LECCIONARIO VI. MISA POR LOS CAUTIVOS, POR LOS ENCARCELADOS
Lecturas Misa por los cautivos, por los encarcelados.
El Leccionario VI incluye una Misa especial conocida como la Misa por los cautivos, por los encarcelados, en la cual se dedica un tiempo de oración y reflexión a todas aquellas personas que se encuentran privadas de libertad debido a diversas circunstancias. Durante esta Misa, se leen lecturas específicas que nos invitan a reflexionar sobre la importancia de la compasión, la justicia y la esperanza para aquellos que están encarcelados, así como a orar por su bienestar y su proceso de rehabilitación.
Las lecturas seleccionadas para la Misa por los cautivos, por los encarcelados, nos ofrecen enseñanzas y orientaciones para comprender la importancia de la dignidad humana, la misericordia y la necesidad de ofrecer una segunda oportunidad a aquellos que han cometido errores y se encuentran en la cárcel.
Además, las lecturas de la Misa por los cautivos, por los encarcelados, nos invitan a reflexionar sobre las causas de la delincuencia y a abogar por la justicia y la rehabilitación en los sistemas penitenciarios. Nos desafían a ser agentes de cambio en la promoción de políticas y programas que busquen la reintegración social de los encarcelados, brindándoles oportunidades para su formación, desarrollo personal y espiritual.
La Misa por los cautivos, por los encarcelados, es una oportunidad para unirnos en oración y solidaridad con aquellos que están privados de libertad. Nos invita a orar por su fortaleza, su sanación y su proceso de rehabilitación. También nos desafía a examinar nuestras propias actitudes hacia aquellos que están encarcelados, recordando que todos somos seres humanos imperfectos y necesitados de compasión y redención.
Que en esta celebración, podamos unir nuestras voces en oración por los cautivos y los encarcelados. Que podamos reconocer y responder a la llamada de Jesús a visitarlos y ofrecerles nuestro apoyo. Que el Espíritu Santo nos impulse a trabajar por la justicia y la rehabilitación, buscando la transformación de los sistemas penitenciarios y la promoción de la dignidad y la esperanza para todos los que están privados de libertad. Amén.
MISA POR LOS CAUTIVOS, POR LOS ENCARCELADOS
LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
1. Cambia nuestro duelo en fiesta
Lectura del libro de Ester 4, 17b-17e. 17i-17l
En aquellos días, Mardoqueo oró así, recordando todas las hazañas del Señor:
«Señor, Señor, rey y dueño de todo, porque todo está bajo tu poder, y no hay quien se oponga a tu voluntad de salvar a Israel.
Tú creaste el cielo y la tierra y todas la maravillas que hay bajo el cielo, y eres Señor de todo; ni hay, Señor, quien se te pueda oponer.
Pues bien, Señor, Dios de Abrahán, perdona a tu pueblo; porque traman nuestra muerte, han deseado aniquilar tu antigua heredad.
No desprecies la porción que te rescataste del país de Egipto.
Escucha mi súplica, apiádate de tu heredad, cambia nuestro duelo en fiesta, para que vivamos celebrando tu nombre, Señor. No hagas enmudecer la boca de los que te alaban».
Palabra de Dios.
2. Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor
Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 17-26
Me han arrancado la paz,
y ni me acuerdo de la dicha;
me digo: «Se me acabaron las fuerzas
y mi esperanza en el Señor».
Fíjate en mi aflicción y en mi amargura,
en la hiel que me envenena;
no hago más que pensar en ello,
y estoy abatido.
Pero hay algo que traigo a la memoria
y me da esperanza:
que la misericordia del Señor no termina
y no se acaba su compasión;
antes bien, se renuevan cada mañana:
¡qué grande es tu fidelidad!
El Señor es mi lote, me digo,
y espero en él.
El Señor es bueno para los que en él esperan
y lo buscan;
es bueno esperar en silencio
la salvación del Señor.
Palabra de Dios.
