San Raimundo de Peñafort

LECCIONARIO V. 7 de enero. San Raimundo de Peñafort, presbítero

Lecturas San Raimundo de Peñafort, presbítero

9 de enero San Eulogio de Córdoba

Cada 7 de enero, la Iglesia Católica celebra la vida y obra de San Raimundo de Peñafort, un santo singular cuya trayectoria abarcó los ámbitos del derecho, la fe y la enseñanza. Nacido en Cataluña en torno a 1175, su inteligencia y vocación lo llevaron a destacar en diferentes facetas.

Un jurista brillante: Raimundo dedicó sus primeros años a estudiar leyes, obteniendo el doctorado en Derecho Canónico. Su dominio del derecho lo convirtió en un reconocido jurista, consejero de reyes y colaborador en la compilación de las Decretales de Gregorio IX, un importante código legal para la Iglesia.

Un ferviente sacerdote: Atraído por la vida religiosa, ingresó a la Orden de Predicadores (Dominicos), donde profesó sus votos y recibió la ordenación sacerdotal. Su fe profunda lo impulsó a predicar, escribir y enseñar, contribuyendo a la formación de nuevos religiosos y laicos.

Un santo ejemplar: A lo largo de su vida, Raimundo se destacó por su piedad, caridad y compromiso con la Iglesia. Promovió la Cruzada contra los Albigenses, participó en misiones diplomáticas y colaboró con el Papa Gregorio IX en diversos asuntos eclesiásticos. Su entrega y virtudes le valieron el reconocimiento de sus contemporáneos y la posterior canonización en 1601.

Más allá de las fechas: La figura de San Raimundo trasciende el calendario. Es considerado patrono de los abogados y juristas católicos, un ejemplo de cómo la fe y la justicia pueden ir de la mano. Su vida enseña la importancia de utilizar el conocimiento para servir a la sociedad y defender los derechos de los más vulnerables.

Que la celebración de San Raimundo de Peñafort nos inspire a vivir con fe, actuar con justicia y contribuir a un mundo más justo y humano.


7 de enero: San Raimundo de Peñafort, presbítero

PRIMERA LECTURA

Nos encargó el ministerio de la reconciliación

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 14-20

Hermanos:

Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron.

Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.

Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no.

El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.

Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuenta de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación.

Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 102, 1-2. 3-4. 8-9. 13-14. 17-18a (R.: 1a)

RBendice, alma mía, al Señor.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo. R.

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. R.

Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos,
para los que guardan la alianza. R.

Aleluya y versículo antes del evangelio Lc 21, 36

Estad siempre despiertos,
pidiendo fuerza para manteneros en pie
ante el Hijo del hombre.

EVANGELIO.

Lo mismo vosotros, estad preparados

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 35-40

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.

Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.


Lecturas del Leccionario V para el mes de enero


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