Semana 2 de Tiempo Ordinario. Año Par

Semana 2 Tiempo Ordinario Año Par

Semana 2 de Tiempo Ordinario en el Año Par, según el Leccionario IV, la Iglesia Católica se embarca en un viaje continuo a través de la rica Palabra de Dios, ofreciendo a los fieles una secuencia de lecturas que iluminan la vida y enseñanzas de Jesucristo y la aplicación de su mensaje en la vida diaria. Este período se caracteriza por una inmersión profunda en las Escrituras, con un énfasis particular en los textos del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento que se alternan con los años impares, asegurando así una cobertura comprensiva y variada de la Biblia a lo largo de dos años.

Durante el Año Par, el Leccionario IV selecciona cuidadosamente lecturas del Antiguo Testamento que resaltan la promesa de Dios y su fidelidad hacia su pueblo, así como pasajes del Nuevo Testamento que se enfocan en las parábolas y enseñanzas de Jesús, especialmente aquellas que se encuentran en los Evangelios de Lucas y Juan. Estas selecciones están diseñadas para profundizar la comprensión y la relación de los fieles con Dios, animándolos a reflexionar sobre su propio camino de fe en respuesta a la Palabra.

2ª Semana de Tiempo Ordinario. Años pares

Lunes

PRIMERA LECTURA

Obedecer vale más que un sacrificio. El Señor te rechaza hoy como rey

Lectura del primer libro de Samuel 15, 16-23

En aquellos días, Samuel dijo a Saúl:

—«Déjame que te cuente lo que el Señor me ha dicho esta noche».

Contestó Saúl:

—«Dímelo».

Samuel dijo:

—«Aunque te creías pequeño, eres la cabeza de las tribus de Israel, porque el Señor te ha nombrado rey de Israel. El Señor te envió a esta campaña con orden de exterminar a esos pecadores amalecitas, combatiendo hasta acabar con ellos. ¿Por qué no has obedecido al Señor? ¿Por qué has echado mano a los despojos, haciendo lo que el Señor reprueba?».

Saúl replicó:

—«¡Pero si he obedecido al Señor! He hecho la campaña a la que me envió, he traído a Agag, rey de Amalec, y he exterminado a los amalecitas. Si la tropa tomó del botín ovejas y vacas, lo mejor de lo destinado al exterminio, lo hizo para ofrecérselas en sacrificio al Señor tu Dios en Guilgal».

Samuel contestó:

—«¿Quiere el Señor sacrificios y holocaustos o quiere que obedezcan al Señor? Obedecer vale más que un sacrificio; ser dócil, más que grasa de carneros. Pecado de adivinos es la rebeldía, crimen de idolatría es la obstinación. Por haber rechazado al Señor, el Señor te rechaza hoy como rey».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 49, 8-9. 16bc-17. 21 y 23 (R.: 23b)

R. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.

No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa
ni un cabrito de tus rebaños. R.

¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandamientos? R.

Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara. R.

El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino le haré
ver la salvación de Dios. R.

Aleluya Hb 4, 12

La palabra de Dios es viva y eficaz;
juzga los deseos e intenciones del corazón.

EVANGELIO

El novio está con ellos

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 18-22

En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús:

—«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?».

Jesús les contestó:

—«¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar.

Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán.

Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor.

Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».

Palabra del Señor.

Martes

PRIMERA LECTURA

Ungió Samuel a David en medio de sus hermanos, y en aquel momento,
lo invadió el espíritu del Señor

Lectura el primer libro de Samuel 16, 1-13

En aquellos días, el Señor dijo a Samuel:

—«¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado como rey de Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí».

Samuel contestó:

—«¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me mata».

El Señor le dijo:

—«Llevas una novilla y dices que vas a hacer un sacrificio al Señor. Convidas a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que tienes que hacer; me ungirás al que yo te diga».

Samuel hizo lo que le mandó el Señor.

Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo fueron ansiosos a su encuentro:

—«¿Vienes en son de paz?».

Respondió:

—«Sí, vengo a hacer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio».

Purificó a Jesé y a sus hijos y los convidó al sacrificio. Cuando llegaron, vio a Eliab y se dijo:

— «Sin duda está ante el Señor su ungido».

Pero el Señor dijo a Samuel:

—«No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo le he descartado. La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón».

Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel; y Samuel dijo:

—«Tampoco a éste lo ha elegido el Señor».

Jesé hizo pasar a Sama; y Samuel dijo:

—«Tampoco a éste lo ha elegido el Señor».

Hizo pasar Jesé sus siete hijos ante Samuel, pero Samuel dijo:

—«A ninguno de éstos ha elegido el Señor».

Preguntó entonces Samuel a Jesé:

—«¿No quedan ya más muchachos?».

El respondió:

—«Todavía falta el más pequeño, que está guardando el rebaño».

Dijo entonces Samuel a Jesé:

—«Manda que lo traigan, porque no comeremos hasta que haya venido».

Mandó, pues, que lo trajeran; era rubio, de bellos ojos y hermosa presencia. Dijo el Señor:

—«Levántate y úngelo, porque éste es».

Tomó Samuel el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.

Samuel emprendió la vuelta a Ramá.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 88, 20. 21-22. 27-28 (R.: 21a)

R. Encontré a David mi siervo.

Un día hablaste en visión a tus amigos:
He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo. R.

Encontré a David mi siervo
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso. R.

El me invocará: Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora,
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra. R.

Aleluya Ef 1, 17-18

El Padre de nuestro Señor Jesucristo
ilumine los ojos de nuestro corazón,
para que comprendamos cuál es la esperanza
a la que nos llama.

EVANGELIO

El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 23-28

Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron:

—«Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».

Él les respondió:

—«¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros».

Y añadió:

—«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».

Palabra del Señor.

Miércoles

PRIMERA LECTURA

Venció David al filisteo con la honda y una piedra

Lectura del primer libro de Samuel 17, 32-33. 37. 40-51

En aquellos días, Saúl mandó llamar a David, y éste le dijo:

—«Majestad, no os desaniméis. Este servidor tuyo irá a luchar con ese filisteo».

Pero Saúl le contestó:

—«No podrás acercarte a ese filisteo para luchar con él, porque eres un muchacho, y él es un guerrero desde mozo».

David replicó:

—«El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras oso, me librará de las manos de este filisteo».

Entonces Saúl le dijo:

—«Anda con Dios».

Agarró el cayado, escogió cinco cantos de arroyo, se los echó al zurrón, empuñó la honda y se acercó al filisteo.

Este, precedido de su escudero, iba avanzando, acercándose a David; lo miró de arriba abajo y lo despreció, porque era un muchacho de buen color y guapo, y le gritó:

—«¿Soy yo un perro, para que vengas a mí con un palo?».

Luego maldijo a David, invocando a sus dioses, y le dijo:

—«Ven acá, y echaré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo».

Pero David le contestó:

—«Tú vienes hacia mí armado de espada, lanza y jabalina; yo voy hacia ti en nombre del Señor de los ejércitos, Dios de las huestes de Israel, a las que has desafiado. Hoy te entregará el Señor en mis manos, te venceré, te arrancaré la cabeza de los hombros y echaré tu cadáver y los cadáveres del campamento filisteo a las aves del cielo y las fieras de la tierra; y todo el mundo reconocerá que hay un Dios en Israel; y todos los aquí reunidos reconocerán que el Señor da la victoria sin necesidad de espadas ni lanzas, porque ésta es una guerra del Señor y él os entregará en nuestro poder».

Cuando el filisteo se puso en marcha y se acercaba en dirección a David, éste salió de la formación y corrió velozmente en dirección al filisteo; echó mano al zurrón, sacó una piedra, disparó la honda y le pegó al filisteo en la frente: la piedra se le clavó en la frente, y cayó de bruces en tierra.

Así venció David al filisteo, con la honda y una piedra; lo mató de un golpe, sin empuñar espada.

David corrió y se paró junto al filisteo, le agarró la espada, la desenvainó y lo remató, cortándole la cabeza.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 143, 1. 2. 9-10 (R.: 1a)

R. Bendito el Señor, mi Roca.

Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R.

Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos. R.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas;
para ti, que das la victoria a los reyes
y salvas a David, tu siervo.
Defiéndeme de la espada cruel. R.

Aleluya Cf. Mt 4, 23

Jesús proclamaba el Evangelio del reino,
curando las dolencias del pueblo.

EVANGELIO

¿Está permitido en sábado salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 1-6

En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis:

—«Levántate y ponte ahí en medio».

