Misa en tiempo de guerra o desorden

LECCIONARIO VI. MISA EN TIEMPO DE GUERRA O DESORDEN

Lecturas Misa en tiempo de guerra o desorden.

LECCIONARIO VI. MISA EN TIEMPO DE GUERRA O DESORDEN

El Leccionario VI incluye una Misa especial conocida como la Misa en tiempo de guerra o desorden, en la cual se ora por la paz, la protección y la esperanza en medio de situaciones de conflicto y desorden. Durante esta Misa, se leen lecturas específicas que nos invitan a reflexionar sobre la importancia de buscar la paz y la justicia incluso en los momentos más difíciles y nos animan a confiar en la providencia divina en medio de la adversidad.

Las lecturas seleccionadas para la Misa en tiempo de guerra o desorden nos ofrecen consuelo y fortaleza en medio de la aflicción, y nos recuerdan que Dios está presente y dispuesto a guiar y proteger a su pueblo en todo momento.

Además, las lecturas de la Misa en tiempo de guerra o desorden nos animan a orar por la paz y a trabajar por la justicia en medio de las situaciones de conflicto. Nos desafían a ser portadores de la esperanza y a buscar soluciones pacíficas incluso en los momentos más difíciles. También nos recuerdan la importancia de la compasión y la solidaridad en la construcción de un mundo más justo y humano.

La Misa en tiempo de guerra o desorden es una oportunidad para unirnos en oración y buscar la fortaleza y la esperanza en medio de situaciones de conflicto y desorden. Nos invita a orar por aquellos que sufren las consecuencias de la guerra y la violencia, y nos desafía a ser testigos de paz en nuestras acciones y actitudes. También nos anima a confiar en la providencia divina y a buscar la reconciliación y la justicia, incluso en los momentos más difíciles.

Que en esta celebración, podamos unir nuestras voces en oración, pidiendo al Señor que derrame su paz sobre las regiones afectadas por la guerra y el desorden. Que la esperanza y la fortaleza de Cristo nos acompañen en medio de la adversidad, y que podamos ser instrumentos de paz y justicia en nuestro mundo. Que la luz de la fe nos guíe en el camino hacia la reconciliación y la sanación. Amén.


MISA EN TIEMPO DE GUERRA O DESORDEN

LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

1. Caín atacó a su hermano Abel y lo mató

Lectura del libro del Génesis 4, 3-10

Caín ofreció al Señor dones de los frutos del campo, y Abel ofreció las primicias y la grasa de sus ovejas.

El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda, y no se fijó en Caín ni en su ofrenda, por lo cual Caín se enfureció y andaba abatido.

El Señor dijo a Caín:

—«¿Por qué te enfureces y andas abatido?

Cierto, si obraras bien, estarías animado; pero, si no obras bien, el pecado acecha a la puerta; y, aunque viene por ti, tú puedes dominarlo».

Caín dijo a su hermano Abel:

—«Vamos al campo».

Y, cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató.

El Señor dijo a Caín:

—«¿Dónde está Abel, tu hermano?».

Respondió Caín:

—«No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?».

El Señor le replicó:

—«¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra».

Palabra de Dios.

2. No aprenderán más a hacer la guerra

Lectura de la profecía de Miqueas 4, 1-4

Sucederá al final de los tiempos:

El monte del templo estará plantado
sobre la cumbre de los montes,

y se alzará por encima de los collados;
confluirán hacia él las gentes.

Irán pueblos numerosos diciendo:

«Vamos a subir al monte del Señor,
al templo del Dios de Jacob.

Nos enseñará sus caminos,
y caminaremos por sus sendas,

porque de Sión saldrá la ley,
y la palabra del Señor de Jerusalén».

Defenderá el derecho entre las gentes,
enjuiciará a pueblos numerosos y distantes.

Fundirán sus espadas para arados,
sus lanzas para podaderas;

no alzará un pueblo contra otro la espada,
ni aprenderán más a hacer la guerra.

Cada uno habitará bajo su parra y su higuera
sin sobresaltos.

