Semana 12 de Tiempo Ordinario. Año Par

Semana 12 Tiempo Ordinario Año Par

Semana 12 de Tiempo Ordinario en el Año Par, según el Leccionario IV, la Iglesia Católica se embarca en un viaje continuo a través de la rica Palabra de Dios, ofreciendo a los fieles una secuencia de lecturas que iluminan la vida y enseñanzas de Jesucristo y la aplicación de su mensaje en la vida diaria. Este período se caracteriza por una inmersión profunda en las Escrituras, con un énfasis particular en los textos del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento que se alternan con los años impares, asegurando así una cobertura comprensiva y variada de la Biblia a lo largo de dos años.

Durante el Año Par, el Leccionario IV selecciona cuidadosamente lecturas del Antiguo Testamento que resaltan la promesa de Dios y su fidelidad hacia su pueblo, así como pasajes del Nuevo Testamento que se enfocan en las parábolas y enseñanzas de Jesús, especialmente aquellas que se encuentran en los Evangelios de Lucas y Juan. Estas selecciones están diseñadas para profundizar la comprensión y la relación de los fieles con Dios, animándolos a reflexionar sobre su propio camino de fe en respuesta a la Palabra.

12ª Semana de Tiempo Ordinario. Años pares

Lunes

PRIMERA LECTURA

El Señor arrojó de su presencia a Israel, y sólo quedó la tribu de Judá

Lectura del segundo libro de los Reyes 17, 5-8. 13-15a.18

En aquellos días, Salmanasar, rey de Asiria, invadió el país y asedió a Samaria durante tres años.

El año noveno de Oseas, el rey de Asiria conquistó Samaria, deportó a los israelitas a Asiria y los instaló en Jalaj, junto al Jabor, río de Gozán, y en las poblaciones de Media.

Eso sucedió porque, sirviendo a otros dioses, los israelitas habían pecado contra el Señor, su Dios, que los había sacado de Egipto, del poder del Faraón, rey de Egipto; procedieron según las costumbres de las naciones que el Señor había expulsado ante ellos y que introdujeron los reyes nombrados por ellos mismos.

El Señor había advertido a Israel y Judá por medio de los profetas y videntes:

—«Volveos de vuestro mal camino, guardad mis mandatos y preceptos, siguiendo la ley que di a vuestros padres, que les comuniqué por medio de mis siervos, los profetas».

Pero no hicieron caso, sino que se pusieron tercos, como sus padres, que no confiaron en el Señor, su Dios.

Rechazaron sus mandatos y el pacto que había hecho el Señor con sus padres, y las advertencias que les hizo.

El Señor se irritó tanto contra Israel que los arrojó de su presencia.

Sólo quedó la tribu de Judá.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 59, 3. 4-5. 12-13 (R.: 7b)

R. Que tu mano salvadora, Señor, nos responda.

Oh Dios, nos rechazaste y rompiste nuestras filas;
estabas airado, pero restáuranos. R.

Has sacudido y agrietado el país:
repara sus grietas, que se desmorona.
Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo,
dándole a beber un vino de vértigo. R.

Tú, oh Dios, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas.
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil.
Con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos. R.

Aleluya Hb 4, 12

La palabra de Dios es viva y eficaz;
juzga los deseos e intenciones del corazón.

EVANGELIO

Sácate primero la viga del ojo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 1-5

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros.

¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?

¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Déjame que te saque la mota del ojo», teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano».

Palabra del Señor.

Martes

PRIMERA LECTURA

Yo escudaré a esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David

Lectura del segundo libro de los Reyes 19, 9b-11. 14-21. 31-35a. 36

En aquellos días, Senaquerib, rey de Asiria, envió mensajeros a Ezequías, para decirle:

—«Decid a Ezequías, rey de Judá: «Que no te engañe tu Dios en quien confías, pensando que Jerusalén no caerá en manos del rey de Asiria. Tú mismo has oído hablar cómo han tratado los reyes de Asiria a todos los países, exterminándolos, ¿y tú te vas a librar?»».

Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros y la leyó; después subió al templo, la desplegó ante el Señor y oró:

«Señor, Dios de Israel,
sentado sobre querubines;

tú solo eres el Dios
de todos los reinos del mundo.

Tú hiciste el cielo y la tierra.

Inclina tu oído, Señor, y escucha;
abre tus ojos, Señor, y mira.

Escucha el mensaje que ha enviado
Senaquerib para ultrajar al Dios vivo.

Es verdad, Señor: los reyes de Asiria
han asolado todos los países y su territorio,

han quemado todos sus dioses,
porque no son dioses,

sino hechura de manos humanas,
leño y piedra, y los han destruido.

Ahora, Señor, Dios nuestro,
sálvanos de su mano,

para que sepan todos los reinos del mundo
que tú solo, Señor, eres Dios».

Isaías, hijo de Amós, mandó a decir a Ezequías:

—«Así dice el Señor, Dios de Israel: «He oído lo que me pides acerca de Senaquerib, rey de Asiria. Ésta es la palabra que el Señor pronuncia contra él:

‘Te desprecia y se burla de ti
la doncella, la ciudad de Sión;

menea la cabeza a tu espalda
la ciudad de Jerusalén.

Pues de Jerusalén saldrá un resto,
del monte Sión los supervivientes.

¡El celo del Señor lo cumplirá!

Por eso, así dice el Señor acerca del rey de Asiria:

No entrará en esta ciudad,
no disparará contra ella su flecha,

no se acercará con escudo
ni levantará contra ella un talud;

por el camino por donde vino se volverá,
pero no entrará en esta ciudad
—oráculo del Señor—.

Yo escudaré a esta ciudad para salvarla,
por mi honor y el de David, mi siervo'»».

Aquella misma noche salió el ángel del Señor e hirió en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres.

Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, se volvió a Nínive y se quedó allí.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 47, 2-3a. 3b-4. 10-11 (R.: cf. 9d)

R. Dios ha fundado su ciudad para siempre.

Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra. R.

El monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar. R.

Oh Dios, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, oh Dios, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia. R.

Aleluya Jn 8, 12b

Yo soy la luz del mundo
—dice el Señor—;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.

EVANGELIO

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 6. 12-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.

Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.

¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».

Palabra del Señor.

Miércoles

PRIMERA LECTURA

El rey leyó al pueblo el libro de la alianza encontrado en el templo y selló ante el Señor la alianza

Lectura del segundo libro de los Reyes 22, 13; 23, 1-3

En aquellos días, el sumo sacerdote Helcías dijo al cronista Safán:

—«He encontrado en el templo el libro de la Ley».

Entregó el libro a Safán, y éste lo leyó. Luego fue a dar cuenta al rey Josías:

—«Tus siervos han juntado el dinero que había en el templo y se lo han entregado a los encargados de las obras».

Y le comunicó la noticia:

—«El sacerdote Helcías me ha dado un libro».

Safán lo leyó ante el rey; y, cuando el rey oyó el contenido del libro de la Ley, se rasgó las vestiduras y ordenó al sacerdote Helcías, a Ajicán, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Miqueas, al cronista Safán y a Asaías, funcionario real:

—«Id a consultar al Señor por mí y por el pueblo y todo Judá, a propósito de este libro que han encontrado; porque el Señor estará enfurecido contra nosotros, porque nuestros padres no obedecieron los mandatos de este libro cumpliendo lo prescrito en él».

Ellos llevaron la respuesta al rey, y el rey ordenó que se presentasen ante él todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.

Luego subió al templo, acompañado de todos los judíos y los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, chicos y grandes.

El rey les leyó el libro de la alianza encontrado en el templo.

Después, en pie sobre el estrado, selló ante el Señor la alianza, comprometiéndose a seguirle y cumplir sus preceptos, normas y mandatos, con todo el corazón y con toda el alma, cumpliendo las cláusulas de la alianza escritas en aquel libro.

El pueblo entero suscribió la alianza.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 118, 33. 34. 35. 36. 37. 40 (R.: 33a)

R. Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes.

Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes,
y lo seguiré puntualmente. R.

Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón. R.

Guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo. R.

Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés. R.

Aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra. R.

Mira cómo ansío tus decretos:
dame vida con tu justicia. R.

Aleluya Jn 15, 4a. 5b

Permaneced en mí, y yo en vosotros
—dice el Señor—;
el que permanece en mí da fruto abundante.

EVANGELIO

Por sus frutos los conoceréis

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.

Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis».

Palabra del Señor.

Jueves

PRIMERA LECTURA

Nabucodonosor deportó a Jeconías y a todos los ricos de Babilonia

Lectura del segundo libro de los Reyes 24, 8-17

Cuando Jeconías subió al trono tenía dieciocho años, y reinó tres meses en Jerusalén.

Su madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, natural de Jerusalén.

Hizo lo que el Señor reprueba, igual que su padre.

En aquel tiempo, los oficiales de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén y la cercaron.

Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén cuando sus oficiales la tenían cercada.

Jeconías de Judá se rindió al rey de Babilonia, con su madre, sus ministros, generales y funcionarios.

El rey de Babilonia los apresó el año octavo de su reinado.

Se llevó los tesoros del templo y del palacio y destrozó todos los utensilios de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para el templo según las órdenes del Señor.

Deportó a todo Jerusalén, los generales, los ricos —diez mil deportados—, los herreros y cerrajeros; sólo quedó la plebe.

Nabucodonosor deportó a Jeconías a Babilonia.

Llevó deportados, de Jerusalén a Babilonia, al rey y sus mujeres, sus funcionarios y grandes del reino, todos los ricos —siete mil deportados—, los herreros y cerrajeros— mil deportados—, todos aptos para la guerra.

En su lugar nombró rey a su tío Matanías, y le cambió el nombre en Sedecías.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 78, 1-2. 3-5. 8. 9 (R.: 9bc)

R. Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre.

Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad,
han profanado tu santo templo,
han reducido Jerusalén a ruinas.
Echaron los cadáveres de tus siervos
en pasto a las aves del cielo,
y la carne de tus fieles
a las fieras de la tierra. R.

Derramaron su sangre como agua
en torno a Jerusalén,
y nadie la enterraba.
Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
la irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo, Señor?
¿Vas a estar siempre enojado?
¿Arderá como fuego tu cólera? R.

No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R.

Socórrenos, Dios, salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R.

Aleluya Jn 14, 23

El que me ama guardará mi palabra
—dice el Señor—,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.

EVANGELIO

La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 21-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

Aquel día muchos dirán:

«Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?».

Yo entonces les declararé:

«Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados».

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente».

Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.

Palabra del Señor.

Viernes

PRIMERA LECTURA

Marchó Judá al destierro

Lectura del segundo libro de los Reyes 25, 1-12

El año noveno del reinado de Sedecías, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén con todo su ejército, acampó frente a ella y construyó torres de asalto alrededor.

La ciudad quedó sitiada hasta el año once del reinado de Sedecías, el día noveno del mes cuarto.

El hambre apretó en la ciudad, y no había pan para la población.

Se abrió brecha en la ciudad, y los soldados huyeron de noche por la puerta entre las dos murallas, junto a los jardines reales, mientras los caldeos rodeaban la ciudad, y se marcharon por el camino de la estepa.

El ejército caldeo persiguió al rey; lo alcanzaron en la estepa de Jericó, mientras sus tropas se dispersaban abandonándolo.

Apresaron al rey y se lo llevaron al rey de Babilonia, que estaba en Ribla, y lo procesó.

A los hijos de Sedecías los hizo ajusticiar ante su vista; a Sedecías lo cegó, le echó cadenas de bronce y lo llevó a Babilonia.

El día primero del quinto mes, que corresponde al año diecinueve del reinado de Nabucodonosor en Babilonia, llegó a Jerusalén Nabusardán, jefe de la guardia, funcionario del rey de Babilonia.

Incendió el templo, el palacio real y las casas de Jerusalén, y puso fuego a todos los palacios.

El ejército caldeo, a las órdenes del jefe de la guardia, derribó las murallas que rodeaban a Jerusalén.

