LECCIONARIO VIII. PARA LAS MISAS RITUALES. MISAS POR LOS ESPOSOS
Lecturas Misas por los Esposos.

El «Leccionario VIII. Para las Misas Rituales. Por los Esposos» es una colección litúrgica que ofrece una selección de lecturas bíblicas y oraciones específicas para las misas celebradas en honor y apoyo de los esposos. Estas misas tienen un profundo significado en la tradición católica, ya que celebran el sacramento del matrimonio y la vocación de los esposos a vivir su amor y compromiso mutuo como un reflejo del amor de Cristo por su Iglesia. Este leccionario está diseñado para guiar a los fieles en la reflexión sobre la santidad del matrimonio, la importancia de la fidelidad conyugal y la gracia divina que sostiene a los esposos en su vida diaria.
Las lecturas seleccionadas para estas misas están cuidadosamente elegidas para resaltar diferentes aspectos del amor conyugal y la vida matrimonial. La primera lectura, tomada del libro del Génesis (Gn 2, 18-24), narra la creación de la mujer a partir de la costilla de Adán y la institución del matrimonio. Este pasaje subraya la complementariedad entre el hombre y la mujer y la unión íntima y profunda que se establece en el matrimonio, donde «los dos se hacen una sola carne». Este texto destaca la intención original de Dios para el matrimonio como una unión sagrada y permanente.
En conjunto, estas lecturas invitan a los fieles a reflexionar sobre la belleza y la profundidad del sacramento del matrimonio. Las Misas por los Esposos no solo celebran la unión conyugal, sino que también ofrecen una oportunidad para renovar los votos matrimoniales y pedir la gracia divina para vivir plenamente la vocación matrimonial. Estas celebraciones litúrgicas son una oportunidad para que los esposos fortalezcan su compromiso mutuo y para que la comunidad cristiana apoye y ore por ellos. El «Leccionario VIII. Para las Misas Rituales. Por los Esposos» es una herramienta valiosa para la comunidad cristiana, proporcionando recursos espirituales que ayudan a los fieles a comprender y celebrar la significación profunda del matrimonio. A través de estas lecturas y oraciones, los creyentes son llamados a reconocer la importancia del amor conyugal y a vivir su vocación matrimonial con fidelidad, amor y entrega, reflejando en su vida diaria el amor de Cristo por su Iglesia.
VI. POR LOS ESPOSOS
LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
1
Lectura del libro del Génesis 1, 26-28. 31a
Dijo Dios:
—«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra».
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creo.
Y los bendijo Dios y les dijo:
—«Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra».
Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.
Palabra de Dios.
2
Y serán los dos una sola carne
Lectura del libro del Génesis 2, 18-24
El Señor Dios se dijo:
—«No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude».
Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y se los presentó al hombre, para ver que nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera.
Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase.
Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne.
Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre.
El hombre dijo:
—«¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!
Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre.
Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».
Palabra de Dios.
3
Isaac con el amor de Rebeca se consoló de la muerte de su madre
Lectura del libro del Génesis 24, 48-51. 58-67
En aquellos días, el criado de Abrahán dijo a Labán:
—«Bendije al Señor, Dios de mi amo Abrahán, que me ha guiado por el camino justo, para llevar al hijo de mi amo la hija de su hermano. Por tanto, si queréis ser leales y sinceros con mi amo, decídmelo, y si no, decídmelo, para actuar en consecuencia».
Labán y Betuel le contestaron:
—«El asunto viene del Señor, nosotros no podemos responderte bien o mal. Ahí tienes a Rebeca, tómala y vete, y sea la mujer del hijo de tu amo, como el Señor ha dicho».
Llamaron a Rebeca y le preguntaron:
—«¿Quieres ir con este hombre?».
Ella respondió:
—«Si».
Entonces despidieron a Rebeca y a su nodriza, al criado de Abrahán y a sus compañeros. Y bendijeron a Rebeca:
—«Tu eres nuestra hermana, crece mil veces; que tu descendencia someta el poder de sus enemigos».
Rebeca y sus compañeras se levantaron, montaron en los camellos y siguieron al hombre; y así se llevó a Rebeca el criado de Abrahán. El criado tomó a Rebeca y emprendió el camino.