Que lo ha dicho el Señor de los ejércitos.

Palabra de Dios.

3. Romperá los arcos guerreros

Lectura de la profecía de Zacarías 9, 9-10

Así dice el Señor:


«Alégrate, hija de Sión;
canta, hija de Jerusalén;

mira a tu rey que viene a ti
justo y victorioso;
modesto y cabalgando en un asno,
en un pollino de borrica.

Destruirá los carros de Efraín,
los caballos de Jerusalén,
romperá los arcos guerreros,
dictará la paz a las naciones;

dominará de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra».

Palabra de Dios.

LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO

1. Las obras de la carne son: enemistades, rencores, rivalidades, partidismo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 5, 17-26

Hermanos:

La carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que quisierais. En cambio, si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la ley.

Las obras de la carne están patentes: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, envidias, rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo, discordias, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que los que así obran no heredarán el reino de Dios.

En cambio, el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí. Contra esto no va la ley. Y los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu. No seamos vanidosos, provocándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.

Palabra de Dios.

2. Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 30 — 5, 2

Hermanos:

No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios con que él os ha marcado para el día de la liberación final.

Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo.

Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.

Palabra de Dios.

3. Os combatís y os hacéis la guerra

Lectura de la carta del apóstol Santiago 4, 1-10

Queridos hermanos:

¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones. ¡Adúlteros! ¿No sabéis que amar el mundo es odiar a Dios?

El que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. No en vano dice la Escritura: «El espíritu que Dios nos infundió está inclinado al mal». Pero mayor es la gracia que Dios nos da. Por eso dice la Escritura: «Dios se enfrenta con los soberbios y da su gracia a los humildes».

Someteos, pues, a Dios y enfrentaos con el diablo, que huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; hombres indecisos, purificaos el corazón, lamentad vuestra miseria, llorad y haced duelo; que vuestra risa se convierta en llanto y vuestra alegría en tristeza. Humillaos ante el Señor, que él os levantará.

Palabra de Dios.

SALMOS RESPONSORIALES

1. Salmo responsorial: Salmo 71, 1-2. 3-4ab. 7-8. 12-13. 17 (R.: 7)

R. Que en sus días florezca la justicia y la paz.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R.

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre. R.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R.

2. Salmo responsorial: Salmo 84, 9ab-10. 11-12. 13-14 (R.: 9)

R. Dios anuncia la paz a su pueblo.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra; R.

la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo; R.

el Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R.

ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO

1. Aleluya Mt 5, 9

Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.

2. Aleluya 2 Co 1, 3b-4a

¡Bendito sea el Padre de misericordia
y Dios del consuelo!
Él nos alienta en nuestras luchas.

3. Aleluya 1 Jn 13, 34

Os doy un mandamiento nuevo
—dice el Señor—:
que os améis unos a otros, como yo os he amado.

EVANGELIOS

1. Todo el que esté peleado con su hermano será procesado

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 20-24

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás», y el que mate será procesado.

Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «renegado», merece la condena del fuego.

Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda».

Palabra del Señor.

2. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado».

Palabra del Señor.

Pueden tomarse también las lecturas de la misa Por la paz y la justicia que reproducimos a continuación.


MISA POR LA PAZ Y LA JUSTICIA

LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

1. Para dilatar el principado, con una paz sin límites

Lectura del libro de Isaías 9, 1-6

El pueblo que caminaba en tinieblas
vio una luz grande;

habitaban tierra de sombras,
y una luz les brilló.

Acreciste la alegría,
aumentaste el gozo;

se gozan en tu presencia,
como gozan al segar,

como se alegran
al repartirse el botín.

Porque la vara del opresor,
y el yugo de su carga,

el bastón de su hombro,
los quebrantaste como el día de Madián.

Porque la bota que pisa con estrépito
y la túnica empapada de sangre

serán combustible,
pasto del fuego.

Porque un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado:

lleva a hombros el principado,
y es su nombre:

«Maravilla del Consejero,
Dios guerrero,

Padre perpetuo,
Príncipe de la paz».

Para dilatar el principado,
con una paz sin límites,

sobre el trono de David
y sobre su reino.

