Santa Águeda

LECCIONARIO V. 5 de febrero. Santa Águeda, virgen y mártir

Lecturas Santa Águeda, virgen y mártir.

5 de febrero Santa Águeda

El 5 de febrero conmemoramos la memoria de Santa Águeda, una virgen y mártir que sufrió el martirio en Catania, Sicilia, probablemente durante la persecución de Decio (249-251). Desde tiempos antiguos, su culto se extendió por toda la Iglesia y su nombre fue incluso introducido en el Canon romano.

Santa Águeda es un ejemplo de fortaleza y devoción. Su bondad emanaba directamente de Dios, la fuente de todo bien. En su martirio, mostró una valentía inquebrantable al enfrentar la persecución y la tortura. Su nombre, que significa “buena”, refleja su identificación con Dios y su dedicación a Cristo.

Águeda es una virgen en el sentido más profundo: nacida del Verbo inmortal, el Hijo de Dios, su vida estuvo marcada por la pureza y la entrega total. Su lámpara siempre encendida simboliza su constante meditación sobre la muerte de su amado, el divino Cordero. La púrpura de la sangre de Cristo impregnó su ser, y su virginidad resplandecía como una luz blanca e inmaculada.

Hoy, recordamos a Santa Águeda como un faro de fe y valentía. Su intercesión nos inspira a buscar el bien verdadero, que solo se encuentra en Dios. Oremos para que su ejemplo nos guíe en nuestra propia vida y nos acerque al Señor, quien es la fuente de toda bondad


5 de febrero: Santa Águeda, virgen y mártir

PRIMERA LECTURA

Dios ha escogido lo débil del mundo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 26-31

Fijaos en vuestra asamblea, hermanos, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder.

Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.

Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.

Y así —como dice la Escritura— «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Salmo 30, 3cd-4. 6 y 8ab. 16bc-17 (R.: 6a)

R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción. R.

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo;
sálvame por tu misericordia. R.

Aleluya y versículo antes del evangelio 1 P 4, 14

Si os ultrajan por el nombre de Cristo,
dichosos vosotros,
porque el Espíritu de Dios reposa sobre vosotros.

EVANGELIO

El que pierda su vida por mi causa la salvará

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 23-26

En aquel tiempo, dirigiéndose a todos, dijo Jesús:

—«El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo? Pues si uno se avergüenza de mí y de mis palabras, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con su gloria, con la del Padre y la de los ángeles santos».

Palabra del Señor.


Lecturas del Leccionario V para el mes de febrero


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