LECCIONARIO VI. MISA POR LA SANTIFICACIÓN DEL TRABAJO HUMANO
Lecturas Misa por la santificación del trabajo humano.
El Leccionario VI incluye una Misa especial conocida como la Misa por la santificación del trabajo humano, en la cual se ora por la bendición y la santificación de todas las labores y ocupaciones humanas. Durante esta Misa, se leen lecturas específicas que nos invitan a reflexionar sobre el valor y la dignidad del trabajo, y nos animan a ofrecer nuestras actividades diarias como un servicio a Dios y al prójimo.
Las lecturas seleccionadas para la Misa por la santificación del trabajo humano nos ofrecen enseñanzas y orientaciones para comprender el significado espiritual del trabajo y para vivirlo de manera coherente con nuestra fe.
Además, las lecturas de la Misa por la santificación del trabajo humano nos invitan a reflexionar sobre el equilibrio entre el trabajo y el descanso, y nos recuerdan la importancia de dedicar tiempo a la oración y al encuentro con Dios en medio de nuestras ocupaciones diarias.
Esta Misa nos anima a santificar nuestro trabajo, ofreciéndolo como un acto de amor y servicio a Dios y al prójimo. Nos desafía a buscar la excelencia en nuestras labores y a trabajar con integridad y ética en todas las áreas de nuestra vida profesional. También nos recuerda la importancia de valorar y respetar el trabajo de los demás, reconociendo la dignidad inherente a cada persona y su contribución al bien común.
Que en esta celebración, podamos unir nuestras voces en oración, agradeciendo a Dios por el don del trabajo y pidiendo su bendición sobre nuestras labores. Que podamos realizar nuestras tareas con diligencia y responsabilidad, buscando la santificación en cada acción que emprendamos. Que el Espíritu Santo nos guíe y fortalezca en nuestras ocupaciones diarias, y que podamos ser testigos del amor de Dios a través de nuestro trabajo. Amén.
MISA POR LA SANTIFICACIÓN DEL TRABAJO HUMANO
LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
1. Llenad la tierra y sometedla
Lectura del libro del Génesis 1, 26 — 2, 3
Dijo Dios:
—«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra».
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo:
—«Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra».
Y dijo Dios:
—«Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento».
Y así fue.
Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.
Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos.
Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho.
Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque en él descansó de todo el trabajo que Dios había hecho cuando creó.
Palabra de Dios.
2. El Señor colocó al hombre en el jardín, para que lo cultivara
Lectura del libro del Génesis 2, 4b – 9. 15
Cuando el Señor Dios hizo tierra y cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que cultivase el campo.
Sólo un manantial salía del suelo y regaba la superficie del campo.
Entonces el Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo.
El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia oriente, y colocó en él al hombre que había modelado.
El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además, el árbol de la vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal.
El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara.
Palabra de Dios.
LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO
1. Trabajad con vuestras propias manos. Así vuestro proceder será correcto
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 4, 1-2. 9-12
Hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos:
Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante.
Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.
Acerca del amor fraterno no hace falta que os escriba, porque Dios mismo os ha enseñado a amaros los unos a los otros.
Como ya lo hacéis con todos los hermanos de Macedonia.
Hermanos, os exhortamos a seguir progresando: esforzaos por mantener la calma, ocupándoos de vuestros propios asuntos y trabajando con vuestras propias manos, como os lo tenemos mandado. Así vuestro proceder será correcto ante los de fuera y no tendréis necesidad de nadie.
Palabra de Dios.
2. El que no trabaja, que no coma
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 3, 6-12. 16
En nombre de nuestro Señor Jesucristo, hermanos, os mandamos: no tratéis con los hermanos que llevan una vida ociosa y se apartan de las tradiciones que recibieron de nosotros.
Ya sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre vosotros sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar.
Cuando vivimos con vosotros os lo mandamos: El que no trabaja, que no coma.
Porque nos hemos enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada.
Pues a esos les mandamos y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan.
Que el Señor de la paz os dé la paz siempre y en todo lugar. El Señor esté con todos vosotros.
Palabra de Dios.
SALMOS RESPONSORIALES
1. Salmo responsorial: Salmo 89, 2. 3-4. 12-13. 14 y 16 (R.: cf. 17)
R. Haz prósperas, Señor, las obras de nuestras manos.
Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios. R.
Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vela nocturna. R.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria. R.
2. Salmo responsorial: Salmo 126, 1. 2 (R.: cf. 1)
R. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas. R.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! R.
ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO
1. Aleluya Sal 67, 20
Bendito el Señor cada día,
Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
2. Aleluya Mt 11, 18
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados,
y yo os aliviaré
—dice el Señor—.
EVANGELIOS
1. No os agobiéis por el mañana
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 31-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso.
Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos».
Palabra del Señor.
2. Como has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu señor
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
—«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
«Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco».
Su señor le dijo:
«Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor».
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
«Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos».
Su señor le dijo:
«Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor».
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo:
«Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo».
El señor le respondió:
«Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes»».
Palabra del Señor.
III. EN DIVERSAS CIRCUNSTANCIAS PÚBLICAS
Misa al comienzo del año civil
Misa por la santificación del trabajo humano
Misa para después de la cosecha
Misa en tiempo de hambre, o por los que padecen hambre
Misa por los prófugos y exiliados
Misa por los cautivos, por los encarcelados