Misa de San Pedro y San Pablo, apóstoles

LECCIONARIO VI. MISAS VOTIVAS. MISA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

Lecturas Misa de San Pedro y San Pablo, apóstoles.

LECCIONARIO VI. MISAS VOTIVAS. MISA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

La «Misa de San Pedro y San Pablo, Apóstoles» es una celebración litúrgica que honra a dos de las figuras más prominentes y fundamentales del cristianismo: San Pedro y San Pablo. Estos dos apóstoles, aunque diferentes en muchos aspectos, comparten un papel crucial en la difusión del Evangelio y en la formación de la Iglesia primitiva. San Pedro, conocido como el primer Papa, es considerado la «roca» sobre la cual Cristo edificó su Iglesia, mientras que San Pablo, el «apóstol de los gentiles», es reconocido por su incansable labor misionera y sus profundas contribuciones teológicas a través de sus epístolas.

Las lecturas seleccionadas para esta misa están diseñadas para resaltar diferentes aspectos de la vida y el ministerio de estos dos grandes apóstoles. La primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 12, 1-11), narra la liberación milagrosa de San Pedro de la prisión por un ángel del Señor. Este pasaje subraya la protección divina sobre Pedro y su misión, destacando su papel como líder de la Iglesia y su valentía frente a la persecución. La intervención divina en su liberación simboliza la providencia de Dios en la vida de sus siervos y la importancia de la oración comunitaria.

El salmo responsorial (Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9) es un canto de alabanza y gratitud a Dios por su liberación y protección. El salmista proclama la bondad del Señor y su disposición a escuchar y salvar a los justos de todas sus angustias. Este salmo refuerza la idea de que Dios está siempre presente y activo en la vida de sus fieles, brindándoles consuelo y salvación en tiempos de necesidad.

La segunda lectura, extraída de la segunda carta de San Pablo a Timoteo (2 Tim 4, 6-8. 17-18), presenta a San Pablo reflexionando sobre su vida y su ministerio mientras enfrenta su inminente martirio. Pablo expresa su confianza en haber combatido el buen combate, haber terminado la carrera y haber guardado la fe. Este pasaje subraya la perseverancia y la fidelidad de Pablo hasta el final, así como su esperanza en la recompensa eterna que le espera. También destaca la fortaleza que recibió del Señor para proclamar el Evangelio a todas las naciones, a pesar de las dificultades y persecuciones.

El evangelio según San Mateo (Mt 16, 13-19) contiene la famosa confesión de Pedro en Cesarea de Filipo, donde reconoce a Jesús como el Mesías, el Hijo del Dios vivo. En respuesta, Jesús declara a Pedro como la «roca» sobre la cual edificará su Iglesia y le otorga las llaves del reino de los cielos, con el poder de atar y desatar. Este evangelio destaca la autoridad y el liderazgo de Pedro en la Iglesia, así como su papel fundamental en la continuidad de la misión de Cristo.

En conjunto, estas lecturas invitan a los fieles a contemplar el legado de San Pedro y San Pablo, reconociendo su valentía, su fe y su dedicación al Evangelio. La Misa de San Pedro y San Pablo, Apóstoles, no solo celebra a estos dos pilares de la Iglesia, sino que también llama a los creyentes a seguir su ejemplo de fidelidad y entrega a la misión de Cristo. Esta celebración litúrgica es una oportunidad para renovar el compromiso de vivir según los valores del Evangelio y para pedir la intercesión de estos grandes apóstoles en la vida de la Iglesia y en la misión evangelizadora de cada cristiano.

La Dedicación de las basílicas de los apóstoles San Pedro y San Pablo. Se toman las lecturas de la memoria de la Dedicación de las basílicas de los mismos apóstoles, día 18 de noviembre, que reproducimos a continuación.


MISA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

PRIMERA LECTURA

Llegamos a Roma

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 28, 11-16. 30-31

Al cabo de tres meses, zarpamos en un barco que había invernado en la isla de Malta. Era de Alejandría y llevaba por mascarón a Cástor y Pólux. Tocamos en Siracusa y nos detuvimos tres días; desde allí, costeando, arribamos a Regio. Al día siguiente, se levantó viento sur, y llegamos a Pozzuoli en dos días. Allí encontramos algunos hermanos que nos invitaron a pasar una semana con ellos. Después llegamos a Roma.

Los hermanos de Roma, que tenían noticia de nuestras peripecias, salieron a recibirnos al Foro Apio y Tres Tabernas. Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y se sintió animado.

En Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase.

Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 97, 1. 2-3ab. 3c-4. 5-6 (R.: 2b)

R. El Señor revela a las naciones su justicia.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad: R.

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.

Aleluya

A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos.
A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles.

EVANGELIO

Mándame ir hacia ti andando sobre el agua

Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 22-33

Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.

Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo.

Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.

Jesús les. dijo en seguida:

—« ¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».

Pedro le contestó:

—«Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua».

Él le dijo:

—«Ven».

Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:

—«Señor, sálvame».

En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:

—«¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?».

En cuanto subieron a la barca, amainó el viento.

Los de la barca se postraron ante él, diciendo:

—«Realmente eres Hijo de Dios».

Palabra del Señor.


MISAS VOTIVAS


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