3. Líbranos con tu poder maravilloso
Lectura de la profecía de Daniel 3, 25. 34-43
En aquellos días, Azarías se detuvo a orar y, abriendo los labios en medio del fuego, dijo:
«Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Por Abrahán, tu amigo;
por Isaac, tu siervo;
por Israel, tu consagrado;
a quienes prometiste multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.
En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón contrito
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados.
Que éste sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.
Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos y buscamos tu rostro,
no nos defraudes, Señor.
Trátanos según tu piedad,
según tu gran misericordia.
Líbranos con tu poder maravilloso
y da gloria a tu nombre, Señor».
Palabra de Dios.
LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO
1. A los que aman a Dios todo les sirve para el bien
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 18-30
Hermanos:
Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto.
Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve?
Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.
Pero además el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.
Sabemos también que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio.
A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Palabra de Dios.
2. Ni muerte, ni vida podrá apartarnos del amor de Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 31b-39
Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros? ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?, como dice la Escritura: «Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza».
Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra de Dios.
3. Dichoso el hombre que soporta la prueba
Lectura de la carta del apóstol Santiago 1, 2-4. 12
Hermanos míos, teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por toda clase de pruebas. Sabed que, al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia. Y si la constancia llega hasta el final, seréis perfectos e íntegros, sin falta alguna.
Dichoso el hombre que soporta la prueba, porque, una vez aquilatado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman.
Palabra de Dios.
4. Ya no habrá luto, ni llanto, ni dolor
Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a. 6b-7
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe.
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
—«Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado».
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
—«Todo lo hago nuevo. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Al sediento, yo le daré a beber de balde de la fuente de agua viva. Quien salga vencedor heredará esto, porque yo seré su Dios, y él será mi hijo».
Palabra de Dios.
SALMOS RESPONSORIALES
1. Salmo responsorial: Salmo 79, 2ac y 3b. 5-7 (R.: 4b)
R. Que brille tu rostro, Señor, y nos salve.
Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R.
Señor Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica?
Les diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros. R.
2. Salmo responsorial: Salmo 84, 2-4. 5-6. 7-8 (R.: 8)
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira. R.
Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad? R.
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación. R.
3. Salmo responsorial: Salmo 122, 1-2a. 2bcd (R.: 3a; o bien: 2cd)
R. Misericordia, Señor, misericordia.
O bien:
R. Nuestros ojos están en el Señor,
esperando su misericordia.
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores. R.
Como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia. R.
ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO
1. Aleluya Sal 32, 22
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
2. Aleluya 2 Co 1, 3b-4a
¡Bendito sea el Padre de misericordia
y Dios del consuelo!
Él nos alienta en nuestras luchas.
3. Aleluya St 1, 12
Dichoso el hombre que soporta la prueba,
porque, una vez aquilatado,
recibirá la corona de la vida.
EVANGELIOS
1. Quien pide recibe
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 7-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!».
Palabra del Señor.
2. ¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!
Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 35-41
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Vamos a la otra orilla».
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole:
—«Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?».
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago:
—«¡Silencio, cállate!».
El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo:
—«¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?».
Se quedaron espantados y se decían unos a otros:
—«¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!».
Palabra del Señor.
3. Dios hará justicia a sus elegidos que le gritan
Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 1-8
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:
—«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
«Hazme justicia frente a mi adversario».
Por algún tiempo se negó, pero después se dijo:
«Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara»».
Y el Señor añadió:
—«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»
Palabra del Señor.
4. Estuve en la cárcel, y vinisteis a verme
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 31-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
«Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme».
Entonces los justos le contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?».
Y el rey les dirá:
«Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis».
Y entonces dirá a los de su izquierda:
«Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis».
Entonces también éstos contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?».
Y él replicará:
«Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo».
Y éstos Irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna».
Palabra del Señor.
III. EN DIVERSAS CIRCUNSTANCIAS PÚBLICAS
Misa al comienzo del año civil
Misa por la santificación del trabajo humano
Misa para después de la cosecha
Misa en tiempo de hambre, o por los que padecen hambre
Misa por los prófugos y exiliados
Misa por los cautivos, por los encarcelados