LECCIONARIO V. 9 de agosto. Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), religiosa y mártir
Lecturas Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), religiosa y mártir.
El 9 de agosto, el Leccionario de la Iglesia Católica nos invita a reflexionar sobre la vida y el testimonio de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, también conocida como Edith Stein. Esta festividad conmemora a una mujer excepcional que transitó el camino de la filosofía, la conversión al cristianismo y la vida religiosa, hasta entregar su vida como mártir durante la Segunda Guerra Mundial.
Nacida en una familia judía en Breslau, Alemania, en 1891, Edith Stein fue una filósofa destacada que se convirtió al catolicismo en 1922. Profundizó en su fe y, más tarde, ingresó al Carmelo, tomando el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Su vida monástica estuvo marcada por la oración, el estudio y la reflexión sobre la relación entre la fe y la filosofía.
Durante el régimen nazi, Santa Teresa Benedicta de la Cruz, por su ascendencia judía, fue arrestada y deportada a Auschwitz, donde sufrió el martirio el 9 de agosto de 1942. Su vida y muerte son testimonios conmovedores de la búsqueda de la verdad, la conversión a Cristo y la entrega total a Dios, incluso en medio de las persecuciones más crueles.
La festividad de Santa Teresa Benedicta de la Cruz nos invita a contemplar su valentía y fidelidad a la verdad incluso en tiempos de oscuridad y persecución. Su legado destaca la importancia de la fe en Dios como luz en medio de la oscuridad, y su martirio nos recuerda la realidad del sufrimiento por la causa de Cristo.
Que la festividad de Santa Teresa Benedicta de la Cruz inspire a los creyentes a buscar la verdad y a permanecer fieles a sus convicciones, incluso en medio de las adversidades. Que su testimonio nos motive a profundizar en nuestra relación con Dios y a vivir nuestras vidas como un testimonio auténtico del Evangelio.
9 de agosto: Santa Teresa Benedicta de la Cruz
PRIMERA LECTURA
Me auxiliaste con tu gran misericordia
Lectura del libro de Sirácida 51, 1-8
Te alabo, mi Dios y salvador,
te doy gracias, Dios de mi padre.
Contaré tu fama, refugio de mi vida,
porque me has salvado de la muerte,
detuviste mi cuerpo ante la fosa,
libraste mis pies de las garras del abismo,
me salvaste del látigo de la lengua calumniosa
y de los labios que se pervierten con la mentira,
estuviste conmigo frente a mis rivales.
Me auxiliaste con tu gran misericordia:
del lazo de los que acechan mi traspié,
del poder de los que me persiguen a muerte;
me salvaste de múltiples peligros:
del cerco apretado de las llamas,
del incendio de un fuego que no ardía,
del vientre de un océano sin agua,
de labios mentirosos e insinceros,
de las flechas de una lengua traidora.
Cuando estaba ya para morir
y casi en lo profundo del abismo,
me volvía a todas partes, y nadie me auxiliaba,
buscaba un protector, y no lo había.
Recordé la compasión del Señor
y su misericordia eterna,
que libra a los que se acogen a él
y los rescata de todo mal.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 30, 3cd-4. 6 y 8ab. 16bc-17 (R.: 6a)
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción. R.
Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia. R.
Aleluya y versículo antes del evangelio St 1, 12
Dichoso el hombre que soporta la prueba,
porque, una vez aquilatado,
recibirá la corona de la vida.
EVANGELIO
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo
Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 28-33
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
—«No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo».
Palabra del Señor.
Lecturas del Leccionario V para el mes de agosto
1 de agosto: San Alfonso María de Ligorio
2 de agosto: San Eusebio de Vercelli
3 de agosto: San Pedro Julián Eymard
4 de agosto: San Juan María Vianney
5 de agosto: La Dedicación de la basílica de Santa María
6 de agosto: La Transfiguración del Señor
7 de agosto: San Sixto II y compañeros
7 de agosto: San Cayetano
8 de agosto: Santo Domingo de Guzmán
9 de agosto: Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)
10 de agosto: San Lorenzo
11 de agosto: Santa Clara
13 de agosto: San Ponciano y san Hipólito
14 de agosto: San Maximiliano María Kolbe
15 de agosto: La Asunción de la Virgen María
16 de agosto: San Esteban de Hungría
19 de agosto: San Juan Eudes
19 de agosto: San Ezequiel Moreno
20 de agosto: San Bernardo
21 de agosto: San Pío X
22 de agosto: Santa María Virgen, Reina
23 de agosto: Santa Rosa de Lima
24 de agosto: San Bartolomé
25 de agosto: San Luis de Francia
25 de agosto: San José de Calasanz
26 de agosto: Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars
27 de agosto: Santa Mónica
28 de agosto: San Agustín
29 de agosto: El Martirio de san Juan Bautista