Semana 1 de Tiempo Ordinario en el Año Par, según el Leccionario IV, la Iglesia Católica se embarca en un viaje continuo a través de la rica Palabra de Dios, ofreciendo a los fieles una secuencia de lecturas que iluminan la vida y enseñanzas de Jesucristo y la aplicación de su mensaje en la vida diaria. Este período se caracteriza por una inmersión profunda en las Escrituras, con un énfasis particular en los textos del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento que se alternan con los años impares, asegurando así una cobertura comprensiva y variada de la Biblia a lo largo de dos años.
Durante el Año Par, el Leccionario IV selecciona cuidadosamente lecturas del Antiguo Testamento que resaltan la promesa de Dios y su fidelidad hacia su pueblo, así como pasajes del Nuevo Testamento que se enfocan en las parábolas y enseñanzas de Jesús, especialmente aquellas que se encuentran en los Evangelios de Lucas y Juan. Estas selecciones están diseñadas para profundizar la comprensión y la relación de los fieles con Dios, animándolos a reflexionar sobre su propio camino de fe en respuesta a la Palabra.
1ª Semana de Tiempo Ordinario. Años pares
Lunes
PRIMERA LECTURA
Su rival insultaba a Ana, porque el Señor la había hecho estéril
Comienzo del primer libro de Samuel 1, 1-8
Había un hombre sufita oriundo de Ramá, en la serranía de Efraím, llamado Elcaná, hijo de Yeroján, hijo de Elihú, hijo de Toju, hijo de Suf, efraimita. Tenía dos mujeres: una se llamaba Ana y la otra Fenina; Fenina tenía hijos, y Ana no los tenía.
Aquel hombre solía subir todos los años desde su pueblo para adorar y ofrecer sacrificios al Señor de los ejércitos en Siló, donde estaban de sacerdotes del Señor los dos hijos de Elí, Jofní y Finés.
Llegado el día de ofrecer el sacrificio, repartía raciones a su mujer Fenina para sus hijos e hijas, mientras que a Ana le daba sólo una ración; y eso que la quería, pero el Señor la había hecho estéril. Su rival la insultaba, ensañándose con ella para mortificarla, porque el Señor la había hecho estéril.
Así hacía año tras año; siempre que subían al templo del Señor, solía insultarla así.
Una vez Ana lloraba y no comía. Y Elcaná, su marido, le dijo:
—«Ana, ¿por qué lloras y no comes?, ¿por qué te afliges? ¿No te valgo yo más que diez hijos?».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 115, 12-13. 14 y 17. 18-19 (R.: 17a)
R. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
O bien:
R. Aleluya.
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor. R.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo;
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. R.
Aleluya Mc 1, 15
Está cerca el reino de Dios
—dice el Señor—:
convertíos y creed en el Evangelio.
EVANGELIO
Convertíos y creed en el Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 14-20
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
—«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo:
—«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
Palabra del Señor
Los años en que la fiesta del Bautismo del Señor se celebra el lunes de la primera semana del Tiempo Ordinario, las lecturas asignadas a este lunes pueden unirse a las del martes, con el fin de no omitir el comienzo de cada libro bíblico.
Martes
PRIMERA LECTURA
El Señor se acordó de Ana, y dio a luz a Samuel
Lectura del primer libro de Samuel 1, 9-20
En aquellos días, después de la comida en Siló, mientras el sacerdote Elí estaba sentado en su silla junto a la puerta del templo del Señor, Ana se levantó y, desconsolada, rezó al Señor deshaciéndose en lágrimas e hizo este voto:
—«Señor de los ejércitos, si te dignas mirar la aflicción de tu esclava, si te acuerdas de mí y no me olvidas, si concedes a tu esclava un hijo varón, se lo ofreceré al Señor para toda la vida y la navaja no pasará por su cabeza».
Mientras repetía su oración al Señor, Elí la observaba. Ana hablaba para sus adentros: movía los labios, sin que se oyera su voz. Elí, creyendo que estaba borracha, le dijo:
—«¿Hasta cuándo vas a seguir borracha? Devuelve el vino que has bebido».
Ana respondió:
—«No es eso, señor; no he bebido vino ni licores; lo que pasa es que estoy afligida y me desahogo con el Señor. No me tengas por una mujer perdida, que hasta ahora he hablado movida por mi gran desazón y pesadumbre».
Entonces dijo Elí:
—«Vete en paz. Que el Señor de Israel te conceda lo que le has pedido».
Y ella respondió:
—«Que tu sierva halle gracia ante ti».
La mujer se marchó, comió, y se transformó su semblante.
A la mañana siguiente madrugaron, adoraron al señor y se volvieron.
Llegados a su casa de Ramá, Elcaná se unió a su mujer, Ana, y el Señor se acordó de ella.
Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso de nombre Samuel, diciendo:
—«¡Al Señor se lo pedí!».
Palabra de Dios.
Interleccional: 1 Samuel 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd (R.: cf. 1a)
R. Mi corazón se regocija por el Señor, mi salvador.
Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R.
Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R.
El levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R.
Aleluya Cf. 1Ts 2, 13
Acoged la palabra de Dios,
no como palabra de hombre,
sino, cual es en verdad, como palabra de Dios.
EVANGELIO
Enseñaba con autoridad
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 21-28
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
—«¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Jesús lo increpó:
—«Cállate y sal de él».
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos:
—«¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen».
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Palabra del Señor.
Miércoles
PRIMERA LECTURA
Habla, Señor, que tu siervo te escucha
Lectura del primer libro de Samuel 3, 1-10. 19-20
En aquellos días, el pequeño Samuel servía en templo del Señor bajo la vigilancia de Elí.
Por aquellos días las palabras del Señor eran raras y no eran frecuentes las visiones.
Un día estaba Elí acostado en su habitación; se le iba apagando la vista y casi no podía ver.
Aún ardía la lámpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel y él respondió:
—«Aquí estoy».
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo:
—«Aquí estoy; vengo porque me has llamado».
Respondió Elí:
—«No te he llamado; vuelve a acostarte».
Samuel volvió a acostarse.
Volvió a llamar el Señor a Samuel.
Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo:
—«Aquí estoy, vengo porque me has llamado».
Respondió Elí:
—«No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte».
Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor.
Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo:
—«Aquí estoy; vengo porque me has llamado».
Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho y dijo a Samuel:
—«Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: Habla Señor, que tu siervo te escucha».
Samuel fue y se acostó en su sitio.
El Señor se presentó y le llamó como antes:
—«¡Samuel, Samuel!».
El respondió:
—«Habla, Señor, que tu sirvo te escucha».
Samuel crecía, Dios estaba con él, y ninguna de sus palabras dejó de cumplirse; y todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que Samuel era profeta acreditado ante el Señor.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 39, 2 y 5. 7-8a. 8b-9. 10 (R.: cf. 8a y 9a)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor:
él se inclinó y escuchó mi grito.
Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras
que se extravían con engaños. R.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y en cambio me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy». R.
Como está escrito en mi libro:
«Para hacer tu voluntad».
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R.
Aleluya Jn 10, 27
Mis ovejas escuchan mi voz
—dice el Señor—,
y yo las conozco, y ellas me siguen.
EVANGELIO
Curó a muchos enfermos de diversos males
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
—«Todo el mundo te busca».
Él les respondió:
—«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
Palabra del Señor.
Jueves
PRIMERA LECTURA
Derrotaron a los israelitas y el arca de Dios fue capturada
Lectura del primer libro de Samuel 4, 1-11
Por entonces se reunieron los filisteos para atacar a Israel.
Los israelitas salieron a enfrentarse con ellos y acamparon junto a Piedrayuda, mientras que los filisteos acampaban en El Cerco.
Los filisteos formaron en orden de batalla frente a Israel.
Entablada la lucha, Israel fue derrotado por los filisteos; de sus filas murieron en el campo unos cuatro mil hombres.
La tropa volvió al campamento, y los ancianos de Israel deliberaron:
—«¿Por qué el Señor nos ha hecho sufrir hoy una derrota a manos de los filisteos? Vamos a Siló, a traer el arca de la alianza del Señor, para que esté entre nosotros y nos salve del poder enemigo».
Mandaron gente a Siló, a por el arca de la alianza del Señor de los ejércitos entronizado sobre querubines. Los dos hijos de Elí, Jofni y Fineés, fueron con el arca de la alianza de Dios.
Cuando el arca de la alianza del Señor llegó al campamento, todo Israel lanzó a pleno pulmón el alarido de guerra, y la tierra retembló.
Al oír los filisteos el estruendo del alarido, se preguntaron:
—«¿Qué significa ese alarido que retumba en el campamento hebreo?».
Entonces se enteraron de que el arca del Señor había llegado al campamento, y, muertos de miedo, decían:
—«¡Ha llegado su Dios al campamento! ¡Ay de nosotros! Es la primera vez que nos pasa esto. ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de esos dioses poderosos, los dioses que hirieron a Egipto con toda clase de calamidades y epidemias? ¡Valor, filisteos! Sed hombres, y no seréis esclavos de los hebreos como lo han sido ellos de nosotros. ¡Sed hombres, y al ataque!».
Los filisteos se lanzaron a la lucha y derrotaron a los israelitas, que huyeron a la desbandada.
Fue una derrota tremenda: cayeron treinta mil de la infantería israelita.
El arca de Dios fue capturada, y los dos hijos de Elí, Jofni y Finés, murieron.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 43, 10-11. 14-15. 24-25 (R.: 26d)
R. Redímenos, Señor, por tu misericordia.
Ahora nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea. R.
Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean.
Nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones. R.
Despierta, Señor, ¿por qué duermes?;
levántate, no nos rechaces más.
¿Por qué nos escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión? R.
Aleluya Cf. Mt 4, 23
Jesús proclamaba el Evangelio del reino,
curando las dolencias del pueblo.