Isaac se había trasladado del «Pozo del que vive y ve» al territorio del Negueb.
Una tarde, salió a pasear por el campo y, alzando la vista, vio acercarse unos camellos.
También Rebeca alzó la vista y, al ver a Isaac, bajó del camello y dijo al criado:
—«¿Quién es aquel hombre que viene en dirección nuestra por el campo?».
Respondió el criado:
—«Es mi amo».
Y ella tomó el velo y se cubrió.
El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho.
Isaac la metió en la tienda de su madre Sara, la tomó por esposa y con su amor se consoló de la muerte de su madre.
Palabra de Dios.
4
El Señor del cielo os ayude, hijo, y os dé su gracia y su paz
Lectura del libro de Tobías 7, 6-14
En aquellos días, Ragüel besó a Tobías, llorando, y le dijo:
—«¡Hijo, bendito seas! Tienes un padre excelente. ¡Qué desgracia que haya quedado ciego un hombre tan honrado y que daba tantas limosnas!».
Y, abrazado al cuello de su pariente Tobías, siguió llorando.
Edna, la esposa, y su hija Sara, lloraban también. Ragüel los acogió cordialmente y mandó matar un carnero.
Cuando se lavaron y bañaron, se pusieron a la mesa. Tobías dijo a Rafael:
—«Amigo Azarías, dile a Ragüel que me dé a mi pariente Sara».
Ragüel lo oyó, y dijo al muchacho:
—«Tú come y bebe y disfruta a gusto esta noche. Porque, amigo, sólo tú tienes derecho a casarte con mi hija Sara, y yo tampoco puedo dársela a otro, porque tú eres el pariente más cercano. Pero, hijo, te voy a hablar con toda franqueza. Ya se la he dado en matrimonio a siete de mi familia, y todos murieron la noche en que iban a acercarse a ella. Pero bueno, hijo, tú come y bebe, que el Señor cuidará de vosotros».
Tobías replicó:
—«No comeré ni beberé mientras no dejes decidido este asunto mío».
Ragüel le dijo:
—«Lo haré. Y te la daré, como prescribe la ley de Moisés. Dios mismo manda que te la entregue, y yo te la confío. A partir de hoy, para siempre, sois marido y mujer. Es tuya desde hoy para siempre. El Señor del cielo os ayude esta noche, hijo, y os dé su gracia y su paz».
Llamó a su hija Sara. Cuando se presentó, Ragüel le tomó la mano y se la entregó a Tobías, con estas palabras:
—«Recíbela conforme al derecho y a lo prescrito en la ley de Moisés, que manda se te dé por esposa. Tómala y llévala enhorabuena a casa de tu padre. Que el Dios del cielo os de paz y bienestar».
Luego llamó a la madre, mandó traer papel y escribió el acta del matrimonio: «Que se la entregaba como esposa conforme a lo prescrito en la ley de Moisés». Después empezaron a cenar.
Palabra de Dios.
5
Haznos llegar juntos a la vejez
Lectura del libro de Tobías 8, 4b-8
En la noche de bodas, Tobías dijo a Sara:
—«Mujer, levántate, vamos a rezar, pidiendo a nuestro Señor que tenga misericordia de nosotros y nos proteja».
Se levantó, y empezaron a rezar, pidiendo a Dios que los protegiera. Rezó así:
—«Bendito eres, Dios de nuestros padres, y bendito tu nombre por los siglos de los siglos. Que te bendigan el cielo y todas tus criaturas por los siglos.
Tú creaste a Adán y, como ayuda y apoyo, creaste a su mujer, Eva; de los dos nació la raza humana.
Tú dijiste: “No está bien que el hombre esté solo, voy a hacerle alguien como él, que le ayude.”
Si yo me caso con esta prima mía, no busco satisfacer mi pasión, sino que procedo lealmente. Dígnate apiadarte de ella y de mí y haznos llegar juntos a la vejez».
Los dos dijeron:
—«Amén, amén».
Palabra de Dios.
6
Es fuerte el amor como la muerte
Lectura del libro del Cantar de los Cantares 2, 8-10. 14. 16a; 8, 6-7a
¡Oíd, que llega mi amado,
saltando sobre los montes,
brincando por los collados!
