Misa por la patria

LECCIONARIO VI. MISA POR LA PATRIA O POR LA CIUDAD

Lecturas Misa por la patria o por la ciudad, por el progreso de los pueblos.

LECCIONARIO VI. MISA POR LA PATRIA O POR LA CIUDAD

El Leccionario VI incluye una Misa especial conocida como la Misa por la patria o por la ciudad, en la cual se ora por el bienestar, el progreso y la paz de nuestra nación y ciudad. Durante esta Misa, se leen lecturas específicas que nos invitan a reflexionar sobre nuestra responsabilidad como ciudadanos y nos animan a trabajar por el bien común y el desarrollo integral de nuestros pueblos.

Las lecturas seleccionadas para la Misa por la patria o por la ciudad nos ofrecen enseñanzas y orientaciones valiosas para aquellos que desean contribuir al crecimiento y la prosperidad de su nación y comunidad. Estas lecturas nos recuerdan la importancia de la justicia, la solidaridad y el respeto por la dignidad humana en la construcción de sociedades justas y fraternas.

Además, las lecturas de la Misa por la patria o por la ciudad nos invitan a reflexionar sobre la necesidad de la sabiduría y la prudencia en la toma de decisiones políticas y sociales. Nos llaman a orar por nuestros líderes y gobernantes, para que sean guiados por el espíritu de servicio y tomen decisiones justas y equitativas. También nos desafían a examinar nuestra propia participación en la vida cívica y a asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos comprometidos.

La Misa por la patria o por la ciudad es una oportunidad para unirnos en oración por el bienestar y el progreso de nuestra nación y comunidad. Nos invita a orar por la justicia, la paz y el respeto mutuo. También nos desafía a ser agentes de cambio en nuestras propias vidas y entornos, promoviendo los valores del Evangelio y trabajando por el bien común.

Que en esta celebración, podamos unir nuestras voces en oración, pidiendo al Señor que bendiga y guíe a nuestra nación y ciudad. Que nuestros líderes y gobernantes sean iluminados por la sabiduría divina y trabajen por el bienestar de todos sus habitantes. Que nosotros mismos seamos ciudadanos comprometidos, amando a nuestro prójimo y trabajando por la justicia y la paz. Que nuestras acciones contribuyan al progreso y desarrollo integral de nuestros pueblos. Amén.


MISA POR LA PATRIA O POR LA CIUDAD

LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

1. Llenad la tierra y sometedla

Lectura del libro del Génesis 1, 26 — 2, 3

Dijo Dios:

—«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra».

Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo:

—«Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra».

Y dijo Dios:

—«Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semillas sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas la fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento».

Y así fue.

Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.

Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos.

Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo trabajo que había hecho.

Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque en él descansó de todo el trabajo que Dios había hecho cuando creó.

Palabra de Dios.

2. El Señor colocó al hombre en el jardín, para que lo cultivara

Lectura del libro del Génesis 2, 4b-9. 15

Cuando el Señor Dios hizo tierra y cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que cultivase el campo.

Sólo un manantial salía del suelo y regaba la superficie del campo.

Entonces el Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo.

El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia oriente, y colocó en él al hombre que había modelado.

El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además, el árbol de la vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal.

El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara.

Palabra de Dios.

3. Caín atacó a su hermano Abel y lo mató

Lectura del libro del Génesis 4, 3-10

Caín ofreció al Señor dones de los frutos del campo, y Abel ofreció las primicias y la grasa de sus ovejas.

El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda, y no se fijó en Caín ni en su ofrenda, por lo cual Caín se enfureció y andaba abatido.

El Señor dijo a Caín:

—«¿Por qué te enfureces y andas abatido?

Cierto, si obraras bien, estarías animado; pero, si no obras bien, el pecado acecha a la puerta; y, aunque viene por ti, tú puedes dominarlo».

Caín dijo a su hermano Abel:

—«Vamos al campo».

Y, cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató.

El Señor dijo a Caín:

—«¿Dónde está Abel, tu hermano?».

Respondió Caín:

—«No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?».

El Señor le replicó:

—«¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra.

Palabra de Dios.

4. Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré

Lectura del libro de los Números 6, 22-27

El Señor habló a Moisés:

—«Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

«El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.

El Señor se fije en ti
y te conceda la paz».

Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré».

Palabra de Dios.

5. Te doy un corazón sabio e inteligente

Lectura del primer libro de los Reyes 3, 11-14

En aquellos días, Dios dijo a Salomón:

—«Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti.

Y te daré también lo que no has pedido: riquezas y fama, mayores que las de rey alguno.

Y, si caminas por mis sendas, guardando mis preceptos y mandatos, como hizo tu padre David, te daré larga vida».

Palabra de Dios.

6. Cambia nuestro duelo en fiesta

Lectura del libro de Ester 4, 17b-17e. 17i-17l

En aquellos días, Mardoqueo oró así, recordando todas las hazañas del Señor:

—«Señor, Señor, rey y dueño de todo, porque todo está bajo tu poder, y no hay quien se oponga a tu voluntad de salvar a Israel.

Tú creaste el cielo y la tierra y todas las maravillas que hay bajo el cielo, y eres Señor de todo; ni hay, Señor, quien se te pueda oponer.

Pues bien, Señor, Dios de Abrahán, perdona a tu pueblo; porque traman nuestra muerte, han deseado aniquilar tu antigua heredad.

No desprecies la porción que te rescataste del país de Egipto.

Escucha mi súplica, apiádate de tu heredad, cambia nuestro duelo en fiesta, para que vivamos celebrando tu nombre, Señor. No hagas enmudecer la boca de los que te alaban».

Palabra de Dios.

7. Si comí el pan yo solo sin repartirlo con el huérfano

Lectura del libro de Job 31, 16-20. 24-25. 31-32

Si negué al pobre lo que deseaba
o dejé consumirse en llanto a la viuda;

si comí el pan yo solo
sin repartirlo con el huérfano

—yo que desde joven lo cuidé como un padre,
yo que lo guié desde niño—;

si vi al pobre o al vagabundo
sin ropa con qué cubrirse,

y no me dieron las gracias sus carnes,
calientes con el vellón de mis ovejas.

Lo juro: no puse en el oro mi confianza
ni llamé al metal precioso mi seguridad;

no me complacía con mis grandes riquezas,
con la fortuna amasada por mis manos.

Cuando los hombres de mi campamento dijeron:
«Ojalá nos dejen saciarnos de su carne»,

el forastero no tuvo que dormir en la calle,
porque yo abrí mis puertas al caminante.

Palabra de Dios.

8. La obra de la justicia será la paz

Lectura del libro de Isaías 32, 15-18

En aquellos días,

cuando se derrame sobre nosotros un aliento de lo alto,

el desierto será un vergel,
el vergel parecerá una selva;

en el desierto morará la justicia,
y en el vergel habitará el derecho;

la obra de la justicia será la paz,
la acción del derecho, la calma y la tranquilidad perpetuas.

Mi pueblo habitará en dehesas de paz,
en moradas tranquilas, en mansiones sosegadas.

Palabra de Dios.

9. Parte tu pan con el hambriento

Lectura del libro de Isaías 58, 6-11

Así dice el Señor:

«El ayuno que yo quiero es éste:

Abrir las prisiones injustas,
hacer saltar los cerrojos de los cepos,

dejar libres a los oprimidos,
romper todos los cepos;

partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,

vestir al que ves desnudo,
y no cerrarte a tu propia carne.

Entonces romperá tu luz como la aurora,
en seguida te brotará la carne sana;

te abrirá camino la justicia,
detrás irá la gloria del Señor.

Entonces clamarás al Señor, y te responderá;
gritarás, y te dirá: «Aquí estoy».

Cuando destierres de ti la opresión,
el gesto amenazador y la maledicencia,

cuando partas tu pan con el hambriento
y sacies el estómago del indigente,

brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad se volverá mediodía.

El Señor te dará reposo permanente,
en el desierto saciará tu hambre,

hará fuertes tus huesos,
serás un huerto bien regado,

un manantial de aguas
cuya vena nunca engaña».

Palabra de Dios.

10. Te he puesto de atalaya en la casa de Israel

Lectura de la profecía de Ezequiel 3, 16-21

En aquellos días, me vino esta palabra del Señor:

—«Hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel. Cuando escuches una palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte.

