a ti.
Necesito tu ayuda para volver a creer como creía antes; con ánimo, con fuerza, con decisión,
con entusiasmo, con alegría, con generosidad,
aunque mi vida sea ahora sombría y silenciosa,
y esté más cerca del final que del comienzo.

Hazme, Señor, perseverante
hasta el último aliento de mi vida.
Fortalece mi fe y mi esperanza,
como sólo tú, Señor, sabes hacerlo.
Yo pondré de mi parte, mi pequeñez y mi entereza, seguro de que tu amor y tu bondad
harán en mí, verdaderas maravillas.
Amén.


7. ALEGRES EN EL SUFRIMIENTO Y A PESAR DE ÉL

Señor,
hoy, en medio del dolor de mi enfermedad, estoy alegre.
El corazón canta dentro de mí,
la vida me parece maravillosa.
Quiero reír, saltar, jugar.
Quiero bailar, gozar y compartir.

Estoy alegre, Señor,
y tú eres el motivo central de mi alegría,
porque la verdadera alegría siempre procede de ti.

Estoy alegre, Señor,
porque tú eres mi Dios y mi Salvador, y contigo el mal se transforma en bien y el dolor en amor.

Estoy alegre, Señor,
porque aunque el mundo está lleno de sufrimiento, lleno de injusticia, de mal, y de pecado,
contigo renace la esperanza de la salvación.

Estoy alegre, Señor,
porque siento tu presencia dentro de mí;
porque sé que vives en mí;
porque sé que me acompañas a todas partes; porque sé que nunca dejarás que mi pie tropiece.

Estoy alegre, Señor,
porque tengo la certeza de que me amas, y si tengo tu amor, nada me falta.

Estoy alegre, Señor,
porque siento que tu mano me protege,
y con tu protección nada verdaderamente malo puede sucederme.

Estoy alegre, Señor,
porque estoy absolutamente seguro
de que todo lo que me afecta hoy,
mi enfermedad con todo el dolor que significa para mí, y mis años,
con las debilidades y limitaciones que conllevan,
son algo que tú puedes convertir en bien para mí.

Estoy alegre, Señor,
porque siento la fuerza de tu Espíritu
que obra en mí y me impulsa a amarte y a vivir para ti, cada instante de mi vida en el mundo.

Estoy alegre, Señor,
porque a pesar de todos mis sufrimientos, recibo el amor de mi familia,
el apoyo y la comprensión de mis amigos, y la bondad de la gente que me rodea.

Estoy alegre, Señor,
porque a pesar de mi pequeñez,
puedo colaborar contigo, con mi dolor ofrecido, en la salvación de mis hermanos.

Estoy alegre, Señor.
Mi corazón canta.
La vida me parece maravillosa… Porque tú vives en mí y yo te amo. Amén.


8. OFRECIMIENTO DE LA ENFERMEDAD

Señor Jesús,
tú que conoces el sufrimiento
porque lo padeciste con intensidad,
acoge todos los dolores físicos y espirituales que me aquejan.

Recibe, Jesús, mi tristeza
y transfórmala en alegría profunda,

porque sé que tú estas conmigo, me acompañas y me fortaleces.

Recibe mis lágrimas
y conviértelas en sentimientos de paz y de armonía interior,
para bien mío y de mis familiares.

Recibe mi silencio y mi soledad
y transfórmalos en oración fervorosa y confiada, que me ayude a crecer espiritualmente.

Recibe mis momentos de crisis
y conviértelos en actos de fe y de amor,
para que las circunstancias difíciles que hoy vivo, sean para mí una oportunidad privilegiada
para madurar espiritualmente
y profundizar mi relación contigo.
Amén.


9. REGÁLAME, SEÑOR, EL DON DE LA ESPERANZA

Regálame, Señor, el don de la esperanza, compañero inseparable de la fe y del amor, que tú mismo pusiste en mi corazón,
el día en que fui bautizado.

