Misa del Sagrado Corazón de Jesús

LECCIONARIO VI. MISAS VOTIVAS. MISA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Lecturas Misa del Sagrado Corazón de Jesús.

LECCIONARIO VI. MISAS VOTIVAS. MISA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

El «Leccionario VI. Misas Votivas. Misa del Sagrado Corazón de Jesús» es una celebración litúrgica que se centra en la devoción al Sagrado Corazón de Jesucristo, un símbolo profundo del amor divino y la misericordia infinita de Dios hacia la humanidad. Esta devoción, que tiene sus raíces en la mística cristiana y ha sido promovida a lo largo de los siglos por diversas figuras religiosas, destaca el corazón de Jesús como el centro vital de su amor y entrega total.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús se originó en la Edad Media, pero cobró un impulso significativo en el siglo XVII gracias a las revelaciones privadas de Santa Margarita María de Alacoque. En estas visiones, Jesús mostró su corazón rodeado de llamas de amor, coronado de espinas y con una herida abierta, de la cual brotaba sangre. Estas imágenes simbolizan el amor ardiente de Cristo por la humanidad y su sufrimiento redentor. Jesús expresó su deseo de que se estableciera una fiesta en honor a su Sagrado Corazón y que los fieles recibieran la Sagrada Comunión los primeros viernes de cada mes en reparación por los pecados cometidos contra su amor.

Las lecturas seleccionadas para esta misa votiva están diseñadas para resaltar diferentes aspectos del amor y la misericordia de Cristo. La primera lectura, tomada del libro del Deuteronomio (Dt 7, 6-11), subraya la elección y el amor especial de Dios por su pueblo, un amor que se manifiesta plenamente en el corazón de Jesús. Este pasaje nos recuerda que somos amados y elegidos por Dios, no por nuestros méritos, sino por su infinita bondad y misericordia.

En conjunto, estas lecturas invitan a los fieles a contemplar el misterio del Sagrado Corazón de Jesús, reconociendo su amor infinito y su deseo de estar en comunión con nosotros. La Misa del Sagrado Corazón de Jesús no solo celebra este símbolo central de la fe cristiana, sino que también llama a los creyentes a imitar el amor generoso y sacrificial de Cristo en sus propias vidas. Esta celebración litúrgica es una oportunidad para renovar la fe en el amor redentor de Cristo y para profundizar en el compromiso de vivir según los valores del Evangelio.


MISA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

PRIMERAS LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO. Fuera del tiempo pascual

1

Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso

Lectura del libro del Éxodo 34, 4b-6. 8-9

En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra.

El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.

El Señor pasó ante él, proclamando:

—«Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad».

Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra.

Y le dijo:

—«Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya».

Palabra de Dios.

2

El Señor se enamoró de vosotros y os eligió

Lectura del libro del Deuteronomio 7, 6-11

En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo:

—«Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios: él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad.

Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió, no fue por ser vosotros más numerosos que los demás, pues sois el pueblo más pequeño, sino que, por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto.

Así sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios: el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y guardan sus preceptos, por mil generaciones.

Pero paga en su persona a quien lo aborrece, acabando con él. No se hace esperar, paga a quien lo aborrece, en su persona.

Pon por obra estos preceptos y los mandatos y decretos que te mando hoy».

Palabra de Dios.

3

Los amó, y de su descendencia os escogió

Lectura del libro del Deuteronomio 10, 12-22

Moisés habló al pueblo, diciendo:

—«Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que sirvas al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma, que guardes los preceptos del Señor, tu Dios, y los mandatos que yo te mando hoy, para tu bien. Cierto: del Señor son los cielos, hasta el último cielo, la tierra y todo cuanto la habita; con todo, sólo de vuestros padres se enamoró el Señor, los amó, y de su descendencia os escogió a vosotros entre todos los pueblos, como sucede hoy.

Circuncidad vuestro corazón, no endurezcáis vuestra cerviz; que el Señor, vuestro Dios, es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, fuerte y terrible; no es parcial ni acepta soborno, hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al forastero, dándole pan y vestido. Amaréis al forastero, porque forasteros fuisteis en Egipto. Temerás al Señor, tu Dios, le servirás, te pegarás a él, en su nombre jurarás. Él será tu alabanza, él será tu Dios, pues él hizo a tu favor las terribles hazañas que tus ojos han visto. Setenta eran tus padres cuando bajaron a Egipto, y ahora el Señor, tu Dios, te ha hecho numeroso como las estrellas del cielo».