Y a ellos les preguntó:

—«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?».

Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre:

—«Extiende el brazo».

Lo extendió y quedó restablecido.

En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

Palabra del Señor.

Jueves

PRIMERA LECTURA

Mi padre Saúl te busca para matarte

Lectura del primer libro de Samuel 18, 6-9; 19, 1-7

Cuando volvieron de la guerra, después de haber matado David al filisteo, las mujeres de todas las poblaciones de Israel salieron a cantar y recibir con bailes al rey Saúl, al son alegre de panderos y sonajas.

Y cantaban a coro esta copla:

—«Saúl mató a mil, David a diez mil».

A Saúl le sentó mal aquella copla, y comentó enfurecido:

—«¡Diez mil a David, y a mí mil! ¡Ya sólo le falta ser rey!».

Y a partir de aquel día Saúl le tomó ojeriza a David.

Delante de su hijo Jonatán y de sus ministros, Saúl habló de matar a David.

Jonatán, hijo de Saúl, quería mucho a David y le avisó:

—«Mi padre Saúl te busca para matarte. Estate atento mañana y escóndete en sitio seguro; yo saldré e iré al lado de mi padre, al campo donde tú estés; le hablaré de ti y, si saco algo en limpio, te lo comunicaré».

Así pues Jonatán habló a su padre Saúl en favor de David:

—«¡Que el rey no ofenda a su siervo David! Él no te ha ofendido, y lo que él hace es en tu provecho: se jugó la vida cuando mató al filisteo y el Señor dio a Israel una gran victoria; bien que te alegraste al verlo. ¡No vayas a pecar derramando sangre inocente, matando a David sin motivo!». Saúl hizo caso a Jonatán y juró:

—«¡Vive Dios, no morirá!».

Jonatán llamó a David y le contó la conversación; luego lo llevó donde Saúl, y David siguió en palacio como antes.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 55, 2-3. 9-10. 11-12. 13 (R.: 5bc)

R. En Dios confío y no temo.

Misericordia, Dios mío, que me hostigan,
me atacan y me acosan todo el día;
todo el día me hostigan mis enemigos,
me atacan en masa. R.

Anota en tu libro mi vida errante,
recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.
Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco
y así sabré que eres mi Dios. R.

En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre? R.

Te debo, Dios mío, los votos que hice;
los cumpliré con acción de gracias. R.

Aleluya Cf. 2Tm 1, 10

Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte
y sacó a la luz la vida, por medio del Evangelio.

EVANGELIO

Los espíritus inmundos gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios»,
pero él les prohibía que lo diesen a conocer

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 7-12

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea.

Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón.

Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío.

Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.

Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando:

—«Tú eres el Hijo de Dios».

Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Palabra del Señor.

Viernes

PRIMERA LECTURA

No extenderé la mano contra él, porque es el ungido del Señor

Lectura del primer libro de Samuel 24, 3-21

En aquellos días, Saúl, con tres mil soldados de todo Israel, marchó en busca de David y su gente hacia las Peñas de los Rebecos; llegó a unos apriscos de ovejas junto al camino, donde había una cueva, y entró a hacer sus necesidades.

David y los suyos estaban en lo más hondo de la cueva, y le dijeron a David sus hombres:

—«Este es el día del que te dijo el Señor: «Yo te entrego tu enemigo. Haz con él lo que quieras»».

Pero él les respondió:

—«¡Dios me libre de hacer eso a mi Señor, el ungido del Señor, extender la mano contra él!».

Y les prohibió enérgicamente echarse contra Saúl, pero él se levantó sin meter ruido y le cortó a Saúl el borde del manto, aunque más tarde le remordió la conciencia por haberle cortado a Saúl el borde del manto.

Cuando Saúl salió de la cueva y siguió su camino, David se levantó, salió de la cueva detrás de Saúl y le gritó:

—«¡Majestad! Saúl se volvió a ver, y David se postró rostro en tierra rindiéndole vasallaje».