Regálame, Señor, el don de la esperanza.
Lo necesito siempre,
pero de una manera especial, ahora que estoy enfermo, y por lo tanto, débil en el cuerpo y en el alma.

Lo necesito para seguir viviendo en paz y en armonía, hasta el último instante de vida que me des.
Lo necesito para desechar de mi alma
todo lo que signifique tristeza y desencanto.

Lo necesito para alejar, de una vez y para siempre, la duda que daña y envenena.
Lo necesito para preparar interiormente
mi encuentro contigo, dueño y señor de mi vida.

Regálame, Señor, el don de la esperanza,
que me ayude a dejar atrás el pasado,
para mirar con fe el futuro que me espera;
el don de la esperanza que me haga sentir
que pase lo que pase, tú siempre estás conmigo; el don de la esperanza que fortalezca mi fe

y me conduzca a esperar contra toda esperanza, más allá de mis faltas y pecados.

Regálame, Señor, el don de la esperanza,
la certeza infinita de tu amor que me llena,
de tu bondad sin límites,
de la felicidad que significa vivir en ti y para ti.

Regálame, Señor, el don de la esperanza,
que dé valor a todo lo que ha sido mi vida hasta hoy; el don de la esperanza que llene de significado
este momento concreto de mi vida;
que sane mis vacíos y mis miedos,
que perdone mis culpas,
que renueve mi ser,
y que me proyecte a una vida totalmente nueva,
una vida de eterna felicidad contigo.

A cambio yo te entrego lo que ahora soy. Yo sé bien que no es mucho,
pero tengo la absoluta certeza de que tú, en tu infinita misericordia,

sabrás acogerme y transformarme en una persona nueva,
cada día mejor y más tuya.
Amén.


10. AYÚDAME A PERDONAR

Dios Padre del amor y del perdón,
que nos amas y nos perdonas innumerables veces, sin pedir nada a cambio;
dame la gracia de aprender a perdonar de corazón a todas las personas que me han ofendido
a lo largo de mi vida en el mundo.

Quiero sanar de raíz
las heridas que todavía subsisten en mi alma, porque sé que mientras no lo haga,
no podré tener paz,
y la paz, la tranquilidad de conciencia,
la armonía espiritual,
es lo que más anhelo en esta etapa de mi vida en la que ahora estoy.

Jesús, Maestro del perdón,
enséñame a perdonar como tú perdonaste, a todas las personas que,
consciente o inconscientemente,
me han causado algún daño, grave o leve.

Quiero saldar todas las cuentas pendientes; quiero borrar de mi alma cualquier resentimiento que en ella subsista;
quiero hacer del amor que perdona,
la clave de mi ser y de mi obrar,
como tú lo hiciste siempre,
como desde la cruz nos enseñaste a hacerlo.

Espíritu Santo, amor de Dios Padre y de Jesús, inunda mi corazón con tu presencia;
lléname de tu sabiduría infinita;
restablece mi vida interior con el calor de tu fuego, que todo lo purifica y lo enciende;

sáname por dentro y por fuera; sáname de todo sentimiento negativo, de todo pensamiento negativo; sáname del odio,
del rencor,
de los prejuicios,
del rechazo.

Dios Padre, Hijo, y Espíritu Santo,
Dios del amor y de la vida,
del perdón y la reconciliación sin fin;
dame la gracia de saber perdonar;
la gracia de poder perdonar, a todos y siempre. Amén.


11. ACCIÓN DE GRACIAS POR LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

Jesús, Maestro y Amigo:
Te doy gracias por el amor que manifiestas
a quienes estamos enfermos en el cuerpo o en el alma.

Gracias por este don inigualable
del Sacramento de la Unción,
que nos une de un modo privilegiado a tu dolorosa pasión
y a tu ignominiosa muerte en la cruz.

Deseo de todo corazón recibirlo,
para que los dolores y las limitaciones de mi enfermedad sean santificados y bendecidos con tu amor.

Dame el don de poder hacerlo siendo todavía consciente.
Quiero darle la importancia y el valor que tú mismo le das.

