LECCIONARIO VI. MISA POR LA IGLESIA
Misa por la Iglesia
La Misa por la Iglesia es una celebración especial en la liturgia católica en la que se ora por la Iglesia universal y por todas las necesidades de la comunidad de creyentes. Durante esta Misa, se leen lecturas específicas que nos invitan a reflexionar sobre la importancia de la Iglesia, su misión y nuestra responsabilidad como miembros de ella.
Las lecturas seleccionadas para la Misa por la Iglesia nos ayudan a profundizar en la comprensión de la naturaleza de la Iglesia y su papel en el plan de salvación. Estas lecturas nos recuerdan que la Iglesia es la comunidad de los fieles, el Cuerpo de Cristo en la tierra, llamada a dar testimonio del amor de Dios y a llevar el mensaje del Evangelio a todos los rincones del mundo.
MISA POR LA IGLESIA
LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
1. Mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos
Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6-7
Así dice el Señor:
«Guardad el derecho, practicad la justicia,
que mi salvación está para llegar,
y se va a revelar mi victoria.
A los extranjeros que se han dado al Señor,
para servirlo, para amar el nombre del Señor
y ser sus servidores,
que guardan el sábado sin profanarlo
y perseveran en mi alianza,
los traeré a mi monte santo,
los alegraré en mi casa de oración,
aceptaré sobre mi altar
sus holocaustos y sacrificios;
porque mi casa es casa de oración,
y así la llamarán todos los pueblos».
Palabra de Dios.
2. Caminarán los pueblos a tu luz
Lectura del libro de Isaías 60, 1-6
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!
Mira: las tinieblas cubren la tierra,
y la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor,
su gloria aparecerá sobre ti.
Y caminarán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen a ti;
tus hijos llegan de lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, radiante de alegría;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,
cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar
y te traigan las riquezas de los pueblos.
Te inundará una multitud de camellos,
de dromedarios de Madián y de Efá.
Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro,
y proclamando las alabanzas del Señor.
Palabra de Dios.
3. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, así seguiré yo el rastro de mis ovejas
Lectura de la profecía de Ezequiel 34, 11-16
Así dice el Señor Dios:
«Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas,
siguiendo su rastro.Como sigue el pastor el rastro de su rebaño,
cuando las ovejas se le dispersan,así seguiré yo el rastro de mis ovejas
y las libraré,sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron
un día de oscuridad y nubarrones.Las sacaré de entre los pueblos,
las congregaré de los países,las traeré a su tierra,
las apacentaré en los montes de Israel,
en las cañadas y en los poblados del país.Las apacentaré en ricos pastizales,
tendrán sus dehesas en los montes más altos de Israel;se recostarán en fértiles dehesas
y pastarán pastos jugosos en los montes de Israel.Yo mismo apacentaré mis ovejas,
yo mismo las haré sestear
—oráculo del Señor Dios—.Buscaré las ovejas perdidas,
recogeré a las descarriadas;vendaré a las heridas;
curaré a las enfermas;a las gordas y fuertes las guardaré
y las apacentaré como es debido».
Palabra de Dios.
4. Me casaré contigo en matrimonio perpetuo
Lectura de la profecía de Oseas 2, 16b. 17b. 21-22
Así dice el Señor:
«Yo me la llevaré al desierto,
le hablaré al corazón.
Y me responderá allí
como en los días de su juventud,
como el día en que la saqué de Egipto.
Me casaré contigo en matrimonio perpetuo,
me casaré contigo en derecho y justicia,
en misericordia y compasión,
me casaré contigo en fidelidad,
y te penetrarás del Señor».
Palabra de Dios.
5. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti
Lectura de la profecía de Sofonías 3, 14-18a
Regocíjate, hija de Sión,
grita de júbilo, Israel;
alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha cancelado tu condena,
ha expulsado a tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel,
en medio de ti, y ya no temerás.
Aquel día dirán a Jerusalén:
«No temas, Sión,
no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, en medio de ti,
es un guerrero que salva.
Él se goza y se complace en ti,
te ama y se alegra con júbilo
como en día de fiesta».
Palabra de Dios.
LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO
1. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 42-47
Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.
Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.
A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando.
Palabra de Dios.
2. Sois templo de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 3, 9c-11. 16-17
Hermanos:
Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye.
Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.
Palabra de Dios.
3. Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13
Hermanos:
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Palabra de Dios.
4. Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 3-14
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya, a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad
Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.
Por su medio hemos heredado también nosotros.
A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.
Y también vosotros, que habéis escuchado la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, en el que creísteis, habéis sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual es prenda de nuestra herencia, para liberación de su propiedad, para alabanza de su gloria.
Palabra de Dios.
5. Todo el edificio se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 19-22
Hermanos:
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.
Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.
Palabra de Dios.
6. Como piedras vivas entráis en la construcción del templo del Espíritu
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 4-9
Queridos hermanos:
Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
Dice la Escritura:
«Yo coloco en Sión una piedra angular,
escogida y preciosa;
el que crea en ella no quedará defraudado».
Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la «piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en piedra angular», en piedra de tropezar y en roca de estrellarse. Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino.
Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de las tinieblas y a entrar en su luz maravillosa.
Palabra de Dios.
7. Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua
Lectura del libro del Apocalipsis 7, 2-4. 9-14
Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles:
—«No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios».
Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel.
Después de esto apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente:
—«¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!».
Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo:
—«Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén».
Y uno de los ancianos me dijo:
—«Ésos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?».
Yo le respondí:
—«Señor mío, tú lo sabrás».
Él me respondió:
—«Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero».
Palabra de Dios.
8. Esta es la morada de Dios con los hombres
Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe.
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
—«Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado».
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
—«Todo lo hago nuevo».
Palabra de Dios.
9. Voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero
Lectura del libro del Apocalipsis 21, 9b-14
El ángel me habló así:
—«Ven acá, voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero».
Me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios.
Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido.
Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel.
A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas.
La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.
Palabra de Dios.
SALMOS RESPONSORIALES
1 Salmo 18, 2-3. 4-5. 6-7 (R.: 5a)
Salmo responsorial: Salmo 18, 2-3. 4-5. 6-7 (R.: 5a)
R. A toda la tierra alcanza su pregón.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R.
Sin que hablen, sin que se pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor. R.
2 Salmo 24, 4-5ab. 6-7. 8-9. 10 y 14 (R.: 6a)
Salmo responsorial: Salmo 24, 4-5ab. 6-7. 8-9. 10 y 14 (R.: 6a)
R. Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza. R.
3 Salmo 26, 1. 2. 3. 5 (R.: 9d)
Salmo responsorial: Salmo 26, 1. 2. 3. 5 (R.: 9d)
R. No me abandones, Dios de mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.
Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen. R.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R.
Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. R.
4 Salmo 66, 2-3. 5. 7-8 (R.: 4)
Salmo responsorial: Salmo 66, 2-3. 5. 7-8 (R.: 4)
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.
5 Salmo 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 9-10a (R.: 3; o bien: cf. Mt 28, 19)
Salmo responsorial: Salmo 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 9-10a (R.: 3; o bien: cf. Mt 28, 19)
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
O bien:
R. Id al mundo y haced discípulos de todos los pueblos.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.
Proclamad día tras día su victoria,
contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey». R.
6 Salmo 97, 1. 2-3ab. 3c-4. 5-6 (R.: 2b)
Salmo responsorial: Salmo 97, 1. 2-3ab. 3c-4. 5-6 (R.: 2b)
R. El Señor revela a las naciones su justicia.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad: R.
tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.
7 Salmo 109, 1. 2. 3. 4 (R.: 4bc)
Salmo responsorial: Salmo 109, 1. 2. 3. 4 (R.: 4bc)
R. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies». R.
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora». R.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente.
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec». R.
8 Salmo 116, 1. 2 (R.: Mc 16, 15)
Salmo responsorial: Salmo 116, 1. 2 (R.: Mc 16, 15)
R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
O bien:
R. Aleluya.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R.
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R.
9 Salmo 122, 1-2a. 2bcd (R.: 2cd; o bien: 3a)
Salmo responsorial: Salmo 122, 1-2a. 2bcd (R.: 2cd; o bien: 3a)
R. Nuestros ojos están en el Señor,
esperando su misericordia.
O bien:
R. Misericordia, Señor, misericordia.
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores. R.
Como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia. R.
ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO
1
Aleluya Sal 132, 1
Ved qué dulzura, qué delicia,
convivir los hermanos unidos.
2
Aleluya Mt 16, 18
Tú eres Pedro,
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder del infierno no la derrotará.
3
Aleluya Mt 28, 19. 20
Id y haced discípulos de todos los pueblos
—dice el Señor—;
yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo.
4
Aleluya Jn 10, 11
Yo soy el buen Pastor
—dice el Señor—.
El buen pastor da la vida por las ovejas.
5
Aleluya Jn 10, 14
Yo soy el buen Pastor
—dice el Señor—,
conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.
6
Aleluya Jn 15, 4a. 5b
Permaneced en mí, y yo en vosotros
—dice el Señor—;
el que permanece en mí da fruto abundante.
EVANGELIOS
1. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
—«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
—«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
—«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
—«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
—«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».
Palabra del Señor.
2. Si te hace caso, has salvado a tu hermano
Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.
Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Palabra del Señor.
3. Id y haced discípulos de todos los pueblos
Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».
Palabra del Señor.
4. El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Palabra del Señor.
5. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 11b. 17-23
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:
—«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.
No sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí».
Palabra del Señor.
6. Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas
Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 15-17
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro:
—«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?».
Él le contestó:
—«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
—«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
—«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
—«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
—«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
—«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó:
—«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
—«Apacienta mis ovejas».
Palabra del Señor.
I. POR LA SANTA IGLESIA