Misa de la Santísima Virgen María

LECCIONARIO VI. MISAS VOTIVAS. MISA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Lecturas Misa de la Santísima Virgen María.

LECCIONARIO VI. MISAS VOTIVAS. MISA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

El «Leccionario VI. Misas Votivas. Misa de la Santísima Virgen María» es una celebración litúrgica que honra a la Madre de Dios, destacando su papel central en la historia de la salvación y su ejemplo de fe y obediencia a la voluntad divina. Esta misa votiva se celebra en diversas ocasiones a lo largo del año litúrgico, permitiendo a los fieles reflexionar sobre las virtudes y la misión de María, así como pedir su intercesión maternal.

Las lecturas seleccionadas para esta misa están diseñadas para resaltar diferentes aspectos de la vida y el papel de la Virgen María. La primera lectura, tomada del libro del Génesis (Gn 3, 9-15. 20), narra el momento en que Dios establece hostilidades entre la serpiente y la mujer, y entre la descendencia de ambos. Este pasaje, conocido como el Protoevangelio, es interpretado por la tradición cristiana como la primera promesa de redención, donde María, la nueva Eva, y su descendencia, Jesús, vencerán al mal. Este texto subraya la importancia de María en el plan de salvación desde los primeros momentos de la historia humana.

En el tiempo pascual, la primera lectura se toma del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 1, 12-14), donde se describe a los discípulos dedicándose a la oración junto con María, la madre de Jesús, después de la ascensión de Cristo. Este pasaje destaca la presencia constante y el apoyo de María en la comunidad cristiana naciente, subrayando su papel como madre espiritual de la Iglesia y modelo de oración y unidad.

El salmo responsorial (Sal 102, 1-4. 8-10) es un canto de alabanza que celebra la misericordia y la compasión de Dios. El salmista exalta al Señor por sus múltiples beneficios, especialmente por su capacidad de perdonar todas las culpas y sanar todas las dolencias. Este salmo refuerza la idea de un Dios cercano y compasivo, que no trata a los seres humanos según sus pecados, sino que los envuelve con su amor y misericordia.

La segunda lectura, extraída de la carta a los Gálatas (Gal 4, 4-7), enfatiza la plenitud de los tiempos en la que Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, para redimir a los que estaban bajo la ley y hacernos hijos adoptivos de Dios. Este pasaje subraya la maternidad divina de María y su papel en la encarnación del Verbo, destacando su cooperación en el misterio de la redención.

El evangelio según San Lucas (Lc 1, 39-47) narra la visita de María a su prima Isabel, conocida como la Visitación. En este encuentro, Isabel, llena del Espíritu Santo, proclama a María como «bendita entre las mujeres» y «madre de mi Señor». María responde con el Magníficat, un canto de alabanza que exalta la grandeza de Dios y su acción salvadora. Este evangelio destaca la fe y la humildad de María, así como su disposición a servir y a compartir la alegría de la salvación con los demás.

En conjunto, estas lecturas invitan a los fieles a contemplar el misterio de la Santísima Virgen María, reconociendo su papel único en la historia de la salvación y su ejemplo de fe, obediencia y amor. La Misa de la Santísima Virgen María no solo celebra a la Madre de Dios, sino que también llama a los creyentes a imitar sus virtudes y a confiar en su intercesión maternal. Esta celebración litúrgica es una oportunidad para renovar la devoción a María y para profundizar en el compromiso de vivir según los valores del Evangelio, siguiendo su ejemplo de entrega total a la voluntad de Dios. Se toman las lecturas del Común de santa María Virgen.


MISA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

PRIMERA LECTURA. Fuera del tiempo pascual

1

Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la mujer

Lectura del libro del Génesis 3, 9-15. 20

Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre:

—«¿Dónde estás?».

Él contestó:

—«Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».

El Señor le replicó:

—«¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».

Adán respondió:

—«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí».

El Señor dijo a la mujer:

—«¿Qué es lo que has hecho?».

Ella respondió:

—«La serpiente me engañó, y comí».

El Señor Dios dijo a la serpiente:

—«Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón».

El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.

Palabra de Dios.