Quiero saber que en mi dolor
estoy unido íntimamente contigo,
para mi salvación y la salvación del mundo entero. Amén.


12. ORACIÓN POR QUIENES CUIDAN A LOS ENFERMOS

Señor Jesús,
que a lo largo de tu vida en el mundo manifestaste un amor especial a los enfermos,

bendice con tu amor y con tu gracia,
a todas las personas que en el mundo, acompañan, cuidan, y protegen,
a los ancianos y a los enfermos.

Llena su corazón de amor y de paciencia, para que puedan llevar a cabo su tarea
de la mejor manera posible,
y para que sean verdadero apoyo y consuelo, para las personas a ellas confiadas.

Dales, Señor, la gracia de la salud física y la salud mental,
que requiere su esfuerzo diario.

Dales un corazón sensible y amoroso que no se canse de amar y de servir, a quienes las necesitan.

Dales capacidad de escucha y comprensión, entereza y buen ánimo,
disponibilidad y amor a su trabajo,
alegría y generosidad.

María, Señora del amor y la ternura,
protégelas y guíalas en el cumplimiento de la misión que les ha sido encomendada.
Amén.


13. ORACIÓN DE LA ENTREGA

Señor Jesús, Camino, Verdad y Vida de mi vida.

Quiero alabarte y bendecirte en mi enfermedad, y pedirte, desde lo más profundo de mi ser,
que ilumines con tu amorosa presencia
lo que soy y lo que siento,

en esta etapa especial de mi vida.

Sé, Jesús, mi amigo y compañero
en los momentos de tristeza y soledad que cada día son más frecuentes para mí.

Sé, Jesús, mi fuerza y mi paz
en las noches de insomnio,
cuando el dolor y la debilidad de mi cuerpo no me permiten descansar adecuadamente
.

Sé, Jesús, mi refugio y mi esperanza
cuando la depresión invada mis pensamientos y me quite las ganas de seguir viviendo
en las circunstancias en que ahora vivo.

Sé, Jesús, mi alegría y mi contento
ahora que no tengo mucho por qué reír y cantar.

Jesús, Camino, Verdad y Vida de mi vida,
me entrego a ti con todos mis sufrimientos,, absolutamente convencido de que estando contigo, siguiéndote a ti,
dándome a ti completamente,
alma y cuerpo, corazón y mente,
mi vida y mi ser alcanzarán su más pleno sentido, porque tú mismo eres, Jesús,
mi Camino, mi Verdad y mi Vida,
mi Señor y mi Dios.

No permitas, Jesús,
que nada ni nadie me separe de ti, ni siquiera un instante.
Te necesito siempre.
Me entrego a ti para siempre. Amén.


14. A TI QUE SABES SACAR BIENES DE LOS MALES

Señor Jesús,
que mostraste tanto amor a las personas enfermas que se acercaban a ti,
y que continúas tu obra de redención
en todas las personas que sufren.

Mira benigno la cruz de la enfermedad
que ahora pesa sobre mis hombros
y sobre los hombros de todos los enfermos del mundo; ayúdanos a cargarla con fe,
con valentía
y con amor.

Sé muy bien, Jesús,
que tú no quieres que los hombres suframos,
pero también he experimentado a lo largo de mi vida, tu capacidad de sacar de los males que nos afligen, frutos de salvación para todos.

Por eso vengo a ti hoy.
Quiero entregarte todos mis dolores físicos y mis dolores espirituales,

para unirlos a los sufrimientos que tú experimentaste en tu pasión y en tu cruz.

Los ofrezco con todo el amor de que soy capaz, por todos los hombres y mujeres del mundo,
a quienes estoy estrechamente unido
porque somos hijos de un mismo Padre,

tu Padre.

Fortalece mi fe en ti,
mi paciencia en el sufrimiento,
y mi esperanza en un mañana mejor para mi y para todos.

Gracias Jesús, por tu bondad y por tu amor sin condiciones. Amén.


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