Le dijo:

—«¿Por qué haces caso a lo que dice la gente, que David anda buscando tu ruina? Mira, lo estás viendo hoy con tus propios ojos: el Señor te había puesto en mi poder dentro de la cueva; me dijeron que te matara, pero te respeté y dije que no extendería la mano contra mi señor, porque eres el Ungido del Señor. Padre mío, mira en mi mano el borde de tu manto; si te corté el borde del manto y no te maté, ya ves que mis manos no están manchadas de maldad, ni de traición, ni de ofensa contra ti, mientras que tú me acechas para matarme. Que el Señor sea nuestro juez. Y que él me vengue de ti; que mi mano no se alzará contra ti. Como dice el viejo refrán: «La maldad sale de los malos», mi mano no se alzará contra ti. ¿Tras de quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién vas persiguiendo? ¡A un perro muerto, a una pulga! El Señor sea juez y sentencie nuestro pleito, vea y defienda mi causa, librándome de tu mano».

Cuando David terminó de decir esto a Saúl, Saúl exclamó:

—«Pero, ¿es ésta tu voz, David, hijo mío?».

Luego levantó la voz, llorando, mientras decía a David:

—«¡Tú eres inocente, y no yo! Porque tú me has pagado con bienes, y yo te he pagado con males; y hoy me has hecho el favor más grande, pues el Señor me entregó a ti y tú no me mataste. Porque si uno encuentra a su enemigo, ¿lo deja marchar por las buenas? ¡El Señor te pague lo que hoy has hecho conmigo! Ahora, mira, sé que tú serás rey y que el reino de Israel se consolidará en tu mano».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 56, 2. 3-4. 6 y 11 (R.: 2a)

R. Misericordia, Dios mío Misericordia.

Misericordia, Dios mío Misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
Me refugio a la sombra de tus alas,
mientras pasa la calamidad. R.

Invoco al Dios altísimo,
Al Dios que hace tanto por mí.
Desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad. R.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Por tu bondad que es más grande que los cielos,
por tu fidelidad que alcanza las nubes. R.

Aleluya 2Co 5, 19

Dios estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo,
y a nosotros nos ha confiado
la palabra de la reconciliación.

EVANGELIO

Fue llamando a los que él quiso y los hizo sus compañeros

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 13-19

En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él.

A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce:

Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges —Los Truenos—, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.

Palabra del Señor.

Sábado

PRIMERA LECTURA

¡Cómo cayeron los valientes en medio del combate!

Comienzo del segundo libro de Samuel 1, 1-4. 11-12. 19. 23-27

En aquellos días, al volver de su victoria sobre los amalecitas, David se detuvo dos días en Sicelag.

Al tercer día de la muerte de Saúl, llegó uno del ejército con la ropa hecha jirones y polvo en la cabeza; cuando llegó, cayó a tierra, postrándose ante David.

David le preguntó:

—«¿De dónde vienes?».

Respondió:

—«Me he escapado del campamento israelita».

David dijo:

—«¿Qué ha ocurrido? Cuéntame».

El respondió:

—«Pues que la tropa ha huido de la batalla y ha habido muchas baja entre la tropa y muchos muertos, y hasta han muerto Saúl y su hijo Jonatán».

Entonces David agarró sus vestiduras y las rasgó, y sus acompañantes hicieron lo mismo.

Hicieron duelo, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl, y por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor, por la casa de Israel, porque habían muerto a espada.

Y dijo David:

«¡Ay, la flor de Israel herida en tus alturas!
¡Cómo cayeron los valientes!

Saúl y Jonatán, mis amigos queridos:
ni vida ni muerte los pudo separar;
más rápidos que águilas, más bravos que leones.

Muchachas de Israel, llorad por Saúl,
que os vestía de púrpura y de joyas,
que enjoyaba con oro vuestros vestido.

¡Cómo cayeron los valientes en medio del combate!
¡Jonatán, herido en tus alturas!

¡Cómo sufro por ti, Jonatán, hermano mío!
¡Ay, cómo te quería!
Tu amor era para mí
más maravilloso que el amor de mujeres.

¡Cómo cayeron los valientes,
los rayos de la guerra perecieron!».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 79, 2-3. 5-7 (R.: 4b)

R. Que brille tu rostro, Señor, y nos salve.

Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines,
resplandece ante
Efraín, Benjamín y Manasés. R.

Despierta tu poder y ven a salvarnos.
Señor Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica? R.

Les diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros. R.

Aleluya Cf. Hch 16, 14b

Ábrenos el corazón, Señor,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo.

EVANGELIO

Su familia decía que no estaba en sus cabales

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 20-21

En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer.

Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.

Palabra del Señor.



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