Interleccional: Judit 13, 18bcde. 19 (R.: 15, 9d)

R. Tú eres el orgullo de nuestra raza

El Altísimo te ha bendecido, hija,
más que a todas las mujeres de la tierra.
Bendito el Señor, creador del cielo y tierra. R.

Que hoy ha glorificado tu nombre de tal modo,
Que tu alabanza estará siempre en la boca de todos
los que se acuerden de esta obra poderosa de Dios. R.

2

Como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre

Lectura del libro del Génesis 12, 1-7

En aquellos días, el Señor dijo a Abran:

—«Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré.

Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición.

Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo».

Abrán marchó, como le había dicho el Señor, y con él marchó Lot. Abran tenía setenta y cinco años cuando salió de Harán. Abrán llevó consigo a Saray, su mujer, a Lot, su sobrino, todo lo que había adquirido y todos los esclavos que había ganado en Harán.

Salieron en dirección de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán, Abran atravesó el país hasta la región de Siquén, hasta la encina de Moré. En aquel tiempo habitaban allí los cananeos.

El Señor se apareció a Abran y le dijo:

—«A tu descendencia le daré esta tierra».

Él construyó allí un altar en honor del Señor, que se le había aparecido.

Palabra de Dios.

Interleccional: Lucas 1, 46-47. 48-49. 50-51. 52-53. 54-55 (R.: 49)

R. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. R.

Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo. R.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón. R.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R.

3

Dios le dará el trono de David, su padre

Lectura del segundo libro de Samuel 7, 1-5. 8b-11. 16

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán:

—«Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda».

Natán respondió al rey:

—«Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo».

Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor:

—«Ve y dile a mi siervo David:

Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?

Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel.

Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunicará que te dará una dinastía. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre»».

Palabra de Dios.

Interleccional: 1 Samuel 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd (R.: 1a)

R. Mi corazón se regocija por el Señor, mi salvador.

Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R.

Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R.

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R.

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R.

4

Metieron el arca de Dios
y la instalaron en el centro de la tienda
que David le había preparado

Lectura del primer libro de las Crónicas 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2

En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todos los israelitas, para trasladar el arca del Señor al lugar que le había preparado. Luego reunió a los hijos de Aarón y a los levitas.

Luego los levitas se echaron los varales a los hombros y levantaron en peso el arca de Dios, tal como había mandado Moisés por orden del Señor.

David mandó a los jefes de los levitas organizar a los cantores de sus familias, para que entonasen cantos festivos acompañados de instrumentos, arpas, cítaras y platillos.

Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión a Dios y, cuando David terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 112, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8 (R.: 2)

R. Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre.

O bien:

R. Aleluya.

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R.

De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos. R.

¿Quién como el Señor, Dios. nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
el cielo y a la tierra? R.

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo. R.

5

María, trono de la sabiduría

Lectura del libro de los Proverbios 8, 22-31

Así dice la sabiduría de Dios:

«El Señor me estableció al principio de sus tareas,
al comienzo de sus obras antiquísimas.

En un tiempo remotísimo fui formada,
antes de comenzar la tierra.

Antes de los abismos fui engendrada,
antes de los manantiales de las aguas.

Todavía no estaban aplomados los montes,
antes de las montañas fui engendrada.

No había hecho aún la tierra y la hierba,
ni los primeros terrones del orbe.

Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo;

cuando sujetaba el cielo en la altura,
y fijaba las fuentes abismales.

Cuando ponía un límite al mar,
cuyas aguas no traspasan su mandato;

cuando asentaba los cimientos de la tierra,
yo estaba junto a él, como aprendiz,

yo era su encanto cotidiano,
todo el tiempo jugaba en su presencia:

jugaba con la bola de la. tierra,
gozaba con los hijos de los hombres».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 44, 11-12. 14-15. 16-17 (R.: 11a)

R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor. R.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras. R.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres, tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra». R.

6

María, trono de la sabiduría

Lectura del libro de Sirácida 24, 1. 3-4. 8-12 19-21

La sabiduría se alaba a sí misma,
se gloría en medio de su pueblo,

abre la boca en la asamblea del Altísimo
y se gloría delante de sus Potestades.