Si yo digo al malvado que es reo de muerte, y tú no le das la alarma —es decir, no hablas, poniendo en guardia al malvado, para que cambie su mala conducta y conserve la vida—, entonces el malvado morirá por su culpa; y, a ti, te pediré cuenta de su sangre.

Pero, si tú pones en guardia al malvado, y no se convierte de su maldad y de su mala conducta, entonces él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado la vida.

Y, si el justo se aparta de su justicia y comete maldades, pondré un tropiezo delante de él, y morirá; por no haberle puesto en guardia, él morirá por su pecado, y no se tendrán en cuenta las obras justas que hizo; pero, a ti, te pediré cuenta de su sangre.

Si tú, por el contrario, pones en guardia al justo para que no peque, y en efecto no peca, ciertamente conservará la vida, por haber estado alerta; y tú habrás salvado la vida».

Palabra de Dios.

LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO

1. Los discípulos acordaron enviar un subsidio, según los recursos de cada uno, a los hermanos que vivían en Judea

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 11, 27-30

Por aquellos días, bajaron a Antioquía unos profetas de Jerusalén.

Uno de ellos, llamado Agabo, movido por el Espíritu, se puso en pie y anunció que iba a haber una gran carestía en todo el mundo, la que hubo en tiempo de Claudio.

Los discípulos acordaron enviar un subsidio, según los recursos de cada uno, a los hermanos que vivían en Judea; así lo hicieron, enviándolo a los presbíteros por medio de Bernabé y de Saulo.

Palabra de Dios.

2. A los que aman a Dios todo les sirve para el bien

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 18-30

Hermanos:

Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto.

Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.

Pero además el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.

Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.

Sabemos también que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio.

A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

Palabra de Dios.

3. Vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 8, 1-5. 9-15

Queremos que conozcáis, hermanos, la gracia que Dios ha dado a las Iglesias de Macedonia:

En las pruebas y desgracias creció su alegría; y su pobreza extrema se desbordó en un derroche de generosidad.

Con todas sus fuerzas y aún por encima de sus fuerzas, os lo aseguro, con toda espontaneidad e insistencia nos pidieron como un favor que aceptara su aportación en la colecta a favor de los santos.

Y dieron más de lo que esperábamos: se dieron a sí mismos, primero al Señor y luego, como Dios quería, también a nosotros.

Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.

En este asunto os doy sólo mi opinión: Ya que no sólo con la obra, sino incluso con la decisión, iniciasteis vosotros la colecta el año pasado, os conviene ahora llevarla a término; de modo que a la buena voluntad corresponda la realización, según vuestros medios.

Porque, si uno tiene buena voluntad, se le agradece lo que tiene, no lo que no tiene. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar.

En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad. Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba».

Palabra de Dios.

4. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9, 6-15

Hermanos:

El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará.

Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios.

Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras buenas.

Como dice la Escritura: «Reparte limosna a los pobres, su justicia es constante, sin falta».

El que proporciona semilla para sembrar y pan para comer os proporcionará y aumentará la semilla, y multiplicará la cosecha de vuestra justicia.

Siempre seréis ricos para ser generosos, y así, por medio nuestro, se dará gracias a Dios; porque el desempeño de este servicio no sólo remedia la penuria de los santos, sino que hace que muchos den gracias a Dios.

Al comprobar el valor de esta prestación, muchos glorifican a Dios: primero, porque habéis profesado vuestra fe en el Evangelio de Cristo; después, por vuestra generosa solidaridad con ellos y con todos; finalmente, porque rezan a Dios por vosotros con gran cariño, al ver la extraordinaria gracia que os ha dado.

Demos gracias a Dios por su don inexpresable.

Palabra de Dios.

5. Las obras de la carne son: enemistades, rencores, rivalidades, partidismo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 5, 17-26

Hermanos:

La carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que quisierais. En cambio, si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la ley.

Las obras de la carne están patentes: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, envidias, rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo, discordias, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que los que así obran no heredarán el reino de Dios.

En cambio, el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí. Contra esto no va la ley. Y los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu. No seamos vanidosos, provocándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.

Palabra de Dios.

6. Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 30 — 5, 2

Hermanos:

No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios con que él os ha marcado para el día de la liberación final.

Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo.

Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.

Palabra de Dios.

7. Habéis sido convocados en un solo cuerpo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 9b-17

Hermanos:

Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador, hasta llegar a conocerlo.

En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.

Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.

Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.

Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.

Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en su solo cuerpo.

Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.

Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.

Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Palabra de Dios.

8. A los ricos, insísteles en que no pongan su confianza en riqueza tan incierta

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 6, 6-11. 17-19

Querido hermano:

La piedad es una ganancia, cuando uno se contenta con poco. Sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él. Teniendo qué comer y qué vestir nos basta.

En cambio, los que buscan riquezas caen en tentaciones, trampas y mil afanes absurdos y nocivos, que hunden a los hombres en la perdición y la ruina. Porque la codicia es la raíz de todos los males, y muchos, arrastrados por ella, se han apartado de la fe y se han acarreado muchos sufrimientos.

Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo esto; practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza.

A los ricos de este mundo, insísteles en que no sean soberbios, ni pongan su confianza en riqueza tan incierta, sino en Dios, que nos procura todo en abundancia para que lo disfrutemos. Que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y dispuestos a compartir; y así acumularán un capital sólido para el porvenir y alcanzarán la vida verdadera.

Palabra de Dios.

9. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia

Lectura de la carta del apóstol Santiago 3, 13-18

Queridos hermanos:

¿Hay alguno entre vosotros sabio y entendido? Que lo demuestre con una buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría.

Pero, si tenéis el corazón amargado por la envidia y las rivalidades, no andéis gloriándoos, porque sería pura falsedad.

Esa sabiduría no viene del cielo, sino que es terrena, animal, diabólica.

Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males.

La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera.

Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.

Palabra de Dios.

10. Os combatís y os hacéis la guerra

Lectura de la carta del apóstol Santiago 4, 1-10

Queridos hermanos:

¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones. ¡Adúlteros! ¿No sabéis que amar el mundo es odiar a Dios?

El que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. No en vano dice la Escritura: «El espíritu que Dios nos infundió está inclinado al mal». Pero mayor es la gracia que Dios nos da. Por eso dice la Escritura: «Dios se enfrenta con los soberbios y da su gracia a los humildes».

Someteos, pues, a Dios y enfrentaos con el diablo, que huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; hombres indecisos, purificaos el corazón, lamentad vuestra miseria, llorad y haced duelo; que vuestra risa se convierta en llanto y vuestra alegría en tristeza. Humillaos ante el Señor, que él os levantará.

Palabra de Dios.

SALMOS RESPONSORIALES

1. Salmo responsorial: Salmo 8, 4-5. 6-7a. 7b-9 (R.: 2a)

R. Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder? R.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.

Todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar. R.

2. Salmo responsorial: Salmo 79, 2ac y 3b. 5-7 (R.: 4b)

R. Que brille tu rostro, Señor, y nos salve.

Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R.

Señor Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica?
Les diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros. R.

3. Salmo responsorial: Salmo 84, 9ab-10. 11-12. 13-14 (R.: 9)

R. Dios anuncia la paz a su pueblo.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R.

4. Salmo responsorial: Salmo 99, 2. 3. 4. 5 (R.: 3c)

R. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades». R.

5. Salmo responsorial: Salmo 106, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 1)

R. Dad gracias al Señor,
porque es eterna su misericordia.

O bien:

R. Aleluya.

Que lo confiesen los redimidos por el Señor,
los que él rescató de la mano del enemigo,
los que reunió de todos los países:
norte y sur, oriente y occidente. R.

Erraban por un desierto solitario,
no encontraban el camino de ciudad habitada;
pasaban hambre y sed,
se les iba agotando la vida. R.

Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Los guió por un camino derecho,
para que llegaran a ciudad habitada. R.

Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Calmó el ansia de los sedientos,
y a los hambrientos los colmó de bienes. R.

6. Salmo responsorial: Salmo 111, 1-2. 3-4. 5-7a. 7bc-8. 9 (R.: cf. 1a. 9a)

R. Dichoso quien reparte a los pobres.

O bien:

R. Aleluya.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo;
no temerá las malas noticias. R.

Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos. R.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad. R.

7. Salmo responsorial: Salmo 121, 1-2. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: cf. Si 36, 18)

R. Da la paz, Señor, a los que esperan en ti.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R.

Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R.

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R.

8. Salmo responsorial: Salmo 122, 1-2a. 2bcd (R.: 2cd; o bien: 3a)

R. Nuestros ojos están en el Señor,
esperando su misericordia.

O bien:

R. Misericordia, Señor, misericordia.

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores. R.