Nabusardán, jefe de la guardia, se llevó cautivos al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la plebe.

De la clase baja dejó algunos como viñadores y hortelanos.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 136, 1-2. 3. 4-5. 6 (R.: 6a)

R. Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti
.

Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras. R.

Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión». R.

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha. R.

Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías. R.

Aleluya Mt 8, 17

Cristo tomó nuestras dolencias
y cargó con nuestras enfermedades.

EVANGELIO

Si quieres, puedes limpiarme

Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 1-4

En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.

En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo:

—«Señor, si quieres, puedes limpiarme».

Extendió la mano y lo tocó, diciendo:

—«Quiero, queda limpio».

Y en seguida quedó limpio de la lepra.

Jesús le dijo:

—«No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés».

Palabra del Señor.

Sábado

PRIMERA LECTURA

Grita al Señor, laméntate, Sión

Lectura de las Lamentaciones 2, 2. 10-14. 18-19

El Señor destruyó sin compasión
todas las moradas de Jacob,

con su indignación demolió
las plazas fuertes de Judá;

derribó por tierra, deshonrados,
al rey y a los príncipes.

Los ancianos de Sión se sientan
en el suelo silenciosos,

se echan polvo en la cabeza
y se visten de sayal;

las doncellas de Jerusalén
humillan hasta el suelo la cabeza.

Se consumen en lágrimas mis ojos,
de amargura mis entrañas;

se derrama por tierra mi hiel,
por la ruina de la capital de mi pueblo;

muchachos y niños de pecho desfallecen
por las calles de la ciudad.

Preguntaban a sus madres:
«¿Dónde hay pan y vino?»,

mientras desfallecían, como los heridos,
por las calles de la ciudad,

mientras expiraban
en brazos de sus madres.

¿Quién se te iguala, quién se te asemeja,
ciudad de Jerusalén?

¿A quién te compararé, para consolarte,
Sión, la doncella?

Inmensa como el mar es tu desgracia:
¿quién podrá curarte?

Tus profetas te ofrecían visiones
falsas y engañosas;

y no te denunciaban tus culpas
para cambiar tu suerte,

sino que te anunciaban visiones
falsas y seductoras.

Grita con toda el alma al Señor,
laméntate, Sión;

derrama torrentes de lágrimas,
de día y de noche;

no te concedas reposo,
no descansen tus ojos.

Levántate y grita de noche,
al relevo de la guardia;

derrama como agua tu corazón
en presencia del Señor;

levanta hacia él las manos
por la vida de tus niños,

desfallecidos de hambre
en las encrucijadas.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 73, 1-2. 3-5a. 5b-7. 20-21 (R.: 19b)

R. No olvides sin remedio la vida de tus pobres.

¿Por qué, oh Dios, nos tienes siempre abandonados,
y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo,
de la tribu que rescataste para posesión tuya,
del monte Sión donde pusiste tu morada. R.

Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio;
el enemigo ha arrasado del todo el santuario.
Rugían los agresores en medio de tu asamblea,
levantaron sus propios estandartes. R.

En la entrada superior
abatieron a hachazos el entramado;
después, con martillos y mazas,
destrozaron todas las esculturas.
Prendieron fuego a tu santuario,
derribaron y profanaron la morada de tu nombre. R.

Piensa en tu alianza: que los rincones del país
están llenos de violencias.
Que el humilde no se marche defraudado,
que pobres y afligidos alaben tu nombre. R.

Aleluya Mt 8, 17

Cristo tomó nuestras dolencias
y cargó con nuestras enfermedades.

EVANGELIO

Vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob

Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 5-17

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:

—«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».

Jesús le contestó:

—«Voy yo a curarlo».

Pero el centurión le replicó:

—«Señor, no soy quién soy yo para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: «Ve», y va; al otro: «Ven», y viene; a mi criado: «Haz esto», y lo hace».

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:

—«Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes».

Y al centurión le dijo:

—«Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído».

Y en aquel momento se puso bueno el criado.

Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.

Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías:

«Él tomó nuestras dolencias
y cargó con nuestras enfermedades».

Palabra del Señor.



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