Es mi amado como un gamo,
es mi amado un cervatillo.
Mirad: se ha parado detrás de la tapia,
atisba por las ventanas,
mira por las celosías.
Habla mi amado y me dice:
«¡Levántate, amada mía,
hermosa mía, ven a mí!
Paloma mía, que anidas
en los huecos de la peña,
en las grietas del barranco,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz,
porque es muy dulce tu voz,
y es hermosa tu figura».
¡Mi amado es mío, y yo soy suya!
Él me dice:
«Grábame como un sello en tu brazo,
como un sello en tu corazón,
porque es fuerte el amor como la muerte,
es cruel la pasión como el abismo;
es centella de fuego,
llamarada divina: las aguas torrenciales
no podrán apagar el amor,
ni anegarlo los ríos».
Palabra de Dios.
7
El sol brilla en el cielo, la mujer bella, en su casa bien arreglada
Lectura del libro de Sirácida 26, 1-4. 13-16
Dichoso el marido de una mujer buena;
se doblarán los años de su vida.
La mujer hacendosa hace prosperar al marido,
él cumplirá sus días en paz.
Mujer buena es buen partido
que recibe el que teme al Señor;
sea rico o pobre, estará contento
y tendrá cara alegre en toda sazón.
Mujer hermosa deleita al marido,
mujer prudente lo robustece;
mujer discreta es don del Señor:
no se paga un ánimo instruido;
mujer modesta duplica su encanto:
no hay belleza que pague un ánimo casto.
El sol brilla en el cielo del Señor,
la mujer bella, en su casa bien arreglada.
Palabra de Dios.
8
Haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva
Lectura del libro de Jeremías 31, 31-32a. 33-34a
«Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto.
Si no que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días —oráculo del Señor—: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: “Reconoce al Señor.” Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande —oráculo del Señor—».
Palabra de Dios.
LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO
1
¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 31b-35. 37-39
Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?
¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?
Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra de Dios.
2
Presentad vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 1-2. 9-18
Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable.
Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno.
Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo.
En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes.
Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.
Contribuid en las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Bendecid a los que os persiguen; bendecid, si, no maldigáis.
Con los que ríen, estad alegres; con los que lloran, llorad.
Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde.
No mostréis suficiencia. No devolváis a nadie mal por mal. Procurad la buena reputación entre la gente; en cuanto sea posible y por lo que a vosotros toca, estad en paz con todo el mundo.
Palabra de Dios.
O bien más breve:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 1-2. 9-13
Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable.
Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno.
Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo.
En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes.
Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.
Contribuid en las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Palabra de Dios.
3
Vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 6, 13c-15a. 17-20
Hermanos:
El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo.
Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros.
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?
El que se une al Señor es un espíritu con él.
Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? El habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios.
No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros.
Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!
Palabra de Dios.
4
Si no tengo amor, de nada me sirve
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 31—13, 8a
Hermanos:
Ambicionad los carismas mejores. Y aun os voy a mostrar un camino excepcional.
Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.
Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.
Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites; aguanta sin límites.
El amor no pasa nunca.
Palabra de Dios.
5
Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 2a. 21-33
Hermanos:
Vivid en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros a Dios.
Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano.
Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia.
Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
«Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».
Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
En una palabra, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al marido.
Palabra de Dios.
O bien más breve:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 2a. 25-32
Hermanos:
Vivid en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros a Dios.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia.
Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante si gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
«Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».
Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
Palabra de Dios.
6
Por encima de todo, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-17
Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Palabra de Dios.
7
Todos un mismo pensar y un mismo sentir, con afecto fraternal
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 3, 1-9
Queridos hermanos:
Las mujeres sean sumisas a los propios maridos para que, si incluso algunos no creen en la palabra, sean ganados no por palabras, sino por la conducta de sus mujeres, al considerar vuestra conducta casta y respetuosa.
Que vuestro adorno no esté en el exterior: en peinados, joyas y modas, sino en lo oculto del corazón, en la incorruptibilidad de un alma dulce y serena: esto es precioso ante Dios. Así se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban en Dios, siendo sumisas a sus maridos; así obedeció Sara a Abrahán, llamándole señor. De ella os hacéis hijas cuando obráis bien, sin tener ningún temor.