Como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia. R.

9. Salmo responsorial: Salmo 126, 1. 2 (R.: cf. 1)

R. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas. R.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! R.

ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO

1. Aleluya 1 Cro 29, 10b. 11b

Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel;
tuyo es cuanto hay en cielo y tierra.

2. Aleluya Sal 125, 5

Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

3. Aleluya Mt 5, 9

Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.

4. Aleluya Mt 25, 34

Venid vosotros, benditos de mi Padre
—dice el Señor—;
heredad el reino preparado para vosotros
desde la creación del mundo.

5. Aleluya Lc 21, 36

Estad siempre despiertos,
pidiendo fuerza para manteneros en pie
ante el Hijo del hombre.

6. Aleluya Jn 8, 12b

Yo soy la luz del mundo
—dice el Señor—;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.

7. Aleluya Jn 12, 26

El que quiera servirme, que me siga
—dice el Señor—,
y donde esté yo, allí también
estará mi servidor.

8. Aleluya Jn 13, 34

Os doy un mandamiento nuevo
—dice el Señor—:
que os améis unos a otros,
como yo os he amado.

9. Aleluya 2 Co 8, 9

Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre,
para enriqueceros con su pobreza.

EVANGELIOS

1. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:

—«Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos los que lloran,
porque ellos serán consolados.

Dichosos los sufridos,
porque ellos heredarán la tierra.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos quedarán saciados.

Dichosos los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.

Dichosos los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

Palabra del Señor.

2. Todo el que esté peleado con su hermano será procesado

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 20-24

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás», y el que mate será procesado.

Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «renegado», merece la condena del fuego.

Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda».

Palabra del Señor.

3. Yo os digo: No hagáis frente al que os agravia

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 38-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente». Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.

Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

Palabra del Señor.

4. Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios

Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 15-21

En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron:

—«Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?».

Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:

—«Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto».

Le presentaron un denario. Él les preguntó:

—«¿De quién son esta cara y esta inscripción?».

Le respondieron:

—«Del César».

Entonces les replicó:

—«Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».

Palabra del Señor.

5. Como has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu señor

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 14-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

—«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.

El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.

En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos.

Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:

«Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco».

Su señor le dijo:

«Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor».

Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:

«Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos».

Su señor le dijo:

«Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor».

Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo:

«Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo».

El señor le respondió:

«Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes»».

Palabra del Señor.

6. Cada vez que lo hicisteis con mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones.

Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.

Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha:

«Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.

Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis. de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme».

Entonces los justos le contestarán:

«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?».

Y el rey les dirá:

«Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis».

Y entonces dirá a los de su izquierda:

«Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis».

Entonces también éstos contestarán:

«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?».

Y él replicará:

«Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo».

Y éstos Irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna».

Palabra del Señor.

7. Aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 15-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

—«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».

Y les propuso una parábola:

—«Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: «¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha».

Y se dijo:

«Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida».

Pero Dios le dijo:

«Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?».

Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios».

Palabra del Señor.

8. Lo mismo vosotros, estad preparados

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 35-40

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.

Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.

9. Cuando des un banquete, invita a pobres

Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 12-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado:

—«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos».

Palabra del Señor.

10. Había un mendigo llamado Lázaro

Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

—«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día.

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico.

Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.

Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán.

Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó:

«Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas».

Pero Abrahán le contestó:

«Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces.

Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros».

El rico insistió:

«Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento».

Abrahán le dice:

«Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen».

El rico contestó:

«No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán».

Abrahán le dijo:

«Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto»».

Palabra del Señor.

11. Os transmito el reino como me lo transmitió mi Padre a mí

Lectura del santo evangelio según san Lucas 22, 24-30

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero.

Jesús les dijo:

—«Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve.

Porque, ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.

Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo os transmito el reino como me lo transmitió mi Padre a mí: comeréis y beberéis a mi mesa en mi reino, y os sentaréis en tronos para regir a las doce tribus de Israel».

Palabra del Señor.

12. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado».

Palabra del Señor.


II. POR LAS NECESIDADES PÚBLICAS

Misa por la patria o por la ciudad, por los que gobiernan…

Misa por la paz y la justicia

Misa para la reconciliación

Misa en tiempo de guerra o desorden


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