Para sostenerlo y consolidarlo
con la justicia y el derecho,
desde ahora y por siempre.

El celo del Señor de los ejércitos lo realizará.

Palabra de Dios.

2. La obra de la justicia será la paz

Lectura del libro de Isaías 32, 15-18

En aquellos días,
cuando se derrame sobre nosotros un aliento de lo alto,

el desierto será un vergel,
el vergel parecerá una selva;

en el desierto morará la justicia,
y en el vergel habitará el derecho;

la obra de la justicia será la paz,
la acción del derecho, la calma y la tranquilidad perpetuas.

Mi pueblo habitará en dehesas de paz,
en moradas tranquilas, en mansiones sosegadas.

Palabra de Dios.

3. Paz al lejano, paz al cercano

Lectura del libro de Isaías 57, 15-19

Así dice el Alto y Excelso,
el sentado en el trono, cuyo nombre es santo:

«Estoy sentado en la altura sagrada,
pero estoy con los de ánimo humilde y quebrantado,

para reanimar a los humildes,
para reanimar el corazón quebrantado.

No estaré en pleito perpetuo ni me irritaré por siempre,
porque ante mí sucumbirían el espíritu
y el aliento que yo he creado.

Por su culpa me irrité un momento,
lo herí e, irritado, me oculté,
él se apartó y tomó su camino preferido;

yo vi sus caminos, pero lo curaré, compadecido,
lo resarciré con consuelos;

y a los que hacen duelo, les crearé en los labios este canto:
«Paz al lejano, paz al cercano»
—dice el Señor—,

y yo lo curaré».

Palabra de Dios.

LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO

1. La paz de Dios custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4, 6-9

Hermanos:

Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta.

Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra.

Y el Dios de la paz estará con vosotros.

Palabra de Dios.

2. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-15

Hermanos:

Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.

Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.

Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.

Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.

Y sed agradecidos.

Palabra de Dios.

3. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia

Lectura de la carta del apóstol Santiago 3, 13-18

Queridos hermanos:

¿Hay alguno entre vosotros sabio y entendido? Que lo demuestre con una buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría.

Pero, si tenéis el corazón amargado por la envidia y las rivalidades, no andéis gloriándoos, porque sería pura falsedad.

Esa sabiduría no viene del cielo, sino que es terrena, animal, diabólica.

Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males.

La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera.

Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.

Palabra de Dios.

SALMOS RESPONSORIALES

1. Salmo responsorial: Salmo 71, 1-2. 3-4ab. 7-8. 12-13. 17 (R.: 7)

R. Que en sus días florezca la justicia y la paz.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R.

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre. R.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y los proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R.

2. Salmo responsorial: Salmo 84, 9ab-10. 11-12. 13-14 (R.: 9)

R. Dios anuncia la paz a su pueblo.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra; R.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo; R.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R.

3. Salmo responsorial: Salmo 121, 1-2. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: cf. Si 36, 18)

R. Da la paz, Señor, a los que esperan en ti.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R.

Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R.

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R.

ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO

1. Aleluya Mt 5, 9

Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.

2. Aleluya Jn 14, 27

La paz os dejo
—dice el Señor—,
mi paz os doy.

EVANGELIOS

1. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:

—«Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos los que lloran,
porque ellos serán consolados.

Dichosos los sufridos,
porque ellos heredarán la tierra.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos quedarán saciados.

Dichosos los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.

Dichosos los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

Palabra del Señor.

2. Yo os digo: No hagáis frente al que os agravia

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 38-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente». Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.

Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿que hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

Palabra del Señor.

3. Mi paz os doy

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 23-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.

El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.

Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.

La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: «Me voy y vuelvo a vuestro lado». Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo».

Palabra del Señor.

4. Paz a vosotros

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

—«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

—«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

—«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Palabra del Señor.


II. POR LAS NECESIDADES PÚBLICAS

Misa por la patria o por la ciudad, por los que gobiernan…

Misa por la paz y la justicia

Misa para la reconciliación

Misa en tiempo de guerra o desorden


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