De igual manera, vosotros, maridos, en la vida común sed comprensivos con la mujer, que es un ser más frágil, respetándolas, ya que son también coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no encuentren obstáculo.
Procurad todos tener un mismo pensar y un mismo sentir: con afecto fraternal, con ternura, con humildad.
No devolváis mal por mal o insulto por insulto; al contrario, responded con una bendición, porque para esto habéis sido llamados: para heredar una bendición.
Palabra de Dios.
8
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 18-24
Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.
Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Palabra de Dios.
9
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4, 7-12
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
Palabra de Dios.
10
Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero
Lectura del libro del Apocalipsis 19, 1. 5-9a
Yo, Juan, oí en el cielo algo que recordaba el vocerío de una gran muchedumbre; cantaban:
«Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios».
Y salió una voz del trono que decía:
«Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes».
Y oí algo que recordaba el rumor de una muchedumbre inmensa, el estruendo del océano y el fragor de fuertes truenos. Y decían:
«Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido,y se le ha concedido vestirse de lino
deslumbrante de blancura
—el lino son las buenas acciones de los santos—».
Luego me dice:
—«Escribe: “Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero”».
Palabra de Dios.
SALMOS RESPONSORIALES
1
Salmo responsorial: Salmo 32, 12 y 18. 20-21. 22 (R.: 5b)
R. La misericordia del Señor llena la tierra.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia. R.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.
2
Salmo responsorial: Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 2a; o bien: 9a)
R. Bendigo al Señor en todo momento.
O bien:
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R.
El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R.
3
Salmo responsorial: Salmo 102, 1-2. 8 y 13. 17-18a (R.: 8a; o bien: 17)
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
O bien:
R. La misericordia del Señor dura siempre,
para los que cumplen sus mandatos.
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles. R.
Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza. R.
4
Salmo responsorial: Salmo 111, 1-2. 3-4. 5-7a. 7bc-8. 9 (R.: cf. 1)
R. Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.
O bien:
R. Aleluya.
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz el
que es justo, clemente y compasivo. R.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo;
no temerá las malas noticias. R.
Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos. R.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante,
sin falta, y alzará la frente con dignidad. R.
5
Salmo responsorial: Salmo 127, 1-2. 3. 4-5 (R.: cf. 1; o bien: 4)
R. Dichosos los que temen al Señor.
O bien:
R. Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.
Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.
6
Salmo responsorial: Salmo 144, 8-9. 10 y 15. 17-18 (R.: 9a)
R. El Señor es bueno con todos.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo. R.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.
7
Salmo responsorial: Salmo 148, 1-2. 3-4. 9-10. 11-13ab. 13c-14a (R.: cf. 13a)
R. Alabad el nombre del Señor.
O bien:
R. Aleluya.
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo, todos sus ejércitos. R.
Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes.
Alabadlo, espacios celestes
y aguas que cuelgan en el cielo. R.
Montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros,
fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan. R.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños,
alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime. R.
Su majestad sobre el cielo y la tierra;
el acrece el vigor de su pueblo. R.
ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO
1
Aleluya Jn 4, 7b
Todo el que ama ha nacido de Dios
y conoce a Dios.
2
Aleluya Cf. 1 Jn 4, 8b y 11
Dios es amor;
amémonos unos a otros como Dios nos amó.
3
Aleluya 1 Jn 4, 12
Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros,
y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
4
Aleluya 1 Jn 4, 16
Quien permanece en el amor permanece en Dios,
y Dios en él.
EVANGELIOS
1
Estad alegres y contentos,
porque vuestra recompensa será grande en el cielo
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús al gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
—«Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.Dichosos los que lloran,
porque ellos serán consolados.Dichosos los sufridos,
porque ellos heredarán la tierra.Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos quedarán saciados.Dichosos los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.Dichosos los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
Palabra del Señor.
2
Vosotros sois la luz del mundo
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con que la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo».
Palabra del Señor.
3
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 21. 24-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente».
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.
Palabra del Señor.
O bien más breve:
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 21. 24-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca».
Palabra del Señor.
4
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre
Lectura del santo evangelio según san Mateo 19, 3-6
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
—«¿Es licito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?».
Él les respondió:
—«¿No habéis leído que el Creador, en el principio, “los creó hombre y mujer”, y dijo: “Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”? De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
Palabra del Señor.