«Yo salí de la boca del Altísimo,
como primogénita de todas las criaturas.

Yo hice amanecer en el cielo una luz sin ocaso
y, como niebla cubrí la tierra;

habité en el cielo
con mi trono sobre columna de nubes.

El Creador estableció mi morada:
«Habita en Jacob, sea Israel tu heredad».
Desde el principio, antes de los siglos, me creó,

y no cesaré jamás.
En la santa morada, en su presencia, ofrecí culto
y en Sión me establecí;

en la ciudad escogida me hizo descansar,
en Jerusalén reside mi poder.

Eché raíces entre un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad,
y resido en la congregación plena de los santos.

Venid a mí, los que me amáis,
y saciaos de mis frutos;
mi nombre es más dulce que la miel,

y mi herencia, mejor que los panales.
el que me come tendrá más hambre,
el que me bebe tendrá más sed;

el que me escucha no fracasará,
el que me pone en práctica no pecará».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 44, 11-12. 14-15. 16-17 (R.: 11a)

R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor. R.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras. R.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres, tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra». R.

7

Mirad: la virgen está encinta

Lectura del libro de Isaías 7, 10-14; 8, 10

En aquellos días, el Señor habló a Acaz:

—«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».

Respondió Acaz:

—«No la pido, no quiero tentar al Señor».

Entonces dijo Dios:

—«Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal:

Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo,

y le pondrá por nombre Emmanuel,

que significa «Dios-con-nosotros»».

Palabra de Dios.

Interleccional: 1 Samuel 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd (R.: 1a)

R. Mi corazón se regocija por el Señor, mi salvador.

Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R.

Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R.

El Señor da la muerte y, la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R.

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R.

8

Un hijo se nos ha dado

Lectura del libro de Isaías 9, 1-3. 5-6

El pueblo que caminaba en tinieblas
vio una luz grande;

habitaban tierra de sombras,
y una luz les brilló.

Acreciste la alegría,
aumentaste el gozo;

se gozan en tu presencia,
como gozan al segar,

como se alegran
al repartirse el botín.

Porque la vara del opresor,
y el yugo de su carga,

el bastón de su hombro,
los quebrantaste como el día de Madián.

Porque un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado:

lleva a hombros el principado,
y es su nombre:

«Maravilla de Consejero,
Dios guerrero,

Padre perpetuo,
Príncipe de la paz».

Para dilatar el principado
con una paz sin límites,

sobre el trono de David
y sobre su reino.

Para sostenerlo y consolidarlo
con la justicia y el derecho,
desde ahora y por siempre.
El celo del Señor de los ejércitos lo realizará.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 112 1-2. 3-4. 5-6. 7-8 (R.: 2)

R. Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre.

O bien:

R. Aleluya.

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R.

De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos. R.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra? R.

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura, al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo. R.

9

Desbordo de gozo con el Señor

Lectura del libro de Isaías 61, 9-11

La estirpe de mi pueblo será célebre entre las naciones,
y sus vástagos, entre los pueblos.

Los que los vean reconocerán
que son la estirpe que bendijo el Señor.

Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:

porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,

como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.

Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,

así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.

Palabra de Dios.

Interleccional: 1 Samuel 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd (R.: 1a)

R. Mi corazón se regocija por el Señor, mi salvador.

Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R.

Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R.

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R.

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R.

10

El tiempo en que la madre dé a luz

Lectura de la profecía de Miqueas 5, 1-4a

Así dice el Señor:

«Pero tú, Belén de Efrata,
pequeña entre las aldeas de Judá,
de ti saldrá el jefe de Israel.

Su origen es desde lo antiguo,
de tiempo inmemorial.

Los entrega hasta el tiempo
en que la madre dé a luz,

y el resto de sus hermanos
retornará los hijos de Israel.

En pie, pastoreará con la fuerza del Señor,
por el nombre glorioso del Señor, su Dios.

Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande
hasta los confines de la tierra,
y éste será nuestra paz».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 112, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8 (R.: 2)

R. Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre.

O bien:

R. Aleluya.

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R.

De la salida del sol hasta, su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos. R.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra? R.

