LECCIONARIO V. 22 de julio. Santa María Magdalena
Lecturas Santa María Magdalena.
El 22 de julio, el Leccionario de la Iglesia Católica conmemora la festividad de Santa María Magdalena, una figura importante en el Evangelio y un testigo clave de la resurrección de Jesús. La vida de María Magdalena ha sido objeto de admiración y reflexión a lo largo de la historia cristiana.
En las Escrituras, María Magdalena es mencionada como una seguidora fiel de Jesús que estuvo presente en momentos cruciales de su ministerio. Fue testigo de milagros, escuchó sus enseñanzas y experimentó su compasión y amor. Su devoción la llevó a estar presente en la crucifixión de Jesús y, más tarde, en el sepulcro donde tuvo un encuentro transformador.
María Magdalena fue la primera en presenciar la resurrección de Jesús. Su nombre está asociado con la noticia más importante de la fe cristiana: la victoria sobre la muerte. Jesús la llamó por su nombre en el jardín, y ella lo reconoció con asombro y alegría. Lleno de ternura, el Señor le encomendó anunciar a los apóstoles la noticia de su resurrección.
La figura de María Magdalena destaca por su valentía, su amor y su devoción a Jesús. A menudo se la considera como un modelo de discipulado y de búsqueda apasionada de la presencia de Cristo. Su vida nos enseña la importancia de la fe, la esperanza y la persistencia incluso en los momentos más oscuros.
En la festividad de Santa María Magdalena, la Iglesia nos invita a reflexionar sobre la importancia de ser discípulos apasionados de Jesús y testigos de su resurrección. Su experiencia nos anima a buscar al Señor con corazones abiertos y a compartir con alegría la Buena Nueva de su victoria sobre la muerte.
Que Santa María Magdalena, testigo fiel de la resurrección, interceda por nosotros, inspire nuestra devoción a Jesús y nos guíe en nuestra jornada de fe. Que su ejemplo nos impulse a vivir con valentía y esperanza, proclamando la verdad del Evangelio en nuestras vidas diarias.
22 de julio: Santa María Magdalena
PRIMERA LECTURA
Encontré al amor de mi alma
Lectura del libro del Cantar de los cantares 3, 1-4a
Así dice la esposa:
«En mi cama, por la noche,
buscaba al amor de mi alma:
lo busqué y no lo encontré.
Me levanté y recorrí la ciudad
por las calles y las plazas,
buscando al amor de mi alma;
lo busqué y no lo encontré.
Me han encontrado los guardias
que rondan por la ciudad:
-«¿Visteis al amor de mi alma?».
Pero, apenas los pasé,
encontré al amor de mi alma».
Palabra de Dios.
O bien:
Ahora ya no juzgamos a Cristo según la carne
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 14-17
Hermanos:
Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron.
Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.
Por tanto, no valoramos a nadie según la carne.
Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no.
El que es de Cristo es una criatura nueva.
Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 (R.: 2b)
R. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus, alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R.
Aleluya
«¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?».
«A mi Señor glorioso, la tumba abandonada,
los ángeles testigos, sudarios y mortaja».
EVANGELIO
Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?
Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1. 11-18
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
—«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella les contesta:
—«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
—«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
—«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
—«¡María!».
Ella se vuelve y le dice:
—«¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice:
—«Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: «Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro»».
María Magdalena fue y anunció a los discípulos:
—«He visto al Señor y ha dicho esto».
Palabra del Señor.
Lecturas del Leccionario V para el mes de julio