5
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él
Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 35-40
En aquel tiempo, uno de los fariseos, que era experto en la Ley, le pregunto a Jesús para ponerlo a prueba:
—«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?».
Él le dijo:
—«”Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.”
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas».
Palabra del Señor.
6
No son dos, sino una sola carne
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 6-9
En aquel tiempo, dijo Jesús:
—«Al principio de la creación Dios “los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
Palabra del Señor.
7
En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos
Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 1-11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
—«No les queda vino».
Jesús le contestó:
—«Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dijo a los sirvientes:
—«Haced lo que él diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
—«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
—«Sacad ahora y llevádselo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes si lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
—«Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tu, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor.
8
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado».
Palabra del Señor.
9
Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 12-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo de».
Palabra del Señor.
10
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 20-26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:
—«Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí.
Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos».
Palabra del Señor.
O bien más breve:
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 20-23
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos del cielo, oró, diciendo:
—«Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mi por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí».
Palabra del Señor.
En los aniversarios del matrimonio se toman las mismas lecturas propuestas hasta aquí para la celebración del matrimonio; pueden emplearse también las lecturas de la misa para dar gracias a Dios. (Leccionario VI), que reproducimos a continuación.
PARA DAR GRACIAS A DIOS
LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
1
Bendito sea el Señor, que ha dado el descanso a su pueblo
Lectura del primer libro de los Reyes 8, 55-61
En aquellos días, el rey Salomón, puesto en pie, echó esta bendición en voz alta a toda la asamblea de Israel:
—«Bendito sea el Señor, que ha dado el descanso a su pueblo Israel, conforme a sus promesas. No ha fallado ni una sola de las promesas que hizo por medio de su siervo Moisés.
Que el Señor, nuestro Dios, esté con nosotros, como estuvo con nuestros padres; que no nos abandone ni nos rechace. Que incline hacia él nuestro corazón, para que sigamos todos sus caminos y guardemos los preceptos, mandatos y decretos que dió a nuestros padres.
Que las palabras de esta súplica hecha ante el Señor permanezcan junto al Señor, nuestro Dios, día y noche, para que haga justicia a su siervo y a su pueblo Israel, según la necesidad de cada día.
Así sabrán todas las naciones del mundo que el Señor es el Dios verdadero, y no hay otro; y vuestro corazón será totalmente del Señor, nuestro Dios, siguiendo sus preceptos y guardando sus mandamientos».
Palabra de Dios.
2
Dios ha hecho maravillas en la tierra
Lectura del libro de Sirácida 50, 24-26
Bendecid al Dios del universo,
que ha hecho maravillas en la tierra,
que cría al hombre desde el vientre materno
y lo forma a su voluntad.
Él os conceda un corazón sabio
y que reine la paz entre vosotros,
en Israel, por los siglos de los siglos.
Que su misericordia sea fiel con nosotros,
y en nuestros días nos rescate.
Palabra de Dios.
3
Voy a recordar las alabanzas del Señor, sus muchos beneficios a la casa de Israel
Lectura del libro de Isaías 63, 7-9
Voy a recordar las misericordias
del Señor, las alabanzas del Señor:
todo lo que hizo por nosotros el Señor,
sus muchos beneficios a la casa de Israel,
lo que hizo con su compasión
y con su gran misericordia.
Él dijo: «Son mi pueblo,
hijos que no engañarán».
Él fue su salvador en el peligro:
no fue un mensajero ni un enviado;
él en persona los salvó,
con su amor y su clemencia los rescató,
los liberó y los llevó siempre,
en los tiempos antiguos.
Palabra de Dios.
4
El Señor será el rey de Israel, en medio de ti
Lectura de la profecía de Sofonías 3, 14-15
Regocíjate, hija de Sión,
grita de júbilo, Israel;
alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha cancelado tu condena,
ha expulsado a tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel,
en medio de ti, y ya no temerás.
Palabra de Dios.
LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO
1
En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 3-9
Hermanos:
La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros.
En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús.
Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo.
De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro.
Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!
Palabra de Dios.
2
Para que la gloria de su gracia redunde en alabanza suya
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 3-14
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.
Por su medio hemos heredado también nosotros.
A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.