Palabra de Dios.

4

Aunque una madre se olvide de su criatura, yo no te olvidaré

Lectura del libro de Isaías 49, 13-15

Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y se compadece de los desamparados.

Sión decía:

«Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado».

¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura,
no conmoverse por el hijo de sus entrañas?

Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.

Palabra de Dios.

5

Con amor eterno te amé

Lectura del libro de Jeremías 31, 1-4

En aquel tiempo
—oráculo del Señor—,
seré el Dios de todas las tribus de Israel,
y ellas serán mi pueblo.

Así dice el Señor:

«Halló gracia en el desierto
el pueblo escapado de la espada;

camina Israel a su descanso,
el Señor se le apareció de lejos.

Con amor eterno te amé,
por eso prolongué mi misericordia.

Todavía te construiré, y serás reconstruida,
doncella de Israel;

todavía te adornarás y saldrás
con panderos a bailar en corros».

Palabra de Dios.

6

Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear

Lectura de la profecía de Ezequiel 34, 11-16

Así dice el Señor Dios:

«Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas,
siguiendo su rastro.

Como sigue el pastor el rastro de su rebaño,
cuando las ovejas se le dispersan,

así seguiré yo el rastro de mis ovejas
y las libraré,

sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron
un día de oscuridad y nubarrones.

Las sacaré de entre los pueblos,
las congregaré de los países,

las traeré a su tierra,
las apacentaré en los montes de Israel,
en las cañadas y en los poblados del país.

Las apacentaré en ricos pastizales,
tendrán sus dehesas en los montes más altos de Israel;

se recostarán en fértiles dehesas
y pastarán pastos jugosos en los montes de Israel.

Yo mismo apacentaré mis ovejas,
yo mismo las haré sestear
—oráculo del Señor Dios—.

Buscaré las ovejas perdidas,
recogeré a las descarriadas;

vendaré a las heridas;
curaré a las enfermas;

a las gordas y fuertes las guardaré
y las apacentaré como es debido».

Palabra de Dios.

7

Se me revuelve el corazón

Lectura de la profecía de Oseas 11, 1. 3-4. 8c-9

Así dice el Señor:

«Cuando Israel era joven, lo amé,
desde Egipto llamé a mi hijo.

Yo enseñé a andar a Efraín,
lo alzaba en brazos;
y él no comprendía que yo lo curaba.

Con cuerdas humanas,
con correas de amor lo atraía;

era para ellos como el que levanta
el yugo de la cerviz,
me inclinaba y le daba de comer.

Se me revuelve el corazón,
se me conmueven las entrañas.

No cederé al ardor de mi cólera,
no volveré a destruir a Efraín;

que soy Dios, y no hombre;
santo en medio de ti,
y no enemigo a la puerta».

Palabra de Dios.

PRIMERAS LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO. Tiempo pascual

1

Comeremos juntos

Lectura del libro del Apocalipsis 3, 14b. 20-22

Habla el Amén, el testigo fidedigno y veraz, el principio de la creación de Dios:

«Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos.

Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí; lo mismo que yo, cuando vencí, me senté en el trono de mi Padre, junto a él.

Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias».

Palabra de Dios.

2

Con tu sangre nos compraste para Dios

Lectura del libro del Apocalipsis 5, 6-12

Yo, Juan, vi delante del trono, rodeado por los seres vivientes y los ancianos, a un Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado, y tenía siete cuernos y siete ojos —son los siete espíritus que Dios ha enviado a toda la tierra—. El Cordero se acercó, y el que estaba sentado en el trono le dio el libro con la mano derecha.

Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante él; tenían citaras y copas de oro llenas de perfume —son las oraciones de los santos—. Y entonaron un cántico nuevo:

«Eres digno de tomar el libro
y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado y con tu sangre
compraste para Dios hombres de toda raza,
lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes, y
reinan sobre la tierra».

En la visión escuché la voz de muchos ángeles: eran millares y millones alrededor del trono y de los vivientes y de los ancianos, y decían con voz potente:

«Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza».

Palabra de Dios.

SALMOS RESPONSORIALES

1

Interleccional: Isaías 12, 2-3. 4bcd. 5-6 (R.: 3)

R. Sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.

El Señor es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel». R.

2

Salmo responsorial: Salmo 22, 1-3. 4. 5. 6 (R.: 1)

R. El Señor es mi pastor,
nada me falta.

El Señor es mi pastor,
nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.