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo. R

11

Alégrate, hija de Sión, que yo vengo

Lectura de la profecía de Zacarías 2, 14-17

Alégrate y goza, hija de Sión,
que yo vengo a habitar dentro de ti
—oráculo del Señor—.

Aquel día se unirán al Señor muchos pueblos,
y serán pueblo mío.

Habitaré en medio de ti,
y comprenderás que el Señor de los ejércitos
me ha enviado a ti.

El Señor tomará posesión de Judá
sobre la tierra santa
y elegirá de nuevo a Jerusalén.

Calle toda carne ante el Señor,
cuando se levanta en su santa morada.

Palabra de Dios.

Interleccional: Lucas 1, 46-47. 48-49. 50-51. 52-53. 54-55

R. Bienaventurada eres, Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. R.

Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo. R.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón. R.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R.

PRIMERA LECTURA. Tiempo pascual

1

Se dedicaban a la oración, junto con María, la madre de Jesús

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 12-14

Después de subir Jesús al cielo, los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Llegados a casa, subieron a la sala, donde se alojaban: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Celotes y Judas el de Santiago.

Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.

Palabra de Dios.

Interleccional: Lucas 1, 46-47. 48-49. 50-51. 52-53. 54-55

R. Bienaventurada eres, Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

O bien:

R. Aleluya.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. R.

Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo. R.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón. R.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R.

2

Apareció una figura portentosa en el cielo

Lectura del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab

Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de su alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas.

Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra.

El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera.

Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios.

Se oyó una gran voz en el cielo:

—«Ahora se estableció la salud y el poderío,

y el reinado de nuestro Dios,

y la potestad de su Cristo».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 44, 11-12. 14-15. 16-17 (R.: 11a)

R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

O bien:

R. Aleluya

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor. R.

Ya entra la princesa,
bellísima, vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras. R.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres, tendrás hijos,
que nombrarás príncipes; por toda la tierra». R.

3

Vi la nueva Jerusalén,
arreglada como una novia que se adorna para su esposo

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe.

Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.

Y escuché una voz potente que decía desde el trono:

—«Ésta es la morada de Dios con los,
hombres: acampará entre ellos.

Ellos serán su pueblo,
y Dios estará con ellos y será su Dios.

Enjugará las lágrimas de sus ojos.

Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor.
Porque el primer «mundo ha pasado».

Y el que estaba sentado en el trono dijo:

«Todo lo hago nuevo».

Palabra de Dios.

Interleccional: Judit 13, 18bcde. 19 (R.: 15, 9d)

R. Tú eres el orgullo de nuestra raza.

O bien:

R. Aleluya

El Altísimo te ha bendecido, hija,
más que a todas las mujeres de la tierra.
Bendito el Señor, creador del cielo y tierra. R.

Que hoy ha glorificado tu nombre de tal modo,
que tu alabanza estará siempre en la boca de todos
los que se acuerden de esta obra poderosa de Dios. R.

SEGUNDA LECTURA

1

Si creció el pecado más desbordante fue la gracia

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 12. 17-19

Hermanos:

Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.

Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, por culpa de uno solo. Cuanto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la justificación.

En resumen: si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos.

Palabra de Dios.

2

A los que había escogido, Dios los predestinó

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 28-30

Hermanos:

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio.

A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos.

A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

Palabra de Dios.

3

Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 4, 4-7

Hermanos:

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: « ¡Abba! Padre». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Palabra de Dios.

4

Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 3-6. 11-12

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,

para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,

para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

Por su medio hemos heredado también nosotros.

A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad.

Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

1

Aleluya y versículo antes del evangelio

Dichosa eres, santa Virgen María,
y digna de toda alabanza:
de ti salió el sol de justicia,
Cristo, nuestro Señor.

La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 1-16. 18-23

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.

Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.

David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amós, Amos a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.

Después del destierro de Babilonia, Jecomas engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

—«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:

«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo

y le pondrá por nombre Emmanuel,

que significa «Dios-con-nosotros»».

Palabra del Señor.

O bien más breve:

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 18-23

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

—«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:

«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo

y le pondrá por nombre Emmanuel,

que significa «Dios-con-nosotros»».

Palabra del Señor.

