LECCIONARIO VIII. PARA LAS MISAS RITUALES. MISAS EN LA DEDICACIÓN DE UNA IGLESIA
Lecturas Misas en la Dedicación de una Iglesia.
El «Leccionario VIII. Para las Misas Rituales. En la Dedicación de una Iglesia» es una colección litúrgica que ofrece una selección de lecturas bíblicas y oraciones específicas para la ceremonia de dedicación de una iglesia. Este rito es de gran importancia en la tradición católica, ya que consagra un edificio como lugar sagrado destinado al culto divino y a la celebración de los sacramentos. La dedicación de una iglesia es un momento solemne y festivo que marca el reconocimiento oficial de un espacio donde los fieles se reunirán para adorar a Dios, recibir su gracia y fortalecer su comunidad de fe.
Las lecturas seleccionadas para la dedicación de una iglesia están cuidadosamente elegidas para resaltar la significación teológica y espiritual de este acto. La primera lectura, tomada del libro de Nehemías (Ne 8, 1-4a. 5-6. 8-10), narra la lectura de la Ley por Esdras ante el pueblo de Israel reunido en Jerusalén. Este pasaje subraya la importancia de la Palabra de Dios en la vida de la comunidad y la necesidad de un lugar donde se pueda proclamar y escuchar la Escritura. La dedicación de una iglesia, por tanto, es también la dedicación de un espacio para la enseñanza y la meditación de la Palabra de Dios.
En conjunto, estas lecturas invitan a los fieles a reflexionar sobre la importancia de la iglesia como lugar de encuentro con Dios y con la comunidad de creyentes. La dedicación de una iglesia no solo consagra un espacio físico, sino que también reafirma el compromiso de la comunidad de vivir según los valores del Evangelio y de ser un testimonio vivo de la fe en Cristo. Este rito es una oportunidad para renovar la fe y la devoción, y para celebrar la presencia de Dios en medio de su pueblo. El «Leccionario VIII. Para las Misas Rituales. En la Dedicación de una Iglesia» es una herramienta valiosa para la comunidad cristiana, proporcionando recursos espirituales que ayudan a los fieles a comprender y celebrar la significación profunda de este acto litúrgico. A través de estas lecturas y oraciones, los creyentes son llamados a reconocer la iglesia como un lugar sagrado donde se encuentran con Dios, reciben su gracia y fortalecen su vida de fe en comunión con los demás.
IX. EN LA DEDICACIÓN O BENDICIÓN DE UNA IGLESIA O DE UN ALTAR
PRIMERA LECTURA
1
Leían el libro de la Ley, explicando el sentido
Lectura del libro de Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10
En aquellos días, el sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea, compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era mediados del mes séptimo. En la plaza de la Puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley.
Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo —pues se hallaba en un puesto elevado— y, cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió:
—«Amén, amén».
Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura. Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero:
—«Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis».
Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley. Y añadieron:
—«Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo responsorial: Salmo 18, 8. 9. 10. 15 (R.: cf. Jn 6, 63c)
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.
Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío. R.
SEGUNDAS LECTURAS
1
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 3, 9c-11. 16-17
Hermanos:
Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio.
Mire cada uno cómo construye.
Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.
Palabra de Dios.
2
Todo el edificio se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 19-22
Hermanos:
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.
Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.
Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.
Palabra de Dios.
3
Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24
Hermanos:
Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando.
Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.
Palabra de Dios.
4
Como piedras vivas entráis en la construcción del templo del Espíritu
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 4-9
Queridos hermanos:
Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
Dice la Escritura:
«Yo coloco en Sión una piedra angular,
escogida y preciosa;
el que crea en ella no quedará defraudado».
Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la «piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en piedra angular», en piedra de tropezar y en roca de estrellarse. Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ese es su destino.
Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de las tinieblas y a entrar en su luz maravillosa.
Palabra de Dios.
Durante el tiempo pascual pueden emplearse también las siguientes lecturas:
5
Ésta es la morada de Dios con los hombres
Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe.
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
—«Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado».
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
—«Todo lo hago nuevo».
Palabra de Dios.
6
Voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero
Lectura del libro del Apocalipsis 21, 9b-14
El ángel me habló así:
—«Ven acá, voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero».
Me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios.
Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido.
Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel.
A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas.
La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.
Palabra de Dios.
ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO
1
Aleluya 2 Cro 7, 16
Elijo y consagro este templo
—dice el Señor—
para que esté en él mi nombre eternamente.
2
Aleluya Is 66, 1
El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies
—dice el Señor—:
¿Qué templo podréis construirme?
3
Aleluya Ez 37, 27
Tendré mi morada junto a ellos
—dice el Señor—,
yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
4
Aleluya Cf. Mt 7, 8
En mi casa, quien pide recibe
—dice el Señor—,
quien busca encuentra
y al que llama se le abre.
5
Aleluya Mt 16, 18
Tú eres Pedro,
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder del infierno no la derrotará.
EVANGELIOS
1
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
—«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
—«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
—«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
—«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
—«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».
Palabra del Señor.
2
Hoy ha sido la salvación de esta casa
Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1-10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:
—«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».
Él bajó enseguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:
—«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor:
—«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más».
Jesús le contestó:
—«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también este es hijo de Abrahán.
Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Palabra del Señor.
3
Hablaba del templo de su cuerpo
Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 13-22
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
—«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
—«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
—«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
—«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Palabra del Señor.
4
Los que quieran dar culto verdadero
adorarán al Padre en espíritu y verdad
Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 19-24
En aquel tiempo, una mujer samaritana dijo a Jesús:
—«Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén».
Jesús le dice:
—«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad».
Palabra del Señor.
LECCIONARIO VIII – PARA LAS MISAS RITUALES
Lecturas del Leccionario VIII, EN LA CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA
Lecturas del Leccionario VIII, EN LA ADMINISTRACIÓN DE LAS SAGRADAS ÓRDENES
Lecturas del Leccionario VIII, PARA LA ADMISIÓN DE CANDIDATOS AL DIACONADO Y AL PRESBITERAD0
Lecturas del Leccionario VIII, EN LA COLACIÓN DE MINISTERIOS
Lecturas del Leccionario VIII, EN LA ADMINISTRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS A LOS ENFERMOS Y MORIBUNDOS
Lecturas del Leccionario VIII, POR LOS ESPOSOS
Lecturas del Leccionario VIII, EN LA BENDICIÓN DE UN ABAD O DE UNA ABADESA
Lecturas del Leccionario VIII, EN LA CONSAGRACIÓN DE VÍRGENES Y EN LA PROFESIÓN RELIGIOSA
Lecturas del Leccionario VIII, EN LA DEDICACIÓN O BENDICIÓN DE UNA IGLESIA O DE UN ALTAR
Lecturas del Leccionario VIII, MISAS DE DIFUNTOS