Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores

LECCIONARIO V. 15 de septiembre. Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores

Lecturas Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores.

15 de septiembre Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores

El 15 de septiembre, el Leccionario de la Iglesia Católica nos invita a recordar y honrar a Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores. Esta celebración nos lleva a reflexionar sobre la compasión y el sufrimiento que María experimentó como madre de Jesús, especialmente durante los momentos más dolorosos de la Pasión de su Hijo.

La devoción a Nuestra Señora de los Dolores se centra en los siete dolores principales que María vivió a lo largo de la vida de Jesús: la profecía de Simeón, la huida a Egipto, la pérdida del niño Jesús en el Templo, el encuentro con Jesús camino al Calvario, la crucifixión y muerte de Jesús, la deposición de su cuerpo de la cruz, y la sepultura de Jesús.

La figura de Nuestra Señora de los Dolores destaca la conexión profunda entre María y la obra redentora de su Hijo. María, al estar junto a la cruz en los momentos más difíciles, se convierte en un modelo de fortaleza, fe y aceptación de la voluntad divina, incluso en medio del sufrimiento.

Esta festividad nos invita a contemplar el papel singular de María en la historia de la salvación y a reconocer su presencia compasiva en nuestras propias vidas. Como madre amorosa, María entiende nuestras tristezas y nos acompaña en nuestros momentos de dolor y aflicción.

En este día, los fieles son llamados a acercarse a María con confianza, sabiendo que ella intercede por nosotros ante su Hijo. Nuestra Señora de los Dolores nos enseña que el sufrimiento no está exento de significado y redención, y que, al unir nuestros dolores a los de Cristo, encontramos consuelo y esperanza en medio de nuestras pruebas.

Que la festividad de Nuestra Señora de los Dolores inspire a los creyentes a confiar en la maternal intercesión de María y a llevar sus cargas ante ella, sabiendo que comparte nuestras penas y sufre con nosotros. Que en la contemplación de los dolores de María, encontremos consuelo y aliento para enfrentar los desafíos de la vida con fe y amor.

En este día especial, elevamos nuestras oraciones a Nuestra Señora de los Dolores, pidiendo su intercesión para que, al caminar con ella en los momentos difíciles, podamos experimentar la paz y la gracia que provienen de su amor maternal.


15 de septiembre: Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores

PRIMERA LECTURA

Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salvación eterna

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado.

Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Salmo 30, 2-3a. 3b-4. 5-6. 15-16. 20 (R.: 17b)

R. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí. R.

Ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R.

Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R.

Pero yo confío en ti, Señor, te digo:
«Tú eres mi Dios».
En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

Qué bondad tan grande,
Señor, reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. R.

SECUENCIA

Esta secuencia es potestativa, y puede decirse entera o en forma abreviada, desde las palabras: «Y, porque a amarle me anime»

La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.

¡Oh cuán triste y cuán aflicta
se vio la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.

Y ¿cuál hombre no llorara,
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.

¡Oh dulce fuente de amor!,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.

Y, porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.

Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.

¡Virgen de vírgenes santas!,
llore ya con ansias tantas,
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.

Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda,
y contigo me defienda
en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.

Aleluya

Feliz la Virgen María,
que, sin morir, mereció la palma del martirio junto a la cruz del Señor.

EVANGELIO

Triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena

Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 25-27

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.

Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

—«Mujer, ahí tienes a tu hijo».

Luego, dijo al discípulo:

—«Ahí tienes a tu madre».

Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Palabra del Señor.

A ti, una espada te traspasará el alma

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 33-35

En aquel tiempo, el padre y la madre de Jesús estaban admirados por lo que se decía del niño.

Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:

—«Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma».

Palabra del Señor.


Lecturas del Leccionario V para el mes de septiembre


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