EVANGELIO
La lepra se le quitó, y quedó limpio
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 40-45
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
—«Si quieres, puedes limpiarme».
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
—«Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
—«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés».
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor.
Viernes
PRIMERA LECTURA
Gritaréis contra el rey, pero Dios no os responderá
Lectura del primer libro de Samuel 8, 4-7. 10-22a
En aquellos días, los ancianos de Israel se reunieron y fueron a entrevistarse con Samuel en Ramá.
Le dijeron:
—«Mira, tú eres ya viejo, y tus hijos no se comportan como tú. Nómbranos un rey que nos gobierne, como se hace en todas las naciones».
A Samuel le disgustó que le pidieran ser gobernados por un rey, y se puso a orar al Señor.
El Señor le respondió:
—«Haz caso al pueblo en todo lo que te pidan. No te rechazan a ti, sino a mí; no me quieren por rey».
Samuel comunicó la palabra del Señor a la gente que le pedía un rey:
—«Estos son los derechos del rey que os regirá: A vuestros hijos los llevará para enrolarlos en sus destacamentos de carros y caballería, y para que vayan delante de su carroza; los empleará como jefes y oficiales en su ejército, como aradores de sus campos y segadores de su cosecha, como fabricantes de armamento y de pertrechos para sus carros. A vuestras hijas se las llevará como perfumistas, cocineras y reposteras. Vuestros campos, viñas y los mejores olivares, os los quitará para dárselos a sus ministros. De vuestro grano y vuestras viñas, os exigirá diezmos, para dárselos a sus funcionarios y ministros. A vuestros criados y criadas, y a vuestros mejores burros y bueyes, se los llevará para usarlos en su hacienda. De vuestros rebaños os exigirá diezmos. ¡Y vosotros mismos seréis sus esclavos! Entonces gritaréis contra el rey que os elegisteis, pero Dios no os responderá».
El pueblo no quiso hacer caso a Samuel, e insistió:
—«No importa. ¡Queremos un rey! Así seremos nosotros como los demás pueblos. Que nuestro rey nos gobierne y salga al frente de nosotros a luchar en nuestra guerra».
Samuel oyó lo que pedía el pueblo y se lo comunicó al Señor.
El Señor le respondió:
—«Hazles caso y nómbrales un rey».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 88, 16-17. 18-19 (R.: cf. 2a)
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, ¡oh Señor!, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R.
Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel, nuestro rey. R.
Aleluya Lc 7, 16
Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.
EVANGELIO
El Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados
Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 1-12
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa.
Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les preponía la palabra.
Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico:
—«Hijo, tus pecados quedan perdonados».
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:
—«¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?».
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:
—«¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico «tus pecados quedan perdonados» o decirle «levántate, coge la camilla y echa a andar?».
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados…».
Entonces le dijo al paralítico:
—«Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa».
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:
—«Nunca hemos visto una cosa igual».
Palabra del Señor.
Sábado
PRIMERA LECTURA
Ese es el hombre de quien habló el Señor; Saúl regirá a su pueblo
Lectura del primer libro de Samuel 9, 1-4. 17-19; 10, 1a
Había un hombre de Loma de Benjamín, llamado Quis, hijo de Abiel, de Seror, de Becorá, de Afiaj, benjaminita, de buena posición.
Tenía un hijo que se llamaba Saúl, un mozo bien plantado; era el israelita más alto: sobresalía por encima de todos, de los hombros arriba.
A su padre, Quis, se le habían extraviado unas burras, y dijo a su hijo Saúl:
—«Llévate a uno de los criados y vete a buscar las burras».
Cruzaron la serranía de Efraím y atravesaron la comarca de Salisá, pero no las encontraron. Atravesaron la comarca de Saalín, y nada. Atravesaron la comarca de Benjamín, y tampoco.
Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le avisó:
—«Ese es el hombre de quien te hablé; ése regirá a mi pueblo».
Saúl se acercó a Samuel en medio de la entrada y le dijo:
—«Haga el favor de decirme dónde está la casa del vidente».
Samuel respondió:
—«Yo soy el vidente. Sube delante de mí al altozano; hoy coméis conmigo, y mañana te dejaré marchar y te diré todo lo que piensas».
Tomó la aceitera, derramó aceite sobre la cabeza de Saúl y lo besó, diciendo:
—«¡El Señor te unge como jefe de su heredad! Tú regirás al pueblo del Señor y le librarás de la mano de los enemigos que lo rodean».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 20, 2-3. 4-5. 6-7 (R.: 2a)
R. Señor, el rey se alegra por tu fuerza.
¡Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios. R.
Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida y se la has concedido,
años que se prolongan sin término. R.
Aleluya Lc 4, 18
El Señor me ha enviado
para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad.
EVANGELIO
No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores
Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
—«Sígueme».
Se levantó y lo siguió.
Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos:
—«¡De modo que come con publicanos y pecadores!».
Jesús lo oyó y les dijo:
—«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
Palabra del Señor.
✠ Versículos alternativos para el Aleluya
Ver índice de Semanas del año II – Tiempo Ordinario del Año Par