3

Salmo responsorial: Salmo 24, 4bc-5ab. 6 y 7bc. 8-9. 10 y 14 (R.: cf. 6a)

R. Señor, recuerda tu misericordia.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza. R.

4

Salmo responsorial: Salmo 32, 1-2. 4-5. 11-12. 18-19. 20-21 (R.: 5b; o bien: Mt 11, 29b)

R. La misericordia del Señor llena la tierra.

O bien:

R. Aprended de mí,
que soy manso y humilde de corazón.

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R.

Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

El plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él escogió como heredad. R.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R.

5

Salmo responsorial: Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9. 17-18. 19 y 23 (R.: 9a)

R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R.

Pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R.

6

Salmo responsorial: Salmo 102, 1-2. 3-4. 6-7. 8 y 10 (R.: 17)

R. La misericordia del Señor dura siempre,
para los que cumplen sus mandatos.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

El perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros
pecados ni nos paga según nuestras culpas. R.

SEGUNDAS LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO

1

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 5-11

Hermanos:

La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos del castigo!

Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuanta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no sólo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.

Palabra de Dios.

2

El tesoro de su gracia ha sido un derroche para con nosotros

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 3-10

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo

que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,

para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,

para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.

Palabra de Dios.

3

Anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3, 8-12

Hermanos:


A mí, el más insignificante de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo, y aclarar a todos la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.

Así, mediante la Iglesia, los Principados y Potestades en los cielos conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios, por la fe en él.

Palabra de Dios.

4

Comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3, 14-19

Doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, pidiéndole que, de los tesoros de su gloria, os conceda por medio de su Espíritu robusteceros en lo profundo de vuestro ser, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; y así, con todos los santos, lograréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano.

Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.

Palabra de Dios.

5

En Cristo Jesús

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 1, 8-11

Hermanos:

Testigo me es Dios de lo entrañablemente que os echo de menos, en Cristo Jesús.

Y ésta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores.

Así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, a gloria y alabanza de Dios.

Palabra de Dios.

6

Él nos amó

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4, 7-16

Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él.

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados.

Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.

A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.

En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.

Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.

Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.

Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.

Palabra de Dios.

ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO

1

Aleluya Cf. Mt 11, 25

Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra,
porque has revelado los secretos del reino
a la gente sencilla.

2

Aleluya Mt 11, 28

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados,
y yo os aliviaré
—dice el Señor—.

3

Aleluya Mt 11, 29b

Cargad con mi yugo y aprended de mí
—dice el Señor—,
que soy manso y humilde de corazón.

4

Aleluya Jn 10, 14

Yo soy el buen Pastor
—dice el Señor—,
conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.

5

Aleluya Jn 15, 9

Como el Padre me ha amado, así os he amado yo;
permaneced en mi amor
—dice el Señor—.

6

Aleluya 1 Jn 4, 10b

Dios nos amó y nos envió a su Hijo
como víctima de propiciación por nuestros pecados.

EVANGELIOS

1

Soy manso y humilde de corazón

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, exclamó Jesús:

—«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

2

Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta

Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 1-10

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:

—«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».

Jesús les dijo esta parábola:

—«Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles:

«¡Felicitadme!, he encontrado la oveja qué se me había perdido».

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles:

«¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido».

Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

Palabra del Señor.

3

Deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivid

Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:

—«Ése acoge a los pecadores y come con ellos».

Jesús les dijo esta parábola:

—«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:

«Padre, dame la parte que me toca de la fortuna».

El padre les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.

Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.

Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.

Recapacitando entonces, se dijo:

«Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros».

Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.

Su hijo le dijo:

«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo».

Pero el padre dijo a sus criados:

«Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado».

Y empezaron el banquete.

Su hijo mayor estaba en el campo.

Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.

Éste le contestó:

«Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud».

Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.

Y él replicó a su padre:

«Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado».

El padre le dijo:

«Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado»».

Palabra del Señor.

4

El buen pastor da la vida por las ovejas

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús:

—«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».

Palabra del Señor.

5

Permaneced en mí, y yo en vosotros

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.

Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

Palabra del Señor.

6

Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.

De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.

Esto os mando: que os améis unos a otros».

Palabra del Señor.

7

Los has amado como me has amado a mí

Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:

—«Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.

También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí.

Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.

Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos».

Palabra del Señor.

8

Le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua

Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 31-37

En aquel tiempo, los judíos, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que hablan crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron».

Palabra del Señor.


MISAS VOTIVAS


error: Content is protected !!