San Marcelino y San Pedro

LECCIONARIO V. 2 de junio. San Marcelino y San Pedro, mártires

Lecturas San Marcelino y San Pedro, mártires.

2 de junio San Marcelino y San Pedro

El Leccionario V para el 2 de junio conmemora la memoria de dos valientes mártires cristianos: San Marcelino y San Pedro. Estos dos santos son recordados por su firmeza en la fe y su disposición a sacrificarse por su creencia en Jesucristo.

San Marcelino y San Pedro vivieron en el contexto de la persecución que los primeros cristianos enfrentaron en los primeros siglos de la Iglesia. Ambos fueron testigos de su fe en un tiempo en que profesar el cristianismo a menudo llevaba consigo graves riesgos, incluso la posibilidad de la muerte.

La historia de San Marcelino y San Pedro es un testimonio conmovedor de la dedicación inquebrantable a Cristo y a los principios cristianos. Se dice que enfrentaron el martirio con coraje, resistiendo las presiones para renunciar a su fe. Su valentía y firmeza en medio de la persecución son un recordatorio de la importancia de mantener la fe incluso en las circunstancias más difíciles.

El Leccionario V para el 2 de junio invita a la comunidad cristiana a reflexionar sobre el legado de San Marcelino y San Pedro. Nos anima a considerar la profundidad de su compromiso con Cristo y a inspirarnos en su ejemplo de fidelidad, incluso cuando enfrentaron la amenaza de la persecución y la muerte.

En la actualidad, el testimonio de estos mártires sigue siendo relevante, recordándonos la importancia de defender nuestra fe y permanecer fieles a Cristo, incluso en medio de desafíos y adversidades. La memoria de San Marcelino y San Pedro nos inspira a vivir con valentía y convicción, recordándonos que la fe auténtica a menudo implica sacrificios, pero también conduce a una recompensa eterna.


2 de junio: San Marcelino y San Pedro, mártires

PRIMERA LECTURA

Somos los moribundos que están bien vivos

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 6, 4-10

Hermanos:

Continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la verdad y la fuerza de Dios.

Con la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la justicia, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama. Somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 123, 2-3. 4-5. 7b-8 (R.: 7a)

R. Hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado
hasta el cuello
las aguas espumantes. R.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R.

Aleluya y versículo antes del evangelio Jn 17, 19

Por ellos me consagro yo —dice el Señor—,
para que también se consagren ellos en la verdad.

EVANGELIO

El mundo los ha odiado

Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 11b-19

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:

—«Padre santo,
guárdalos en tu nombre, a los que me has dado,
para que sean uno, como nosotros.

Cuando estaba con ellos,
yo guardaba en tu nombre a los que me diste,
y los custodiaba,

y ninguno se perdió,
sino el hijo de la perdición,
para que se cumpliera la Escritura.

Ahora voy a ti,
y digo esto en el mundo
para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida.

Yo les he dado tu palabra,
y el mundo los ha odiado porque no son del mundo,
como tampoco yo soy del mundo.

No ruego que los retires del mundo,
sino que los guardes del mal.

No son del mundo,
como tampoco yo soy del mundo.

Conságralos en la verdad;
tu palabra es verdad.

Como tú me enviaste al mundo,
así los envío yo también al mundo.

Y por ellos me consagro yo,
para que también se consagren ellos en la verdad».

Palabra del Señor.


Lecturas del Leccionario V para el mes de junio


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