LECCIONARIO V. 6 de diciembre. San Nicolás, obispo
Lecturas San Nicolás, obispo.
El 6 de diciembre, la Iglesia Católica celebra la festividad de San Nicolás, obispo de Myra. San Nicolás es ampliamente conocido y amado como el santo patrón de los niños, los marineros, los viajeros y los comerciantes, y es reconocido por su generosidad y compasión.
San Nicolás nació en el siglo IV en la ciudad de Patara, en lo que ahora es Turquía. Desde una edad temprana, mostró una gran devoción a Dios y una profunda compasión por los demás. Después de la muerte de sus padres, decidió dedicar su vida al servicio de Dios y se convirtió en sacerdote y luego en obispo de Myra.
La vida de San Nicolás estuvo marcada por su preocupación por los necesitados y su generosidad desinteresada. Se cuenta la famosa historia de cómo salvó a tres jóvenes hermanas de la prostitución al proporcionarles una dote para que pudieran casarse. En secreto, arrojó bolsas de oro por la ventana de su casa durante tres noches consecutivas.
San Nicolás también es conocido por su intercesión en favor de los marineros y los viajeros. Se dice que calmó tormentas y salvó a aquellos que estaban en peligro en el mar. Esta es una de las razones por las que es venerado como el santo patrón de los marineros.
La figura de San Nicolás es la inspiración para la tradición de Santa Claus, que se celebra en muchas partes del mundo durante la Navidad. La imagen del bondadoso obispo vestido de rojo y blanco, repartiendo regalos a los niños, refleja el espíritu de generosidad y amor al prójimo que San Nicolás personificó.
En la festividad de San Nicolás, podemos reflexionar sobre su ejemplo de generosidad y compasión. Podemos pedir su intercesión para que nos inspire a ser generosos con los demás y a compartir nuestras bendiciones con aquellos que más lo necesitan.
Que San Nicolás, obispo de Myra, nos enseñe a ser personas de corazón generoso y a mostrar compasión hacia los demás. Que su ejemplo nos anime a practicar la caridad y a ser instrumentos del amor de Dios en el mundo. Amén.
6 de diciembre: San Nicolás, obispo
PRIMERA LECTURA
¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?
Lectura del libro de Isaías 6, 1-8
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.
Y vi serafines en pie junto a él, cada uno con seis alas: con dos alas se cubrían el rostro, con dos alas se cubrían el cuerpo, con dos alas se cernían.
Y se gritaban uno a otro, diciendo:
—«¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!».
Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije:
—«¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos».
Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:
—«Mira: esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado».
Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
—«¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?».
Contesté:
—«Aquí estoy, mándame».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 39, 2 y 4ab. 7. 8-9. 10 (R.: 8a y 9a)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio. R.
Entonces yo digo: «Aquí estoy
—como está escrito en mi libro—
para hacer tu voluntad».
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios;
Señor, tú lo sabes. R.
Aleluya y versículo antes del evangelio Lc 4, 18
El Señor me ha enviado
para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad.
EVANGELIO
La mies es abundante y los obreros pocos
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 1-9
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir él. Y les decía:
—«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «Está cerca de vosotros el reino de Dios»».
Palabra del Señor.
Lecturas del Leccionario V para el mes de diciembre