2

Aleluya y versículo antes del evangelio Cf. Lc 1, 45

Dichosa tú, Virgen María, que has creído,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

Dichosa tú, Virgen María, que has creído,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá

Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 13-15. 19-23

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:

—«Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».

José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta:

«Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto».

Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo:

—«Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño».

Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel.

Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.

Palabra del Señor.

3

Aleluya y versículo antes del evangelio Lc 11, 28

Dichosos los que escuchan la palabra de Dios
y la cumplen.

Señalando con la mano a los discípulos, dijo:
«Éstos son mi madre y mis hermanos»

Lectura del santo evangelio según san Mateo 12, 46-50

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó:

—«Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo».

Pero él contestó al que le avisaba:

—«¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?».

Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo:

—«Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre».

Palabra del Señor.

4

Aleluya y versículo antes del evangelio Lc 1, 28

Alégrate, María, llena de gracia,
el Señor está contigo;
bendita tú eres entre las mujeres.

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

—«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.

El ángel le dijo:

—«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».

Y María dijo al ángel:

—«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?».

El ángel le contestó:

—«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.

Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».

María contestó:

—«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor.

5

Aleluya y versículo antes del evangelio Cf. Lc 1, 45

Dichosa tú, Virgen María, que has creído,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

Dichosa tú, que has creído

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-47

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:

—«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.

Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».

María dijo:

—«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador».

Palabra del Señor.

6

Aleluya y versículo antes del evangelio

Dichosa eres, santa Virgen María,
y digna de toda alabanza:
de ti salió el sol de justicia,
Cristo, nuestro Señor.

Dio a luz a su hijo primogénito

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 1-14

En aquel tiempo, salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero.

Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.

También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.

En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño.

Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor.

El ángel les dijo:

—«No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».

De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:

—«Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor».

Palabra del Señor.

7

Aleluya y versículo antes del evangelio Cf. Lc 2, 19

Dichosa es la Virgen María,
que conservaba la palabra de Dios,
meditándola en su corazón.

Conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 15b-19

En aquel tiempo, los pastores se decían unos a otros:

—«Vamos derechos a Belén, a ver eso que ha pasado y que nos ha comunicado el Señor».

Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Palabra del Señor.

8

Aleluya y versículo antes del evangelio

Dichosa eres, santa Virgen María,
y digna de toda alabanza:
de ti salió el sol de justicia,
Cristo, nuestro Señor.

A ti, una espada te traspasará el alma

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 27-35

En aquel tiempo, Simeón, impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

—«Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:

—«Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma».

Palabra del Señor.

9

Aleluya y versículo antes del evangelio Cf. Lc 2, 19

Dichosa es la Virgen María,
que conservaba la palabra de Dios,
meditándola en su corazón.

Tu padre y yo te buscábamos angustiados

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-52

Los padres de Jesús solían ir cada uno a Jerusalén por las fiestas de Pascua.

Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.

Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.

A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:

—«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados».

Él les contestó:

—«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?».

Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.

Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.

Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

Palabra del Señor.

10

Aleluya y versículo antes del evangelio Lc 11, 28

Dichosos los que escuchan la palabra de Dios
y la cumplen.

Dichoso el vientre que te llevó

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 27-28

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo:

—«Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».

Pero él repuso:

—«Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

Palabra del Señor.

11

Aleluya y versículo antes del evangelio Cf. Lc 1, 45

Dichosa tú, Virgen María, que has creído,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

Y la madre de Jesús estaba allí

Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 1-11

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:

—«No les queda vino».

Jesús le contestó:

—«Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora».

Su madre dijo a los sirvientes:

—«Haced lo que él diga».

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.

Jesús les dijo:

—«Llenad las tinajas de agua».

Y las llenaron hasta arriba.

Entonces les mandó:

—«Sacad ahora y llevádselo al mayordomo».

Ellos se lo llevaron.

El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:

—«Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».

Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.

Palabra del Señor.

12

Aleluya y versículo antes del evangelio

Feliz la Virgen María,
que, sin morir, mereció la palma del martirio
junto a la cruz del Señor.

Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre

Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 25-27

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.

Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

—«Mujer, ahí tienes a tu hijo».

Luego, dijo al discípulo:

—«Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa

Palabra del Señor.


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