Y también vosotros, que habéis escuchado la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, en el que creísteis, habéis sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual es prenda de nuestra herencia, para liberación de su propiedad, para alabanza de su gloria.
Palabra de Dios.
3
Dando gracias a Dios Padre por medio de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-17
Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Palabra de Dios.
SALMOS RESPONSORIALES
1
Interleccional: 1 Crónicas 29, 10. 11. 12 (R.: 13b)
R. Alabamos tu nombre glorioso, Señor.
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos. R.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuánto hay en cielo y tierra,
tú eres rey y soberano de todo. R.
De ti viene la riqueza y la gloria,
tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos. R.
2
Salmo responsorial: Salmo 112, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8 (R.: 2)
R. Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre.
O bien:
R. Aleluya.
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R.
De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos. R.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra? R.
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo. R
3
Salmo responsorial: Salmo 137, 1-2a. 2bc-3. 4-5 (R.: 2bc)
R. Daré gracias a tu nombre,
Señor, por tu misericordia y tu lealtad.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R.
Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. R.
4
Salmo responsorial: Salmo 144, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9. 10-11 (R.: 1b)
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Señor.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza. R.
Una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas. R.
Encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias. R.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.
ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO
1
Aleluya Sal 65, 16
Venid a escuchar,
os contaré lo que el Señor ha hecho conmigo.
2
Aleluya Cf. Sal 137, 1bc
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca.
3
Aleluya Cf. Mt 11, 25
Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra,
porque has revelado los secretos del reino
a la gente sencilla.
4
Aleluya Lc 1, 49
El Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo.
5
Aleluya Jn 15, 11
Os he hablado de esto
—dice el Señor—
para que mi alegría esté en vosotros,
y vuestra alegría llegue a plenitud.
6
Aleluya Ef 1, 3
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales.
7
Aleluya 1 Ts 5, 18
Dad gracias en toda ocasión:
ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús
respecto de vosotros.
8
Aleluya
A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos.
A ti la Iglesia santa, extendida por toda la tierra, te proclama.
EVANGELIOS
1
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 7-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!».
Palabra del Señor.
2
Has escondido estas cosas a los sabios y se las ha revelado a la gente sencilla
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
—«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor.
3
Anuncia lo que el Señor ha hecho contigo
Lectura del santo evangelio según san Marcos 5, 18-20
En aquel tiempo, mientras Jesús se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
—«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia».
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.
Palabra del Señor.
4
Proclama mi alma la grandeza del Señor
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-55
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito;
—«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
Palabra del Señor.
5
Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús:
—«Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre».
Él les contestó:
—«Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».
En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamo:
—«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla.
Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar».
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
—«¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron».
Palabra del Señor.
6
Se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17, 11-19
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
—«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
—«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.
Éste era un samaritano.
Jesús tomo la palabra y dijo:
—«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?».
Y le dijo:
—«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor.
7
Esto os mando: que os améis unos a otros
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a la plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Palabra del Señor.
8
Nadie os quitará vuestra alegría
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 20-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría».
Palabra del Señor.
LECCIONARIO VIII – PARA LAS MISAS RITUALES
Lecturas del Leccionario VIII, EN LA CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA
Lecturas del Leccionario VIII, EN LA ADMINISTRACIÓN DE LAS SAGRADAS ÓRDENES
Lecturas del Leccionario VIII, PARA LA ADMISIÓN DE CANDIDATOS AL DIACONADO Y AL PRESBITERAD0
Lecturas del Leccionario VIII, EN LA COLACIÓN DE MINISTERIOS
Lecturas del Leccionario VIII, EN LA ADMINISTRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS A LOS ENFERMOS Y MORIBUNDOS
Lecturas del Leccionario VIII, POR LOS ESPOSOS
Lecturas del Leccionario VIII, EN LA BENDICIÓN DE UN ABAD O DE UNA ABADESA
Lecturas del Leccionario VIII, EN LA CONSAGRACIÓN DE VÍRGENES Y EN LA PROFESIÓN RELIGIOSA
Lecturas del Leccionario VIII, EN LA DEDICACIÓN O BENDICIÓN DE UNA IGLESIA O DE UN ALTAR
Lecturas del Leccionario VIII, MISAS DE DIFUNTOS